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Sociedad Paleontológica de Chile

Curso “Crónicas de la Vida Antigua”

Análisis teórico del fenómeno de la selección natural en la teoría de Charles Darwin


mediante una perspectiva sociológica moderna.

Integrantes: Francisca Bustamante Sage

Felipe Hernández Valdés

Octubre 2011

1
I. Índice
1. Resumen, 3

2. Introducción, 3

3. Objetivos del Trabajo, 5

4. Panorama Conceptual y Reflexiones, 5

5. Consideraciones Finales, 17

6. Metodología, 17

7. Bibliografía, 18

2
II. Resumen

Frente a la divergencia entre las ciencias naturales y sociales que en algún momento de
la historia moderna se han apropiado de los postulados darwinistas para sustentar sus
propias teorías es necesario plantear la posibilidad de ver el darwinismo como una
ideología capaz de dar orden a la cuestión social. De este modo se propone hacer una
revisión desde diversos paradigmas de la sociología sobre los alcances reales del
darwinismo en la estructura social moderna, así como también analizar la organización y
el cambio social actual desde este paradigma de la ciencia natural viendo sus aportes y
limitaciones teórico - empíricas.

III. Introducción

La especie humana existe desde hace más de 2.000.000 de años. Los últimos
antepasados comunes a todos los seres humanos de hoy vivían hace unos 200.000 años.
Sin embargo, no es sino en 1759, cuando el embriólogo alemán Caspar Friedrich Wolf
cuestiona la fijeza de las especies y propone la idea de descendencia común. Posterior a
él, en 1809, Jean-Baptiste Lamarck publica “Philosophie zoologique”, siendo la primera
tentativa de dar un cuadro científico a lo que entonces se llamaba la transmutación. En
1859, Charles Darwin publica “El origen de las especies por medio de la selección natural
o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida”, presentando una
primera teoría general del desarrollo de la vida.

Sería irresponsable afirmar que la teoría de Charles Darwin es irrelevante para la


investigación filosófica, pues nos habla de algo trascendental para esta última, que es el
lugar del hombre y los demás seres vivos dentro de la naturaleza. Ante la pregunta, ¿qué
es el ser humano? La respuesta que nos viene dada por la teoría evolutiva es clara: es un
ser vivo, uno más de las muchas especies existentes. El hombre se “reduce” a ser uno
más de entre los seres vivos. Así es como, en vez de hablar de reducir al hombre a un ser
vivo, podríamos decir reducción del conjunto de los seres vivos, de todas las especies
existentes incluida la humana, a la vida o conjunto de fenómenos estudiados por la
biología.

Para el momento en que Charles Darwin publicó El Origen de las especies, la llamada
filosofía evolucionista, postulada por Herbert Spencer, alcanzaba gran influencia en
Inglaterra. Este hecho apuntaló el desarrollo del darwinismo social, teoría que tuvo en
Spencer a su principal defensor y que postuló que los grupos y las razas se desarrollan a
partir de las leyes de selección natural propuestas por Charles Darwin para plantas y
animales. Los darwinistas sociales afirmaban que la vida de los seres humanos en
sociedad consiste en una lucha en la que sobrevive el más apto, y que la selección
natural explica los cambios sociales. Para Spencer y otros darwinistas sociales, la lucha
por la sobrevivencia es el motor del progreso de las sociedades, y este progreso está
determinado por la herencia biológica de los individuos. En esa línea, los darwinistas
sociales consideraban que la riqueza era un signo de superioridad natural y, por ende, la
pobreza era una evidencia de incapacidad. La lucha por la supervivencia en la naturaleza
se identificaba así con una lucha al interior de la sociedad. Los defensores de esta
corriente de pensamiento afirmaban que sus postulados se sostenían en la evidencia
científica que Charles Darwin usó para otros fines1.

1
http://biblioteca.pucp.edu.pe/docs/DarwinismoSocial.pdf

3
El darwinismo social se utilizó desde fines del siglo XIX para defender el capitalismo
tradicional (laissez-faire), desde una marcada posición política conservadora. Claramente,
el darwinismo social justificaba el status quo del momento histórico en que surgió. En el
plano político, los darwinistas sociales defendían la libertad del individuo y se oponían a la
intervención estatal, en el entendido de que el orden existente era un producto de la
naturaleza, que caminaba hacia el progreso vía la evolución. A lo largo de su vida, Darwin
se rehusó reiteradamente a extender su teoría hacia la sociedad humana.

Bajo la forma que le dio Spencer2, el darwinismo social constituye una teoría
estrictamente metafísica –una ideología-, que incurre en el más abierto realismo
metodológico, al no resultar refutable, como observaría Karl Popper. Sin embargo, no por
ello perdió eficacia práctica. Además, a la larga, el paradigma experimentaría una
profunda evolución -casi una mutación- hasta su propuesta sociológica definitiva
elaborada por el último Talcott Parsons, formulándola bajo la forma de un criterio
evolucionista universal para las ciencias sociales, bajo el cual los principios de
adaptación, diferenciación y especialización funcional terminarían incardinándose dentro
de una teoría general en la que el hombre es el único sujeto de la acción social y el
protagonista de la historia, lo que resulta incompatible, per se, con la existencia de una ley
natural determinista.

Toda la sociología de Spencer se funda en el progreso constante de la sociedad desde lo


uniforme a lo multiforme, o, más bien, “desde una homogeneidad incoherente a una
heterogeneidad coherente”. Esta idea la había extraído de la teoría de la preformación
embrionaria, de Karl Ernst Ritter Von Baer, según la cual “el desarrollo de cualquier
organismo consiste en un proceso de diferenciación estructural”. Los primeros
planteamientos de Spencer aparecieran en 1857, anticipándose a la publicación de la
primera edición de El origen de las Especies, de Darwin, en 1859. Sin embargo, la
solución de Darwin al enigma de la mutación de las especies -a las que el creacionismo
venía representando como inmutables- alcanzó una popularidad inmediata y Spencer
decidió utilizarla para dotar de “fundamento científico” a su teoría: de modo que sustituyó
la idea de progreso –limitada al ámbito específicamente humano- por la de evolución. La
burguesía liberal, de la época de Spencer y Darwin, creía en el progreso a través de las
soluciones técnicas para todos los problemas. Según ella, la natural “selección de los más
aptos” entre los individuos humanos sería obstaculizada por una restricción legal inútil.
Tras la publicación de El origen de las especies, el libro, así como el mismo Charles
Darwin, fueron identificados con el movimiento liberal y, recíprocamente, los liberales
británicos hicieron un uso, si no del libro, al menos del título de éste en su integridad para
propagar su propia filosofía política. De todos, Charles Darwin fue el crítico más recio de
aquello en que se había convertido su trabajo, lo que se reveló en 1871 cuando publicó La
filiación del hombre y la selección ligada al sexo, y un año más tarde La expresión de las
emociones en el hombre y los animales, dos obras que fueron ampliamente
ignoradas. Unos meses antes, en este mismo año de 1859, Carlos Marx había publicado
su Contribución a la crítica de la economía política, presentando una teoría general del
desarrollo de la sociedad humana aplicada al modo de producción capitalista. Era el
resultado, no sólo de una gran proeza intelectual, sino también el fruto de un movimiento
político emancipador del proletariado al que Carlos Marx quería contribuir.

