1. Evaluación de argumentos
En las lecciones anteriores ofrecimos los elementos necesarios para llevar adelante las
tareas de identificación y reconstrucción de argumentos. Estamos ahora en condiciones
de emprender la labor fundamental de su evaluación y, consecuentemente, de su
crítica. Evaluar un argumento puede consistir, en términos muy generales, en
determinar si es bueno o malo, o tal vez, qué tan bueno o qué tan malo es. La pregunta
por las virtudes de un argumento contiene al menos dos cuestiones:
1. ¿Logran las premisas ofrecer apoyo a la conclusión? ¿En qué grado lo hacen?
2. ¿Son las premisas verdaderas? ¿Qué tan confiables son?
Hay ciertos casos en que si bien las premisas logran ofrecer razones a favor de la
conclusión –esto es: si se suponen dichas premisas, la conclusión se sigue de ellas–,
esas premisas resultan cuestionables. Difícilmente estaríamos dispuestos a admitir un
argumento que suponga premisas falsas o difíciles de aceptar como un buen argumento
sin más. Por ejemplo:
En otros casos, por el contrario, las premisas son confiables; creemos en su verdad,
pero por sí mismas no logran establecer la conclusión. A modo de ejemplo:
La lógica es una disciplina que provee claras estrategias para evaluar los argumentos
en el primer sentido, es decir, permite considerar si la conclusión se encuentra apoyada
y, si fuera el caso, en qué grado se encuentra apoyada por las premisas. Respecto de lo
segundo, en tanto ello depende del contenido de lo afirmado en las premisas y
usualmente de factores extra-lógicos, la lógica no nos proporcionará un veredicto. Sin
embargo, la clarificación del argumento y la consideración de los tipos de oraciones
involucradas en el argumento –que tratamos en la lección anterior– contribuyen de
manera inmediata a aclarar en qué consiste afirmar la verdad de dichas oraciones,
cuáles son sus condiciones de verdad, de qué tipo de evidencia disponemos y de cuál
Como vimos, los argumentos son parte central de nuestra práctica lingüística. Por
medio de ellos obtenemos conclusiones a partir de la información de la que
disponemos, damos razones, establecemos enunciados a partir de otros enunciados.
Los argumentos son fragmentos del lenguaje en donde lo que se pretende es establecer
una conclusión a partir de ciertas premisas. Ahora bien, puede resultar que las razones
que damos sean concluyentes o que nos limitemos a ofrecer alguna razón. Atendiendo
a esto puede formularse una distinción entre argumentos deductivos y argumentos
inductivos, respectivamente. Los argumentos deductivos ofrecen premisas de las
cuales se sigue concluyentemente la conclusión. Los inductivos tienen menores
pretensiones: ofrecen algunas razones a favor de la conclusión[1].
Considere los siguientes argumentos. ¿Cuáles le parece que son deductivos y cuáles
inductivos? (Para responder tenga en cuenta cuán fuerte es el apoyo que las premisas
otorgan a la conclusión).
Compartamos la respuesta: los tres primeros argumentos son deductivos y los tres
últimos son inductivos. Las razones que se ofrecen en los primeros bastan para
asegurar la conclusión. En los últimos tres casos, ello no ocurre, aunque igualmente se
ofrece algún tipo de razones. En la próxima lección veremos qué tan buenas pueden ser
estas.
------------------------------
[1] Dicha clasificación puede hacerse atendiendo a otros criterios. Por ejemplo, I. Copi
(1953) y J. M. Comesaña (1998) distinguen los argumentos deductivos de los inductivos
en función de las pretensiones de quien los formula. No hemos adoptado este criterio
pues conlleva ciertas dificultades. En primer lugar, no siempre resulta claro cuáles son
las pretensiones de los hablantes (aun para ellos mismos). En segundo lugar, conduce
a la extraña consecuencia de que existan argumentos deductivos inválidos.
3. Argumentos deductivos
También suele asociarse a este tipo de argumentos otro aspecto: la formalidad. En este
tipo de argumentos, la pretendida necesidad con que se sigue la conclusión de las
premisas parece estar asociada con la forma o estructura de dicho argumento. Hay algo
en la estructura del argumento que garantiza que si las premisas fueran verdaderas, la
conclusión también lo sería.
