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TEMA 28.

LAS EJECUCIONES DE HACER, NO HACER O


ENTREGAR ALGUNA COSA.

28.I. LAS EJECUCIONES DE HACER, NO HACER O ENTREGAR


ALGUNA COSA.

28.I.1. INTRODUCCIÓN.
Dichas ejecuciones son las llamadas ejecuciones en forma específica, es decir,
aquellas que consisten en un hacer, no hacer o entregar alguna cosa diferente al dinero.
Las actividades que en ellas se realizan se diferencian de las de la ejecución dineraria
fundamentalmente en la facilidad o dificultad del cumplimiento específico que el título
reconoce y a lo que obliga al deudor.
Al ser el dinero el bien fungible por naturaleza, en la ejecución dineraria, pueden
hallarse en el patrimonio del deudor elementos susceptibles de realización en metálico,
por lo que puede entregarse al acreedor la cantidad de dinero que se establece en el título.
Por contra, en la ejecución de obligaciones de hacer, no hacer o dar alguna cosa,
se exige par su cumplimiento específico una actividad o una omisión del deudor, o la
obtención de un concreto bien. De este modo, si el deudor no cumple voluntariamente o
si no puede disponer del bien concreto que viene obligado a entregar, la ejecución puede
resultar imposible para satisfacer in natura al acreedor si se trata de actividades no
sustituibles o bienes infungibles. En dicho supuesto, la solución se deberá de buscar por
equivalente, es decir, mediante el resarcimiento de los daños e indemnización de los
perjuicios ocasionados al acreedor.
Con la nueva L.E.C., sólo son títulos ejecutorios de prestaciones de hacer, no
hacer o entregar cosa determinada, y que permiten la ejecución forzosa, las sentencias
judiciales, los autos que aprueben transacciones o convenios y los laudos arbitrales, pues
si estas obligaciones constaran en otros títulos habría que seguirse previamente un
proceso declarativo.
En nuestro ordenamiento regía el mecanismo de conversión prácticamente
automática de la ejecución específica por una ejecución de pago de dinero, que si bien no
supone vulneración ni quebranto alguno del derecho fundamental a obtener la tutela
efectiva de los juzgados y tribunales, sí representa el reconocimiento por parte del
sistema jurídico de un cierto fracaso, pues con sus propios medios y la capacidad
coactiva del estado, no se proporciona a quien tiene derecho aquello que le corresponde.
El art.118 CE obliga a respetar y acatar las sentencias, las resoluciones judiciales
y los mandatos de la autoridad judicial, lo que permite acudir en caso de su in-
cumplimiento a la vía del proceso penal por desobediencia (arts.556 y 634 CP). Pero el
posible sometimiento a un proceso penal, y condena por desobediencia, actúa de modo
totalmente independientemente del interés del ejecutante, porque el órgano ejecutor debe
tutelar tanto los derechos de éste como los del deudor ejecutado.
Por otro lado, el art. 18.2 L.O.P.J. dispone que las sentencias se ejecutarán en sus
propios términos, pero que si ello no es posible, el órgano jurisdiccional deberá de
adoptar las medidas que aseguren la mayor efectividad de la ejecutoria, fijando la
indemnización que sea procedente en la parte en que la sentencia no pueda ser objeto de
cumplimiento pleno. De este modo, a partir de la L.O.P.J., además de fijar una posible
indemnización, el tribunal deberá de adoptar las medidas que aseguren el efectivo
cumplimiento de la sentencia, pero lo cierto es que, antes de la nueva L.E.C. del 2.000,
en nuestro ordenamiento sólo podía recurrirse al Código Penal, aplicando la
desobediencia.
La nueva L.E.C. ha modificado radicalmente la situación existente, haciéndose
eco de las demandas de una mayor eficacia de la ejecución y poniendo las bases para
acercar la tutela judicial en la ejecución a parámetros de mayor eficacia, de modo que el
ejecutante tenga más posibilidades de lograr precisamente lo que el título le reconoce.
De este modo, la L.E.C. dispone que cuando la sentencia contenga condena de
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hacer, no hacer o entregar alguna cosa, se requerirá al ejecutado para que cumpla en sus
propios términos lo que establezca el título ejecutivo, y en ese requerimiento le podrá
apercibir con el empleo de apremios personales o multas pecuniarias (art. 699).
En todo caso, los apremios personales, multas pecunarias o conversión en
indemnización de daños y perjuicios se pondrán en funcionamiento de modo subsidiario
de las disposiciones expresas que el título pudiera contener para el caso de incum-
plimiento del deudor, pues entonces se estará a lo dispuesto en el título (art. 706.1. y
709.4).
De igual forma, se han establecido medidas complementarias de garantía, dis-
poniendo que cuando se proceda por condenas no dinerarias y no pueda tener inmediato
cumplimiento el requerimiento, cualquiera que sea la causa que lo impida, podrán
acordarse las medidas de garantía que resulten adecuadas para asegurar la efectividad de
la condena. Se decretará en todo caso el embargo de bienes a instancia del acreedor en
cantidad suficiente, a juicio del juez, para asegurar el pago de eventuales
indemnizaciones sustitutorias y las costas de la ejecución; de dicho embargo podrá
librarse el deudor dando caución suficiente a satisfacción de juez (art. 700).
Dichas medidas (embargo o fianza que preste el deudor) subsistirán hasta que no
se haya cumplido plenamente el título de ejecución. Si la ejecución deviniera imposible,
en todo o parte, dicho embargo se podría convertir en ejecutivo, afectándose los bienes o
destinándose la fianza, a la responsabilidad que resulte de la transformación en una
ejecución pecuniaria de la originaria condena de hacer, no hacer o entregar cosa
determinada y al pago de las costas causadas.