2
Espina, Alvaro. “El darwinismo social: De Spencer a Bagehot”. Revista Española de Investigaciones
Sociológicas.

4
En 1909, Anton Pannekoek publicó Marxismo y darwinismo, resumiendo medio siglo de
debates en el movimiento obrero sobre el tema, definiendo claramente los diferentes
dominios de aplicación y el significado, tanto científico como político, de los dos: Darwin
para la comprensión de la naturaleza viviente, Marx para la de la sociedad humana, pero
claramente en continuidad y en complementariedad la una de la otra, revolucionando
ambas nuestra comprensión del mundo. Observó también cómo la teoría de la evolución
de Darwin había sido corrompida desde su aparición para poder explotarla contra la clase
obrera, y que era combatida en su esencia a causa de las posibles implicaciones sociales
que contenía.

Frente a la divergencia entre las ciencias naturales y sociales que en algún momento de
la historia moderna se han apropiado de los postulados darwinistas para sustentar sus
propias teorías es necesario plantear la posibilidad de ver el darwinismo como una
ideología capaz de dar orden a la cuestión social. De este modo se propone hacer una
revisión desde diversos paradigmas de la sociología sobre los alcances reales del
darwinismo en la estructura social moderna, así como también analizar la organización y
el cambio social actual desde este paradigma de la ciencia natural viendo sus aportes y
limitaciones teórico - empíricas.

IV. Objetivos del trabajo

Para elaborar este análisis el trabajo se orientará a partir de dos objetivos generales:

a) Realizar una revisión de la teoría de la evolución de las especies a partir de la


selección natural de Charles Darwin y analizar críticamente la influencia que
generó en la elaboración teórica de la sociología moderna.

b) Revisar desarrollos sociológicos contemporáneos donde se vinculan teorías


biológicas de la evolución y constitución de la vida con el análisis social, para
realizar una mirada sobre la sociedad actual.

V. Panorama Conceptual y Reflexiones

a) Descripción y conceptualización de la teoría de la evolución de las especies


a partir de la idea de selección natural (Darwin).

A lo largo de la historia son muy pocos los libros científicos que han revolucionado el
campo de la ciencia del que tratan. El origen de las especies, de Charles Robert Darwin,
es uno de esos privilegiados. Pero es mucho más que todo esto. De hecho, ningún otro
libro ha influido tanto como éste en nuestra forma de vernos a nosotros mismos y de
entender cuál sea nuestro lugar en la naturaleza. Las teorías expuestas en él constituyen
la base fundamental de nuestra actual visión científica del hombre.

Darwin desarrollo una teoría completa y coherente de la evolución, que pretendió


comprender toda la diversidad biológica. La teoría darwinista tuvo además caracteres
propios de una gran originalidad, algunos de los cuales fueron también vislumbrados por

5
sus contemporáneos de un modo independiente. El caso más dramático fue sin duda el
de Wallace, que concibió el principio de la selección natural.

Antecedentes previos al trabajo de Darwin

El gran filósofo (y biólogo) Aristóteles, como buen griego sostenía que las especies eran
eternas. Con la llegada de la cultura cristiana hizo su aparición la idea metafísica de
creación. Durante milenios el pensamiento científico y religioso occidental se basó en la
certeza de que Dios había creado a las especies en su estado adulto actual; una postura
conocida como: creacionismo fijista, o simplemente: fijismo. El convencimiento era tal que
en la primera mitad del siglo XVII James Ussher (1581- 1656), el arzobispo Armagh, en
Irlanda, a partir del estudio de las cronologías bíblicas estimó que Dios debió de haber
creado el mundo a las nueve de la mañana del 3 de octubre del año 4004 a.C. Pocos días
después aparecerían Adán y Eva, los primeros humanos.

En el siglo XVIII George-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788) se cuestionaba la


verosimilitud de estas fechas, opinando que la antigüedad de la Tierra debía tener, al
menos, 75.000 años. George Cuvier (1769-1832), por su parte, estimaba que dicha
antigüedad debía de ser de varios cientos de miles de años. Uno de sus grandes
descubrimientos fue apreciar una gran cantidad de cambios en el registro fósil.

Para hacer compatible este dato observacional con el fijismo (hay que recordar que
rechazar el fijismo equivalía a un ataque frontal contra la religión) Cuvier propuso que a lo
largo de la historia de la tierra ésta había pasado por varias catástrofes (tipo diluvio
universal) que habían provocado la extinción de numerosas especies. Al catastrofismo de
Cuvier se opuso resueltamente el abogado inglés Charles Lyell (1797-1875), considerado
el padre de la geología moderna. Según él la dinámica geológica que rige el planeta hoy
es la misma que lo ha gobernado en otras épocas. A esta idea se le llama uniformismo o
uniformitarismo. Según Lyell los cambios geológicos se producían gradualmente y no de
forma catastrófica o abrupta. Recogidas en los Principios de Geología las ideas de Lyell
influyeron en Darwin de una forma radical, tanto que Janet Browne, la biógrafa de Darwin
por excelencia, ha escrito que: “sin Lyell, jamás habría existido ningún Darwin”3.

El Origen de las Especies de Charles Darwin, conceptos generales.

Cuando Darwin embarcó en 1831 en el Beagle para dar la vuelta al mundo era tan solo un
joven de 22 años que acababa de graduarse en Teología en Cambridge. En esas fechas
Darwin era un hombre creyente y un fijista convencido. En cambio, cuando regresó a
Inglaterra, en octubre de 1836, veía al fijismo como algo insostenible. El Origen de las
Especies fue escrito para un público especializado: en su texto se citan 192 autores en los
diferentes capítulos con sus descripciones de material biológico, descubrimientos,
afirmaciones, opiniones; además, 34 autores en el análisis bibliográfico histórico (21 de
ellos no citados en los capítulos) en el bosquejo histórico sobre el progreso de las
opiniones sobre el Origen de las Especies antes de la publicación de la primera edición de
esta obra. En suma, Darwin se basó en una numerosa bibliografía. Y, para facilitar la
lectura del texto, solicitó al entomólogo y traductor inglés William Sweetland Dallas (1824-
1890) que confeccionara un Glosario que fue incorporado desde la primera edición de la
obra. Constituido en una de las grandes obras clásicas de la ciencia, era un libro denso y
difícil en opinión de los mejores amigos de Darwin, tanto que éste, inseguro de que fuera

