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su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

Fragmento tomado del libro: Cárdenas, J. (2009). Introducción al estudio del derecho. 1°
Edición. Colección cultura jurídica. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Instituto de Investigaciones Jurídicas. Nostra Ediciones.

Capítulo tercero

Definición de derecho
Es difícil definir el derecho por razones lingüísticas y no lingüísticas. Las definiciones
explicativas son más útiles porque intentan determinar el o los núcleos de mayor amplitud
significativa, de tal suerte que tengan claridad, rigor, nitidez y elasticidad. Las definiciones
que se han forjado a partir de la teoría tridimensional del derecho de Miguel Reale, son
explicativas, ya que pretenden definirlo determinando elementos del derecho como el de
norma, hecho y valor; sin embargo, nosotros nos adherimos a una definición
argumentativa de derecho.

I. La improcedencia de la pregunta ¿qué es el derecho?


Hace algunas décadas ciertos manuales de Introducción al estudio del derecho iniciaban el análisis
de la materia con la pregunta ¿qué es el derecho? en lugar de plantear mejor, como lo hacemos
aquí, la cuestión sobre la definición o posibles definiciones del derecho. La pregunta ¿qué es el
derecho?110 implica encontrar la “esencia” del derecho, pensando que los conceptos reflejan la
sustancia o esencia de las cosas y que las palabras son vehículos de los conceptos, cuando no
existe ninguna relación mágica ni necesaria entre lenguaje y realidad.111
Los conceptos han sido establecidos de manera convencional por la humanidad y, aunque hay un
acuerdo basado en la costumbre de nombrar ciertas cosas con determinadas palabras, nadie está
obligado necesariamente a seguir los usos vigentes. Para el análisis contemporáneo del lenguaje
las cosas sólo tienen propiedades “esenciales” en la medida en que la humanidad o un sector de la
misma, haga de ellas condiciones necesarias para el uso de la palabra, decisión que puede variar
con el tiempo o con las costumbres de cada época.
Un gran filósofo del derecho, Hermann Kantorowicz ya ha hablado de este “realismo verbal” y dice
que:
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Muchos sistemas —el platonismo antiguo, el realismo escolástico, el fenomenalismo


moderno— se han basado en la creencia de que cabe encontrar conceptos con carácter de
verdad esencial o de “necesariedad”, por un procedimiento de intuición esencial o mística,
ya que son ellos los únicos conceptos de lo que pueda constituir la esencia inmutable de las
cosas. Si esto fuera así, si por ejemplo existiera algo semejante a la “esencia” del derecho,
debería entonces admitirse que entre las muchas acepciones del término “derecho”, el
único significado y la única definición verdaderos serían el significado que indicara dicha
esencia y la definición que encerrara este significado. Por ello, casi toda la jurisprudencia
medieval y oriental e incluso la moderna, ha creído que entre el nombre de una “cosa” (es
decir cualquier objeto de pensamiento) y la cosa nombrada existe un nexo metafísico que
sería peligroso y sacrílego desconocer. Esto muestra que la jurisprudencia no se ha liberado
todavía de la creencia antigua o, mejor, prehistórica en la magia verbal.112

En nuestro país, el doctor Enrique Cáceres explica cómo la pregunta ¿qué es el derecho? ha
preocupado a grandes juristas extranjeros y nacionales, pero que es una pregunta sin solución,
porque no existen las “esencias” de las cosas.113 El lenguaje es siempre un instrumento de
comunicación y las cosas nombradas por él responden ya sea a un acuerdo expresión de la cultura
de la época o a una práctica consuetudinaria, lo que significa que las personas podemos sustituir
los significados de las palabras si queremos. La pregunta sobre qué es el derecho es un
seudoproblema que se encuentra enraizado en nuestros hábitos de pensamiento desde que
Platón en su obra La República elaboró el mito de la caverna,114 que en términos simples remite a
la concepción de que el verdadero conocimiento, es aquel que se dirige a conocer las esencias y no
las realidades empíricas, las cuales constituyen reflejos imperfectos de aquéllas.
La pregunta ¿qué es el derecho? por irresoluble debe ser sustituida por otra más adecuada de la
forma ¿qué significa el derecho? La última pregunta no busca encontrar la esencia del derecho
que postule la correspondencia necesaria entre la expresión derecho y la realidad, y tiene por
ventajas que nos permite descender del nivel de la metafísica al del lenguaje, además de que
acepta que puede haber definiciones diferentes sobre lo que significa el derecho, sin que ninguna
de esas definiciones pueda considerarse la “verdadera”, la “única” o la “correcta”. Tampoco las
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definiciones de derecho contemporáneas pretenden que la definición sea omnicomprensiva, es


decir, que comprenda la totalidad de las propiedades asociables a la palabra en cuestión.115

