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María Teresa Vergara Téllez

Literatura e Interdisciplinariedad

La condición humana en Santa María del Circo y La muerte de Artemio Cruz.

El método hermenéutico de Gerigk y la condición humana en Edgar Morin.

La propuesta interpretativa de Horst-Jurgen Gerigk para la obra de arte literaria parte


del presupuesto de que ésta se contiene en sí misma y es independiente de su autor. Es
decir, el análisis literario de una obra, según la teoría de Gerigk, no debe sustentarse por
información biográfica de quien la escribió ni ligarse a su contexto histórico, dado que
se asume la perdurabilidad de la obra literaria más allá de su historia efectual. Se debe
ser consciente de que la literatura presenta mundos finitos y, aunque elaborados por la
inteligencia artística de un autor, contenidos por sí mismos. Por lo que preguntarse por
la “intención” del autor no es lo correcto en un comentario interpretativo, ya que el
“[…] autor, el artista empírico, se ha diseminado al interior de la obra” (Arguelles,
2006, p.xiv), y las respuestas a las preguntas del lector deben ser respondidas
únicamente por el propio texto.

“Este primer ejercicio de reconocimiento de la obra literaria nos indica que el texto
mismo, antes de ser testimonio histórico-biográfico, puede ser visto como una
construcción plena artísticamente hablando, y en consecuencia tratada desde su
concepción de Gebilde, o armazón literario que se establece paradigmáticamente como
el mero asunto de la literatura.” (Arguelles, 2006, p.xii)

El método hermenéutico de Gerigk consiste en la división en dos niveles de la obra


literaria en cuestión: la causa efficiens, la situación o hechos narrados, es decir, lo
literal o denotativo; y la causa finalis, referente a lo simbólico o connotativo. Una vez
localizadas dichas causas entra en juego la inevitable subjetividad del lector, y se
obtendrá lo que Gerigk denomina como aspecto, esto es, el registro que el lector hace de
la situación literaria dada y cómo ésta se relaciona con el mundo “real” o el mundo del
lector.

Ahora bien, para llevar a cabo la interpretación de la imagen de humanidad que


proyectan las obras Santa María del Circo de David Toscana y La muerte de Artemio
Cruz de Carlos Fuentes, es necesario apelar a la causa finalis, al plano simbólico de los
textos. Y en este caso, para profundizar en el concepto de humanidad, o condición
humana, se hará referencia a los preceptos de Edgar Morin planteados en el capítulo 3
de su texto Los siete saberes necesarios a la educación del futuro: Enseñar la condición
humana. Morin establece tres triadas fundamentales para la definir la condición del ser
humano, y éstas se aprecian en las novelas que aquí se analizarán.

La condición humana en Santa María del Circo.

En Santa María del Circo, un grupo de cirqueros, afectados por una reciente separación
entre los dueños del circo, deciden revelarse en contra de su director e interrumpir su
nómada travesía para establecerse definitivamente en un pueblo abandonado, en el que
intentan construir su propia sociedad. Esta sucesión de hechos, claramente expresados
en la novela, constituye lo que Gerigk denomina la causa efficiens: la mera recuperación
de datos fácticos que el texto ofrece, aún sin la intervención interpretativa del lector. A
continuación se intentará obtener la causa finalis, es decir, el trasfondo simbólico de la
obra en el que se revela cierta imagen de humanidad.

La condición humana proyectada en este texto se puede apreciar claramente al


relacionarla con las triadas de las que hablar Edgar Morin. En primer lugar, la
conformada por especie-individuo-sociedad: es evidente que los personajes pertenecen a
una misma especie, pero así como son todos seres humanos también son individuales y
muy diferentes unos de otros. La convivencia entre individuos distintos, unidos en su
especie, dice Edgar Morin, es la base de toda construcción social y humana: “[…] todo
desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo conjunto de las autonomías
individuales, de las participaciones comunitarias y del sentido de pertenencia con la
especie humana.” (1999, p.23)

