Anda di halaman 1dari 25

Teoría del apego y psicoanálisis

En el presente trabajo se realiza una revisión bibliográfica sobre las


similitudes y diferencias entre la Teoría del Apego y el Psicoanálisis.
Primero se incluye una pequeña introducción sobre el acercamiento que
han tenido estas dos perspectivas en los últimos años. En segundo lugar
se ubica el trabajo de Bowlby dentro de la escuela psicoanalítica. El
apartado que se desarrolla con mayor profundidad es el referente a las
semejanzas y diferencias entre Freud y la Teoría del Apego, incluyendo
la revisión de la metapsicología freudiana y la teoría de la angustia.
También se abordan las similitudes y divergencias entre la teoría del
apego y la teoría de las relaciones objetales haciendo énfasis en los
trabajos de Klein y Bion. Finalmente se ofrecen las conclusiones de este
trabajo.

Introducción

En los últimos años se ha producido un acercamiento entre psicoanalistas


e investigadores del apego, evidenciado, por un lado, en el creciente
interés de los primeros en la relevancia que tiene la teoría del apego
para la teoría del desarrollo y los procesos clínicos, en las
investigaciones empíricas, en el interés creciente de las
operacionalizaciones de los conceptos psicoanalíticos y, por parte de
los investigadores del apego, en su creciente atención hacia la
psicopatología, el diagnóstico, las desviaciones del desarrollo y las
representaciones internas (Dio Bleichmar, 2003; Holmes, 2001).

Como plantea Holmes (2001), este acercamiento era requerido desde hace
ya mucho tiempo. La teoría del apego, con sus fuertes bases teóricas,
nunca ha sido una “escuela”, y no ha sentido la necesidad de atenerse a
la palabra de Bowlby. Al mismo tiempo, la teoría del apego provee un
poder heurístico que puede facilitar la investigación psicoanalítica
para comprobar sus hipótesis y enriquecer la práctica clínica, por
ejemplo, el trabajo que se ha realizado en la continuidad de patrones de
apego, el efecto de las relaciones tempranas en las subsecuentes
relaciones interpersonales, provee una fuerte evidencia a las nociones
psicoanalíticas clásicas del importante rol de las experiencias
tempranas. La teoría del apego también ha enriquecido el entendimiento
psicoanalítico del mundo representacional. Las primeras concepciones
psicoanalíticas sobre representaciones mentales frecuentemente tenían
una cualidad estática, enfocándose, primordialmente, en representaciones
mentales de individuos significativos; la concepción de la teoría del
apego se ha vuelto más dinámica al enfocarse tanto en los aspectos
relacionales de lo que representa, como en la naturaleza evolutiva de
estas representaciones (Blatt & Levy, 2003). Otra buena razón para
adentrarse en la teoría del apego, como lo menciona Hopkins (1990), es
el aumento de la relevancia de sus investigaciones para la prevención en
salud mental.

La extensión del concepto de motivación permite un puente entre la


teoría del apego y el psicoanálisis (Sandler, 2003). A la vez,
principalmente el trabajo de Main (en especial el concerniente al
monitoreo metacognitivo) y Fonagy (sobre la función reflexiva) han
resultado claves para la transformación de la investigación del apego y
su teoría en formas claras y tangibles, aplicables a los conceptos
básicos del psicoanálisis. Sus trabajos también han tenido una
aplicación directa y significativa en el trabajo clínico con niños y
adultos (Slade, 1999).

Comparar las aportaciones de la teoría del apego con todos las escuelas
psicoanalíticas escapa a las posibilidades de este trabajo, pero si el
lector está interesado en ello recomiendo los escritos de: Fonagy
(2001), Eagle (1995), y Holmes (1993).

Ubicación de Bowlby dentro de la escuela psicoanalítica

Bowlby comenzó su formación psicoanalítica en Londres alrededor de los


años 30 con Joan Riviere como su analista y Melanie Klein como su
supervisora, pero desde el principio encontró difícil aceptar las
creencias dogmáticas de sus supervisores, que no satisfacían las normas
científicas que había aprendido en Cambridge (Parkes 1995 citado en
Marrone 2001).

Entre 1941 y 1945, en la Asociación Psicoanalítica Británica, se


desarrollaron grandes polémicas referentes a cuestiones de teoría y
técnica. Como resultado de estas discusiones se dividió la asociación en
tres grupos: freudianos, kleinianos e independientes. Esta división aún
existe y cada grupo tiene su propia estructura orgánica dentro la
institución. Del primer grupo destacaron Ana Freud, Burlingham, Glover,
Melita (la hija de Klein), entre otros; en el grupo de Melanie Klein:
Isaacs, Riviere, Segal, Rosenfeld, etc.; y en el de los independientes:
Bowlby, Balint, Fairbairn, Winnicott, Bollas, siendo una de las
características distintivas de este grupo la búsqueda del origen de la
psicopatología en sucesos reales.

El grupo de los independientes abandonó el modelo pulsional y desarrolló


la teoría del self–objeto, en la cual los componentes del self
interaccionan dinámicamente entre sí y complementariamente con los
objetos internos y externos. Estos autores tratan de entender el
desarrollo del individuo como una unidad en interacción. Se ve al self
como constituido por la gestalt de las relaciones interpersonales
pasadas y presentes y su integración y continuidad es mantenida por
dicha gestalt (Fonagy, 2001).

Semejanzas y diferencias entre Freud y la teoría del apego

Fonagy (2001) plantea que dado que la teoría freudiana no representa un


modelo homogéneo, ya que el propio Freud redefinió muchos de los
conceptos de su teoría a lo largo de su vida, se pueden retomar de su
obra tanto puntos de vista semejantes a la teoría del apego, como
también postulados abiertamente opuestos.

Marrone (2001. p.36) al retomar los aspectos en que difieren destaca que:

En el modelo de Freud el apego es secundario con respecto a la


gratificación oral y libidinal. En el modelo de Bowlby el apego es
primario y tiene un estatus propio.

? En el modelo de Freud del narcisismo primario, el niño está cerrado a


los estímulos externos. En el modelo de Bowlby, al igual que en el de la
teoría de las relaciones objetales, el individuo desde que nace está
activamente comprometido en un contexto intersubjetivo que requiere
respuestas recíprocas.

? En el modelo de Freud, la conducta pulsional es activada por una carga


de energía que, una vez incrementada hasta cierto nivel, necesita
descargarse. En el modelo de Bowlby, la conducta pulsional es activada
tanto por condiciones internas como externas, cuando la función que
cumple es requerida. Bajo este modelo, la conducta de apego, debido a su
naturaleza adaptativa, sólo puede funcionar de forma efectiva dentro de
un sistema social, del cual a su vez forma parte.

Fonagy (2001) también plantea diversos puntos divergentes destacando que:

? Contrario a la formulación de Freud (1900)de que el infante es


“forzado” a ir hacia el objeto después de que el proceso primario de
alucinación del pecho ha fracasado en conseguir la gratificación de la
pulsión, para los teóricos del apego el interés en los objetos es algo
vital en el infante, éste muestra preferencia por particulares tipos de
configuraciones visuales y auditivas, y disfruta de su capacidad para
lograr que ocurran cosas en el mundo. Relacionado con esto, Freud tuvo
relativamente poco que decir concerniente al significado del desarrollo
de la conducta real con padres reales. De manera similar, el rol que le
dio a las pulsiones fue superior al de factores como son las relaciones
sociales, experiencias reales y determinantes ambientales.

Vinculado a este punto, Osofsky (1995) plantea que mientras que la idea
psicoanalítica clásica de que el desarrollo está primariamente orientado
alrededor de las pulsiones, endógenamente generadas y dirigidas hacia la
gratificación, el planteamiento de la teoría del apego es bastante
diferente, ya que bajo esta línea lo que se propone es que el desarrollo
está basado en las relaciones, en las interacciones con el cuidador
primario (centrado en los afectos compartidos) que eventualmente
conducirán a la interiorización de la relación.

