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DECLIVE DEL BIPARTIDISMO Y EMERGENCIA DE

LOS NUEVOS PARTIDOS


Un análisis del mapa electoral en las capitales de provincia
tras las elecciones generales de 2015
Por
Alejandro Tirado Castro
INDICE
1. Introducción .................................................................................................................. 3

1.1. Concepto de volatilidad electoral .......................................................................... 5

2. Metodología .................................................................................................................. 7

3. Análisis de los resultados. ............................................................................................ 8

3.1. Análisis de los datos de volatilidad en las elecciones generales de 2015.............. 8

3.2. Pérdida del bipartidismo ...................................................................................... 11

3.3. Podemos y Ciudadanos: los partidos emergentes y sus datos electorales ........... 11

3.4. Las aproximaciones explicativas de la volatilidad y pérdida del bipartidismo ... 12

4. Conclusiones............................................................................................................... 13

5. Bibliografía ................................................................................................................. 14

ANEXO I. Mapas de volatilidad .................................................................................... 15


1. Introducción
El mapa electoral en España ha experimentado un notorio cambio tras las elecciones
generales de 2015. En las elecciones europeas de 2014 ya se presenció el impacto
político y mediático de la emergencia de un nuevo partido como Podemos que ha
conducido a un nuevo panorama en la escena partidista del país. Así, durante 2015, se
han sucedido hasta cuatro elecciones que han transformado por completo el panorama
político-electoral español, acabando con el escenario de bipartidismo dominante hasta
entonces. Desde las elecciones de 1982, la democracia en España se ha caracterizado
por un bipartidismo estable entre dos grandes partidos políticos que cooptaban la mayor
parte del electorado español: el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido
Popular (PP). De hecho, ambos partidos políticos llegaron a obtener hasta un 85% de
los votos en las elecciones de 2008, como se puede observar en la Cuadro 1. Este
escenario político se explicaba a través de la moderación de las ideologías, la fórmula
D’Hondt que beneficiaba a los grandes partidos a pesar de ser un sistema proporcional,
y una competición centrípeta entre los partidos políticos. Así, por ejemplo, se explica el
bajo nivel de volatilidad electoral que ha tenido España desde sus inicios democráticos
tras el periodo dictatorial, que de media ha sido 13,4 (Medina, 2015).

CUADRO 1. Volatilidad, Desproporcionalidad, bipartidismo y participación electoral en España (1977-2015)


Elecciones 1977 1979 1982 1986 1989 1993 1996 2000 2004 2008 2011
legislativas
Volatilidad Total - 11,1 43,4 12,8 8,9 11,2 5,7 8,8 10,9 4,9 16,4
Volatilidad - 2,7 5,9 2,2 1,6 2,4 1 6,8 8,2 1,1 6,0
Interbloques
Volatilidad - 8,4 37,5 10,6 7,3 8,8 4,7 2,1 2,6 3,9 10,5
Intrabloques
Desproporcionali- 10,1 10,6 8,0 7,2 9,4 7,1 5,4 6,1 4,3 4,5 6,9
dad
Suma del 63,9 65,5 74,8 70,5 65,8 74,1 77,2 79,9 81,6 84,7 74,4
bipartidismo
(PSOE y PP)
Participación (%) 78,03 68,04 79,97 70,49 69,74 76,44 77,38 68,71 75,66 75,32 71,69

Fuente: Medina, 2015, p. 8 y elaboración propia en base a los datos del Ministerio del Interior
Pese a ello, en la escena política han ido surgiendo temas de suma importancia como la
recesión económica, la crisis independentista en Cataluña, o los casos de corrupción en
los dos grandes partidos en España que han castigado la estabilidad del sistema político
español. Ya en 2011, las políticas de austeridad y el descontento generalizado por el
gobierno del Partido Socialista, presidido en ese momento por Zapatero, dieron como
resultado la expulsión en el gobierno de este partido político, dejando su lugar al Partido
Popular quien, en estos cuatro años de legislatura, ha castigado igualmente con recortes
a la población a cambio de ayudas a la banca privada que se encontraba en quiebra en
España, incluso contradiciéndose e incumpliendo las promesas electorales con las que
accedieron al poder (Medina, 2015). Finalmente, se llega a los resultados de las
elecciones generales de 2015 donde el voto al PP y al PSOE, que desde 1989 había ido
afianzándose en el sistema electoral acaparando tres cuartas partes de los votos, se ha
visto reducido hasta el 51%, en medio de un inusitado y nuevo contexto de pluralismo
partidista producido por la aparición de Podemos y Ciudadanos, con porcentaje de votos
superiores al 33% entre las dos fuerzas. Hay que resaltar que estas transformaciones no
se hubieran conformado con tanta fuerza si no fuera también porque, tanto Podemos
como Ciudadanos, han ocupado dos partes diferentes del campo ideológico: mientras
que Podemos ha abanderado el cambio en la política desde una perspectiva de
izquierdas, castigando duramente al PSOE; Ciudadanos ha conseguido por su parte
arrebatar votos de una fuerza política muy cohesionada en la derecha ideológica como
es el Partido Popular, así como se ha ido expandiendo hacia la centralidad del tablero.
Con todo ello, se presentará a continuación la problemática de la investigación a tratar
en relación a las transformaciones que se han producido en el campo político-partidista.

