Paula Maturana
Índice
1. Qúe es la ACT
2. El sufrimiento humano es universal
3. Dolor y sufrimiento
4. Por qué el lenguaje genera sufrimiento
5. La fuerza de la evitación
6. Dejarlo estar
7. El budismo
-Felicidad
-Sufrimiento
8. Victor Frankl y el sentido del sufrimiento
9. Reflexión personal
Introducción
Este libro trata sobre cómo pasar del sufrimiento al compromiso con la vida. Más que
esperar a salir triunfadores en la lucha interna con nosotros mismos para poder empezar
de una vez nuestra vida, este libro trata sobre cómo vivir a partir de ahora y vivir
totalmente con el pasado, con los recuerdos, con los miedos y con la tristeza.
Lo primero que hay tener en cuenta sobre la ACT son estos conceptos:
• El dolor psíquico es normal. Es importante y todo el mundo lo experimenta.
• No puedes librarte a voluntad del dolor psíquico; lo que sí puedes, es hacer algo para
evitar aumentarlo artificialmente.
• Dolor y sufrimiento son dos estados diferentes.
• No tienes que identificarte con tu sufrimiento.
• Aceptar el dolor es un paso hacia la liberación del sufrimiento.
• Tú puedes vivir una vida valiosa a partir de este mismo momento pero, para ello,
tendrás que aprender cómo salir de tu mente para entrar en tu vida.
Y esto, es lo que voy a tratar aquí para que puedas ponerlo en práctica en tu vida y
puedas vivir más plenamente.
Antes de empezar he de hacer tres peticiones para que seas persistente y te puedas
comprometer activamente con lo que voy a enseñarte.
1. Mantenerte firme y que pruebes seriamente los métodos que vamos a poner en
práctica. Puede que te sea útil, pero no lo sabrás a menos que aprendas a utilizar los
conceptos y métodos antes de pretender evaluar su impacto real sobre tu vida.
2. No dejar de ser honesto contigo mismo.
3. Tu propia intención. Si ves que tu experiencia real da posibilidad de utilizarlos para
cambiar tu vida para mejor, ¿estarías dispuesto a seguir adelante en esa dirección?
A menudo, la mayoría de la gente que nos cruzamos a diario parece tenerlo todo. Parecen
felices. Seguramente has tenido la experiencia de ir caminando por la calle en un
momento en el que tenías un día especialmente malo mientras ibas mirando a tu
alrededor y pensabas: ¿Por qué no puedo ser tan feliz como el resto de la gente? No
sufren como yo. ¿Por qué no puedo ser como los demás? Nos esforzamos en mostrar
caras radiantes, simulando que todo va bien y que nuestra vida es inmejorable y no es
cierto.
La capacidad del lenguaje sitúa a los seres humanos en una posición especial respecto a
otras criaturas de la tierra. Durante los últimos veinticinco años, los investigadores han
tratado de encontrar un comportamiento semejante en otras especias animales pero sólo
con éxito muy relativo y discutible (Hayes, Barnes-Holmes y Roche 2001). Por ejemplo, si
tú le das una patada a un perro, éste aullará y saldrá corriendo. Si lo pateas regularmente,
cualquier indicio de tu llegada acabará por producir un comportamiento de miedo y
evitación en el perro mediante el proceso que se conoce como “condicionamiento”. Pero
mientras tú te encuentres fuera de su campo visual, el perro difícilmente sentirá o
mostrará una ansiedad significativa. Con las personas es diferente. Con sólo dieciséis
meses, los cachorros humanos aprenden que si un objeto tiene un nombre, ese nombre
representa al mismo objeto. Las relaciones que los hablantes humanos aprenden en una
dirección, derivan luego en dos direcciones, es decir, el simple hecho de decir una palabra
evoca al objeto que es nombrado. Imagínate el efecto que tendría si el objeto nombrado
fuera algo temible: cualquier cosa que le recordara a esa persona, tendría la capacidad de
sentir miedo. En el caso del perro, para sentir miedo no sería la patada, sino pensar en la
patada que le iban a dar. Esta es exactamente la situación el la que todos los seres
humanos nos encontramos debido al lenguaje.