Para Diamond (2001)el mayor punto de discordancia entre Bowlby y Freud


es que el primero va a criticar fuertemente el viraje que dio Freud en
1897 (Freud, 1897). Para Bowlby el darle prioridad a la realidad
psíquica sobre la realidad externa fue teóricamente incorrecto y
clínicamente improductivo. Como psiquiatra comprometido en el trabajo
con familias y niños, observó el impacto de los problemas parentales
sobre los hijos, llegando a la conclusión de que lo más importante, a
nivel etiológico, era la interacción entre el individuo y su entorno.

De esta forma, Bowlby propicia un retorno, con variantes, a la primera


teoría de la neurosis de Freud, la teoría traumática, que tanta
importancia le otorgaba a las experiencias en la génesis de los
síntomas. Dentro de su teoría, las experiencias fueron redefinidas en
términos informacionales (Juri, 2001).

Sin embargo, es importante tener en cuenta que, como afirma Fonagy


(2001), tanto Freud como Bowlby empezaron el recorrido de su obra con la
preocupación de las consecuencias psicológicas ante deprivaciones
significativas tempranas. Pero, mientras que Bowlby siguió está línea
investigando sobre las deprivaciones reales dentro de un contexto
psicológico, social y biológico, Freud abandonó su hipótesis de la
seducción originaria a favor de su segundo modelo en donde enfatizó la
teoría del desarrollo psicosexual. A pesar de esto, Freud nunca suprimió
su teoría de la seducción. Por ejemplo, en la /23ª Conferencia de
Introducción al Psicoanálisis /afirma que “Particular interés presenta
la fantasía de la seducción, aunque sólo sea porque a menudo no es una
fantasía sino un hecho real” (Freud, 1917, p.337). En textos
posteriores, como /Sobre la Sexualidad Femenina/ (1931)y /Moisés y la
religión Monoteísta/ (1939)Freud va a volver a aportar puntos de vista
similares a los de la teoría de la seducción. Para Fonagy (2001) la
diferencia crucial que existe entre el realismo /naïve/de las primeras
teorías de Freud y la epistemología de Bowlby, descansa en la atención
que Bowlby (1980)le dio a la representación de las experiencias. Esto
refuta cualquier sugerencia respecto a que la teoría de Bowlby
representa un retorno a la teoría reduccionista del modelo del trauma.
El cambio que Freud dio de su teoría de la seducción traumática a su
modelo topográfico, representa un cambio de una percepción de la
realidad reduccionista, de un ambientalismo extremo, hacia un idealismo
en donde los fenómenos son principalmente vistos como productos de la
mente, carentes de una relación actual con la realidad. Punto de vista
con el que no concuerda Bowlby.

En el capítulo I de /El vínculo afectivo///(1969) el mismo Bowlby trata


de ubicar su perspectiva dentro del psicoanálisis exponiendo las
afinidades y diferencias que él considera existen entre sus postulados y
los de Freud.

Bowlby retoma que, para Freud, el concepto de trauma es un tema central


dentro de los factores causales de la neurosis. Esto aparece tanto en
sus primeras formulaciones como en las últimas. De esta forma, en
trabajos como “/Moisés y la religión Monoteísta/” (1939)y “/Esquema de
Psicoanálisis/” (1940) dedica varias páginas a discutir la naturaleza
del trauma, el rango de edad en el que el individuo es especialmente
vulnerable, los tipos de acontecimientos potencialmente traumáticos y
los efectos que parecen tener en el desarrollo de la psique. Freud
concluye que el trauma está en función de la interacción entre: el
acontecimiento en sí mismo y la constitución del individuo que lo
experimenta. Cuando una experiencia evoca una reacción patológica
inusual se debe a que la persona ha sido expuesta a cantidades de
excitación mayores de las que es capaz de afrontar.

Con respecto a los factores constitucionales, Freud (1939)plantea que


dependiendo del individuo variará la capacidad de responder a la demanda
“con facilidad se puede formular el argumento de que en cierta
constitución producirá el efecto de un trauma algo que en otra no lo
tendría” (p. 70). Al mismo tiempo, habla de la existencia particular de
un periodo en la vida, los primeros 5 o 6 años, en los que todos los
individuos tienden a ser vulnerables. Freud cree que la razón de ello se
debe a que en esta edad el yo “todavía es endeble, inacabado e incapaz
de resistencia” (1940 p. 185). En consecuencia, no es de extrañarse que
el yo durante esta época fracase ante tareas que más tarde podría
resolver con la mayor facilidad utilizando los recursos de la represión
y escisión. Freud considera que estas son las razones por las que “Al
parecer, únicamente en la niñez temprana (hasta el sexto año), pueden
adquirirse neurosis, si bien es posible que sus síntomas sólo mucho más
tarde salgan a la luz” (1940 p. 184).

Freud al referirse a la temprana infancia tiene en mente varios años: en


/Moisés y la religión Monoteísta/ se refiere a los primeros cinco y en
/Esquema de Psicoanálisis/ a los primeros seis. Dentro de este
intervalo, él piensa que “el período entre los dos y los cuatro años
aparece como el más importante” (Freud, 1939 p.71). Los primeros meses
no aparecen de forma especial en su descripción e incluso plantea que no
está seguro de su significación “no se puede establecer con certeza el
momento, a partir del nacimiento, en que se inicia este periodo de
receptividad” (Freud, 1939 p.71).
Bowlby aboga que sus postulados respecto al apego encajan adecuadamente
dentro de esta teoría etiológica. La separación del niño de la madre
puede ser contextualizada como una experiencia traumática en
concordancia con la definición propuesta por Freud en términos de sus
condiciones causales y sus consecuencias psicológicas. Con respecto a
las primeras, es sabido que la separación del infante de la madre en
escenarios extraños provoca estrés durante un periodo prolongado de
tiempo, lo cual concuerda con la hipótesis freudiana de que el trauma
aparece cuando el aparato mental recibe una excesiva carga de
excitación. Con respecto al segundo punto, los cambios psicológicos que
suelen seguir ante el estrés prolongado sufrido por la separación son:
la represión, escisión y negación, siendo precisamente estos los
procesos defensivos que Freud planteó como resultados del trauma.

Además, el periodo en el que el sujeto es más vulnerable a la separación


con la figura de apego coincide con el periodo de la infancia que Freud
postuló como especialmente vulnerable, aunque es importante destacar que
Bowlby sí escribe sobre cómo se va formando e influyendo el vínculo
desde que nace el bebé.

Bowlby (1969) concluye planteando que el agente etiológico elegido por


él puede ser visto como un ejemplo particular de la clase de
acontecimientos que Freud concibió como traumáticos. No obstante, es
importante considerar que, aunque la separación de la figura de apego
podría encajar adecuadamente con la teoría del trauma, Freud sólo en
raras ocasiones contextualizó la separación o pérdida en la temprana
infancia como fuente de trauma. Cuando Freud habló en sus últimos
escritos respecto a las situaciones potencialmente traumáticas utilizó
términos muy generales y abstractos para describirlos, por ejemplo, en
/Moisés y la Religión Monoteísta /(1939) únicamente mencionó que el
trauma “Se refiere a impresiones de naturaleza sexual y agresiva, y por
cierto que también a daños tempranos del yo (ofensas narcisistas)” (p.
71). Aunque las separaciones tempranas, con toda certeza, pueden ser
contextualizadas como ofensas al yo, resulta incierto si está es la
visión que Freud tenía en mente cuando escribió su artículo.

Otro punto en común es que el mismo Freud, al tratar de explicar el


sentimiento oceánico en la actitud religiosa, reconoció el papel clave
que juega la necesidad del infante de sentirse protegido por el cuidador
primario “No se puede indicar en la infancia una necesidad de fuerza
equivalente a la de recibir protección del padre” (Freud, 1930, p.73).
Aspecto con el cual coincide la teoría del apego al señalar que la meta
del sistema de conducta del apego es la proximidad física o el sentirse
seguro, protegido (Ainsworth & Bowlby, 1991).