Ante este panorama de tanta volatilidad y fragmentación política que se abre a nivel
estatal tras las elecciones de diciembre de 2015, en esta investigación se pretende
presentar un mapa electoral (a nivel de capitales de provincia) donde se refleje la
distinta incidencia de este proceso de cambio, encontrar dónde ha quedado más
reducido el bipartidismo. De ahí radica la importancia de la utilización del índice de
volatilidad electoral, a través del cual podremos calcular las transformaciones en el
escenario electoral, para más tarde realizar un análisis con el que se pueda adentrar, con
mayor profundidad, en los factores decisivos y explicativos. Este trabajo no sólo se
centrará en conocer cómo y dónde se ha producido el cambio electoral en España - a
través de la realización de un mapa electoral-; sino que, para ir más allá del ámbito
puramente descriptivo, se utilizarán diferentes variables de carácter demográfico, socio-
económico, electoral-político y de opinión de los ciudadanos para completar la
indagación en esta temática, siempre teniendo en mente la posibilidad de posibles
falacias ecológicas en el estudio, es decir, errores de investigaciones provocados por la
asunción de que las correlaciones a nivel agregado se reproducen a nivel individual con
el mismo efecto. Asimismo, este enfoque a nivel municipal resulta poco frecuente en los
estudios de comportamiento electoral, más dirigidos a la comparación entre países, por
lo que supone una novedad a la hora de la explicación del cambio del voto. Nuestra
atención se centrará en el estudio de un campo concreto como son las capitales de las
distintas provincias españolas. La realización del estudio a nivel municipal puede
resultar de especial relevancia por varios motivos. En primer lugar, como se ha indicado
con anterioridad, la escasa frecuencia de este enfoque a nivel municipal en los estudios
de comportamiento electoral, más dirigidos a la comparación entre países y a la escasa
preocupación por los aspectos más específicos de cada una de las poblaciones, supone
una novedad a la hora de la explicación del cambio del voto. En segundo lugar, se han
tomado las capitales de provincia únicamente ya que poseen dinámicas no
contradictorias como así pudiera ocurrir con el conjunto de la provincia o de la
Comunidad Autónoma, así no se incurre en falacias provocadas por la diferencia entre
el voto urbano y el voto rural; y, por último, cabe recordar que en las principales
ciudades de España como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz y otras tantas,
durante las elecciones municipales, ya se ha producido esa volatilidad del voto.