28. II. LAS EJECUCIONES DE HACER.


(Junio y Septiembre 96/97)

28. II. 1. CONCEPTO Y SUPUESTOS.


El título de ejecución puede contener una condena de hacer, es decir, que consista
en la realización de una actividad física o jurídica por parte del obligado, por lo que en
principio se requiere su cooperación activa.
La ejecución forzosa, en condenas de hacer, como toda actividad ejecutiva, se
inicia a instancia de parte, presentando una demanda al tribunal competente para
despacharla, es decir, aquel que hubiera conocido del asunto en primera instancia o
hubiera aprobado el convenio o transacción, o el Juzgado de Primera Instancia de lugar
donde el laudo arbitral se hubiera dictado.
Tras la admisión de la demanda, se requerirá al deudor para que efectúe la
actividad de que se trate, señalándose a tal fin el plazo que estime necesario según la
naturaleza del hacer y las circunstancias que concurran (art. 705). En la determinación de
dicho plazo, el juez podrá tener en cuenta la indicación que hubiera expuesto el
ejecutante en la solicitud.
Frente a dicho requerimiento, cabe que el obligado cumpla lo ordenado en el
requerimiento dentro del plazo concedido, finalizando entonces la ejecución sin nece-
sidad de actividad judicial tendente a sustituir la conducta del deudor, por cuanto éste
realizó específicamente aquello a que venía obligado. Puede, en cambio, producirse un
cumplimiento parcial (en este caso, queda al criterio del juez el conceder una ampliación
del plazo, pareciendo aconsejable que se dé previa audiencia al deudor y al acreedor), en
este caso, deberá de proseguirse la ejecución por lo que reste por realizar, en la forma
establecida para el supuesto del incumplimiento total.
Por otro lado, cabe que el obligado desoiga la intimación judicial. El incumpli-
miento del deudor se equipara al cumplimiento defectuoso, ya sea total o parcial, pu-
diéndose entonces decretar que se deshaga lo mal hecho (art. 1.098.11 C.C.)
Ha de distinguirse el incumplimiento de obligaciones de hacer personalísimo y
prestaciones no personalísimas, pues el régimen jurídico y la actividad ejecutiva difieren
notablemente.
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El carácter personalísimo o no de la prestación viene dado por el interés del
acreedor, que haya establecido la obligación por las circunstancias personales del deudor,
de modo, que la conducta del obligado es insustituible (art. 1161 del CC). Se equiparan a
las prestaciones personalísimas, aquellas que sean sustituibles pero que no puedan
llevarse a cabo (ej. incumplimiento de la obligación de transportar una turbina de un
reactor nuclear, para lo que se requieren medios que sólo pueden proporcionar pocas
empresas).
Cuando sean obligaciones de hacer no personalísimo, el acreedor recibirá satisfacción
específica, aunque se realice por persona distinta del deudor. En cambio, si el hacer es
personalísimo la prestación de hacer se podrá modificar en una obligación de pago de
dinero: resarcimiento de los daños e indemnización de los perjuicios que le hubieran
ocasionado, o bien orden de apremio con multas periódicas y, al final, otras medias que
resulten idóneas para la satisfacción del ejecutante.
Si el obligado no cumple la prestación de hacer, sea o no personalísima la acti-
vidad, su responsabilidad se convertirá en una entrega de dinero, bien en concepto de
resarcimiento e indemnización al acreedor, bien pagando el coste de la actividad que
haya de efectuar un tercero, bien por el pago de las multas coercitivas o, incluso haciendo
frente a otras medidas que puedan acordarse para satisfacer al acreedor.

