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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Ingeniería

Redacción y Exposición de Temas de Ingeniería

Semestre: 2018-2

Juan Carlos Frausto Martínez

Siria: un conflicto de intereses extranjeros

Ciudad Universitaria a 12 de mayo de 2018


Abstract: El objetivo del presente ensayo es dar un panorama general al lector de la
actual situación de Siria y como esta situación se encuentra relacionada con nuestro
país, a través de una breve exposición de las causas del conflicto, cuáles son los
intereses de las potencias extrajeras y por último analizando las consecuencias del
conflicto, con el objetivo de comprender de mejor manera el panorama geopolítico de
Siria y en general de Medio Oriente.

Palabras clave: Siria, Guerra civil, USA, Rusia, Medio Oriente.

Introducción

El territorio que ahora conocemos como Siria ha sido un punto estratégico desde la
Antigüedad. En sus más de 16.000 años de historia, destaca por haber acogido a
más de 30 civilizaciones, desde los primeros pueblos mesopotámicos que dieron
origen a los asentamientos urbanos más antiguos de los que se tiene noticia hasta
la conformación del actual Estado sirio, el cual alcanzó su independencia de Francia
en abril de 1946.

La complejidad del actual conflicto sirio viene marcada por la situación geopolítica y
social del país y por la influencia de las denominadas “primaveras árabes”. Desde
2007 Bashar Al Assad es el presidente de la República Árabe Siria, país que cuenta
con una población de unos 20 millones de habitantes de mayoría sunita, en la que
conviven diversos grupos musulmanes como los drusos, alawuitas y los chiitias.
Siria es un socio crucial para Irán y Rusia, su posición facilita que Irán llegue a
Líbano y a Hezbolá por tierra. El puerto sirio de Tartús es la única base rusa en el
Mediterráneo. Por lo tanto, Siria fomenta y cuida este vínculo comprando armas a
Irán y Rusia, a pesar de las sanciones internacionales, ya que el régimen de
Damasco estima que podrá resistir la actual situación si mantiene ambas relaciones.

Por otra parte, las manifestaciones sociales ocurridas en diversos países del Norte
de África provocaron reacciones muy diferentes en cada territorio que padeció
dichas manifestaciones. Mientras que en algunos (Marruecos, Yemen o Bahrein) se
frenaron con tímidas reformas, en otros lograron acabar con dictaduras
consolidadas durante décadas (Túnez y Egipto) lográndose elecciones libres,
aunque todavía no se pueda hablar de un final feliz para ninguno. En cambio, Siria
y Libia representan el lado más oscuro de esta Primavera Árabe. En ambos países
las manifestaciones populares fueron violentamente reprimidas y pese a que
crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y grandes flujos de refugiados
son elementos comunes a ambas, la respuesta de la comunidad internacional ha
sido muy diferente.

La guerra civil siria cambio a mediados de 2012, con la llegada de armas pesadas
a la oposición y el apoyo de inteligencia externa, principalmente desde Turquía y
otros miembros de la OTAN, permitió a los rebeldes ocupar zonas de población
mayoritariamente sunita. También en 2012, comenzaron a llegar (y ser financiados)
grupos yihadistas radicales que se unieron en un inicio al bando rebelde para
derrocar a Bashar Al Assad, sin embargo, muchos de estos grupos terroristas y
tienen una visión distinta del futuro de Siria, por lo que se distanciaron de los grupos
rebeldes.

El 21 de agosto de 2013 tuvo lugar un hecho trascendental en la guerra en Siria: un


ataque con cohetes que portaban gas sarín en un suburbio de Damasco y que
provocó la muerte de 1.429 personas. Ante estos hechos, la comunidad
internacional, los Estados Unidos y muchos otros Estados no sólo condenaron el
ataque y culparon al régimen de haber utilizado armas prohibidas en contravención
de las normas internacionales, en un intento de frenar la escalada de violencia se
sucedieron diversas reuniones diplomáticas de negociación con el fin de establecer
una hoja de ruta para la paz. Dichas reuniones se conocen como las Conferencias
de Ginebra I y II, que no dieron los frutos que se esperaba, por lo que, en marzo de
2014, la situación en Siria seguía siendo la típica de un conflicto armado, que no
daba la impresión de un alto el fuego inmediato y sin mecanismos eficaces de
protección a la población civil. En junio de 2014, Al Assad salió reelegido como
presidente de la República sin conseguir apaciguar el auge de los grupos yihadistas
radicales. En particular, las atrocidades del llamado Estado Islámico contra objetivos
e intereses occidentales y musulmanes empujaron a los Estados Unidos a liderar
una coalición internacional, que cuenta ya con la participación de más de cuarenta
Estados para combatir el terrorismo en Siria y en Irak.