3
Browne, J.: Historia de El origen de las especies; Ed. Debate, Barcelona, 2007.

6
bien recibido por los no especialistas, ofreció cubrir los gastos de su publicación. Sin
embargo, la primera edición, de 1250 ejemplares se agotó en las librerías el primer día
(24 de noviembre de 1859) y se ha reeditado continuadamente desde entonces. El
lenguaje empleado por Darwin en El Origen de las Especies es muy cuidadoso, para no
herir susceptibilidades. En la introducción, manifiesta que lo observado por él en la
distribución geográfica de los organismos en Sudamérica, asociada a su pasado y
presente geológicos, parecían dar luz sobre el origen de las especies; que a las mismas
conclusiones sobre el origen de las especies había llegado Wallace en el archipiélago
malayo; que los naturalistas pueden llegar a la conclusión de que las especies no han
sido independientemente creadas; que es errónea la idea de que cada especie ha sido
creada independientemente; que su convencimiento es que las especies no son
inmutables; e introduce la idea de que la selección natural ha sido el mecanismo más
importante en la modificación de las especies. A partir de esta presentación, desarrolla
sus ideas manteniendo una respetuosa expresión sobre la teoría de la creación,,
desarrolla el tema de la lucha por la existencia y la supervivencia de los más aptos, para
plantear su teoría de la descendencia con modificación, y que se logra mediante la
selección natural. Sus afirmaciones más fuertes serían las de que no es una explicación
científica el aceptar que “fue una decisión del Creador construir todos los animales y
plantas. En cada una de las grandes clases, según un plan uniforme”; y “que en el
futuro...se proyectará mucha luz sobre el origen del hombre...”4

Las ideas centrales de Darwin sobre la evolución pueden resumirse del siguiente modo:
1) Toda la diversidad biológica deriva de una única forma de vida ancestral, a partir de la
cual la vida evoluciono a lo largo de múltiples y sucesivas vías divergentes.
2) La evolución puede concebirse como un proceso de descendencia (de formas
ancestrales a formas derivadas) con modificación.
3) La evolución está basada en factores y procesos puramente mecánicos o materiales.
Entre los mecanismos que producen la evolución, Darwin aceptó varios de los propuestos
por sus predecesores siempre que fuesen puramente materiales. Entre ellos, aceptó en
particular la herencia de los caracteres adquiridos de Lamark. Rechazo en cambio por la
vía de la omisión, el impulso vital y toda otra forma de vitalismo Lamarckiano.
4) El mecanismo fundamental, aunque no único, y ciertamente el favorito de Darwin a la
hora de explicar la adaptación y diversidad biológicas, es el de la selección natural.
Darwin concibió también el mecanismo de la selección sexual, que es un caso particular
de selección natural.
5) La evolución es un proceso lento y gradual. Con frecuencia se dice que seleccionismo
y gradualismo constituyen la dupla fundamental de rasgos de la teoría darwinista.
Al igual que Lamarck, Darwin tuvo que transitar por un largo camino intelectual para llegar
a completar sus ideas sobre la evolución. En ese trayecto, tuvo que abandonar el
esencialismo y abrazar una teoría de transmutación de las especies, reconciliando tal
noción con la de un cambio lento y gradual. Pese a esto, la significación de sus
contribuciones se ve a menudo opacada por consideraciones que, tomadas de un modo
superficial, cuestionan su originalidad. Un análisis detallado de toda la problemática revela
que Darwin fue, sin lugar a dudas, el gran evolucionista del siglo pasado, logrando una
transformación completa de las ciencias biológicas. Cierto es que varios de los
ingredientes de la teoría darwinista habían sido concebidos por algunos de sus
contemporáneos. Pero esta objeción es análoga a cuestionar la significación del modelo

4
Perez, Vicente. “Cuando Charles Darwin publico el Origen de las Especies (1859)”. A nales Instituto
Patagonia (Chile), 2009. 37(2):51-60

7
del ADN de Watson y Crick porque la información que utilizaron (en este caso, toda la
información) fue producto de otros investigadores5.

A partir del núcleo central del darwinismo podemos comprender aspectos relevantes de
nuestro origen y reflexionar sobre lo que ello significa para nuestra condición. Desde esta
perspectiva, los seres humanos como cualquier otra forma viva no portamos ninguna
finalidad trascendente en nuestro ser. Nuestro origen se debe a las contingencias y
azares de la historia de la vida sobre el planeta. Somos un accidente en el universo. Esta
inevitable conclusión puede parecer desesperanzadora, y en cierta manera lo es, dado
que el nuestro sería un mundo sin sentido. Sin embargo esta ausencia de finalidad abre
una posibilidad única para el ejercicio de la libertad humana, porque ésta sólo es posible
en un universo donde hay un cierto grado de indeterminación e incertidumbre, lo que sería
imposible con una finalidad inscripta a priori. La opción básica se refiere entonces y desde
las consideraciones hechas hasta aquí entre el deseo de certeza o el goce (y el dolor) de
la libertad6.

Pero hay otra cuestión que ha resultado extremadamente conflictiva porque, más allá de
las intenciones del propio Darwin, ciertas interpretaciones ilegítimas del darwinismo iban a
abrir una especie de caja de Pandora al posibilitar la naturalización de todo acto humano,
esto es fundamentarlo como un hecho determinado por la historia natural y no como
producto de una decisión ética voluntaria. El darwinismo social del siglo XIX, que
pretendió justificar la pobreza y el dominio imperial como inevitables consecuencias de la
supervivencia del más apto en la lucha por la existencia, la eugenesia ─ la práctica del
mejoramiento genético en seres humanos ─ de la primera mitad del siglo XX que llevo
primero a la esterilización de miles de personas y más tarde al asesinato de millones, o
ciertas interpretaciones derivadas de la sociobiología promotora de algunos arraigados
prejuicios sociales, son ejemplos dramáticos de ello. La teoría darwiniana de la evolución
es uno de los grandes logros intelectuales del siglo XIX que se extiende hasta el presente,
siendo pilar fundamental del desarrollo de la biología moderna. Su comprensión pública
es un derecho y nos animaríamos a decir una necesidad porque es imprescindible, a la
luz de la historia reciente y lo aquí descripto, valorar su potencia explicativa y reconocer
algunas falaces extrapolaciones. Charles Darwin tuvo la extraña fortuna de encontrar un
gran maestro como John Stevens Henslow y amigos como el botánico Joseph Dalton
Hooker, el zoólogo y anatomista Thomas Henry Huxley y el geólogo Charles Lyell. Alfred
Russel Wallace, quien de manera independiente enunció en 1858 ideas muy similares a
las de Darwin dijo sobre el gran naturalista del Beagle: ”Toda mi vida he sentido y aun
siento la satisfacción más sincera porque Mr. Darwin haya trabajado mucho antes que yo
y que no quedara para mí el intento de escribir El origen de las especies.(…) Hombres
más fuertes que yo podrían confesar que no poseen esa incansable paciencia para
acumular y (…) utilizar grandes conjuntos de hechos (…) ─ y ese maravilloso estilo de
redacción, al tiempo claro, persuasivo y juicioso ─, cualidades cuya armoniosa
combinación señalan a Mr. Darwin como el hombre más adecuado, quizá entre los
vivientes, para la gran obra que ha proyectado y concluido”.

