ABSTRACT
PALABRAS CLAVE
TEXTO
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metas hacia las que queremos avanzar tanto el los aspectos estrictamente
culturales como en los aspectos sociales y económicos.
El plan debería establecer unos objetivos a medio y largo plazo, una serie de
proyectos prioritarios, la creación o mantenimiento de los recursos personales y
equipamientos necesarios para desarrollar el Plan y las fuentes de financiación.
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Sin querer ser exhaustivos, porque no es el objeto de esta comunicación, un
análisis del territorio debería incluir:
• un análisis de la comunidad humana que vive en el territorio y que
estará caracterizada por una determinada pirámide de edad, con unas
características de ocupación, económicas, sociales y culturales, con unas
determinadas percepciones sociales sobre el territorio en el que viven, y
con unas formas habituales de utilización del tiempo de ocio.
• un análisis de las redes sociales y asociativas presentes en el territorio
y, en especial, aquellas ligadas a actividades culturales.
• un análisis de la historia de las actividades culturales realizadas en el
territorio.
• un estudio del patrimonio cultural local y de sus posibilidades y de
aquellos nuevos elementos patrimoniales susceptibles de ser activados.
• un estudio de las tradiciones y del calendario festivo, así como de
aquellas tradiciones que se han perdido o están en peligro de desaparecer.
• un análisis de la ubicación estratégica de la población en un territorio
más amplio como la comarca que incluya la red de comunicaciones y de
transporte colectivo.
• un análisis del tejido empresarial en el ámbito cultural presente en la
localidad y en la comarca.
• un análisis de los equipamientos existentes o disponibles para poner en
marcha el plan pero también de las posibilidades de suelo público para
construir equipamientos o de las posibilidades de edificios públicos o
privados ya construidos y susceptibles de desarrollar actividad cultural.
Tristemente la realidad que nos solemos encontrar es otra y las actividades que
organizan muchos de nuestros ayuntamientos se caracterizan en muchos
casos por la copia de lo que hace el municipio cercano. Si ellos hacen teatro,
nosotros también, si … nosotros también lo haremos. Este es un planteamiento
que ignora la clave comarcal y resta posibilidades de poner en valor lo que
hacemos en tanto que sólo podemos competir en hacerlo mejor pero no en
hacerlo diferente o en hacer otras cosas y que sus posibilidades de atractivo
sean mucho mayores.
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Un territorio debe partir de este análisis y optar porque, por ejemplo, el
patrimonio local sea el eje sobre el que va a construir todo su proyecto cultural
o que dentro de las artes su apuesta estratégica sean las artes plásticas, o las
artes escénicas, o que su alternativa y su singularización va a ser una apuesta
por las nuevas tecnologías en cultura. Evidentemente no excluye esto que
pueda organizar actividades en otras áreas o artes, pero sí que debe tener
claro cual va a ser el hilo conductor, la estructura sobre la que apoyaremos el
resto de actividades.
Entre los objetivos a medio y largo plazo que debería tener un Plan cultural
estratégico IÑAKI LÓPEZ DE AGUILETA (2000) nos plantea los siguientes:
• Contribuir a la terciarización de la población, al trasvase de la actividad
económica al sector servicios.
• Mantener, o yo diría también generar, la centralidad de cada localidad
en su comarca, también desde el punto de vista cultural.
• Difundir la imagen de la población.
• Contribuir a elevar el nivel de vida de los ciudadanos.
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Después de la finalización de la 2ª Guerra Mundial y hasta finales de los años
60 podemos señalar una corriente ligada a la puesta en marcha de los Estados
del Bienestar que se ha venido a llamar democratización de la cultura que puso
todo su énfasis en facilitar el acceso de los ciudadanos a las actividades
culturales como un derecho paralelo a los de la educación y la sanidad. Se dio
la importancia a la difusión y a la financiación pública de las actividades de alta
cultura para que fueran accesibles a los ciudadanos.
A finales de los años 60, empieza a haber grupos de ciudadanos que rechazan
el acceso a la alta cultura, y quieren participar en la construcción de la cultura,
surgen conceptos como la contracultura o las culturas alternativas. Nace la
animación sociocultural. Empieza un nuevo ciclo de la política cultural que da
relevancia a la participación activa de los ciudadanos. Esta corriente es la que
se ha llamado democracia cultural y fue asumida por la UNESCO en la
Conferencia de Helsinki de 1972 sobre políticas culturales. En el Informe final
se decía " Se trata menos de ampliar el acceso a un tipo de cultura ofrecido pro
grupos privilegiados que de promover una diversidad de expansión fundada en
el pluralismo social y permitir a la mayoría una participación directa y activa en
la vida cultural. En una época en la que un número cada vez mayor de jóvenes
rechaza una cultura establecida en la que no reconocen ni el objeto ni la fuente
de sus aspiraciones, la cultura debe ser más que nunca el fruto de la libertad.
