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Un pensamiento intempestivo:

la razón emancipatoria ilustrada


en la filosofía de Celia Amorós
ALICIA H. PULEO
Universidad de Valladolid

Si hace más de un siglo Nietzsche pudo retroalimentación entre situación históri-


. ser en muchos aspectos un pensador co-social y pensamiento.
intempestivo, hoy asistimos, en numerosos En 1985 Celia Amorós publicaba Hacia
ámbitos de la cultura, a la instalación de una critica de la razón patriarcal 2 • Este
su perspectivismo como dogma oficial bajo libro -que reunía artículos escritos a lo
diferentes formas que resumiré bajo el largo de diez años y que, dado su éxito,
nombre de postmodernismo. Los Gender fue reeditado en 1991- instauraba un nue-
Studies, Women's Studies y Feminist Studies vo tribunal de la razón ante el que com-
-salvo destacadas excepciones vinculadas parecían los discursos filosóficos de Aris-
a la teoría crítica habermasiana como es tóteles, San Agustín, Kant y Hegel para
el caso de Seyla Benhabib- se hallan revelar sus complicidades patriarcales. Si
dominados por las corrientes postestruc- el título de la obra podía llamar a engaño
turalistas. Reivindicar la herencia ilustrada en cuanto a la posición de su autora con
en este contexto filosófico es practicar un respecto a la razón, el contenido no dejaba
pensamiento intempestivo que no se pliega dudas: no se trataba de rechazar la razón
a los dictados de las efímeras modas inte- y sus productos optando por algún tipo
lectuales. El pensamiento potente no es de irracionalismo, sino de depurar la tra-
esclavo de escuelas ni capillas y sobrevive dición filosófica de su sesgo androcéntri-
a ellas por la fuerza de su autenticidad. ca 3. Pretendidamentc universal y neutra,
Hablar de Celia Amorós, nuestra pen- la filosofía mostraba una clara parcialidad
sadora intempestiva, supone no sólo refe- de género-sexo. En el movimiento mismo
rirnos a la especialista en Sartre, sino a de este descubrimiento se forjaba el pensar
una figura clave de la filosofía española, filosófico feminista como un aspecto del
con una teoría propia que abrió tempra- acceso de las mujeres a su conciencia de
namente el camino a la reflexión feminista. grupo oprimido. En ineludible diálogo con
La relación entre movimiento social y el marxismo, hegemónico en los setenta,
expresión conceptual es aquí doble: Celia sostenía que la subordinación de las muje-
Amorós no ha reflexionado desde la torre res no podía ser explicada exclusivamente
de marfil del simple erudito, lo ha hecho desde el concepto de explotación. Se
desde la praxis. En este sentido cabe recor- requería el concurso de numerosas claves
dar sus propias palabras: «el feminismo se interpretativas, entre las que citaba al
encuentra en una posición privilegiada estructuralismo, el psicoanálisis y la socio-
para elevar a conciencia teórico-reflexiva biología.
lo que le ha enseñado una instructiva expe- Este rechazo de esquemas dogmáticos
riencia práctica» l. Pero, por otro lado, la .que pretenden dar cuenta de todos los
influencia de su teoría en el mismo movi- fenómenos a partir de la infraestructura
miento feminista es incontestable, produ- económica no significaba un total aban-
ciéndose así un enriquecedor fenómeno de dono de la inspiración socialista, como lo

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demuestra la crítica al naciente feminismo tradas implican la salida del orden del esta-
de la diferencia por su énfasis excesivo en tus por naturaleza impulsada por un sano
la autoconciencia, que terminaba degra- nominalismo que deja atrás el realismo de
dando la fuerza revolucionaria del lema los universales que legitimaba la jerarquía
«lo personal es político» a una identifica- estamental, racial y de género. El femi-
ción de lo político con las prácticas de lo nismo es la vindicación de la salida de las
personal: el ser social determina la con- mujeres del mundo de «las idénticas» 5
ciencia y no a la inversa, recuerda C. Amo- para alcanzar el cstatus de individuo pro-
rós a las teóricas de lo que llamará «fe- pio del ámbito de «los iguales». Frente a
minismos helenísticos». No es posible algunas teóricas críticas de la Modernidad
obviar el paso por la política; el consuelo que consideran el concepto de individuo
estoico de ser libre en las cadenas o el como eminentemente masculino, Amorós
jardín epicúreo de los placeres del retiro sostiene su capacidad de universalización.
son soluciones falsas al problema de la falta Dado que toda abstracción se constituye
de poder. Los valores femeninos han sido por selección de ciertas características con-
generados por la historia de la dominación sideradas relevantes, ninguna es posible sin
y su exaltación encierra el peligro del «afuera constitutivos». Pero los afuera
conformismo. constitutivos ligados a la exclusión ilegí-
Doce años más tarde nuestra autora se tima en la Modernidad no son compar-
supera a sí misma en Tiempo de feminismo. timentos estancos que aseguren la estabi-
Sobre feminismo, proyecto ilustrado y post- lidad de las identidades de sexo norma-
modernidad. El intervalo temporal entre tivas. Por imprevistos mecanismos de
ambas obras fue un período de intenso tra- inclusión operan imperceptiblemente la
bajo en solitario y de decisiva influencia universalización propia de la dinámica
en el panorama filosófico feminista a tra- democrática, procediendo a la erosión de
vés de la creación de un equipo investi- las identidades adscriptívas.
gador en la Universidad Complutense de El índice de Tiempo de feminismo nos
Madrid en torno al Seminario Permanente muestra una arquitectura guiada por la
«Feminismo e Ilustración», del que fue cronología: nominalismo y Renacimiento,
creadora y directora. Esta iniciativa per- Reforma protestante, cartesianismo, Ilus-
mitió la reunión de un grupo de investi- tración, Revolución francesa, misoginia
gadoras que, desde sus diferentes énfasis romántica, sociedad moderna surgida de
y centros de interés, reconocen hoy en día las teorías del contrato, postmodernidad.
su deuda intelectual con esta filósofa 4. El Pero no se trata de una ociosa investiga-
título del Seminario es ya toda una tesis ción histórica sobre el pensamiento femi-
adelantada en Hacia una critica.e. y nista, sino de una reconstrucción de sus
desarrollada minuciosamente en Tiempo condiciones de posibilidad desde la que
de feminismo, obra de prosa densa en la Celia Amorós polemiza con otras interpre-
que cada línea es un condensado de largas taciones del origen, sentido y políticas
reflexiones y extensas lecturas críticas: el apropiadas para el colectivo femenino. Así,
feminismo es la radicalización de las ideas por ejemplo, al hilo de la recreación his-
ilustradas de igualdady autonomía. No pue- tórica de los movimientos protofeministas
de hablarse de feminismo pre-moderno ni de la Revolución francesa refuta la afir-
postmoderno. En todo caso, puede acep- mación de Richard Rorty de la rigidez del
tarse la calificación de «postmoderno» marco conceptual universalísta. El proce-
como Ilustración de la Ilustración o revi- dimiento de resignificación del lenguaje
sión de la Ilustración en cuanto fidelidad revolucionario llevado a cabo por mujeres
a su talante crítico. Las abstracciones ilus- de la época -entre otros casos, la auto-