1.1. Concepto de volatilidad electoral


Desde su inicial conceptualización en 1979, la volatilidad electoral se ha postulado
como un objeto de estudio y de especial relevancia en el ámbito de las ciencias sociales,
especialmente en la sociología y en las ciencias políticas. El concepto lleva consigo el
interés por el reciente cambio político que se estaba produciendo durante la década de
los setenta. Tan sólo habían pasado unos años desde que Rokkan y Lipset (1967)
conceptualizarán los clivajes o cleavages, que se podían definir como las divisiones de
la sociedad en distintos grupos sociales en base a diferentes áreas o ámbitos –religión,
clase social, rural/urbano, centro/periferia- lo cual provocaba la identificación de los
individuos con los distintos partidos políticos; de ahí su importancia explicativa como
determinante del voto. En este sentido, la identificación de la población con los partidos
políticos aseguraba el voto hacia éstos, y muy pocos votos se escapaban a esta lógica.
No obstante, el panorama político se empezó a desquebrajar durante los años setenta: las
características sociales o ideológicas de la población dejaron de marcar el voto ya que
éstos votaban indistintamente a un partido o a otro, especialmente a partidos de bloques
contrarios con los que se sentían identificados; así los ciudadanos optaban por otras
opciones partidistas y la relación entre los partidos de masa (Referencia) y los votantes
fue desquebrajándose (Pedersen, 1979). En este momento de debilitamiento de los
clivajes, los partidos políticos adoptaron, igualmente, nuevas estrategias que les
acercarán al llamado votante mediano, debido a la heterogeneización de las bases de los
partidos políticos y a la sustitución de temas de interés público por otros más
novedosos. Esta situación está ampliamente explicada por el paso de una sociedad
industrial a una sociedad post-industrial, en la que se priman nuevos valores sociales
como el ecologismo y el feminismo, hay cierta debilidad de las estructuras políticas
esenciales en la vida civil como los sindicatos, el sector servicios toma especial
relevancia en las economías occidentales, y el nuevo electorado parece ser más capaz de
evaluar la información pública y/o partidista ofrecida y tener una mentalidad más crítica
(Chuliá, 2007). Precisamente, Martin (2013) presenta que un escenario donde la lealtad
partidista de la población sea menor, los votantes no tendrán tan claro a quién votar y,
por ello, la volatilidad electoral tendrá mayor impacto en los resultados electorales. A la
postre, no cabe duda que la volatilidad electoral es un indicador más de los cambios
sociales y políticos que se están produciendo en un país, y no tanto como un síntoma de
inestabilidad política, ya que la no existencia de esta volatilidad podría significar
cartelismo por parte de los partidos gobernantes. (Dassonneville et Hooghe,
2011)(Powell et Tucker, 2014); aunque también hay autores que indican la dificultad de
los partidos a adquirir compromisos con la ciudadanía a medio y largo plazo debido a la
incertidumbre del voto de los ciudadanos, que obliga a los partidos a tomar estrategias
cortoplacistas (Birch en Ruiz Rodríguez et Otero Felipe, 2014).

Menor es la literatura dedicada al perfil del votante flotante, que no sólo toma este
nombre, sino que también se encuentra como swing voter (Boyd, Butler, Stokes,
Campbell, Keith en Queralt, 2008) o votante cambiante o fluctuante (Piedras de Papel,
2015). Al igual que el concepto matriz, el votante flotante es todo aquel elector que ha
emitido un voto a dos partidos diferentes en dos elecciones consecutivas del mismo
nivel. Esto deja fuera del concepto a los abstencionistas, a quienes tienen un voto fiel o
incondicional a un partido en específico, y también la idea de identificar a los votantes
flotantes como aquellos que dicen que van a votar a otro partido que no fue el que votó
en la anterior ocasión en una encuesta (Queralt, 2008). Para los partidos políticos resulta
esencial conocer la cantidad de votantes flotantes que existen en una sociedad: donde
concurra mayor cantidad de votantes flotantes, los partidos podrán poner en juego
mayor cantidad de estrategias con el objeto de desactivar a los votantes de los partidos
contrarios y atraerlo a su propio partido, como por ejemplo, a través de la selección de
los candidatos y su opinión dentro de la ciudadanía (Piedras de Papel, 2015).
De vuelta a la conceptualización, la volatilidad electoral se entiende como las
transferencias de votos que se producen en un sistema electoral y que dan como
resultado transformaciones en la escena de los partidos políticos. Esta primera
conceptualización de Pedersen (1979), puede quedarse algo corta por lo que se utilizará,
en este trabajo, otra más actual presentada por Anduiza y Bosch (2012) que toman la
volatilidad total como el cambio de resultados entre una elección y otra sucedida en el
tiempo, ambas de mismo nivel –general, autonómica o municipal-, y se presenta con la
siguiente fórmula:

V1  Porcentaje de un partido obtenido en una elección


V2  Porcentaje del mismo partido obtenido en la siguiente elección

2. Metodología
Para el desarrollo de este trabajo, se utilizaran datos de fuentes secundarias con las que
se trabajarán y, posteriormente, se analizarán para obtener las conclusiones finales.
Inicialmente, la información que nos interesa recoger es aquella relativa a las elecciones
generales de 2011 y 2015 en todas las capitales de provincia a través de los datos
oficiales de la página web del Ministerio del Interior, con el objeto de trabajar en el
índice de volatilidad electoral realizando la diferencia entre una elección y la otra.
Debido a la gran cantidad de partidos que suelen concurrir a las elecciones, solo se
tendrán en cuenta por separado todos aquellos partidos que hayan obtenido en la ciudad
al menos un 3% de los votos, en caso contrario, serán agrupados bajo la etiqueta de
“Otros”. Una vez presentado lo que será la variable dependiente del estudio, a
continuación se dispondrá toda la información referente al resto de indicadores de la
investigación que conformarán el conjunto de variables independientes y explicativas,
relacionadas con los datos de encuesta preelectoral del CIS, previo a las elecciones.