• Argentina limita con Chile y con Uruguay, por lo tanto Argentina limita con Chile.
A y B, por lo tanto A
AyB
Podemos poner en el lugar de A y de B los enunciados que nos dé la gana. "A" puede
ser “Argentina limita con Chile” y "B", “Argentina limita con Uruguay”, como en el
ejemplo anterior, y tratarse entonces de enunciados verdaderos. Pero también podrían
ser “La Luna es de dulce de leche” y “La Tierra es de chocolate”, respectivamente,
obteniendo así el siguiente argumento:
A
B
Siendo "A" la oración “Argentina limita con Chile y con Uruguay” y "B" la oración
“Argentina limita con Chile”, ¿por qué privilegiar la reconstrucción anterior en lugar de
esta última? La respuesta la provee la lógica –una disciplina que se orienta al estudio de
los argumentos y su corrección–: hay ciertas maneras de reconstruir la estructura de los
argumentos que facilitan su evaluación. ¿Cuáles son esas maneras? Una de ella es
atender a ciertas expresiones a la hora de tratar de identificar la forma o estructura de
los argumentos. Y esas expresiones coinciden con aquellas que identificamos como
expresiones lógicas en la lección anterior. Son, precisamente, "no", "si… entonces", "y",
"o", "todos", "algunos", etcétera.
Así, por ejemplo, diremos que los siguientes argumentos tienen todos la misma
estructura:
AyB
La respuesta, al menos desde esta perspectiva, es que no. Pues el cambio operado
entre este ejemplo y los anteriores es un cambio estructural: hay una “o” donde antes
había una “y”. Y ese cambio es un cambio sustantivo cuando de evaluar un argumento
se trata. Como veremos en lo que sigue, esta es la estructura del nuevo argumento:
AoB
A
Ejercicio 1
Determine la estructura de los siguientes argumentos (seleccione la opción
correcta).
a. Si hoy es lunes, mañana será martes. Hoy es lunes. Por lo tanto, mañana será
martes.
Opciones:
Opción 1: Si A entonces B
A
----
B
Opción 2: Si B entonces A
B
----
A
Opción 3: Si A entonces B
B
-----------
A
Opción 4: Si B entonces A
A
----
B
b. Mañana será martes, si hoy es lunes. Hoy es lunes. Por lo tanto, mañana será
martes.
Opciones:
Opción 1: Si A entonces B
A
------------------------
B
Opción 2: Si A entonces B
B
------------------------
A
Opción 3: Si B entonces A
B
------------------------
A
Opción 4: Si B entonces A
A
------------------------
B
c. Hoy es lunes o martes. Hoy no es lunes. Luego, hoy es martes.
Opciones:
Opción 1: AyB
no A
-------
B
Opción 2: AoB
no A
-------
B
Opción 3: AoB
A
-------
B
Opción 4: A
B
----
C
d. Es suficiente que Luciana se hidrate para que se recupere. Luciana no se ha
recuperado. De modo que no se hidrató.
Opciones
Opción 1: Si A entonces B
No B
------------------------
No A
Opción 2: Si A entonces B
No A
------------------------
No B
Opción 3: Si B entonces A
No B
------------------------
No A
Opción 4: Si B entonces A
No A
------------------------
No B
e. Todos los rosarinos son argentinos, Fito Páez es rosarino, luego Fito Páez es
argentino.
Estando la "f" en el lugar de Fito Páez y utilizando "R" para expresar la propiedad de ser
rosarino y "A" la de ser argentino.
