CONCULTURA
Consejo Nacional para la Cultura y el Arte
Primera Edición, 2008 Fotografías
Tiraje 2000 Ejemplares Concultura
San Salvador, El Salvador, C.A.
Diseño y Diagramación
Tecnologías de Información
(Joel Zaldaña
306 Claudia de Campos
C755e Consejo Nacional para la Cultura y el Arte, (CONCULTURA) Angela Merino)
El Salvador La cultura: una puesta nacional / Consejo Nacional
para la Cultura y el Arte, (CONCULTURA) ; fot. Concultura;
diseño y diagramación Tecnologías de Información (Joel Zaldaña,
Claudia de Campos, Angela Merino). – 1ª ed. – San Salvador, El
Salv. : Consejo Nacional para La Cultura y el Arte, (CONCULTURA),
2008.
58 p. : il., fot. col. ; 28 cm.
ISBN 978-99923-79-68-4
BINA/jmb
© CONCULTURA, 2008
Editor
Consejo Nacional para la Cultura y el Arte,
San Salvador, 2008
CONCULTURA
Alameda Juan Pablo II y calle
Guadalupe, Plan Maestro,
Edificio A-5.
San Salvador, El Salvador
Tel: (503) 2281-0044, 0100
Presentación
Entre 2005 y 2007, El Salvador desarrolló un proceso histórico que se llamó Diálogo Nacional por
la Cultura. Por primera vez, con la intención de medir y analizar información extraída de la realidad
cultural salvadoreña, el país tuvo la oportunidad de hablar ampliamente sobre sus raíces, su
identidad, su complejidad simbólica y sus potencialidades como nación rica en expresiones
artísticas y culturales. De aquel ejercicio inédito, el documento que hoy sometemos al escrutinio
público es un resultado, una propuesta, una hoja de ruta para la vigorosa integración de la cultura
en los planes de desarrollo de El Salvador.
Se ha querido reconocer, en primer lugar, que la dinámica cultural salvadoreña exige la articulación
de una verdadera apuesta nacional, en la que todos los sectores de la sociedad tengan su espacio y
su responsabilidad. Ello implica avanzar en la comprensión de la cultura como una estrategia que
aporta valores sustanciales a la vida personal y a las actividades en común de los salvadoreños. En
segundo lugar, se concluye aquí que el Estado no debe pretender sustituir a los agentes culturales,
sino facilitar y apoyar sus acciones.
Es evidente, por otra parte, que la planificación cultural que convierte al individuo y a la
sociedad en protagonistas de las grandes decisiones también renuncia a la imposición de
conceptos o programas, y adopta la herramienta de la consulta permanente. En ese sentido, los
caminos que propone el presente documento deberán ser analizados y actualizados de manera
periódica, atendiendo a las necesidades y desafíos que surjan de una realidad cultural que se
caracteriza por el dinamismo.
Es necesario enfatizar que los planes culturales que escapan al vaivén de los recambios gerenciales
tienen mayores posibilidades de éxito. El título de esta propuesta busca ser, desde una
perspectiva no limitada al accionar gubernamental, una invitación al concurso de todos, pero
también a la búsqueda de consensos que trasciendan los periodos administrativos institucionales
y conviertan a la cultura en un eje transversal del desarrollo.
El valor histórico de El Salvador. La cultura: una apuesta nacional está definido por el nivel
de participación ciudadana que lo hizo posible, por la calidad científica en que se sustenta y por
los altos propósitos que lo animan. Su valor hacia el futuro, sin embargo, estará marcado por el
compromiso de cada vez más salvadoreños en la construcción de una nación cohesionada,
integradora, plural, respetuosa de sus raíces culturales, abierta al mundo y defensora de la
creatividad individual. Esa es la perspectiva y la interrogante que deseamos poner en manos de
quienes darán forma y sentido a este esfuerzo.
