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La historiografía del siglo XX. Desde la objetividad científica al desafío posmoderno. Georg G.

Iggers

SIGLO XIX PROFESIONALIZACIÓN DE LOS ESTUDIOS HISTÓRICOS: HISTORIOGRAFIA TRADICIONAL

Su establecimiento en universidades y centros de investigación. Convicción en estatus científico de la historia.


La investigación organizada metodológicamente hacia posible el conocimiento objetivo.
 La verdad consistía en la correspondencia entre el conocimiento y a realidad objetiva, que para el historiador
mostraba el pasado “tal como había ocurrido”.
 La definición de la historia como una disciplina científica implicaba para la labor del historiador una clara
división entre el discurso científico y el literario.
 La orientación “científica desde Leopoldo Von Ranke compartía tres supuestos fundamentales con la tradición
histórica literaria de los grandes historiadores de la antigüedad griega:
1. Teoría de verdad: sostenían que la historia se ocupa de gente que realmente existió y de hechos que realmente
ocurrieron.
2. Suponían que las acciones humanas reflejaban las intenciones de sus actores y que la tarea del historiador era
comprender tales intenciones para elaborar un relato histórico coherente.
3. Concepto de tiempo unidimensional y diacrónico: elementos posteriores se derivaban de los anteriores.

PENSAMIENTO HISTORICO DEL SIGLO XX

ENFOQUE CIENTIFICO-SOCIAL

Transición desde un tipo de historia narrativa y centrada en eventos que caracterizaban a la historiografía
profesional del siglo XIX, hasta la investigación y escritura histórica científico-social propia del siglo XX.
Algunos supuestos de la historiografía tradicional fueron desafiados, pero las premisas básicas siguieron intactas.
Diferentes tipos de historia de orientación científico-social cubrían una gama metodológica e ideológica que incluía
aproximaciones sociológicas y económicas cuantitativas y el estructuralismo de la escuela de los Annales, hasta el
análisis marxista de las clases sociales.

Nociones compartidas con la historiografía tradicional

1. Afirmación de que la historia versaba sobre temas reales que debían guardar una correspondencia con los relatos
de los historiadores.
2. Esta realidad debía estar mediada por conceptos y construcciones mentales que intentaría alcanzar un
conocimiento objetivo.
3. Ambos enfoques operaban con una nocion de tiempo de carácter unidireccional, un concepto sobre la existencia
de una continuidad y sentido en la historia.
4. Historiadores de la línea científico-social tendían a creer que en la historia de la era moderna habían un claro
sentido de dirección: la historia del mundo coincidía con la occidentalización.

Criticas del enfoque científico-social a la historiografía del siglo XIX

1. Se concentraba muy limitadamente en individuos, “grandes hombres” y en eventos como si ellos fueran el
verdadero objeto de la historia y descuidaban el contexto en el que ellos se desenvolvían.
Enfoques marxistas, parsonianos y Annales representaban una democratización de la historia incluyendo segmentos
más amplios de la población.
2. Todas las ciencias debían basarse en la causalidad, su propósito era comprender y no explicar.

3. El paradigma de la historiografía profesional iniciado por Ranke ya estaba fuera de sintonía con las realidades
sociales y políticas de su tiempo. Su concepto de estado descansaba en las realidades políticas de la Prusia anterior
a 1848, el periodo de establecimiento de las instituciones representativas y al de la industrialización.
NUEVA HISTORIA/ MARXISMO.

