Nadie ha alentado más la oración que Jesús. Los seguidores de Cristo recibieron
tanto el aliento como la enseñanza para orar. Veían constantemente el ejemplo
que Él daba en la oración, y notaron la relación directa entre el ministerio
excepcional de Jesús y su devota vida de oración.
Jesús consideraba que la oración era más importante que la comida, porque la
Biblia dice que horas antes del desayuno, “muy de madrugada, cuando todavía
estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario,
donde se puso a orar” (Marcos 1:35).
Para el Hijo de Dios, la oración era más importante que reunir grandes multitudes.
La Biblia dice: “Sin embargo, la fama de Jesús se extendía cada vez más, de
modo que acudían a él multitudes para oírlo y para que los sanara de sus
enfermedades. Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar”
(Lucas 5:15-16).
Las preciosas horas de comunión con su Padre celestial significaban mucho más
para nuestro Salvador que el sueño, porque la Biblia dice: “Por aquel tiempo se
fue Jesús a la montaña a orar, y pasó toda la noche en oración a
Dios” (Lucas 6:12).
Oró en funerales, y los muertos resucitaron. Oró por cinco panes y dos peces, y
una multitud fue alimentada con el almuerzo de un niño. Oró: “No se cumpla mi
voluntad, sino la tuya”, y se abrió un camino para que los hombres y mujeres
pecadores pudieran acceder a un Dios santo.
Los discípulos oraron y fueron llenos del Espíritu Santo, de modo que se
agregaron 3000 personas a la iglesia en un día. Pablo oró y cientos de iglesias
nacieron en Asia Menor y Europa. Dios ciertamente contesta las oraciones.
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Algunas oraciones son contestadas con un “sí”, y algunas con un “no”. Pero, ¿qué
pasa con las oraciones no contestadas?
Tal vez sus oraciones han estado mezcladas con dudas. Tal vez ha orado en
forma egoísta. Tal vez ha pedido a Dios cosas que no son las que más le
convienen.
La Biblia dice que hay razones específicas por las que hay oraciones no
contestadas.
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“No hay ateos en las trincheras”
La oración, en el verdadero sentido, no es un vano grito de desesperación que
nace del temor o la frustración. Miles de personas oran solo cuando están bajo
mucha presión, o en peligro, abrumados por la incertidumbre. He estado en
aviones cuando un motor se detuvo; entonces la gente comenzó a orar. Hemos
atravesado tormentas terribles en las que personas que jamás pensaron en orar
antes estaban orando alrededor de nosotros. He hablado con soldados que me
dijeron que nunca habían orado hasta que se encontraron en el medio de una
batalla. Parece haber un instinto en las personas que las lleva a orar en tiempos
de dificultad.
Sabemos que “no hay ateos en las trincheras”, pero el tipo de cristianismo que no
logra introducirse en nuestras vidas cotidianas jamás cambiará el mundo.
Orar es simplemente una conversación de doble vía entre usted y Dios. La razón
por la que los grandes santos han cerrado sus ojos al orar es para dejar afuera los
asuntos del mundo, para que sus mentes puedan estar completamente
concentradas en sus conversaciones con Dios. Sin embargo, en ninguna parte de
la Biblia dice siquiera que cerrar los ojos es importante, si bien ciertamente se
presta a la actitud de oración.
Liberar el poder
La siguiente pregunta que hacen muchos es: “¿A quiénes se les dice que oren?”.
La Biblia tiene la respuesta: a “todos”.
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En esta era moderna en la que vivimos, hemos aprendido a controlar la potencia
del poderoso Niágara para nuestro uso y nuestro bien. Hemos aprendido a
mantener cautivo el vapor en las calderas, y a liberar su tremendo poder para
hacer girar nuestras máquinas. Hemos aprendido a contener vapores de gasolina
en un cilindro para que exploten en el segundo designado y muevan nuestros
automóviles y camiones velozmente por nuestras autopistas. Hasta hemos
descubierto el secreto de liberar la energía del átomo, lo cual es capaz de destruir
ciudades y civilizaciones enteras.
¡Pidan libremente!
Ahora consideremos la oración objetivamente. ¿Qué dice la Biblia acerca de la
oración eficaz?
Primero: La oración es para los hijos de Dios. Jesús dijo: “Ustedes deben orar así:
Padre nuestro…” (ver Mateo 6:9).
Dios tiene una responsabilidad específica para sus hijos; y a menos que hayamos
ingresado a la familia de Dios a través del nuevo nacimiento, no tenemos ningún
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derecho de pedir favores a Dios. La Biblia dice: “Mas a cuantos lo recibieron, a los
que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12).
Hay cristianos nuevos que me han dicho: “No sé cómo orar. No tengo las palabras
correctas”.
Cuando nuestros hijos recién comenzaban a hablar y les costaba encontrar las
palabras correctas, igual lograban hacerse entender con mi esposa y conmigo, y
los errores que cometían solo nos hacían quererlos más. De hecho, estoy seguro
que atesoro esos primeros intentos de conversación más que las palabras de
muchos adultos que hablan sin titubeos y sin errores.
Oh, mi amigo ansioso cuyas oraciones no han sido contestadas, Dios te invita a la
intimidad de ser su hijo espiritual. “Para que sean intachables y puros, hijos de
Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes
brillan como estrellas en el firmamento” (Filipenses 2:15).
La Biblia dice: “Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén
pidiendo en oración, y lo obtendrán” (Marcos 11:24).
Conozco a un padre rico que no quería dar a su hijo una bicicleta porque su
boletín escolar tenía notas muy bajas, no había barrido las hojas del jardín y no
había cumplido con otras tareas. Estoy seguro de que el padre no habría sido
sabio si daba regalos valiosos a un hijo tan desobediente y desagradecido.
Jesús dijo: “Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será
glorificado el Padre en el Hijo” (Juan 14:13).
La Biblia dice: “Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran
sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, […] acerquémonos confiadamente
al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el
momento que más la necesitemos” (Hebreos 4:14, 16).
Dios, por amor a Cristo, perdona nuestros pecados. Dios, por amor a Cristo, suple
nuestras necesidades. Dios, por amor a Cristo, recibe nuestras oraciones. La
persona que acude con confianza al trono de gracia ha visto que su acercamiento
a Dios ha sido hecho posible por Jesucristo.
La oración lo vincula con los verdaderos propósitos de Dios para usted y para el
mundo. No solo trae las bendiciones de la voluntad de Dios a su propia vida
personal, sino que le da la bendición adicional de estar en concordancia con el
plan de Dios.
La oración modelo que Dios nos ha dado finaliza diciendo: “Tuyos son el reino y el
poder y la gloria” (Mateo 6:13). Si queremos que nuestras oraciones sean
contestadas, debemos dar la gloria a Dios. Nuestro Señor dijo a sus discípulos:
“Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el
Padre en el Hijo” (Juan 14:13).
Cristianos, santos de Dios, oren para que el rocío del cielo pueda caer sobre la
tierra seca y sedienta, y para que la justicia pueda cubrir la tierra como las aguas
cubren el mar. Oren, creyendo, con esta promesa de nuestro Salvador en mente:
“Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán”
(Marcos 11:24).
“Satanás tiembla cuando ve al santo más débil de rodillas”, así que ¡ore, cristiano,
ore!
De no indicarse algo diferente, las citas bíblicas incluidas en este artículo son
tomadas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional (NVI) Copyright ©
1999Biblica. Las citas bíblicas marcadas como RV60 fueron tomadas de la Santa
Biblia, Versión Reina-Valera 1960, Copyright © 1960 American Bible Society.
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