Introducción ............................................................................................................................................ 1
Objetivo ..................................................................................................................................................... 5
Propósitos ................................................................................................................................................. 6
Campos de Acción .................................................................................................................................. 7
Campo 1: ................................................................................................................................................... 9
I. Producción y Memoria .............................................................................................................. 11
Desafíos .............................................................................................................................................. 12
Objetivos ............................................................................................................................................ 16
Estrategias ......................................................................................................................................... 16
Matriz 1: Producción y Memoria .................................................................................................. 18
Campo 2: ................................................................................................................................................... 19
II. Descentralización y transnacionalización ........................................................................... 21
Desafíos .............................................................................................................................................. 22
Objetivos ............................................................................................................................................ 27
Estrategias ......................................................................................................................................... 27
Matriz 2: Descentralización y transnacionalización ................................................................ 29
Campos 3: ................................................................................................................................................. 31
III. Participación y acceso a la cultura ........................................................................................ 33
Desafíos .............................................................................................................................................. 34
Objetivos ............................................................................................................................................ 39
Estrategias ......................................................................................................................................... 39
Matriz 3: Participación y acceso a la cultura ............................................................................. 40
Campos 4: ................................................................................................................................................. 41
IV. Institucionalidad cultural ......................................................................................................... 43
Desafíos .............................................................................................................................................. 43
Objetivos ............................................................................................................................................ 47
Estrategias ......................................................................................................................................... 48
Matriz 4: Institucionalidad cultural.............................................................................................. 49
Referencias Bibliográficas ..................................................................................................................... 51
Introducción
Este documento es una propuesta que se entrega a la sociedad salvadoreña para que tome
decisiones sobre los caminos que seguirá la cultura en el país. Para que reflexione sobre los
desafíos que se presentan en la convivencia cotidiana, en la autoestima nacional, en el quehacer
creativo y productivo. Para que discuta sobre los usos del tiempo libre, la noción de país, el goce
de las expresiones culturales. Para que amplíe las formas de entender la cultura salvadoreña y de
entender a los demás. Para que enriquezca la calidad de vida de todos los salvadoreños, dentro y
fuera del territorio nacional. Para que el país entero apueste por la cultura.
El punto de partida es que la sociedad, por excelencia, es el agente que gestiona, produce y
consume cultura, y lo hace al ritmo de la oferta y la demanda. La libertad creativa y la libertad
de elegir la propia identidad son principios fundamentales del quehacer cultural. Al Estado le
corresponde, desde la legislación y el aparato cultural público, propiciar las condiciones para hacer
prevalecer esas libertades, asegurando la equitativa asignación de recursos y oportunidades para
enriquecer –desde lo cultural– las vidas de todos. En otras palabras, el papel estatal respecto de la
cultura no consiste tanto en producirla ni mucho menos en dictar cómo debe ser, sino en allanar
el camino para facilitar su pleno desarrollo y en subsanar las deficiencias en el acceso a los bienes
y servicios culturales.
Este documento no es ni debe entenderse como un plan del Consejo Nacional para la
Cultura y el Arte (Concultura). Si bien es cierto que esta entidad resulta ser la facilitadora de
algunos de los objetivos y las estrategias que orientan las acciones aquí propuestas, muchos
otros exceden las capacidades y atribuciones de Concultura y recaen, más bien, en los
trabajadores de la cultura, la empresa privada, las ONG culturales, los gobiernos municipales
y otra variedad de actores.
Este texto es, más bien, un plan de carácter nacional que, en primer lugar, intenta recoger
inquietudes, valoraciones y deseos de los salvadoreños; y en segundo lugar, invita al sector
cultural, a la sociedad en general y al aparato público a poner en valor el fenómeno cultural, a
anticipar lo que se quiere hacer, y a ser más eficientes y más coordinados en las actuaciones. Hay
que añadir que este texto pretende ofrecer un trazado preliminar e inacabado que convoque a
todos los ciudadanos a dejar su marca sobre el mismo. Así, requiere de las lecturas y las
intervenciones de todos para ser debatido, completado, apropiado y, sobre todo, convertido en
proyectos que lleguen a ejecutarse.
Fruto de consulta. El Salvador. La cultura: una apuesta nacional es producto del amplio proceso
de consulta ciudadana que, entre 2005 y 2007, se realizó en el país impulsado por Concultura para
recoger opiniones, valoraciones y percepciones sobre distintos elementos relacionados con el
1
quehacer y el sector culturales. Dicho proceso, denominado Diálogo Nacional por la Cultura, se
ejecutó en cuatro fases, precedidas por talleres de discusión teórica (Concultura, 2007b, 9 y
ss.).
La tercera fase del Diálogo Nacional por la Cultura convocó a 1,402 personas en cinco foros: cuatro
de las distintas zonas del territorio nacional y uno de salvadoreños en el exterior. Los participantes
en los foros respondieron a las preguntas de qué puedo hacer por mi cultura y cuál debe ser el papel
de las instituciones y los distintos sectores respecto de la cultura. La cuarta y última fase
consistió en una encuesta nacional, realizada en los catorce departamentos del país, entre 1,202
personas. Esta consulta indagó sobre el consumo cultural de la gente, la vida en familia, la
enseñanza y práctica de valores, el uso del tiempo libre y el reconocimiento del aparato
cultural público y privado, entre otros temas.
Este documento constituye un paso más allá del Diálogo Nacional por la Cultura: se fundamenta
en el diagnóstico ofrecido por dicho proceso de consulta para lanzar propuestas que respondan a
los desafíos planteados.
Cultura y planificación. La cultura se entiende en este texto no sólo como aquellas manifestaciones
o prácticas “consagradas” por su bondad para el espíritu, tales como las bellas artes o la lectura,
sino también como esas propuestas que han ido surgiendo entre distintos grupos sociales, que
dan sentido a sus vidas y que no han sido suficientemente reconocidas. En este sentido, la cultura
se entiende como una faceta cambiante y dinámica de la vida en común que se nutre de diversidad
de fuentes.