Con relación a las diferencias entre sus ideas y las de Freud, Bowlby
(1969) plantea que pese a que Freud en su búsqueda de encontrar
explicaciones siempre se refirió a la infancia, casi nunca basó su
propia información en la observación directa; como resultado de ello la
mayoría de los conceptos psicoanalíticos sobre la primera infancia se
han obtenido por medio de un procedimiento de reconstrucción histórica
basada en la información obtenida por adultos. Ante esto Bowlby hará un
cambio de perspectiva radical, el punto de partida ya no será los
síntomas que están causando perturbaciones, sino el acontecimiento o
experiencia considerado potencialmente patológico para el desarrollo de
la personalidad, el trabajo es entonces prospectivo y ya no retrospectivo.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que fue el mismo Freud quien
también habló de las limitaciones del método retrospectivo, por ejemplo,
en su trabajo /Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad
femenina/ (1920b)en el apartado IV plantea que “Durante todo el tiempo
en que perseguimos el desarrollo desde su resultado final hacia atrás,
se nos depara un entramado sin lagunas, y consideramos nuestra
intelección acabadamente satisfactoria, y quizás exhaustiva. Pero si
emprendemos el camino inverso, si partimos de las premisas descubiertas
por el análisis y procuramos perseguirlas hasta el resultado, se nos
disipa por completo la impresión de un encadenamiento necesario, que no
pudiera determinarse de ningún otro modo.... De este modo, la causación
en el sentido del análisis puede reconocerse con certeza en todos los
casos, pero su previsión en el sentido de la síntesis es imposible” (p.160).

Los roles complementarios en psicoanálisis de los estudios


retrospectivos y prospectivos, de hecho, son sólo una instancia especial
de la complementariedad de roles de otras esferas de conocimiento: la
del método de las ciencias sociales con las naturales. Mientras que el
método histórico siempre será el método principal utilizado en el
consultorio, para efectos de investigación se puede y de hecho es
aconsejable utilizar métodos que incluyan el planteamiento de hipótesis,
deducciones predictivas y pruebas.

De este modo, en lugar de obtener solamente la información durante el


tratamiento psicoanalítico con el paciente, Bowlby (1969) abogará
también por la búsqueda de esta información en la observación directa
del comportamiento de los infantes en situaciones experimentales y de la
vida real. Para Bowlby, cuando los niños son observados en situaciones
que derivan en ansiedad o estrés es posible obtener información
sumamente relevante para muchos conceptos centrales en la disciplina:
amor, odio y ambivalencia; seguridad, ansiedad y duelo; desplazamiento,
escisión y represión.

Aunque Freud raramente basó sus postulados en la observación directa, en


una o dos ocasiones que lo hizo esto resultó clave para el desarrollo de
su teoría. Ejemplo de ello es la observación del juego del niño con el
carrete en el que basa mucho de su argumentación en /Más allá del
principio del placer /(1920a)y en /Inhibición, Síntoma y Angustia/
(1926)en donde, al tratar de dar una nueva explicación a las
conclusiones contradictorias respecto a la angustia, busca y encuentra
“tierra firme” en cómo los niños se comportan cuando se quedan solos, en
la oscuridad, o con extraños (p. 129). Por otra parte, también es
importante rescatar que en /Tres ensayos sobre la teoría sexual
/(1905)explícitamente recomienda la observación directa infantil como
complemento a la investigación psicoanalítica.

Vinculado con la importancia que le da Bowlby a la observación directa y


a los estudios prospectivos está su creencia respecto a que la teoría
debería ser sometida a pruebas empíricas para ser verificada, una idea
considerada revolucionaria entre los psicoanalistas en ese tiempo y que
hoy en día, en ciertos círculos, aún causa revuelo (Osofsky, 1995). Sin
embargo, gracias a este énfasis es que la teoría del apego ha tenido
tanto auge dentro de las investigaciones actuales en donde, por ejemplo,
retomando las evaluaciones hechas a través de la Situción Extraña *(SE)*
y la Entrevista del Apego en el Adulto *(EAA),* se ha logrado dar un
fuerte sustento empírico a postulados de la teoría del apego y del
psicoanálisis (Van IJzendoorn, 1995).

Un punto importante en el que difiere Bowlby del psicoanálisis


tradicional es que se basa fuertemente en el modo en que miembros de
otras especies responden a situaciones similares de presencia o ausencia
de la madre, tomando, de este modo, un amplio rango de nuevos conceptos
de la etología. Sin embargo, con relación a ello Freud en /Esquema de
Psicoanálisis//(Freud, 1940)///expresa que “Este esquema general del
aparato psíquico habrá de considerarse válido también para los animales
superiores, semejantes al hombre en lo anímico” (p. 145). Y se puede
apreciar cierto sentimiento de lamentación cuando concluye “La
psicología animal no ha abordado todavía la interesante tarea que esto
le plantea” (p. 145). Los estudios de conducta animal aún tienen un
largo camino para poder iluminar los tipos de procesos y estructuras que
Freud tenía en mente. Pero de todos modos, durante los años
transcurridos desde la publicación de /Esquema de Psicoanálisis/ (1940),
los estudios que se han hecho de conducta animal difícilmente hubieran
fracasado en atraer la atención e interés de Freud.

Con relación a las contribuciones de Bowlby sobre el apego infantil a la


madre, en su artículo /La naturaleza del lazo entre el niño y la madre/
(1958)va a mencionar las diferencias y similitudes entre su concepción y
la de Freud. De manera resumida plantea que:

· Freud se concientiza de la importancia del apego a


la madre de manera tardía y únicamente en su texto “/Sobre la sexualidad
femenina/” (1931)

· Bowlby rescata las observaciones de Freud


(1920a)respecto a que la soledad y abandono resultan estresantes para el
infante de 18 meses.
· La angustia está enraizada en el miedo a la pérdida
de la madre, que Freud conceptualiza como miedo a que las pulsiones no
sean gratificados (1926).

· Bowlby rescata el reconocimiento de Freud (1940)de


que la relación del niño con la madre es única y se convierte en el
prototipo de las posteriores relaciones amorosas en ambos sexos. Freud
también reconoce en este texto que el amor existente dentro de la
relación entre el niño y la madre va más allá de la comida, y que el
sentimiento de sentirse cuidado repercute directamente en la autoestima
(catexia narcisista). Sin embargo, Bowlby señala que Freud le da mayor
énfasis a los fundamentos filogenéticos de esta relación que a la
calidad de maternaje que recibe el niño. De esta forma, la teoría de
Freud no parece dar cabida para incluir el apego como necesidad
primaria. Vinculado con esto, Osofsky (1995)también destaca que en
contraste con Freud, Bowlby enfatizará la importancia de la capacidad de
respuesta materna a las señales del infante y su disponibilidad
emocional hacia el sistema de conductas de apego del infante. Dentro de
la teoría del apego, en la relación temprana, el tener un apego seguro o
inseguro, formará el molde de los Modelos Operativos Internos (*IWM*:
Internal Working Models) para todas las relaciones posteriores, basado
en el ambiente de cuidado temprano.

Semejanzas y diferencias de la teoría del apego con la


metapsicología
psicoanalítica freudiana

Bowlby también dentro del capítulo: “Puntos de Vista” de /El vínculo


afectivo /(1969) compara la metapsicología que él propone con la
metapsicología freudiana, aunque en este punto es importante rescatar
que fue Rappaport y Gill (1959) quienes definieron los puntos de vista
que abarcaba la metapsicología freudiana y no Freud quien en su obra
únicamente se refirió a los puntos de vista Económico, Dinámico y Tópico.

De este modo, los cinco puntos de vista de la metapsicología freudiana y


los tipos de postulados que cada uno requiere tal como la definió
Rapaport y Gill (1959)son:

? Dinámico: Fuerzas psíquicas, en último término de origen pulsional,


involucradas en determinados fenómenos resultantes del conflicto.

? Económico: Energía psíquica involucrada en el fenómeno.


? Tópico: Estructuras psíquicas estables comprendidas en el fenómeno.

? Genético: Origen psíquico y desarrollo de un fenómeno.

? Adaptativo: Relación entre el fenómeno y el ambiente en que se produce.