El acto fundacional, realizado por el personaje Mandrake, es importante para


ejemplificar esa necesidad de pertenencia presente en los personajes de la novela.
Además de nombrar al pueblo en el que pretenden vivir, imaginan un mito de fundación
que se convierta en la Historia del lugar: “Necesitamos fundamentar el derecho a ser los
legítimos propietarios de Santa María del Circo, y para eso hace falta una historia, con
personajes ilustres y hechos heroicos […] necesitamos hacernos cargo de nuestro
pasado.” (Toscana, 1998, p.88)

Es este un grupo de personas que, en mayor o menor grado, se han sentido marginados,
incomprendidos, fracasados, y han llegado al circo no por voluntad propia sino porque
las circunstancias no les han dejado alternativa: “Nadie decide ser cirquero.” (Toscana,
1998, p.40) Luego de varios años de haber viajado de un lado a otro, haciendo lo único
de lo que se creen capaces, los personajes se encuentran con la oportunidad de romper
con su pasado, inventar uno nuevo, establecerse por fin en un lugar fijo y desempeñar
nuevos papeles que les permitan, aunque sea por un breve momento, convertirse en
alguien más.

Lo anterior está ligado a la triada cultura-mente-cerebro de Edgar Morin. La cultura es


creada por el cerebro humano y estos personajes buscan eso precisamente: crear su
propia cultura, inventar una tradición, una historia, cualquier rasgo que los caracterice
como sociedad y les dé ese sentido de pertenencia que tanto necesitan.

El ser humano en Santa María del Circo está desesperadamente solo y perdido en su
individualidad, y busca convivir con otros miembros de su especie para generar una
sociedad en la que se consiga aquel desarrollo humano verdadero del que habla Edgar
Morin. Aunque esto no sucederá en la novela, los personajes son incapaces de cumplir
sus y carecen de solidaridad e intimidad afectiva, por lo que no hacen más que ver por sí
mismos y de ninguna manera podrán ponerse al servicio de los demás. Su sociedad no
tendrá otro destino que el fracaso, ninguno está preparado para una vida nueva. El
individuo, la sociedad y la especie deben mantenerse a la par, sin ser una más
importante que las otras: “[…] la sociedad vive para el individuo, el cual vive para la
sociedad, la sociedad y el individuo viven para la especie la cual vive para el individuo
y la sociedad.” (Morin, 1999, p.23)

Finalmente, el bucle impulso-razón-afecto. Según Edgar Morin, en esta triada se


conjuntan la animalidad y la humanidad, y esto se ve de manera explícita hacia el final
de la novela: la mujer barbuda decide “vengarse” del dios que la condenó a una vida de
sufrimiento y marginalidad, y lo hace teniendo una relación sexual con el enano del
circo, en el altar de la iglesia. Lo grotesco de la escena parece ser la culminación del
fracaso de una sociedad dominada principalmente por los impulsos y la irracionalidad:
“Y las trompetas se fueron haciendo más y más intensas y se mezclaban con los jadeos
del enano a punto del éxtasis, y cada vez más le parecía a Barbarela que tenía sobre sí
un simio; no era posible que un humano gimiera de ese modo tan bestial.” (Toscana,
1998, p.223)
La condición humana en La muerte de Artemio Cruz.

En La muerte de Artemio Cruz la causa efficiens es el relato de los doce días y doce
horas rememorados por Artemio Cruz durante su agonía. Mientras que la causa finalis
es la imagen de una humanidad sumamente complicada, que se construye desde la
propia estructura de la novela y que también está íntimamente relacionada con los
preceptos de Edgar Morin.

Edgar Morin plantea las triadas ya mencionadas para explicar lo compleja que es la
condición humana, y la misma finalidad tiene La muerte de Artemio Cruz. Se presenta a
un personaje que en principio podría parecer desagradable: es egoísta, avaro, corrupto e
inmoral. Pero conforme se van develando los distintos pasajes de su vida, el lector se
encuentra imposibilitado para emitir un juicio. La historia de Artemio Cruz termina
siendo conmovedora y no retrata más que a un individuo cualquiera, arrojado al mundo,
atrapado en una sociedad en la que tiene que sobrevivir y en el que se reflejan las
contradicciones de la condición humana establecidas por Morin.