Ejercicio 1: tómate un minuto ahora y piensa el la cosa más vergonzosa que hayas
hecho.
¿Qué has sentido? Probablemente habrá empezado a percibir un sentimiento de
vergüenza mientras evocabas alguna escena de tu pasado y tu comportamiento en ella.
Debido a que las relaciones que los “humanos verbales” aprenden en un sentido, luego
las desvían en dos, esos mismos humanos tienen la capacidad de tratar cualquier cosas
como símbolo de cualquier otra. La etimología de “símbolo” significa “considerar como
igual”. Consiguen provocarte una reacción.
Algunos métodos para evitar el dolor resultan patológicos en sí mismos. Por ejemplo, la
utilización de drogas legales puede reducir el dolor temporalmente pero el dolor regresará
con más fuerza que antes y conseguirá provocar aún más daño. La negación reducirá el
dolor pero pronto causarán más dolor aún que el que han evitado. Más adelante explicaré
este tema más detenidamente con el dolor de ausencia y el dolor de presencia.
Dolor y Sufrimiento
Dolor y sufrimiento sos dos cosas muy distintas.
La palabra sufrimiento viene del latín ferre que significa “soportar o llevar”. El prefijo “suf”
es una versión del “sub” y, en esta forma, significa “desde abajo, arriba y lejos”. El
sufrimiento implica, aparte de tener algo que llevar, moverse, continuar. Conlleva la idea
de que hay un peso que no estás dispuesto a llevar o que eres incapaz de llevar porque
es demasiado desagradable, está fuera de tu alcance, etc.
El dolor psíquico hace daño, por definición. Muchas veces el dolor te aparta de vivir la
clase de vida que querrías vivir. Una persona con trastorno de pánico, por ejemplo, no
querría volver a experimentar ese sentimiento de miedo extremo tan desagradable. El
pánico que le provoca está obstruyendo el camino mismo del vivir. Y poco a poco,
empieza a vivir su vida adaptándola a su problema y el resultado es que la vida se va
volviendo más y más limitada y cada vez menos flexible.
Mira esta frase para ver si se podría aplicar a tu caso: Cuanto más vives tu vida tratando
de evitar el dolor de presencia, sólo consigues un dolor mayor, especialmente bajo la
forma de dolor de ausencia.
Si eres como la mayoría de la gente, el número de veces que habrás pensado en un Jeep
amarillo ha debido ir aumentando con el paso del tiempo. En estudios controlados,
cuando se les habla a los participantes del Jeep amarillo pero no se les dan instrucciones
para que eliminen los pensamientos que les vengan sobre él, el número de pensamientos
relacionados con el vehículo no aumenta. Así, cuando suprimimos nuestros
pensamientos, no sólo debemos pensar en otra cosa diferente sino que, además,
tenemos que evitar pensar porqué lo estamos haciendo. Intentando no pensar en algo,
estaremos pensando precisamente en lo que no queríamos pensar. Y por esta razón, los
pensamientos que nos preocupan tienden a aumentar.
Este ejercicio sirve para demostrar que intentar librarse de los pensamientos que no nos
gustan es inútil.
REGISTRO DE ESTRATEGIAS
Pensamientos/ Estrategia de Eficacia a corto plazo Eficacia a largo plazo
sentimientos dolorosos afrontamiento (1 al 5) (1 al 5)
Al revisar tu registro, puede que hayas encontrado que tus puntuaciones en la columna de
eficacia a corto plazo son relativamente altas mientras que tus puntuaciones en la
columna de eficacia a largo plazo son relativamente bajas. Los efectos a corto plazo son
más gratificantes que los efectos a largo plazo y las estrategias de solución de problemas
funcionan. Las tácticas de afrontamiento que has desarrollado para combatir tu ira,
ansiedad o depresión probablemente consigan hacer desaparecer tales sentimientos
durante un breve período. Pero, ¿cuál es su efecto a largo plazo? ¿Hasta que punto
llegan a cambiar a la larga?
Los seres humanos experimentan un tipo de dolor esencial porque la vida, entraña
dificultades tales como enfermedades, necesidades y pérdidas; pero el lenguaje amplifica
tales dificultades tales como generar patrones más amplios de sufrimiento humano.
