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ENCONTRARÉIS...

Orientaciones para el uso del Material

OBJETIVOS

- Ayudar a los niños y niñas a vivir el tiempo de Cuaresma como un tiempo de gracia y de pre-
paración para la celebración gozosa de la Resurrección de Jesús

- Dar a conocer el contenido de cada celebración dominical de la Cuaresma, siguiendo el itine-


rario general de la Vicaría de Evangelización para este tiempo.

- Preparar una vivencia más intensa de la Eucaristía dominical durante la Cuaresma.

- Conocer el ejemplo de algunos testigos de la fe que son modelo y estímulo de seguimiento


del Señor Jesús.

ESTRUCTURA DEL MATERIAL

El material de Cuaresma se compone de un cuaderno recortable para cada niño que contiene en su
primera hoja la base donde se asientan los elementos que se van trabajando semanalmente.

La segunda hoja tiene impresos los elementos a recortar y pegar sobre la base en el lugar indicado.
En ella aparecen las cinco posadas y las cinco imágenes de cada santo que se trabajan semanalmen-
te. Finalmente, la imagen del Resucitado que culmina el itinerario.

METODOLOGÍA

1. Cada niño debe tener su cuaderno recortable en el que irá realizando las actividades. Puede utili-
zarse en el aula escolar o en la catequesis de infancia.

2. Las actividades están pensadas para ser trabajadas previamente a la Eucaristía dominical, por lo
que el trabajo con los niños debe realizarse en la semana anterior al domingo correspondiente.

3. La secuencia de trabajo que planteamos es la siguiente:

- Lectura del texto del evangelio de la Misa del domingo.


- Comentario del mismo y explicación a los niños.
- Completar en el techo de la posada la cuestión que se plantea.
- Pintar, recortar la posada y pegarla en el lugar indicado.
- Exponer la vida del santo de la semana.
- Pintar, recortar y pegar la imagen del santo en su lugar.
- Decorar el plano-itinerario.
DOMINGO ENCONTRARÉIS... SI OS DEJÁIS GUIAR POR EL ESPÍRITU
I
25-feb "Está escrito: «Al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto»"

EVANGELIO DEL DOMINGO (Lc 4,1-13)

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jor-
dán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el
desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
-"Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan."
Jesús le contestó:
-"Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre"."
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante
todos los reinos del mundo y le dijo:
-"Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han
dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de
mí, todo será tuyo."
Jesús le contestó:
-"Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto"." Entonces lo llevó a Jerusalén y lo
puso en el alero del templo y le dijo: -"Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito:
"Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie
no tropiece con las piedras"."
Jesús le contestó:
-"Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios"."
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

La Cuaresma se ha asociado siempre a la Renuncia, al sacrificio, a la abnegación. Parecen términos negativos;


sin embargo encierran un aspecto positivo: El que quiere algo de verdad, se siente tan ilusionado, que no ve
aquello a que lo renuncia sino aquello a lo que ama. La renuncia no es sino la consecuencia justa del amor. La
Cuaresma es tiempo para prepararnos a la manifestación total del amor de Dios. Implicará renuncias, pero
porque implica amor. Y quién mejor que Jesús, para enseñarnos a renunciar. Como nos enseña el Evangelio,
Jesús renunció a honores y a glorias mundanas, a servirse de sus poderes divinos de forma egoísta, a las rique-
zas y a su propia comodidad. ¿Por qué? Por amor al Padre y por amor a nosotros. También en la Eucaristía,
Cristo RENUNCIA a cualquier otra manifestación de su divinidad más espectacular, nos ama y por eso quiere
quedarse con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos. ¿A qué eres capaz tú de renunciar por amor?
¿Qué ejemplos de renuncias conoces?