A) ACTOS NO PERSONALÍSIMOS.
En la ejecución forzosa por obligaciones de hacer no personalísima, la actividad
puede realizarse por una persona distinta del obligado, en sustitución de éste, de modo
que se logre un cumplimiento de la sentencia en sus propios términos.
En este sentido, cuando el condenado no cumpla en el plazo que se le conceda, al
ejecutante se le concederá una opción, de modo que podrá pedir que se le faculte para
encargarlo a un tercero, que lo haga a costa del ejecutado, o bien reclamar el
resarcimiento de daños y perjuicios (arts. 706.1 LEC y 1098.1 Cc). También se hará a
costa del obligado si éste hubiera cumplido defectuosamente, contraviniendo el tenor de
la obligación, pudiéndose decretar que deshaga lo mal hecho (art.1.098.II CC).
Si el acreedor opta porque se efectúe lo debido, encargándolo a persona distinta
del obligado, se deberá de valorar el coste del hacer por un perito tasador designado por
el tribunal. Éste determinará la cantidad por medio de providencia, mandando requerir al
ejecutado para que la deposite en el tribunal o afiance el pago. En el caso de que no lo
hiciere se procederá al embargo de bienes y a su realización forzosa hasta obtener la
cantidad de dinero necesaria (art. 706.2.1.).
Si el acreedor opta por el resarcimiento de daños y perjuicios habrá que
cuantificarlos, del modo prevenido para la liquidación de estas obligaciones (arts. 712 y
siguientes), continuando la ejecución con la realización de los bienes (art. 706.2.II).
Un problema que se plantea, carente de desarrollo normativo, es la designación
de la persona que ha de realizar la prestación en sustitución del obligado. Transcurrido el
plazo judicialmente señalado para que le obligado proceda a cumplir lo que se ordene en
el título, el ejecutante deberá de dirigirse al tribunal solicitando que, por no ser
personalísimo el hecho, se haga a costa del deudor, designando a la persona que
considere idónea para ello (que podría ser el propio acreedor, a pesar de que la L.E.C. se
refiere a encargarlo a un "tercero", art. 706.1.!.).
Parece que dicha propuesta se deberá de comunicar al obligado concediéndole
audiencia, para evitar que el ejecutante pretendiera que se efectuara la prestación por una
persona que reúna condiciones o cualidades muy superiores a las del deudor y, aún así, a
costa de éste, lo que no puede recibir amparo del ordenamiento jurídico, porque
lógicamente la remuneración por su actividad y el resultado de la misma excedería de la
inicialmente establecida, en beneficio del acreedor.
Un supuesto especial de hacer no personalísimo es la obligación impuesta al
ejecutado de publicar la sentencia, total o parcialmente, en medios de comunicación. En
dicho caso, se requerirá al ejecutado para que contrate los anuncios necesarios para hacer
efectiva la condena, señalándose un plazo para ello. Si el ejecutado no atendiera el
requerimiento, el ejecutante podrá contratar la publicidad, obteniendo previamente del
patrimonio de aquél la cantidad de dinero precisa a tal fin, con el embargo y la
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realización forzosa de los bienes (art. 707).