Hay otra razón importante para darse cuenta de cómo los intentos de librarse de
pensamientos o sentimientos, a menudo, salen al revés cuando se aplican las habilidades
verbales a los procesos internos: y es que no hacemos otra cosa que recordarnos
contenidos negativos. La ansiedad es una respuesta normal por una mala actuación.
Nosotros podemos anticipar esas consecuencias trayéndolas al momento presente, en
cualquier momento, por medio de nuestras relaciones verbales. Por ejemplo, la gente con
trastorno de pánico, tiende a pensar que va a perder la cabeza o el control o que se va a
morir debido a la ansiedad que sienten. Estos mismos pensamientos generan mayor
ansiedad, en parte, porque se relacionan, en el presente, con un futuro imaginario en el
que podrías posible que tuvieran lugar todos esos terribles resultados que uno se está
imaginando. Las consecuencias negativas y el acontecimiento presente llegan a
establecer una relación mutua de forma arbitraria.
¿Qué crees que va a ocurrir? Es muy probable que termines sintiendo ansiedad. Esto es,
exactamente, lo que ocurre durante un ataque de pánico: primero, experimentas una
punzada de ansiedad; a continuación, empiezas a imaginarte los horrores que te van a
suceder; reaccionas ante tus pensamientos y, en cuestión de segundos, ¡bum! Te has
caído al tanque de los tiburones.
Con esto podemos sacar que si algo no lo quieres, lo tendrás.
Cada vez que intentamos escapar de un pensamiento , sentimiento o sensación corporal
dolorosos, lo que ocurre es que se vuelven más importantes y tienden a producirse con
mayor intensidad o frecuencia.
2. LA FUERZA DE LA EVITACIÓN
De momento, deberías tener ya claro que las conductas que has desarrollado para evitar
tu dolor no han sido especialmente eficaces a la larga. El problema está en que resulta
endemoniadamente difícil conseguir darse cuenta de que las conductas que llevan a la
evitación de la experiencia no pueden ser eficaces. Hay, como mínimo, cinco razones por
las que resulta tan difícil constatar esta realidad:
1. El control funciona tan estupendamente bien en otras áreas de tu vida que te supones
que también va a funcionar de la misma manera con tus sentimientos y pensamientos.
Ejemplo: si me despierto 15 min antes de la cama no llegaré tarde a clase.
2. Te han enseñado que deberías ser capaz de controlar tus pensamientos y
sentimientos. Por ejemplo, cuando eras pequeño, puede que te hayan dicho: “deja de
llorar o vas a tener una razón para hacerlo”.
3. Cuando eras muy pequeño, probablemente, las personas mayores que te rodeaban,
parecían que sí que eran capaces de controlar sus emociones y pensamientos y
asumiste este mensaje: “Deberías ser capaz de controlar tu miedo o sentimientos de
tristeza porque los demás sí que son capaces de tener ese tipo de control”. Esto no
significa que al final hubieras aprendido a controlarlo sino que aprendiste a mantener
oculto lo que sentías de verdad para que tus emociones no molestaran a los demás.
4. Mientras ibas creciendo, recibías un flujo continuo de mensajes acerca de que la
buena salud y la felicidad dependen de que no se experimenten vivencias negativas.
Un claro ejemplo son los anuncios publicitarios.
5. Si tienes algún sentimiento negativo y tratas de enmascararlo, todo cuanto hagas para
compensar ese sentimiento negativo sobre ti mismo, puede empezar a recordarte que,
“en el fondo, hay algo que no marcha bien”. Si lo que intentas es utilizar tus éxitos
para tapar tus pensamientos negativos, puede que te hagas sentir como un impostor.
Se conoce como el “síndrome del impostor” porque aunque te den un comentario
positivo y te permita sentirte bien durante un instante, sabes, que realmente hay algo
más debajo de tu apariencia de calma.
En cuarto lugar, hazle sitio a la idea de que la alternativa al control puede que
resulte ligeramente frustrante. Abandonar el control no requiere demasiado esfuerzo.
Pero abandonar el control (cuando el control no nos pertenece) es engañoso. Es confuso.
Puede resultar frustrante. No es algo que la “máquina de las palabras” que es tu mente
esté habituada a hacer.