Bowlby plantea que concuerda con los puntos de vista: tópico, genético y
adaptativo, pero no con el dinámico y el económico por lo que prescindió
de cualquier concepto relacionado con estos postulados. En este sentido,
como lo señala Marrone (2001) la intención de Bowlby fue postular un
nuevo concepto de conducta pulsional dentro del cual la necesidad de
formar y mantener las relaciones de apego era primaria y diferenciada de
la necesidad sexual o de alimentación; y de adoptar una teoría de
sistemas de control o cibernético que permitiera entender la
organización psíquica. Para sostener sus argumentos sugirió un cambio
innovador y necesario a los desarrollos en biología, la teoría de la
evolución, la etología, la cibernética, y los sistemas de información.

El contexto de Bowlby estuvo más determinado por la biología que por la


física como en el caso de Freud. Su pensamiento estuvo impregnado de las
ideas evolucionistas. Al respecto Mitchell (1998)realiza una distinción
entre lo que él llama el Darwin de Freud y el Darwin de Bowlby. Freud se
centró en las ideas de Darwin referentes a la influencia de la herencia
filogenética: cómo “fuerzas primitivas” actúan bajo la apariencia de la
civilización. En contraste, Bowlby retomó de Darwin lo referente a los
conceptos de adaptación y sobrevivencia. Dentro del “ambiente adaptativo
de evolución”, los infantes están expuestos a los predadores, la única
garantía de seguridad es el lazo con un pariente, lo que provocará una
fuerte presión selectiva a través de las conductas de apego, y por lo
tanto es legítimo ver al apego como una pulsión “altamente cableada”
dentro del sistema nervioso. Para Freud, el conflicto intrapsíquico era
entre un “primitivo” ello darwiniano, un superyó rudo, y un yo que
trataba de hacer lo mejor para mediar entre ellos. En la postura
neo–darwiniana de Bowlby el conflicto es entre el narcisismo de un
organismo determinado para maximizar su ajuste evolutivo a corto plazo y
la necesidad a largo plazo de colaboración, que implica la habilidad de
poder poner de lado las metas egoístas cuando sea necesario y valorar
las relaciones interpersonales. Ser capaz de entender el punto de vista
del otro es una parte esencial en este proceso, como lo es la habilidad
de ver el propio self y los propios deseos desde afuera.

Así como en la época de Freud la noción predominante era la de


“energía”, a mediados del siglo pasado y las décadas posteriores fueron
dominadas por la idea de la “información”, en donde el énfasis en la
biología estaba puesto en los conceptos de información y organización,
los cuales son independientes de los de materia y energía; además de que
se basan en la conceptualización del ser humano como un sistema abierto,
no cerrado. Como resultado de ello Bowlby va incorporar al psicoanálisis
las ideas de procesamiento inconsciente de información, y las aplicará a
las relaciones entre el niño y la figura de apego. Para Bowlby el modelo
físico energético freudiano, en vez de representar una integración entre
el psicoanálisis y la ciencia moderna, representaba una barrera. Bowlby
(1969), en lugar del modelo energético y su descarga, plantea como
conceptos centrales los derivados del sistema conductual y su control,
la información, la retroalimentación negativa y una forma conductual de
homeostasis. Las formas más complejas de conducta instintiva son
consideradas como el resultado de formas de ejecución de planes que,
dependiendo de la especie, son más o menos flexibles.

Strachey, en una comunicación personal con Bowlby, le señaló que el


modelo conductual instintivo que proponía, especialmente el concepto de
retroalimentación, de la finalización de una acción como consecuencia de
la percepción de cambios en el ambiente, coincidía con lo planteado por
Freud en /Proyecto de psicología /(1895). En este texto, Freud postula
que la acción es iniciada como resultado de la percepción del exterior y
es también finalizada por una nueva percepción exterior para ser de
nuevo reiniciada como consecuencia de otra percepción exterior. De igual
forma, el concepto de retroalimentación puede encontrarse en la
conceptualización respecto al objeto y meta de la pulsión en /Pulsiones
y destinos de Pulsiones/ (Freud, 1915).

Con relación a la teorización de los mecanismos de defensa, el modelo


estructural freudiano provee un marco útil a la teoría del apego. Freud
(1923, 1933, 1940)propuso la hipótesis de que los conflictos dentro de
la mente del ser humano están organizados alrededor de temas
correspondientes a las tres instancias: Ello, Yo, Superyó; el conflicto
planteado por Freud entre deseo y realidad, mundo interno y mundo
externo, permanecen como bloques esenciales en la construcción de la
teoría del apego (Fonagy, 2001). En particular, la capacidad del yo para
crear defensas que organicen la constitución caracterológica y
sintomática es punto clave en la teorización de Bowlby. Durante toda su
obra, pero principalmente dentro de su volumen /La Pérdida Afectiva
/(1980), Bowlby describirá con detalle los mecanismos de distorsión
perceptual y cognitiva necesarios para el funcionamiento de los Modelos
Operativos Internos (*IWM*: Internal Working Models), en donde la meta
es protegerse de percepciones, sentimientos y pensamientos que de otro
modo causarían ansiedad intolerable y sufrimiento psicológico.

El estudio de los mecanismos de defensa contra la ansiedad de separación


mostró que estos mecanismos no son generados internamente, sino que
surgen como respuesta a sucesos interpersonales (Marrone, 2001). De este
modo, Holmes (2001)plantea que la diferencia entre Freud y Bowlby
respecto a este punto es que para los teóricos del apego el punto clave
de las defensas es el plantear que son estrategias interpersonales para
lidiar con ambientes por debajo de lo óptimo. Su meta no es tanto
preservar la integridad del individuo cuando éste es confrontado con los
conflictos de sus pulsiones internas, sino más bien tratar de mantener
el apego enfrentado fuerzas que amenazan con destruir el vínculo.

Aunque el proceso defensivo tiene una función adaptativa de


autoprotección a corto plazo, en el futuro interferirá con la
posibilidad de actualizar adecuadamente los IWM. Desde el punto de vista
de Bowlby (1980), los procesos defensivos no son necesariamente
inconscientes pero recorren la gama desde represiones involuntarias
hasta supresiones o evitaciones deliberadas de percepciones,
pensamientos y conductas. Además, varía el grado de éxito de la
exclusión. Investigaciones sobre memoria procedimental (Sé como),
semántica (Sé que) y episódica (Recuerdo cuando), le permitieron
especular que la exclusión defensiva podría estar facilitada por la
segregación de información contradictoria dentro de los diferentes
sistemas de memoria. Este aspecto ha sido retomando en la EAA en donde
un punto crucial de análisis para determinar la seguridad del apego es
si existe o no coherencia entre la memoria semántica y la episódica.

Semejanzas y diferencias con la teoría de la Angustia:

Freud en “/Inhibición, Síntoma y Angustia” /(1926)va a plantear que la


angustia se base en un aumento de la excitación que, por un lado,
produce el carácter de displacer y, por otro, encuentra alivio mediante
los actos de descarga. De esta forma, Freud contextualiza la angustia
dentro de una metapsicología en donde los conceptos de energía,
excitación y descarga son fundamentales. Esto corresponde a su
suposición de que la angustia es libido reprimida. Esta posición es
totalmente extraña a la teoría del apego. De cualquier manera, en este
mismo texto también señala que “sólo pocos casos de la exteriorización
infantil de angustia nos resultan comprensibles... Se producen: cuando
el niño está solo, cuando está en la oscuridad, y cuando halla a una
persona ajena en lugar de la que le es familiar (la madre). Estos tres
casos se reducen a una única condición, a saber que se echa de menos a
la persona amada (añorada)” (p.129). De esta forma, Freud reconoce la
ligazón existente entre la angustia y el sentimiento de añoranza de la
madre.

Más adelante, Freud sugiere que la función que cumple la angustia es


producir una señal para ser rescatado en el caso de un peligro que se
anticipa. Para Freud, los peligros existentes son: la pérdida del objeto
en la niñez temprana, la castración en la etapa fálica, la amenaza del
superyó durante la latencia, la pérdida del amor del objeto. Sin
embargo, en otra dirección de pensamiento, también agregará que la
angustia podría ser el resultado de fantasías sádicas por el
subsiguiente castigo. Así la pérdida del objeto (la madre) fue
considerada por Freud como una amenaza comparable al miedo de la pérdida
de una parte del cuerpo o de la autoestima. Esta revisión restaura la
adaptación al mundo externo como un componente esencial de los
acontecimientos psicoanalíticos. Ya en los 30’s, el discípulo favorito
de Freud: Ferenczi, se había enfocado en el aspecto de la realidad de
niños que habían sido traumatizados por la incomprensión adulta,
anticipando así los riesgos asociados con la insensibilidad por parte
del cuidador. Sin embargo, su énfasis en los factores interpersonales
más que en los intrapsíquicos, marcó finalmente una grieta significativa
con Freud (Fonagy, 2001; Marrone, 2001).