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designación como «Tercer Estado dentro uno de los déficits democráticos de nues-
del Tercer Estado» y la descalificación del tras sociedades contemporáneas: el abru-
poder masculino como «aristocráticos-e- mador predominio de varones en los pues-
aparecen como prueba de la capacidad del tos clave de poder. Esta propuesta se pre-
universalismo ilustrado para proveer de senta como medio provisional de acceder
instrumentos de irracionalización de las a una igualdad real. Amorós rechaza las
jerarquías ilegítimas, incluso más allá del políticas de la identidad que se apoyan en
ámbito de aplicación para el que habían supuestos ontológicos diferencíalístas
sido creados sus conceptos. Se reafirma de -como es el caso de la representación
esta manera la tesis central de la indiso- sexuada de las pensadoras italianas- y
luble unión de feminismo y universalismo. también las planteadas desde otras posi-
La aparición del feminismo depende de ciones (por ejemplo, los proyectos de ciu-
la emergencia de los conceptos ilustrados, dadanía diferenciada de Carol Pateman 90
y su estrategia ha de consistir en utilizar de Iris Maríon Young)", Tales políticas
tales abstracciones (individuo, ciudadanía, presentan siempre el peligro de un retomo
derechos humanos...), universalizándolas, a las identidades de género reifícadas, Con
para deslegítimar el sistema de géne- respecto al nominalismo radical postmo-
ro-sexo. La razón ilustrada es un construc- derno, subraya la paradoja de su ánimo
to saber-poder con potencialidades eman- deconstructor de abstracciones, que termi-
cípatorias que no posee la razón debilitada na hipostasiando identidades de género,
y estetizante de la postmodernidad. Coin- de etnia, etc.
cidiendo con Habermas en señalar los pun- Es conocida la autodefínición de Celia
tos de contacto entre postmodernos (<<jó- Amorós como "nominalista moderada».
venes conservadores») 6 Y prernodernos, No hay esencias que correspondan a los
Amores denuncia los cantos de sirena de nombres de «hombre», «mujer», «mascu-
la ética de la transgresión supuestamente lino» y «femenino». Pero su nominalismo
revolucionaria. La línea Sade-Nietzs- no es radical al punto de sostener que no
che-Bataille-Foucault pertenece, como la hay nada que corresponda a tales términos.
misoginia romántica de Schopenhauer y No son meras construcciones discursivas
Kierkegaard 1, al «imaginario reactivo con- como sostiene el postestructuralismo. Son
tra el mundo de las vindicaciones femi- efectos del sistema patriarcal, el cual es
nistas» 8. De ahí que la proliferación paró- concebido a su vez como organización
dica de géneros incongruentes propuesta social o conjunto de prácticas derivadas
por la foucaultiana Judith Butler sea ino- de pactos patriarcales. El sistema de géne-
fensiva para las estructuras profundas ro es sartreanamente definido como «un
patriarcales. conjunto práctico, es decir, que se cons-
Pero el objetivo al que antes nos refe- tituye en y mediante un sistema de prác-
ríamos de universalizar los conceptos ilus- ticas reales y simbólicas y toma su con-
trados es sólo condición necesaria, no sufi- sistencia en estas prácticas» 11.
ciente. La experiencia histórica nos Me parece interesante señalar que
demuestra la incapacidad de las abstrac- Tiempo de feminismo mantiene una actitud
ciones «individuo» y «ciudadano» de neu- de desconfianza ante lo que se ha dado
tralizar la jerarquía de género. Por ello, en llamar la «crítica al androcentrismo»
C. Amorós propone la vía política de la proveniente sobre todo, aunque no exclu-
acción afirmativa y la discriminación inver- sivamente, de las teorías feministas de la
sa como medidas correctoras o, lo que es diferencia. La ética del cuidado de Gilli-
lo mismo, como «mecanismo interruptor gan, la GynlEcology de Mary Daly o el paci-
de las interrupciones», que constituyen fismo de Sara Ruddick no sólo pecarían

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de esencialismo, sino también de reduc- se convierte en un pretender ser varones