II. ¿Por qué es difícil definir el derecho?


Son muchas las razones que hacen difícil definir el derecho. Al menos tres son los motivos que han
dificultado a los teóricos del derecho definirlo: 1) el carácter histórico del derecho que impide
prescindir para su definición de las categorías de espacio y tiempo; 2) la complejidad del
fenómeno que produce una variedad de perspectivas, y 3) el carácter práctico, valorativo y en
ocasiones emotivo del derecho.116
El carácter histórico del derecho nos sitúa en el espacio y en el tiempo. Si queremos definir el
derecho desde algunas características del derecho de nuestra época —esencialmente estatal,
normativo, coactivo, etcétera— tendríamos problemas para incorporar esas características o
propiedades a algunas formas de derecho anteriores a la vigente o a otras que aun cuando sean
contemporáneas, no presentan con la misma calidad las características que hemos escogido para
definirlo. Pensemos en el derecho primitivo, que no tenía las características del actual, por
ejemplo, su carácter estatal o la confusión que en él había entre las normas morales y religiosas
con las jurídicas, y analicemos si podemos extender la definición que hicimos del derecho
contemporáneo al derecho de esas épocas.
Igual nos ocurre con el problema del derecho internacional, porque éste para su aplicación no
cuenta con los mismos instrumentos del nacional al no haber un Estado mundial y las personas a
las que suele aplicarse no son individuos sino Estados soberanos. En el derecho internacional
público, aunque existen instituciones parecidas, no abundan instituciones semejantes a las
legislaturas, a la jurisdicción, a la policía. Los mecanismos de creación del derecho internacional
residen más en los acuerdos o convenios entre los países que en leyes aprobadas por legislaturas;
sus medios de solución de controversias no descansan en la jurisdicción de los tribunales sino en la
negociación entre los estados, la mediación, el arbitraje, y las sanciones son muy diferentes al
derecho interno, consisten, entre otras, en la condena pública y el no reconocimiento de los actos
del Estado sancionado, aunque desde luego existen represalias de otro tipo —que por cierto son
contrarias al derecho internacional actual— como las invasiones o las guerras.117
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Hay dudas también, y depende esencialmente del reconocimiento de cada país, por ejemplo de la
firma y ratificación de un concordato,118 si el derecho canónico, que es el derecho de la Iglesia
católica, podría o no ser derecho. Lo mismo ocurre con el derecho que proviene de otras
instancias diferentes a la del Estado, como el derecho indígena,119 que en muchos países no forma
parte de sus normas jurídicas, o de otros derechos que no tienen origen estatal, como el derecho
de algunas comunidades étnicas o de ciertos grupos sociales o políticos.120
Las diversas perspectivas sobre el derecho también hacen que su definición o sus definiciones no
sean tarea fácil. Por ejemplo, aunque se circunscriba el derecho al derecho del Estado, las
perspectivas de sus operadores son diversas. Para un legislador o funcionario de la administración
pública, el derecho está en función de los fines económicos, sociales o políticos que con su
aplicación busca conseguir. Un juez suele adoptar una visión más interna del derecho e intenta
prescindir de los fines externos y lo procura considerar un fin en sí mismo. Un abogado litigante
entiende el derecho desde una posición estratégica, como reglas de un juego en aras de ganar
litigios o de realizar la defensa exitosa de una persona.
Para los estudiosos del derecho, el derecho también presenta perspectivas muy diversas. Los
dogmáticos del derecho, que son los que elaboran ensayos y libros sobre cada una de las diversas
ramas del derecho estatal —civil, penal, administrativo, laboral, constitucional, etcétera—
estudian el derecho desde una visión interna semejante a la de los jueces. Los sociólogos, los
antropólogos, psicólogos, historiadores o politólogos estudian al derecho desde una concepción
externa, como una suerte de espectadores de un juego en el que no participan en su creación,
aplicación o modificación. Los teóricos del derecho lo estudian, no en relación con el derecho de
un país determinado, sino que tratan de encontrar los elementos comunes a todo derecho. Los
filósofos del derecho lo entienden principalmente en relación con los fines del derecho: la justicia,
la libertad, la igualdad o la seguridad jurídica.121
Además de las perspectivas profesionales o teóricas del derecho mencionadas anteriormente,
existen otras perspectivas sobre el derecho de carácter ideológico y metodológico. Por ejemplo y a
propósito de la ideología, en la obra de Gramsci se nos dice que la hegemonía es el modo a través
del cual un grupo social determinado consigue presentar como universales los que son sus propios
intereses particulares, obteniendo así el consenso y asegurando el establecimiento o la
reproducción de su situación históricamente dominante. La ideología es sólo una parte de la
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hegemonía y los aparatos de la hegemonía serán todas las instituciones intermedias entre el
Estado y la economía, esto es, la familia, la escuela, los medios de comunicación, los sindicatos, las
iglesias, etcétera, que permiten el ejercicio del poder a través de la producción del consenso, lo
que Foucault llamará más tarde, disciplinamiento o normalización. La cuestión de la hegemonía,
entonces, plantea la pregunta crucial acerca de cómo podrá enfrentarse el poder, cuando éste se
ha transformado en sentido común, cuando circula en nuestras prácticas cotidianas y se halla
inscrito en la propia textura de nuestra experiencia, en lugar de ser percibido como opresivo y
ajeno.122 Entre las perspectivas del derecho más comunes con sesgo ideológico habría
simplemente que referirnos a las iusnaturalistas, las positivistas, las realistas o las marxistas, entre
otras.123
Entre los iusnaturalistas, pues hay varios tipos de iusnaturalismo (clásico o helénico, medieval o
tomista, racionalista, de la “naturaleza de la cosa”, etcétera), el derecho del Estado debe guardar
correspondencia con un derecho justo de origen divino, racional, o derivado de la “naturaleza de
las cosas”.124 Si el derecho del Estado no se subordina a esa idea de derecho justo no es
derecho.125
Los positivistas, que también son muy diversos,126 opinan que el derecho está fundamentalmente
integrado por normas coactivas emitidas por el Estado, de carácter bilateral, heterónomo y
externo.127 Los realistas entienden el derecho desde la perspectiva de lo que hacen los tribunales,
para ellos el derecho son las conductas sociales institucionalizadas y prescritas por los órganos del
Estado que interpretan y aplican el derecho.128
Para los marxistas el derecho es un instrumento de control social, un mecanismo de la clase
dominante puesto a su servicio. El derecho es consecuencia de una estructura económica
determinada —una superestructura— y por ello expresa y sirve a los intereses del status quo.
Marx postuló que en la sociedad comunista, el derecho y el Estado desaparecerán, pues en ella, no
existirán clases sociales ni relaciones de producción que impliquen la hegemonía de una clase
sobre otras.129 Como establecimos al principio de este epígrafe, definir el derecho también es
complicado por su carácter práctico y valorativo. Lo práctico se refiere a la conducta, el derecho
regula la conducta de las personas pero también valora esas conductas. El derecho determina qué
conductas son aceptables y cuáles no. En los países democráticos, los juicios de valor sobre las
conductas de las personas que se derivan del derecho y de los órganos que lo aplican, coinciden
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aproximadamente con lo que piensa la mayoría de los ciudadanos, aunque no siempre porque la
mayoría así lo considere, esa valoración es la más correcta o aceptable. Como puede advertir el
lector, es difícil establecer cuáles son los valores plausibles y cuáles no, en ocasiones pueden
existir disputas jurídicas y sociales sobre los valores que deben prevalecer en esa sociedad y en el
derecho vigente. También el carácter práctico y valorativo del derecho, nos lleva a una cuestión
capital respecto a su definición, sobre si ésta debe ser descriptiva —cómo es el derecho— o
prescriptiva —lo que debería ser—.
Además de las razones expuestas, definir el derecho es difícil por la carga emocional y emotiva de
muchos de los fines que persigue. Se suele relacionar al derecho con valores como la justicia, la
libertad, la igualdad, la solidaridad, la seguridad, etcétera. Lo que significa que las personas
pueden utilizar la expresión derecho con esos sentidos y exaltarlos emocionalmente. Como
cuando decimos: ¡no hay derecho —no es justo— que mueran los niños en la calle!

III. Motivos lingüísticos que hacen difícil definir el derecho


No sólo las razones históricas, las diferentes perspectivas sobre el derecho y el carácter valorativo
del derecho dificultan elaborar una definición del derecho, también existen problemas lingüísticos
que deben ser tomados en cuenta. Nos referimos en concreto a la ambigüedad y vaguedad que un
término y/o concepto130 como el derecho puede presentar. Las definiciones que son de diversos
tipos131 son esencialmente instrumentos de clarificación lingüística y análisis conceptual. Sirven
para saber cómo se usa una palabra, proponer un nuevo uso, o precisar uno ya existente; pero no
son procedimientos para arribar a la esencia de las cosas.
El término derecho es ambiguo. Puede referirse, verbigracia, a las siguientes expresiones: 1) el
derecho penal mexicano; 2) tengo derecho a la información pues éste se encuentra plasmado en
el artículo 6 de la Constitución por una reforma que el 6 de diciembre de 1977 fue publicada en el
Diario Oficial de la Federación; 3) la ciencia del derecho nacional no ha alcanzado el nivel de
desarrollo requerido; 4) no hay derecho que en México las elecciones sean fraudulentas. Los casos
anteriores designan situaciones diversas. En el primer ejemplo estamos hablando de derecho en
su sentido objetivo, como conjunto de normas o disposiciones pertenecientes al derecho penal. El
segundo significado es el de un derecho subjetivo, esto es, entender al derecho como una
facultad, en este caso, en relación o con respecto al Estado. En la tercera acepción nos estamos
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refiriendo al estudio sobre el derecho. En el último supuesto aludimos a un juicio de valor sobre la
manera en que se desarrollan las elecciones.
Para evitar las ambigüedades, se acostumbra proponer algunas convenciones que podrían ser
útiles para evitar las confusiones. Así, para referirnos al derecho objetivo —conjunto de normas—
podríamos escribir la palabra derecho con mayúscula (Derecho). Si nos referimos a derecho como
facultad —derecho subjetivo— podemos usar la palabra derecho con minúscula. Si aludimos al
estudio del derecho podemos usar las expresiones “ciencia del derecho” o “dogmática”,
convención que permite distinguir este uso de la expresión derecho de los anteriores, pero
también de otras expresiones como la de jurisprudencia, en donde ésta última podría ser
empleada para aludir a las decisiones o sentencias de los tribunales que son obligatorias para el
Poder Judicial.132 Finalmente, cuando acudimos a la expresión derecho para juzgar
valorativamente una situación concreta, estamos aludiendo al derecho en su dimensión axiológica
o de justicia.133
En algunos casos, convenciones como las anteriores, que reducen la ambigüedad, no logran del
todo sus propósitos. Kelsen, por ejemplo, reduce el derecho subjetivo al derecho objetivo, en
tanto que según este autor para que exista una facultad se requiere de una norma que la
conceda.134 No obstante, podríamos decir, aun siguiendo la postura de Kelsen, que derecho
objetivo —norma— y derecho subjetivo —facultad— presentan la expresión derecho desde dos
ángulos o perspectivas diferentes. También hay que aclarar que cuando hablamos de derecho
como ciencia, es necesario distinguir entre los enunciados jurídicos que son las normas, esto es, la
materia u objeto de estudio del derecho, de las proposiciones jurídicas o normativas que versan
sobre las normas que son las que constituyen la ciencia jurídica o la dogmática.
La ambigüedad afecta a las palabras o términos y con ciertas convenciones es relativamente
sencillo superar, en cambio la vaguedad afecta a los conceptos y es más complicado solucionar. La
vaguedad se analiza en dos planos: uno intencional o connotativo y uno extensional o denotativo.
El primero tiene que ver con el conjunto de propiedades que caracterizan a un objeto. El
extensional hace referencia al campo de aplicabilidad del concepto (el conjunto de personas o
cosas que comprende el concepto). La intensión y la extensión son inversamente proporcionales.
A mayor intensión (características de un concepto) menor extensión (nivel de aplicabilidad del
concepto) y a menor intensión habrá mayor extensión de los conceptos.
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Hay vaguedad de un concepto cuando existen problemas para determinar su intensión o su


extensión. Si las propiedades o características del concepto no están bien determinadas tenemos
vaguedad intencional, y hay vaguedad extensional cuando la indeterminación afecta el grado de
aplicabilidad del concepto. Por ejemplo, la expresión derecho objetivo como conjunto de normas,
tiene problemas de vaguedad intencional o connotativa, porque aun cuando definamos al derecho
como normas coactivas, hay normas jurídicas que no tienen sanción. Un ejemplo de vaguedad
extensional es cuando discutimos si podemos llamar derecho al derecho de la iglesia o el de las
sociedades primitivas o a las reglas de convivencia de una secta.
Las vaguedades intencionales y extensionales se suelen resolver con definiciones convencionales
para clarificar y precisar los conceptos. Sin embargo, es muy importante indicar que las
definiciones no pueden ir más allá del uso natural de las palabras, pues de otra forma se caería en
la arbitrariedad.