La alternativa que aquí se ofrece a tus inútiles esfuerzos por lograr el control de
pensamientos y sentimientos te va a suponer diligencia, honestidad, escepticismo,
confusión y compasión por ti mismo. No es un camino fácil de seguir. Tu aliado más
importante a la hora de emprender el nuevo camino va a ser tu propio dolor. Sólo cuando
empieces a considerar todo el tiempo y energía que has estado gastando inútilmente en
intentar controlar tu sufrimiento y evitar las vivencias negativas y, por otro lado, sopeses
los penosos resultados obtenidos, descubrirás que el esfuerzo de hacer algo radicalmente
distinto bien puede merecer la pena.
3. DEJARLO ESTAR
Antes de continuar, vamos a hacer otro ejercicio. Aspira una bocanada de aire y luego
contén la respiración todo el tiempo que puedas. Cuando hayas terminado, anota durante
cuánto tiempo has sido capaz de estar sin respirar. Luego te explicaremos por qué te he
pedido que hicieras esto.
Bien, por ahora hemos considerado que nuestro sufrimiento presente y los esfuerzos para
controlarlos. Hemos descrito una trampa congénita, una trampa inherente al pensamiento
humano que se debe a la propia forma de funcionamiento del lenguaje, en especial
cuando pensamiento y lenguaje se aplican a las vivencias privadas. Hemos denominado a
esa trampa “evitación experiencial”. Hemos tratado de aclarar si la evitación experiencial
forma parte de los propósitos de nuestras estrategias de afrontamiento y hemos
examinado la posibilidad de que la evitación experiencial sea, en realidad inútil. Hemos
examinado cinco de las razones por las que esta inútil estrategia es la respuesta más
normal y “lógica” que la gente suele dar a su dolor psíquico.
Desde el principio, hemos venido señalando una alternativa a la evitación experiencial. La
hemos descrito de distintas maneras como “disposición”, “aceptación” o “dejarlo estar”.
Voy a explicar por qué es tan importante la aceptación para que tengas una idea de lo que
significa “aceptar” y lo vamos a hacer brindándote la oportunidad de experimentarlo de
una manera muy sencilla.
Antes de que puedas aplicar activamente la aceptación en tu vida diaria de un modo
eficaz, vas a necesitar entender bien cómo trabaja tu mente, de qué manera tu mente
influye en tu comportamiento y cómo puedes romper esa cadena de acontecimientos.
Brown Rick Brown y sus colaboradores han demostrado que la gente que no puede hacer
sitio a sus pensamientos de estrés tiene muchas dificultades de autocontrol.
Por ejemplo, estuvieron trabajando con un grupo de fumadores crónicos,
intentando eliminar su adicción a la nicotina, utilizando para ello libros de autoayuda.
Sin embargo, antes de que los sujetos empezaran a dejarlo en serio, Brown diseñó tres
tareas previas para ellos. Tenían que contener la respiración todo el tiempo que pudieran;
resolver unos problemas de matemáticas cada vez más rápido, hasta que se rindieran y
respirar dióxido de carbono, hasta que indicaran que querían dejar de respirar el CO2. La
mayoría de los que resultaron buenos en las tres tareas consiguieron dejar de fumar. Muy
pocos de los que tuvieron resultados bajos en las tres tareas consiguieron cortar su
adicción. En otras palabras, si no eres capaz de experimentar tus propios sentimientos de
tensión, no podrás ocuparte adecuadamente de tu salud.
Si te comprometes con una acción concreta, utiliza las estrategias de toma de conciencia
y distanciamiento en el momento en que tu mente empiece a plantearte problemas para
seguir por tu camino y sigue adelante, aceptando lo que te ofrezca la mente.
La estrategia que te he pedido que utilizaras para ayudarte a retener la respiración
durante más tiempo es un ejemplo del tipo de técnicas que ofrece este libro. Esto es una
clara evidencia de que la información expuesta aquí con vosotros puede resultarte útil.
El Budismo
¿Qué es el budismo?
El budismo surgió hace más de 2.500 años en la India, donde nació su fundador,
Siddharta Gautama, el Buda, quien alcanzó lo que se conoce como "un estado de ver
perfectamente la naturaleza de las cosas". A este estado se le denomina iluminación.
