partir de los 0 decibeles (dB= décima parte de un Bell; unidad de intensidad), hasta niveles tan
altos como los 120 dB, donde evidentemente se verificará un daño en el órgano de la
audición: la cóclea (el caracol), que se encuentra contenido en el oído interno.
Así, los sonidos intensos y estridentes que rebasan entre 90 y 110 dB, por arriba del umbral
auditivo (nivel de percepción) de cada persona, propiciará este daño que se llama trauma
acústico.
Los automotores con escape abierto, motocicletas ruidosas, bocinazos cotidianos, el cine a
alto volumen, discotecas, las mega bocinas de los autos que van con música fuerte (tanto que
hasta se mueven los coches, incluso los que van junto), los auriculares que son tan utilizados
por nuestra actual juventud, entre muchos otros ejemplos, pueden lastimar seriamente nuestra
audición.
El otro mecanismo es que a nivel del caracol (cóclea), que equivale a un transistor, unas
neuronas bloquean de forma especial y particular a otras que son las que transmitirán el
sonido. Mucho de ello explica por qué cuando estamos expuestos a un ruido intenso el
resultado es un zumbido (acúfeno) que puede durar horas, días o años.