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

Los niños recortan la primera posada que contiene la frase “Para ser amigo de Jesús necesito...” que
deben completar. La respuesta de los niños ha de reflejar que están dispuestos a renunciar a algunas
actitudes para ser amigos de Jesús, así como manifestar que los discípulos de Jesús se dejan guiar
por él haciendo caso a los mandatos e indicaciones que nos hace en el Evangelio.
COMPAÑEROS DE CAMINO

San Francisco de Asís

Nació en el año 1182 en Asís (Italia). Pertenecía a una familia pudiente y creció como un joven
de su clase, rodeado de las comodidades que ofrecía su época, y en un entorno despreocupado y frí-
volo. Pensó en primer lugar en hacer carrera como militar, pero fue apresado en su primera batalla,
y estuvo prisionero durante un año. En este tiempo oscuro empezó a cuestionarse su vida, y el valor
de las cosas. Cuando volvió a su ciudad, y tras renunciar a otra aventura como militar, empezó a
buscar ratos de soledad, y a hacerse consciente de la pobre-
za que había a su alrededor. Primero pensó que la solución
podría ser vender las telas de su padre, lo que le acarreó
problemas con éste, pero finalmente descubrió el valor de
la pobreza, vivida voluntariamente como entrega total a
los demás; a la que Dios le llamaba. Cuando su padre le
llevó ante el obispo, para quejarse de su comportamiento,
Francisco se desnudó y le entregó a su padre todo cuanto
tenía de él, renunciando a cualquier posesión y también a
cualquier posición social, y se fue a buscar la forma de ayu-
dar a los parias de su época (leprosos, mendigos, etc.), si-
guiendo a la que denominó “dama pobreza”. Se dedicaba a
servir a todo aquél que encontraba y necesitaba de su ayuda.
Su ejemplo de entrega total pronto atrajo a otros, formándose un grupo numeroso que trataba de
seguirlo. Murió como nació a su nueva vida, desnudo sobre un monte, a la vista de su querida ciu-
dad, expresando así su absoluta desposesión, y entrega a los demás, en los que siempre vio a Cristo.

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

San Francisco de Asís es un modelo de discípulo, de amigo de Jesús que renunció a todo para poder
seguirle. En el trabajo con los niños se puede resaltar como Francisco renunció a todo para seguir a
Jesús y se dejó guiar por el Espíritu Santo.

PARA LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO

En este domingo destacamos el acto penitencial de la Misa. En él los cristianos nos reconocemos pe-
cadores ante Dios y le imploramos su misericordia. Para destacar este momento, en la Eucaristía do-
minical, los niños pueden preparar unas peticiones donde pidan perdón por las cosas que no hacen
bien. En todo caso, dándoles un sentido positivo: para ser amigos de Jesús no podemos... (actitud
negativa) sino que... (actitud positiva).
Otro elemento que podría utilizarse es algún canto de carácter penitencial que fuera significativo y
que realzara el acto penitencial.
DOMINGO ENCONTRARÉIS... SI ESCUCHÁIS A MI HIJO
II
4-mar "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle"

EVANGELIO DEL DOMINGO (Lc 9,28b-36)

En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió


a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto
de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,
que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a
consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vie-
ron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras és-
tos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:
-"Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para
ti, otra para Moisés y otra para Elías."
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió.
Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía:
-"Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle."
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron
a nadie nada de lo que habían visto.

ESCUCHAR, implica atención, apertura al otro, espíritu de acogida, salir de uno mismo. A veces, nuestro
prójimo, lo único que quiere es que le ESCUCHEMOS, y desahogar sus preocupaciones en nosotros. Un buen
propósito para la Cuaresma sería aprender a ESCUCHAR a los demás. ¿Cuántas situaciones vivimos en las
que deseamos ante todo ser escuchados?. Pero sobre todo, en la Cuaresma debemos aprender a ESCUCHAR la
voz de Dios, que nos habla al corazón y que implica despejar la mente y el alma de otras voces y ruidos.
¿Cuáles son esos ruidos que tengo dentro y no me dejan escuchar a Dios? También es tiempo para aprender a
ESCUCHARLO en la Eucaristía. En la Eucaristía me habla con las palabras propias de la liturgia, en la lectu-
ra de la Palabra de Dios, en comunión con el resto de los hermanos. Pero también en la Eucaristía me habla sin
palabras. ¡Cuánto me dice Jesús en la Eucaristía sólo con mirarle! Y es que para comunicarse a veces no se ne-
cesitan palabras: Basta una mirada, una sonrisa, una caricia. Y hay que saber escuchar también esos gestos del
alma.

