Visión General
Los cruces intersectan y nos conducen a nuevas direcciones
El modelo no es normativo, sin embargo tiene como fin proporcionar al terapeuta una
forma de conceptualizar el proceso de la terapia de juego. Es útil para la mayoría de los
terapeutas, ya que permite reflexionar acerca de numerosos modelos teóricos y sus usos. Se
considera entonces comoun modelo de naturaleza ecléctica. Además es una herramienta
para tomar decisiones y planear tratamientos. Guía al terapeuta a identificar por completo
elementos críticos en el proceso de terapia. Existen tres conjeturas fundamentales: primero,
cada niño es único en lo que respecta a sus habilidades y capacidades; segundo, todos ellos
siguen un camino evolutivo en común; y tercero, el terapeuta posee un rol fundamental en
la facilitación de cambio y optimización de crecimiento. Específicamente, el objetivo
definitivo del modelo es ayudar a los terapeutas a resolver las interrogantes qué, quién,
cuándo, por qué y cómo en el proceso de terapia de juego.
Consciencia
Inconsciencia
Aquellos terapeutas que trabajan con la dimensión de la consciencia, deben tener presentes
las estrategias que utilizan los niños para enfrentar los hechos traumáticos que han vivido.
Ejemplo de estos hechos traumáticos pueden ser momentos que pusieron en riesgo sus
vidas. A partir del análisis que hicieron Pynoos y Eth (1986) de niños que habían sido
testigos de homicidios, resumieron las siguientes estrategias observables de enfrentamiento:
represión, fijación por el trauma, sublimación, negación en fantasía (el niño imagina un
resultado positivo más que uno negativo) e identificación (se identifica a sí mismo con un
padre, o una figura útil). En su descripción de las sesiones con los niños de
Chowchilla(quienes habían sido “enterrados vivos” en un autobús escolar),Terr (1994),
observó repetición compulsiva de la escena del secuestro.
Las decisiones que se toman para facilitar mayores grados de representación consciente de
pensamientos y sentimientos disociados en el juego, son cruciales. Es posible que los
terapeutas directivosse queden con la representación simbólica del juego, pero que a la vez
comiencen a mencionar posibles sentimientos, comportamientos y acciones futuras durante
la sesión de juego. Otros terapeutas pueden estructurar actividades de juego, relacionadas
con los eventos que interrumpieron su vida normal. Algunos niños entran a terapia y el
terapeuta se da cuenta de que el niño necesita explorar abiertamente y hablar de sus
preocupaciones de forma directa, como en el caso de Annie. Durante las sesiones, Annie a
menudo dejaba de jugar y contaba historias en las que decía que su hermana era malvada
yle hacía daño. La terapeuta decidió ayudar a que Annie explorara sus sentimientos hacia su
hermana directamente, pidiéndole que dibujara una escena en la que recordara a su hermana
actuando de manera “malvada”. El primer dibujo que hizo la niña era de ella misma
acostada en compañía de su hermana tocándola sexualmente. Si el terapeuta no hubiese
hecho caso a los deseos de la niña de hablar sobre su hermana, se hubiese perdido la
oportunidad de descubrir por completo lo que ocurría con ella.
No Directivo Directivo
El terapeuta no intenta dirigir las acciones o conversación del niño de forma alguna.
El terapeuta no pretende apresurar el curso de la terapia, el terapeuta establece sólo
aquellas limitaciones que son necesarias para mantener la terapia anclada a la
realidad y hacerle saber al niño su responsabilidad en la relación. (Cattanach, 2003)
Otros profesionales, tales como Landreth y Sweeney (1999) enfatizaron aún más el trabajo
no-directivo de Axline cuando describieron el enfoque de juego de terapia centrado en el
niño. Se enfocan en la persona que es éste, en la participación del terapeuta que no es
normativa ni para emitir diagnósticos y destacan la capacidad innata que poseen los niños
para dirigir su propio crecimiento y sanación. La terapia de juego centrada en el niño se
basa en la filosofía, y el terapeuta trabaja para comprender la percepción que tiene el niño
de su propia realidad, más que para introducir su propia visión acerca de éste. Al igual que
Axline, Landreth sigue los constructos de personalidad Rogerianos de: 1) la persona, 2)
campo fenoménico, y 3) el concepto de “sí mismo”. Estos teóricos, entre otros, describen
los distintivos del extremo no-directivo de la dimensión de la directividad.