IV. Definiciones ostensivas, reales, nominales y explicativas del derecho


Existen maneras diferentes de definir el derecho. Se podrían utilizar definiciones ostensivas, que
son aquéllas que se basan en uno o en una serie de ejemplos de objetos o cosas de los que puede
predicarse que son o tienen que ver con el derecho. Por ejemplo, a la pregunta ¿cómo se define el
derecho? Podemos contestar mostrando objetos tales como el texto de la Constitución, del Código
Civil, del Diario Oficial de la Federación, las instalaciones de un juzgado, etcétera. La ventaja de las
definiciones ostensivas es que operan con realidades, con cosas tangibles. No obstante, sus
desventajas son inmensas: 1) los ejemplos suelen no proporcionar la generalidad que requiere la
definición, es decir, es muy difícil con unos cuantos ejemplos comprehender o abarcar todas las
características o propiedades que el concepto puede poseer según sus usos habituales; 2) la
definición ostensiva en realidad expresa una consecuencia de una idea previa, y 3) por tanto, la
evidencia o prueba en la que descansa la definición ostensiva es producto de un proceso
intelectivo realizado de antemano.
Sobre las definiciones realistas, ya hemos explicado en el subtítulo inicial de este capítulo, que
tienen una larga tradición histórica que se remonta a Platón y “al mito de la caverna” que se
describen en el libro séptimo de la República.135 Estas definiciones buscan la esencia de las cosas,
para los platónicos, la esencia o arquetipo de cada cosa es previa a ella. En Aristóteles, la esencia
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de las cosas reside en ellas y por ello las definiciones de las cosas deben reflejar las características
necesarias y universales conformadoras de la esencia de los objetos.136 Tomás de Aquino continuó
con la tradición aristotélica y sostuvo puntos de vista similares al estagirita.137 En el siglo xx, los
neotomistas y la filosofía fenomenológica mantuvieron la concepción esencialista.
Los esencialistas o realistas se equivocan porque las palabras y las definiciones de las cosas no
reflejan las propiedades esenciales de los objetos que representan.138 Las definiciones son
expresiones convencionales que dependen del contexto, por ejemplo de la cultura y de la historia,
y las usamos para designar y connotar las cosas. El lenguaje es un conjunto de símbolos, por lo que
pretender darle un carácter realista conduce a la identificación esencialista. Jorge Luis Borges en el
poema “El golem” se burla de dicha identificación:
Si (como el griego afirma en el Cratilo) el nombre es el arquetipo de la cosa, en las letras de
rosa está la rosa y todo el Nilo en la palabra Nilo.
En la Edad Media Guillermo de Occam139 entendió que las definiciones no podían ser esencialistas,
mantuvo que eran convenciones que usamos para designar cosas o conceptos. Los nominalistas
explican que nuestra experiencia nos permite exclusivamente captar especies concretas e
individuales como un perro o un naranjo, y que conceptos como “animal” o “árbol” constituyen
abstracciones de nuestra mente para designar de forma convencional a ese conjunto de
experiencias individuales y concretas. En fechas más recientes distintas escuelas como el “Círculo
de Viena”, la filosofía del primer Wittgenstein y la filosofía analítica, entre otras, en términos
generales mantienen que son imposibles las definiciones reales.140
Las definiciones nominales no buscan hallar el concepto “verdadero”, “único” o “correcto” del
derecho, sino determinar las reglas del uso lingüístico del mismo. Una definición nominal puede
ser de dos tipos: a) estipulativa, se trata de una convención en torno al uso futuro del lenguaje,
por ejemplo, se establece que en adelante, en un determinado contexto, una expresión como
“derecho” será empleada con un significado específico, y b) lexical, estas definiciones tratan de
dar cuenta de todos los significados de uso de una palabra a partir de la experiencia del uso que se
le da.
Se critica a las definiciones estipulativas porque pueden ser totalmente arbitrarias al no tener nexo
alguno con la experiencia. De las definiciones lexicales, se dice que en el caso del derecho, es
imposible recoger, en el tiempo y en el espacio, todos los usos y definiciones que se hacen de la
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palabra derecho y, en caso que se pudiera hacerlo con ayuda de una potente computadora, lo más
probable es que se encontrarían definiciones heterogéneas que no nos ayudarían a elaborar una
definición aceptable para todos. Finalmente se señala respecto a las definiciones lexicales que son
puramente descriptivas y no se pronuncian por la definición mejor o más plausible.
Ante las deficiencias de las definiciones ostensivas, reales y nominales, algunos proponen141
definiciones explicativas del derecho. Éstas se utilizan —como en el caso del derecho— cuando se
trata de conceptos que se hallan en los puntos clave de una cultura, sobre los que se condensan
los planteamientos y orientaciones fundamentales de la misma.
Las definiciones explicativas son intermedias entre las definiciones lexicales y las estipulativas,
buscan expresar los significados usuales de un concepto, los condensan y reelaboran, pues
pretenden establecer el núcleo de mayor importancia y valor operativo de la definición, para
ofrecer precisión y claridad en el contexto cultural en el que la misma será empleada. Las
definiciones explicativas pueden ser en sentido histórico o crítico. El primero pretende darle al
concepto una delimitación amplia y busca cierta elasticidad e irresolución para que se pueda
cubrir así la complejidad histórica en la que se ha desarrollado. El sentido crítico de carácter lógico
intenta conseguir mayor precisión, rigor y nitidez a través del análisis de modelos o definiciones
previas o posibles.
Como se advierte, las definiciones explicativas, a diferencia de las estipulativas, reducen la
arbitrariedad porque se basan en usos empíricos del lenguaje y, en relación con las definiciones
lexicales no intentan abarcar todos los usos o definiciones del concepto “derecho”, sino que se
busca establecer cómo debe ser utilizado el concepto de derecho en un contexto histórico
determinado para alcanzar el mayor nivel de precisión y sentido. Para lograr ese propósito se
acude a los análisis lógico-lingüísticos o históricos, tal como lo hemos descrito con el uso del
sentido histórico y crítico.
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Fragmento tomado de: Poder Judicial de la Federación. Suprema Corte de Justicia de la


Nación. (2006). El Sistema Jurídico Mexicano. Cuarta Edición. (pp. 7-14). México: Autor
Disponible en:
https://www.scjn.gob.mx/conocelacorte/documents/publicaciones/Sistema-Juridico-
Mexicano.pdf

A. Antecedentes históricos.
En 1810 inició la lucha por la independencia de México. Sin embargo, el primer registro legal
donde se establecieron los ideales del naciente Estado se remonta a octubre de 1814, al publicarse
el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, elaborado, entre otros, por
José María Morelos. A través de esta disposición se pretendió dar sustento constitucional al
movimiento independentista; sin embargo, nunca tuvo vigencia.
El 4 de octubre de 1824 se promulgó la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos,
mediante la cual se estableció una República representativa, popular y federal –dividida en
Estados libres y soberanos–, además de que se instauró la división de poderes y el Congreso con
dos Cámaras: la de Diputados y la de Senadores.
En sus inicios, la nación mexicana se regía por algunas leyes creadas en la época colonial, que
fueron gradualmente sustituidas por leyes nacionales.
Durante las dos décadas siguientes, los constantes desórdenes, el lento desarrollo económico y los
intentos de reforma liberal, motivaron que el Congreso expidiera las Siete Leyes Constitucionales
de 1835 y 1836 que pusieron fin al sistema federal y establecieron el centralismo, donde los
Estados se transformaron en Departamentos subordinados al gobierno central. Cabe señalar que
en esta Constitución se mencionan los derechos “de los mexicanos y habitantes de la República”,
precedentes de nuestras actuales garantías individuales.
En junio de 1843 se publicaron las Bases de Organización Política de la República Mexicana, en las
que se ratificó el centralismo; sin embargo, cuatro años más tarde, en 1847, se regresó al sistema
federal mediante la restitución de la vigencia de la Constitución de 1824, aunque con una serie de
reformas. En 1856 fue promulgado el Estatuto Orgánico Provisional de la República Mexicana, que
sirvió de base para que un nuevo Constituyente expidiera la Constitución Política de la República
Mexicana en 1857.
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De esta forma se estableció un gobierno liberal; sin embargo, a raíz de la publicación de las Leyes
de Reforma –donde se dispuso, entre otras cosas, la separación entre la Iglesia y el Estado, la
expropiación y secularización de los bienes de la Iglesia y la creación del Registro Civil–, los
conservadores apoya- ron la intervención francesa y la implantación de la monarquía. El
presidente Benito Juárez García se vio obligado a trasladar el gobierno al norte del país hasta
1867, año en que, después de una larga y desgastante lucha, se restableció la República.
Posteriormente, durante el gobierno de Porfirio Díaz se incrementaron la pobreza y la explotación
de muchos nacionales. Éstos y otros factores provocaron que el 20 de noviembre de 1910
Francisco I. Madero proclamara el Plan de San Luis, bajo el principio de “sufragio efectivo, no
reelección” y, con el llamado al pueblo de México a alzarse en armas, comenzara la Revolución
Mexicana.
Aún sin concluir la lucha armada, el 5 de febrero de 1917 fue promulgada la actual Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos por el Congreso Constituyente convocado por
Venustiano Carranza. Dicho ordenamiento constituye nuestra Ley Suprema y da fundamento a las
leyes vigentes en nuestro país. Los hechos narrados forjaron los cimientos del actual sistema
jurídico mexicano.

