Facultad de Ingeniería
Semestre: 2018-2
Introducción
El territorio que ahora conocemos como Siria ha sido un punto estratégico desde la
Antigüedad. En sus más de 16.000 años de historia, destaca por haber acogido a
más de 30 civilizaciones, desde los primeros pueblos mesopotámicos que dieron
origen a los asentamientos urbanos más antiguos de los que se tiene noticia hasta
la conformación del actual Estado sirio, el cual alcanzó su independencia de Francia
en abril de 1946.
La complejidad del actual conflicto sirio viene marcada por la situación geopolítica y
social del país y por la influencia de las denominadas “primaveras árabes”. Desde
2007 Bashar Al Assad es el presidente de la República Árabe Siria, país que cuenta
con una población de unos 20 millones de habitantes de mayoría sunita, en la que
conviven diversos grupos musulmanes como los drusos, alawuitas y los chiitias.
Siria es un socio crucial para Irán y Rusia, su posición facilita que Irán llegue a
Líbano y a Hezbolá por tierra. El puerto sirio de Tartús es la única base rusa en el
Mediterráneo. Por lo tanto, Siria fomenta y cuida este vínculo comprando armas a
Irán y Rusia, a pesar de las sanciones internacionales, ya que el régimen de
Damasco estima que podrá resistir la actual situación si mantiene ambas relaciones.
Por otra parte, las manifestaciones sociales ocurridas en diversos países del Norte
de África provocaron reacciones muy diferentes en cada territorio que padeció
dichas manifestaciones. Mientras que en algunos (Marruecos, Yemen o Bahrein) se
frenaron con tímidas reformas, en otros lograron acabar con dictaduras
consolidadas durante décadas (Túnez y Egipto) lográndose elecciones libres,
aunque todavía no se pueda hablar de un final feliz para ninguno. En cambio, Siria
y Libia representan el lado más oscuro de esta Primavera Árabe. En ambos países
las manifestaciones populares fueron violentamente reprimidas y pese a que
crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y grandes flujos de refugiados
son elementos comunes a ambas, la respuesta de la comunidad internacional ha
sido muy diferente.
La guerra civil siria cambio a mediados de 2012, con la llegada de armas pesadas
a la oposición y el apoyo de inteligencia externa, principalmente desde Turquía y
otros miembros de la OTAN, permitió a los rebeldes ocupar zonas de población
mayoritariamente sunita. También en 2012, comenzaron a llegar (y ser financiados)
grupos yihadistas radicales que se unieron en un inicio al bando rebelde para
derrocar a Bashar Al Assad, sin embargo, muchos de estos grupos terroristas y
tienen una visión distinta del futuro de Siria, por lo que se distanciaron de los grupos
rebeldes.
La importancia de Siria
A medio camino entre Europa, Asia y África, Siria fue y sigue siendo una importante
salida al mar Mediterráneo, especialmente para el comercio y la inmigración. Por
allí han pasado pueblos como los egipcios, los griegos, los romanos, los omeyas,
los persas y los otomanos, entre otros, y ha sido epicentro de importantes disputas
que marcaron el destino del mundo contemporáneo, como por ejemplo las cruzadas,
de las cuales aún se conservan algunas ruinas.
Las causas
Para entender el actual conflicto armado en Siria, que ya deja un saldo de más de
250.000 víctimas mortales y cerca de 4,8 millones de refugiados en 7 años,
debemos remontarnos a un acontecimiento reciente en la historia de algunos países
de Oriente Próximo y el norte de África: la Primavera Árabe.
Bajo este nombre se conocen de manera popular a las manifestaciones civiles que
tuvieron lugar en el año 2011 en países como Túnez, Libia y Egipto, y que luego se
extendieron a otros Estados musulmanes, entre ellos Siria. El objetivo de los
ciudadanos que protagonizaron tales protestas era pedir mayores libertades civiles
a los Gobiernos, la apertura hacia modelos más democráticos y el respeto por los
derechos humanos.