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

Los niños recortan la segunda posada que contiene la frase “Escucho a mi amigo Jesús cuando...”
que deben completar. La respuesta de los niños insistirá en los momentos de escucha en la vida del
creyente: la Eucaristía, la oración personal y las orientaciones que nos dan los otros, especialmente
padres y profesores.
COMPAÑEROS DE CAMINO

San Juan de la Cruz

Nació de familia muy humilde en 1542. Sintió en su juventud la vocación de ser religioso y se-
guir estrictamente la regla de su orden. A los 21 años ingresa como carmelita, y en 1567 fue ordena-
do sacerdote.
Santa Teresa le conoce y le anima a ayudarle a reformar los carmelitas, para tratar de ser más fie-
les a lo que pretendían los fundadores de la orden religiosa. Con Juan "De la Cruz" y otros dos frai-
les fundó Teresa su nueva comunidad de Carmelitas descalzos varones en un convento muy pobre,
en el que practicaban a ultranza la contemplación y la austeridad. Viviendo en silencio y oración
dando origen a la nueva orden.
San Juan de la Cruz empezó a experimentar un período prolongado de dudas de fe: Sentía re-
chazo y disgusto por la oración y la meditación, todo cuanto tenía que ver con la religión y su voca-
ción de sacerdote le suponía un esfuerzo insufrible, y también sentía tentaciones que le llamaban a
todo lo que él había rechazado, y pensaba si realmente valía la pena lo que hacía, y si no estaría
equivocado en su vida. Este estado de turbación, que él denominaría Noche Oscura del Alma, duró
mucho tiempo, y coincidió con la persecución que sufrió por parte de aquellos que estaban en contra
de la reforma de la Orden Carmelita, que incluso le llevaron a pri-
sión durante nueve meses, hasta que pudo escaparse de allí, aun-
que su salud quedó dañada por el resto de su vida.

En medio de esta desolación espiritual escribiría:

"A dónde te escondiste amado/y me dejaste con gemido/


Como el siervo huiste/habiéndome herido/Salí tras de Ti cla-
mando y ya eras ido".

Tuvo más momentos de dudas y tentaciones de dejarlo todo pe-


ro perseveró en la oración y sobre todo en la escucha de Dios, y
muy poco a poco, tras incontables jornadas ante el Señor, fue reen-
contrando la paz interior y sintiendo la presencia de Dios.

Su vocación se vio reforzada por ese reencuentro, fruto de la es-


cucha y la oración, y el resto de su vida fue un ejemplo para cuantos le rodeaban, ayudando mucho
a santa Teresa en su objetivo de crear unas comunidades donde se pudiera vivir el espíritu carmelita
en toda su pureza. Murió el 14 de diciembre de 1591.

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

En san Juan de la Cruz queremos mostrar, sobre todo, su perseverancia en la oración, donde sentía
constantemente la presencia del Señor. Este santo nos guía en el camino hacia la Pascua señalándo-
nos la importancia de la oración personal y comunitaria. En el diálogo con los niños se puede tratar
de cómo es su oración, cuándo la realizan, qué rezan, y terminar rezando todos juntos.

PARA LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO

Destacamos esta semana la Liturgia de la Palabra. Se podría traer el leccionario de modo solemne al
ambón, o que los niños lo besaran tras la proclamación de las lecturas.
DOMINGO ENCONTRARÉIS... SI OS CONVERTÍS
III EN OFRENDA PERMANENTE

11-mar "Señor, déjala todavía este año [...], a ver si da fruto"

EVANGELIO DEL DOMINGO (13,1-9)

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los ga-


lileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó:
-"¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás gali-
leos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, to-
dos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplasta-
dos por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los
demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís,
todos pereceréis de la misma manera."
Y les dijo esta parábola:
-"Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en
ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
"Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córta1a. ¿Para
qué va a ocupar terreno en balde?"
Pero el viñador contestó:
"Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la
cortas"."

