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Santiago, 28 de Junio de 2016

CRITICAS Y PRECISIONES AL PROCESO DE MEDIACION EN EL SISTEMA


LICITADO CHILENO

Magíster en Mediación:
Gestión Colaborativa de Conflictos con
Salida Intermedia en Postítulo en Mediación,
Familia e Infancia

Alumnos:
Verónica Kindel Conejeros
Waldo Antonio Latrach S.

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INTRODUCCIÓN

Desde que se puso en marcha el sistema licitado de gestión colaborativa de


conflictos, hace ya más de una década, se han regulado paulatinamente los estándares
iniciales, incorporándose entre otras cosas, nuevas normas a los reglamentos, con el objeto
de nivelar o mejorar las capacidades y competencias de los mediadores y adecuar el sistema
a nuestra realidad social. Las variadas estructuras familiares, las diversas culturas
indígenas y realidades económicas existentes en nuestro país, han motivado dichos ajustes.
El proceso de mediación visto como un sistema abstracto para solucionar las
disputas familiares y otras temáticas, pareciera ser uno de los mecanismos más eficientes y
económicos que existen actualmente en nuestra sociedad, si lo contrastamos por ejemplo,
con la judicialización de las disputas.
Aun cuando el sistema chileno no define un modelo de mediación en particular,
existen tres modelos fundamentales utilizados y reconocidos por los mediadores, que se
estima que en la práctica se aplican en forma complementaria, dependiendo de la
complejidad y características de cada caso.
De lo anterior, se deduce que frecuentemente la realidad se presenta mucho más
compleja que la ficción, de modo tal, que un sólo modelo teórico no logra abarcar y
solucionar una problemática determinada, considerando además, que los medios
disponibles y el tiempo para llegar a un acuerdo son a veces insuficientes para aplicarlo a
cabalidad.
Por otro lado, los protocolos de exigencias en los procesos de selección y
calificación de los mediadores para incorporarse al sistema licitado, son cada vez más
altos, tanto en el ámbito de los conocimientos de la materia en comento, como en sus
competencias personales.
En base a lo anterior, surgen diversas interrogantes a partir de este ensayo, cuya
incógnita o pregunta central radica inicialmente en descubrir y precisar: ¿cómo el mediador
debe desarrollar y adecuar su rol como constructor y artífice del proceso, a un sistema más
bien rígido y estructurado, y en un escenario más de carencias que de abundancia de
medios? Y en este mismo contexto, ¿De qué forma puede aportar éste de una manera
eficiente al desarrollo del proceso de mediación familiar en Chile, considerando en esta
función, las fortalezas y debilidades del sistema de los centros de mediación licitados?
Precisando aún más ¿Cómo puede el mediador licitado realizar un trabajo de calidad
y humanizado a la vez, donde las personas no sean números, ni vistas en función de metas,
en un período de tiempo escaso, y por otro lado, cumplir con estas metas exigidas por el
sistema? Y siguiendo esta misma idea, ¿Es posible que el mediador pueda realizar todas las
actividades presupuestadas por reglamento en un solo día y además entregar atención de
calidad a los usuarios?
Desde el punto de vista de los usuarios, la pregunta que aflora es: ¿Podrán las
personas que asisten a los centros de mediación por ayuda profesional, lograr identificar sus
intereses en ese espacio de tiempo y que sus acuerdos sean medianamente razonables para
llevarlos a la práctica y aplicarlos a su realidad?
Cabe señalar que el concepto de metas alcanzadas, no sólo implica desarrollar los
procesos de mediación hasta su fin, sino que además resolverlos con resultados favorables
en un porcentaje determinado, calculados mediante una ecuación proporcionada por el
Ministerio de Justicia, de tal forma que puedan significar un incentivo adicional a la
remuneración fija del mediador.
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Otra pregunta que cabe hacerse en el presente trabajo y en relación a la idea


anterior, es respecto a las exigencias personales esperadas de los mediadores, ¿de qué
forma puede elevarse el estándar económico asociado a esta especialización y que motive
así a los mediadores a incorporarse o continuar en el sistema licitado?
De acuerdo a la teoría del aprendizaje empírico de David Kolb (1984), la forma
como algunos mediadores deberían percibir el trabajo de la mediación familiar licitada en
Chile sería a través de la experiencia, la reflexión, la teoría, la aplicación y, vuelta otra vez
a la experiencia, en un ciclo permanente, de tal modo que aprendamos a reconocer si el rol
del mediador y sus funciones propuestas por el sistema son posibles, son practicables, y es
un aporte a la solución colaborativa de disputas, desacuerdos y conflictos familiares en un
escenario competitivo de metas, escasos recursos, remuneración poco motivante o atractiva.
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1.- Contexto Histórico y Legal del Sistema de Mediación Licitada