5
Lessa, Enrique P., “Darwin vs Lamarck”, Cuadernos de Marcha, Tercera Epoca, Año 11 (1996), No.
116:58-64.
6
Wolovelsky, Eduardo. “Desde Darwin”. Buenos Aires, Argentina. 2009.

8
b) Descripción de las teorías sociológicas modernas basadas en la idea de la
selección natural como motor de la evolución social: Evolucionismo social
(Spencer, Comte y Antropólogos evolutivos Taylor, Morgan y Frazer)

Los orígenes de la sociología se pueden asociar al surgimiento de la modernidad. En el


contexto de la sociedad moderna se configuraron una serie de procesos histórico-sociales
que se constituyeron como un quiebre radical en relación a las formas de pensar y de
experimentar el mundo que primaba en periodos históricos anteriores. Tal como lo indica
A. Giddens (1991) “El estudio objetivo y sistemático del comportamiento humano y de la
sociedad es un hecho relativamente reciente, cuyos orígenes se remontan a principios del
siglo XIX. El trasfondo de la primera sociología fue el de los cambios arrolladores que
trajeron consigo la Revolución francesa de 1789 y la Revolución industrial en Europa. La
sacudida que sufrieron las formas de vida tradicionales con estos cambios produjo una
revisión de la forma de entender tanto el mundo social como el natural”.

Ambas revoluciones se pueden vincular a cambios en el sistema político, económico y


social que existía en Europa, los que se pueden entender bajo el concepto de
racionalización social. La racionalización social es el proceso mediante el cual las distintas
esferas o sistemas sociales se diferencian, adquieren autonomía y un funcionamiento
propio, que ya no es determinado por la religión o por la tradición, ejes centrales en la
organización de la vida en sociedades premodernas.

Es en este contexto que la ciencia fáctica aparece como la forma válida de acceder al
conocimiento. Ésta se define como un tipo de conocimiento de la naturaleza y la sociedad
basado en los principios de la racionalidad y la objetividad. Según Bunge (1997) el
conocimiento racional está constituido por conceptos, juicios y raciocinios y no por
sensaciones, imágenes, pautas de conducta, etc., a la vez se nutre de una lógica de
inferencia deductiva, es decir que parte de observaciones empíricas y desde ahí genera
conocimientos que surgen de un proceso lógico deductivo, y los nuevos conocimientos se
organizan en sistemas de proposiciones, formando teorías. Por su parte, el que el
conocimiento científico sea objetivo significa que busca alcanzar una concordancia entre
el hecho empírico observado y la observación, es decir busca la verdad fáctica.

Considerando esta definición de la ciencia, las ciencias sociales, como la sociología y la


antropología, buscan definirse como ciencias fácticas, principalmente a través de los
conceptos de objetividad y racionalidad. Así comienzan a delinear un método que las
acerque a su objeto de estudio de manera objetiva y racional, tal como lo hacían las
ciencias naturales, para poder ser reconocidas como una forma de conocimiento válido. A
la vez, las ciencias de la sociedad, no solo toman la base epistemológica de otra área de
conocimiento, sino que además se realizan análisis de los procesos históricos de cambio
social desde teorías biológicas, como la teoría evolución.

Específicamente en el ámbito de la sociología se pueden identificar dos autores que


asocian el conocimiento de la sociedad al conocimiento del mundo biológico, tanto a nivel
del método como a nivel de las formas de comprensión de los procesos sociales, estos
son Auguste Comte y Herbert Spencer, ambos se pueden identificar como iniciadores de
esta disciplina de la ciencia.

9
Al primer autor nombrado se le atribuye el hecho de darle un nombre a la sociología y
además plantear que ésta era una ciencia de carácter positivista, es decir, una ciencia
que era capaz de estudiar la estática y dinámica social como fenómenos físicos, lo que
permitiría la búsqueda de leyes de la vida social. Tal como se señala en Ritzer (2000)
“Comte percibía que la dinámica social era más importante que la estática social. Este
interés por el cambio reflejaba su interés por la reforma social, particularmente la de los
males creados por la Revolución Francesa y la Ilustración. Comte no recomendaba el
cambio revolucionario, pues consideraba que la evolución natural de la sociedad
mejoraría las cosas. Las reformas eran necesarias sólo para empujar levemente el
proceso” (p.13)

La creencia de que las dinámicas de orden y cambio social, funcionan a partir de leyes, lo
lleva a elaborar la ley de los tres estadios, basada en la idea de evolución desarrollada en
las ciencias naturales. “La teoría propone que existen tres estadios intelectuales a través
de los que la historia del mundo ha avanzado. De acuerdo con Comte, no sólo el mundo
atraviesa este proceso, sino también los grupos, las sociedades, las ciencias, los
individuos e incluso la mente de las personas” (p.15) El primer estadio es el teológico,
período caracterizado por que el sistema conocimientos e ideas de la sociedad se basaba
en la creencia de que los poderes sobrenaturales y las figuras religiosas como los dioses,
eran la raíz del origen del universo y los fenómenos naturales y sociales. El segundo
estadio es el metafísico, que se caracteriza por la creencia en que las fuerzas abstractas,
como la naturaleza explicaban los fenómenos naturales y sociales, no dioses
personalizados. Por último, Comte identifica un estadio positivo, caracterizado por la
creencia en la ciencia, conocimiento basado en la observación del mundo físico y social y
en la búsqueda de leyes que regulan este mundo (Ritzer, 2000).

Contemporáneo a Comte, desde Inglaterra se distingue la teoría de Herbert Spencer,


como parte de las ideas fundantes de la sociología. Tal como lo plantea Ritzer (2000),
para comprender las ideas de Spencer es útil compararlas con la teoría de Comte,
partiendo de la base que ambos fueron muy influyentes en el desarrollo inicial de la teoría
sociológica, por lo que a continuación se expondrán las principales ideas de Spencer,
destacando similitudes y diferencias con la teoría comtiana. Una de las diferencias más
importantes entre estos autores tiene que ver con el interés por las reformas sociales, tal
como se mencionó Comte, estaba preocupado por las reformas sociales que se podían
instalar en el contexto de la revolución francesa. Sin embargo, Spencer no creía que a
través de las reformas sociales se pudieran producir cambios, sino más bien, el creía que
la vida social se debía desarrollar libre de intervenciones y controles externos.