El budismo es una de las religiones que mayor influencia han tenido en la historia de la
humanidad. Sin embargo, una de las características que más distingue al budismo es que
no maneja el concepto de un dios creador.
El Buda se refería a lo que hoy se denomina budismo como Budadharma, es decir, "la
enseñanza (o el sendero) que conduce a la iluminación".
El factor decisivo en la transformación personal es la mente.
Prácticas budistas, tales como la meditación, son medios para transformarse uno mismo y
así desarrollar cualidades como la sensibilidad, la claridad y la sabiduría.
En las enseñanzas budistas hay principios sencillos y, al mismo tiempo, radicales, tales
como que nada es fijo ni permanente, que todas las acciones tienen consecuencias y,
principalmente, que el cambio es inherente en todo y que es posible llevar a cabo este
cambio de forma consciente.
Todo el mundo, sin excepción, aspira a ser feliz. Y sin embargo, por lo visto, nos
perdemos en el camino. Las preocupaciones, la tristeza, la ansiedad, el miedo y las
enfermedades psicosomáticas llenan nuestra vida y son como un toque de atención que
nos avisa de que algo estamos haciendo mal. El budismo nos dice que la fuente de la
felicidad ya está dentro de cada uno de nosotros y que sólo hay que abrirle la puerta y
dejarla deslumbrarnos.
Se supone que todos los objetivos, planes y proyectos que nos marcamos en la vida los
hacemos porque creemos que nos permitirán vivir bien y ser felices. Estudiamos para
tener una cierta preparación que nos permita obtener un trabajo en el futuro que nos
guste, o que nos aporte un buen salario. Buscamos una pareja, nos rodeamos de
amistades, creamos una familia, etc. No hay cosa que no hagamos porque nos ayudará a
estar mejor, a corto, medio o largo plazo. Las prioridades cambian según las personas,
pero el objetivo es el mismo: vivir la vida que más nos gusta vivir pero pocas personas se
atreverán a admitir que lo son de manera permanente. A lo sumo, reconocemos
esporádicos momentos fugaces de felicidad. Y en muchos casos, escucharemos que la
felicidad permanente simplemente no existe.
Y sin embargo, existen tradiciones milenarias que lo ven de otra manera, entre ellas el
budismo, que plantea la idea de que todos los seres tienen un deseo innato de acercarse
a la felicidad y evitar el sufrimiento, y si no conseguimos nuestro objetivo es simplemente
porque "desconocemos las causas de la felicidad, así como las causas del sufrimiento".
En otras palabras, la infelicidad es una mera consecuencia de la ignorancia.
"Según la calidad de mi mente, así será la calidad del mundo que percibo. Si mejoro la
calidad de mi mente, mejorará la calidad de mis percepciones y experiencias. Y el mundo
me parecerá más perfecto tal como es".
Shantideva, antiguo maestro budista indio, decía: "si algo tiene solución, ¿por qué ser
desdichados? Y si no la tiene, tampoco hay razón para serlo”. Lo que es inevitable no
debe lamentarse, lo sucedido no puede cambiarse, de modo que es inútil perder tiempo
pensando que podría haber sido de otro modo. Los males inevitables hay que soportarlos
y reservar nuestra energía para ahorrar los males evitables.
También decía que en momentos de mucho enfado es mejor quedarnos como un trozo de
madera que actuar movidos por una actitud destructiva. En ese momento nos podemos
aislar, relajar nuestro cuerpo y con él calmar la mente.
También nos es difícil aceptar los cambios. Sabemos que todo cambia, pero deseamos
que las cosas sean sólidas, estables, seguras. Sufrimos porque nos aferramos a ellas
cuando, en realidad, deberíamos soltarlas y renunciar a controlarlas. Respecto de
nuestros sentimientos, por ejemplo: tendemos a crisparnos cuando tenemos sensaciones
dolorosas o desagradables, en consecuencia no les permitimos ser completamente.
Creamos, entonces, un bloqueo que no nos permite ver con claridad y comprender lo que
sucede. De hecho, actuamos para modificar nuestras emociones en lugar de observarlas
con atención. Si en lugar de bloquearlas, de luchar en contra de ellas, las aceptamos,
tienden a calmarse, ya que se libera la energía utilizada para negarlas.