B. Fuentes formales del derecho


Son el origen del derecho, es decir, de donde nace. Tradicionalmente, las fuentes del derecho se
clasifican en reales, históricas y formales. Dentro de las fuentes formales, que son “los procesos de
creación de normas jurídicas”, el derecho mexicano contempla a la legislación, la jurisprudencia y
la costumbre. También encontramos como fuentes a las normas individualizadas y a los principios
generales del derecho.
I. Legislación
La ley constituye en México la más importante fuente formal del derecho. En el ámbito federal, el
proceso legislativo está previsto en los artículos 71 y 72 constitucionales y consta de seis etapas,
que son: iniciativa, discusión, aprobación, sanción, publicación e inicio de vigencia. Es importante
señalar que existen procesos similares en cada una de las entidades federativas.
II. Jurisprudencia
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Es un conjunto de principios establecidos en las resoluciones de determinados tribunales, al


interpretar las leyes o al definir los casos no previstos en ellas. Los Jueces y los tribunales están
obligados a resolver, de una u otra forma, los asuntos sometidos a su cono- cimiento, pero a veces
es preciso averiguar el sentido que el legislador le quiso dar.
De esta manera, en el ámbito federal, el Poder Judicial de la Federación crea jurisprudencia a
través del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de sus Salas, de los Tribunales
Colegiados de Circuito, de la Sala Superior del Tribunal Electoral y de las Salas Regionales de éste.
Existen otros tribunales que también pueden emitir jurisprudencia en sus respectivos ámbitos de
competencia; por ejemplo, el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa, el Tribunal
Superior Agrario, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y los Tribunales Superiores de Justicia
de algunas entidades federativas.
III. La costumbre
Es el procedimiento consuetudinario de creación del Derecho. Se trata de normas jurídicas no
escritas, impuestas por el uso, es decir, a través de la reiteración constante de una conducta de los
hombres. La legislación mexicana, en algunos casos, admite la costumbre a falta de ley u otra
disposición expresa, ya que contra la observancia de la ley no puede alegarse desuso, costumbre o
práctica en contrario.
La costumbre está prevista en algunos ordenamientos, tales como: el Código de Comercio,
diversos Códigos Civiles, la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito y la Ley Federal del
Trabajo.
IV. Normas individualizadas
Se crean para aplicarse en forma individual a una persona o grupo de personas claramente
definido. Entre ellas podemos mencionar las sentencias judiciales, los contratos, las resoluciones
administrativas y los testamentos. Pueden ser creadas inclusive por particulares como por ejemplo
los contratos; sin embargo, en este caso sólo obligan a quienes expresamente los aceptan.
V. Los principios generales del derecho
Son verdades jurídicas notorias, indiscutibles, de carácter general, creadas mediante
procedimientos jurídico-filosóficos de generalización. Constituyen una fuente supletoria de la ley,
que permite a los juzgadores resolver las controversias frente a las lagunas u omisiones de ésta.
Algunas veces es obligatorio recurrir a ellos, según se advierte del contenido del último párrafo del
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artículo 14 constitucional, que dice: “En los juicios del orden civil, la sentencia definitiva deberá ser
con- forme a la letra, o a la interpretación jurídica de la ley, y a falta de ésta se fundará en los
principios generales del derecho”.
En México no existe un listado expreso de principios generales del derecho, porque su número
varía constantemente debido al perfeccionamiento de que son objeto. Así, queda a criterio del
juzgador determinarlos o deducirlos, siempre y cuando no desarmonicen o estén en contradicción
con el conjunto de normas legales cuyas lagunas u omisiones han de llenarse con la aplicación de
dichos principios.

C. Clasificación del sistema normativo


Cada una de las normas jurídicas, cimientos de todo orden legal, tiene características que la hacen
ser diferente. Con la finalidad de sistematizarlas y hacer más evidentes sus alcances, se clasifican,
entre otras formas, en atención a su jerarquía y a sus ámbitos material y espacial de validez.
I. Jerarquía
Las normas jurídicas no tienen forzosamente el mismo rango ni categoría; algunas son superiores y
otras inferiores, es decir, existe entre ellas un orden jerárquico. Esto permite determinar cuál es la
norma que resulta aplicable en caso de contradicción. Además, existe la necesidad de que unas se
apoyen en otras; toda norma jurídica se considera válida y obligatoria porque se encuentra
apoyada en otra superior, y esta otra, a su vez, porque se encuentra sustentada en otra norma de
más elevada categoría, hasta llegar a la Constitución Federal.
Así, en México, el nivel máximo superior es ocupado por la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos. Los tratados internacionales se encuentran en segundo plano inmediatamente
debajo de ella y, en tercer lugar, se encuentran el derecho federal y el local, con igual jerarquía.
II. Ámbito material de validez
El ámbito material de validez de las normas jurídicas –o ramas del derecho– identifica la materia
que pretenden regular, es decir, las normas jurídicas no se aplican indistinta mente; cada una rige
en determinada área del derecho y tiene características particulares.
Tradicionalmente se conocen como ramas del derecho público las materias constitucional,
internacional pública, administrativa, procesal, electoral y penal. En el derecho privado tenemos a
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las materias civil, mercantil e internacional privada, las que a su vez pueden admitir múltiples
divisiones.
Existen otras ramas del derecho, como la agraria, la económica, de seguridad social, del trabajo y
de asistencia social que, por sus vínculos proteccionistas, aspiran a la supremacía del interés
común sobre los individuales y conforman el derecho social. Además, debido a las
transformaciones sociales y culturales han surgido nuevas disciplinas, tales como el derecho
informático.
III. Ámbito espacial de validez
El ámbito espacial de validez de las normas se determina por el territorio donde éstas son
aplicables. La República Mexicana está compuesta de Estados libres y soberanos en cuanto a su
régimen interior, pero unidos en una Federación. Además, forma parte de ella el Distrito Federal,
que es la sede de los Poderes de la Unión y capital de los Estados Unidos Mexicanos. Por su parte,
los Estados tienen como base de su división territorial, organización política y administrativa, al
Municipio libre.
De esta manera, el orden federal comprende las leyes que son obligatorias en toda la República. El
orden local abarca las leyes que sólo obligan dentro de la entidad federativa –Estados o Distrito
Federal– en que se expidieron. Finalmente, las disposiciones de carácter municipal sólo son
aplicables en el Municipio donde fueron creadas.

D. Las garantías individuales


Son los derechos públicos subjetivos que otorga la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos a los individuos y que el Estado debe reconocer y respetar.
Las garantías otorgadas por la Carta Magna suelen clasificarse, desde el punto de vista doctrinal,
en individuales y sociales. A su vez, las garantías individuales pueden dividirse en garantías de
igualdad, de libertad y de seguridad jurídica. Así, tenemos:
(1) Garantías de igualdad. Tienen por objeto evitar privilegios y otorgan a todos los individuos
los mismos derechos. Están contenidas fundamentalmente en los artículos 1o., 2o., apartado B,
4o., 5o., primer párrafo, 12, 13 y 31, fracción IV; en los que se señalan el alcance de la protección
de las garantías, los derechos indígenas, la igualdad del varón y la mujer ante la ley, el libre
ejercicio de cualquier profesión, comercio e industria a todas las personas, siempre que no sean
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contrarios a la ley, la omisión de títulos de nobleza, la prohibición de leyes o tribunales especiales