No sólo no debe estar al servicio de la propaganda política, sino que es preciso
que, en bien de todos, se nutra de todas las corrientes del pensamiento."
En los últimos años hemos visto como se impartían infinidad de cursos para
mejorar las capacidades profesionales de los técnicos en cultura, centrados en
los aspectos de gestión del producto cultural y su comercialización. Esto que
tiene aspectos muy positivos en cuanto a mejora de las técnicas de producción
y distribución a veces parece que ha olvidado las finalidades últimas de la
intervención en cultura. Ha confundido en muchas ocasiones intervención en
cultura con entretenimiento.
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Sin embargo, en los primeros años de este siglo XXI, observamos un cambio
de tendencia y un regreso a los valores de la participación activa en la cultura.
Ya en la última década del siglo XX empezamos a oír voces que reclamaban la
intervención en cultura como un factor de cohesión social. Y, es evidente que la
actividad pasiva de espectador no genera cohesión social, la cohesión social
se genera cuando hacemos cosas con otros y las actividades culturales son
especialmente indicadas en tanto que están repletas de contenidos simbólicos.
Artículo 9.2
Corresponde a los poderes públicos (..) facilitar la participación de todos los
ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.
Artículo 44
Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que
todos tienen derecho
Por tanto entendemos que cualquier Plan Estratégico debe favorecer tanto el
acceso de los ciudadanos y ciudadanas a las actividades culturales como el
aumento de la creación tanto a nivel aficionado como profesional, es decir
posibilitar que las personas creen o participen de manera activa en actividades
culturales como un medio para mejorar su calidad de vida.
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Que ventajas aporta este enfoque
Podríamos decir simplemente que este enfoque responde a lo que nos exige la
Constitución o que es un enfoque que responde a las necesidades de una
sociedad multicultural que exige políticas para promover la cohesión social. Por
cohesión social entendemos el grado de consenso de los miembros de un
grupo social en la percepción de pertenencia a un proyecto o situación común.
Es una medida de la intensidad de la interacción social dentro del grupo. Por
tanto no debemos confundir cohesión social con desaparición de los rasgos
culturales individuales o grupales. Hay cohesión social cuando conozco y
acepto las diferencias del otro sin exclusión pero tengo un sentido de
pertenencia a un proyecto común y, para eso, es esencial la convivencia y
hacer cosas junto al otro, por lo que las actividades culturales participativas son
un espacio privilegiado para su fomento.
También hay que decir que no tenemos datos porque datos no hay muchos ni
de la inversión real en cultura, poco transparente por la propia estructura de los
presupuestos públicos, ni por supuesto de la incidencia real en la economía.
Aunque empiezan a haber estudios, y en eso el Departamento de Economía
Aplicada de la Universidad de Valencia está realizando interesantes
aportaciones, seguimos lejos de que haya suficientes.
a) La singularización de la oferta
Uno de los aspectos fundamentales para competir en un mercado es la
singularización del producto a ofrecer. Esto es evidente en cualquier producto o
bien de mercado y por tanto también en la oferta cultural.
En la medida que nuestra oferta es diferente puede atraer ciudadanos, tanto
usuarios como público, de diferentes lugares.
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diferentes Museos de referencia y a la Feria Arco, organiza un concurso de
pintura y de escultura, organiza cursos de pintura para la tercera edad, sin
duda todos los ciudadanos de esa localidad se sentirán orgullosos e implicados
y eso tendrá una repercusión positiva en la respuesta que tendrán a la oferta.
Pero además esta imagen de la localidad generará sinergias con otros
negocios y sectores económicos del territorio que de alguna manera podrán
aprovechar esa imagen en sus negocios. Nuestra localidad sin duda será un
referente en las artes plásticas. Las artes plàsticas, evidentemente, son un
ejemplo que podriamos tranferir a otra área de intervención en cultura, al
patrimonio, al sector audiovisual,….
A modo de cierre
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próximo a los ciudadanos y ciudadanas. Este enfoque lo defendemos
fundamentalmente por razones sociales pero pensamos que también puede
generar un mayor impacto económico.
Bibliografía