En el umbral del siglo XX, los historiadores de Francia, Bélgica, Estados Unidos, Escandinavia e incluso Alemania
comenzaron a criticar el paradigma de Ranke y a exigir una historia que diera cuenta de los factores sociales y
económicos.
Debía evitar una concentración en eventos y figuras para enfocarse en las condiciones sociales en las que estos
surgían.
La democratización y el surgimiento de la sociedad de masas también clamaban por una historiografía que tomara
en cuenta el papel de segmentos más amplios de la población y de las condiciones en que vivían.
Los "Nuevos Historiadores" en Estados Unidos, el circulo de Henri Berr en Francia, Henri Pirenne en Bélgica, y los
marxistas en general en la Europa continental, utilizaron sus conceptos particulares de las ciencias sociales como
parte integral de la labor de los historiadores.
Los historiadores de esta orientación concebían el mundo moderno de una manera más dinámica que la de la
escuela de Ranke. Presagiaban que el crecimiento económico continuo y la aplicación de la racionalidad científica al
ordenamiento de la sociedad constituirían valores positivos para la definición de la vida moderna.
Los "Nuevos Historicistas" rechazaron la nocion de la autonomía de los textos, para verlos más bien como parte de
complejas negociaciones simbólicas que reflejaban relaciones de poder entendidas en términos parcialmente
foucaultianos y parcialmente marxistas.
El historiador, como ha sostenido F. R. Ankersmit siempre hace uso de metáforas para recrear imágenes históricas.
La diferencia entre lo que él llama la historiografía moderna (tanto Rankeana como de orientación científico-social)
y la postura posmoderna yace en la insistencia de esta última en el carácter metafórico y no referencial de todo
texto histórico.
La hermenéutica de la nueva historia difiere de la escuela Rankeana. Para la nueva historia cultural, las instituciones
Consideradas centrales como el Estado, la Iglesia y el mercado mundial se han desintegrado, y además el significado
de los textos dejo de ser transparente y quedo marcado por las contradicciones y rupturas.
CRISIS EN LA SOCIEDAD Y LA CULTURA MODERNA

En la segunda mitad del siglo XIX tales expectativas habían sido sometidas a una crítica devastadora por parte de
Jacob Burckhardt y Friedrich Nietzsche. Este pesimismo se vio también reflejado en las discusiones y reflexiones
filosóficas sobre el estado de la cultura moderna a lo largo de la primera mitad del siglo XX, pero no llego a impactar
seriamente el pensamiento de los historiadores sino hasta la década de 1960.
El cambio de una sociedad industrial a una de informática también tuvo un efecto importante sobre la conciencia.
Por primera vez hubo una aguda comprensión de los aspectos negativos del crecimiento económico, como
asimismo de la amenaza que este representaba para un medio ambiente estable. El impacto completo del
Holocausto penetro en la conciencia pública, si bien no inmediatamente después del término de la guerra, si una
vez que una nueva generación adquirió una distancia critica. Los elementos destructivos del proceso civilizador
pasaron a ser parte central de la conciencia colectiva.

Consecuencias en la historiografía

Para el historiador estas transformaciones de la conciencia tuvieron varias consecuencias: para muchos marcó el fin
de la “gran narrativa”.
Marc Bloch y Fernand Braudel, ya en las décadas de 1930 y 1940, se apartaron de la historia narrativa organizada en
tomo a una secuencia de eventos, para desarrollar una historia que examinaba las condiciones de un periodo
específico.
El tiempo histórico variaba para Braudel según los temas de estudio, cada uno de los cuales se movía a un ritmo o
velocidad diferentes, ya fuera que el historiador se ocupara de las grandes estructuras en las que la historia natural,
social, económica o cultural experimentaban cambios graduales, o que se ocupara del rápido ritmo de la historia
política.
Las demandas de una población previamente excluida de las narrativas históricas, especialmente las mujeres y las
minorías étnicas, condujeron a la creación de nuevas historias que a veces eran parte integral de una narrativa más
amplia, pero con mayor frecuencia, no.
Las nuevas historias desafiaron a la historiografía tradicional, y exigieron la inclusión de segmentos que habían sido
ignorados. Ofrecieron una “historia desde abajo” que incluía a mujeres y se hacía desde una perspectiva feminista.
Si la historia científico-social había intentado reemplazar el estudio de la política por el de la sociedad, la nueva
historia se concentraba en el estudio de la cultura entendida como las condiciones de vida y la experiencia
cotidiana. Desde esta perspectiva, el énfasis marxista en el papel central de la política y la economía como ejes del
poder y la explotación seguía siendo impermeable ante los intereses y preocupaciones reales de los seres humanos.