Nuestro país ha incorporado de manera creciente, la tendencia a realizar


procedimientos extrajudiciales para solucionar conflictos en materia familiar, laboral,
médico, penal, comunitario y escolar, de tal modo que las personas accedan con mayor
rapidez a la satisfacción de sus necesidades, descongestionando además considerablemente
el sistema judicial.
La creación de los Tribunales de Familia en 2004 mediante la Ley 19.968,
comprendió la implementación de la mediación como herramienta jurídica para la
resolución colaborativa de conflictos familiares en materias de divorcio, cuidado personal,
relación directa y regular y derecho de alimentos, contando para ello con equipos
multidisciplinarios, conformados principalmente por psicólogos y asistentes sociales.

1.1.- Definición Legal de Mediación:


“Sistema de resolución de conflictos en el que un tercero imparcial, sin poder decisorio,
llamado mediador ayuda a las partes a buscar por sí mismas, una solución al conflicto y sus
efectos, mediante acuerdos.”

1.2.- Mediación Previa Obligatoria:


Deberán someterse a un procedimiento de mediación previo a la interposición de la
demanda las causas relativas a:
- Derecho de Alimentos
- Cuidado Personal
- Relación Directa y Regular
- Relación con Divorcio: Acuerdo completo y suficiente

1.3.- Forma en que se cumple este requisito:


- Certificado de mediación frustrada emitido por mediadores inscritos en el Registro de
Mediadores.
- Acuerdo Privado

1.4.- Mediación Prohibida:


- Asuntos relativos al estado civil de las personas
- Declaración de Interdicción
- Medidas de Protección de niños, niñas y adolescentes
- Adopción
- Violencia Intrafamiliar

1.5.- Mediación Voluntaria:


Materias de competencia de los Juzgados de Familia y que no se encuentren
prohibidas por la ley.
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2.- ¿Qué se entiende por Sistema de Mediación?

En una de sus reconocidas publicaciones, Marinés Suares (1996) señala que para
que haya una mediación debe haber conflictos, entendiéndose este último a posiciones y
pugnas interpersonales, entre personas y organizaciones, como también entre dos o más
organizaciones, entendiéndose el conflicto siempre como de carácter relacional. Además
debemos agregar que a través de la historia la humanidad, el conflicto y las formas de
conducir el mismo han tenido diferentes modalidades, dependiendo si es negociación sin
terceros involucrados, terceros con el rol de árbitro, o un tercero como ayuda llamado
mediador. La mediación se caracteriza por ser un proceso voluntario por las partes, siendo
más caro que una negociación, pero más barato que un juicio.

2.1.- El Conflicto: Podríamos hablar inicialmente de conflicto como una oposición de


