El matrimonio es un acto de amor profundo entre dos personas que juran estar el uno para el
otro hasta que la muerte los separe. “Cuando el varón y la mujer, porque se aman, quieren
elevar a totalidad de futuro ese mismo amor, quieren ejercitar por completo toda su libertad
y capacidad de ser única unidad conyugal, la invitación natural del amor va dirigida a que,
mediante un acto libre de voluntad, comprometa el amor (Villadrich, 2002)”. Básicamente,
esa es la idea central, pero siempre ocurren cosas adversas que las personas a veces no están
preparadas para sobrellevarlo. Una pareja decide libremente dar este paso porque está
preparada y convencida de que ha llegado la hora de contraer matrimonio. Pero eso sí, una
situación muy curiosa es que el matrimonio no arregla los problemas del noviazgo. Por
ejemplo, si el hombre es infiel, alcohólico, no le gusta estudiar, trabajar o es irrespetuoso, el
casarse no lo va a cambiar de ser o parecer. Por el contrario, si la mujer actúa de la misma
manera durante la etapa de enamorados, el jurarle amor eterno a su pareja, no la va a ser
mejor persona. El punto es que, la etapa del noviazgo es tan importante porque ahí es cuando
se ven pequeños detalles o indicios de cómo serán en el futuro. Por supuesto, en el
matrimonio es donde verdaderamente se conocen, pero siempre hay antecedentes.
Asimismo, vale mencionar que dentro del matrimonio es muy importante el “dar y recibir”.
Esto significa que si al esposo no le gusta el desorden y la esposa no estaba tan acostumbrada
a ser ordenada, pues es una cuestión que ella irá aprendiendo y que a la larga beneficiará a
los dos. De la misma forma, si la esposa es quien siempre cocina y lava los platos, pues habrá
un momento que el esposo le ayude a poner en orden la cocina y así, se turnen para que esa
labor no resulte muy agobiante solo para una persona. El punto es que dentro de la
convivencia siempre habrá cosas que los dos estén muy satisfechos y otras que no estén de
acuerdo. No obstante, no significa que por cada cosa que no estén de acuerdo, los dos tengan
que pelear para llegar a un consenso. Es verdad que, en cierto modo, las peleas se dan dentro
de una relación de pareja para desahogarse, pero no las peleas con violencia física o
emocional, sino esas pequeñas discusiones sin llegar a extremos que sirven para conocerse
más. Según la Dra. Alba Ramos, “Una buena pelea puede limpiar el aire y es bueno saber
que podemos sobrevivir al conflicto e incluso aprender de la situación (Ramos, 2015)”. Lo
interesante es que se hace todo un esfuerzo cuando existe un pacto conyugal, mas no cuando
solo se convive en unión libre. Ahí cambia todo porque no hay una alianza que los
comprometa a sacar su matrimonio adelante, sino solo hasta cuando los dos se cansen y se
acabó. Como no había nada de por medio entonces, cada quien por su lado. Este hecho es
lamentable porque hace a la persona más vulnerable y poco comprometida con ella y con la
vida misma. Finalmente, cuando la pareja decide caminar junta en matrimonio es ideal tener
el apoyo de sus familias y de su entorno porque fortalece ese pacto conyugal que eligieron
para la eternidad.
Bibliografía: