Fundación
El Partido Civil fue fundado el 24 de abril de 1871 por 193 ciudadanos reunidos en el domicilio
de José Antonio García y García con el fin de apoyar la candidatura presidencial del ex alcalde
de Lima, Manuel Pardo y Lavalle. Inicialmente adoptó el nombre de Sociedad Independencia
Electoral.
Entre los fundadores de la Sociedad estuvieron Demetrio Olavegoya, José María Sancho-
Dávila, Luis Roca y Boloña, José Antonio Roca y Boloña, Aurelio Denegri, Luis Felipe
Villarán, Ignacio de Osma, José de la Riva Agüero y Looz, Federico Marriot, José Antonio
García y García y Pedro Correa y Santiago, todos ellos relacionados a la política y al
comercio.
Se trataba pues, de una agrupación de acaudalados comerciantes, consignatarios del guano,
industriales y hacendados, representantes de la naciente burguesía nacional. No contentos
con detentar el poder económico, aspiraban también a controlar el poder político. A ellos se
les unieron también numerosos intelectuales, como abogados de la Universidad de San
Marcos y periodistas de El Comercio y El Nacional. Era ya la hora, según ellos, de que los
hombres de frac y levita, los «hombres de traje negro», llegaran al poder. Este grupo de
ciudadanos vieron en Pardo la figura que podía redimir al Perú de medio siglo de militarismo,
ya que era miembro de una generación nueva, que había nacido después de la independencia
y que, por lo tanto, no debía guardar compromisos con el orden español. Además, repudiaba
el desorden, la anarquía y el despotismo de los hombres de sable. El militarismo fue para ellos
el maleficio que había venido postergando el despegue del Perú como nación; éste fue
acusado de absolutismo, de postergar a las clases sociales del manejo de la política y de ser
el acicate de las revoluciones o sediciones. Siendo así, sostenían que no era la voluntad
popular ni la opinión pública quienes hacían tomar las decisiones al mandatario. Se produjo
una entusiasta adhesión en Lima y las provincias ante la posibilidad de un civil como
gobernante. De ahí nació el nombre de “Partido Civil”, organizado ese mismo año para las
juntas electorales.
El 6 de agosto de 1871, Pardo logró congregar en la Plaza de Acho a 14.000 ciudadanos, que
se reunieron para escucharle, número muy apreciable para la época, constituyéndose así en
un gran acontecimiento.
El programa “civilista”
En el programa civilista se contemplaban los siguientes puntos:
El apoyo a la educación popular, con el fin de que cada ciudadano pudiera realizar un
normal ejercicio de sus derechos.
El fomento de la enseñanza técnica, para formar a un personal apto para la explotación de
los recursos naturales del país, así como la mejora de la administración pública.
El equilibrio del Presupuesto de la Nación, para contrarrestar la fallida política de los
empréstitos del gobierno anterior.
La nacionalización del salitre.
La profesionalización y democratización de las fuerzas
En 1893 el Partido se unió al Círculo Parlamentario del ex-cacerista Mariano Nicolás Valcárcel,
formando la Unión Cívica que buscaba apoyar la candidatura presidencial de éste. Sin embargo, al
año siguiente, el presidente Remigio Morales Bermúdez falleció súbitamente y segundo
vicepresidente, Justiniano Borgoño, asumió la Presidencia interina, convocando elecciones en las
que controvertidamente resultó electo Andrés A. Cáceres. En la víspera de la muerte de Morales
Bermúdez, la Unión Cívica se había unido al Partido Demócrata del exiliado Nicolás de Piérola,
quien lideró la llamada Coalición Nacional contra el presidente Cáceres. En 1895 Cáceres fue
depuesto tras una guerra civil y ese año se convocaron elecciones en las que resultó elegido
Piérola con apoyo de la Coalición Nacional.
En 1896, Manuel Candamo fue elegido presidente de la junta directiva del Partido y en 1899 formó
una alianza con el Partido Demócrata para presentar un único candidato en las elecciones
presidenciales, que fue el independiente Eduardo López de Romaña. Éste resultó triunfante y así
se mantuvo en el poder la Coalición demócrata-civilista, que gobernaba desde 1895.
Capilla ardiente en Arequipa con el cadáver de Manuel Candamo, presidente del Perú y líder del
Partido Civil.