Una de las principales razones para el conflicto armado fue la divergencia entre el
modelo de Estado que representa Bashar al-Asad y el planteado por los grupos
opositores. El actual presidente defiende un sistema de gobierno hereditario y
centralizado en una sola figura, mientras los opositores reclaman otro donde primen
las garantías democráticas, los derechos civiles y la diversidad y la igualdad de los
distintos grupos que habitan el país. De hecho, en el proceso de paz que se ha
iniciado en Ginebra (Suiza), uno de los temas neurálgicos han sido las concesiones
que deben hacerse para una mayor apertura política y social.
Desigualdad social
A pesar del continuo crecimiento de su producto interior bruto, Siria registra altos
niveles de desigualdad social. Antes de la guerra, los datos de pobreza eran del
35%. La elevada tasa de paro, el crecimiento de la economía sumergida la
distribución cada vez más desigual de las riquezas han promovido un clima de
inestabilidad social que desembocó en el descontento de inicios de 2011.
Corrupción
Dos años antes del inicio de la guerra, Transparencia Internacional situaba a Siria
en el puesto 150 (de un total de 180) de la lista de países con buenas prácticas de
gobierno. O lo que es lo mismo, el país formaba parte del grupo de los 30 estados
con mayor índice de corrupción del mundo. Los informes de este organismo
señalaban que las malas prácticas se habían hecho sistémicas no solo en las altas
esferas del Gobierno, sino en todas las jerarquías de la Administración.
Entre los años 2006 y 2011, Siria sufrió una de las mayores sequías en su historia.
Según los datos de algunos organismos, cerca del 60% del territorio se vio afectado
por esta situación, la cual provocó que más de 1 millón de campesinos abandonaran
sus granjas y migraran hacia otras zonas, principalmente a las grandes ciudades.
En el noroeste del país la situación fue especialmente grave: el 75% de las cosechas
se echó a perder y el 85% del ganado no sobrevivió a estas condiciones extremas.
El calentamiento global, las nuevas excavaciones petrolíferas y la siembra de
cultivos de algodón y trigo en regadío se encuentran entre las principales causas de
este fenómeno. Si no se toman medidas al respecto, se estima que para el año 2050
Siria habrá perdido cerca del 50% de su capacidad agrícola.
Reclamo de libertades
La principal razón por la que millones de sirios se echaron a las calles a inicios del
año 2011 fue la petición de mayores libertades civiles y políticas y el respeto por los
derechos humanos. Una buena parte de la ciudadanía siria aboga por un sistema
más democrático y rechaza la forma de gobierno que representa la familia Al-Asad,
que asumió el poder en 1971.
Washington apoyó inicialmente a los grupos opositores sirios y más tarde enfocó la
lucha en contra del autodenominado Estado Islámico, ha cambiado su manera de
actuar para mantener su presencia en territorio sirio y justificar la ejecución de miles
de ataques aéreos y el entrenamiento y equipamiento de un número de grupos
rebeldes.
El catedrático español José Antonio Egido asegura que entre las razones de la
guerra se encuentra la destrucción del panarabismo (movimiento que busca la
integración del pueblo árabe) y del cual Siria es cuna, añade que EE. UU. y las
potencias europeas quieren un mundo árabe dividido para liquidar todo movimiento
progresista en la región: “poner fin al Gobierno de Bashar al Assad es fulminar los
gobiernos de avanzada y antiimperialistas en el Medio Oriente”.
Estados Unidos busca además fortalecer a Israel y a las monarquías que son
aliadas de las potencias occidentales como la de Arabia Saudita, Kuwait y Bahréin
para mantener su control geopolítico en la región.
Los intereses de Putin en Siria son múltiples: defender a uno de sus pocos aliados
en la región, mantener su única base naval en el Mar Mediterráneo, asegurarse la
continuidad de un régimen con el que firmó grandes contratos de ventas de armas
y ahora contratos para la explotación de recursos, jugar el papel de potencia más
allá de su ámbito regional por cuestiones de política interna y prestigio.