Otros enfoques teóricos, como el Gestalt (Oaklander, 2003), Theraplay (Munns, 2000), la
terapia de juego eco-sistémica (O’Connor, 1997) la terapia de juego cognitivo conductual
(Knell, 1999, 2003) y la terapia de juego normativa (Schaefer, 2003), pueden ser
representados en el extremo derecho del diagrama. Evidentemente, a medida que el
terapeuta tome decisiones a través del proceso de juego, el grado de directividad y de
inmersión podrá ir cambiando en cualquier dirección.
En este cuadrante, el niño inicia el juego utilizando sus propias metáforas, símbolos y/o
verbalizaciones concretas. Este cuadrante se ubica en una posición no-directiva pero más
consciente en el diagrama. Es distinto a trabajar en el tercer cuadrante (que también se
ubica en el costado izquierdo) debido a las constantes observaciones interpretativasque
emite el terapeuta que dan como resultado respuestas conscientes del niño. En varios puntos
el terapeuta entra al juego con el niño y lo expande hacia el plano de la consciencia. Con
frecuencia se acude a la“utilización activa” de forma brevee imperiosa. En este cuadrante es
de gran valor contar con un modelo de interpretación. Aquellos terapeutas que valoran el
estado consciente del niño, creen en la importancia de las observaciones interpretativas y a
la vez piensan que poseen un rol importante a la hora de ayudar al niño a reorganizar sus
sentimientos, pensamientos y comportamientos disociados. Por ende, se encontrarán
trabajando a menudo en este cuadrante.
Se dice que un terapeuta está trabajando en este cuadrante cuando se observa al niño iniciar
y dirigir completamente el juego. Si el terapeuta trabaja principalmente en este cuadrante,
se dice que el juego posee un valor intrínseco y que está orientado a procesos. El terapeuta
generalmente facilita el juego siguiendo la dirección que el niño le indique. Puede que el
terapeuta escuche una serie de reacciones, tales como “ahora el bebé está siendo
alimentado” o afirmaciones reflexivas acerca de un personaje o un estado de ánimo. No
será un intento del terapeuta interpretar, hablar acerca de dichos asuntos ni traerlos a la
consciencia del niño. Si un niño solicita al terapeuta que se una al juego, dependerá de la
orientación del profesional si éste aceptará entrar o no. Si el terapeuta se une al juego como
resultado de la invitación del paciente, recibirá todas las direcciones del niño respecto a
cómo utilizará su personaje y qué lo que éste dirá. Se hace mucho énfasis en las habilidades
interiores que posee el niño para procesar asuntos traumáticos o estresantes a través del
juego, sin una intervención estructurada del terapeuta. El terapeuta se mantiene
completamente presente y atento mientras va siguiendo las secuencias y los temas del niño
al jugar, para hacer un análisis y reflexión una vez terminada la sesión. Este cuadrante es el
más parecido al segundo cuadrante, de “discusión abierta y exploración”. Pareciera que la
cantidad de terapeutas que han sido entrenados bajo enfoques de terapia directivos es
aproximadamente la misma que aquéllos que han sido entrenados bajo enfoques no
directivos. El modelo de dimensiones de terapia de juego considera importantes y útiles
aambos enfoques, y en ocasiones se puede utilizar ambos en una misma terapia, o en una
sesión determinada, dependiendo del paciente y del terapeuta.
Más que intentar sugerir que los terapeutas deben identificarse trabajando en alguno de los
cuatro cuadrantes, el modelo de dimensiones de terapia los invita a ver las actividades
terapéuticas como actividades dinámicas que se basan en un número de factores, como la
etapa del proceso terapéutico, las respuestas del niño al terapeuta, la capacidad de jugar del
niño, la conducción y dirección que el niño hace en el juego, el contexto del problema
presentado, plazos, y parámetros en el sistema. El modelo sugiere que el terapeuta puede,
pero no es deber restringirse a la práctica de un sólo enfoque; más bien, pueden considerar
sus roles y uso del “sí mismo” en las sesiones de juego como continuas y evolutivas, sesión
a sesión, momento a momento. El modelo permite a los terapeutas utilizar numerosos
estilos de intervención y elabora ideas presentadas en la terapia de juego normativa
(Schaefer, 2003). Schaeferse refiere a la idea de incorporar teorías y técnicas de distintas
escuelas de juegos de terapia. Se insta a los terapeutas que trabajan con la terapia normativa
a utilizar diversos modelos e intervenciones relacionadas, con el objetivo de abordar por
completo el espectro de problemas presentes. Entonces el terapeuta recurrirá a su vasto
conocimiento, así como también a estudios basados en la evidencia, para construir e
individualizar un plan de tratamiento. Posteriormente, se eligen las actividades que se
relacionan con la conceptualización de casos.