La producción de bienes y servicios culturales es, además, una actividad que genera riqueza material
y da empleos a muchos trabajadores. Su potencial como ámbito de inversión y desarrollo económicos
se fundamenta en la creatividad como valor que necesita espacios y recursos para cultivarse y formarse.
La cultura es un componente central de la llamada “economía creativa”, rama productiva emergente
por la que muchas ciudades y países alrededor del mundo están apostando para crecer. El sector
cultural es heterogéneo en su conformación, ya que incluye desde enormes industrias que producen
millones de bienes hasta talleres artísticos y artesanales donde se ocupan pocas personas.
2
La cultura ha dejado, desde hace años, de verse como elemento decorativo o accesorio de las
sociedades. Ha cobrado relevancia social y política como ámbito de formación de identidades y de
prácticas que cohesionan a los grupos sociales. Asimismo, ha adquirido protagonismo como sector
que, aunado al turismo o el comercio, puede mover las economías locales o nacionales de manera
más dinámica que otras ramas productivas. La mayor visibilidad de la cultura en estos sentidos ha
hecho que muchas comunidades, ciudades y países se preocupen y ocupen de planificarla: esto es,
que fijen objetivos y estrategias implicando a distintos actores sociales para ordenar actuaciones,
iniciativas y recursos en la vida cultural.
Estructura del documento. Después de enunciar el objetivo y los propósitos, esta propuesta
desarrolla cuatro campos de acción, a saber: producción y memoria, descentralización y
transnacionalización, participación y acceso a la cultura, e institucionalidad cultural.
El campo de producción y memoria vincula las actividades creativas –base del quehacer cultural
– con los distintos bagajes culturales, o memorias, que conviven en la nación. Los salvadoreños
necesitamos sacarle mayor partido a la creatividad adquiriendo las técnicas adecuadas para la
expresión cultural y estética. Debemos, además, actualizar las memorias que nutren y dan
sentido a los distintos sectores que conforman la salvadoreñidad.
El tercer campo de acción, participación y acceso a la cultura, hace énfasis en extender el goce de
las expresiones culturales a todos los sectores de la población salvadoreña, en particular a los
niños y los jóvenes. Asimismo, destaca la importancia de estimular la participación para formar
ciudadanos más activos, preocupados por los asuntos públicos y el bien común. Aquí
adquieren relevancia la formación de públicos, la ampliación de la oferta cultural, la
consideración de la familia como núcleo que consume y reproduce cultura, y el impulso
de la lectura como esparcimiento y herramienta de conocimiento.
En cuanto a la organización interna, cada campo de acción está estructurado en cinco secciones.
En la primera, que tiene carácter conceptual, se explican los términos más relevantes. En la
segunda, de naturaleza descriptiva, se esbozan los desafíos identificados para el respectivo
campo a partir de un diagnóstico que escapa a las pretensiones de ser abarcador.
La tercera sección, la más breve de todas, traza los objetivos para cada campo de acción. En la
cuarta se formulan estrategias generales que responden a los objetivos y que pretenden orientar
líneas de acción para ser retomadas por los actores involucrados y convertirse, en el futuro, en
proyectos y programas específicos. La quinta parte consiste en una matriz que presenta de
un vistazo los distintos elementos –desafíos, objetivos y estrategias– de cada campo de acción.
4
Objetivo
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Propósitos
El Salvador. La cultura: una apuesta nacional persigue tres propósitos principales en sus campos de
acción, a saber:
servicios culturales a todos los espacios donde vive la población salvadoreña, los cuales
traspasan las fronteras patrias. Crear y gozar de las expresiones culturales es reconocido aquí como
factor del desarrollo integral de las personas que, junto a los servicios educativos y de salud,
debe llegar a todos los rincones del territorio nacional. Asimismo, las acciones y expresiones
culturales deben trascender las fronteras para vincular con su país de origen a las comunidades
de salvadoreños en el exterior.
El segundo propósito apela a valorar la importancia del sector cultural en la economía nacional; en
otras palabras, a la puesta en valor de la economía creativa como rama productiva emergente
que, además de generar bienestar físico y espiritual a las personas, es productora de riqueza y
de empleos. El ámbito cultural –con sus industrias, bienes y servicios– enriquece la calidad de vida
de las personas y las comunidades contribuyendo a la seguridad ciudadana, al tiempo que ofrece
El tercer propósito hace alusión a que la salvadoreñidad adquiere múltiples y variadas maneras de
ser y expresarse que merecen ser respetadas y reconocidas en las personas de quienes las
sustentan. La valoración de las distintas identidades contribuye a cerrar las brechas que separan a
las personas, esto es, ayuda a construir sociedades más cohesionadas, donde todos se ven,
6
Campos de Acción
7
I. Producción y memoria
La creación es, por definición, una actividad libre y autónoma en sí misma; sin embargo,
para adquirir pleno sentido, la obra creativa debe ser comunicada, puesta a disposición
de un público que reaccione ante ella. La circulación y el consumo de los productos
culturales son, en este sentido, alicientes para desplegar procesos creativos.
