TEMA 4
DESARROLLO MOTOR
OBJETIVOS
CONTENIDOS
BIBLIOGRAFÍA
Conde, J.L y Viciana, V. (1997). Fundamentos para el desarrollo de la motricidad en edades
tempranas. Ediciones Aljibe. Málaga
Del Moral Sánchez, A. (1994). Aprendizaje y desarrollo motor. Servicio de publicaciones de la
Universidad de Alcalá de Henares.
Le Boulch, J. (1991). La educación psicomotriz en la escuela primaria. Ediciones Paidos.
Barcelona.
Palacios, J. y cols.(1.990). Desarrollo psicológico y educación I. Psicología Evolutiva. Madrid.
Alianza.
Shaffer, D. y Kipp, K. (2007). Psicología del desarrollo: infancia y adolescencia. Mexico:
Thompson.
1. El Primer grupo de reflejos está compuesto por respuestas reflejas que controlan
funciones fisiológicas iniciales de alimentación, orientación y de defensa. Entre estos
reflejos están:
2. El segundo grupo de reflejos incluye algunos reflejos relacionados con los movimientos
extensores y flexores y cuya combinación, dará lugar a los primeros rudimentos de
coordinación corporal y a la locomoción.
Reflejo de presión plantar: Si se estimula la planta del pie tocando la base de los dedos
del bebé, éste contrae los dedos con fuerza.
3. Un tercer grupo de reflejos del recién nacido viene determinado por los reflejos flexores-
prensores y de fijación o adherencia a los estímulos. Dentro de este grupo podemos
estudiar:
4. El cuarto grupo, está relacionado con las reacciones infantiles primitivas de estornudo, tos,
etc, las cuales ponen de manifiesto el rechazo o aversión frente a determinados estímulos
nocivos o molestos. Dentro de este grupo encontramos por ejemplo:
Por último, debemos hablar de las reacciones fásicas del movimiento, dentro de las
cuales encontramos:
Articulación fásica del movimiento: Consiste en una sucesión alternante de movimientos
de músculos antagonistas. Esta reacción parece estar asociada al reflejo plantar.
Reflejo de Babinsky: Consiste en una extensión de los dedos de los pies como respuesta
a una estimulación plantar (desde el talón hacia los dedos). Hasta los dos meses se observa con
gran pureza. Entre los 3 y los 10 meses se presenta con carácter indefinido para convertirse a
partir de los 10 meses en un reflejo flexor. Esta reacción es bastante importante para la
sustentación, el equilibrio y probablemente también para la regulación cerebelar de la marcha.
La desaparición progresiva de estos reflejos pone de manifiesto el control creciente de
la corteza cerebral sobre los distintos centros nerviosos y, de esta forma, las acciones pasan
de ser automáticas y reflejas a maduras y controladas. La ausencia o la persistencia de estos
reflejos pueden reflejar perturbaciones neurológicas, por lo que proporcionan una información
importante para el diagnóstico evolutivo, la identificación precoz y la maduración del niño. Sin
embargo, los reflejos claramente protectores como el parpadeo, bostezar, toser, estornudar,
etc, no desaparecen.
b) Estereotipias infantiles
Las estereotipias son movimientos que, aún siendo movimientos espontáneos,
presentan unas características especiales:
No son movimientos genéricos como los anteriores sino que están bien localizados
Presentan un carácter repetitivo.
Desaparecen con el tiempo, aspecto que cual las diferencia de los tics.
Desde los movimientos sin propósito y los reflejos, el niño progresará a movimientos
voluntarios dependiendo de la maduración del sistema nervioso, el desarrollo de la fuerza
muscular y la resistencia, dependiendo de su desarrollo de la postura y equilibrio y
dependiendo de la mejora en el procesamiento de la información sensorial.
Los niños consiguen el control postural de la parte superior del cuerpo hacia los 5
meses, y en los tres meses siguientes, adquieren el control del tronco entero. Voltearse la
posición prona a la supina y viceversa es una adquisición importante. Hacia los 8 meses de
edad, el niño ya tiene un buen control del volteo. Es entonces cuando el niño empieza a
intentar la locomoción, a través de una serie de movimientos que le conducen al gateo. Los
niños suelen rastrear antes de gatear. Hacia los siete meses adelantan la rodilla y el muslo
junto al cuerpo. Con unas pocas semanas más consiguen la posición de gateo pero sin levantar
Tema 4 Desarrollo motor
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Desarrollo y control motor
el tronco del suelo. Una vez que son capaces de levantar el tronco y sujetarse con las piernas y
los brazos, empiezan a balancearse en esta posición. Después comenzarán a desplazarse,
generalmente hacia atrás, hasta que consiguen coordinar los movimientos de brazos y piernas
para gatear hacia delante.
La marcha, por otra parte, suele comenzar entre los 9 y los 17 meses de edad, aunque
el niño no adquiere el patrón de marcha adulto hasta los 5 años. Los primeros pasos se
caracterizan por pasos muy cortos con una extensión también corta de la pierna y la cadera. El
paso se da con el pie plano y las rodillas inclinadas. Las puntas de los pies apuntan hacia fuera y
los pies están muy separados para mantener el equilibrio. Los brazos se mantienen delante del
cuerpo, abiertos y flexionados. Con la práctica, los brazos irán cayendo hacia los lados pero
seguirán sin balancearse con el cuerpo. El niño tendrá que aprender a aumentar la distancia del
paso extendiendo completamente las piernas, a apoyar el pie desde el talón hasta la punta, a no
girar el pie hacia fuera, a reducir la base de apoyo cerrando las piernas, a extender las rodillas
de forma apropiada, a rotar la pelvis, a no inclinar el cuerpo hacia delante y a coordinar el
movimiento de los brazos con el de las piernas. Hacia los dos años el patrón básico de la
marcha está adquirido pero no es hasta los 5 años, como decíamos, cuando el niño puede
realizar los movimientos coordinados del adulto.
