de rosas y de mirtos.
ya en la robusta lucha,
ya corriendo o nadando
bellísimo prodigio
de naturales rizos,
realzaba del cuello
frenético le dijo:
de Pafos y de Gnido,
es tu traslado vivo.
y si un traslado adoro
equívoco contigo.“
y decretaron ambos
venganzas y castigos.
en animos divinos?
ha de ser un delito?
a Venus y a Cupido
crüel y vengativo
tiránicos caprichos.
ya mudo, ya elocuente,
ya tímido, ya esquivo,
si es martirio y veneno,
¿Cómo es apetecido?
el murado recinto
de esta sacerdotisa
guardaban escondido.
si todo lo penetran
Leandro enamorado,
resuelto y atrevido,
prometiendo himeneos
nocturnos y furtivos…
El joven en la playa,
arrojando el vestido,
y alternando de brazos
y pies el ejercicio,
el ímpetu marino…
a infaustos precipicios,
a esfuerzos repetidos,
afierra de la arena
el suelo movedizo.
de susto y regocijo.
insólito camino.
tu conductor ha sido?“
y a la torre le guía,
aliviando el prolijo
brazos entretejidos.
Entretanto Himeneo,
el astro matutino,
ya volvía Leandro
a su confín nativo.
en tenebroso Olimpo.
Éolo, su caudillo…
el mar, y ya calmados
cediendo a su destino,
si de otra morimos?“
Dijo, y de su arrestado
amante desvarío
impelido, se arroja
al mar embravecido.
Y a pesar de su furia,
Pero ya se redoblan
y al Tártaro contiguo!
Agotadas las fuerzas,
de la pálida muerte
el bárbaro cuchillo,
trémulo y semivivo,
es decreto preciso,
no a la ida, a la vuelta
al ruego oídos
y le sepultan dentro
de su profundo abismo.
Entonces, exhalando
el último suspiro,