Cuaresma es también tiempo para OFRECER, que siempre implica compartir voluntariamente y gratuitamen-
te, sin esperar nada a cambio, por puro bien de la persona a la que ofrecemos. ¡Cuántas oportunidades para
ofrecer! Ofrecer, no sólo bienes materiales, sino sobre todo, ofrecerse a sí mismo. ¿Cómo podemos ofrecernos a
nosotros mismos? ¿Cómo podemos ofrecer nuestro tiempo para los demás? En la cruz, Jesús se ofrece todo él
por nosotros. OFRECE su persona y se sigue ofreciendo en cada Eucaristía. Su sacrificio y su OFERTA, se
reviven perpetuamente hasta el final de los tiempos.

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

Los niños recortan la tercera posada que contiene la frase “Soy amigo de Jesús cuando...” que deben
completar. La respuesta de los niños tiene que ver con algo que ellos puedan ofrecer a Jesús: hacerle
caso, escuchar su Palabra, compartir con los demás, obedecer en casa, trabajar en clase,...

COMPAÑEROS DE CAMINO

San Vicente, diácono y mártir

Aunque de su vida se ignora casi todo, lo que se conoce muy bien es su martirio, que se hizo fa-
moso en la Iglesia de los primeros siglos. Se sabe que era diácono, ayudante, del obispo de Zarago-
za, San Valerio, y que éste, como tenía dificultades para hablar de forma elocuente, encargaba a Vi-
cente la predicación de la doctrina cristiana.
El gobernador Daciano, siguiendo órdenes del emperador, hizo apresar a Valerio y a Vicente y
les hizo ir prisioneros a Valencia. No se atrevió a juzgarlos en Zaragoza para que la gente de allí no
se rebelara, porque en esa ciudad se les quería mucho. En la cárcel les hicieron sufrir hambre y tor-
turas para que renegaran de su fe, pero ellos no lo hicieron. Cuando fueron llevados ante el tribunal,
Vicente habló con tal entusiasmo de Jesucristo, que el gobernador increpó a los carceleros por consi-
derar que no lo habían hecho sufrir bastante. El gobernador intentó ofrecerles favores si dejaban el
Cristianismo y se hacían paganos, pero Vicente, en nombre de los dos, dijo: "Estamos dispuestos a
padecer todos los sufrimientos posibles con tal de permanecer fieles a la religión de Nuestro Señor
Jesucristo". Entonces Daciano desterró al obispo y envió a Vicente a la tortura para que abandonara
su fe.

El primer martirio consistió en amarrarle cables a los pies y a las manos y tirar en cuatro direc-
ciones distintas al mismo tiempo. Vicente, fiel a su nombre, que significa "valeroso", aguantó este te-
rrible suplicio con la fuerza de la oración. El segundo tormento fue apalearlo, pero aún masacrado y
envuelto en sangre, siguió declarando que no admitía más dioses que el Dios verdadero, ni más reli-
gión que la de Cristo. El mismo jefe de los verdugos se que-
dó admirado ante su valor.
Tampoco quiso revelar dónde estaban las Escrituras, para
que no fueran quemadas, y entonces lo extendieron sobre
una parrilla erizada de picos al rojo vivo. Los verdugos
echaban sal a sus heridas haciéndole sufrir más, y pese a to-
do no quiso cambiar su fe. El tirano mandó finalmente que
lo llevaran a un oscuro calabozo cuyo piso estaba lleno de
vidrios cortantes y que lo dejaran amarrado y de pie hasta
el día siguiente para seguirlo atormentando para ver si
abandonaba la religión de Cristo. Murió en medio de este
castigo, sintiéndose pese a todo amado por Dios, que le
acogió en su perseverancia, dando un ejemplo tal a aque-
llos que lo rodeaban, que fomentó varias conversiones.