fuerzas y de voluntades, sin embargo como expone en su cátedra (Valdebenito C., Abril,
2016), entre otras definiciones, el conflicto sería “discrepancias de intereses, de propósitos
o de objetivos, o que a lo menos así es percibida por el otro”. Asimismo, la visión
tradicional estructuralista de Durkheim & Merton (Hasta mitad del S.XX) presupone que
todo conflicto es malo, y por lo tanto debe evitarse; por otro lado Adorno & Dahrendorf (S.
XX) desde la teoría crítica sostienen una visión de relaciones humanas, que supone que el
conflicto es natural e inevitable entre los grupos humanos; por último, Habermas,
Luhmann, Dewey & Maturana (2da. Mitad del S. XX) desde la teoría crítica y
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constructivista se adscriben a la visión que sostiene que, el conflicto es una fuerza positiva
que estimula la productividad y necesaria para su eficaz desempeño.
Cada época soluciona sus conflictos de acuerdo a sus costumbres y creencias del
momento, Marinés Suares dice que a pesar de no haber terminado con la discriminación
negativa de todo tipo, nuestra época tiende a una concepción de “ser humano” más
igualitaria, como también un ser humano más activo y participativo en la toma de
decisiones. Así como dice el pensador francés“…cada época crea sus propios saberes y
sus propios dispositivos…” (Michel Foucault citado en Suares, 1996). Así, no es extraño
que la propuesta de la resolución de conflicto a través del proceso de mediación sea una de
las modalidades más ocupadas hoy en día.
Es importante señalar lo que no creemos respecto de la mediación; para argumentar
esta convicción rescataremos nuevamente algunos puntos expuestos por (Valdebenito C,
2016) en su cátedra, que dice explícitamente que “ este proceso no es una terapia, ni es un
asesoramiento de consejería, ni representa una de las partes en una negociación, ni
propone fórmulas de arreglo conciliatorio, ni menos tiene poder decisorio, ni fórmulas
matemáticas de repartición, finalmente, la mediación no es perfecta” De acuerdo Suares
(1996) el sistema de mediación se caracteriza por crear un contexto más flexible para la
conducción de disputas, la inclusión de “una tercera parte” llamado mediador que actúa
como ayudador a las partes a alcanzar un acuerdo, aunque las partes no están obligadas a
aceptar sus intervenciones, siendo una decisión voluntaria de las partes, entrar en este
proceso como así mismo permanecer en él. Otra característica de la mediación es que mira
dos aspectos del conflicto; el tema en sí y la relación de las partes.
Las ventajas y desventajas del sistema de mediación se miran desde las siguientes
perspectivas: Por un lado, el evidente alivio que significa para los tribunales, solucionar
innumerables casos antes de entrar al sistema judicial, además del ahorro en tiempo y
dinero para el sistema. Y desde el punto de vista de las personas en conflicto, evitar que
haya ganadores y perdedores, que las partes sean protagonistas de sus propios procesos, lo
que podría implicar acuerdos con efecto a mayor largo plazo y un aprendizaje importante
por parte de las personas.
Sin embargo, algunas pensadoras feministas plantean que las mujeres logran peores
acuerdos que en el sistema judicial formal, ya que mantendrían la misma pauta
interaccional que existía en la pareja. Por otro lado, plantean que la VIF no se ventilaría en
la mediación, cosa que refuta terminantemente Sara Cobb (citada en Marinés Suares, 1996),
entre otras críticas.

3.- Modelos de Mediación:

Existen a lo menos cinco modelos de mediación reconocidos: El Estratégico, que


sostiene que el proceso de mediación es un proceso político a nivel micro, porque se ocupa
del poder y tiene una ideología, supone que todo el proceso social comprende varias
realidades, mantiene un foco permanente en los patrones de interacción, trabaja a partir de
las narrativas de las partes, cuya estrategia es la legitimización de todas las historias
(www.todosobremediacion.com.ar). Este modelo comparte postulados de la escuela de
Harvard, del circular narrativo y del transformativo, sin ser ninguno de ellos
(www.asociaciondemediadorescordoba.blogspot.com ); el Asociativo, modelo de
mediación mexicano aplicable al ámbito educativo, el cual se ocupa de potenciar las
cualidades del ser, desarrollar habilidades para dialogar y convivir armónicamente, procurar
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acuerdos mutuamente beneficiosos y, preservar las relaciones de las partes


(www.sepyc.gob.mx ); el de Harvard, el Transformativo y Circular Narrativo, de los
cuales nos ocuparemos con más detalle, es de estos tres últimos.

3.1.- Modelo de Mediación de Harvard (Fischer R. & Ury W.):


Este modelo de negociación colaborativa tiene de base epistemológica la ciencia
positivista, con principios de causalidad lineal y objetividad del observador sobre el
fenómeno observado. Este conjunto de estrategias está orientado fundamentalmente a la
satisfacción de intereses de las partes. Es una técnica de negociación asistida por terceros
cuya finalidad es la resolución de un conflicto particular. En base a la colaboración de la
partes, se espera que cada persona pueda obtener en alguna medida la satisfacción de sus
intereses iniciales, sin que haya vencedores ni vencidos.
Se puede decir que “este modelo consiste básicamente en un proceso de
negociación de las diferencias, colaborativamente, con la asistencia de un tercero neutral,
en lugar de hacerlo de manera antagónica y, por ende, destructiva para ambas partes.”
(Demichelli, G.2000, citado en Tesis sobre Mediación para optar a título de Asistente
Social, U. Academia de Humanismo Cristiano, 2006).
Este método separa las personas del problema, focalizándose en intereses que
subyacen a las posiciones. Está basado en criterios objetivos de legitimidad. Su objetivo
fundamental, es promover acuerdos de ganancia mutua (ganar-ganar).
Los principios de este modelo son a) separar las personas del problema, b)
concentrarse en los intereses y no en las posiciones, c) inventar opciones de mutuo
beneficio, d) insistir en criterios objetivos.
Mediante sesiones privadas y conjuntas, el mediador ayuda a las partes a entender la
perspectiva del otro e intentar que estas se comuniquen directamente. Además, debe
facilitar la solución de problemas ayudando a generar múltiples opciones, creadas por ellos
mismos mediante una lluvia de ideas o “brainstorm”.
En síntesis y de acuerdo con Marinés Suares (1996), este modelo tradicional está
centrado en el acuerdo y no toma en cuenta las relaciones entre las partes, sino que más
bien se centra en el contenido de la comunicación, sin intentar modificar las relaciones
entre ellos.

