Literatura e Interdisciplinariedad
“Este primer ejercicio de reconocimiento de la obra literaria nos indica que el texto
mismo, antes de ser testimonio histórico-biográfico, puede ser visto como una
construcción plena artísticamente hablando, y en consecuencia tratada desde su
concepción de Gebilde, o armazón literario que se establece paradigmáticamente como
el mero asunto de la literatura.” (Arguelles, 2006, p.xii)
En Santa María del Circo, un grupo de cirqueros, afectados por una reciente separación
entre los dueños del circo, deciden revelarse en contra de su director e interrumpir su
nómada travesía para establecerse definitivamente en un pueblo abandonado, en el que
intentan construir su propia sociedad. Esta sucesión de hechos, claramente expresados
en la novela, constituye lo que Gerigk denomina la causa efficiens: la mera recuperación
de datos fácticos que el texto ofrece, aún sin la intervención interpretativa del lector. A
continuación se intentará obtener la causa finalis, es decir, el trasfondo simbólico de la
obra en el que se revela cierta imagen de humanidad.
Es este un grupo de personas que, en mayor o menor grado, se han sentido marginados,
incomprendidos, fracasados, y han llegado al circo no por voluntad propia sino porque
las circunstancias no les han dejado alternativa: “Nadie decide ser cirquero.” (Toscana,
1998, p.40) Luego de varios años de haber viajado de un lado a otro, haciendo lo único
de lo que se creen capaces, los personajes se encuentran con la oportunidad de romper
con su pasado, inventar uno nuevo, establecerse por fin en un lugar fijo y desempeñar
nuevos papeles que les permitan, aunque sea por un breve momento, convertirse en
alguien más.
El ser humano en Santa María del Circo está desesperadamente solo y perdido en su
individualidad, y busca convivir con otros miembros de su especie para generar una
sociedad en la que se consiga aquel desarrollo humano verdadero del que habla Edgar
Morin. Aunque esto no sucederá en la novela, los personajes son incapaces de cumplir
sus y carecen de solidaridad e intimidad afectiva, por lo que no hacen más que ver por sí
mismos y de ninguna manera podrán ponerse al servicio de los demás. Su sociedad no
tendrá otro destino que el fracaso, ninguno está preparado para una vida nueva. El
individuo, la sociedad y la especie deben mantenerse a la par, sin ser una más
importante que las otras: “[…] la sociedad vive para el individuo, el cual vive para la
sociedad, la sociedad y el individuo viven para la especie la cual vive para el individuo
y la sociedad.” (Morin, 1999, p.23)
En La muerte de Artemio Cruz la causa efficiens es el relato de los doce días y doce
horas rememorados por Artemio Cruz durante su agonía. Mientras que la causa finalis
es la imagen de una humanidad sumamente complicada, que se construye desde la
propia estructura de la novela y que también está íntimamente relacionada con los
preceptos de Edgar Morin.
Edgar Morin plantea las triadas ya mencionadas para explicar lo compleja que es la
condición humana, y la misma finalidad tiene La muerte de Artemio Cruz. Se presenta a
un personaje que en principio podría parecer desagradable: es egoísta, avaro, corrupto e
inmoral. Pero conforme se van develando los distintos pasajes de su vida, el lector se
encuentra imposibilitado para emitir un juicio. La historia de Artemio Cruz termina
siendo conmovedora y no retrata más que a un individuo cualquiera, arrojado al mundo,
atrapado en una sociedad en la que tiene que sobrevivir y en el que se reflejan las
contradicciones de la condición humana establecidas por Morin.
La narración se despliega mediante tres perspectivas: tres narradores que alternan los
tiempos verbales presente, pasado y futuro, y los pronombres yo, él y tú. Los primeros
dos se refieren a los hechos: la agonía de Artemio Cruz y lo que recuerda justo antes de
morir. El último narrador, en segunda persona, a pesar de hablar en futuro en realidad
tiene una voz atemporal y es en el que se aprecia con más claridad los aspectos de la
condición humana.
Este narrador parece dar voz al subconsciente del personaje: en él se revela todo aquello
que no fue dicho y esboza en futuro una posibilidad de elección que quizá, en el pasado,
empleó mal:“No te faltará, ni te sobrará, una sola oportunidad para hacer de tu vida lo
que quieras que sea. Y si serás una cosa, y no la otra, será porque, a pesar de todo,
tendrás que elegir.” (Fuentes, 1993, p.32)
La multitud de máscaras bajos las cuales se esconde Artemio Cruz, son desechadas por
este “tú” indomable, que se impone a la voluntad del personaje para relatar sus
momentos de mayor vulnerabilidad: la infancia, el primer amor, la lucha, las dudas, el
miedo y la culpa que Artemio ha sentido durante toda su vida y que dejan ver a un ser
completamente humano, repleto de inseguridades y malas decisiones, producto de una
fatalidad ajena e incontrolable. La complejidad de este narrador es la de la vida misma y
no merece ser juzgado:
“Tu propia crueldad, cuando has sido cruel, ¿no estaba teñida de cierta ternura? Sabes
que todo extremo contiene su propia oposición […] ¿Quién no será capaz de encarnar al
mismo tiempo el bien y el mal, de dejarse conducir al mismo tiempo por dos hilos
misteriosos, de color distinto, que parten del mismo ovillo?” (Fuentes, 1993, p.31)
Conclusiones
Tanto Santa María del Circo como La muerte de Artemio Cruz son obras literarias, por
lo que deben ser interpretadas como tales. El método hermenéutico de Horst-Jurgen
Gerigk es adecuado para su análisis dado que pretende priorizar “la peculiaridad del
asunto literario”, partiendo del supuesto de que la obra literaria se instaura en un mundo
creado por ella misma y que se contiene por sí mismo, al tiempo que no considera al
autor de la obra más que como una inteligencia autoral que se ha diseminado al interior
de su texto. El análisis de estas dos obras se ha llevado a cabo siguiendo este método,
extrayendo de cada una tanto la causa efficiens, esto es, la sucesión de hechos
literalmente expresados por la obra; como la causa finalis, es decir, el componente
simbólico del texto.
A partir de la causa finalis, y con el apoyo de los preceptos de Edgar Morin respecto a
la condición humana, se ha obtenido la imagen de humanidad que ambos textos
proyectan: a primera vista, una en decadencia, dominada principalmente por aspectos
negativos. Sin embargo, ambas novelas profundizan y muestran seres humanos víctimas
de sus circunstancias, atrapados en el mundo: ni los cirqueros ni Artemio Cruz han
elegido su lugar en el mundo, simplemente han sido colocados allí y están obligados a
tomar constantes decisiones para su supervivencia. Ambos textos reflejan una
humanidad demasiado compleja para ser juzgada.
Bibliografía
Toscana, David. (1998) Santa María del Circo. México: Penguin Random House.