La importancia de Siria

A medio camino entre Europa, Asia y África, Siria fue y sigue siendo una importante
salida al mar Mediterráneo, especialmente para el comercio y la inmigración. Por
allí han pasado pueblos como los egipcios, los griegos, los romanos, los omeyas,
los persas y los otomanos, entre otros, y ha sido epicentro de importantes disputas
que marcaron el destino del mundo contemporáneo, como por ejemplo las cruzadas,
de las cuales aún se conservan algunas ruinas.

Su ubicación estratégica también sirvió para que los chinos extendieran la


denominada Ruta de la Seda y entraran en contacto con las civilizaciones del
Mediterráneo, así como para facilitar el paso de los musulmanes hacia La Meca.

Según BP (Brithis Petroleum), las reservas mundiales probadas de petróleo en el


año 2016 eran de 1,7 billones de barriles, estando más de un 71% de las mismas
en manos de los países de la OPEP (organización formada por: Angola, Arabia
Saudita, Argelia, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Irak, Kuwait, Nigeria,
Qatar, Irán, Libia y Venezuela), y un 47% en los países del Golfo Pérsico
pertenecientes a la OPEP. Siendo, por tanto, la mayoría de las reservas probadas
mundiales de petróleo controladas por la OPEP y en general dichas reservas se
encuentran en el medio oriente. Gracias a lo anterior Siria tiene una posición
geográfica de gran valor, ya que comparte fronteras con Turquía, Líbano, Israel,
Irán, Irak y Jordania permite conectar las importantes fuentes de petróleo y gas de
los mayores productores de Oriente Medio e Irán con Europa (quien tiene una gran
demanda de hidrocarburos) a través del Mediterráneo.
Además de su excelente posición geográfica Siria posee gran cantidad de recursos
naturales como lo son el agua, hierro, cobre, diamantes y en especial (como sucede
en gran parte de Medio Oriente) grandes cantidades de petróleo y gas natural, lo
cual convierte a Siria en una nación tremendamente rica ante los ojos del mundo.

Las causas

Para entender el actual conflicto armado en Siria, que ya deja un saldo de más de
250.000 víctimas mortales y cerca de 4,8 millones de refugiados en 7 años,
debemos remontarnos a un acontecimiento reciente en la historia de algunos países
de Oriente Próximo y el norte de África: la Primavera Árabe.

Bajo este nombre se conocen de manera popular a las manifestaciones civiles que
tuvieron lugar en el año 2011 en países como Túnez, Libia y Egipto, y que luego se
extendieron a otros Estados musulmanes, entre ellos Siria. El objetivo de los
ciudadanos que protagonizaron tales protestas era pedir mayores libertades civiles
a los Gobiernos, la apertura hacia modelos más democráticos y el respeto por los
derechos humanos.

Sin embargo, lo que comenzó como un movimiento social pacífico, pronto se


convirtió en un enfrentamiento armado que ya ha entrado en su sexto año.
Repasemos cuáles han sido las principales causas de esta guerra:

Disputa por el modelo de Estado

Una de las principales razones para el conflicto armado fue la divergencia entre el
modelo de Estado que representa Bashar al-Asad y el planteado por los grupos
opositores. El actual presidente defiende un sistema de gobierno hereditario y
centralizado en una sola figura, mientras los opositores reclaman otro donde primen
las garantías democráticas, los derechos civiles y la diversidad y la igualdad de los
distintos grupos que habitan el país. De hecho, en el proceso de paz que se ha
iniciado en Ginebra (Suiza), uno de los temas neurálgicos han sido las concesiones
que deben hacerse para una mayor apertura política y social.

Desigualdad social

A pesar del continuo crecimiento de su producto interior bruto, Siria registra altos
niveles de desigualdad social. Antes de la guerra, los datos de pobreza eran del
35%. La elevada tasa de paro, el crecimiento de la economía sumergida la
distribución cada vez más desigual de las riquezas han promovido un clima de
inestabilidad social que desembocó en el descontento de inicios de 2011.