La producción, por otra parte, está vinculada con la memoria o, mejor dicho, con las
memorias que condensan el ser cultural de una comunidad, un pueblo, una nación.
Esto porque los actos creativos no parten de la nada: siempre están en diálogo con
tradiciones, expresiones y memorias diversas. Además, la memoria no es un archivo
inmutable que alberga recuerdos, sino la materia viva que se recrea y se transforma en
las reinterpretaciones de los productores culturales. Producir es, entre otras cosas, dar
vida a las memorias.
Desafíos
Hoy en día, sin embargo, esa noción de cultura ha sido criticada por dejar fuera
manifestaciones que dan sentido a la vida de muchos ciudadanos. La adscripción
estrictamente “nacional” de la cultura está cediendo ante los embates de la
globalización que hacen que muchos individuos alrededor del mundo compartan y
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consuman los mismos bienes culturales, si bien estos adquieren distintos significados
en cada contexto social y existencia particular. Un concepto incluyente de cultura va
más allá de lo patrimonial y lo artístico, e incorpora diversidad de lenguajes que hacen
más rica, placentera y valiosa la vida de todas las personas.
Formación y atención a los creadores. Ser más creativos y ser más productores
implica redoblar los esfuerzos de formación en distintos lenguajes expresivos desde el
sector público y el sector privado. Es bien sabido que el desarrollo de las habilidades
creativas inicia a muy temprana edad en las aulas, donde se pone en contacto al niño y
a la niña con distintos materiales y técnicas para expresarse. En una educación que
busque ser integral, ese aprendizaje es tan importante como la incorporación de
ciencia y tecnología, el saber humanístico, el pensamiento matemático, el conocimiento
de una segunda lengua y la formación en valores. De ahí que resulta clave el
fortalecimiento de la educación artística y creativa en el sistema escolar, desde
parvularia hasta bachillerato.
Los salvadoreños y las salvadoreñas mayores de 18 años, sin embargo, dijeron sentirse
insatisfechos con el aprendizaje creativo recibido en sus años de educación formal: dos
de cada cinco hubiesen querido aprender pintura o arte en la escuela, y uno de cada
cinco hubiese querido recibir lecciones de baile, según el Diálogo Nacional por la
Cultura (Concultura, 2007b, p. 55). Por otra parte, la misma consulta recogió
propuestas de dar mayor impulso a la formación de productores culturales abriendo
“talleres artesanales, artísticos o vocacionales para que los jóvenes ocupen su tiempo
libre, aprendan un oficio y luego puedan generar un ingreso con esa actividad “
(Concultura, 2007b, p. 24).
La red de Casas de la Cultura –diseminada en 173 municipios, barrios, cantones y
colonias dentro del territorio nacional– ofreció 415 cursos de formación artística en
2007, sirviendo a 8,744 usuarios.
Fuente: Dirección Nacional de Espacios de Desarrollo Cultural, Concultura, 2008.
14
Por otra parte, las posibilidades de profesionalizarse como artista o creador en El
Salvador son bastante limitadas. En Bellas Artes, por ejemplo, solo se puede obtener un
título universitario, a nivel de licenciatura, en la rama de Artes Plásticas en la
Universidad de El Salvador (UES, 2008). En el Centro Nacional de Artes, CENAR,
administrado por Concultura, se puede estudiar música, teatro y artes plásticas a nivel
profesional, pero sin obtener un título con paridad en el sistema educativo (Concultura,
2008b). Para dedicarse a la danza, la Escuela Nacional de Danza Morena Celarié es la
opción que ofrece el sistema público adscrito a Concultura. En el sector privado, varias
universidades cuentan con carreras relacionadas con la creación y crítica cultural como
son las de Diseño (en distintas variantes), Letras, Comunicaciones, Publicidad, y Cine y
Televisión, por ejemplo. Además, hay iniciativas de artistas y creadores que, en
academias y centros, ofrecen sus servicios de formación escolar, vocacional, terapéutica
y profesional en distintas ramas del arte y la creación.
15
Entre los múltiples certámenes y premios que tienen lugar en el país para reconocer
talentos creativos destacan los Juegos Florales y el Certamen Palmarés Philip Morris
El Salvador. Muchos profesionales de la literatura y las artes plásticas han sido
laureados en estas convocatorias nacionales. Los Juegos Florales, por una
parte, son premios de literatura organizados anualmente desde las cabeceras
departamentales de El Salvador, a través de la red de Casas de la Cultura, para
galardonar a escritores salvadoreños en géneros tales como poesía y cuento.