La narración se despliega mediante tres perspectivas: tres narradores que alternan los
tiempos verbales presente, pasado y futuro, y los pronombres yo, él y tú. Los primeros
dos se refieren a los hechos: la agonía de Artemio Cruz y lo que recuerda justo antes de
morir. El último narrador, en segunda persona, a pesar de hablar en futuro en realidad
tiene una voz atemporal y es en el que se aprecia con más claridad los aspectos de la
condición humana.

Este narrador parece dar voz al subconsciente del personaje: en él se revela todo aquello
que no fue dicho y esboza en futuro una posibilidad de elección que quizá, en el pasado,
empleó mal:“No te faltará, ni te sobrará, una sola oportunidad para hacer de tu vida lo
que quieras que sea. Y si serás una cosa, y no la otra, será porque, a pesar de todo,
tendrás que elegir.” (Fuentes, 1993, p.32)

La multitud de máscaras bajos las cuales se esconde Artemio Cruz, son desechadas por
este “tú” indomable, que se impone a la voluntad del personaje para relatar sus
momentos de mayor vulnerabilidad: la infancia, el primer amor, la lucha, las dudas, el
miedo y la culpa que Artemio ha sentido durante toda su vida y que dejan ver a un ser
completamente humano, repleto de inseguridades y malas decisiones, producto de una
fatalidad ajena e incontrolable. La complejidad de este narrador es la de la vida misma y
no merece ser juzgado:

“Tu propia crueldad, cuando has sido cruel, ¿no estaba teñida de cierta ternura? Sabes
que todo extremo contiene su propia oposición […] ¿Quién no será capaz de encarnar al
mismo tiempo el bien y el mal, de dejarse conducir al mismo tiempo por dos hilos
misteriosos, de color distinto, que parten del mismo ovillo?” (Fuentes, 1993, p.31)

Conclusiones

Tanto Santa María del Circo como La muerte de Artemio Cruz son obras literarias, por
lo que deben ser interpretadas como tales. El método hermenéutico de Horst-Jurgen
Gerigk es adecuado para su análisis dado que pretende priorizar “la peculiaridad del
asunto literario”, partiendo del supuesto de que la obra literaria se instaura en un mundo
creado por ella misma y que se contiene por sí mismo, al tiempo que no considera al
autor de la obra más que como una inteligencia autoral que se ha diseminado al interior
de su texto. El análisis de estas dos obras se ha llevado a cabo siguiendo este método,
extrayendo de cada una tanto la causa efficiens, esto es, la sucesión de hechos
literalmente expresados por la obra; como la causa finalis, es decir, el componente
simbólico del texto.

A partir de la causa finalis, y con el apoyo de los preceptos de Edgar Morin respecto a
la condición humana, se ha obtenido la imagen de humanidad que ambos textos
proyectan: a primera vista, una en decadencia, dominada principalmente por aspectos
negativos. Sin embargo, ambas novelas profundizan y muestran seres humanos víctimas
de sus circunstancias, atrapados en el mundo: ni los cirqueros ni Artemio Cruz han
elegido su lugar en el mundo, simplemente han sido colocados allí y están obligados a
tomar constantes decisiones para su supervivencia. Ambos textos reflejan una
humanidad demasiado compleja para ser juzgada.

Bibliografía

Arguelles Fernández, Gerardo. (2006) Una aproximación a la imagen de humanidad en


Santa María del Circo desde la diferencia poetológica de Horst-Jurgen Gerigk. Revista
de Literatura Mexicana Contemporánea, 12 (31), x-xxi.

Fuentes, Carlos. (1993) La muerte de Artemio Cruz. México: Andrés Bello.


Morin, Edgar. (1999) Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Francia:
UNESCO.

Toscana, David. (1998) Santa María del Circo. México: Penguin Random House.

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