Corrupción

Dos años antes del inicio de la guerra, Transparencia Internacional situaba a Siria
en el puesto 150 (de un total de 180) de la lista de países con buenas prácticas de
gobierno. O lo que es lo mismo, el país formaba parte del grupo de los 30 estados
con mayor índice de corrupción del mundo. Los informes de este organismo
señalaban que las malas prácticas se habían hecho sistémicas no solo en las altas
esferas del Gobierno, sino en todas las jerarquías de la Administración.

Sequía en zonas agrícolas

Entre los años 2006 y 2011, Siria sufrió una de las mayores sequías en su historia.
Según los datos de algunos organismos, cerca del 60% del territorio se vio afectado
por esta situación, la cual provocó que más de 1 millón de campesinos abandonaran
sus granjas y migraran hacia otras zonas, principalmente a las grandes ciudades.
En el noroeste del país la situación fue especialmente grave: el 75% de las cosechas
se echó a perder y el 85% del ganado no sobrevivió a estas condiciones extremas.
El calentamiento global, las nuevas excavaciones petrolíferas y la siembra de
cultivos de algodón y trigo en regadío se encuentran entre las principales causas de
este fenómeno. Si no se toman medidas al respecto, se estima que para el año 2050
Siria habrá perdido cerca del 50% de su capacidad agrícola.

Reclamo de libertades
La principal razón por la que millones de sirios se echaron a las calles a inicios del
año 2011 fue la petición de mayores libertades civiles y políticas y el respeto por los
derechos humanos. Una buena parte de la ciudadanía siria aboga por un sistema
más democrático y rechaza la forma de gobierno que representa la familia Al-Asad,
que asumió el poder en 1971.

Conflicto entre alauitas y suníes


El actual presidente de Siria, Bashar al-Asad, pertenece a la rama musulmana de
los alauitas, que gobierna el país desde 1971 pese a ser minoría. Representan cerca
del 10% de la población total. Sus costumbres, de origen chií, chocan de frente con
las de los suníes, la rama más ortodoxa del islam y cuyo peso en la población total
es de más del 60%. Esto ha motivado que durante muchos años una buena parte
de la población siria no se sienta representada en las instituciones. En muchos
casos, estas disputas se han trasladado al escenario político y han dado lugar a
grupos radicales armados que se han sumado a la contienda.

Los intereses extranjeros

Hasta el día 6 de abril de 2017, el gobierno estadounidense se había opuesto al


régimen de Bashar al-Assad sin llevar a cabo operaciones directas contra este
gobierno, aunque apoyó y entrenó a rebeldes “moderados”. El ataque a la base
aérea marca un cambio en la aproximación al conflicto en Siria. Previamente se
había aconsejado a Obama que no atacara Siria (el propio Trump se había
manifestado en contra del intervencionismo). Pero ¿cuál es el interés de Estados
Unidos en Siria?
Las cuestiones económicas juegan un gran papel aquí, sin embargo, las postura
oficial de los Estados Unidos en Siria gira en torno a dos ejes:

 Lucha contra el terrorismo: El creciente caos es un terreno fértil para las


organizaciones terroristas (como Al-Qaeda). Territorios de estados donde un
gobierno tiene poca influencia han sido espacio para que estos grupos
puedan operar. Las consecuencias de la presencia terrorista se han
traducido en atentados en diversas partes del mundo y en inspirar a lobos
solitarios a actuar. Sin embargo, la inestabilidad en la región ha sido señalada
como el motivo de la existencia de estos grupos y la presencia de intereses
extranjeros parece alimentar esto. ¿Cómo podría ayudar a estabilizar la
presencia de EE. UU.?

 Contener la presencia de Rusia: Hasta el momento en que cayeron misiles


en la base aérea de Siria, la mayor fuerza militar en el país era la de Rusia.
El país gobernado por Vladimir Putin ha mostrado su fuerza militar por un
pequeño costo (para Rusia) al mandar ataques aéreos sobre objetivos
opositores al régimen de Assad. De este modo, si Estados Unidos no hace
presencia en el asunto, estaría permitiendo que Rusia tome las cartas sobre
el resultado que venga tras la crisis en Siria. Rusia

Washington apoyó inicialmente a los grupos opositores sirios y más tarde enfocó la
lucha en contra del autodenominado Estado Islámico, ha cambiado su manera de
actuar para mantener su presencia en territorio sirio y justificar la ejecución de miles
de ataques aéreos y el entrenamiento y equipamiento de un número de grupos
rebeldes.