Fueron instituidos por decreto legislativo en 1968. Por otra parte, el Palmarés
es un certamen anual de pintura realizado desde 1986 por la Tabacalera Phi-
llip Morris para premiar a jóvenes entre los 18 y 30 años.
Objetivos
Estrategias
16
3. Profesionalización de los trabajadores de la cultura. Ampliación de
la oferta de estudios superiores, desde los sectores público y privado, en las
diversas disciplinas del arte, la creación, la cultura y las industrias culturales.
17
Matriz 1: Producción y memoria
18
19
II. Descentralización y transnacionalización
22
culturales desde la capital u otras ciudades hacia los municipios. Si bien esta práctica
es muy común en el país, el desafío es que cada municipio se convierta en generador
y gestor de cultura. Cada localidad debería llevar la iniciativa de usar sus espacios de
producción y consumo para vivificar el sector cultural y mejorar la calidad de la
convivencia de sus habitantes. Como reza el artículo 4 del Código Municipal, compete
a los municipios “la promoción de la educación, la cultura, el deporte, la recreación, las
ciencias y las artes” (Código Municipal, 2008). Los gobiernos municipales, junto con los
ciudadanos con inquietudes culturales, el sector privado y las ONG, son instancias
privilegiadas para la gestión cultural de alta pertinencia local: ellos están cerca de la
gente y pueden conocer sus aspiraciones y necesidades.
Otro elemento que demuestra las disparidades territoriales, como quedó reflejado en
el Diálogo Nacional por la Cultura, es el generalizado desconocimiento de entidades,
públicas y privadas, relacionadas con el quehacer cultural. Más de la mitad de los
salvadoreños, que habitan en los catorce departamentos del país, no conocen ninguna
entidad cultural, ni siquiera la gubernamental Concultura. Se desconoce lo ajeno, lo
lejano, lo no familiar. Resulta sintomático que, de las 17 asociaciones y organizaciones
incluidas en la boleta de la encuesta corrida dentro del Diálogo, 16 tienen su ubicación
administrativa en el Área Metropolitana de San Salvador; la salvedad es la red de Casas
de la Cultura (Concultura, 2007b, apéndice D.2).
Ese reconocimiento en doble sentido –del país hacia el exterior y viceversa – hizo que
en 2004 el Ministerio de Relaciones Exteriores creara un Viceministerio para los
Salvadoreños en el Exterior “para integrar a los salvadoreños en el mundo con El
Salvador” (Ministerio de Relaciones Exteriores, sin fecha). Este constituye el más
claro esfuerzo gubernamental por abonar a la construcción de un país transnacional. La
mencionada dependencia estatal, además de ocuparse de negocios, estabilidad
migratoria y servicios consulares, entre otros, tiene una Dirección de Asuntos Culturales
24
y ha lanzado un Plan Cultural 2005-2009. Dentro de este plan se han fortalecido los
consulados como entidades gestoras y difusoras de cultura. La realización de festiva-
les, exhibiciones artísticas, ferias, concursos de distinta índole, celebraciones patrias y
la puesta a disposición de juegos, materiales educativos, libros en general en las sedes
consulares son algunas de las acciones contempladas en el plan (Viceministerio, sin
fecha).
Hay que decir, además, que las comunidades de migrantes están transformando el
mapa cultural salvadoreño. Ellos se han convertido en un grupo importante de turistas
que llegan de fuera del país, catalogados en la categoría de turismo étnico (MITUR, sin
fecha). En el 2006, constituyeron el 24% de los turistas que visitaron El Salvador,
según datos de la Corporación Salvadoreña de Turismo (CORSATUR, sin fecha, 35).
Varias localidades en el territorio nacional –en las playas, montañas, lagos y pueblos–
han observado un desarrollo creciente en los últimos años gracias, en buena medida, al
turismo étnico. La oferta artesanal, gastronómica y de espectáculos, así como el uso de
espacios públicos y la habilitación de espacios privados, se ha incrementado de
manera notable en lugares con valor turístico.
Otro cambio cultural que ha cobrado fuerza en años recientes es la integración de los
migrantes, muchas veces como figuras de poder económico y social, en las fiestas
patronales que año con año celebra cada municipio en el país (Concultura, 2007b, 88).
Son muchos los residentes en el extranjero que vuelven a su localidad de origen para
los días de la fiesta patronal, aprovechando la ocasión para ver a sus familiares y
mostrar el éxito que han tenido en su nuevo lugar de residencia (Marroquín Parducci,
2007, 23).