En los años que van del segundo al sexto, los movimientos de las piernas ganan en finura y
precisión, permitiendo al niño realizar una serie de actividades tales como:
La carrera: correr es una habilidad más avanzada que caminar pero muchas de las
características de los patrones de ambos movimientos son similares. Correr tiene un
momento “sin apoyo” en el que ninguno de los pies toca el suelo. Los niños son capaces
de estar sin este apoyo seis o siete meses después de empezar a andar. Los primeros
intentos de correr son andar muy deprisa. Cuando empieza a correr, el niño adopta una
base de apoyo ancha, pone el pie plano y coloca los brazos delante para protegerse. Es el
mismo patrón que usaba al andar. Parece que estas regresiones en los patrones de
movimiento simplifican la tarea del niño. Con el tiempo, llega a realizar el patrón adulto
que se caracteriza por una mayor distancia en el paso, ausencia de movimientos laterales
de las piernas (rotación de la rodilla hacia delante, no hacia un lado), movimiento del pie
hacia fuera, flexión de la rodilla apropiada, rotación e inclinación hacia delante del tronco
y movimientos de los brazos adecuados.
La adquisición de la carrera se consigue hacia los 2-3 años pero con dificultades para girar
o pararse bruscamente. Los progresos aparecen hacia los 4-5 años, cuando el niño
controla con mayor precisión la iniciativa, la parada y los cambios de dirección de la
3. Motricidad fina
A los pocos días de nacer, el bebé adquiere conciencia de que en su campo espacial hay
objetos. Se ha comprobado que después del nacimiento si se sostiene al pequeño de modo que
sus brazos queden libres, lanzará golpes contra objetos reales o ilusorios que se proyectan
frente a él. Al no lograr contacto con los objetos ilusorios grita y manifiesta signos de
agitación, lo cual indica que, probablemente, los nexos entre la visión y el tacto se han formado
antes del nacimiento. En general, cualquier niño pasa por cuatro fases generales en su relación
con los objetos. Primero, se siente atraído por los objetos y por sus propias manos. En la
segunda etapa, manifiesta excitación motriz al enfrentar un objeto, sin ninguna tentativa por
contactar con él. La tercera fase es de contacto y manipulación. La cuarta y última, involucra
diversas clases de exploración del objeto
En el sexto mes, la conducta manipulativa denota dos tendencias. Los infantes empiezan a
observar con mayor detalle cada objeto con el que toman contacto. La prensión palmar
evoluciona hasta convertirse en manipulación táctil que emplea las puntas de los dedos y el
índice en oposición al pulgar y al resto de los dedos. Los niños empiezan además a utilizar los
objetos de muchas formas. Comienzan a apilar bloques, a arrojar objetos para hacer ruido y a
sacudirlos.
Alrededor de los nueve meses, esta conducta inicial se modifica. El bebé, en la primera
tentativa, deja caer la mano y el brazo al tomar un objeto cuyo peso cambia inesperadamente.
Pero, en una segunda presentación, ha comenzado a producirse una especie de aprendizaje
cinético y el brazo no cae tanto. Los receptores musculares del brazo y el hombro empiezan a
acomodarse, al cabo de sucesivas presentaciones, al nuevo peso del objeto. Cuando se le
presentan objetos desconocidos, la mano y el brazo vuelven a caer rápidamente, lo cual
demuestra que el infante no tiene capacidad para generalizar las relaciones de forma – tamaño
– peso ni llevar a cabo las adaptaciones necesarias de la musculatura del brazo y el hombro.
En el segundo año de vida se observa otra modificación: aparece una conducta a juzgar
por la cual el niño prevé los pesos de los objetos que se le presentan. De esta manera, si se da
al infante un objeto de peso y tamaño determinados, y a continuación otro de tamaño y
formas iguales, pero más ligero, el brazo se elevará súbitamente. El niño sobreestima el peso
del objeto como consecuencia de algún tipo de preparación previa de la respuesta. Es capaz de
formular generalizaciones como “cuanto más largo es un objeto, más pesado será”, lo que da
lugar a ajustes cinéticos más eficientes.
En el primer año de vida, el niño emplea los objetos para promover el contacto social con
otro individuo. Este tipo de conducta ha sido denominada con el nombre de “muestra”.
Cuando se le da un objeto, el pequeño lo dirige hacia otra persona, con el fin de provocar una
especie de contacto social e interacción simples. Si el otro individuo intenta tomar el objeto,
por lo general el bebé lo retiene. Otro esquema identificado por Uzgiris es el de “nombrar”.
Desde luego, esta conducta depende de la aparición del lenguaje y se manifiesta hacia los 2
años de edad.
Otros autores han examinado la forma mediante la cual la conducta manipulativa puede
reflejar la aparición de conductas cognitivas en el niño de 2 y 3 años de edad. Tres tipos de
actos: a) actos de carácter simbólico (tomar té); b) actos que establecían relaciones (combinar
varios objetos) y; c) actos que establecían secuencias (poner tazas en platos).