Opciones
Opción 1: Todos los R son A
f es R
------------------
f es A
Opción 2: Todos los A son R
f es R
------------------
f es A
Opción 3: Todos los R son A
f es A
------------------
f es R
Opción 4: Todos los A son R
f es A
------------------
f es R
Cómo ya se ha señalado, los argumentos deductivos son tales que las premisas dan un
apoyo absoluto a la conclusión. Se dice que los argumentos deductivos son entonces
válidos. Que un argumento logre ofrecer apoyo absoluto, que sea válido quiere decir
que es tal que si las premisas de dicho argumento son verdaderas, su conclusión
también lo es; es decir que no puede darse el caso de que sus premisas sean todas
verdaderas y su conclusión no. Suele decirse también que los argumentos deductivos o
válidos “preservan la verdad”. Ahora bien, esto es todo y solo lo que garantiza la validez
de una argumento, que si fuese el caso de que las premisas son verdaderas, la
conclusión también lo será; pero en ningún sentido garantiza que sus premisas sean
efectivamente verdaderas. Un argumento válido que a su vez tiene todas sus premisas
verdaderas suele llamarse sólido.
Tras lo estudiado en la lección anterior sabemos cuáles son las condiciones de verdad
de los enunciados que componen los argumentos, sabemos cuándo una conjunción es
verdadera y cuándo es falsa, y lo mismo para el resto de las oraciones. Y sabemos que,
al menos bajo el análisis propuesto, las oraciones pueden ser verdaderas o falsas. Si
asumimos que las oraciones de un argumento son o bien verdaderas, o bien falsas,
parece haber solo cuatro opciones para los argumentos [1]:
Cabría esperar que se diese su conclusión si de hecho resultaran ciertas las premisas;
por ende el argumento es válido. Si, además, las premisas fueran ciertas, el argumento
no solo será válido; también será sólido. Supongamos que tras un largo debate el
aborto no resulta ser despenalizado; supongamos también que los índices de
mortandad sin embargo disminuyen. ¿Podríamos considerar que el argumento era
inválido? No, lo que el argumento establecía era que en caso de que las premisas
fueran verdaderas, la conclusión también habría de serlo; en otras palabras; que no
podía darse el caso de que las premisas fueran verdaderas y la conclusión no lo fuera.
Efectivamente, este argumento es tal que por mucho que imaginemos diferentes
situaciones, nunca podremos idear una en la que las premisas sean verdaderas y la
conclusión no. Los argumentos deductivos son tales que su validez depende de su
estructura, su forma nos garantiza que si partimos de información verdadera (sea esta
la que fuere) arribaremos a una conclusión verdadera. El ejemplo que acabamos de
considerar tiene la forma de un tipo de argumento deductivo muy usual: se trata del
Modus Ponens y su estructura puede expresarse del siguiente modo:
Si A entonces B
A
B
guardan entre sí las relaciones reflejadas por la estructura del Modus Ponens, podemos
afirmar que el argumento resultante es válido (sea cual sea el valor de verdad de las
oraciones que ocupen el lugar de A y de B).
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[1] Cabe aclarar que existe cierta asimetría entre la verdad y falsedad del conjunto de
premisas. Solo consideraremos que el conjunto de las premisas será verdadero cuando
todas las premisas lo sean; por el contrario, no será necesario que todas las premisas
sean falsas para que “las premisas” sean falsas. Basta que un elemento del conjunto de
premisas sea falso para que “las premisas” sean falsas. La razón de ello radica en que
el “conjunto de las premisas” puede pensarse como afirmando conjuntamente cada una
de ellas, más precisamente como afirmando su conjunción. Como ya sabemos, las
conjunciones son tales que para que sean verdaderas, todos los componentes
combinados han de ser verdaderos. Mientras que basta que uno de esos componentes
sea falso para que la conjunción de todos ellos lo sea.
Ejercicio 2
Determine la verdad o falsedad de las siguientes oraciones.
a. Basta que un argumento tenga premisas verdaderas para que sea válido.
Ejercicio 3
Dado un argumento válido cualquiera ¿cuáles de las combinaciones siguientes
son posibles?
5. Argumentos inválidos
Hemos estudiado los argumentos deductivos señalando que son válidos y que por tanto
la conclusión se sigue necesariamente de las premisas. Los argumentos inválidos son
los que no logran esto, es decir: es posible que las premisas sean verdaderas y la
conclusión falsa. Tal como veremos en la siguiente lección, hay algunos argumentos
que resultan inválidos pero que sin embargo consideraremos buenos porque las
premisas proveen buenas razones para aceptar la conclusión. Se trata de los
argumentos inductivos y nos ocuparemos de ellos en la próxima lección. Detengámonos
en los argumentos inválidos.