CRITICA POSMODERNA A LA HISTORIA: TEORIAS LINGUISTICAS Y LITERARIAS 1960

Desde este punto de partida una cantidad cada vez mayor de historiadores ha llegado a la conclusión, en décadas
recientes, de que la historia es más cercana a la literatura que a la ciencia. Esta nocion ha desafiado los supuestos
mismos en los que descansaba la investigación histórica moderna. La idea de que la objetividad en la investigación
histórica no es posible porque no existe un objeto de la historia ha ganado creciente terreno. De acuerdo a esto, el
historiador es siempre cautivo del mundo desde el que piensa, y sus pensamientos y percepciones están
condicionadas por las categorías del lenguaje con el que opera. En este sentido el lenguaje puede moldear la
realidad, pero no referirse a ella.
Esta crítica posmoderna contenía puntos validos e importantes:
Demostró que la nocion de una historia univoca no era sostenible, ya que la historia se caracteriza no solo por las
continuidades sino que también por las rupturas.
Los críticos apuntan acertadamente a los supuestos ideológicos que se hallan presentes en el discurso dominante
de la investigación histórica profesional. También aciertan al desafiar su manera exagerada de hablar con la
autoridad de expertos. Al mismo tiempo, tienden a actuar con exceso de celo cuando niegan la posibilidad de
cualquier tipo de discurso histórico racional y cuestionan la nocion de verdad histórica y con ella la de falsedad
histórica.

Respuestas historiográficas hacia la crítica del lenguaje

Roger Chartier, que aunque "sea una forma más de narración, la historia es, sin embargo, singular porque mantiene
una relación especial con la verdad. Mas precisamente, sus construcciones narrativas tienen el objetivo de
reconstruir un pasado que realmente existió. Esta referencia a una realidad preexistente al texto histórico y situada
fuera de él, en donde el texto cumple la función de producir una descripción inteligible es lo que constituye la
historia y la hace diferente de la fábula o de la falsedad".
La historiografía de las ultimas décadas, sugiere que si bien los historiadores son mucho más cautelosos en su fe en
la autoridad de la ciencia, han trabajado con la convicción de que el historiador indaga sobre un pasado real y no
imaginario, y que este pasado real, aunque accesible solo mediante el raciocinio del historiador, exige métodos y
enfoques que siguen una determinada lógica. Impresiona el que, a pesar del cuestionamiento creciente de la
autoridad del estudioso profesional por parte del pensamiento posmoderno, el trabajo histórico sintió más bien las
presiones de la creciente profesionalización.
Los historiadores de las décadas de 1970 y 1980 aprendieron de los antropólogos la importancia de la cultura para
la comprensión de la conducta social y política. La historia seguía siendo un campo de conocimiento.
Lo que se necesita más bien es un enfoque histórico más amplio que considere los aspectos tanto culturales como
institucionales.
La crítica posmoderna de la ciencia y la historiografía tradicional ha dado lugar a rectificaciones importantes en el
pensamiento y la práctica histórica. No ha llegado a destruir el compromiso del historiador por reconstruir la
realidad, o su fe en una lógica de la investigación, pero si ha demostrado la complejidad de ambos. Quizás podamos
ver en la historia de la historiografía un dialogo en curso que, aunque no llegue jamás a un punto final, aporta sin
embargo perspectivas cada vez más amplias.
La ciencia, y especialmente la "ciencia histórica", tan estrechamente relacionada con los valores y las intenciones
humanas, deben ser vistas en el marco sociocultural y político en el que se practican. La ciencia histórica, no puede
ser reducida a un conjunto de procesos de pensamiento interno e incorpóreo de la disciplina.
Ella siempre involucra a seres humanos vivos que operan dentro de un marco de instituciones académicas y
científicas y proceden mediante supuestos acerca de la naturaleza de la realidad que comparten con un gran
número de sus contemporáneos.
La ciencia siempre supone una comunidad de estudiosos que comparten prácticas de investigación y formas de
comunicación. Es, por lo tanto, imposible separar la historia de la historiografía tanto de las instituciones como del
marco social e intelectual en el que se desarrolla la investigación.

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