Por una parte, Concultura tiene bajo su administración una serie de espacios culturales
–la red de Casas de la Cultura, la Sala Nacional de Exposiciones, la Biblioteca Nacional,
algunos museos y parques arqueológicos, por ejemplo– así como entidades productoras
de cultura –la Orquesta Sinfónica Nacional, la recién creada Compañía Nacional de
Danza, la Dirección de Publicaciones e Impresos y el Centro Nacional de Artes, entre
otras. Así, entre sus atribuciones, Concultura organiza y realiza cada año, en distintos
puntos del país, actividades culturales de diverso tipo.
Entre estas actividades se cuentan todas las realizadas en las redes de Casas
de la Cultura y de Bibliotecas Públicas, así como presentaciones de danza y
teatro, conciertos sinfónicos, exposiciones de artes visuales, encuentros de
escritores, conferencias, actividades de apoyo al fomento artesanal y a las
comunidades indígenas.
26
Las transferencias monetarias a entidades se han mantenido, desde el año
1999 hasta el 2008, en un promedio del 11% del presupuesto de Concultura,
que oscila entre los 11 y 12 millones de dólares anuales. Entre 1995 y 1999,
cuando inició el programa de transferencias, estas alcanzaban apenas la mitad
del promedio actual: el 5.4% del presupuesto ejecutado por la institución.
Objetivos
Estrategias
28
en el exterior. Fomento de los textos bilingües (español/inglés) en los sitios web
y otras publicaciones salvadoreñas. Fomento de programas de exportación de
productos culturales (gastronómicos, editoriales, artesanales, etc.) hacia las
ciudades o regiones del exterior donde habiten comunidades salvadoreñas.
29
III. Participación y acceso a la cultura
33
Desafíos
34
De la oferta cultural generada por Concultura, el público atendido ha pasado de las
713,028 personas, como promedio anual entre 1992 y 1994, a 1,687,290 personas,
promedio anual entre 2004 y 2008 (ver gráfico 1). Para estos cálculos se consideraron
únicamente los públicos que asistieron a actividades artísticas (danza, teatro,
conciertos, artes visuales, etc.), los visitantes a los parques arqueológicos y museos
manejados por la institución estatal y los usuarios de la Red de Casas de la Cultura.
El mayor crecimiento de los públicos atendidos se observa en el cambio de década,
es decir, en el periodo 1999-2004. Esto se debe, sobre todo, al volumen de usuarios
de las Casas de la Cultura, que alcanzó 1,250,000 personas y ha sido el mayor en
los cuatro periodos considerados. Entre 2004 y 2008 se ha duplicado el número
de visitantes a parques arqueológicos y museos, respecto del periodo anterior. Los
públicos de actividades artísticas han pasado de 200,642 personas, promedio anual
entre 1999 y 2004, a 469,598, promedio anual entre 2004 y 2008.
Fuentes: Concultura, 2004, 2005, 2006, 2007a y 2008a.
Una práctica cultural que se realiza en el espacio público –las calles y las iglesias– y
que muestra una tendencia contraria a las anteriores es la participación en las fiestas
patronales, tradicionales y titulares. La mitad de la población nacional asiste a estos
eventos que se realizan en cada municipio del país (Concultura, 2007b, 86). La mayoría de
los participantes en estas festividades pertenecen a sectores económicos bajo y medio,
si bien hay una fracción considerable de personas de nivel alto en estas actividades.
Hay que decir, no obstante, que se trata de eventos extraordinarios que se realizan un
número limitado de veces al año y que no suplen el consumo cultural cotidiano o de
tiempo libre al que deberían tener acceso todos los salvadoreños.
Gráfico 1
Públicos atentidos por Concultura
1,800,000
1,600,000
1,400,000
Número de Personas
200,000
0
1992-94 1994-99 1999 - 2004-08
2004
Promedio anual
35
Consumos culturales tan diferenciados llevarían a pensar que en el país habría una
fractura en dos tipos de ciudadanos: quienes tienen mayor acceso a la cultura por
poseer la educación, habilidades, recursos financieros y tiempo para producirla y
consumirla; y quienes tienen menos recursos –conocimiento, tiempo y dinero– y
están limitados a la oferta cultural de los medios de comunicación (Rausell Köster,
2007, 32-33). Sin embargo, esta es una simplificación que no toma en cuenta que la
sensibilización hacia el goce de la cultura no está determinada, necesariamente, por
las características socioeconómicas de los individuos o las familias.
Consumo cultural de la familia, la infancia y la juventud. La familia es el grupo primario
en el que más se comparte el tiempo libre tanto dentro como fuera del hogar: “es el
espacio de reproducción cultural por excelencia en El Salvador” (Concultura, 2007b,
41-42, 94). Salir de vacaciones, ir de paseo o ver televisión son acciones que se
conjugan en familia. Según datos de la encuesta realizada dentro del Diálogo Nacional
por la Cultura, tres de cada diez salvadoreños mayores de 15 años visitan en familia
lugares como museos, exhibiciones artísticas y muestras de danza. Ver televisión en
familia es una actividad hogareña de consumo cultural frecuente para la mitad de los
salvadoreños, de acuerdo con la misma encuesta (Concultura, 2007b, 96).