Esto significaba que Spencer, a diferencia de Comte, no sentía interés por las reformas
sociales; su deseo era que la vida social se desarrollara libre de todo control externo, por
lo cual es considerado un darwinista social, es decir, trasladaba el principio de la
evolución darwiniana basado en la selección natural, a los fenómenos sociales. En este
sentido, el planteaba que las instituciones sociales, como las plantas y los animales, se
adaptaban progresiva y positivamente a su entorno social. Al mismo tiempo, aceptaba la
creencia darwiniana de que la evolución de especies se producía por un proceso de
adaptación a los cambios y de la supervivencia del más apto, planteando que esto ocurría
en los procesos sociales. Así por ejemplo, se podía entender que fenómenos sociales
como la pobreza eran producto de una inadaptación al mundo social, por tanto, sin
intervención de reformas externas, si las personas en esta situación no lograban

10
adaptarse a los cambios sociales iban a desaparecer. Aplicaciones como esta, hacen
además que las ideas de Spencer sean muy controvertidas éticamente, ya que los
procesos sociales involucran personas, subjetividades, emociones, intereses, poder, etc. y
entonces no se pueden entender solamente como un procesos de supervivencia del más
apto.

Una importante influencia de Spencer, compartida por Comte y posteriormente retomada


por el más importante iniciador de la sociología Emile Durkhiem, es la idea de concebir a
la sociedad como un organismo vivo, lo que también es una influencia directa de las
ciencias naturales. Según esta concepción se entendía que la sociedad era un todo, al
igual que un organismo vivo. De esta forma, la sociedad está compuesta por partes,
donde cada parte del organismo cumpliría una función determinada, fundamental para la
superviviencia del todo, así es fundamental la función de cada parte, pero además la
interrelación entre estas. Desde aquí se considera la idea de que el todo es más que la
suma de las partes, ya que en las relaciones entre partes se genera un nuevo orden o
estructura. Desde esta idea base, surge una corriente sociológica influyente hasta el día
de hoy llamada sociología funcionalista.

Aplicando lo anterior a los procesos históricos por los cuales han pasado las sociedades
en el mundo sobre todo en occidente, Spencer elabora una teoría de la evolución desde
las sociedades militares a las sociedades industriales. “Las sociedades militares, más
antiguas, se caracterizaban por estar estructuradas para afrontar un estado de guerra
ofensivo y defensivo. Aunque Spencer contemplaba con ojos críticos el estado de guerra,
pensaba que, en un primer estadio, era funcional para mantener unidas las sociedades y
crear los grandes agregados de personas que requería el desarrollo de la sociedad
industrial. Sin embargo, con el nacimiento de la sociedad industrial, ese estado de guerra
deja de ser funcional e impide el avance del proceso de evolución. La sociedad industrial
se basa en la amistad, el altruismo, la especialización, en el reconocimiento de los logros
de las personas y no de sus características innatas, y en la cooperación voluntaria entre
individuos altamente disciplinados. Esta sociedad se mantiene unida mediante relaciones
contractuales voluntarias y, lo que resulta más importante aún, mediante una fuerte moral
común. El papel del gobierno se limita a lo que las personas no deben hacer” (Ritzer,
2000: p.45). En el presente estas teorías son bastante criticadas, debido a que son
altamente etnocentricas, donde se pone a la sociedad europea que surge en el contexto
de la modernidad como principal referente y modelo a seguir, sin considerar la
multiplicidad de formas y tipos de sociedades que no necesariamente siguen el proceso
de la sociedad europea industrial de la modernidad.

Más específicamente, Spencer planteaba que un aspecto muy importante en la evolución


de la sociedad entendida como organismo vivo, es su tamaño. “La sociedad crece debido
tanto a la multiplicación de los individuos como a la unión de los grupos (composición). El
aumento del tamaño de la sociedad supone el crecimiento de las estructuras sociales y su
mayor diferenciación, así como también el aumento de la diferenciación entre las
funciones que realizan. Además del aumento del tamaño, las sociedades evolucionan a
través de la composición, es decir mediante la unificación de más y más grupos
adyacentes”. (Ritzer, 2000: p. 44). Así la evolución social sería un proceso de
complejización del sistema, de diferenciación de funciones y de unión de grupo, que van
generando nuevas composiciones.

11
Con esto, se puede agregar que si bien tanto Spencer como Comte compartían una
concepción evolucionista del desarrollo histórico, basada en teorías biológicas o de las
ciencias naturales, Spencer criticaba la teoría de los tres estadios de Comte ya que ésta
solo se refería a procesos ligados a las ideas y el conocimiento, es decir centrada en el
desarrollo intelectual, mientras que Spencer buscaba realizar una teoría de la evolución
del mundo social en términos empíricos, materiales y prácticos (Ritzer, 2000).

En una línea similar, pero desde otra disciplina de las ciencias sociales que surge con el
advenimiento de la modernidad, esta es la antropología, es posible distinguir ideas
vinculadas a la evolución social y de las culturas, vinculadas a concepciones biológicas
del cambio. Tal como lo plantea Polanco (1989), el evolucionismo en antropología surge
en el contexto de la sociedad europea industrial, caracterizada por un crecimiento
intensivo y otro de tipo expansivo. A nivel intensivo, la industrialización genera un proceso
de profundización y cambio al interior de las sociedades, generando una disolución de las
formas de organización precapitalista. A nivel expansivo, el capitalismo comienza a
generar un traspaso de las fronteras europeas, tratando de integral al sistema industrial y
de explotación de recursos a naciones que se habían mantenido ajenos al sistema como
África, Asia y América, lo que también se entiende como la expansión colonial, Esto
implicó un doble encuentro, el encuentro de la heterogeneidad al interior de las
sociedades europeas que estaba cambiando y complejizándose y un encuentro exterior,
con civilizaciones “primitivas” o que se organizaban de manera diferente en términos
culturales. Es en este contexto entonces, que los primero antropólogos, preocupados de
esta alteridad u otredad que aparecía ante los ojos de la sociedad europea, comienzan a
estudiar y teorizar sobre las culturas primitivas, que convivían en el mismo período que la
civilización europea. En este sentido comienzan a surgir una serie de estudios,
periodizaciones y clasificaciones tipológicas basadas en observaciones etnográficas de
las culturas diferentes que se hacen visibles para el hombre europeo, considerando el uso
de artefactos, formas de religión, rituales, símbolos, formas de parentesco, entre otros,
con el fin de generar una secuencia simple de la evolución cultural, similar a como se
concebían las distintas fases geológicas de la tierra.

c) Análisis de las teorías evolucionistas sociales, en las teorías sociológicas


enmarcadas en las diversas corrientes que constituyen los pilares del
pensamiento social moderno.

A partir de lo expuesto anteriormente, es posible visualizar la manera en que las ciencias


sociales desde su surgimiento, adoptan principios teóricos y metodológicos básicos de las
ciencias naturales vinculados a la teoría evolucionista.