Tras los atentados, Vladimir Putin se ha ofrecido a Francia para crear una coalición
que ataque las fuerzas yihadistas en Siria. Hasta el momento Estados Unidos, Reino
Unido y la propia Francia se limitaban a castigar al EI en Irak y solo Rusia intervenía
en Siria. Detrás de la ayuda hay un interés para que pase lo que pase en Siria se
mantenga en el poder Bashar Al Asad. De ahí las duras palabras de Putin contra el
EI en la zona y su afán en colaborar contra su desaparición. Pero que intereses
tiene Rusia en el régimen de Al Asad más allá de los estratégico-militares.
Para empezar Rusia también forma parte de los objetivos del EI como ha quedado
demostrado con el derribo del avión ruso en Egipto. Pero el país vive bajo otra
amenaza terrorista, la del terrorismo checheno. Putin presume de controlar con
mano de hierro las acometidas independentistas en las repúblicas del Caucaso.
Todavía están recientes los atentados en el aeropuerto de Domodedovo en 2011 y
en la estación de tren de Volgogrado en 2013. Moscú teme un rearme de la
amenaza chechena vía yihadista.
Las consecuencias
Las fronteras de Europa están viendo una parte del drama del país, la cara de los
refugiados. Según las últimas cifras de ACNUR, ya superan los cuatro millones de
personas. A pesar de la elevada cifra, ni siquiera es comparable al número de
desplazamientos internos, personas que han abandonado sus hogares para huir de
la guerra, que asciende a casi ocho millones de personas. Las autoridades europeas
temen que el número de refugiados se eleve a tres millones más en los próximos
meses por el recrudecimiento del conflicto por el apoyo militar al régimen.
Conclusiones
Los últimos 7 años quienes han pagado el precio de esta guerra ha sido la población
siria y nadie más. Los pocos atentados terroristas que han acontecido en territorio
europeo y estadounidense han sido perpetrados por su propios ciudadanos e,
dichos ataques, al fin y al cabo, han funcionado para legitimar más ataques sobre
la región. Si comparamos el número de víctimas totales resultantes de todos los
ataques “terroristas” sobre Europa y los Estados Unidos esta resulta insignificante
comparada con los civiles muertos que han sido resultado de los ataques de cada
potencia (USA y Rusia).
Con lo anterior quiero dar a entender que en esta guerra, como en la mayoría de
ellas, no existe un bando bueno y uno malo, cada actor tiene sus propios intereses
(los cuales le benefician, pero pueden perjudicar a otros o no ser de su agrado) y
lucha para conseguir satisfacerlos, y no por eso se convierten en santos o
demonios, lo desafortunado de esto es que no estamos viendo una lucha popular
real en la cual se busquen los beneficios del grueso de población (que al fin de
cuentas es la base de toda sociedad establecida a lo largo de la historia), en lugar
de eso tenemos una guerra que persigue las ambiciones de corporaciones y
estados que desean acaparar más poder y riquezas para sí mismas con el objetivo,
paradójicamente, de obtener más poder y riqueza, es decir, acaparar sobre si mismo
el poder de toda una sociedad.
Podemos concluir que desde que comenzó la guerra, Siria ha sido el tablero
estratégico de las potencias internacionales. El levantamiento popular (en cada país
que fue parte de la Primavera Árabe) fue alentado y apoyado por Estados Unidos.
El propio Barack Obama aplaudió los “vientos democráticos” del mundo árabe, pero
en Siria se jugaba el desequilibrio de Oriente Medio, región que desde hace unas
décadas es conocida por el colectivo occidental como fuente de pobreza, violencia
y retroceso, sin embargo, esas ideas han sido impuestas para continuar justificando
una agenda desestabilizadora y explotadora sobre toda la región Medio Oriental.
Bibliografía
■ Rafat Ahmed Ghotme Ghotme, Ingrid Viviana Garzón Garzón, Paola Andrea
Cifuentes Ortiz. (2014). Las relaciones internacionales de la guerra civil siria
a partir de un enfoque regional: hegemonía y equilibrio en Medio Oriente.
Recuperado de: http://www.redalyc.org/html/164/16433765002/
■ Faro Geopolítico. (abril 2018). Alfredo Jalife : ¿Qué hay detrás del conflicto
en Siria?. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=KHuk0nows5Q&t=5124s