La angustia señal estaría al servicio del sostén del vínculo, al dar una
aviso de alarma ante el peligro de pérdida. Si bien es cierto que Freud
mantiene en esta obra el esquema basado en los principios económicos
(las situaciones de peligro para el bebé son las magnitudes de
excitación que él no podría dominar, peligro que luego se desplaza a la
pérdida de objeto) el desencadenamiento de la señal no queda
necesariamente subordinado a factores económicos, ya que puede funcionar
como símbolo mnémico, anticipatorio de una situación que se teme y se
trata de evitar (Juri, 2001).

Bowlby encuentra afinidades con Freud en este texto, por el valor que se
le da a la ansiedad de separación, lo que armoniza con la importancia
que ésta posee en sus teorías sobre el apego. La ansiedad de separación
sería para Bowlby una disposición básica, no secundaria, adquirida en el
curso de la evolución y compartida con otras especies, que tiene como
finalidad sostener un lazo protector. La disposición hacia esta ansiedad
vuelve comprensible el poderoso efecto de ciertas experiencias de la
infancia que la desencadenan: separación, abandono, rechazo y amenazas
parentales (Juri, 2001).

En su trabajo /La angustia de separación /(1960)Bowlby señala que la


teoría psicoanalítica tradicional no llega a explicar la intensidad del
apego del niño/a a la figura materna, ni sus dramáticas respuestas a las
separaciones. Señaló la necesidad de encarar la especificidad del
vínculo con la madre para poder entender adecuadamente la angustia de
separación. Para Bowlby, la excesiva angustia de separación está
normalmente facilitada por experiencias y comunicaciones familiares
adversas que hacen que el niño se sienta inseguro en sus relaciones de
apego. Sin embargo, también exploró la importancia de aquellos casos en
los que existe un mecanismo de defensa inconsciente frente a esta
angustia, de tal manera que aparece extremadamente baja o totalmente
ausente. De esta forma, la angustia se basa principalmente en la amenaza
de la posibilidad de perder al objeto y en la inseguridad de las
relaciones de afecto. Distingue las consecuencias emocionales entre una
pérdida actual y los peligros de una posible pérdida en el futuro. Los
orígenes de la ansiedad no pueden reducirse a fuentes internas. La
ansiedad debe de ser colocada en un contexto interpersonal. Debido al
hecho de que las ansiedades son difíciles de tolerar, suelen generar
defensas (Marrone, 2001).
Semejanzas y diferencias entre la teoría del apego y la teoría de las
relaciones objetales

Como señala Marrone (2001), en líneas generales la teoría del apego


puede ser considerada como descendiente de la teoría de las relaciones
objetales. Sin embargo, el término de relaciones objetales es en sí
mismo problemático, ya que puede referirse tanto a las relaciones con
otras personas como a las representaciones mentales que se tienen de
otro sujeto significativo.

Bowlby decidió abandonar el uso de la palabra objeto debido a que


consideraba que era un término inexacto que se prestaba a
interpretaciones diferentes, ya que la palabra objeto se vincula tanto a
una concepción innata sobre el otro, que en opinión de algunos autores
precede a la experiencia interpersonal, como a representaciones mentales
de otra persona, que se originan en la vida real. Además, el objeto
puede ser considerado como un objeto total o parcial. Bowlby, en vez de
referirse al cuidador primario como un objeto exterior, prefirió el
término de figura de apego. En vez de considerar la representación
interna del otro como un objeto interno, utilizó el término de modelo
operativo interno de las figuras de apego (Marrone, 2001).

Como parte del legado de la escuela de relaciones objetales, la teoría


del apego reconoce que lo que se observa en la conducta exterior debe de
ser acompañado por la descripción de lo que se experimenta en su
correlato del mundo interno. Lo que se siente no es un lazo de apego
–sea seguro, ambivalente, evitativo– sino uno mismo en relación con
otro, ya sea la madre, el terapeuta u otra persona (Holmes, 2001).

Existe una sutil, pero a la vez importante diferencia, entre las


formulaciones de Bowlby y las de la teoría de las relaciones objetales
(ej. Fairbairn) a un nivel molecular de la conducta. Dentro de la teoría
del apego la meta del infante no es el objeto, por ejemplo la madre. La
meta que regula el sistema es inicialmente un estado físico, el
mantenimiento de un grado deseable de proximidad al objeto. La meta
física es suplantada más tarde por una meta de origen psicológico, el
sentimiento de seguridad. Dado que la meta no es un objeto en sí sino un
estado de ser o sentir, el contexto en el que el niño vive, que abarca
la respuesta del cuidador, influirá fuertemente en el sistema de apego
(Fonagy 2001).

Para los efectos de este trabajo únicamente me centraré en las


diferencias entre la teoría de Bowlby con Klein y Bion pero si el lector
está interesado en otros autores sugiero nuevamente el trabajo de Fonagy
(2001), Eagle (1995), o Holmes (1993).
Semejanzas y diferencias entre la teoría del apego y Klein

Como señala Holmes (1996), se podría plantear que mientras que la teoría
kleiniana se centra en el mundo intrapsíquico de un solo individuo, la
teoría del apego está dirigida principalmente al nivel de interacción
entre dos personas, y la teoría de Freud, con el Complejo de Edipo, a
cómo la introducción de “un tercero” afecta a estos dos niveles anteriores.

La formación de Bowlby en la Sociedad Psicoanalítica Británica estuvo


fuertemente influenciada por la teoría de Klein. Su centramiento en el
primer año de vida del infante como una época crucial en el desarrollo
posterior es altamente compatible con la teoría de Klein. De igual
forma, como Fonagy (2001) señala, existe una correspondencia entre la
dicotomía propuesta por Klein de la posición esquizo-paranoide y la
depresiva con el tipo de apego infante-madre seguro e inseguro de
Bowlby. Fonagy ejemplifica esta correspondencia principalmente con los
puntos en común entre la clasificación del apego seguro–inseguro según
la Entrevista del Alego en el Adulto *(EAA)* y los postulados teóricos
de Klein respecto a la posición esquizo - paranoide y la depresiva.

Klein consideraba que había una alternancia entre las dos posiciones
durante toda la vida, pero que en cada individuo podía predominar una
sobre la otra. Un punto clave que caracteriza la posición esquizo
paranoide es la escisión, el atribuirle todo lo bueno y todo el amor a
un objeto idealizado y todo el dolor, estrés y lo malo al objeto
persecutorio. La escisión operacionalizada como una discrepancia entre
la memoria semántica y la episódica, constituye un marcador importante
de inseguridad en la EAA, especialmente, dentro de la categoría Inseguro
Desentendido.

La posición esquizo-paranoide está marcada por la extrema labilidad de


las representaciones mentales. El objeto bueno rápidamente puede ser
experimentado como malo, lo malo se convierte en peor y lo bueno se
convierte en un objeto aún más idealizado. Este concepto también se
vincula con el sistema de códigos de la EAA, dado que este tipo de
contradicciones e inconsistencias marcan que el individuo sea
clasificado con apego inseguro. A diferencia de esta posición, en la
depresiva, el objeto ya no se ve de forma parcial, sino total, el objeto
es la fuente de experiencias tanto buenas como malas. (Klein, 1935). La
operacionalización del apego seguro en las historias narrativas se
manifiesta como una balanza entre el amor y el odio, el reconocimiento y
aceptación de la imperfección del cuidador.

En la posición depresiva el infante se conciencia de su propia capacidad


de amar y odiar a los padres. El descubrimiento del niño de esta
ambivalencia y el miedo ante la amenaza de perder el objeto atacado,
abren al niño a la experiencia de culpa tras esta hostilidad (Klein,
1929)En la EAA la memoria y el reconocimiento del propio rol, dentro del
conflicto interpersonal, aumenta la coherencia del relato. Más aún, la
capacidad de monitorear los propios pensamientos y sentimientos es
evaluada como marca metacognitiva de un estado de la mente seguro. La
teoría kleiniana mantiene que el dolor psíquico asociado con la
integración del objeto parcial escindido puede ser tan grande que el
sujeto puede llegar a requerir la utilización de la negación en forma
maníaca, el uso de reparación de forma obsesiva o el desprecio al
objeto. Una vez más, en la EAA el sistema de codificación está dirigido
a encontrar narrativas desorganizadas (desprecio), a la incapacidad de
recordar (negación) o a la idealización (reparación maníaca), como
muestras de apego inseguro.

Segal (1964)vinculó la capacidad de simbolización y sublimación con la


reparación depresiva. La codificación de la EAA está fuertemente
orientada hacia el análisis del habla y del discurso, en donde los
individuos seguros también muestran de forma substancial una mayor
competencia en este domino.

Psicoanalistas kleinianos modernos ven como aspecto crítico en la


posición depresiva el que el niño/a pueda separarse de la madre y tenga
la capacidad de percibir al objeto como ser independiente. Esto lleva a
las formulaciones sobre el desarrollo kleinianas a estar más cerca del
modelo del apego referente a la idea de la existencia de una separación
saludable.

Las investigaciones en torno al apego han producido muchos datos que


comprueban la estabilidad de las diferencias individuales predichas por
la clasificación del tipo de vínculo entre el infante y el cuidador.
Esto puede entenderse con fundamento en mecanismos básicos como la
regulación emocional, la cual probablemente provee patrones conductuales
continuos. La teoría kleiniana destaca otra posible explicación al
considerar que el término posición implica una constelación particular
de relaciones de objeto, fantasías, ansiedades y defensas a las cuales
el individuo es muy propenso de regresar a lo largo de la vida.
Ambientes específicos pueden disparar reacciones esquizo-paranoides o
depresivas, un patrón seguro o inseguro de apego. El infante puede
desarrollar diferentes patrones de apego con cada uno de los padres.
Como consecuencia, se debe asumir la presencia concurrente de varios IWM
en la mente del niño. Cuál de estos modelos se convertirá en el
dominante en el adulto probablemente dependa de la mayor importancia que
tenga un cuidador en la vida del niño. Por lo tanto, la noción de
alternancia de los IWM, es muy similar al punto de vista kleiniano de la
oscilación de las posiciones, aunque ambos siempre destacan la
predominancia de alguno (Fonagy, 2001).

Con relación a los puntos divergentes, encontramos que Bowlby, en


repetidas ocasiones, marcó su distancia del grupo kleiniano. Uno de los
puntos más criticados de Bowlby fue su rechazo al concepto de la
fantasía. Sin embargo, como aclara Marrone (2001), lo que Bowlby rechazó
de manera enfática fue el concepto kleiniano de fantasía y cualquier
idea de que la fantasía era autogenerada dentro del individuo; para este
autor la fantasía es una forma de lidiar con la experiencia, pero no la
precede. Bowlby conceptualizaba a la fantasía como una manera de
intentar dar sentido a la experiencia y como forma de elaboración
secundaria del material psíquico utilizado para defenderse del
sentimiento de autoestima dañada. Aquí se puede pensar en una forma de
fantasía como los sueños diurnos y de realización de deseos.

Desde una perspectiva influenciada por Bowlby, se podría afirmar que lo


que en sí tiene mucha importancia son las fantasías de los padres sobre
el niño/a, las cuales derivan de sus propios IWM. Estas ideas
preconcebidas, que los padres traen del pasado sin estar en contacto con
las experiencias y respuestas del niño/a, afectan directamente a las
crecientes percepciones del niño/a sobre sí mismo/a. La fantasía no se
opone a la realidad exterior porque no es una realidad concreta y sin
mediación, sino que se interpreta como un campo interpersonal cargado de
significado, donde el lenguaje, la cultura y la creación interpersonal
significativa juegan papeles importantes. La fantasía emerge en el
contexto de una relación y puede verse como parte de una comunicación
transmitida. Hay fantasías intergeneracionales que pueden ser
preverbales, incluso sin simbolizar y difíciles de articular, que pueden
ser muy poderosas y afectar el intercambio interpersonal (Marrone 2001).

Mientras que la teoría del apego pone énfasis en la internalización como


proceso que permite la construcción de los IWM, los cuales están basados
en las experiencias reales de la vida del niño, en un entendimiento más
diádico de la relación temprana, la teoría kleiniana pone a la
proyección como el proceso inicial en la construcción del mundo interno.
Klein puso mucho énfasis en los impulsos destructivos generados en el
interior del individuo derivados de la pulsión de muerte. Según esta
perspectiva, el individuo dirige desde el inicio de la vida el impulso
agresivo en forma defensiva hacia el exterior, en contra de un objeto.
La proyección distorsiona la percepción de la realidad (Marrone, 2001).
Este punto de conflicto entre la teoría del apego y la kleiniana es
crucial dado que, como menciona Fonagy (2001), una de las objeciones
centrales de Bowlby a la teoría kleiniana fue su abandono del estudio de
las experiencias reales por la asunción de la teoría de que las
ansiedades infantiles surgen, predominantemente, de tendencias
constitucionales.

Sin embargo, sería incorrecto decir que Klein se olvidó de la realidad


exterior pues en varios textos retoma su influencia en el mundo interno
mediante los procesos de introyección y proyección, pero siempre
rescatando que la forma en cómo la realidad externa es vivida por el
individuo depende de su mundo interno, de sus pulsiones. Las
experiencias interpersonales, más que crear los mecanismos de defensa,
los sentimientos, lo que hacían era incrementarlos, pero su creación
estaba a cargo de los factores internos. Bowlby cuestionará este énfasis
en los factores internos por encima de los interpersonales (Marrone,
2001, Fonagy 2001).

Los teóricos post kleinianos integrarán, aún más, los factores externos
con los internos (Meltzer, 1974; Rosenfeld, 1965). La capacidad del niño
para enfrentar el dolor y las ansiedades en la posición depresiva,
viéndose a sí mismo como sujeto envidioso y destructivo, dependerá tanto
del mundo externo, como de factores constitucionales. La fuerza del yo
es incrementada con la identificación del niño con la representación del
objeto bueno internalizado. Este yo fuerte es capaz de regular las ideas
destructivas, reduciendo la necesidad de proyectar el odio. El yo débil
permanece a merced de las defensas paranoides, no hay una culpa genuina
ni una verdadera capacidad de reparación. En este punto, la teoría
kleiniana se podría apoyar en constructos de la teoría del apego
respecto a la regulación de emociones y fragmentación, el desarrollo
incoherente del self o sobre la insensibilidad parental. Los modelos,
sin embargo, difieren en que mientras el pensamiento kleiniano atribuye
al infante intencionalidad, la teoría del apego evita adultomorfizar al
infante y describe este proceso de manera más parsimoniosa en términos
de mecanismos psicológicos (Fonagy, 2001).

A diferencia del énfasis de los kleinianos en la pulsión de muerte, en


la teoría del apego no hay lugar para este concepto. La teorización
kleiniana continúa teniendo como eje principal la destructividad interna
infantil, aunquereconoce que el niño resentirá las limitaciones
inevitables del cuidado materno, encontrando difícil de tolerar el
control materno sobre de él, planteará que la agresión no está
inevitablemente ligada a la deprivación. La teoría del apego, por su
parte, explora la variabilidad constitucional entre los infantes,
aceptando que algunos de ellos sí están biológicamente predispuestos a
dar respuestas violentas que pueden interferir con el establecimiento de
un apego seguro, a pesar de la sensibilidad del cuidador, pero en
general se pone mayor énfasis en la relación diádica que en los factores
internos (Fonagy, 2001).