Es sencillo imaginar una situación en que tanto las premisas como la conclusión fuesen
verdaderas, por ejemplo el caso en que un tsunami azota Buenos Aires y la ciudad
efectivamente se inunda. Sin embargo dicho argumento es inválido. Porque, asimismo,
podemos imaginar también una situación en que las premisas fueran verdaderas y la
conclusión falsa. Por ejemplo, si bien sabemos que la ocurrencia de un tsunami bastaría
para inundar la ciudad, también sabemos que la ciudad de Buenos Aires se ha
inundado muchas veces sin que ocurriese tsunami alguno.
El ejemplo anterior tiene una forma tal que no nos garantiza la preservación de verdad
de premisas a conclusión:
Si A entonces B
B
A
Esta estructura o forma de argumento recibe el nombre de Falacia de afirmación del
consecuente, como así también los argumentos del lenguaje común (en donde A y B
son reemplazados por oraciones) en los que podemos reconocer dicha forma. Este tipo
de argumentos serán de gran importancia en la tercera sesión. Esta forma de
argumento (a diferencia de lo que ocurre con el Modus Ponens) es inválida y, por tanto,
es posible construir para ella contraejemplos. Un contraejemplo de una forma o
esquema de argumento es un ejemplo de argumento particular que tenga la forma en
cuestión y en el que sus premisas son verdaderas y su conclusión falsa. Para ilustrarlo,
otro contraejemplo de la forma identificada como Falacia de afirmación del consecuente
es el siguiente:
Como podemos observar, el argumento tiene la forma pretendida y ambas premisas son
verdaderas pero no la conclusión; las premisas no logran entonces establecer la
conclusión. El argumento es inválido. Esto está estrechamente ligado a lo que
mencionábamos en la lección anterior en relación con los enunciados condicionales. En
este caso lo que expresa la primera oración es una condición suficiente: es suficiente
que algo sea un águila adulta para que vuele. Ahora bien, si bien es suficiente, no es
una condición necesaria, porque sabemos que hay otros animales que vuelan y que los
aviones, los helicópteros, entre otros, también lo hacen. Es por esa razón que no
podemos concluir válidamente que algo es un águila tras enterarnos de que vuela; esa
información no basta para garantizarnos tal conclusión.
Existe entonces un patrón claro que nos permite evaluar la validez de argumentos: todo
lo que hemos de hacer es preguntarnos qué ocurriría con la conclusión en caso de que
todas las premisas fueran verdaderas. Si dada la verdad de las premisas, la conclusión
no puede sino ser verdadera (es imposible que sea falsa), el argumento es válido. Por el
contario, si resulta concebible que las premisas sean verdaderas y la conclusión no,
este es inválido. Recordemos que de lo que se trata es de determinar si las premisas
ofrecen o no razones suficientes para establecer la conclusión. Desde ya que en ciertos
casos bastará con identificar la estructura de un argumento: si se trata de alguna forma
que es reconocidamente válida o no, ello nos permitirá pronunciarnos en una u otra
dirección; pero aun cuando ello no ocurra, podremos tomar una decisión al respecto.
Por último, a la luz de lo anterior, una manera de criticar un argumento es mostrar que
es inválido. Para ello basta identificar su estructura y encontrar para ella un
contraejemplo –un ejemplo de argumento con dicha estructura que conduzca de
premisas verdaderas a una conclusión falsa-. O, al menos, explicar cómo puede darse
el caso de que las premisas del argumento en cuestión sean verdaderas y la conclusión
falsa. Por otra parte, puede ponerse en cuestión la solidez del argumento atacando la
verdad de las premisas.
Ejercicio 4
El Modus Tollens es un tipo de razonamiento válido que responde a la siguiente forma:
Si A entonces B
No B
No A
Si A entonces B
No A
No B
Ejercicio 5
Dadas las siguientes formas de argumentos, determine cuál de las opciones es
correcta.
a. A o B
No A
B
(Donde "A" y "B" pueden ser reemplazadas por una oración cualquiera).