De igual manera, cabe recalcar que algunas de estas variables independientes se


mostrarán bajo una naturaleza más estructural que coyuntural, es decir, se presentará los
datos de la media, no así los porcentajes actuales, ya que alegamos que este cambio
político no ha sido espontáneo, sino más fruto de un proceso o una tendencia social y
política. En base a ciertos indicadores se realizarán análisis de cruce de variables en los
que se intentará conocer la correlación explicativa entre las variables independientes
con las dependientes, así como análisis en los que se pueda conocer qué factores
influyen más que otros en la volatilidad electoral.
3. Análisis de los resultados.
A continuación, se presentarán los resultados que se han obtenido tras la explotación de
datos de diferentes fuentes para esta investigación. Este apartado estará dividido en dos
partes. En primer lugar, se presentarán los datos de volatilidad en las diferentes ciudades
para la comparación entre las zonas y, posteriormente, se comparará con los resultados
de volatilidad que se dieron en las anteriores elecciones de 2011. Igualmente, se tratará
a través de una gráfica el declive del bipartidismo en cada una de las ciudades, haciendo
también hincapié en el cambio del número efectivo de partidos que se ha dado en cada
una de ellas a nivel electoral y que servirá como valor distintivo del retroceso de las dos
fuerzas políticas, PP y PSOE. Se cerrará este apartado descriptivo con el análisis de la
variabilidad de la abstención entre la media de las dos elecciones pasadas y las actuales.
Finalmente, hay que tener en cuenta el hecho de que se diferenciará entre ciudades en
las que se ha producido una mayor volatilidad y una menor volatilidad. Aún así los
niveles de volatilidad en todas ellas, en comparación con los resultados previos, son
indubitablemente altos; pero para favorecer la comparación y el estudio se utilizará esta
división.

3.1. Análisis de los datos de volatilidad en las elecciones generales de


2015
En Cuadro 2, se presenta en la segunda columna los datos de volatilidad total calculados
en cada una de las capitales de provincia. En estas elecciones generales, se ha obtenido
una volatilidad total de 34,59, el segundo mayor nivel de volatilidad en unas elecciones
en España después de las elecciones de 1982 que supuso el cambio de gobierno hacia el
PSOE de Felipe González. Sin embargo, esta cifra duplica el porcentaje de votos que se
movieron en las pasadas elecciones de 2011, y sale completamente de la tónica general
que seguía el cambio de voto en España.

Las ciudades que con mayor intensidad han acusado este cambio electoral han sido
principalmente cinco: Palmas de Gran Canaria (42,64), Tarragona (42,27), Cádiz
(42,01), Alicante (41,07), y Palma de Mallorca (40,99), todas ellas por encima de los 40
puntos en volatilidad. Sin duda, en las capitales de provincia de las Comunidades
Autónomas de Cataluña, Aragón, y Valencia han sido donde más se ha concentrado la
volatilidad, y cabe destacar que en estas tres regiones, a excepción de Girona, se ha
obtenido una alta volatilidad en comparación al resto del país. Además, se deben tener
en cuenta también en este grupo otras ciudades como Málaga, Zaragoza, Oviedo,
Murcia, Soria, La Coruña, Logroño, y la capital del país, Madrid. En el otro lado, las
capitales de provincia que han obtenido en la volatilidad total menos de 30 han sido:
Girona, Melilla, Palencia, Pamplona, Bilbao, Jaén, Cuenca, Lugo, Badajoz, Ávila, y
Ourense. En este caso, no se ha aglutinado este menor nivel de volatilidad en alguna
región en especial, sino que se ha dado a lo largo de todo el mapa español, con claras
diferencias entre cada una de las capitales de provincia.