y la equidad en el pago de los impuestos.
(2) Garantías de libertad. Permiten la autodeterminación de las personas, situación que el
Estado debe respetar. Las encontramos principalmente en los artículos 1o., segundo párrafo; 2o.,
apartado A, 3o., 4o., segundo párrafo, 5o., 6o., 7o., 9o., 10, 11, 15, 24 y 28, que individualmente
aluden, en lo fundamental, a la prohibición de la esclavitud, a la libertad de procreación, a la
libertad de educación, a la libertad de trabajo, a la libertad de pensamiento, a la libertad de
imprenta, a la libertad de asociación, a la posesión y portación de armas en el domicilio, a la
libertad de tránsito, a la prohibición de extraditar reos políticos, a la libertad de culto y a la
libertad de concurrencia en el mercado, respectivamente.
(3) Garantías de seguridad jurídica. Se refieren a determinados procedimientos a los que debe
apegarse el poder público, cuando con sus actos pretenda afectar a los gobernados. Están
consagradas en los artículos 8o., 14, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22 y 23 que, respectivamente, se
refieren al derecho de petición, a la irretroactividad de la ley, la privación de derechos sólo
mediante juicio y la prohibición de aplicar la analogía en juicios penales; el principio de legalidad y
la inviolabilidad del domicilio; la expedita y eficaz administración de justicia; los requisitos para la
prisión preventiva; los requisitos para la detención ante autoridad judicial; las garantías del
inculpado, la víctima o el ofendido en un proceso penal; la imposición de penas sólo por vía del
Poder Judicial y la persecución de los delitos por el Ministerio Público; la prohibición de
tratamientos inhumanos y la de que alguien sea juzgado dos veces por el mismo delito.
(4) Garantías sociales. Establecen derechos y prerrogativas de los grupos humanos o de la
nación en su conjunto, conforme a criterios de justicia y bienestar colectivos.5 Las encontramos
fundamentalmente en los artículos 3o., 4o., párrafos tercero y quinto, 21, párrafos quinto y sexto,
27 y 123 que, de manera particular tratan, respectivamente, sobre el derecho a la educación, a la
salud y a la vivienda; el disfrute de la seguridad pública; el régimen de propiedad de tierras y
aguas, derechos agrarios, ejidales y comunales; y, los principios del régimen laboral.
(5) Garantías en materia económica. También son de contenido social porque imponen al
Estado deberes en beneficio de toda la población. Están reunidas en los artículos 25, 26 y 28, los
cuales mencionan, cada uno por su parte, que corresponde al Estado la rectoría económica; que es
obligación también del Estado la creación de un sistema de planeación del desarrollo nacional; la
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prohibición de monopolios –explotación privilegiada de un artículo o servicio–, el establecimiento


de facultades económicas exclusivas del Estado, la prohibición de liberar del pago de impuestos y
del acaparamiento de productos.
Es importante señalar que, según el artículo 29 de la Constitución Federal, con la participación de
los Poderes Ejecutivo y Legislativo, en casos de invasión, perturbación grave de la paz pública o
cualquier otro factor que ponga a la sociedad en grave peligro, es posible suspender
temporalmente las garantías en todo el país o en lugar determinado, para hacer frente a la
situación.

E. Estructura del gobierno


I. La división de poderes
La Constitución Federal establece, en su artículo 49, que el Supremo Poder de la Federación se
divide para su ejercicio en los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Existen disposiciones
equivalentes para los Estados.
En el caso del Distrito Federal, su gobierno es ejercido en forma conjunta, tanto por los Poderes
Federales, como por los denominados Órganos Ejecutivo, Legislativo y Judicial de carácter local, de
conformidad con la distribución de competencias que la Constitución establece.
Poder Legislativo
En el ámbito federal se ejerce por el Congreso de la Unión, el cual se encuentra compuesto por las
Cámaras de Diputados y Senadores. Su función principal es legislar sobre las materias exclusivas
que la Carta Suprema señala en el artículo 73, cuando funciona integrado por ambas Cámaras; en
el 74, cuando sólo actúa la Cámara de Diputados; o en el 76, cuando se trata de la de Senadores.
La Cámara de Diputados se integra por 500 diputados, de los cuales 300 son elegidos por el
principio de votación mayoritaria relativa –es decir, los que obtengan mayor número de votos en
las elecciones– y 200 mediante el principio de representación proporcional –asignados según el
número de votos que obtenga cada partido–. Duran en su encargo tres años. Por su parte, la
Cámara de Senado- res se integra por 128 senadores, de los cuales 64 son elegidos por el principio
de votación mayoritaria y 32 son asignados a la primera minoría, en cada entidad federativa. Los
restantes 32 son elegidos por el principio de representación proporcional. Duran en su encargo
seis años.
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Las Cámaras funcionan durante dos periodos de sesiones al año. En los periodos inter- medios,
denominados de receso, funciona un órgano que se denomina Comisión Permanente, integrado
por 19 diputados y 18 senadores.
En el ámbito Estatal, el Poder Legislativo se ejerce por las Cámaras de Diputados loca- les, las que
pueden expedir todo tipo de leyes, excepto en los casos que la Constitución Federal lo prohíbe
expresamente. En el caso del Distrito Federal, la facultad legislativa es compartida entre el
Congreso de la Unión y la Asamblea Legislativa del propio Distrito Federal, de conformidad con la
distribución de competencias establecida en la Constitución.
Poder Ejecutivo
Según el artículo 80 de la Constitución, en el terreno federal, este poder se deposita en un solo
individuo denominado Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, quien es elegido por votación
popular, libre, directa y secreta, para un encargo de seis años, sin posibilidad de reelección. De
acuerdo con el artículo 89 de la Constitución Federal, algunas de sus atribuciones son:
(1) promulgar y ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, así como proveer en la
esfera administrativa a su exacta observancia –facultad reglamentaria–;
(2) nombrar a diversos funcionarios de la administración pública federal;
(3) dirigir la política exterior;
(4) conducir la administración pública federal, y
(5) promover ante el Congreso iniciativas de leyes o decretos.
En el ámbito local, según el artículo 116 constitucional, este poder lo ejercen los gobernadores de
los Estados, mientras que en el caso del Distrito Federal, de acuerdo al artículo 122 del mismo
ordenamiento, algunas facultades corresponden al Presidente de los Estados Unidos Mexicanos y
otras al Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Tanto los gobernadores como el Jefe de Gobierno
duran en sus encargos seis años.
Poder Judicial
De acuerdo con el artículo 94 de la Constitución Federal, el ejercicio del Poder Judicial de la
Federación se deposita en una Suprema Corte de Justicia de la Nación, un Tribunal Electoral,
Tribunales Colegiados y Unitarios de Circuito y Juzgados de Distrito. La administración, vigilancia y
disciplina de este poder, con excepción de la Suprema Corte y del Tribunal Electoral, corresponden
al Consejo de la Judicatura Federal.
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Existen otros órganos encargados de la administración de justicia que no forman parte del Poder
Judicial, tales como el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa y el Tribunal Superior
Agrario.
En los Estados, el Poder Judicial se encuentra organizado según lo que establecen sus respectivas
Constituciones. Generalmente se integra por un Tribunal Superior de Justicia –o Supremo Tribunal
de Justicia–, Juzgados de Primera Instancia y Juzgados de Paz, llamados también menores,
municipales o de cuantía menor y, en algunos casos, por un Consejo de la Judicatura. En algunos
Estados los tribunales en materia electoral, administrativa, laboral –de los trabajadores del Estado
y Municipios–, o de menores, forman parte del Poder Judicial, mientras que, en otros, funcionan
de manera independiente.
En el Distrito Federal el Poder Judicial está organizado de conformidad con el artículo 122,
apartado C, base cuarta de la Constitución Federal. Se integra por un Tribunal Superior de Justicia,
Juzgados de Primera Instancia, Juzgados de Paz y un Consejo de la Judicatura.

Fragmento tomado del libro: Poder Judicial de la Federación. Suprema Corte de Justicia
de la Nación. (2006). El Sistema Jurídico Mexicano. Cuarta Edición. (pp. 25 y 26). México:
Autor

La profesión legal

I. La abogacía
Los abogados son profesionales que brindan asesoría y representación a sus defendidos en
cuestiones jurídicas. Entre sus principales funciones está: asistirlos para emprender acciones
legales y defenderlos ante los tribunales, así como asesorarlos en todo tipo de negociaciones.
Para ejercer la abogacía es preciso realizar estudios durante un número variable de años, en una
universidad o escuela de derecho autónoma o legalmente reconocida y obtener el título
correspondiente. El título que generalmente expiden las universidades es el de Licenciado en
Derecho, con el cual se puede ejercer la abogacía, previo registro ante la Secretaría de Educación
Pública, que otorga autorización para el libre ejercicio en todo el país.
La colegiación de abogados no es obligatoria, ya que de lo contrario se violarían las garantías de
libre asociación y de trabajo establecidas en la Constitución Federal.
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su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

Cabe señalar que un elemento muy importante en la función profesional del abogado lo
constituye la especialización. El abogado puede especializarse con miras a conocer
particularmente una o varias ramas del derecho. Para ello, debe realizar una serie de estudios de
posgrado cuyas características son variables.