Semejanzas y diferencias entre la teoría del apego y Bion

Un punto de contacto entre la teoría del apego y la perspectiva


kleiniana es el concepto de Identificación Proyectiva (IP). Aunque
Bowlby restaba validez a este concepto, la IP tiene un papel importante
en la comprensión de las relaciones de apego. Si bien Klein lo
consideraba esencialmente como un proceso intrapsíquico, la contribución
de Bion y otros autores ha sido mostrar como este mecanismo tiene lugar
en el área de interjuego entre lo intrapsíquico y lo interpersonal
(Marrone, 2001).
Fonagy (2001) rescata el hecho de que entre los puntos en común entre
este concepto y la teoría del apego, surge que el patrón desorganizado
de apego se manifiesta como una conducta en el niño de control hacia los
demás. Dentro del patrón de apego desorganizado, los niños actúan como
si dominaran la relación, algunas veces, incluso, tratan a los padres de
una forma aparentemente condescendiente o humillante. Aunque las
explicaciones de este tipo de conductas se han dado desde diferentes
perspectivas a las de la IP, una explicación basándose en este mecanismo
resulta muy congruente al tomar en cuenta las historias pasadas de estos
infantes. El patrón de apego desorganizado se ha asociado con
experiencias parentales de traumas sin resolver, historias de maltrato
infantil, depresión materna y abuso parental de drogas y alcohol. Es muy
posible que niños expuestos a este tipo de privaciones sean confrontados
de forma repetitiva con niveles intolerables de confusión y hostilidad
del cuidador y, a su vez, ellos sean forzados a internalizar ciertos
aspectos del cuidador que son incapaces de integrar. De esta forma, la
estructura del self se forma alrededor de imágenes fragmentadas o de
ausencia que el niño debe de externalizar para poder retener cualquier
medida de coherencia. El proceso de IP encaja con la conducta descrita
de estos niños como un intento de experimentarse a sí mismos como
poseedores de un self coherente, externalizando en otros las partes
inadmisibles de su interior. El infante mantiene la ilusión de que ahora
estas partes están afuera, a través de un sutil control manipulativo de
la conducta del otro u otros.

Esta sugerencia utiliza la elaboración de Bion (1959; 1962a)respecto al


concepto de IP en la infancia. Bion asume que el infante, abrumado por
las impresiones del mundo, requiere otra mente humana (un contenedor)
que tenga la capacidad de aceptar, absorber y transformar estas
experiencias en significados. Una estructura de defensa masiva aparecerá
si el cuidador fracasa en la tarea de contener los sentimientos
abrumadores del infante, en reconocer y reflejar la comunicación
emocional del niño/a. Para Bion, cuando la angustia es muy intensa, en
especial por las fantasías persecutorias, el niño debe poder descargarla
en su madre. Ella, si tiene ciertas capacidades emocionales, podrá
absorberlas, “metabolizarlas” y regresarlas de una manera menos
angustiante y, por lo tanto, más asimilable para su hijo/a. Desde esta
perspectiva, un cuidador sensible será el progenitor capaz de absorber y
retransmitir la experiencia psicológica del infante, de una forma
metabolizada, respondiendo a las emociones del infante en términos de
cuidado físico, en una manera que experimente y transforme estos
sentimientos inmanejables en una forma tolerable. Esto implica la
combinación de especularización de los afectos intolerables con señales
emocionales que indiquen que el afecto ha sido “contenido”, que está
bajo control (función alfa). El infante puede hacer frente a ello,
aceptar y reinternalizar lo que ha proyectado anteriormente, de este
modo crea una representación tolerable de estos momentos emocionales de
interacción con el cuidador. Con el tiempo, el infante será capaz de
internalizar esta función de transformación y tendrá la capacidad de
contener y regular sus propios estados afectivos negativos. Sin embargo,
si las dificultades experimentadas dentro del infante no son contenidas
por la madre sino que causan en ella desarraigo emocional, el infante
será dejado no con miedo o tristeza, que se vuelven tolerables mediante
el cuidado materno, sino con un sentimiento de falta de ser entendido
que lleva a la aparición del “terror sin nombre” (Bion, 1962b).

De este modo, para poder pensar o tolerar cualquier emoción de cierta


intensidad que involucre un sentimiento psicológico, en necesario que la
madre haya realizado bien su función continente; por identificación con
esa capacidad materna se adquiere la “pantalla interna” que permite el
proceso secundario, el juicio de realidad y la demora en la descarga de
los impulsos. Cuando alguien no tiene esa capacidad continente interna,
en cualquier situación de tensión elimina proyectivamente el aspecto
ansiógeno dentro de un objeto externo (Bleichmar & Leiberman, 1989).

La relación continente–contenido se expresa como algo complementario


entre la proyección del niño y la receptividad materna. La madre es
continente de lo proyectado, lo recibe y lo procesa. Bion designa con la
palabra /reverie /al estado de receptividad materna a través de las
funciones alfa, la naturaleza no verbal de este proceso implica que la
proximidad física al cuidador es esencial, punto ampliamente retomado
por la teoría del apego. La teoría ofrecida por Bion representa una
perspectiva alterna con bases sociobiológicas de la necesidad del
infante de estar cerca del cuidador, de la mente del adulto (Fonagy,
2001). Bion (1962b)propone que el desarrollo conceptual del infante y el
reconocimiento de la distinción entre sujeto y objeto está vinculado a
la experiencia emocional de satisfacción y, en particular, al ligamiento
de las preconcepciones o expectativas innatas, con su realización en el
cuidado materno. Más aún, desde la perspectiva de Bion, cuando la madre
y el infante están ajustados el uno al otro, el infante se comporta de
tal manera que la IP es un fenómeno realista más que defensivo y forma
parte del funcionamiento y condición normal.

Las formulaciones de Bion tienen mucho en común con la sistematización


de las relaciones de apego como vehículo primario para la adquisición de
la regulación emocional plateada por la teoría del apego, aunque aquí se
le suela dar menos importancia a los factores innatos. De este modo,
autores como Sroufe (2000)afirman que, dada la extrema indefensión del
infante durante los primeros meses de vida y la relativa dependencia
durante el perdido juvenil, para estar bien regulado se requiere de
mucha ayuda de los cuidadores (que sean sensibles y responsivos) para
poder expresar, desde edades tempranas, tanto sentimientos de malestar
como de satisfacción y en pocos meses expresar un amplio rango de
sentimientos y necesidades. Sroufe también plantea que los infantes
están equipados para jugar un papel primitivo en su propia regulación,
pero no pueden regularse por sí mismos sino que necesitan cuidadores
sensibles y responsivos.

También relacionado con la importancia del apego en la regulación


emocional, con fundamento en el trabajo de Bion sobre la descripción de
la relación madre- infante óptimamente sensitiva, en términos de la
capacidad materna de “contener” los afectos del infante, Fonagy et al.
(1995)plantean que dicha capacidad implica no sólo el poder
especularizar los afectos de sufrimiento del infante, sino también el no
sentirse abrumada por éstos y el poder manejarlos. Aplicando estos
postulados a la teoría del apego, Fonagy et al. (1995)predicen que las
madres con apego preocupado tienen una fuerte capacidad para
especularizar los afectos del infante, pero su capacidad para ayudar al
infante a hacerles frente está disminuida. De manera contraria, las
madres evitativas, probablemente fracasen en especularizar los afectos
del infante pero le transmiten un sentido de estabilidad y de poder
enfrentarlos. Desde esta perspectiva, el apego seguro es el resultado de
una contención exitosa, mientras que el apego inseguro de un compromiso
defensivo

Conclusiones
A pesar de las diferencias entres las diversas escuelas psicoanalíticas
es necesario poder poner a dialogar estas teorías con el fin de
enriquecer nuestro trabajo clínico, teórico y de investigación, sin
tratar, como menciona Gutiérrez (1999)de “crear una especie de
macrosistema común de ideas, que contemple todo del objeto de estudio e
incorpore todas las percepciones diversas. Aunque sí de aceptar las
inevitables deficiencias teóricas propias y de abrirse al interés por lo
otro, por lo diferente.”Por supuesto, el poder abrirse el interés por
conocer los aportes de otras escuelas, el sentir curiosidad por sus
propuestas teóricas y metodológicas, sólo puede darse si se acepta que
el enfoque propio no puede explicarlo todo. De este modo, es necesario
poder abrirse a escuchar las diferencias y similitudes de nuestras
propuestas, lo cual puede incluir, por ejemplo, aprender a evaluar qué
conceptos se sobreponen con diversos nombres y cuáles términos, a pesar
de sonar similares, implican diferentes concepciones teóricas.