3.2.- Modelo de Mediación Transformativo (Baruch R. & Folger J.):

Este modelo se basa en los nuevos paradigmas de las ciencias; Teoría de Sistemas
(Von Bertalanffy L., 1980), Teoría Cibernética, (Wiener N., 1949), Teoría del Observador,
(Maturana H., 1997), Pragmática de la Comunicación, (Watzlawick, 1980), entre otros.
Su concepción epistemológica es la causalidad circular que implica que el conflicto
tiene múltiples causas que se retroalimentan.
Su fundamento es la comunicación y parte de los nuevos modelos
comunicacionales, prestando mucha atención al aspecto relacional.
Lo importante en este modelo, es fomentar las relaciones humanas, transformando
dos aspectos fundamentales del perfil de los participantes: Por un lado, la revalorización del
individuo, al potenciar su protagonismo, fortaleciendo el yo, entendiendo que "una parte
resulta revalorizada en la mediación cuando: alcanza una comprensión más clara de lo que le
importa y por qué, de cuáles son sus metas y sus intereses" (Bush y Folger;1996 y citado en
Tesis sobre Mediación para obtener a Título de Asistente Social de U. Academia de
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Humanismo Cristiano, 2006), y aumentar así su capacidad y posibilidades de éxito al


enfrentarse a distintos problemas, y por el otro, “el reconocimiento, que implica que se evoca
en los individuos la aceptación y la empatía con respecto a la situación y los problemas de
terceros”.( Baruch A, 1996), y logrando además, el reconocimiento del otro como parte del
conflicto, expresando interés y consideración por otros y especialmente por aquellos cuya
situación es distinta a la suya. En síntesis, adquirir la capacidad del reconocimiento del
coprotagonismo del otro.
Finalmente, el rol del mediador es de catalizador de los procesos de transformación
personal y desarrollo moral de las partes como un aporte del cambio social, en un
mecanismo de transformación positiva de las personas y sus relaciones a partir de la
experiencia del conflicto.

3.3.- Modelo de Mediación Circular Narrativo (Cobb S., 1990):

Este modelo teórico creado por Sara Cobb, tiene por objetivo ayudar en la creación
de nuevas alternativas para solucionar los múltiples conflictos generados al interior de las
relaciones familiares. Asistidas por diversas técnicas aplicadas por el mediador, las partes
en conflicto construyen una nueva narrativa de elaboración propia, que a futuro les
proporcionará una mayor satisfacción por ser justamente de su propia autoría.
Este modelo facilita y estimula entonces a las partes, a que sean capaces de
construir por sí solos, una nueva historia por sobre las antiguas y arraigadas narrativas que
han creado y acentuado los conflictos familiares, desestructurándolas a modo de poder
elaborar una narrativa diferente. De esta forma, se hacen cargo de la responsabilidad y no
de la culpa que les cabe en el conflicto, distanciándose de la figura de víctima o victimario
y asumiendo a su vez, el rol de protagonistas de sus propias vidas.
Los fundamentos teóricos de este proceso, se basan en la psicología del yo, donde
el mediador refuerza y facilita el aprendizaje de liberar, estimular y orientar la motivación
de la persona para que realice un cambio de emoción, pensamiento y conducta frente a la
situación de conflicto.
En este mismo método, las pautas de interacción familiar son vistas como circuitos
de retroalimentación que no poseen comienzo ni fin, donde la causalidad, es decir, la
causa-efecto es circular y no lineal, como es considerada en el modelo tradicional. Aun
cuando existe una causa originada en el pasado, se trabaja en el aquí y en el ahora, ya que
es en el presente donde se está apreciando el conflicto emanado de una relación
confrontacional.
En resumen, el mediador gestiona el conflicto mediante la desestabilización de la
narrativa primaria y a través de la construcción de una nueva, permite a los participantes
resignificar sus experiencias, narrativas y por ende, su vida.