Durante la sesión terapéutica, las actividades que practica el terapeuta junto con la
dirección y el nivel de consciencia del niño,se pueden identificaren cada uno de los cuatro
cuadrantes antes vistos. Aun cuando el terapeuta se siente mayormente identificado con un
sólo cuadrante, en él, existe un nivel oscilante de directividad y consciencia. El modelo de
dimensión de la terapia de juego brinda al terapeuta un mapa en el cual se puede observar e
identificar las metas e impulsos de un niño. Existe un punto de encuentro entre las
dimensiones directivas y las no directivas, y también entre las conscientes e inconscientes.
Esta misma intersección es la que otorga al terapeuta una manera de categorizar lo que está
ocurriendo y así reaccionar de forma apropiada durante la sesión. Es posible optimizar el
aumento de reorganización del paciente al considerar actividades normalmente utilizadas en
otro cuadrante. Valga como ejemplo un niño que ha estado dirigiendo una un juego
altamente metafórico (tercer cuadrante, “respuesta no intrusiva”) y repentinamente se
escapa de este juego yde forma directa comienza a relatar hechos acerca de su vida y ciertas
circunstancias específicas al terapeuta. En ese momento, el profesional podrá elegir
desplazarse del tercer cuadrante al segundo, de “discusión abierta y exploración”. El
modelo de las dimensiones respalda los desplazamientos entre cuadrantes durante las
sesiones si es que el terapeuta tiene un buen motivo para hacerlo; y además, si es que se
consideran las necesidades, capacidad y desarrollo del paciente. Los terapeutas no pueden
prescribir ni organizar desplazamientos terapéuticos antes de una sesión; por el contrario, es
durante la sesión cuando el terapeuta debe permanecer flexible y dispuesto a conocer las
necesidades del paciente. Por ejemplo, un niño puede revelar repentinamente que sufrió
abusos, sin que este hecho se hayamanifestado en la primera entrevista. En la mayoría de
los casos, el terapeuta elegirá mudarse al segundo cuadrante para ayudar al niño a
expresarse acerca de las circunstancias que vive. Dentro de esta misma sesión, el terapeuta
puede devolverse al tercer cuadrante de respuesta no intrusiva, o al cuarto cuadrante de rol
co-facilitador. Cualquiera sea la dirección que éste escoja, el terapeuta posee el rol de asistir
en el proceso de reorganización. El hecho de permanecer en un sólo cuadrante o regirse
bajo un sólo estilo terapéutico no ayudará a optimizar el flujo de reorganización del
paciente.Frances, Clarkin y Perry (1984), describen el concepto de tratamiento diferencial y
señalan que cada paciente es único. Además afirman que es posible que un enfoque
terapéutico no sea efectivo para todos.Es por esto que el acceso a distintas formas de
trabajo para poderbrindar solución adistintas problemáticas, aumentará la eficacia de la
terapia.
Cada enfoque de terapia de juego describe roles del terapeuta. Las indicaciones y
contraindicaciones referentes al grado de inmersión en el proceso terapéutico soninherentes
a estas descripciones. Al describir el rol del terapeuta en la “terapia de juego eco-
sistémica”, O’Connor (2000) indicó un alto nivel de inmersión en el proceso terapéutico.
Desde un comienzo se enfrenta el establecimiento de un contrato de tratamiento específico
con el niño (y si es posible, con el tutor). La discusión abierta y la exploración,
ejemplificadas en el segundo cuadrante, son partes del enfoque de la terapia eco-sistémica.
Los terapeutas que se rigen bajo este enfoque, estarán continuamente tomando decisiones
en referencia a los objetos de juego y sus propósitos, mientras los relacionarán a las metas
de desarrollo identificadas en dicho contrato. En varios puntos, el terapeuta se encontrará
altamente inmerso en la sesión de juego, a medida que vaya ayudando a solucionar los
problemas del niño ya sea de forma abierta o secretamente.