Candamo inició su mandato el 8 de septiembre de 1903, que debía durar hasta 1907, lo que
no ocurrió, pues falleció a consecuencia de una súbita enfermedad, el 7 de mayo de 1904. El
segundo vicepresidente, el también civilista Serapio Calderón, asumió entonces
la presidencia, pues el primer vicepresidente, Lino Alarco, también había fallecido. A Serapio
le correspondió convocar a nuevas elecciones presidenciales en 1904, y en ellas se presentó
el gobiernista Partido Civil, aliado con el Partido Constitucional, lanzando como candidato
a José Pardo y Barreda, perteneciente al sector juvenil y reformista del civilismo. Por su parte,
el Partido Demócrata, en alianza con el Partido Liberal, lanzó la candidatura de Piérola, quien
se retiró poco antes de producirse las elecciones, aduciendo una vez más falta de garantías.
José Pardo resultó así elegido presidente.
José Pardo, hijo del fundador del Partido Civil, tenía 40 años al momento de asumir la
presidencia, el 24 de setiembre de 1904. Fue un gobernante respetuoso de la ley, de las
instituciones y libertades, pero su política fue hacer un gobierno de partido y no un gobierno
nacional. Destacó por su apoyo firme y eficazmente a la educación pública, la cultura y la
defensa nacional.
En las elecciones de 1908, el candidato oficialista, es decir, en representación del Partido
Civil, fue Augusto B. Leguía, que había sido primer ministro y ministro de Hacienda. El Partido
Demócrata, a instancias de su líder, el viejo caudillo Piérola, se abstuvo, por enésima vez, de
participar. Leguía fue así elegido sin resistencia para ejercer el período presidencial de 1908-
1912.
Leguía, de carácter personalista y autoritario, se alejó de su partido y conformó su propio
grupo de partidarios, llamados civilistas gubernamentales, que eran dueños de la mayoría en
las dos cámaras del Congreso y de los órganos electorales. Se trató del primer cisma de
importancia en la historia del Partido Civil.
En 1912, finalizando el período presidencial, Leguía auspició la candidatura de Antero Aspíllaga Barrera.
La oposición, conformada por el Partido Demócrata, el Partido Liberal, los civilistas independientes y el
Partido Constitucional, trató de lanzar una candidatura común, pero no lograron ponerse de acuerdo.
Piérola, como delegado de su partido, orientó nuevamente a sus partidarios a que se abstuvieran de
participar en las elecciones. Todo indicaba que el triunfador sería el gobiernista Aspíllaga, cuando
surgió entonces la candidatura independiente de Guillermo Billinghurst (ex alcalde de Lima y antiguo
militante pierolista), quien amparado en su arrolladora popularidad logró suspender las elecciones y
trasladar la decisión electoral al Congreso. Si bien en este parlamento predominaban los civilistas y
leguiístas, estos accedieron a satisfacer el pedido popular. Billinghurst, anticivilista acérrimo, fue así
elegido presidente y sucedió a Leguía. En compensación, fue elegido primer vicepresidente Roberto
Leguía, hermano de Augusto.
Convención de partidos realizada en Lima en 1915, para elegir una candidatura única para las
elecciones presidenciales de ese año. El elegido fue el civilista José Pardo.
Durante el breve gobierno de Billinghurst (1912-1914), el civilismo, golpeado por el cisma sufrido,
continuó languideciendo. Pero pronto habría de recuperarse. Derrocado Billinghurst el 4 de
febrero de 1914 e instalado el gobierno del coronel Óscar R. Benavides, se convocaron a
elecciones para 1915. El presidente Benavides promovió una Convención de Partidos para lanzar
una candidatura única. La convención se celebró en el General del Convento de Santo Domingo y
participaron los delegados de los partidos Civil, Liberal y Constitucional. Como era su estilo, los del
Partido Demócrata se abstuvieron de participar. Por abrumadora mayoría fue elegido como
candidato el ex presidente José Pardo. Virtualmente sin opositor, Pardo triunfó en las elecciones
de 1915.
El segundo periodo de gobierno de José Pardo y Barreda (1915-1919), significó un nuevo auge del
viejo civilismo, pero sería el último. Pardo se mostró respetuoso de las leyes y libertades públicas.
Decretó una amnistía política y trató de hacer un gobierno de concordia y unión nacional. Pero la
crisis económica derivada de la primera guerra mundial y la violenta lucha obrera por la jornada de
8 horas, socavaron su gobierno. Pardo no pudo contrarrestar la exacerbada oposición que le
hicieron desde el Congreso y la prensa. Terminó siendo derrocado por Augusto B. Leguía, el 4 de
julio de 1919. El nuevo régimen establecido, que se denominó la “Patria Nueva” (luego llamado
el Oncenio), persiguió a los civilistas, muchos de los cuales fueron apresados y desterrados. El
Partido Civil entró en un largo y definitivo proceso de disolución.
En 1930, en declaraciones para el diario La Nación de Buenos Aires, dos de los dirigentes del
civilismo clásico, Manuel Vicente Villarán y José Matías Manzanilla, certificaron la defunción del
Partido Civil.