Opciones:
Opción 1: La forma del argumento es válida y no posee contraejemplos.
Opción 2: La forma del argumento es inválida y no posee contraejemplos.
Opción 3: La forma del argumento es inválida y el siguiente argumento funciona
como contraejemplo:
Miranda o Ana estudian agronomía
Miranda estudia agronomía
Opción 4: La forma del argumento es inválida y el siguiente argumento funciona
como contraejemplo:
Miranda o Ana estudian agronomía
Miranda no estudia agronomía
Ana no estudia agronomía
b. AoB
A
(Donde "A" y "B" pueden ser reemplazadas por una oración cualquiera).
Opciones
Opción 1: La forma del argumento es válida y no posee contraejemplos.
Opción 2: La forma del argumento es inválida y no posee contraejemplos.
Opción 3: La forma del argumento es inválida y el siguiente argumento funciona
como contraejemplo:
La Tierra gira alrededor de la Luna o la Luna gira alrededor de la Tierra
----------------------------------------
La Tierra gira alrededor de la Luna
Opción 4: La forma del argumento es inválida y el siguiente argumento funciona
como contraejemplo:
La Tierra gira alrededor de la Luna o la Luna gira alrededor de la Tierra
----------------------------------------
La Luna gira alrededor de la Tierra
Ejercicio 6
Responda "Sí" o "No" a las siguientes preguntas.
a. Suponga que un argumento es deductivo. ¿Podría usted formular una crítica a dicho
argumento aun sabiendo que es válido?
b*. Suponga que un argumento es deductivo. ¿Seguirá siendo válido a la luz de nueva
información?
Dijimos que una manera de confirmar que una forma o estructura de argumento es
inválida era encontrar un contraejemplo. Ahora bien, ¿cómo asegurarnos de que es
válido? Una primera respuesta es que si no encontramos contraejemplos estaremos
bien encaminados. Pero supongamos que tenemos una estructura y no encontramos
contraejemplos por mucho que nos esforcemos, ¿nos asegura eso que el razonamiento
es válido? En verdad no, pues el hecho de no haber dado con un contraejemplo puede
deberse a falta de imaginación de nuestra parte; después de todo, no es tan sencillo
idear contraejemplos. Una vez hallado el contraejemplo, podemos estar seguros de la
invalidez de una forma de argumento, pero no hallarlos nada prueba sobre su validez.
La lógica es la disciplina encargada de dar con modos para probar la validez de los
argumentos. Pero, tal como vimos, dicho logro está asociado a la estructura de los
argumentos; por esa razón la lógica estudia las formas de los argumentos y, por esa
razón también, el tipo de abordaje que privilegia es un abordaje formal. La lógica
deductiva desarrolla lenguajes (y sistemas) formales para dar cuenta de este tipo de
argumentos, y para poder testearlos, se desprende del contenido y se centra en aquello
que es crucial en los argumentos deductivos: su forma. Nosotros no ahondaremos en
este tema; solo nos valdremos de algunos recursos que la lógica formal ofrece (pero
adaptándolos a una versión informal o, tal vez, semiformal), para delinear algunos
aspectos necesarios para la comprensión de los sistemas axiomáticos, tema que será
abordado en la siguiente lección. Nos interesa especialmente comprender dos
nociones: la de regla de inferencia y la de deducción.
La lógica estudia las formas de argumento y distingue formas válidas de otras inválidas.
Existe una enorme variedad de modos en que hace esto (de hecho la lógica es una
disciplina en creciente y constante desarrollo). Un modo de hacerlo es identificar unas
cuantas formas válidas y proceder luego a utilizarlas para probar la validez de otras
formas. Veamos esto con un poco más de detalle. Podemos pensar las formas de
argumento válidas como reglas que nos sugieren cómo inferir, que legitiman nuestras
inferencias. Así, si sabemos que si juega Messi, la Argentina gana y sabemos que juega
Messi, podemos inferir que la Argentina gana. Podemos inferir esa conclusión y dado
que el argumento que resulta de agregar esa conclusión a las premisas tiene la forma
del Modus Ponens, sabemos que lo hemos inferido válidamente. Los argumentos
válidos pueden, entonces, servirnos como reglas que legitiman nuestras
transformaciones inferenciales, nuestros pasos de premisas a conclusión.