El presidente Bashar Al-Assad anunció en 2009 la implementación de la estrategia


de "los cuatro mares" con la que Siria se consolidaría como un paso privilegiado
para el transporte de hidrocarburos entre el Golfo Pérsico, el Mar Negro, el Caspio
y el Mediterráneo. Esto dejaría por fuera los canales "habituales" controlados por
Estados Unidos.

El apoyo militar ruso en el combate al terrorismo ha sido clave para Siria en la


recuperación de buena parte del territorio que había perdido por las fuerzas del
gobierno sirio durante el conflicto armado. Esta alianza ha servido para consolidar
la posición de la nación árabe en la región como entidad que no está dispuesta a
ceder su soberanía a Occidente.

El catedrático español José Antonio Egido asegura que entre las razones de la
guerra se encuentra la destrucción del panarabismo (movimiento que busca la
integración del pueblo árabe) y del cual Siria es cuna, añade que EE. UU. y las
potencias europeas quieren un mundo árabe dividido para liquidar todo movimiento
progresista en la región: “poner fin al Gobierno de Bashar al Assad es fulminar los
gobiernos de avanzada y antiimperialistas en el Medio Oriente”.

Estados Unidos busca además fortalecer a Israel y a las monarquías que son
aliadas de las potencias occidentales como la de Arabia Saudita, Kuwait y Bahréin
para mantener su control geopolítico en la región.

Los intereses de Putin en Siria son múltiples: defender a uno de sus pocos aliados
en la región, mantener su única base naval en el Mar Mediterráneo, asegurarse la
continuidad de un régimen con el que firmó grandes contratos de ventas de armas
y ahora contratos para la explotación de recursos, jugar el papel de potencia más
allá de su ámbito regional por cuestiones de política interna y prestigio.

Desde el primer momento Moscú ha apoyado a Al Asad con equipamiento militar,


financieramente y políticamente. El respaldo más o menos velado al régimen ha
sido denunciado por Estados Unidos, pero desde septiembre Rusia lo hace
descaradamente con bombardeos en territorio siria. Putin se puso al frente de la
ofensiva del Estados Islámico (EI) para justificar su intervención, pero lo cierto es
que ha atacado tanto a posiciones yihadistas como a la oposición para apuntalar el
Gobierno de Damasco.

Tras los atentados, Vladimir Putin se ha ofrecido a Francia para crear una coalición
que ataque las fuerzas yihadistas en Siria. Hasta el momento Estados Unidos, Reino
Unido y la propia Francia se limitaban a castigar al EI en Irak y solo Rusia intervenía
en Siria. Detrás de la ayuda hay un interés para que pase lo que pase en Siria se
mantenga en el poder Bashar Al Asad. De ahí las duras palabras de Putin contra el
EI en la zona y su afán en colaborar contra su desaparición. Pero que intereses
tiene Rusia en el régimen de Al Asad más allá de los estratégico-militares.

Para empezar Rusia también forma parte de los objetivos del EI como ha quedado
demostrado con el derribo del avión ruso en Egipto. Pero el país vive bajo otra
amenaza terrorista, la del terrorismo checheno. Putin presume de controlar con
mano de hierro las acometidas independentistas en las repúblicas del Caucaso.
Todavía están recientes los atentados en el aeropuerto de Domodedovo en 2011 y
en la estación de tren de Volgogrado en 2013. Moscú teme un rearme de la
amenaza chechena vía yihadista.

Buena parte de la población del Caucaso Norte es musulmana y se mezcla las


aspiraciones independentistas con una fuerte corriente yihadista. En 2007, los
grupos terroristas se organizaron y proclamaron el Emirato del Cáucaso, que al final
son responsables que sacuden a Rusia. Con la guerra en Siria y la expansión del
ISIS, las siglas en inglés del EI, Putin se enfrenta al mismo riesgo que Europa,
musulmanes retornados del conflicto y dispuestos a hacer la yihad en su territorio
de origen.

Damasco es el muro estratégico para que la expansión yihadista no penetre con


más fuerza a las regiones caucásicas a través de Irak e Irán. Pero Rusia en Siria
tiene intereses más trascendentales que la seguridad nacional. Gracias a Al Asad,
Rusia tiene salida al Mediterráneo con la base de Tartús. Desde allí Rusia ha sido
capaz de proporcionar armamento al régimen de Al Asad y enviar a sus fuerzas
aéreas a bombardear las posiciones del EI.

Además, Siria es importante para Rusia porque es un importante socio comercial.