II. Los juzgadores


Los Jueces son personas autorizadas y nombradas por el Estado para administrar justicia, es decir,
para dirimir los conflictos que se les presentan a través de la aplicación del derecho a casos
concretos. Los juzgadores son absolutamente indispensables en todo sistema jurídico, puesto que
atentaría contra el Estado de derecho el que las personas hicieran justicia por su propia mano.
En el ámbito federal, la legislación establece las bases para formar y actualizar a los funcionarios
judiciales, así como para desarrollar la carrera judicial, que se rige por los principios de excelencia,
objetividad, imparcialidad, profesionalismo e independencia.
En el nombramiento de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia intervienen el Poder
Ejecutivo y el Senado. En el caso de los Magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación intervienen la Suprema Corte de Justicia y el Senado. En cuanto a los Jueces y
Magistrados federales, son nombrados por el Consejo de la Judicatura Federal.
El ingreso y la promoción de los servidores públicos de carácter jurisdiccional del Poder Judicial de
la Federación se hace mediante el sistema de carrera judicial, que está integrada por diez
categorías: Magistrado de Circuito, Juez de Distrito, secretario general de Acuerdos de la Suprema
Corte de Justicia, subsecretario general de Acuerdos de la Suprema Corte de Justicia, secretario de
Estudio y Cuenta de Ministro, secretario de Acuerdos de Sala, subsecretario de Acuerdos de Sala,
secretario de Tribunal de Circuito, secretario de Juzgado de Distrito y actuario.
Para ser Magistrado o Juez se deben cubrir requisitos específicos, entre ellos, contar con título de
Licenciado en Derecho, un tiempo mínimo de ejercicio profesional, una edad mínima, así como
participar en concursos de oposición.
Un punto a destacar respecto de los juzgadores federales mexicanos es que se mantienen
constantemente actualizados, sobre todo gracias a la labor del Instituto de la Judicatura Federal,
que forma, capacita y actualiza a los miembros del Poder Judicial de la Federación y a quienes
Material compilado sin fines de lucro, en beneficio de la educación. Prohibida
su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

aspiren a pertenecer a éste. Dicha institución realiza, además, trabajos de investigación para el
desarrollo y mejoramiento de la justicia federal.
En el ámbito local, cada una de las entidades federativas cuenta con leyes que regulan la actividad
de los juzgadores. Además, en muchos de los casos también han establecido institutos de estudios
judiciales, sistemas de carrera judicial y escuelas judiciales, a fin de incrementar la
profesionalización de sus administradores de justicia.

III. Los fedatarios públicos


La fe pública consiste en una afirmación que la sociedad debe aceptar como válida objetivamente,
conforme al ordenamiento jurídico que la sustenta. Es decir, cuando una persona debidamente
autorizada da fe pública, invita a los demás a creer objetivamente en el hecho del que ha dado fe.
Esto proporciona seguridad en las relaciones jurídicas.
En México existen diversos tipos de fedatarios públicos, pero los más conocidos son los notarios y
los corredores públicos. El notario es un profesional del derecho investido de fe pública por el
Estado, que se encarga, entre otras actividades, de:
(1) dar formalidad a los actos jurídicos que la requieran o que le soliciten los interesados, tales
como contratos o testamentos;
(2) dar fe de los hechos que le consten, a solicitud del interesado, y
(3) tramitar los procedimientos no contenciosos que los interesados le soliciten, por ejemplo,
los relativos a sucesiones.
La función del notariado está regulada en el ámbito local, ya que cada una de las entidades
federativas tiene su propia Ley del Notariado, expedida por su Legislatura.
En cuanto a los corredores públicos, su actividad se encuentra regulada en la Ley Federal de
Correduría Pública. En dicho ordenamiento se establece que a los corredores públicos les
corresponde, entre otras actividades:
(1) actuar como fedatario público para hacer constar los contratos, convenios, actos y hechos
de naturaleza mercantil, excepto cuando se trate de inmuebles; así como en la emisión de
obligaciones y otros títulos valor; en hipotecas sobre buques, navíos y aeronaves que se celebren
ante él, y en el otorgamiento de créditos refaccionarios o de habilitación o avío, de acuerdo con la
ley de la materia, y
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su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

(2) actuar como fedatario en la constitución, modificación, fusión, escisión, disolución,


liquidación y extinción de sociedades mercantiles y en los demás actos previstos en la Ley General
de Sociedades Mercantiles.

IV. Otras actividades


El Licenciado en Derecho puede ejercer además múltiples actividades, entre otras, la docencia, la
investigación, la diplomacia, la procuración de justicia –como investigador, fiscal o representante
social–, la administración pública, la política, la defensoría de oficio, la asesoría, la representación
de personas o empresas, etcétera.

Fragmento tomado del libro: Reyes, L. (2012). Unidad 2. En: Introducción al estudio del
derecho (pp. 26-40). México: Red Tercer Milenio. Disponible en:
http://www.aliat.org.mx/BibliotecasDigitales/sistemas/Introduccion_al_estudio_del_de
recho.pdf

INTRODUCCIÓN
La Unidad dos tiene como propósito que el alumno conozca la clasificación de las fuentes
formales, reales, históricas, así como las diferentes acepciones de la palabra Derecho, ya que éste
se clasifica en Derecho Positivo, Vigente, Objetivo, Subjetivo, Real y Personal.
Además, conocerá cómo se crea una norma jurídica de acuerdo con los procedimientos que marca
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y las facultades que se le confieren al
Congreso de la Unión.
La finalidad de esta Unidad es que el alumno tenga los conocimientos generales de la creación de
una norma jurídica y el saber sobre cómo nuestros doctrinarios clasificaron el Derecho y
diferenciar cada uno de los Derechos que han surgido con base en el comportamiento del hombre
en sociedad.

2.1 CLASIFICACIÓN DE LAS FUENTES DEL DERECHO


La palabra fuente deriva del latín Font, Fons, que significa “lugar donde brota agua de la tierra” y
aplicando este vocablo al estudio jurídico de la norma, vale hacer la siguiente pregunta: ¿De dónde
surge el Derecho?, es decir, cuáles son los actos, hechos, procesos, o documentos de donde
pueden surgir en un momento dado las normas jurídicas, las que en conjunto forman el Derecho.
Material compilado sin fines de lucro, en beneficio de la educación. Prohibida
su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

Las fuentes del derecho, generalmente se clasifican en fuentes reales, formales, e históricas,
mismas que se describen a continuación.

2.1.1 Fuentes reales


Son los sucesos o situaciones que se dan en un grupo social y que en un momento dado pueden
determinar el contenido de la norma jurídica, ya que el Derecho debe ajustarse a la realidad de
pueblo donde surge, de tal manera que el sistema jurídico sea adecuado a la realidad social, a la
situación económica y cultural de un pueblo, de manera que su existencia resulte útil y realmente
aplicable.
Así, por ejemplo, el contenido del derecho del trabajo mexicano estuvo determinado, en gran
medida, por los conflictos de los trabajadores en la etapa de la guerra de Independencia, la etapa
de la Reforma y de la Revolución Mexicana, estas circunstancias podrán considerarse como la
fuente real del derecho laboral. Como se ve en esta explicación, el Derecho surgió por medio de
esta fuente real, dicho de otro modo, nació a consecuencia de los acontecimientos o vivencias de
los humanos en sociedad.

2.1.2 Fuentes históricas


Se consideran fuentes históricas a todos aquellos documentos antiguos que contienen
disposiciones jurídicas que en algún caso sirven como inspiración, modelo o simple guía al
legislador para crear nuevas normas jurídicas. Un ejemplo de estas fuentes históricas, se puede
señalar la Revolución Mexicana, que unos de sus tantos objetivos fue el amparar la tenencia de la
tierra a los campesinos, y de acuerdo a estos antecedentes fue como se decretó de la Ley Agraria.

2.1.3 Fuentes formales


Son los procedimientos mediante los cuales se llegó a la creación de la norma jurídica, estas
fuentes son las siguientes:
a) La legislación.
b) La costumbre.
c) La jurisprudencia.
d) La doctrina.
Material compilado sin fines de lucro, en beneficio de la educación. Prohibida
su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

e) Los principios generales del derecho.