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

El caso de san Vicente, como el de todos los mártires, es una ejemplo extremo de ofrecimiento a
Dios, en el que la propia vida del creyente es ofrecida en testimonio del Evangelio. Se puede intro-
ducir a los niños en el sentido cristiano del martirio que es sobre todo ser testigo de Jesús en medio
de la vida aunque nos señalen y nos desprecien por ser amigos del Señor.

PARA LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO

Para este domingo proponemos resaltar el momento del ofertorio de la Misa como ofertorio de la
propia vida. En la Eucaristía el pueblo de Dios se asocia a la ofrenda de Cristo significada en las
ofrendas del pan y del vino. Los niños pueden preparar una procesión de ofrendas donde, si se ofre-
cen otros elementos, debe quedar resaltado el pan y el vino. Puede acompañarse de una o varias
moniciones adecuadas.
DOMINGO ENCONTRARÉIS... SI ENTRÁIS EN EL BANQUETE
IV
18-mar "Se puso en camino adonde estaba su padre"

EVANGELIO DEL DOMINGO (15, 1-3. 11-32)

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pe-


cadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban en-
tre ellos:
-"Ése acoge a los pecadores y come con ellos."
Jesús les dijo esta parábola:
-"Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
"Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo,
emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdi-
damente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre
terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar
cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie
le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo:
"Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre.
Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya
no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmo-
vió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus criados:
"Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies;
traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha
revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le
preguntó qué pasaba.
Éste le contestó:
"Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
"Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado
un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comi-
do tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El padre le dijo:
"Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo
estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado.""

La palabra VOLVER, presupone antes una acción de irse, una separación, una marcha, un salir hacia otra par-
te, un no estar en donde debemos estar. Ahora, en estos momentos de nuestra vida ¿Estamos en nuestro sitio o
permanecemos huidos o lejanos de la cercanía del Padre? La Cuaresma es tiempo para VOLVER, para retornar
a nuestra casa, a la casa del Padre. Sólo junto a Dios estamos como en casa, sólo en Él encontramos la verdade-
ra y auténtica felicidad. Como el Hijo Pródigo, es tiempo para decidirse a VOLVER, recorrer el camino de
vuelta, y ENCONTRAR de nuevo la paz y la felicidad perdida. Jesús en la Eucaristía, espera a todos los hijos
pródigos. No violenta, no fuerza, no impone, no inquieta ni importuna. Como el Padre del Hijo Pródigo, sim-
plemente te espera.

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

Los niños recortan la cuarta posada que contiene la frase “Le digo a los demás cuánto quiero a Jesús
si...” que deben completar. La respuesta de los niños tiene que ver con el testimonio que aportan a
los otros niños y a sus familias cuando viven el Evangelio.