Sin embargo, no sólo es posible distinguir una influencia de las ciencias naturales sobre
las ciencias sociales en sus inicios, sino también a medida que la sociología comienza su
proceso de consolidación se visualizan influencias de la teoría evolutiva sobre algunas de
las principales corrientes teóricas de ésta disciplina, como es el caso de la funcionalista y
la corriente marxista. Por otra parte corrientes como la interpretativa/fenomenológica, se
construyen como una crítica y oposición a la idea de evolucionismo y determinismo social,
ideas que se desarrollaran con más profundidad en éste apartado.

Los inicios de la sociología se pueden vincular a tres autores principales: Emile Durkheim,
Karl Marx y Max Weber. Cada uno de ellos es iniciador de líneas de pensamiento,

12
teorización y formas de hacer sociología, los que incluso se podrían entender como
distintos paradigmas de la disciplina.

Profundizando en el pensamiento de Emile Durkheim, tal como se mencionó


anteriormente, éste concebía a la sociedad como un organismo vivo, donde cada parte
cumple una función que permite y contribuye al funcionamiento del todo. Tomando esta
idea central, Durkheim elabora su teoría tratando de explicar los cambios que se
generaban en el contexto de la sociedad moderna. Estos cambios los explica por un
proceso de transición desde un tipo de sociedad donde la organización social estaban
determinados por una forma de solidaridad de carácter mecánico que primaba en
sociedades premodernas, donde los vínculos sociales y la cohesión se fundamentan en la
similitud de una comunidad, donde hay pocos niveles de diferenciación entre los roles que
cada miembro cumple, hacia otro tipo de sociedad donde el orden social se funda en una
solidaridad orgánica, caracterizada por altos niveles de diferenciación funcional, donde
cada parte de la sociedad cumple un rol que la diferencia de la otra y a la vez la hace
interdependiente. Desde la perspectiva funcionalista, para estudiar cualquier sociedad hay
que analizar de qué modo se combinan sus diversas "partes" o instituciones, con el fin de
garantizar la continuidad de esa sociedad en el tiempo. Esto se logra a partir del concepto
de función, que se analiza observando como una práctica social o una institución
contribuye a la continuidad de la sociedad en su conjunto (Giddens, A. 1982).

Siguiendo esta línea, se estructura el pensamiento de Parsons, debido a que se le


atribuye el desarrollo del funcionalismo, del cual Comte y Durkheim habían sido
iniciadores. Según Ritzer (2002) este énfasis en el orden social está presente en todo su
modelo teórico, en su denominado sistema de la acción. Es así que cada sistema dentro
del sistema de la acción -organismo conductual, sistema de la personalidad, sistema
social y sistema cultural-.

De lo anterior, se puede concluir a partir de las ideas de Muñoz (2006) que para Parsons,
“el sistema social funciona como un ente supraindividual que tiende a operar con arreglo
a funciones propias (es de notar que estas ideas parten igualmente de la fuerte discusión
con Spencer y el organicismo social, al considerar la metáfora de organismo como poco
heurística en la explicación del funcionamiento de las sociedades); los sistemas sociales
tendrían desde esta perspectiva sus propias disposiciones estructurales y funcionales, las
cuales incluso tenderían, en tanto roles preestablecidos, a condicionar la actuación de los
actores, quienes parecen reducirse a meros autómatas culturales”. En este contexto, la
educación es vista como el subsistema que opera como visagra entre los procesos de
socialización agenciados desde las instituciones encargadas de reproducir el sistema
social, y los procesos de individuación encarnados en los subsistemas de la personalidad
o actores sociales; de esta forma, el subsistema educativo logra integrar las expectativas
sociales con los ideales de los actores sociales (Muñoz, 2006).

En su viaje de cinco años a bordo del Beagle, Darwin anotó muchas observaciones de la
vida social (esclavitud, pobreza, agresiones…) de los diferentes lugares que visitaba.
Escribió: «Si la miseria de nuestros pobres no se debe a la naturaleza sino a nuestras
instituciones, grande es nuestra culpa». En vida suya ya comenzaron los intentos
de fundamentar en la naturaleza tanto las organizaciones como las diferencias sociales.
Así, el darwinismo, en versión social, incidió en los acontecimientos sociopolíticos de
finales del siglo XIX y de todo el XX. En un contexto muy distinto, Karl Marx encontró en
Darwin soporte para sus propias teorías, una versión social de las teorías biológicas de

13
Darwin. Como la evolución biológica, la evolución social responde a leyes, leyes de
transformación social que el marxismo buscaba.

En lo referente al marxismo y la ciencia, Carl Marx explica en el corazón de su teoría que


"El Origen de las Especies de Darwin es muy importante, y me proporciona la base en las
ciencias naturales para la lucha de clases en la historia."7 Mientras que Marx y Frederick
Engels estaban desarrollando su cosmovisión comunista, Charles Darwin estaba
presentando su teoría de la evolución y creando gran conmoción entre los intelectuales
del siglo XIX. Mucha gente percibió que la teoría de Darwin podría proporcionar la base
para una perspectiva enteramente materialista de la vida. Marx y Engels estuvieron entre
los que reconocieron la utilidad de la teoría de Darwin como tal base para su teoría del
materialismo dialéctico. En una carta a Engels, Marx escribe: "Por las últimas cuatro
semanas he leído todo tipo de cosas. Entre otras, el trabajo de Darwin sobre la Selección
Natural. Y aunque está escrito en el crudo estilo inglés, este es el libro que contiene la
base en las ciencias naturales para nuestra visión."8

Al observar la teoría socio-critica marxista se aprecia el vínculo con la teoría evolucionista


de Darwin al ser extendida naturalmente para contestar preguntas acerca de la sociedad
humana. Marx sentía que la sociedad, como la vida misma, había atravesado un proceso
evolutivo y debía continuar experimentando tal proceso hasta que una sociedad sin clases
evolucionara. Marx integró esta noción de la evolución en su cosmovisión, escribiendo:
"Darwin nos ha interesado en la historia de la tecnología de la naturaleza, es decir, en la
formación de los órganos de plantas y animales, cuyos órganos sirven como instrumentos
de producción para sostener la vida. ¿No merece igual atención la historia de los órganos
productivos del hombre, de los órganos que son la base material de toda organización
social?9".

Engels establece más directamente la conexión entre las teorías de Darwin y Marx: "Así
como Darwin descubrió la ley de la evolución en la naturaleza orgánica, así también Marx
descubrió la ley de la evolución en la historia humana.”10 Esta afirmación ha sido
reafirmada a través del desarrollo del marxismo. Lenin se hace eco de Marx y Engels,
enfatizando la naturaleza científica de la teoría de ellos: "Así como Darwin puso fin a la
visión de que las especies animales y las plantas eran inconexas, fortuitas, 'creadas por
Dios' e inmutables, y fue el primero en poner a la biología sobre una base absolutamente
científica. . . de la misma manera Marx . . . fue el primero en poner a la sociología sobre
una base científica . . .”11 Los marxistas entienden la evolución como un pilar esencial de
su cosmovisión, debido, mayormente, al hecho de que complementa muy bien su teoría
social e histórica.