Fijándose en los datos de volatilidad de 20111, se puede llegar a comprender porque en


las capitales de provincia de Aragón y Cataluña se producen estos significativos
cambios electorales. Debido a la alta inestabilidad del voto en estas regiones, las
lealtades partidistas se muestran muy mermadas, y los electores son altamente
susceptibles de hacer cambios en su voto en las futuras elecciones; cambios que se han
repetido en las elecciones generales de 2015. Sin embargo, altos niveles de volatilidad
pueden suponer asimismo menores niveles en las siguientes elecciones. Este es el caso
de Girona, o más aún, de Pamplona, que a pesar de tener uno de los niveles de
volatilidad más altos en las elecciones de 2011 con 31,99 puntos, en las elecciones de
2015, tan sólo alcanza en su volatilidad total el 29,15. Este efecto podría explicarse en
base de que al haberse producido con anterioridad dicho cambio, los electores fijan sus
posturas y deciden no volver a cambiar su voto en las siguientes elecciones. Igualmente,
en las elecciones de 2011, se muestra un conjunto de ciudades en el centro del país que
indican ser un núcleo duro en lo que a lealtades partidistas se refiere, en donde se
produce una volatilidad muy por debajo de la media del país en dichas elecciones. No
obstante, comparándose con el mapa electoral de 2015, se observa cómo se produce una
disgregación de ese grupo: mientras Madrid, Soria, y Logroño aumentan
cuantiosamente sus niveles de volatilidad; Ávila, Cuenca, y Palencia se encuentran entre
las capitales que menor cambio electoral sufren en relación con el conjunto. En general,
en la comparación entre mapas electorales, se presentan muchas otras ciudades que han
acusado la volatilidad en estas elecciones pasadas, y resulta extraño encontrar alguna
que haya quedado indiferente tras estas elecciones y la aparición de los nuevos partidos.

CUADRO 2. Volatilidad, pérdida del bipartidismo y número efectivo de partidos en las


elecciones generales de 2015

1
Este párrafo hace referencia al ANEXO I. Mapas de volatilidad.
Municipio / Capital de Volatilidad % pérdida de
NEPE
provincia (2011-2015) bipartidismo
Albacete 34,77 23,26% 4,15
Alicante 41,07 27,79% 4,39
Almería 32,84 24,48% 4,12
Ávila 30,98 20,64% 3,87
Badajoz 30,94 21,60% 3,79
Barcelona 37,68 21,12% 5,96
Bilbao 29,83 16,66% 5,29
Burgos 34,25 23,98% 4,25
Cáceres 34,57 24,29% 4,07
Cádiz 42,01 29,36% 4,36
Castellón de la Plana 39,81 30,08% 4,41
Ceuta 31,10 18,24% 3,40
Ciudad Real 31,50 20,50% 3,83
Córdoba 32,36 23,76% 4,38
Cuenca 30,63 20,29% 3,91
Girona 26,37 16,97% 5,73
Granada 33,83 22,84% 4,05
Guadalajara 34,31 22,56% 4,11
Huelva 34,02 23,90% 4,43
Huesca 37,51 25,66% 4,69
Jaén 29,98 21,63% 3,92
La Coruña 35,36 25,51% 4,01
Palmas de Gran Canaria 42,64 31,21% 4,44
Lleida 38,35 19,43% 6,58
León 32,62 25,61% 4,21
Logroño 35,30 25,76% 4,21
Lugo 30,78 25,07% 4,02
Madrid 38,24 24,53% 4,28
Málaga 37,74 28,07% 4,74
Melilla 26,99 23,50% 3,42
Murcia 36,45 26,59% 3,83
Ourense 31,00 22,76% 3,95
Oviedo 36,84 26,72% 4,38
Palencia 28,94 23,27% 4,12
Palma de Mallorca 40,99 31,66% 4,86
Pamplona 29,15 12,85% 5,16
Pontevedra 33,54 22,28% 4,24
Salamanca 31,61 22,43% 3,83
San Sebastián 32,89 17,20% 5,71
Santa Cruz de Tenerife 34,57 23,63% 5,17
Santander 34,37 21,05% 4,02
Segovia 34,46 23,73% 4,27
Sevilla 34,16 23,01% 4,35
Soria 36,42 26,80% 4,37
Tarragona 42,27 24,64% 6,11
Teruel 34,79 24,67% 4,22
Toledo 33,24 22,45% 4,01
Valencia 37,74 28,63% 4,36
Valladolid 32,87 22,81% 4,28
Vitoria 34,01 19,02% 5,71
Zamora 33,93 26,62% 4,32
Zaragoza 39,50 25,80% 4,76
ESPAÑA 34,59 22,66% 4,96
Fuente: Elaboración propia en base a los datos del Ministerio del Interior

