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Alejandra Pizarnik: sombras de los días a venir.

Cuarenta y cinco años han pasado desde aquel fatídico 25 de septiembre en que Flora
Alejandra Pizarnik, poetisa, exiliada temporal de la generación maldita francesa de la
estirpe de Lautremont, se quitó la vida a los 36 años ingiriendo 50 pastillas de un
barbitúrico durante un fin de semana en el que había salido con permiso del hospital
psiquiátrico de Buenos Aires, donde se hallaba internada a consecuencia de un cuadro
depresivo y tras dos intentos de suicidio.

“No quiero ir / nada más / que hasta el fondo” había dejado escrito en su pizarrón de
trabajo en un poema concreto con seis lugares y solo cinco ocupados con escritura.
Alejandra Pizarnik, se resume así en ese lugar en blanco, en ese hueco, en esa nada. Ya
nos lo previene desde sus “Voces” su amigo Antonio Porchia: “No descubras, que puede
no haber nada. Y nada no se vuelve a tapar.” Pero Alejandra fue una eterna viajera a ese
lugar. Y ese lunes finalmente lo logró.

Esta es una forma posible de contar la vida de Alejandra Pizarnik, integrante del “club
de las poetisas suicidas” junto a Sylvia Plath, Anne Sexton, Marina Tsvetaieva, Ana
Cristina César, Florbela Espanca o su admirada Alfonsina Storni.

Nos dice su amiga Ivonne Bordelois: “ yo creo que Alejandra es la Rimbaud del español:
llevó el lenguaje a lugares donde nadie más llegó. Con una diferencia: fue más valiente
que Rimbaud. Él abandonó la poesía, mientras que Alejandra luchó con el lenguaje hasta
el final, puso el cuerpo.”

Podría pensársela como una mártir y, sin embargo, quienes fueron sus amigos
recuerdan mucho más su humor que su melancolía: “lamento que haya trascendido con
el halo trágico. Suicidarse se suicida mucha gente: ella era distinta, era una visionaria.
Su humor tenía cantidad de matices y hacía cosas preciosas cuando conversaba” sigue
diciendo Ivonne Bordelois.

Sin lugar a dudas, fue una mujer sumamente especial, con inusual fuerza a pesar de su
inclinación hacia la melancolía.

Desde pequeña fue una gran lectora, con gran pasión por César Vallejo, por Proust, por
Alfonsina Storni o por Mallarmé, Rimbaud y los surrealistas. Y también Vicente
Huidobro, y Neruda.

Y a su vez, una exploradora implacable de las fronteras del lenguaje. Sus poemas,
especialmente los publicados en sus libros “Árbol de Diana” (1962), “Los trabajos y las
noches” (1965) y “Extracción de la piedra de la locura” (1968) son elípticos e intensos y,
a su vez, contienen ese lugar vacío que notábamos en el poema concreto: un gran deseo
de silencio.
Como afirma Silvia Barón Supervielle, su traductora al francés, “el silencio sería lo
absurdo, sería el lenguaje absoluto, sería la muerte y sería la vida (…), el silencio es como
una sorda máquina omnipresente que intenta por todas sus fuerzas emerger a la luz.”

La obra de Alejandra Pizarnik es una obra suspendida fuera del tiempo. Quien la aborda,
se encuentra con textos poéticos trabajados hasta el cansancio, hasta que las palabras
que los componen expulsaron a quien las profirió. Fue y es de culto para lectores de
medio mundo. Sus amigos Octavio Paz, Julio Cortázar, Silvina Ocampo o Rosa Chacel se
deslumbraron con ella y fueron sus difusores.

“El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos”, le escribió en
una carta Julio Cortázar.

La obra de Pizarnik – como la del propio Cortázar – son obras que la juventud sigue
leyendo hoy, y aunque cierto canon literario no le da a su poesía el lugar que se merece,
sigue siendo leída por chicos y chicas que se identifican con ella por “su sinceridad, su
estilo poético, sus formas, su poesía cercana y profunda expresada a través del dolor, la
búsqueda de sí misma entre sus dos voces”.

Algunos poemas

EL ORIGEN

Hay que salvar al viento


Los pájaros queman el viento
en los cabellos de la mujer solitaria
que regresa de la naturaleza
y teje tormentos
Hay que salvar al viento

LAS GRANDES PALABRAS

A Antonio Porchia

aún no es ahora
ahora es nunca

aún no es ahora
ahora y siempre
es nunca
SOMBRAS DE LOS DÍAS A VENIR

a Ivonne A. Bordelois

Mañana
me vestirán con cenizas al alba,
me llenarán la boca de flores.
Aprenderé a dormir
en la memoria de un muro,
en la respiración de un animal que sueña.

RECONOCIMIENTO

Tú haces el silencio de las lilas que aletean


en mi tragedia del viento en el corazón.
Tú hiciste de mi vida un cuento para niños
en donde naufragios y muertes
son pretextos de ceremonias adorables.

Fuentes consultadas

PIZARNIK, Alejandra (1999) Obras completas. Bs. As.: Corregidor. Prólogo de Silvia
Barón Supervielle.

CASTRO, Antón – Recuerdo de Alejandra Pizarnik, online,


http://antoncastro.blogia.com/2016/043003-recuerdo-de-alejandra-pizarnik.php

“La Voz de Alejandra Pizarnik”, online,


https://thefaustorocksyeah.wordpress.com/2013/09/24/la-voz-de-alejandra-pizarnik/

“Pizarnik/Cortázar, voces de una generación”, online,


http://www.clapps.com.ar/pizarnikcortazar-voces-una-generacion/

“Alejandra Pizarnik” – Biblioteca popular José A. Guisasola, online,


http://biblio-letras.blogspot.com.ar/p/el-29-de-abril-de-1936-nace-en-la.html

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