Oración inicial
Oh María, Madre de Jesús y Madre nuestra, nos dirigimos a ti en este día, ya que fuiste Tú
la que dijiste SI a la vida, ante el anuncio del Ángel. Santa María, oramos hoy por todos los
enfermos, por su salud física y espiritual, por una vida digna y bendecida.
Por todos los enfermos y por todos sus cuidadores y amigos, para que la fuerza del Espíritu
Santo les ayude a sobrellevar la enfermedad, para que con ayuda de la luz de Cristo
encuentren las fuerzas para afrontar el sufrimiento y los demás sepamos acompañarlos.
Madre y Señora Nuestra intercede especialmente ante tu Querido Hijo, Nuestro Señor
Jesucristo, por estos enfermos que ponemos en tus manos. Que el mismo Jesucristo les de
fuerzas para resistir su enfermedad y sean curados de sus dolencias si así lo quiere su
Divina Providencia.
† Oh soberano santuario…
† Padre Nuestro…
† Dios te salve María Santísima, hija de Dios Padre, Virgen purísima y castísima antes
del parto, en tus manos encomendamos nuestra fe para que la alumbres, llena eres
de gracia…
Santa María…
† Dios te salve María Santísima, madre de Dios Hijo, Virgen purísima y castísima antes
del parto, en tus manos encomendamos nuestra esperanza para que la alientes, llena
eres de gracia…
Santa María…
† Dios te salve María Santísima, esposa del Espíritu Santo, Virgen purísima y castísima
después del parto, en tus manos encomendamos nuestra caridad para que la inflames
en el fuego de tu divino amor, llena eres de gracia…
Santa María…
LETANIAS
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, ten piedad de nosotros
Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mt 8,22) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27)
Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Jericó (Mt 20,29)
Señor Jesús, que curaste a un ciego y mudo (Mt 12,22)
Señor Jesús, que curaste al sordomudo en Decápolis (Mt 7,34)
Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 1,41)
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11) Ten piedad de nosotros
Señor Jesús, que curaste al paralítico de Cafarnaúm (Mt 9,1)
Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina (Jn 5,1)
Señor Jesús, que curaste al hombre de la mano atrofiada (Mt 12,9)
Señor Jesús, que curaste a la mujer hemorroísa (Lc 8,42)
Señor Jesús, que curaste a un hombre hidrópico (Lc 14,1)
Señor Jesús, que curaste al siervo del centurión (Mt 8,5) Ten piedad de nosotros
Señor Jesús, que curaste al hijo del funcionario real (Jn 4,50)
Señor Jesús, que curaste a la suegra de San Pedro (Mc 1,25)
Señor Jesús, que curaste a un niño lunático (Mt 17,18)
Señor Jesús, que curaste al poseso de Cafarnaúm (Mc 1,25)
Señor Jesús, que curaste a un poseso mudo (Lc 11,14)
Señor Jesús, que curaste a una joven posesa de Canán (Mc 7,24) Ten piedad de
nosotros
Señor Jesús, que curaste a dos posesos de Gerasa (Mt 8,28)
Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5,41)
Señor Jesús, que resucitaste al hijo de una viuda (Lc 7,14)
Señor Jesús, que resucitaste a tu amigo Lázaro (Jn 11,1-43)
Señor Jesús, que resucitaste Tú mismo del sepulcro (Mc 16,6)
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te
dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros; ¡Oh! Y Virgen
gloriosa y bendita, ruega por nosotros, Santa Madre de Dios para que seamos dignos de
alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo. AMEN.
Oh Dios, cuyo unigénito Hijo, con su vida, muerte y resurrección, nos alcanzó el
premio de la vida eterna: concédenos, a los que recordamos estos misterios del Santo
Rosario, imitar lo que contienen y alcanzar lo que prometen. Por el mismo Jesucristo,
Nuestro Señor. Amén.
Por estos misterios santos de que hemos hecho recuerdo, te pedimos ¡Oh María! de
la Fe santa el aumento; la exaltación de la Iglesia; del Papa el mejor acierto; de la Nación
Mexicana, la unión y feliz gobierno. Que el no cristiano conozca a Dios, y el que se ha
alejado reconozca sus errores. Que los cristianos perseguidos puedan practicar su fe. Goce
puerto el navegante y de salud los enfermos. Que en el Purgatorio logren las ánimas
refrigerio. Y que este santo sacrificio tenga efecto tan completo en toda la cristiandad, que
alcancemos por su medio, el ir a alabar a Dios en tu compañía en el cielo. Amén.
Por las necesidades del Santo Padre Francisco y de cada Obispo recemos todos:
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.
Oración final
Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste asumir
nuestra condición humana, mira con piedad a todos los enfermos, a todos que necesitan
ser curados en el cuerpo y en el espíritu.
Reconfórtalos con tu poder para que levanten su ánimo y puedan superar todos sus males;
y, ya que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíen en la eficacia del
dolor para la salvación del mundo, por Jesucristo Nuestro Señor. Amen