3.2. Pérdida del bipartidismo


Ya por 2011, se pudo atisbar cierto declive de los dos grandes partidos: mientras que en
2008 habían conseguido entre el PSOE y el PP el mayor porcentaje de votos en la
historia de la democracia (85%); en las posteriores bajarían hasta niveles de 1993,
perdiendo hasta once puntos porcentuales (74%). Este escenario de crisis política
paulatina corría a la par de crisis económica que afectaba, y sigue afectando, al país,
atisbándose de esta forma una ventana de oportunidad para que otros partidos
capitalizaran a los votantes disconformes. De hecho, así ha ocurrido. En las elecciones
de 2015, con la entrada de Podemos y Ciudadanos en el Congreso de los Diputados, el
bipartidismo ha perdido en España hasta un 23% de los votos, obteniendo el resultado
más bajo en la suma de ambos partidos en la democracia. Otro indicador distintivo de
este declive bipartidista resulta ser el número efectivo de partidos (NEPE). De esta
manera, se ha pasado de un sistema político de dos partidos y dos medios (NEPE 2011
= 3,31) a un multipartidismo centrífugo (4’96); esto es, en 2011, se observa la evolución
de un sistema de partidos bipartidista acompañado de dos partidos pequeños con menor
fuerza política en el Parlamento, a un sistema de cuatro partidos con suficiente fuerza
para controlar los pactos de gobierno y de leyes que se vayan ofreciendo en el
Congreso, unido a un conjunto de otros partidos con menor representación también
determinantes según qué casos.

3.3. Podemos y Ciudadanos: los partidos emergentes y sus datos


electorales
La especial importancia de los dos nuevos partidos emergentes se basa en el hecho de
que nunca antes el tercer y el cuarto partido habían obtenido tantos votos ni tanta
representación en la democracia desde 1977. Podemos, junto a sus confluencias, se
postuló como la tercera fuerza política obteniendo 20,66% de los votos escrutados y con
69 diputados en el Congreso de los Diputados; mientras que Ciudadanos, en cuarta
posición, contó con un 13,93% de los votos y 40 diputados.

En primer lugar, cabe atender a los datos sobre el paro, dándose lugar a similares
escenarios tanto en las capitales que ha quedado Podemos por encima como en las que
Ciudadanos ha conseguido mayores apoyos. Así, exceptuando el caso del paro en el
sector industrial en donde aparece una diferencia de casi 5%, el resto de datos sobre el
desempleo no arrojan una diferenciación clara entre uno y otro caso. No ocurre así con
los indicadores de la dimensión electoral. En este caso, Ciudadanos se ha postulado
como el ganador en aquellas ciudades con mayor estabilidad electoral en las anteriores
elecciones: el valor medio de volatilidad es 3 puntos más bajo que el de las capitales de
provincia en las que Podemos ha quedado por encima, y el número efectivo de partidos
da lugar a un sistema de dos partidos y medio (2,5). En el campo de la magnitud, se
observa cómo Podemos ha ganado en aquellas provincias en donde se ponen en juego
mayor número de diputados.

En cuanto a las opiniones de los ciudadanos, las diferencias entre los votantes de los
municipios tendentes a Podemos y a Ciudadanos se han hecho más evidentes. En un
primer momento, la ideología marca una clara diferencia; en las ciudades con una
tendencia hacia la izquierda (4,78) ha salido como ganador Podemos, mientras que
Ciudadanos lo ha conseguido en ciudades más de derechas (5,20), correspondiéndose
así esta media con la ideología principal de los partidos. La valoración de los candidatos
también varía entre unas ciudades y otras. Rajoy, Sánchez, y, en menor medida, Rivera,
obtienen valores más bajos en aquellos municipios tendentes a Podemos, no ocurriendo
así con Pablo Iglesias que ve aumentado la aprobación de la población en estos
municipios. Por el contrario, en los municipios más partidarios de Ciudadanos, estos
tres candidatos obtienen mejores resultados, mientras que Iglesias queda relegado a un
último lugar separado por casi poco más de un punto. Con todo, son los ciudadanos de
las capitales tendentes a Ciudadanos quienes tienen una opinión más crítica en las
materias de empleo, educación, sanidad, y economía, que los de Podemos. Por último,
caben destacar que en las ciudades en las que Podemos ha obtenido mayor número de
votos suelen ser donde mayor número de protestas se han realizado, mientras que
Ciudadanos obtiene ventaja en aquellas ciudades donde alguno de los candidatos ha
organizado un mitin para los votantes.