Al Asad es uno de los principales clientes de la industria rusa de armamento. En
2011, al comienzo del conflicto Damasco pago 600 millones de dólares a Moscú por
aviones cazas y misiles de medio y corto alcance. También Siria recibe fuertes
inversiones rusas. En el terreno sirio se encuentra una de las mayores reservas de
gas del mundo, donde empresas rusas se han garantizado su explotación a largo
plazo.

Las consecuencias

Para encontrar el origen de la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra


Mundial hay que buscar el origen en Siria.

Las fronteras de Europa están viendo una parte del drama del país, la cara de los
refugiados. Según las últimas cifras de ACNUR, ya superan los cuatro millones de
personas. A pesar de la elevada cifra, ni siquiera es comparable al número de
desplazamientos internos, personas que han abandonado sus hogares para huir de
la guerra, que asciende a casi ocho millones de personas. Las autoridades europeas
temen que el número de refugiados se eleve a tres millones más en los próximos
meses por el recrudecimiento del conflicto por el apoyo militar al régimen.

Las potencias internacionales no contaron con la aparición a finales de 2014 de un


nuevo jugador en la zona. El Estado Islámico lanzó una ofensiva rápida en la zona
fronteriza entre Siria e Iraq conquistando y estableciéndose en vastos territorios.

Europa está demostrando no estar a la altura cuando la crisis ha estallado en sus


fronteras y continúa debatiendo cómo atajar el problema. Pero meses atrás tampoco
ofreció soluciones a un problema humanitario que se mantenía lejos de sus
fronteras. Desde que comenzó el conflicto en Siria, aproximadamente el 90% de los
desplazados se concentran en Turquía, Jordania y El Líbano.

Actualmente, Líbano acoge a unos 1,2 millones de refugiados de Siria, lo que


equivale a alrededor de una de cada cinco personas de la población del país.
Jordania acoge a unos 650.000 refugiados de Siria, lo que equivale
aproximadamente al 10 por ciento de la población. Mientras Turquía acoge a 1,9
millones de refugiados de Siria, más que ningún otro país del mundo.

Desde el comienzo de la crisis de Siria se han ofrecido en todo el


mundo 104.410 plazas de reasentamiento en total, lo que equivale a sólo el 2,6 por
ciento de la población total de refugiados sirios de Líbano, Jordania, Irak, Egipto y
Turquía.

Conclusiones

Los últimos 7 años quienes han pagado el precio de esta guerra ha sido la población
siria y nadie más. Los pocos atentados terroristas que han acontecido en territorio
europeo y estadounidense han sido perpetrados por su propios ciudadanos e,
dichos ataques, al fin y al cabo, han funcionado para legitimar más ataques sobre
la región. Si comparamos el número de víctimas totales resultantes de todos los
ataques “terroristas” sobre Europa y los Estados Unidos esta resulta insignificante
comparada con los civiles muertos que han sido resultado de los ataques de cada
potencia (USA y Rusia).

Con lo anterior quiero dar a entender que en esta guerra, como en la mayoría de
ellas, no existe un bando bueno y uno malo, cada actor tiene sus propios intereses
(los cuales le benefician, pero pueden perjudicar a otros o no ser de su agrado) y
lucha para conseguir satisfacerlos, y no por eso se convierten en santos o
demonios, lo desafortunado de esto es que no estamos viendo una lucha popular
real en la cual se busquen los beneficios del grueso de población (que al fin de
cuentas es la base de toda sociedad establecida a lo largo de la historia), en lugar
de eso tenemos una guerra que persigue las ambiciones de corporaciones y
estados que desean acaparar más poder y riquezas para sí mismas con el objetivo,
paradójicamente, de obtener más poder y riqueza, es decir, acaparar sobre si mismo
el poder de toda una sociedad.

Podemos concluir que desde que comenzó la guerra, Siria ha sido el tablero
estratégico de las potencias internacionales. El levantamiento popular (en cada país
que fue parte de la Primavera Árabe) fue alentado y apoyado por Estados Unidos.
El propio Barack Obama aplaudió los “vientos democráticos” del mundo árabe, pero
en Siria se jugaba el desequilibrio de Oriente Medio, región que desde hace unas
décadas es conocida por el colectivo occidental como fuente de pobreza, violencia
y retroceso, sin embargo, esas ideas han sido impuestas para continuar justificando
una agenda desestabilizadora y explotadora sobre toda la región Medio Oriental.
Bibliografía

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https://www.youtube.com/watch?v=KHuk0nows5Q&t=5124s

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