4.- Críticas a la Aplicación y Efectividad del Sistema

El proceso de mediación como alternativa en la superación de los conflictos por la


vía pacífica, ha significado sin lugar a dudas, un gran aporte a la sociedad democrática
actual, Por otra parte, es evidente que el reglamento que emana de la Subsecretaría del
Ministerio de Justicia y regula el sistema de mediación licitada en Chile (Manual
Resolución exenta número 319), lo adscribe o vincula al modelo tradicional de Harvard,
que está orientado principalmente al logro de acuerdos.
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El sistema licitado exige un número determinados de acuerdos, dentro en un plazo


reducido, y sin dar espacio al ámbito relacional entre los participantes. En muchos casos,
la aplicación del modelo harvardiano, como estrategia base, es inadecuado ya que no se
ajusta a la necesidad de un caso donde el problema de fondo radica más en las relaciones
personales que en la búsqueda de satisfacción de intereses de las partes.
Por otro lado, en algunos casos, cuando es atingente aplicar el modelo harvardiano,
se emplea deficientemente porque no se considera un proceso en que necesariamente las
personas deben participar, identificando sus propias necesidades comunes y en la cantidad
de sesiones que sean necesarias para lograr el acuerdo. En esta situación, la calidad del
servicio obviamente se debilita, porque, aun cuando las metas de acuerdos se cumplan, el
pronóstico de los mismos es de baja perdurabilidad en el tiempo.
Es así que en la práctica, se han detectado innumerables fracasos luego de haber
llegado a “buenos acuerdos” en la mediación, debido a que éstos se lograron bajo presión,
o sin mayor reflexión de las partes y centrado básicamente en el interés del mediador,
cuyo objetivo final es buscar la firma del acta en el menor plazo posible. De esta forma, y
como un verdadero círculo vicioso, los acuerdos se alcanzan, luego de un tiempo fracasan
y las personas se ven en la necesidad de buscar nuevamente ayuda al sistema.
Sin duda, y a pesar de lo analizado anteriormente, si somos rigurosos en observar
el modelo tradicional, éste contiene todos los principios, conceptos, aportes metodológicos
y técnicas para aplicarlo en forma efectiva en innumerables casos dentro de la mediación
previa.
Como decíamos al principio de este ensayo, y de acuerdo a Kolb D., 1984 (citado
en Alonso, et al, 1997) el modelo de aprendizaje nos ha motivado a involucrarnos en este
tema, a través de la experiencia de trabajo como mediador, por medio de entrevistas a
otros mediadores, administradores y usuarios de centros licitados. Este procedimiento nos
ha permitido reflexionar, por un lado, acerca de las malas prácticas en la mediación
licitada, y por otra parte, sobre una reglamentación de exigencias contradictorias en el
diseño del sistema, que empuja a los profesionales de la mediación, a lograr acuerdos sin
mayor reflexión y profundidad, como hemos venido señalando, los cuales tienen pronóstico
reservado y escasa duración, ya que no se han respetado los procesos de las personas
involucradas, impidiendo realizar su rol de participantes activos, reflexivos y empoderados
de sus propios acuerdos.
Esto necesariamente nos llevará a aplicar nuevas y refrescantes prácticas dentro de
la limitación que nos ofrece el sistema licitado, generando conceptos e integrando nuestras
observaciones a las teorías ya construidas, buscando contribuir con profesionalismo y
compromiso a la aplicación de estrategias de distintos modelos, de acuerdo a la necesidad
de cada caso.

5.- Materias de objeto de mediación:

Marinés Suares expresa que la mediación ha resultado útil en una cantidad de


campos, pero que no es la panacea. En otras palabras no es el remedio para todo, ya que
hay situaciones conflictivas que no pueden ser mediables (Suares M,, 1996). Por ejemplo,
algunos autores sostienen que el área penal no es mediable, otros plantean que si, en faltas
como injurias y calumnias, delitos contra la propiedad privada, delitos y faltas de lesiones,
maltrato y amenazas, delitos de violencia intrafamiliar, aunque algunos sostienen que no es
posible mediar en el ámbito VIF. No obstante todo lo anterior, la mediación no sustituye la
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sentencia (www.fundacionmediara.es ). Los derechos inalienables y los “conflictos


inconmensurables” también quedan excluidos de la mediación.