A veces las cosas no son tan sencillas. Supongamos que disponemos de la siguiente
información:
¿Podemos inferir que Messi jugará? Si simplemente agregamos esa oración como
conclusión, el argumento resultante no tiene la forma del Modus Ponens:
De hecho el argumento tiene tres premisas y no dos. Pero ¿se sigue la conclusión de
las tres premisas? Si aceptáramos que las premisas son verdaderas, parecería que
efectivamente la conclusión no podría ser falsa. Parece ser que el argumento sobrevive
al test que mencionáramos antes. Y no solo eso: la lógica nos ofrece modos de probar
Las información de la cual disponemos está dada por las tres premisas (las numeramos
para facilitar el desarrollo):
4. Messi jugará
Si bien esta afirmación no es lo que queríamos concluir, estamos ahora más cerca.
Atendamos ahora a la premisa 1, nuevamente una oración condicional. Pero la oración
4 es precisamente el antecedente de ese condicional. De modo que si las tomamos
conjuntamente podremos inferir válidamente siguiendo la receta del Modus Ponens:
5. La Argentina ganará
Ejercicio 7
Determine la verdad o falsedad de los siguientes enunciados.
b. Si las premisas de una deducción son verdaderas, todos los pasos subsiguientes
serán verdaderos.
Ejercicio 8
Dada la siguiente información, construya una deducción de la siguiente oración
utilizando el Modus Ponens: "Todos irán a la fiesta".
Sabemos entonces que podemos confiar en el Modus Ponens y utilizarlo para dar pasos
seguros al sacar conclusiones. La cuestión ahora es saber si es la única regla. ¿No hay
otras formas de razonamiento válidas? ¿No hay otras reglas de inferencia de las cuales
valernos para construir deducciones? La respuesta es que sí y que la lista de posibles
reglas es infinita. Pero ¡a no desesperar…!; solo mencionaremos unas pocas.
De hecho hay algunas reglas que suelen ser generalmente aceptadas como confiables.
Aquí solo enumeraremos algunas; sin embargo, hay ciertas razones que ponen en
evidencia que la selección no ha sido caprichosa.
No B
No A
Si B entonces C
Si A entonces C
Simplificación AyB
Adjunción A
AyB
No A
x es P
El Modus Ponens garantiza que si constatamos que Matilde ganó la lotería, podemos
inferir que Matilde será millonaria. Obviamente, no nos autoriza a inferir nada en caso de
que no la gane.
La simplificación es una regla sencilla. Simplemente nos dice que si sabemos, por
ejemplo, que llueve y truena, sin duda podremos inferir legítimamente que llueve. O
también que truena, por ello debajo de la línea podría estar B en el lugar de A. También
es sencilla la regla de adjunción que nos permite introducir conjunciones. Retomando el
mismo ejemplo, si sabemos que llueve y nos enteramos de que truena, podremos afirmar
“Llueve y truena”.
El silogismo disyuntivo rescata un sentido de las disyunciones. Si, por ejemplo, sabemos
que Facundo o Federico es el culpable, y nos enteramos de que Facundo no lo es, sin
duda podremos inferir que el culpable es Federico.
Por último, la regla de instanciación del universal. A diferencia de las anteriores, esta
regla supone un nivel de análisis diferente. La razón es que determina aquello que puede
ser concluido a partir de una expresión como "todos", la cual, tal como vimos en la
lección anterior, reviste ciertas diferencias con expresiones como "y", "si... entonces...",
etc. En este esquema, las letras R y P están en el lugar de propiedades y la x en el lugar
de individuos. Esta regla también resulta intuitivamente aceptable, pues partiendo de
asumir que todos los individuos que tienen la propiedad R, tienen también la propiedad
P, y que un individuo x tiene la propiedad R, nos autoriza a inferir que también tiene la
propiedad P. Por ejemplo:
Podemos entonces usar estas reglas para sacar conclusiones de modo seguro. Como
advertimos antes, la lista de reglas por utilizar podría ser más amplia, desde luego.
