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LA LEI DE 17 DE MAYO DE 186~,


SOBRE

INSPECCION DE CULTOS.

IMPB.BN'rA CONS'IlTUGIONAL-l'OR. NICOLAS PONTON.

BI8liOTECA NACIONAL
SALAS GEHRAlES
s.tti
LA LEI DE 17 DE MAYO DE 1~64,

SODlm INSPECCION DE CULTOS •

.... --
Nosotros habiamos sostenido de palabra i por
escrito que la lej famosa de 23 de abdl no seria
~lel'ogada SiLlO para reemplazarla por otra, que di-
Jera lo mismo en diferentes términos; j por des-
graeia la lei de 17 de mayo ha venido a justificat'
nuestros \)I'onóstieos i a bul'lal' las esperanzas de
los que, apesar de tantos desengaños dolorosos i
tantas befas humillantes i esearn.ecedoras, no quie-
ren conocer a los enemigos dc Dios, ni comprender
la tendencia fUllesta de los ministros de la sina-
goga de Satanas, contra la verdadera Iglesia ele
Jesucristo.
COIl la lci de 17 de mayo del corriente año la
cuestiou reljiosa queda ctl el mismo estado, si uo
peOl', que el que tenia con la leí de 23 de abril; i
• .Ia Iglesia de Dios es cn Colombia irrevocablemcnte
condenada a Iq destruccion i a la muerte. Todo
lo que se ha escrito con relacion a la inseonstitu-
cion~lidac1, injusticia, nsurpacioll e impiedad de
la 1m de 23 de abril, es aplicable rigurosamente a
I,a lej de 17 de mayo; pOl'que ámbas son en el
f?ndo una misma cosa con la insignificante difel'en-
cm dc que la últirna no exijc pOI' ahora el juramen-
to a todos Jos Sacerdotes siu escepcion; pcro de
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. esto ¿ qué bien, ni qué ventaja l'e~ultau a la Jgle-
sia? Nada absolutamente, i vamos a demostrarl()
en unas pocas observaciones, sin hace!' un análisis
detenido de cada uno de los artículos de la lei de
17 de mayo; porque, como hemos dicho, elJa
contiene en el fondo lo mismo que lalei de 23 de
abril, que hu sido suficientemente analizada, dis-
cutida, juzgada i convencida por la iutelijencia i
por la buena fé, de ser una Jei atrozmente injusta,
inmoral, impía i atentatoria contra los mas sagl'a-
dos derechos e intereses de la Nacion católica.
La lei de 17 de mayo contiene, como la de 23
de abril, los impíos decretos de tuicion, desumor-
tizacion, estincion de comunidades, i las hel'éti-
cas doctl'inas pOI' las cuales el Gobierno uSUl'pa
para sí el derecho de inspeccil>nar el culto católico,
de atacal' la libertad e independencia de la Iglesia
i su disciplina, de lejislar en materias que son de
]a competencia de ésta, de rechazat'la intel'vencion
directa e indirecta del Sllmo Pontffice en el Go-
bierno de ésta Iglesia, dislocando así el edifici()
por la separaciou de su Piedra fundamental; i,
por último, exijiendo a los Obispos i demas Pre-
lados el mismo juramento de la lei de 23 de abril,
i en el mismo caso, por las mismas causas i con
el mismo fin. 1 ¿ pueden los Obispos, los Vical'jos
jenerales, los Vical'Íos capitulares en Sede vacante,
]os Vicarios foráneos i algunos Curas i Sacerdotes
que, por especial comisiou de sus Prelados pueden
ejercer potestad sobre otros c1él'igos; pueden re-
petimos, prestar el sacrílego e inicuo juramento
que se les exije? No pueden, ni deben, ni querrán
efectuar ese acto de alta tmicion a la Iglesia, a su
propia conciencia, a su sagrado ministerio i al alt()
puesto en que la m~lllO de Dios los pusiera en el
mundo.
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¿ Cuál es, pues, la sitl1i1cion tan ventnjosa i fa-
YO,rable que ba adquil'ido la Iglesia con ei ?(~veni­
mIento del nuevo minist.erio i con la apanclOn de
la nueva lei? Nosotros no hcmos visto, ni ,'cmos
otra cosa a vi¡'tud de la leí de 17 de mayo, que
una Iglesia sin Cabeza SiD unidad, sin Pastol'es,
sin disciplina, sin ó¡'d~n i unos Cm'as i Sacerdotes,
que ejerzan por su propia cuenta, o mejor dicho,
que profanen el ministerio santo, i fiombres de
Dios, Sacerdotes del Altísimo I ¿ No comprendeis
que os toleran por ahora para que suministreis al
llueblo la copa de veneno que dá la muel'te, con
esas mismas manos que fueron unjidas con el óleo
santo, que simboliza la salud i la vida? ¿ No veis
'1ue os sufren para que seais testigos de las ruinas
del Santuario, i presencieis, sino condo]ol'i remor-
dimiento, al ménos coa degradacion i vergüenza,
la ultima despedida que haga de ésta tierra la t'gle-
sia en cuya defensa prometisteis sacrificarlo todo
))asta la vida, i cuyo juramento pronunciasteis
ba.io la mirada de Dios, a la luz de las antorchas
dcl Tabernáculo i al pié de los altares que os han
comunicado su honor i su grandeza? ¿No veis,
en fin, que os dejan por unos dias mas para que
sirvais de burla i de escarnio al pueblo soberano?
No sabemos qué puedan los Curas i demas Sa-
Cerdotes enseñar al pueblo" cuando pOI' el artí-
culo 3. o de la leí de t 7 de mayo se les prohiba
p¡'omulgar, hacer cumplí¡' i cumplir ellos mismos .....J