Resignarse tiene que ver también con un acto de sumisión, de ceder para no causar
problemas, para evitar discusiones, sobre todo cuando se trata de las relaciones
vinculares. La resignación siempre incluye enfado, que puede transformarse en deseos de
venganza. En cambio, en la aceptación de la frustración de un deseo, o de alguna
característica personal del otro, se pone en marcha un mecanismo de reconocimiento de
que la realidad "es".
El Hombre Doliente.
Durante la II Guerra Mundial, Victor Frankl estuvo recluido por su condición de judío en los
campos de concentración nazis de Auschwitz y Türkheim, y tuvo que soportar con toda la
crudeza su infrahumana brutalidad. Pero paradójicamente, fue en estas horribles
situaciones límites donde adquirió plena conciencia del sentido y dignidad de la vida
humana y del valor del sufrimiento, aportándonos, con ello, una gran dosis de optimismo y
esperanza respecto a que la vida humana vale la pena ser vivida. Es por ello, que el
psiquiatra vienés posee la suficiente autoridad moral para hablarnos en diversas partes de
sus obras de la difícil cuestión del sufrimiento, tanto físico, psíquico o moral, como
ineludible realidad humana. No obstante, en la mentalidad de amplios sectores de la
sociedad occidental se concibe como un hecho absolutamente incomprensible, motivo por
el cual se pretende rechazarlo por todos los medios al desconocer e ignorar su
enriquecedor significado y la fecundidad de su sentido. Frankl considera que cualquier
tipo de sufrimiento y de sacrificio que la vida nos depara, será aceptado con fortaleza por
el ser humano, si sabe que detrás de él hay un sentido que puede iluminar su significado:
Frankl sostiene que el sufrimiento alberga muchas posibilidades de sentido, y una de
ellas, es que comprendemos mejor el sentido de nuestra dignidad antropológica y en
consecuencia de nuestra trayectoria humana para conducirnos a una sólida y verdadera
felicidad. Esta era la profunda intuición de Dostoyevski, al narrar el pasaje en el que el
monje ortodoxo Zossima, en su silenciosa y humilde celda del monasterio, ofrece una
serie de consejos a Aliosha, el menor de los hermanos Karamazov, para confiarle con
ternura al final de los mismos:
“Más me valiera estar loco; entonces olvidaría mis sufrimientos. Una imaginación
extraviada nos quita la conciencia de nuestros males”(11).
3.- El Médico ante el “ser sufriente”
En última instancia para Frankl, el conocimiento de la realidad trascendental de la
persona, la valoración de su íntima realidad espiritual, es la que nos permite introducirnos
en la interioridad de sus sufrimientos, delicada morada en la que se hace inteligible la
razón última del sufrimiento y se ilumina su sentido:
Biografía
(1) VICTOR FRANKL, El Hombre en busca de Sentido: Conceptos básicos de
Logoterapia, Ed Herder, Barcelona 1979, p 158
(2) Idem, Logoterapia y Análisis Existencial, De Herder, Barcelona 1990, p 158
(3) Idem, p 156
(4) F. DOSTOYEVSKI: Los Hermanos Karamazov, Ed Ferma, Bcn 1969, p 47
(5) Idem, p 548
(6) V. FRANKL, Logoterapia y Análisis Existencial, p 156
(7) Idem, La Voluntad de Sentido, Ed Herder, Barcelona 1983, p 23
(8) Idem, La Idea Psicológica del Hombre, Ed Rialp, Madrid 1965, p 68
(9) Idem, La Voluntad de Sentido, p 15
(10) Idem, El Hombre Doliente, De Herder, Barcelona 1984, p 129
(11) W. SHAKESPEARE, El Rey Lear,Espasa Calpe, Madrid 1969, p 119
(12) V. FRANKL, La Voluntad de Sentido, p 83
(13) Idem, p 19
(14) Idem, Logoterapia y Análisis Existencial, p 64
(15) Idem, La Idea Psicológica del Hombre, p 68
(16) G. MARAÑÓN, Raíz y Decoro de España, Espasa Calpe, Madrid 1964, p
49
(17) V. FRANKL, (nota 1) p 167
Reflexión personal