COMPAÑEROS DE CAMINO

San Agustín, obispo

Nació en una localidad del Norte de África el año 354, de padre pagano y madre cristiana. Pese a
los primeros intentos de su madre; Mónica, de presentarle la fe en Jesús, y a la continua oración de
ésta, no llegó a hacerse cristiano. Se dedicó a los estudios de retórica, y vivió en su juventud de for-
ma desordenada, llegando a convivir con una mujer y tener un hijo de ésta sin estar casados. Ade-
más, su búsqueda de respuesta a por qué existe el mal en el mundo le llevó a formar parte de una
secta maniquea.
Después de una discusión con el líder de la secta se fue desilusionando del maniqueísmo, se
trasladó más tarde a Roma y luego a Milán. Allí prosiguió su búsqueda espiritual, y conoció al obis-
po Ambrosio, quien llamó su atención porque era un intelectual, que hacía
hermosos sermones, no necesariamente por la doctrina cristiana que predica-
ba. Su madre fue con él a Milán, y estaba a su lado rezando por su conver-
sión, pero Agustín continuó llevando una vida disipada, dudando que el cris-
tianismo fuera realmente para él, y dudando sobre todo de que pudiera llevar
adelante la castidad. Finalmente, el ejemplo de los santos y de aquellos que le
rodeaban, y la lectura del Nuevo Testamento, sobre todo las cartas de Pablo,
que era converso como él, hicieron que su vida diera un vuelco, y sintiera la
necesidad de convertirse en cristiano, necesidad que expresó en sus escritos
como la vuelta a Aquél que siempre había estado a su lado: "Demasiado tar-
de, demasiado tarde empecé a amarte. ¡Hermosura siempre antigua y siem-
pre nueva, demasiado tarde empecé a amarte! Tú estabas conmigo y yo no es-
taba contigo. Yo estaba lejos, corriendo detrás de la hermosura por Ti creada;
las cosas que habían recibido de Ti el ser, me mantenían lejos de Ti. Pero tú
me llamaste. me llamaste a gritos, y acabaste por vencer mi sordera. Tú me
iluminaste y tu luz acabó por penetrar en mis tinieblas. Ahora que he gustado
de tu suavidad estoy hambriento de Ti. Me has tocado y mi corazón desea ar-
dientemente tus abrazos". Finalmente, el año 387 fue bautizado por el obispo Ambrosio.
Vuelto a su patria, dedicó su vida a la fe redescubierta, y fue elegido obispo de Hipona, además
de contribuir al patrimonio teológico de la Iglesia con sus muchos escritos. Con él se lega a la poste-
ridad el pensamiento filosófico-teológico más influyente de la historia. Murió el año 430.

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

En el camino hacia la Pascua, san Agustín representa la búsqueda. Toda su vida buscó a Dios y ayu-
do con su experiencia a que otros los encontraran. Los niños pueden reflexionar sobre las actitudes
necesarias y los momentos en los que podemos encontrar a Jesús, de modo especial, en el prójimo,
en el necesitado.

PARA LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO

El momento de la Eucaristía a destacar este domingo es la procesión que se organiza hacia el altar en
la Comunión. Es difícil, de entrada, resaltar este momento porque pasa bastante desapercibido. Se
puede insistir en él mediante una breve monición mientras el sacerdote comulga. También sería in-
teresante que los niños que han de comulgar, llevando cirios, abrieran la procesión hacia el altar.
DOMINGO ENCONTRARÉIS... SI OS DEJÁIS TRANSFORMAR
V
25-feb "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más"

EVANGELIO DEL DOMINGO (Jn 8,1-11)

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al


amanecer
se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a
él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en
adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
-"Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulte-
rio.
La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué
dices?"
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
. "El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra."
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empe-
zando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó: -"Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condena-
do?"
Ella contestó:
-"Ninguno, Señor."
Jesús dijo:
-"Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."

Para encontrar a Jesús, es necesario TRANSFORMARSE, cambiar interiormente. Presupone una gran dosis
de humildad pues implica reconocer que no somos dignos del todo, que siempre hay cosas que cambiar. ¿Qué
aspectos crees tú que tienes que cambiar? Dios es nuestro alfarero, nuestro creador, Él nos ha dado forma. So-
mos nosotros quienes nos hemos deformado, con nuestro pecado y nuestro egoísmo. Y sólo Él es quien nos pue-
de TRANSFORMAR, quien puede recomponer los trozos rotos de nuestra alma y quien puede recrearnos, por
medio de su perdón, como lo hizo con la mujer adúltera del evangelio. El fuego transforma y derrite los corazo-
nes más férreos. Jesús Eucaristía es el fuego abrasador capaz de transformar nuestro duro corazón.

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

Los niños recortan la quinta posada que contiene la frase “Me parezco a Jesús si...” que deben com-
pletar. La respuesta de los niños ha de recoger las actitudes de misericordia que muestra el Señor en
el texto evangélico de este domingo.
COMPAÑEROS DE CAMINO

Santa Teresa de Jesús

Teresa nació en Ávila (España) el 28 de marzo de 1515. A los dieciocho años, y en contra de la
voluntad de su padre, entró como monja en un convento carmelita. En aquella época, las comunida-
des religiosas no solían ser muy estrictas en el cumplimiento de sus obligaciones religiosas, y había
diferencias en el trato y la situación entre las monjas, según su procedencia social. Teresa se dejó lle-
var en un primer momento por este estado de cosas, pero llegó un día en que se dio cuenta de que
no había entrado en un convento para vivir así, que no estaba siendo fiel a su vocación en la vida
que llevaba en aquel convento. Por muy religiosa que fuera, se sentía viviendo una vida tan munda-
na como cualquier otra persona.