De igual forma, siempre se debe tener en mente que las curas son
personalizadas, por lo que las teorías o conceptos que le pueden servir
a un terapeuta o a un paciente dependerán de muchos factores que no se
pueden repetir como recetas de cocina dado que, como el mismo Bowlby
(1988)plantea, la psicoterapia no es sólo una ciencia sino también un
arte.

**

*Bibliografía*

Ainsworth, M., & Bowlby, J. (1991). An ethological approach to


personality development. /American Psychologist, 46/, 333-341.

Bion, W. (1959). Attacks on linking. /International Journal of


Psychoanalysis, 40/, 308-315.

Bion, W. (1962a). /Learning from experience/. London: Heinemann.

Bion, W. (1962b). A theory of thinking. /International Journal of


Psychoanalysis, 43/, 306-310.

Blatt, S., & Levy, K. (2003). Attachment theory, psychoanalysis,


personality development, and psychopathology. /Psychoanalytic Inquiry,
23/(1).

Bleichmar, N., & Leiberman, C. (1989). /El Psicoanálisis después de


Freud/ (1997 ed.). México: Paidós.

Bowlby, J. (1958). The nature of the child's tie to his mother.


/International Journal of Psychoanalysis, 39/, 350-373.

Bowlby, J. (1960). Separation anxiety. /International Journal of


Psychoanalysis, 41/, 89 -113.

Bowlby, J. (1980). /Attachment and Loss: Loss, sadness and depression.


Vol 3/ (1998 ed.). Londres: Pimlico.

Bowlby, J. (1988). /A Secure Base: Clinical Implications of Attachment


Theory/ (1998 ed.). London: Routledge.

Diamond, N. (2001). La Obra de John Bowlby como Paradigma


Psicoanalítico. In /La Teoría del Apego. Un enfoque actual/. Madrid:
Psimática.

Dio Bleichmar, E. (2003). Discusión del trabajo "Hacia un modelo


pluralista de la motivación basado en el paradigma del apego", de
Mauricio Cortina y Giovanni Liotti. /Aperturas Psicoanalíticas, 15/.

Eagle, M. (1995). The developmental perspectives of attachment


psychoanalytic theory. In S. Goldberg, R. Muir & J. Kerr (Eds.),
/Attachment Theory: Social, Development and Clinical Perspectives/ (pp.
123-150). New York: Analysis Press.
Fonagy, P. (2001). /Attachment Theory and Psychoanalysis/. New York:
Other Press.

Fonagy, P., Steele, M., Steele, H., Leigh, T., Kennedy, R., Mattoon, G.,
et al. (1995). Attachment, the reflective self, and borderline states:
The predictive specificity of the Adult Attachment Interview and
pathological emotional development. In S. Goldberg, E. Muir & J. Kerr
(Eds.), /Attachment Theory: Social, Developmental and Clinical
Perspectives/ (pp. 233-279). Hillsdale, NJ: The Analytic Press.

Freud, S. (1895). Proyecto de psicología. In /Obras Completas, Vol. I/


(pp. 323-446). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1897). Carta 69. In /Obras Completas, Vol. I/ (pp. 301-302).


Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1900). La Interpretación de los Sueños. In /Obras Completas,


Vol. IV/. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1905). Tres ensayos sobre la teoría sexual. In /Obras


Completas, Vol. VII/ (pp. 109-224). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1915). Pulsiones y destinos de pulsión. In /Obras Completas,


Vol. XIV/ (pp. 105-134). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1917). 23a conferencia. Los caminos de la formación del


síntoma. In /Obras Completas, Vol. XVI/ (pp. 325-343). Buenos Aires:
Amorrortu.

Freud, S. (1920a). Más allá del principio del placer. In /Obras


Completas, Vol. XVIII/ (pp. 1-62). Buenos Aires: Amorrortu (2001, 9a).

Freud, S. (1920b). Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad


femenina. In /Obras Completas, Vol. XVIII/ (pp. 137-164). Buenos Aires:
Amorrortu (2001, 9a).

Freud, S. (1923). El yo y el ello. In /Obras Completas, Vol. XIX/ (pp.


1-66). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1926). Inhibición, Síntoma y Angustia. In /Obras Completas,


Vol.XX,/ (pp. 71-164). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1930). El Malestar en la Cultura. In /Obras Completas, Vol.


XXI/ (pp. 57-140). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1931). Sobre la sexualidad femenina. In /Obras Completas,


Vol. XXI/ (pp. 223-244). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1933). Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis.


In /Obras Completas, Vol. XXII/ (pp. 1-168). Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (1939). Moisés y la Religión Monoteísta. In /Obras Completas,


Vol. XXIII/ (pp. 1-132). Buenos Aires: Amorrortu (2001, 6a).

Freud, S. (1940). Esquema del Psicoanálisis. In /Obras Completas, Vol.


XXIII/ (pp. 133-209). Buenos Aires: Amorrortu (2001, 6a).

Gutiérrez, G. (1999). Una forma de entender la integración. /Aperturas


Psicoanalíticas, 3/.

Holmes, J. (1993). /John Bowlby and Attachment theory/. London: Routledge.

Holmes, J. (1996). /Attachment, Intimacy, Autonomy. Using Attachment


Theory in Adult Psychotherapy/. New Jersey: Jason Aronson Inc.

Holmes, J. (2001). /The Search for the Secure Base. Attachment Theory
and Psychotherapy/. Sussex: Routledge.

Hopkins, J. (1990). The observed Infant of Attachment Theory. /British


Journal Psychotherapy, 6/(4), 460-470.

Juri, L. (2001). Juanito ¿Edipo o Apego? In /La Teoría del Apego. //Un
enfoque actual/. Madrid: Psimática.

Klein, M. (1929). Infantile anxiety - situations reflected in a work of


art and the creative impulse. In /Love Guilt and Reparation and other
works 1921-1945/ (1998 ed., pp. 210-218). Londres: Vintage.

Klein, M. (1935). A contribution to the psychogenesis of manic -


depressive states. In /Love Guilt and Reparation and other works
1921-1945/ (1998 ed., pp. 262-289). Londres: Vintage.

Marrone, M. (2001). /La Teoría del Apego. Un enfoque actual/. Madrid:


Psimática.

Meltzer, D. (1974). Mutism in infantile autism, schizophrenia and


manic-depressive states. /International Journal of Psychoanalysis, 55/,
397-404.

Mitchell, S. (1998). Attachment theory and psychoanalytic tradition:


reflections on human relationality. /British Journal of Psychotherapy,
15/, 177 -193.

Osofsky, J. (1995). Perspectives on attachment and psychoanalysis.


/Psychoanalytic Psychology, 12/(3), 347-362.

Rappaport, D., & Gill, M. (1959). The points of view and assumptions of
metapsychology. /International Journal of Psychoanalysis, 40/, 153-162.

Rosenfeld, H. (1965). /Psychotics States: A Psychoanalytic Approach/.


Nueva York: International University Press.

Sandler, J. (2003). On Attachment to internal objects. /Psychoanalytic


Inquiry, 23/(1), 12-26.

Segal, H. (1964). Phantasy and other mental processes. /International


Journal of Psychoanalysis, 45/, 191-194.

Slade, A. (1999). Representation, Symbolization, and Affect Regulation


in the Concomitant Treatment of a Mother and Child: Attachment Theory
and Child Psychotherapy. /Psychoanalytic Inquiry, 19/(5 pp. 797 - 830),
Traducido por Mª Elena Boda en Aperturas Psicoanalíticas, No 5.

Sroufe, L. A. (2000). Early relationships and the development of


children. /Infant Mental Health Journal, 21/(1-2), 67-74.

Van IJzendoorn, M. H. (1995). Adult attachment representations, parental


responsiveness, and infant attachment: A meta-analysis on the predictive
validity of the Adult Attachment Interview. /Psychological Bulletin,
117/(3), 387-403.

Anda mungkin juga menyukai