Ejercicio 9
Determine cuál de las siguientes secuencias de oraciones constituye una
deducción de la oración "María irá a la playa " a partir de la siguiente información.
Opciones:
Ejercicio 10
Determine cuál de las siguientes secuencias de oraciones constituye una
deducción de la oración "Pedro no salió a correr " a partir de la siguiente
información.
Opciones:
Opción 1: 1. Si Pedro sale a correr, dormirá bien (premisa)
2. Si Pedro duerme bien, aprobará Química (premisa)
3. Pedro no aprobó Química (premisa)
4. Pedro no salió a correr (simplificación en 1)
8. Pruebas indirectas
Existe una estrategia demostrativa que merece un comentario aparte: se trata de las
pruebas por absurdo. Este tipo de estrategia es indirecta, a diferencia de las que
construimos anteriormente, todas ellas directas. Se trataba de deducciones directas
pues partíamos allí de premisas y procedíamos paso a paso –por aplicación de las
reglas de inferencia– hasta dar con la conclusión. Pero existen ciertas ocasiones en que
esta vía directa no resulta viable o resulta demasiado compleja. En tales situaciones es
posible apelar a una estrategia de tipo indirecta: las pruebas por absurdo.
Γ
C
En las pruebas por absurdo, se parte de suponer que aquello que se pretende probar (la
oración C, en nuestro ejemplo) no es el caso (es decir, se supone “no C”) y se intenta
arribar a una contradicción (siempre por aplicación de las reglas de inferencia). De
obtener la contradicción (de la forma “A y no A"), es posible afirmar que el supuesto del
cual se partió (“no C”) es falso (puesto que si fuera verdadero no habría ocurrido la
contradicción; recordemos que las reglas de inferencia garantizan la conservación de la
Queremos probar que "No es cierto que estamos en verano" a partir de la información
expresada por las siguientes dos oraciones: "Si estamos en verano, hay humedad" y "Si
estamos en verano, no hay humedad".
Ambas son oraciones condicionales; sabemos que el Modus Ponens nos permite inferir
sus consecuentes, pero solo en presencia de sus antecedentes (en ambos casos el
mismo: “estamos en verano”). Tal antecedente no están disponibles. De modo que la
estrategia ha de ser otra. Supondremos lo contrario de aquello que queremos probar
con la esperanza de arribar a una contradicción, lo que nos permitiría descartar nuestro
supuesto provisional. Lo que queremos probar es "No es cierto que estamos en
verano"; lo contrario a esto es "Estamos en verano". Ese es el supuesto provisional con
el que trabajaremos.
Las cosas lucen mejor ahora, pues ahora sí podemos utilizar los condicionales de las
líneas 1 y 2, pues 4 nos provee de los antecedentes necesarios:
Y ahora, nuevamente:
Pero como podrá advertirse, la oración 5 es la negación de 4. Esto es, hemos inferido
que hay humedad (4) y que no la hay (5), lo cual constituye sin duda una contradicción.
Podemos explicitarla usando la regla de adjunción, así:
Debemos advertir que nos detenemos en este tipo de pruebas pues su comprensión
resulta necesaria para el abordaje de algunas cuestiones históricas que serán
presentadas en la quinta lección. El objetivo de esta presentación no es la ulterior
producción de pruebas por absurdo, sino más bien, delinear en qué consiste este tipo
de estrategia demostrativa.
Ejercicio 11*
Dados los siguientes argumentos, complete las líneas faltantes en la prueba por
absurdo incompleta que se ofrece a continuación.
provisional)
5. Tomás estará contento (Modus Ponens 2 y 4)
6. Mañana comeremos tomates (Silogismo disyuntivo 1 y 2)
7. Tomás no estará contento (Modus Ponens 3 y 6)
8. ……………………………… (……………………. 5 y 7)
Por lo tanto, …………………………………………………