La legislación y el proceso legislativo


La legislación es el proceso mediante el cual los órganos del Estado, (el Congreso de la Unión, que
se conforma por la Cámara de Diputados y Cámara de Senadores), crean las normas jurídicas
generales, abstractas y obligatorias que integrarán la ley. En nuestro sistema mexicano existen seis
etapas para la creación de una ley, a saber: iniciativa, discusión, aprobación, sanción, publicación e
iniciación de la vigencia.
Al hablar del proceso legislativo surge la idea de un procedimiento que ha de seguirse para la
creación de las leyes federales o locales, acto que en nuestra Constitución se consigna en los
artículos 71 y 72, que a continuación se explican:

a) Iniciativa, el derecho de iniciar leyes, conforme al artículo 71 de nuestra Constitución Política de


los Estados Unidos Mexicanos, le compete al Presidente de la República, a los Diputados y
Senadores, al Congreso de la Unión y a las Legislaturas de los Estados. Las iniciativas presentadas
por el Presidente de la República, por las Legislaturas de los Estados o por las Diputaciones de los
mismos, pasarán desde luego a comisión. Las que presentaren los diputados o los senadores, se
sujetarán a los trámites que designe el Reglamento de Debates.
La iniciativa de ley es un proyecto que se presenta al Poder Legislativo para éste lo estudie, analice
y, en su caso, siguiendo el proceso que señala la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, se convierta en ley; a la Cámara que primero recibe el proyecto de ley se le llama
Cámara de Origen.

b) Discusión es el acto por el cual las Cámaras deliberan acerca de las iniciativas, a fin de
determinar si deben o no ser aprobadas, debaten sobre la proposición que se les ha hecho,
exponiendo los puntos de vista que existan a favor o en contra de ella y formulando los puntos de
vista que consideran pertinentes para el perfeccionamiento del proyecto.
Una vez que la iniciativa de ley ha sido estudiada, discutida y revisada por la Cámara de Origen, si
se considera que es prudente, se procede al siguiente paso del proceso legislativo: la aprobación.
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su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

c) Aprobación, aquí los integrantes de la Cámara de Origen dan su autorización a la iniciativa para
que ésta se convierta en ley, una vez aprobada la iniciativa, se envía a la otra Cámara, a cual se
denomina Cámara Revisora, para que ésta también la discuta. La aprobación pude ser total o
parcial, la primera de ellas se da cuando aceptan que la iniciativa, una vez discutida y analizada,
fue autoriza por la Cámara de Origen para que se apruebe la ley; la segunda, se da cuando la
iniciativa de ley tiene observaciones, por tal motivo elaborarán la propuesta de reformas o
adiciones que se consideren pertinentes y sea discutida nuevamente.

d) Sanción, una vez que la iniciativa de ley ha sido aprobada por las dos Cámaras, se debe enviar el
Ejecutivo para que éste ordene su publicación, y es el acto por el cual el Presidente de la República
manifiesta, mediante su firma, la aprobación del proyecto de ley que le envían las Cámaras, a este
hecho se le llama sanción. Sin embargo, el Presidente de la República puede hacer observaciones,
y en este caso, la devolverá a la Cámara de Origen, en donde será discutido de nuevo, y su fuere
confirmado por las dos terceras partes del número total de votos de la Cámara de Origen, y pasará
otra vez a la Cámara Revisora, en la cual se analizarán las observaciones, y si la iniciativa también
fuere confirmada por la misma mayoría, el proyecto se declarará y será enviado al Ejecutivo para
su promulgación; así, en caso de que las observaciones sean aceptadas, el procedimiento será el
mismo para el caso de la revisión.

e) A la facultad que tiene el Presidente de la República para hacer observaciones o rechazar


iniciativas de ley aprobadas por las Cámaras, se le denomina derecho de veto. El Ejecutivo dispone
de un término de 10 días hábiles para ejercer el derecho de veto, pues se entiende que si pasado
ese término sin que devuelva el proyecto de ley a su Cámara de Origen, éste ha sido aceptado por
el Ejecutivo, si se da el caso de que en ese término concluyan o se suspendan las sesiones del
Congreso, la devolución deberá hacerse el primer día hábil en que el Congreso reinicie sus
sesiones.

f) Promulgación, una vez que el proyecto de ley ha sido aceptado por el Poder Ejecutivo, se
procede a la promulgación, que es la aprobación expresa del Ejecutivo, donde se manifiesta la
orden de publicación y que se ejecute dicha ley.
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g) Publicación, una vez que la ley fue promulgada, ésta debe ser puesta en conocimiento de la
población. Se publica en el Diario Oficial de la Federación, que es el medio de comunicación que
utilizan las autoridades federales para dar a conocer a la población las resoluciones
administrativas, las leyes y otros avisos de importancia general. Respecto a la publicación de las
leyes que emiten los Estados, éstas se realizan por medio de la Gaceta de Gobierno del Estado.

h) Iniciación de la vigencia, aquí es donde la ley empieza a tener fuerza obligatoria para toda la
población. En México, existen dos sistemas para que inicie la vigencia de una ley, a saber:

El sucesivo consiste en que la ley entra en vigor tres días después de la publicación en el Diario
Oficial de la Federación, en los lugares en los cuales no se publiquen el diario oficial, se dará un día
más por cada 40 kilómetros o fracción que exceda la mitad de distancia entre el lugar de
publicación y el sitio donde habrá de iniciarse la vigencia. Este sistema está considerado en el
artículo 3 del Código Civil Federal, y es utilizada en el caso de que la ley no establezca la fecha en
que entrará en vigor.
El sincrónico es cuando la propia ley señala el día que iniciará su vigencia, en este caso, entrará en
vigor en todos los lugares de su aplicación en la fecha establecida, esto lo señala el artículo 4 del
Código Civil Federal.

La costumbre
Es la regulación de la conducta surgida espontáneamente de un grupo social y de observancia
voluntaria para quienes lo constituyen, sin que ante su infracción quepa la posibilidad de la
imposición forzosa por la autoridad, salvo que se encuentre incorporada al sistema jurídico
nacional. En otras palabras, la costumbre es una práctica implantada en una sociedad y
considerada por ésta como obligatoria, es el derecho nacido consuetudinario.
Asimismo, la costumbre puede presentar tres acepciones de acuerdo con su aplicación hacia las
normas jurídicas:

1) Con arreglo a derecho, el poder reconoce la costumbre que ésta va acorde con lo establecido en
la ley, un ejemplo sería la celebración del uno de mayo, cuando se conmemora el día del trabajo,
Material compilado sin fines de lucro, en beneficio de la educación. Prohibida
su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

ya que el artículo 74 de la Ley Federal del Trabajo consigna que es día de descanso obligatorio, es
una costumbre que marca la ley.

2) En contra del derecho. Aquí, la costumbre no tiene trascendencia jurídica, pues como lo
establece la ley, contra la observancia de una norma no se puede alegar desuso, costumbre o
práctica en contrario, un ejemplo sería el hacer huelga laboral todos los mineros cuando se llevó a
cabo el inicio de la Huelga de Cananea, este acontecimiento, no justifica en la actualidad sea
sancionado por la Ley Federal del Trabajo.

3) Como forma supletoria de la ley, en algunas ocasiones la costumbre puede suplir a la ley, o
mejor dicho complementarla, lo cual puede ocurrir cuando exista alguna omisión o laguna en la
ley, o cuando la misma remite a la costumbre, un ejemplo sería el que artículo 10 de la Ley Federal
del Trabajo, en él se consigna que el “patrón es la persona física o moral que utiliza los servicios de
uno o varios trabajadores. Si el trabajador, conforme a lo pactado o a la costumbre, utiliza los
servicios de otros trabajadores, el patrón de aquél, lo será también de éstos”.

La jurisprudencia
Es el conjunto de principios y doctrinas contenidas en las decisiones de ciertos tribunales. La
jurisprudencia puede ser de dos tipos: Interpretativas, ésta cumple con la función de interpretar a
la ley. E integradoras, su función es la de cubrir las lagunas que pudieran existir en las leyes. En el
sistema jurídico mexicano, la jurisprudencia está consignada en el artículo 192 de la Ley de
Amparo y señala que “la jurisprudencia que establezca la Suprema Corte de Justicia, funcionando
en Pleno o en Salas, es obligatoria para éstas en tratándose de la que decrete el Pleno y, además,
para los Tribunales Unitarios y Colegiados de Circuito, los Juzgados de Distrito, los Tribunales
militares y judiciales del orden común de los Estados y del Distrito Federal, y Tribunales
administrativos y del trabajo, locales o federales.
Las resoluciones constituirán jurisprudencia, siempre que lo resuelto en ellas se sustenten en cinco
sentencias ejecutorias ininterrumpidas por otra en contrario, que hayan sido aprobadas por lo
menos por ocho ministros si se tratara de jurisprudencia del pleno, o por cuatro ministros, en los
casos de jurisprudencia de las salas.
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su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

También constituyen jurisprudencia las resoluciones que diluciden las contradicciones de tesis de
Salas y de Tribunales Colegiados”. Asimismo, en el artículo 193 de la misma ley, considera que “La
jurisprudencia que establezca cada uno de los Tribunales Colegiados de Circuito es obligatoria para
los tribunales unitarios, los juzgados de Distrito, los tribunales militares y judiciales del fuero
común de los Estados y del Distrito Federal, y los tribunales administrativos y del trabajo, locales o
federales.
Las resoluciones de los Tribunales Colegiados de Circuito constituyen jurisprudencia siempre que
lo resuelto en ellas se sustente en cinco sentencias no interrumpidas por otra en contrario, y que
hayan sido aprobadas por unanimidad de votos de los magistrados que integran cada tribunal
colegiado”.

