"Yo dejé de luchar contra mis prejuicios acerca de las modelos, y me
propuse no ceder nunca más a la compasión. Para conquistar el
primero de estos propósitos apenas tuve que vencer obstáculo alguno –aunque a veces ni yo misma me lo creía del todo, Eva encarnaba meticulosamente el resultado de lo que parecía-, pero en el segundo fracasé casi de inmediato, porque su aplomo no sobrevivía más allá de los estudios fotográficos y los talleres de los modistos, y nadie habría podido reconocer a una top model internacional camino del estrellato definitivo, en el pajarito miedoso, encogido y asustado que se me pegó a los talones al bajar del avión en Nueva York, y no me dejó sola un instante ni para ir al baño. -Es que me da cosa que alguien me diga algo -me explicó-, como no les entiendo… -Pues no contestes." Fragmento del cuento “Modelos de mujer” de A. Grandes