Esa convicción se fue abriendo paso, poco a poco, en su interior, a través de la oración, cada vez
más importante en su vida, y por la cual la necesidad de transformar su forma de vivir se le hizo
evidente. Pese a que significaba romper con todas sus seguridades y convicciones en las que se habí-
an basado sus primeros treinta y nueve años, se dejó transformar por Dios, y decidió con un grupo
de hermanas del convento fundar una comunidad donde se pudiera vivir realmente según el espíri-
tu de la orden, pues su transformación le pedía ir más allá de sí misma y ofrecer su nueva forma de
entender la vida a los demás: Ella y sus compañeras vivirían haciendo realidad el ideal de pobreza,
donde ninguna tuviera nada propio, en una comunidad pequeña, en la que la priora fuera quien
más sirviera a las hermanas (y ser superior no significara privilegio
alguno), dedicándose exclusivamente al trabajo y la oración.

La fundación de esta nueva comunidad le supuso un gran es-


fuerzo y tenacidad. Pero el cambio de su vida fue aún más allá: Es-
ta forma de vivir la fe no se la reservaría para ella y un grupito de
amigas, sino debía proponersela a los demás. Volvió nuevamente a
abandonar sus seguridades y trabajó sin descanso hasta fundar mu-
chos nuevos conventos de "Carmelitas Descalzas", poquitas y muy
pobres en cada casa, pero que buscaban a Dios y estaban dedicadas
a conseguir la santidad propia y la de los demás.

Su esfuerzo no se llevó a cabo fácilmente, sino que tuvo que en-


frentarse a la incomprensión, el insulto continuo, las trabas admi-
nistrativas y de todo tipo. Se dedicó también a escribir una serie de
obras, en las que expresó su profunda vida interior, fruto de la
transformación de su persona: "El libro de la vida"; "El libro de las Moradas", y otras muchas.

EN CAMINO HACIA LA PASCUA

El camino de la Cuaresma nos recuerda que hemos de crecer como amigos de Jesús para celebrar
con alegría la fiesta de la Pascua, la resurrección de Jesús. Santa Teresa creció durante su vida en
amistad con Jesús, sobre todo, con su entrega a Él. ¿En qué aspectos de la vida cristiana necesitamos
crecer para vivir con intensidad la Pascua?

PARA LA EUCARISTÍA DEL DOMINGO

Resaltamos en la Misa dominical el momento final de la Misa, cuando somos enviados a dar testi-
monio ante los demás de lo que hemos escuchado y celebrado. Se puede resaltar mediante una mo-
nición o bien un canto de envío que dé por concluida la Eucaristía.
ENCONTRARÉIS... AL QUE VIVE

“Hemos visto al Señor”

Al finalizar el itinerario de la Cuaresma, y como preparación para la vivencia más inmediata de la


Semana Santa y la Pascua, se pinta, recorta y pega en su lugar la imagen del Resucitado.

Puede leerse el texto evangélico de la resurrección de Jesús e invitar a los niños a celebrar el Triduo
Pascual.

El trabajo puede finalizarse cantando todos juntos un canto de Pascua.

EVANGELIO DE PASCUA (Lc 24,1-12)

El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al


sepulcro llevando las aromas que habían preparado. Encontraron
corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuer-
po del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se
les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despa-
voridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron:
-"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha
resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea:
"El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecado-
res, ser crucificado y al tercer día resucitar.""
Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo
esto a los Once y a los demás.
María Magdalena, Juana y María, la de Santiago, y sus compañeras
contaban esto a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio sólo las vendas por el suelo. Yse vol-
vió admirándose de lo sucedido.

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