El aire también puede inhalarse por la boca. Estas dos aberturas de la vía
respiratoria (la cavidad nasal y la boca) se unen en la faringe en la parte
posterior de la nariz y la boca. En la base de la faringe, este conducto se
divide en dos, uno para el alimento (el esófago, que llega hasta el
estómago) y el otro para el aire. La epiglotis cubre el conducto del aire
cuando tragamos, evitando que substancias sólidas y líquidas entren en los
pulmones.
La laringe es la parte superior del conducto del aire. Contiene un par de
cuerdas vocales que vibran para producir sonidos. La tráquea se extiende
hacia abajo desde la base de la laringe. Parte de ella lo hace por el cuello
y parte, por la cavidad torácica. Las paredes de la tráquea están
reforzadas con rígidos anillos cartilaginosos que la mantienen abierta. La
tráquea también está revestida de cilios, que eliminan los fluidos y las
partículas extrañas que hay en la vía respiratoria para que no entren en los
pulmones.
La tráquea se divide en bronquios, que están conectados a los pulmones.
En el interior de los pulmones, los bronquios se ramifican en bronquios más
pequeños, denominados bronquiolos. Los bronquiolos terminan en
minúsculas bolsas de aire denominadas alvéolos, donde se hace el
intercambio de oxígeno y dióxido de carbono. Cada pulmón alberga
alrededor de unos 300- 400 millones de alvéolos. Los pulmones también
contienen tejidos elásticos que les permiten inflarse y desinflarse sin perder
la forma.