6.- La Comunicación en el Proceso de Mediación:

La comunicación debería ser un tema central, vigente y permanente de análisis para


todos los que trabajamos con personas, como también un eje central de nuestra praxis como
mediadores. Es por ese motivo, que no podemos obviar la mención de los modelos de
comunicación y sus bases epistemológicas, para saber cómo nos afectan en nuestro
desempeño profesional.
Primero, como resume Marinés Suares (1996), a diferencia de los otros seres vivos,
en la sintáctica humana, vale decir, en los canales que utilizamos para transmitir la
información de la comunicación, nos encontramos, a) Con el lenguaje oral; con las
palabras. b) Con la comunicación para-verbal; con tonos, volúmenes e intencionalidad, etc.;
c) no-verbal; gestos, posturas, distancia, etc., d) Con el contexto.
Segundo, debemos señalar que nuestro principal capital como mediadores es la
conciencia de que los seres vivos se comunican permanentemente, y nosotros en tanto
humanos, nos comunicamos aunque no hablemos, porque es imposible dejar de
comunicarnos al decir de Paul Watzlawick (1967) en su primer axioma de la teoría de la
comunicación.
Tercero, queremos reflexionar sobre este tema junta a Hanna A., 2007, diciendo:
“El poder sólo es realidad donde la palabra y el acto no se han separado, donde las
palabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean
para velar intenciones sino descubrir realidades, y los actos no se usan para violar y
destruir sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades”.
Humberto Giannini (Revista Chilena de Literatura, 2014) dice que el lenguaje tiene
una acción vinculante, y “el vínculo sería un instante de interrupción del tiempo de los
relojes”, luego, toda vinculación tiene un sentido, un sentido de acción: Un vínculo, rostro
a rostro, de carácter ético. Señala que en las relaciones éticas o relaciones “cara a cara” el
rostro habla, que la mera presencia del rostro es un discurso.
Para Giannini (2014) el lenguaje tiene dos niveles, uno es vincular, y el otro es
referencial o de contenido. El mediador trabajaría a nivel vincular (relación conyugal,
parental), en medio de un lenguaje preeminentemente emocional y afectivo, usando a su
vez palabras del nivel referencial (contenidos como alimentos, relación directa y regular y
cuidado personal). Y el arte del mediador es transformar estos dos niveles en un lenguaje
jurídico para que tenga significado legal ante el magistrado de tribunales de familia.
Nos gustaría rescatar cuatro puntos importantes que expresa el profesor de cátedra
de “Lenguaje y Comunicación” en Mayo recién pasado, en relación a ciertas características
que debería tener el mediador, lo que nos parece importante comentar.
1.- Que el mediador debería ser un “poeta”: Platón (380 a.c.) en su obra “El banquete”
define poiésis como “la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a
ser”. Esto significa que el mediador debe ser poético o más bien “poiético”. En otras
palabras, debe ser un generador de algo nuevo, un reformulador de vínculos, de puestas en
escenas, de ambientes, etc. El mediador, dice el catedrático, debe ser un “poeta cazador”,
que sea capaz de colgarse de las palabras importantes de las personas en conflicto y
devolverlas desde otra perspectiva.
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2.- Que el mediador debería ser un “retórico”, desarrollando el arte de la persuasión


(Aristóteles S. IV a.c.), en el sentido de construir verosímiles, usando un lenguaje
consecuencialista para el convencimiento propio de las personas y así éstas estén en
condición de llegar a un acuerdo.
3.- Que el mediador debería ser un “hermenéutico”, determinando sentidos y alcances en
las palabras, de encontrar, dice él, “textura y sedimentos” en las palabras. Dicho de otro
modo, dar un sentido e interpretación apropiada a la ley, utilizándolas en beneficio de sus
interlocutores (las personas en mediación) y no ser vasija o canal de la ley.
4.- Que el mediador tenga una aptitud de “juicio de la justicia”, desarrollando en sus actas
fundamentos de juicios, que sea susceptible de transformarse en algo que pueda ser
normativo e institucional, y que sea probable de convencer al tribunal.
En definitiva, las habilidades y competencias del mediador, consisten en que pueda
lograr recomponer el vínculo desdibujado y restablecer la dignidad moral de los sujetos. Un
mediador revestido con estas cualidades aporta un mayor beneficio moral a las partes,
contrario a lo que sucede cuando acuden a una persona investida por el poder del tribunal
(el juez).