La relevancia de la familia como unidad de consumo cultural debe ser potenciada para
llegar a la niñez y la juventud. Hay que tener en cuenta que en el país –y en América
Latina en general– a niños y jóvenes se les ofrece cada vez más un repertorio cultural
homogeneizado, con contenidos determinados desde las industrias culturales y los
medios de comunicación. Además, la educación formal no contribuye de manera
decisiva a acercarlos a otras expresiones de la cultura. La exposición a manifestaciones
culturales variadas en distintos escenarios, más allá del hogar pero dentro de la esfera
familiar, mejoraría no solo el uso de su tiempo libre, sino también su sensibilidad estética,
su sentido de pertenencia y la calidad de su convivencia en los espacios públicos.
Los jóvenes son quienes más asisten a actividades culturales de tipo artístico, al
cine y a conciertos internacionales. Según la encuesta realizada para el Diálogo
Nacional por la Cultura, un 17% de jóvenes asiste a actividades artísticas (danza,
pintura, música, etc.) frente al 12% de adultos entre 35 y 44 años, y 9.9% de personas
entre 25 y 34 años.
Cuando se trata de ir al cine, un 17% de jóvenes dice asistir a este tipo de
entretenimiento. En los demás rangos etarios los porcentajes de asistencia decrecen
a medida que avanza la edad: va al cine el 13.6% de los salvadoreños entre 25 y 34
años, el 12% de los que tienen entre 35 y 44, y el 5% de los mayores de 45 años.
36
Algo similar ocurre con la participación en conciertos internacionales: el 15% de
los jóvenes dice ir a este tipo de espectáculos, mientras que el 8.5% de los adultos
entre 25 y 34 y el 6.4% de personas entre 35 y 44 años van a estos eventos.
Fuente: Resultados de la Encuesta Nacional, Diálogo por la Cultura, El Salvador,
2006.
El acceso a la cultura para los jóvenes puede desempeñar un papel clave –junto a
las oportunidades de educación y empleo– para construir una sociedad más segura.
La población cuya edad oscila entre 15 y 24 años es la que más padece la falta de
empleo digno y la más expuesta a la violencia, sobre todo en los sectores de menores
ingresos (PNUD, 2008, 252). El tiempo libre y las energías creativas de la juventud
merecen ser expuestas a una oferta cultural enriquecida, así como a mayores
oportunidades para la producción de cultura en espacios locales, en particular en
zonas poco favorecidas en términos de infraestructura y vida cultural. Así, una de las
soluciones para reenfocar las actividades de los jóvenes desde el Consejo Nacional
de Seguridad Pública ha consistido en la mayor inversión en infraestructura cultural
y espacios públicos (FUSADES, 2008, 166). La continuidad y ampliación de estos
esfuerzos, incluyendo a más sectores, contribuiría a superar la escasez de opciones
que los jóvenes encuentran para expresarse.
La niñez, por su parte, es reconocida como la etapa por excelencia para la creación
de hábitos y patrones de consumo. La formación de públicos culturales en la infancia
depende, en gran medida, de que los niños estén expuestos a manifestaciones culturales
como espectadores y consumidores. Es bien sabido que la sensibilización de los niños
en el disfrute del hecho cultural ocurre básicamente en el hogar y la escuela. En este
sentido, es responsabilidad de los padres y de la familia llevar a los hijos menores a
eventos culturales de distinta naturaleza y orientarlos sobre su disfrute. Los profesores
y el sistema educativo formal son los otros responsables. El Ministerio de Educación
ha establecido programas complementarios de educación artística en el marco del
Plan 2021 para “desarrollar habilidades artísticas y creativas que contribuyan al goce y
a la producción estéticos” (Najarro Espinosa, 2006, 1). El esfuerzo, sin embargo, sigue
siendo insuficiente, por lo que existe la necesidad de revisar las estrategias actuales de
formación de públicos infantiles e involucrar a más actores en esta tarea.
Los niños y los jóvenes deben ser destinatarios privilegiados de iniciativas, proyectos
y programas que, desde los sectores público y privado, se realicen para convertir a El
Salvador en un país de lectores. El acceso a libros, revistas y computadoras conectadas
a Internet dista de ser equitativo en el país. Pero no basta con llenar estantes de libros:
volver atractivas la lectura y la escritura para estos públicos demanda la articulación
de los materiales escritos con los audiovisuales y con las nuevas tecnologías. El
espacio de la biblioteca –sea pública o privada– debe remozarse y actualizarse
para transformarse en punto de encuentro de los usuarios con el conocimiento y el
entretenimiento en diversidad de soportes y expresiones. Este es un desafío para la
red de quince Bibliotecas Públicas diseminadas en el territorio nacional y la Biblioteca
Nacional, en San Salvador, administradas por Concultura.