La doctrina
Son los estudios de carácter científico que los juristas realizan acerca del derecho, ya sea con el
propósito puramente teórico de sistematización de sus preceptos, ya con la finalidad de
interpretar sus normas y señalar las reglas de su aplicación.
En el sistema jurídico mexicano, la doctrina no tiene gran valor jurídico, toda vez que no es
obligatorio para los jueces y magistrados apegarse a los que ésta señala, aunque sirve para
documentarse y ampliar la cultura jurídica de los estudiosos en el campo del Derecho.

Los principios generales del Derecho


Son verdades jurídicas notorias, indiscutibles, de carácter general, elaborados o seleccionados por
la ciencia del Derecho, de tal manera que el juez y magistrado pueda dar la solución que el mismo
legislador hubiera pronunciado si hubiera estado presente, o habría establecido si hubiera previsto
el caso; siendo condición de los aludidos principios que no desarmonicen o estén en contradicción
con el conjunto de normas legales cuyas lagunas u omisiones han de llenar.
El Código Civil del Distrito Federal establece de modo general como fuente formal del Derecho, y
con carácter supletorio, que “las controversias jurídicas del orden civil deberán resolverse
conforme a la letra de la ley o a su interpretación jurídica. A falta de ley, se resolverá conforme a
los principios generales del Derecho. Por ejemplo: la Ley Federal del Trabajo señala lo siguiente:
Material compilado sin fines de lucro, en beneficio de la educación. Prohibida
su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

A falta de disposición expresa en la Constitución, en esa ley o en sus reglamentos, o en los


tratados a que se refiere el artículo sexto, se tomarán en consideración las disposiciones que
regulen casos semejantes, los principios generales que deriven de dichos ordenamientos, los
principios generales del Derecho, los principios generales de justicia social que derivan del artículo
123 de la Constitución, la jurisprudencia, la costumbre y la equidad.
Otro ejemplo del principio general del Derecho será el de Ignoratia legis non excasat, que quiere
decir, la ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento

2.2 ACEPCIONES DE LA PALABRA DERECHO


Al hablar de acepciones, se tiene entendido que el Derecho posee diversos significados: Derecho
positivo, vigente, objetivo, subjetivo, real y personal; y a su vez el Derecho positivo y el Derecho
vigente se clasifica en Derecho Federal, Estatal y Municipal, los cuales se explican a detalle en el
siguiente subtema.

2.2.1 Derecho positivo y Derecho vigente


El Derecho positivo es el conjunto de normas jurídicas emanadas del poder soberano del Estado,
que regulan efectivamente la vida de un pueblo en determinado momento histórico, es decir, en
una época determinada, aun en el caso de que haya dejado de estar vigente por haber sido
abrogadas o derogadas.
El Derecho positivo es el derecho en vigor, el que se practica y que se aplica a diario en los casos
individuales que se presenten en la sociedad. El Derecho vigente rige la conducta humana en un
momento determinado y que no ha sido abrogado o derogado, la vigencia deriva siempre de una
serie de supuestos, los cuales cambian con las diversas normas jurídicas. La diferencia entre estos
es que el Derecho positivo es aquel que se cumple por el grupo social, y el Derecho vigente es el
conjunto de normas que en una determinada época y lugar, el poder público ha considerado como
obligatorias.
Hay quienes consideran que el Derecho positivo es aquel al que el Estado le ha dado fuerza
obligatoria en un momento y lugar determinado, y el Derecho vigente es el que tiene fuerza
obligatoria en la actualidad, es decir, el que no ha sido derogado ni abrogado y por lo tanto el
Derecho vigente es Derecho positivo, mientras que el positivo puede o no ser vigente.
Material compilado sin fines de lucro, en beneficio de la educación. Prohibida
su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

Derecho federal, Derecho local y Derecho municipal


El Derecho federal está formado por el conjunto de leyes o normas jurídicas dictadas por el
Congreso de la Unión que tienen vigencia en todo el territorio nacional; por ello, algunos autores
lo denominan el Derecho nacional. La normatividad y la facultad de legislar el Derecho Federal le
compete al Congreso de la Unión que se encuentran establecidas en el artículo 73 constitucional.
El Derecho local está constituido por el conjunto de leyes y normas aplicables en el territorio de
algún Estado de la República Mexicana. La Constitución mexicana garantiza la capacidad de las
Entidades federativas (31 Estados y 1 Distrito Federal) para crear su propia legislación de acuerdo
con sus necesidades y condiciones, con base en los artículos 40 y 124 constitucionales; esta
capacidad de crear su propia legislación no debe invadir las áreas de legislación reservadas a la
Federación.
El Derecho municipal es el conjunto de normas jurídicas que se aplican en los municipios de los
Estados; a los ayuntamientos se les reconoce la capacidad jurídica para aplicar normas a través del
artículo 115 de la Constitución mexicana en su fracción segunda.

Derecho objetivo y Derecho subjetivo


El Derecho objetivo es un conjunto de normas, es decir, son las reglas que, además de imponer
deberes, confieren facultades, o sea permite o prohíbe. En sí, el derecho objetivo es el que está
expresado en las leyes, o las normas que emanan del poder público.
El Derecho subjetivo es el conjunto de facultades jurídicas que las personas deben cumplir frente a
otros individuos o bien ante al Estado, dicho en otras palabras, es la facultad que la norma
concede a las personas para actuar lícitamente; un ejemplo sería si pedimos un préstamo a una
institución bancaria, tenemos derecho a que se nos entregue el dinero en la fecha acordada y el
banco tiene la obligación de entregarnos el dinero bajo las condiciones que firmamos en el
contrato. No es posible que exista una norma sin autorizar una conducta, pues la norma es la
autorización de una conducta y no es posible que exista el Derecho subjetivo si no existe la norma
que lo otorga.
Material compilado sin fines de lucro, en beneficio de la educación. Prohibida
su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

Derecho real y Derecho personal


Según Rafael de Pina, el Derecho real es la facultad correspondiente a una persona sobre una cosa
específica y sin sujeto pasivo individualmente determinado contra quien aquella pueda dirigirse,
en otro punto de vista este Derecho es el poder jurídico que se ejerce directa e indirectamente
sobre una cosa para aprovecharla total o parcialmente y que debe ser respetado por todos los
individuos.
El derecho personal es el que vincula a dos personas, se deriva de una relación jurídica
preexistente que las faculta para exigir el cumplimiento de una obligación.
La doctrina ha considerado una clasificación de los derechos reales, tal como se expone a
continuación:
• Derechos de goce y disposición; propiedad y posesión, aquí sólo se tiene derecho al
disfrute de uso y goce de un bien inmueble, el cual podré vender.
• Derechos de mero goce: uso, usufructo, habitación y servidumbre, en este concepto sólo
se tiene derecho al uso del bien inmueble, más no así de venderlo.
• Derechos de garantía: prenda e hipoteca, en este derecho tengo la opción de que en un
asunto penal pueda salir bajo fianza, garantizando con un bien de mi propiedad.

Para distinguirlos mejor, se expone, con los siguientes ejemplos, la diferencia entre un derecho
real y uno personal:
• Un derecho real es el que tiene el dueño de un carro.
• Un derecho personal es el que tiene el arrendador del carro a exigir al arrendatario el pago
de la renta por el uso y disfrute del vehículo.
Material compilado sin fines de lucro, en beneficio de la educación. Prohibida
su reproducción o redistribución sin autorización de los autores originales.

Mesografía (para consulta complementaria)


NOTA IMPORTANTE: Recuerda que si alguno de los siguientes enlaces está
roto o bien ha sido retirado de Internet, siempre puedes hacer una
investigación complementaria para localizar los documentos sugeridos en
otra parte.

 Flores, L.L. (2014). Introducción al estudio del derecho. México: Grupo Editorial Patria
Disponible en: http://www.editorialpatria.com.mx/pdffiles/9789708171687.pdf

 García, J. (2009). Introducción al estudio del Derecho. Colección cultura jurídica. México:
UNAM-Editorial Nostra.
Disponible en: http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/libro.htm?l=3260

 Gordillo, A. (2000). Introducción al Derecho. Argentina: Fundación de Derecho


Administrativo. Disponible en: http://www.gordillo.com/pdf/int_der/int_der.pdf

 H. Congreso de la Unión (2014). Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos,


última reforma publicada DOF 07-07-2014 [en línea]. México: Disponible
en: http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/htm/1.htm

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