cionismo eticista de raigambre estoica. y renunciar, con ello, a los valores feme-
Aunque practicada por la misma autora ninos. Esta posición corresponde a las teo-
en su magistral caracterización del «sujeto rías de Héléne Cixous y Luce Irígaray,
inicíátíco» masculino como sujeto invero- adoptadas y desarrolladas en Italia por
símil y «desmadrado», la crítica al andro- Luisa Murara, entre otras, y en España
centrismo parece por momentos enfren- por Milagros Rivera. Desde sus plantea-
tarse a la práctica propiamente feminista mientos no se pretende un cambio de las
de la vindicación, quedando reducida a un formas y valores impuestos por la virilidad,
voluntarismo valoratívo del oprimido. Se ya que masculino y femenino son incon-
esboza una tensión entre igualdad y uto- mensurables. La diferencia no admite aquí
pías soteriolégicas que remite, en última transformaciones. Se teme, en cambio, una
instancia, a la oposición entre feminismo contaminación de las mujeres por efecto
liberal y feminismo radical, entre integra- de las políticas de igualdad, es decir, por
ción en las estructuras de poder y rechazo influencia de la tradición feminista ilus-
contracultural. trada. De hecho, las militantes de Psycha-
La reflexión en torno a este punto con- nalyse el Politique rechazaron temprana-
tinúa en «Símone de Beauvoir: un hito cla- mente y de forma explícita el calificativo
ve de una tradición» 12. En este artículo, de «feministas». Su elaboración teórica
todavía en prensa en el momento en que corresponde mejor al título de «pensa-
escribo estas líneas, Celia Amorós se refie- miento de la diferencia sexual» que adop-
re a algunas críticas realizadas a El Segun- taron las italianas de la Librería de Milán.
do Sexo desde teorías feministas posterio- Aunque no suele especificarse siempre tan
res. Señala que Beauvoir representa el claramente, su propuesta práctica, al
desarrollo pleno de la lógica de la vindi- menos para las elites, es separatista. A un
cación que animaba a las sufragistas y que nivel más popular, su efecto es el confor-
algunas pensadoras han visto en ella una mismo, ya que, finalmente, coincide con
aceptación acrítica de lo genéricamente la tradicional e inmemorial creencia en las
humano incapaz de percibir su sesgo mas- diferencias ontológicas entre los sexos.
culino (recordemos el elogio en El Segundo La segunda tendencia identificada es
Sexo a la práctica del varón guerrero como definida como la denuncia del sesgo mas-
trascendencia que desprecia la Vida y, por culino de lo calificado de «genéricamente
lo tanto, se eleva sobre ella). Sin embargo, humano» y la consecuente propuesta de un
al considerar el conjunto de teóricas quc cambio de paradigmapara la especie. Señala
compartirían esta crítica, Amorós afina C. Amorós que este planteamiento difiere
ahora aún más su análisis, diferenciando mucho del anterior aunque comparte una
dos tendencias. La primera de ellas se observación inicial: el descubrimiento de
caracterizaría por el rechazo de la existencia las limitaciones androcéntrícas de la teoría
de algo que pueda calificarse de «genérica- bcauvoireana. Pero si las teorías de la dife-
mente humano». Desde esta posición, lo rencia antes mentadas son similares al rela-
universal aparece como una ficción. Es tivismo cultural en tanto consideran cada
sólo el nombre que se ha dado a lo mas- universo genérico de sentido como aislado
culino. No puede haber ninguna parcela y no comparable y, por tanto, de alguna
humana que no sea sexuada. Al negar todo manera, respetable, este segundo plantea-
universal que trascienda la diferencia de miento busca la reformulación de lo gené-
los sexos, la lógica de la vindicación que ricamente humano para superar los sesgos
animaba el discurso feminista anterior se de la larga historia del patriarcado. Por
hace imposible. La exigencia de igualdad mi parte, me tomaré la libertad de señalar

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que ésta podría ser la propuesta de algunas quien se encuentra ya en una posición de
teorías ecoferninistas de «segunda gene- poder. No se deben confundir las abstrac-
ración», es decir de las herederas críticas ciones ilustradas con su perfil de género.
del ecoferninismo clásico esencialista El sujeto iniciático masculino ha de ser
característico de los años ochenta, tan justa reemplazado por un sujeto autónomo
y duramente enjuiciado por Tiempo de verosímil. Y ante las dudas sobre su posi-
feminismo. bilidad, C. Amorós señala que el feminis-
En el artículo que comentamos Celia mo atestigua la existencia de un margen
Amorós parece inclinarse a admitir de de autonomía frente a las teorías que redu-
manera más decidida la pertinencia de un cen el sujeto a un efecto del discurso: la
programa de identificación de esos sesgos capacidad de las mujeres de haberse
androcéntricos de lo universal que Simone opuesto a la identidad adscriptiva de géne-
de Beauvoír habría «convalidado acrítica- ro es la prueba máxima de autonomía.
mente» calificándolo de «tarea compleja ¿Qué otra identidad se hallaba grabada
y abierta» que puede y debe acompañar más profundamente que ésta? ASÍ, con
ese otro programa todavía inconcluso que Tiempo de feminismo el pensamiento femi-
es la vindicación de la igualdad en un mun- nista, deudor de la razón emancípatoría
do que, desde luego, no se caracteriza aún ilustrada, devuelve a ésta el oportuno apo-
como «fin del patriarcado», a pesar de las yo en un momento de escepticismo y crisis
declaraciones optimistas de las pensadoras de los Grandes Relatos.
italianas de «la diferenza sessuale- 13. Queda mucho por decir. Por razones
He comenzado hablando de una «pen- de espacio me he referido únicamente a
sadora intempestiva». Marcando clara- algunos de los temas principales de la obra
mente sus distancias con respecto a ese n- de Celia Amores. Sólo puedo añadir una
cialismos y deconstructívismos, la obra de observación final: la extraordinaria maes-
Celia Amorós nos permite entrar en con- tría en el manejo del concepto, unida a
tacto con la autenticidad, honestidad inte- la pasión por la justicia, nos sitúa frente
lectual y potencia de un pensamiento que a una filosofía moral y política en estado
no precisa plegarse a los cambiantes vien- puro. Por ello, esta pensadora puede ser
tos filosóficos. La filósofa nos recuerda que considerada -y 10 es- una «maestra»,
la muerte de la razón, la muerte del sujeto, asignando a este término todas las exce-
la muerte de la Historia y de la totalidad, lencias que nuestra tradición filosófica
tan proclamadas hoy en día, son costosas androcéntrica reserva ilegítimamente en
«exequias» 14 que sólo puede permitirse exclusiva al sustantivo masculino.