Los fundadores del marxismo tuvieron otra razón para incorporar la teoría evolucionista de
Darwin en su sistema. Así como la teología secular humanista no puede subsistir si
acepta la noción de que Dios existe, de igual manera la teología marxista es directamente

7
Carlos Marx y Frederick Engels, Selected Correspondence (New York, NY: International Publishers, 1942).
8
Charles J. McFadden, La Filosofía del Comunismo (Kenosha, WI: Cross, 1939), También, ver el libro de
Jacques Barzun Darwin, Marx y Wagner (Chicago, IL: University of Chicago Press, 1981) para material
adicionalo sobre este punto.
9
Carl Marx, Capital, 3 vols. (London, UK: Lawrence and Wishart, 1970)
10
Frederick Engels, Obras Escogidas, 3 vols. (Nueva York, NY: International Publishers, 1950), citado en el
libro de R.N. Carew Hunt, The Theory and Practice of Communism (Baltimore, MD: Penguin Books, 1966).
11
V.I. Lenin, Obras Escogidas, 45 vols. (Moscú, U.R.S.S.: Progress Publishers, 1977).

14
opuesta a Dios. El ateísmo es el corazón de la teoría marxista. Esta cosmovisión es
coherente y consecuente sólo si Dios y lo sobrenatural no existen. Por lo tanto, Marx y sus
seguidores adoptaron entusiastamente una teoría de la biología que hace a Dios
innecesario para el origen de la vida. Marx proclama que el Origen de las Especies de
Darwin le propinó el golpe mortal a la “teleología”. Konstantinov, en Los Fundamentos de
la Filosofía Marxista-Leninista se hace eco de Marx: "La teoría de la evolución de Darwin
es el tercer gran descubrimiento científico que tuvo lugar a mediados del siglo XIX. Darwin
puso fin a la noción de las especies de animales y plantas como 'creaciones divinas,' no
conectadas con ninguna otra cosa, providenciales e inmutables, y de esta manera asentó
la base de la biología teórica12."

Este "gran descubrimiento científico" es crucial. Sin la teoría de la evolución, el diseño del
universo podría ser explicado sólo postulando a un Dios racional, intencionado y
poderoso, y esto es inconcebible para los marxistas. Los milagros no pueden existir en
una cosmovisión materialista, así que el marxismo tiene que aceptar la evolución
incondicionalmente. La teoría evolucionista de Darwin parece engranar perfectamente con
la interpretación de Marx de la dialéctica. Si la naturaleza es dialéctica (proceso
Hegeliano de cambio) y la noción de Darwin acerca del mecanismo que la naturaleza
empleó para crear las especies era correcta, entonces Marx creyó que la teoría de Darwin
era dialéctica. La teoría de Darwin de la evolución le parecía dialéctica a los primeros
marxistas, porque describía el desarrollo como un proceso. Engels creyó que la "nueva
visión de Darwin sobre la naturaleza estaba completa en sus principales características.
Toda rigidez disipada, toda particularidad que había sido considerada como eterna se
convirtió en transitoria, la naturaleza entera fue mostrada como en movimiento en un flujo
eterno y en un curso cíclico13." El concepto de flujo eterno era importante para la
cosmovisión marxista, de acuerdo con la creencia de Engel: "El mundo no debe ser
comprendido como un complejo de cosas ya hechas, sino como un complejo de
procesos14."

Otra razón por la que la teoría de Darwin parecía reforzar la visión de Marx de la dialéctica
fue que requería la evolución de lo simple a lo más complejo. La dialéctica marxista
establece que el proceso siempre gira de manera ascendente—que la síntesis es siempre
un estado más avanzado que la tesis anterior. Parecía que la teoría de la selección
natural de Darwin confiaba en el mismo concepto de cambio—especies más avanzadas
evolucionaron y estaban más adaptadas para vivir en su ambiente, la naturaleza acumuló
lo bueno y se deshizo de lo malo.

A primera vista, entonces, la teoría de cambio evolutivo de Darwin parecía encajar


perfectamente con las nociones de Marx acerca de la dialéctica. Sin embargo, una
inspección de cerca demostró otra cosa. Lenin insinuó un problema cuando colocó las
teorías de Marx separadas y por encima de las de Darwin, afirmando: "Aún así, esta idea,
como fue formulada por Marx y Engels sobre la base de la filosofía de Hegel, es mucho
más completa y mucho más rica en contenido que la idea actual [darwiniana] de la

12
F.V. Konstantinov, ed., Los Fundamentos de la Filosofía Marxista-Leninista (Moscú, U.R.S.S.: Progress
Publishers, 1982).
13
Engels, Dialéctica de la Naturaleza.
14
Frederick Engels, Ludwig Feuerbach (New York, NY: International Publishers, 1974).

15
evolución15." Lenin vio una diferencia entre la evolución darwiniana y la dialéctica aplicada
a la naturaleza.

La clave para entender el marxismo y la ciencia es reconocer que la interpretación


marxista de la evolución ha experimentado varios cambios desde que Marx adoptó la
teoría de Darwin. Estos cambios demuestran la disposición de los marxistas a modificar y
distorsionar la teoría del gradualismo de Darwin en un esfuerzo de hacerla más
compatible con su dialéctica. El marxismo intenta interpretar la teoría de la evolución de
una manera que apoya la dialéctica y niega lo sobrenatural. A pesar de lo científica o
acientífica que sea la teoría de la evolución, podemos estar seguros de una cosa: La
biología marxista, consecuentemente, la declara como basada objetivamente en la
ciencia. La evolución proporciona una base, tanto para la teología marxista como para la
filosofía marxista, y sin esta base, los marxistas son incapaces de explicar el diseño de
nuestro universo y los fenómenos de la mente humana. Como Engels dice: "En nuestra
concepción evolucionista del universo, definitivamente no hay lugar para un creador ni
para un gobernante."16

Por último, encontramos la corriente sociológica iniciada por Max Weber, donde se ponen
en cuestionamiento y se somete a crítica la adopción de teorías evolucionistas y
biologicistas en las ciencias sociales. En esta línea, tal como lo plantea Corbetta (2003, p.
21) Weber es uno de los teóricos que nutrió a corrientes posteriores muy importantes en
las ciencias sociales como la fenomenología, el interaccionismo simbólico y la
etnometodología. “Todas estas perspectivas tienen en común los rasgos fundamentales
del planteamiento weberiano: la fuerte convicción anti determinista, la oposición a la
filosofía de la historia, y a toda forma de evolucionismo. De este modo, la diferencia
esencial u ontológica entre las ciencias naturales y las ciencias sociales es la
irreductibilidad de la segunda a los métodos de investigación de las primeras. La crítica a
todo intento de explicar la acción humana a partir del sistema social y los factores de
condicionamiento presentes en el mismo también procede, en términos positivos, la
convicción de que en el centro de cada fenómeno social, así como de la actividad del
sociólogo se encuentra la acción individual dotada de sentido.”