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Objetivos
Estrategias
1. Acercar la oferta cultural a la gente. Estimular la diversificación y ampliación
de la oferta cultural, en particular para los sectores menos favorecidos: los niños,
los jóvenes y las personas con capacidades especiales. Estimular la participación
ciudadana en espacios públicos y culturales, como en las Casas de la Cultura y la
red de Bibliotecas Públicas. Promover el enriquecimiento de la oferta cultural con
productos de otros países de la región y del mundo. Aprovechando la influencia de
los medios de comunicación, ampliar la difusión de la oferta cultural en las distintas
poblaciones del país.
40
IV. Institucionalidad cultural
Las instituciones son los organismos que desempeñan funciones de interés público.
La institucionalidad cultural se refiere, en este sentido, al aparato público y privado
de organizaciones y entidades dedicadas a la producción, gestión y promoción de la
cultura, y que forman parte del sector cultural de la sociedad. A esta definición vale la
pena añadir otra, procedente del campo de la economía, que entiende las instituciones
como las reglas del juego que definen cómo se comportan las personas y los grupos
en una sociedad: las restricciones que estructuran la interacción social (North, 1991,
97). En este segundo concepto caben las distintas normas, tanto formales –marcos
legales– como informales –códigos de conducta social y convenciones. Desde esta
perspectiva, la institucionalidad cultural incluye leyes y reglamentos así como reglas
no escritas de interacción dentro del sector cultural.
Desafíos
Algunos vacíos que se han señalado a Concultura son la ausencia de políticas definidas
en torno a las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC), así como la
poca atención dedicada al cine y el video (PNUD, 2003, 255 y 256).
Uno de los desafíos que tiene frente a sí Concultura es acentuar y fortalecer su rol
facilitador más que su capacidad productora de cultura. Esto implica promover un
cambio de paradigma y también de las reglas del juego –las instituciones, en el segundo
sentido del concepto– dentro del sector cultural y el mercado de bienes y servicios
culturales. Se debería apuntar, pues, hacia la independencia y autosostenibilidad
de las actividades culturales y artísticas, de tal forma que no tengan que acoplar
su desarrollo a las disponibilidades gubernamentales; por el contrario, debería
fomentarse la creatividad y el empeño en salir adelante como empresas privadas,
afrontando y aprovechando todos los retos que ofrezca el mercado, jugando con el
comportamiento de la oferta y de la demanda. De esto se hablará más adelante.
45
la población, tal como señaló el Diálogo Nacional por la Cultura (Concultura, 2007b,
65), se cuentan los medios de comunicación social, en particular la televisión.
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La promoción de la economía creativa en el país demanda una reubicación de lo
cultural, poniendo en valor al sector y a sus productos. La cultura debe ir avanzando
en el camino de convertirse en un sector productivo rentable. Para sacar partido de la
reserva de creatividad y el talento de los salvadoreños es necesario buscar el diálogo
y el acuerdo multisectorial: involucrar a todos los sectores –más allá del propio sector
cultural– en la apuesta por los bienes y servicios creativos para los mercados nacional
e internacional. Así, por ejemplo, los sectores cultural y turístico son un par que
trabaja en conjunto.
Elemento clave para dar el giro hacia la economía creativa es contar con datos e
indicadores del aporte del sector cultural a la economía en términos de porcentaje del
PIB, exportaciones e importaciones, así como generación de empleos. Establecer una
“cuenta satélite de cultura” que, a partir del sistema de Cuentas Nacionales del Banco
Central de Reserva, ofrezca información detallada sobre la producción cultural, es
indispensable para tomar decisiones informadas sobre políticas públicas. Asimismo,
es fundamental la creación de observatorios culturales que mantengan un análisis
permanente de indicadores e información del sector. Los observatorios pueden bien
ser de iniciativa pública o privada.
Objetivos
47
motor de desarrollo, bienestar y crecimiento económico, fomentando distintas formas
de asociatividad y participación, así como la economía creativa.
Estrategias
1. Reforma del aparato cultural público. Elevar los alcances del Consejo Nacional
para la Cultura y el Arte a través de una organización más independiente, como
una institución descentralizada o ministerio. Fortalecimiento de los procesos de
descentralización de funciones de Concultura. Identificar las áreas prioritarias
–que no sean de interés del sector privado– para la inversión del Estado en cultura.
Revisión permanente del marco legal relacionado con la cultura. Darle mayor
prioridad presupuestaria al aparato cultural público en función del reconocimiento
social del aporte de la cultura a la economía. Discutir los mecanismos necesarios
para la creación de un fondo que permita financiar la institucionalidad cultural
estatal, más allá del Presupuesto General de la Nación.
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EL SALVADOR CENTROAMÉRICA ISBN 978-99923-70-83-4