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La relación de Sigmund Freud con la Filosofía

CENTRO ELEIA 21 NOVIEMBRE, 2014 TEMAS PSICOLÓGICOS


Por Miguel Eduardo Torres Contreras

Si tomamos la publicación de la Interpretación de los sueños en 1900 como fecha referencial para hablar del surgimiento del psicoanálisis,
podemos observar que, a partir de entonces y hasta nuestros días, esta disciplina ha tenido cambios notables. Las razones por las cuales se
diversificó el psicoanálisis en lo que ahora se denomina como escuelas psicoanalíticas, son de diversa índole. Sin embargo, es importante
remitirnos a la obra freudiana y al momento histórico en el que surge el psicoanálisis, para poder entender el contexto vital del que abreva
Freud y al que responde con su propuesta revolucionaria de que lo psíquico es, fundamentalmente, lo inconsciente.
En este sentido, cabe la pregunta sobre la relación entre Freud y la filosofía, ya que a partir de la lectura de los primeros textos freudianos,
propiamente psicoanalíticos, en los que habla de catexias, de la libido como energía sexual, de las pulsiones, etc., se deja entrever un bagaje
teórico, propio de finales del siglo XIX y principios del XX. A la par, en algunos de esos mismos textos, Freud hace mención explícita de
la filosofía y su rechazo de la misma, así como de las diferencias entre ésta y el psicoanálisis. La indagación sobre la relación entre Freud
y la filosofía es, según Assoun (1982), un tema relativamente reciente. Y lo es porque, desde la filosofía, el psicoanálisis fue tomado como
objeto de estudio, pero dejando de lado el hecho incómodo del desdén freudiano por la disciplina filosófica. Por ello es pertinente la
pregunta ¿cuál fue la relación que tuvo Freud con la filosofía?
Se puede afirmar sin lugar a dudas que la relación de Freud con la filosofía se da en dos tiempos (Herrera, 2010), es decir, hay una postura
de reconocimiento y admiración en Freud hasta finales del siglo XIX. Pero, a partir de sus escritos propiamente psicoanalíticos hay un
viraje: su posición frente a la labor filosófica es de rechazo y, en ocasiones, de franca ironía. Veamos con más detalle cada uno de estos
momentos.

En el año 1873, Freud ingresa a la Facultad de Medicina y un año más tarde, en 1874, asiste a los seminarios de Franz Brentano, célebre
filósofo aristotélico, a quien, según Jones (1997), “media Viena iba a escuchar”. El joven Freud busca entablar con él una relación más
estrecha, lo consulta sobre la posibilidad de estudiar, a la par que medicina, un doctorado en filosofía; asimismo, le pregunta cuáles filósofos
leer. La respuesta de Brentano le indicó leer completo a Descartes, no dejar de lado a Locke, a Leibniz, a Hume, y a Kant; en cuanto a
autores contemporáneos, parecía preciso conocer a Comte. En 1875, Freud se interesó por la historia de la filosofía e ingresó a un curso de
lógica aristotélica dictado por Brentano. Al año siguiente, el profesor le pide a Freud traducir al alemán el tomo doce de las Obras
completas del filósofo inglés John Stuart Mill (1806-1873), debido a la muerte súbita del traductor oficial. En la siguiente década, Freud le
escribe una carta a Martha Bernays donde le dice: “La filosofía, que siempre imaginé como una finalidad y un refugio para mi vejez, me
atrae cada día más” (Assoun, 1982: 19). Finalmente, el 1º de enero de 1897, le escribe a su amigo W. Fliess diciéndole: “En el fondo de mí
mismo abrigo la esperanza de llegar por este camino a mi primera finalidad: la filosofía. A eso aspiraba yo antes de haber comprendido
bien por qué me encontraba en el mundo” (Assoun, 1982: 20).
En sus escritos propiamente psicoanalíticos, empezando por La interpretación de los sueños (1900), la postura de Freud respecto a la
filosofía es de rechazo, contraria a lo expresado durante los veinticinco años anteriores. Freud se opone a la filosofía, cuando en sus escritos
psicoanalíticos hace precisiones teóricas. Por ejemplo, en el capítulo IV, La desfiguración onírica, dentro de La Interpretación de los
sueños, al hablar sobre el deseo expresado en el sueño y la corriente opuesta, que es la censura, cuestiona la infecundidad de la filosofía en
relación con lo onírico: “Quizás aquí columbramos que la interpretación de los sueños es capaz de darnos, sobre el edificio de nuestro
aparato psíquico, aclaraciones que hasta ahora hemos esperado en vano de la filosofía” (1900: 163-164). Freud se mantendrá en esta postura
hasta su muerte. En Esquema de psicoanálisis, al abordar el segundo supuesto fundamental del psicoanálisis, menciona por enésima ocasión
que “la mayoría de los filósofos, y muchos otros aún, […] declaran que algo psíquico inconsciente sería un contrasentido” (1940: 156).
Añade que esta diferencia entre psicoanálisis y filosofía, lejos de ser sólo una cuestión de definición sobre la asignación del nombre
“psíquico”, en realidad tiene una significación enorme.
Así pues, queda claro que Freud manifiesta un cambio de posición respecto a la filosofía, pero, ¿cuáles fueron las razones del mismo? Para
Herrera (2010) se trata de una denegación del propio Freud; según Assoun (1982: 12) el discurso freudiano sobre la filosofía es “tornadizo,
múltiple y ambivalente”; por su parte, para Daurella (1987), Freud tiene tres actitudes respecto a la filosofía: una de reconocimiento, otra
de reproche y una tercera que busca delimitar el campo psicoanalítico del campo filosófico. En todo caso, Freud tuvo contacto y se formó,
filosóficamente hablando, con uno de los filósofos más renombrados de su época, Brentano.

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