Landreth describe el rol del terapeuta como facilitador y como una forma de compañía para
el niño. Por lo tanto, los terapeutas que se enfocan en terapias centradas en niños, no son
directivos, no participan en la resolución de problemas, no interrogan al niño ni le dan
explicaciones. El terapeuta que se centra en el niño, está menos inmerso y se enfoca
principalmente en el proceso terapéutico y en la dirección que el mismo paciente hace. En
el extremo inferior de la escala de inmersión, el terapeuta estaría participando a través de su
presencia física-emocional y facilitando respuestas. Esta forma de participación se
ejemplifica con el tercer cuadrante, de respuestas no intrusivas.
El uso del “sí mismo” en la terapia analítica de juego Jungiana, también se puede observar
desde el plano de la inmersión. Principalmente dirigida por el niño, esta terapia es sensata
respecto a cuán activo participa el terapeuta en el juego. El terapeuta, susceptible a temas
simbólicos y arquetípicos, revisa las hipótesis y es posible que en ocasiones elabore
interpretaciones, pero éstas se mantienen dentro de la metáfora del juego. El terapeuta
puede jugar con el niño si es que éste lo invita, pero imitará y coincidirá con la intensidad
que el niño establezca, independiente de cuál sea el contenido del juego. Será importante
considerar un ambiente de juego seguro, adherirse al inconsciente del niño y generar una
transferencia y contratransferencia de situaciones. Un terapeuta analítico Jungiano
generalmente se desplazará entre el primer, tercer, y cuarto cuadrante. El grado de
inmersión se basará en las actividades de comportamiento que el terapeuta elija en
cualquier momento de la sesión.
Los terapeutas Ericksonianos se identifican con el tercer y cuarto cuadrante, ya que valoran
extremadamente el poder del inconsciente para generar cambios en el paciente. En la mitad
inferior del modelo de dimensiones, los terapeutas que trabajan en el tercer y cuarto
cuadrante pasan más tiempo trabajando con los procesos inconscientes del niño. En cambio,
en el primer y segundo cuadrante el terapeuta se enfoca en llevar las situaciones al plano de
la consciencia del niño. Por lo tanto, los terapeutas Ericksonianos serán menos directivos y
estarán moderadamente inmersos en las sesiones, dependiendo de las necesidades del
paciente.
La interacción con el niño es de alto valor, por lo tanto cada sesión debe ser considerada
individualmente para identificar qué tan inmerso se volverá el terapeuta y por qué.Los
terapeutas cognitivo-conductual (Knell, 2003) se pueden considerar desde moderadamente
hasta altamente inmersos en el juego. Ya sea si se mantiene en la metáfora del juego
(utilizando objetos de juego), si se introduce directamente un ejercicio cognitivo escrito, o
si se desarrolla actividades; se considera que el terapeuta está altamente involucrado e
inmerso. El terapeuta de juego normativo se capacita bajo una variedad de enfoques
terapéuticos, y para tomar la decisión de cómo trabajará con un paciente en particular, se
basará en los estados o trastornos de éste (Schaefer, 2003). En este caso el grado de
inmersión que tendrá el terapeuta en el juego, dependerá de los problemas que presente el
niño. La inmersión del terapeuta podría variar desde muy baja a muy alta. Los terapeutas
Adlerianos estarán, en ocasiones, altamente inmersos en el juego. El uso del “sí mismo” de
un terapeuta Adleriano será a modo de profesor, compañero de juego, interrogador e
intérprete (Kottman, 2003b). Respecto a la creación de una relación, durante la primera fase
de le terapia, el terapeuta Adleriano estará menos inmerso en el juego ya que utilizará su “sí
mismo” de forma no directiva; mientras que, durante la segunda y tercera fase el terapeuta
estará altamente inmerso, en base a una exploración y discusión directa y en el uso de
estrategias interpretativas.
Existen diversos enfoques de terapia, y estos son sólo algunos ejemplos de los usos del “sí
mismo” que efectúan los terapeutas y de los grados de inmersión en los que pueden
trabajar. Existen variadas formas de “utilizar” el sí mismo en la terapia de juego. ¿Qué tan
inmerso está el terapeuta y por qué? Esta es una interrogante que se responderá al intervenir
atenta y conscientemente en niños y familias.