los mandatos i disposiciones del Romano Pontífi-


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ce, de los Concmos jenel'ales de la Iglesia i hasta 0"'"


de los P¡'elados; porque la lei no dice, quc los :c ""
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funcionarios cuyas disposiciones se prohibe cum-
plil' sean estl'añjrros, sino que residan en país es-
t¡'anjel'o; i como los PreladOS que no pueden, ni
deben pl'cstm' el juramcnto tienen por el mismo
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hecho qucresidi.' en el estranjel'O, se sigue que no


pueden hacel' oír su voz i sus mandatos al rebaño
confiado a su custodia i enseilanza,
Hasta la suprema potestad que tiene la Iglesia
para castigar con censuras a los miembros de su
gremio, que se hagan dignos de ellas, queda anu-
lada por el artículo 3. o de dicha leí. Apénas
puede creerse que a tal grado llegue el jéllio inva-
sor i el espíritu de usurpacion de los que, pOI' una
ironía insultante se apellidan libertadores de un
gran pueblo. ¡ Pero de esto i mucho mas es digna
la Nacion que quiere sufrirlo!
Sirvan de aviso al Clero i al pueblo católico es-
tas •.breves observaciones, miéntl'as (Iue nos ocu-
parnos ele cxaminar uno por uno los artículos de la
lei a la luz del Evanjelio, de los cánones, de la his-
toria i sobre todo, el resplandor fatídico e infernal
que suministran las obras, la mala Ié i la histoda
colectiva e individual de) partido que ha usurpado
el poder público, ele los hombres que han sancio-
- nado la lei i de los quc estan llamados a ejecutarla.
lor lo demas, auuque tarde, debería hacerse
abora lo que habria sido eficaz i concluyente en un
principio: un entredicho jeneral a todas las Igle-
sias i oratorios i una prohibicion absoluta i bajo
todos los rayos mas poderosos de la Iglesia, hecha
a todo Sacerdote de ejercer ninguna fuucíon sacer-
dotal pública, ni privadamente, El pueblo calla i
- parece abatido por no despertar la imájen amable
i divina de In Relijion, que duerme tl'anquila i
amorosa en el seno de su corazoll; pero ese pueblo
es cuerdo i católico todavía; es magnánimo i va-
liente i lo sefá siempre: él sabl'á qué hace en till
, alternativa de vivir i morir como las bestias, o re-
clamar los del'cchos de cristiano i el nombre eató-
Ji'co, quc han hecho In fdieidad, cl renombre ¡la
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gloria de mil Naciones: si cscoje 10 primero, enho-
rabuena, perdel'ú una dicrnidad i una honra que
ha poseido sin merecerlos'" i se le quitará un título
que envilece i profana; pew si él quiere lo último
~o conseguira cuando quiera apesa,l' de, sus salva-
Jes opresores. El Estado de AntlOqma que no
tiene hoi a su cabeza militares antiguos, esponsio-
nistas i traidores hará llorar al Gran Jeneral por
segunda vez e~ sus fronteras. Aquel pueblo; i
aquel Clero conocen sus deberesi aman de veras su
Relijion, i por eso saben, sin reparar en sacrificios,
cumplir los pl'imel'os i salvar a toda costa la
ultima.
Terrible es ciertamente la medida de que hablo;
pero cuando las enfermedades son graves los reme-
dios tienen que serlo tambien, PI'eciso es decirlo:
una prudencia fiDJida I una debilidad ¡torpeza
reales, han sacrificado la causa de la Iglesia.
Las medidas grandes i enérjicas dictadas en cir-
cunstancias solemnes, producen enérjicos i gl'an-
des resultados; i cuando son sostenidas por un
carácter elevado, por una alma decidida i por un
corazon vigo rozo i dominadOl',las causas se salvan;
j, si una entre mil se pierde deja por lo ménos re-
cuerdos indelebles en los esplritus, luminosos pá-
jinas en la historia, ejemplos admirables a la pos-
teri¡lad; i, sobre las ruinas de la causa perdida
no se verán ya vagando esqueletos descoloridos,
sino sombras augustas rodeadas de majestad i de
grandeza, ¡ Sacerdotes todos los que habeis bebido
tantas veces el cá1iz del Señor! Yo os conjuro por
la gloria de Dios i por el nombre de las Entrañas
de su Hijo, a que no os dejcis engaüat' i seducir
llor esa falsa libertad que os ofrecen; elevaos a
!a altura de vuestra dignidad i de ,'uestra mision
1 ¿¡{'sue uCluella eminencia, examinad cOn la mira-

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da del atalaya todos los elementos ¡los pl'epal'ati-
"OS que, contm "osotl'OS i la Iglesia tiene amonto-
nados el enemigo en su funesto campo. No pel'mi ·
tais que el Divino Maestro tenga que I'econveniros,
porque os entl'cgais al sueño miéntras que EL vela,
sufre ¡padece; que no llegue a echaros una mira-
da de abol'l'ecimiento i de desprecio i que la Iglesia
no se arrepienta i se averguence de haberos llama-
do Il sus altares.
Unámonos todos los Sacerdotes con los Prelados
i el pueblo católico con nosotros; pero unám(}nos
con aquel espíritu de abnegacion i de. sacrificio que
hace al hombre superior a todo i lo constituye tan
grande delante de Dios. Si no podemos sal val' la
doctrina, salvemos siquiera la dignidad dtll Apos-
tolado; i si no podemos impedj¡' la muel'te de la
Iglesia en ésta tiel'l'a, quizá maldita, ,ahorrémosla,
con una conducta heróica i noble de nuestra parte,
el dolot' de morir con deshonra i abandono.

Mayo, 18 de 1864.

MANUEL C. RESTREPO.

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