NOTAS

1 Celia Amores, Tiempo de feminismo. Sobre femi- • Para una apreciación del trabajo realizado por
nismo, proyecto dustrado y postmodemidad, ed, Cátedra, este grupo puede consultarse el apéndice II de Tiempo
Madrid, 1997, p. 283. de feminismo, titulado «Feminismo filosófico español:
, Barcelona, ed. Anthropcs. modulaciones hispánicas de la polémica feminista
, En el comentario a este libro Javier Muguerza igualdad-diferencia». Entre las obras colectivas publi-
subrayaba el racionalismo de C. Amurús, y con respecto cadas citaré: Celia Arnorós (ed.), Feminismo y Ética
al feminismo filosófico concluía señalando que «su cau- (número monográfico de tsegoria. Revista de Filosofía
sa (...) es la causa de la razón» (J. Muguerza, «La Moral y Política, núm. 6, noviembre 1992), Celia Amo-
sinrazón de la razón patriarcal", en Desde laperpleiidad, rós (dir.), Actas del Seminario Permanente eFeminismo
FCE. México, 1990, p. 628). e llustracián» (Instituto de Investigaciones Feministas

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de la Universidad Complutense de Madrid, 1992); s c. Amorós, Tiempo de feminismo, ed. cit., p. 259.
Celia Amorós (coord.), Historia de la Teoria Feminista • C. Pateman, El Contrato sexual, Introducción de
(Instituto de Investigaciones Feministas de la Univer- María-Xosé Agra Romero, traducción de M.a Luisa
sidad Complutense de Madrid, 1994); Celia Amorós Femenías revisada por María-Xosé Agra Romero, Bar'
(dir.), Diezpalabrasclave sobre Mujer (ed. Verbo Divi- celona, Anthropos, 1995.
no, 1995); Celia Amorós (dir.), Feminismo y Filosofía JO 1. M. Young, «Vida política y diferencia de grupo:

(ed. Síntesis, publicación prevista: 1999). una crítica del ideal de ciudadanía universal», en Cas-
, Celia Arnorós, «Espacio de los iguales, espacio tells (eomp.), Perspectivasfeministas en teoria politica,
de las idénticas. Notas sobre poder y principio de indi- Barcelona, Paidós, 1996.
viduación», en ArOOr, núm. 1,503·504. " Celia Amores, «Notas para una teoría nomina-
• J. Habermas, «Modernidad versus postmoderni- lista del patriarcado», Asparkia. Invesugaciá feminista,
dad», en Josep Picó (cornp.], Modernidad y Postmo- núm. 1,1992, Publicacions de la Univcrsitat Jaume 1,
dcmidad, Madrid, Alianza Editorial, 1992, p. 100. Castellón.
, En SorenKierkegaard o lasubjetividaddel caballero 12 De próxima publicación en la revista Arenal.
(Anthropos, 1987) Celia Amorós expone su lectura del l } VVAA, "El fin del patriarcado», articulo publi-

pensamiento del filósofo danés como manifestación cado en versión castellana de María Milagros Rivera
de una crisis de legitimación patriarcal que lleva al Garretas en El vieio Topo, núm. 96, 1996, pp. 46-59.
individuo a enfrentarse con el vacío de sentido y le t4 Celia Amorós, Tiempo de feminismo, ed, cit.,

obliga a reconocer su carácter de dador de sentido. p.320.

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