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El liderazgo es la influencia que se tiene sobre un individuo o grupo de

individuos cercanos (hijos, amigos, estudiantes, compañeros de trabajo, entre


otros); un buen líder tiene visión a futuro y contribuye en el progreso personal y
social, así como el desarrollo de las habilidades y potencialidades de las personas
que tiene a su cargo. En este mismo orden de ideas, Leithwood, Day, Sammons,
Harris y Hopkins (2006) definen el liderazgo como “la capacidad de ejercer
influencia sobre otras personas, de manera que éstas puedan tomar las líneas
propuestas como premisa para su acción”.
El liderazgo puede aplicarse en distintos aspectos, uno de ellos es el
educativo o pedagógico. En él, los esfuerzos van dirigidos a la mejora de los
aprendizajes de los estudiantes. A continuación, se abordará el liderazgo en
relación a la educación.

Como se mencionó anteriormente, el liderazgo consiste en que una persona


(el líder) sea capaz de tomar las mejores decisiones para el beneficio del grupo, la
organización o el equipo que esté a su cargo, de esta manera sirve de inspiración
para que entre todos alcancen un objetivo en común. Existen varios tipos de
liderazgos, entre ellos se encuentran: el autocrático, este líder tiene mucho poder
y nadie puede ni debe desafiar sus decisiones. Por tanto, no es un liderazgo
abierto ni democrático sino que es unidireccional: el jefe manda, y los empleados
obedecen las órdenes; el democrático, su función es promover la participación, el
entusiasmo y la implicación de los empleados. Se promueve el diálogo entre todo
el grupo para tener en cuenta todas las opiniones y visiones sobre la realidad,
aunque la decisión final suele recaer en el líder.
El Laissez-faire, intervienen solo cuando es estrictamente necesario. Es una
clase de liderazgo no autoritaria que confía en la experiencia y en la motivación
del empleado para llevar a cabo sus tareas y proyectos con éxito; el transaccional,
se basa en transacciones, es decir, en procesos de intercambio entre los líderes y
sus seguidores. Los seguidores reciben premios por su desempeño laboral y el
líder se beneficia porque ellos cumplen con las tareas; y el transformacional, los
jefes están en una comunicación fluida y constante con el grupo de trabajo.
En cuanto al entorno educativo, el liderazgo se puede aplicar para el
aprendizaje de los estudiantes. Es por esta razón que Macbeath, Swaffield y Frost
(2009) proponen cinco principios: centrarse en el aprendizaje como actividad,
crear condiciones favorables para el aprendizaje, promover un diálogo sobre el
liderazgo y el aprendizaje, compartir el liderazgo, un responsabilización común por
los resultados. La creación de una cultura centrada en el aprendizaje de los
alumnos requiere: promover la cooperación y cohesión entre el profesorado, un
sentido del trabajo bien hecho, desarrollar comprensiones y visiones de lo que se
quiere conseguir.
Existen varios tipos de líderes educativos pero en esta oportunidad solo se
resaltarán dos: el docente democrático y el autocrático. El primero, estimula la
participación activa y el espíritu crítico, no se burla de las opiniones ajenas,
modera los debates para evitar agresiones, sabe escuchar y comprender, exige
fundar las razones que se vierten, y es guía, consejero, líder, sin descuidar que se
respete su autoridad, y protegiendo los derechos de todos. Por el contrario, el
segundo profesor considera que toda la autoridad en el aula reside en él por
delegación social, y además que los alumnos no tienen la potestad de decidir lo
que es conveniente para ellos o no. El trabajo en clases debe pasar por un orden
riguroso, en el que los estudiantes se mantengan en sus asientos y en completo
silencio atentos a sus instrucciones. Su imagen respecto al alumnado debe ser la
de un superior severo pero justo, que debe mantener las distancias.

Se puede concluir, entonces, que en la pedagogía, el liderazgo positivo


asigna a los profesores el papel de “Pedagogo”. El pedagogo es la persona
encargada de acompañar a los aprendices a la escuela. Por eso, los docentes se
convierten en buenos líderes educativos cuando acompañan el proceso de
aprendizaje de los estudiantes. No son los protagonistas del proceso, sino los
facilitadores. Por ello, apuestan por la comunicación pacífica, el trabajo en equipo,
el afrontamiento ético de los conflictos y la resolución conjunta de problemas.
Es aquí donde juega un papel importante el profesor democrático, ya que
este está consciente de que los educandos son personas que pueden pasar por
momentos difíciles y esto puede tener incidencia en sus estudios. Además de dar
nuevas oportunidades cuando cree que las razones que el discente expone lo
justifican. Sin olvidar que la democracia también implica poner límites, y sancionar
en caso de necesidad.
Cuando un liderazgo se centra en el aprendizaje, toma como núcleo de su
acción la calidad de la enseñanza ofrecida y los resultados de los conocimientos
alcanzados por los alumnos.

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