7.- El Rol y los Principios del Mediador:

Las competencias del mediador según lo que señala el reglamento del Ministerio de
Justicia, son presentadas poco atractivamente y más estructuradas, entre las cuales
encontramos: vocación de servicio, compromiso y responsabilidad, manejos de crisis o
conflictos, flexibilidad, autocontrol y especialmente empatía con las partes involucradas en
el proceso de mediación..
No obstante lo anterior, el rol del mediador visto indistintamente por los tres
modelos, está centrado fundamentalmente en guiar la interacción de las partes para buscar
la solución colaborativa y así satisfacer los intereses de las partes. Además, debe ejercer su
labor bajo el principio de la neutralidad con el fin de apreciar objetivamente la realidad de
cada parte, siendo capaz de separar el problema de las personas.
A su vez, es un regulador de la comunicación y de la interacción, es decir, un
verdadero catalizador del proceso, a fin de disminuir las diferencias que se presenten.
Es un agente de realidad, revisando y analizando en su quehacer, riesgos y buscando
la mejor alternativa de solución al conflicto que proviene finalmente de las mismas
personas interesadas.
En el desempeño de su rol y dependiendo del caso, es un facilitador de la
transformación de la relación, promoviendo que las partes encuentren un camino
alternativo, con una nueva mirada para la resolución del conflicto.
Asimismo, ayuda a los interesados a elaborar una nueva historia a partir de sus
historias primarias, revalorizándose a sí mismo y al otro participante del conflicto.
También, se encarga de fomentar las discrepancias entre los participantes para luego
desestructurar sus narrativas, y en base al resultado, construir una nueva y mejor historia
con un enfoque positivo.
Por otra parte, el mediador debe enunciar y respetar los principios básicos de la
mediación, que son los siguientes:
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- Imparcialidad
- Voluntariedad
- Confidencialidad
- Neutralidad
- Reglas de Juego
- Duración / Horarios

8.- Bases Administrativas y Técnicas para la Contratación de Servicios de Mediación.

Recientemente la Subsecretaría del Ministerio de Justicia ha requerido probar


una versión actualizada del manual de procedimientos de administración de causas de los
centros de mediación, contratados por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
(Manual Resolución exenta número 319), que en lo sustantivo contiene algunos
conceptos, estados de las causas, procedimientos de ingresos, etc. No obstante, queremos
destacar las consideraciones, en que la ley N° 19.968 consagra la mediación familiar como
sistema de resolución de conflictos y la normativa del 2014, que aprueba las nuevas bases
de licitación.
Por otro lado, el tipo de exigencias formativas, conocimientos específicos,
competencias y habilidades psicolaborales, que las bases solicitan para ejercer el cargo de
mediador, parecen ser de alto estándar (Anexo 12, perfil del mediador), como también las
garantías económicas que los centros tienen que demostrar.
Sin embargo, la percepción de los mediadores de los centros licitados, es que no se
sienten compensados con la ecuación de productividad y liquidación remuneracional
correspondiente, emanada de la normativa de la Subsecretaría del Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos, publicada en el año 2014.
Dentro del perfil de mediadores licitados, se encuentran las funciones específicas
que se espera que éstos ejecuten, como por ejemplo, realizar los procesos de mediación
conforme a los estándares fijados por el Ministerio de Justicia, dar a conocer el objetivo del
proceso de mediación y sus principios, generar espacios de confianza y comunicación con
dialogo directo y participativo entre las partes, lograr acuerdos mutuamente satisfactorios,
dentro de más de quince funciones y tareas descritas, de la cuales nos detendremos en la
que menciona “lograr acuerdos…”. Esta última pareciera ser el eje central de la actividad
mediacional, materia analizada precedentemente.
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Gráfico de la ecuación de producción de acuerdo a instrucción N° 6/2015

1 .La meta de desempeño por centro licitado se fijó en un 63% de acuerdos, cada mes de
gestión.
Cada 20 causas atendidas en sesión conjunta, 13 deben ser acuerdos y sólo 7 pueden
frustrar, para así lograr la meta del 15% del ingreso remunerativo.
La fórmula es: A/(A+Fcon1)x100 esto nos proporciona el 15% de los ingresos
mensuales remuneracionales.
2. La meta de frustradas es el indicador de la gestión de citaciones, se estima entre un 35%
a un 40% no concurren a una sesión conjunta, el cumplimiento de este indicador nos
proporciona un 5% de los ingresos mensuales.
La fórmula es: (F/F+A+Fcon1) + 100 el resultado de esta operación no puede ser
superior a 40 frustradas.
3. La meta de sesiones conjuntas semanales es de 20 por cada mediador con cartera
completa, lo cual deben hacer un mínimo de 4 por cada día. Esta meta aporta un 10% de
nuestros ingresos.