Un pilar central de este pensamiento y critica al determinismo funcionalista y marxista es


el la teorización realizada por Berger y Luckmann (1991) sobre la construcción social de la
realidad, idea que hace referencia a la tendencia fenomenológica de las personas a
considerar los procesos subjetivos como realidades objetivas. Esto se basa en el que las
personas aprehenden la vida cotidiana como una realidad ordenada, es decir, las
personas perciben la realidad como independiente de su propia aprehensión, apareciendo
ante ellas objetivada y como algo que se les impone. En este sentido, “el mundo de la
vida cotidiana es aquel que se da por establecido como realidad. El sentido común que lo
constituye se presenta como la “realidad por excelencia”, logrando de esta manera
imponerse sobre la conciencia de las personas pues se les presenta como una realidad
ordenada, objetivada y ontogenizada” (Araya, 2002: p. 13).

Las inserciones de las personas en diferentes categorías sociales y su adscripción a


distintos grupos, constituyen fuentes de determinación que inciden con fuerza en la

15
Vladimir Ilich Lenin, Obras Escogidas, 45 vols. (Moscú, U.R.S.S.: Progress Publishers, 1977).

16
Frederick Engels, Socialismo: Utópico y Científico (New York, NY: International Publishers, 1935).

16
elaboración individual de la realidad social, y esto es, precisamente, lo que genera
visiones compartidas de la realidad e interpretaciones similares de los acontecimientos.
Así, La realidad de la vida cotidiana es una construcción intersubjetiva, un mundo
compartido. Ello presupone procesos de interacción y comunicación mediante los cuales
las personas comparten y experimentan a los otros y a las otras. En esta construcción, la
posición social de las personas así como el lenguaje juegan un papel decisivo al posibilitar
la acumulación o acopio social del conocimiento que se transmite de generación en
generación (Araya, 2002)

VI. Consideraciones Finales


Frente a la posibilidad de reflexionar sobre las implicancias de la teoría evolucionista de
Charles Darwin y su injerencia en el desarrollo de las Ciencias Sociales y la Teoría Social
vale destacar el contexto histórico-social en que ambas ramas de la ciencia moderna –
biología y sociología- se situaban y cómo dicho contexto influyo también en el desarrollo
del pensamiento moderno y en cómo pensar la evolución social desde el positivismo
imperante de la época. Si bien para muchos pensadores el darwinismo en su corriente
social sirvió para validar el statu quo de una clase y propiciar el desarrollo del capitalismo
de inicios del siglo XIX, esta teoría iba mucho más allá en sus alcances, entregando la
posibilidad de entender la evolución social desde una perspectiva biologicista sin el ánimo
de validar sistemas de producción capitalista ni mucho menos la posición de una clase
social sobre otra.

La naturalización de las diferencias sociales emanadas del actual sistema económico-


social no se puede atribuir a una evolución “natural” de la sociedad pues dichas
diferencias emanan de aspectos estructurales ajenos a la biología humana, propios de la
ideología y cultura dominante. Desde este punto de vista el “darwinismo social” debería
orientarse, más bien, a la posibilidad de entender el cambio social como una evolución
social, que sin ser atribuido a las leyes de la evolución biológica, se transforma en una
propuesta -o, más correctamente, en un conjunto de propuestas políticas- acerca
del progreso o cambio social que proclaman basarse en las percepciones de Darwin.

VII. Metodología

Debido a que este es un trabajo netamente teórico, la metodología que se usará para su
realización es la revisión de fuentes de información de carácter secundario, es decir
producidas por otros autores, ya que aportan información tanto teórica como empírica
para el desarrollo del análisis histórico de los vínculos entre teorías evolucionistas y de
organización de la vida natural, específicamente el darwinismo, y la teoría sociológica
moderna y contemporánea.

17
VIII. Bibliografía

Aguilar, O. (2006) “Observador lenguaje y sociedad: la teoría de los sistemas


autopoieticos”. Revista Central de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales. N°1

Berger, P; Luckmann, T. (1968) “La construcción social de la realidad”. Amorrortu


editores, Buenos Aires.

Browne, E. Janet, (2007) “La Historia de El Origen de las especies de Charles


Darwin”; Buenos Aires: Debate.
Carl Marx y Frederick Engels, Selected Correspondence (New York, NY: International
Publishers, 1942).

Carl Marx, Capital, 3 vols. (London, UK: Lawrence and Wishart, 1970)

Charles J. McFadden, La Filosofía del Comunismo (Kenosha, WI: Cross, 1939),


También, ver el libro de Jacques Barzun Darwin, Marx y Wagner (Chicago, IL:
University of Chicago Press, 1981) para material adicionalo sobre este punto.

Darwin, Charles. (1953) “El origen de las especies: por medio de la selección natural”
Mexico, D. F.: Diana.

Espina, Alvaro. “El darwinismo social: De Spencer a Bagehot”. Revista Española de


Investigaciones Sociológicas.

Frederick Engels, Dialéctica de la Naturaleza.

Frederick Engels, Obras Escogidas, 3 vols. (Nueva York, NY: International Publishers,
1950), citado en el libro de R.N. Carew Hunt, The Theory and Practice of
Communism (Baltimore, MD: Penguin Books, 1966).

Frederick Engels, Socialismo: Utópico y Científico (New York, NY: International


Publishers, 1935).

Frederick Engels, Ludwig Feuerbach (New York, NY: International Publishers, 1974).

F.V. Konstantinov, ed., Los Fundamentos de la Filosofía Marxista-Leninista (Moscú,


U.R.S.S.: Progress Publishers, 1982).

Giddens, A. (1971) “El capitalismo y la teoría social moderna. Un análisis de los


escritos de Marx. Durkheim y Max Weber”. Cambridge: Cambridge University Press.

http://biblioteca.pucp.edu.pe/docs/DarwinismoSocial.pdf

18
Pannekoek, Anton. (1909); “Marxismus und Darwinismus”. Leipzig: Verlag der
Leipziger Buchdruckerei.

Parsons, T. (1968) “Hacia una teoría general de la acción”. Editorial Kapelusz. Buenos
Aires.

Ritzer, George (2000). “Teoría Sociológica Moderna”, Madrid: McGraw-Hill


Interamericana de España.

Spencer, Herbert (1884) “El Hombre contra el Estado”, Aguilar, Buenos Aires, 1969.

Vladimir Ilich Lenin, Obras Escogidas, 45 vols. (Moscú, U.R.S.S.: Progress Publishers,
1977).

Zavadovski, Boris. (1926), “Darwinismo y Marxismo”. Moscú; Leningrado: Editoral


Estatal.

19

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