3.4. Las aproximaciones explicativas de la volatilidad y pérdida del


bipartidismo
Por último, se tratará en este análisis el discernimiento de qué factores han influido más
significativamente sobre la volatilidad electoral y la pérdida del bipartidismo en estas
elecciones pasadas; para así, corroborar las hipótesis planteadas en estas investigación.
Tratando como variable dependiente la volatilidad electoral, se saca como conclusión de
que no se da ninguna dimensión que tenga especial impacto sobre la volatilidad, sino
que, por el contrario, de cada una de las dimensiones hay dos o tres factores que
influyen significativamente sobre la variable dependiente. No obstante, las correlaciones
significativas tampoco alcanzan valores muy altos, es decir, no se puede hablar de
fuertes correlaciones entre los factores que se pueden considerar por encima del nivel de
significación del 95%. Con todo esto, se observa que las variables Tamaño de la
población (R2=0,297), % de paro juvenil (-0,339), Paro en la construcción (0,269),
Magnitud del distrito (0,367), Mítines (Diferencia entre medias), y Indicador de protesta
(0,387), han sido los indicadores que más afectan sobre la variable volatilidad. Por otro
lado, lo mismo ocurre con la variable dependiente de pérdida del bipartidismo en tanto
en cuanto no hay una dimensión que sea especialmente relevante a la hora de explicar
este declive, sino factores de cada una de ellas. Paro en la construcción (0,312),
Volatilidad en 2011 (-0,298), Número efectivo de partidos en 2011 (-0,400), Ideología
(0,293), Opinión sobre Rivera (0,405), y Mítines (Diferencia entre medias) resultan ser
las variables independientes que más han afectado a esta pérdida de votos de los dos
grandes partidos en España.

4. Conclusiones
No hay duda que las elecciones generales de 2015 han marcado un hito en la historia de
la democracia española, llegando hasta el punto que se ha dado un Parlamento tan
dividido, en términos de partidos políticos, que ni siquiera se ha llegado a un acuerdo
entre las diferentes fuerzas. En estas elecciones, tanto el Partido Popular como el PSOE
han sufrido electoralmente, tal y como se ha visto en los datos, llegando su suelo de
votantes hasta límites antes desconocidos para ambas fuerzas. Con ello, se podría
afirmar que estos comicios han supuesto una caída severa del sistema bipartidista
español, que no significa que no vuelva a aparecer en una “segunda vuelta” o en futuras
elecciones. Sin embargo, este declive ya puede indicarnos un periodo democrático
nuevo: no sería muy arriesgado pensar que los partidos se verán forzados a pactar con
un mayor número de fuerzas políticas para poder llevar a cabo sus iniciativas
legislativas, al igual que todo gabinete que salga será más vulnerable ante un parlamento
tan dividido lo que provocará un cambio en las tornas en el que el legislativo gane más
poder ante el ejecutivo.

Referente al comportamiento electoral, resulta significativo que dentro de la dimensión


socioeconómica solo haya afectado el paro en la construcción como variable
independiente en la volatilidad electoral, lo que puede indicarnos que realmente la crisis
ha tenido sus consecuencias políticas sobre un sector de los trabajadores que se ha visto
manifiestamente desolado por el “crack inmobiliario”. Igualmente se pueden añadir
otros factores que, en la literatura se han tratado con gran profundidad, como es el caso
de la magnitud del distrito como efecto psicológico en el voto. No obstante, factores
clásicos en la literatura como valoración del estado de la economía no han llegado a
tener tanto impacto como, por ejemplo, las valoraciones de los candidatos o los mítines
que se hayan dado en cada una de las ciudades.
5. Bibliografía2
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Chuliá, E. (2007). Elecciones para elegir. En S. Aguilar y E. Chuliá, Identidad y


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partidos (Vol. 51). Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

2
Perteneciente solo al trabajo presentado para Congreso FES
ANEXO I. Mapas de volatilidad
FIGURA 1. Mapa de volatilidad de las elecciones de 2011

Fuente: Elaboración propia en base a los datos suministrados por el Ministerio del Interior

FIGURA 2. Mapa de volatilidad de las elecciones de 2015

Fuente: Elaboración propia en base a los datos suministrados por el Ministerio del Interior

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