Como se observa en el gráfico, las recomendaciones de los centros de mediación


licitados, son: realizar un mínimo de 4 sesiones conjuntas por día, 2 mediaciones frustradas
con sesión conjunta por día, más la función administrativa relacionada con el ingreso de
la información a la plataforma SIMEF y el tiempo utilizado para la redacción de las
respectivas actas, todo ello, según se señala “para evitar la recarga laboral que impida
entregar un producto de calidad.
El contrato exige calidad en el desempeño de las funciones del mediador y las
recomendaciones para ello son: dedicación, cuidado, prolijidad y control de los procesos.
Se señala además con toda soltura, que si los mediadores pudieran alcanzar estas metas y
lograran así una rutina de trabajo, estarían en condiciones de manejar el tema de sus
horarios libremente. El punto es, ¿de qué horario libre están disponiendo los mediadores
realmente, luego de realizar todas estas actividades?
En base a todo lo señalado, ¿es posible que el mediador pueda realizar todas estas
actividades en un solo día y además entregar atención de calidad a los usuarios?
Claramente, esto no es posible, ya el trabajo administrativo exige mucho tiempo y
dedicación, que en ocasiones debe finalizarse en casa, sin mencionar el desgaste emocional
y físico que implica el trabajar con una gama amplia de personas.
Parece a lo menos irrisorio hablar de calidad de atención en este escenario,
considerando que a las partes se les ofrece 45 minutos de atención con un promedio de 2 a
3 sesiones por causa.
De lo anterior, surge otra interrogante, ¿podrán las personas que asisten a los centros
por ayuda profesional, lograr identificar sus intereses en ese lapso de tiempo y que además
sus acuerdos resulten medianamente razonables para llevarlos a la práctica al momento de
incorporarlos a su realidad?
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CONCLUSIONES:

Es indudable que aún queda mucho trabajo por hacer para que los centros licitados
de nuestro país, ofrezcan un servicio de mejor calidad, donde las personas que participan
en el proceso de mediación, se sientan acogidas y escuchadas con total seriedad, prolijidad
y esmero y no pasen a ser finalmente, sólo cifras dentro de las estadísticas del sistema.
La inyección de más recursos al sistema, significaría mejorar por un lado, las
remuneraciones del mediador, y por otro, ajustar a tiempos reales las sesiones y el número
de éstas,
Toda persona que trabaja con otras, como es el caso de los mediadores, está
propensa a un gran desgaste o al llamado “burn out”, por lo que es necesario que el sistema
le proporcione instancias de autocuidado, a través de técnicas, trabajos grupales,
reflexiones, encuentros nacionales o regionales, ejercicios, etc. Este factor ha quedado, a
nuestro juicio, más en el papel que en la efectividad, cosa lamentable, ya que la salud
mental y física del mediador juega un rol imprescindible en la tarea de la mediación.
En el escenario expuesto, el mediador puede aportar a mejorar la calidad de la
atención, aun cuando los medios no sean los más propicios, contribuyendo con su
compromiso personal, sentido ético y la reflexión crítica permanente de la labor que
desempeña.
Lo que sugerimos, para que el mediador mantenga un trabajo de calidad y
humanizado, es evitar la mecanización del trabajo, no perdiendo el foco en la persona, para
que no se convierta en un número más dentro del sistema, debiendo reconocer al otro con
nombre y rostro. Cabe resaltar además, que la connotación de las palabras “usuarios” y
“partes”, inexorablemente cosifica a las personas.
El conjunto de funciones diarias exigidas por reglamento al mediador, lo mantienen
en tensión constante y lo sitúan en un dilema ético, conjugando el cumplimiento de la
carga laboral con una atención de calidad a los usuarios. Frecuentemente, se cede ante el
sistema para lograr el cumplimiento de las metas.
Existe una tendencia gradual de éxodo de los mediadores licitados a la mediación
privada, que podría evitarse elevando la curva de remuneración al punto de equilibrio
respecto de las horas dedicadas a esta función. De este modo, se incentivaría la
permanencia o incorporación de más mediadores al sistema licitado.
Finalmente, creemos que un servicio de calidad pasa por que las personas entiendan
que la mediación es un proceso y no un trámite, que a veces no se soluciona un conflicto en
una o dos sesiones y que además, se les asigne el tiempo necesario para puedan ser los
protagonistas reales de sus propios acuerdos. Sin embargo, en rigor al presupuesto
asignado, el sistema completo está enfocado en terminar los procesos en el menor tiempo
posible, forzando sutilmente a las personas a tomar acuerdos precipitadamente. Esto lleva a
que los acuerdos no se sostengan en el tiempo y las personas concurran nuevamente al
servicio pidiendo ayuda, lo que los convierte finalmente en los llamados “clientes
frecuentes”.
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BIBLIOGRAFÍA:

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