B) ACTOS PERSONALÍSIMOS.
El art. 1.161 C.C. establece que para atender si un acto tiene el carácter de
personalísimo, se deberán de tener en cuenta la calidad y circunstancias del deudor al
establecer la obligación y no se encontrara persona idónea para ello. De ello se derivan
las siguientes premisas: El carácter subjetivo, que llevó al acreedor a considerar al
obligado como el sujeto especialmente adecuado para realizar la prestación, así, como la
imposibilidad de sustituir al deudor por otra persona que cumpla en condiciones
similares.
Es por ello, que tanto acreedor y deudor deberán de pronunciarse sobre dicho
carácter, así el deudor podrá en el plazo que se le conceda manifestar los motivos por los
que se niega a hacer lo que el título establezca. Por otro lado, si la obligación es
personalísima, el acreedor podrá optar entre pedir que se siga para entregarle un
equivalente pecuniario, o bien solicitar que se apremie al ejecutado para que cumpla la
obligación, puesto que, de acuerdo con lo establecido en el C.C., cuando la prestación
consista en un hacer personalísimo, si se hubieran tenido en cuenta la calidad y
circunstancias del deudor al establecer la obligación y no se encontrara persona idónea
para ello, el acreedor no podrá ser compelido a recibir la prestación o el servicio de un
tercero (art. 1.161 C.C.), ni podrá sustituirse un hecho por otro en las obligaciones de
hacer contra la voluntad del acreedor (art. 1.166.11 C.C.).
El tribunal deberá de conceder al obligado un plazo para que pueda cumplir.
Durante dicho plazo el ejecutado tendrá la posibilidad de manifestar los motivos por los
que se niega a cumplir lo ordenado en la resolución judicial o arbitral, (art. 709.1).
Si hubiera transcurrido el plazo señalado en el requerimiento y el ejecutado no
hubiera cumplido, el ejecutante podrá optar entre pedir que la ejecución continúe
adelante para obtener un equivalente pecuniario de la prestación de hacer, o solicitar que
se siga la ejecución para lograr el cumplimiento, apremiando al ejecutado con multas
mensuales. Decida una u otra opción, al deudor se le impondrá una multa. Si se ordena
seguir la ejecución para conseguir el equivalente dinerario, de todos modos se impone al
ejecutado una multa única, teniendo en cuenta el precio o la contraprestación
establecidos en el título ejecutivo y, si no constaran en él, el coste dinerario que se
atribuya en el mercado a esas conductas, que puede llegar hasta el 50 por 100 del precio
o coste de la obra. Si se manda apremiar al ejecutado, se hará con multas mensuales, de
hasta un 20 por 100 del referido precio.
No obstante, la vinculación automática de la resolución judicial a lo solicitado por
el ejecutante ha de ser modulada con lo manifestado por el deudor, pues su situación
personal puede condicionar la preferencia del acreedor (ej. carece de sentido imponer
apremios para que cumpla a un pintor que ha sufrido un accidente en las manos).
Cuando se haya de continuar la ejecución para obtener una cantidad de dinero que
supla el incumplimiento, la L.E.C. remite entonces a la norma sobre ejecuciones de hacer
no personalísimo (art. 709.2).
Cuando se decida continuar la ejecución para que se cumpla el título en sus
propios términos, apremiando al ejecutado con una multa por cada mes que transcurra
desde el final del plazo del requerimiento, se reiterarán trimestralmente los reque-
rimientos, hasta que se cumpla un año desde el primero. Si al cabo del año el ejecutado
continúa rehusando hacer lo ordenado en el título, proseguirá la ejecución para entregar
al ejecutante un equivalente pecuniario de la prestación o para la adopción de
cualesquiera otras medidas que resulten idóneas para la satisfacción del ejecutante y que,
a petición de éste y oído el ejecutado, podrá acordar el tribunal (art. 709.3).

C) EMISIÓN DE DECLARACIONES DE VOLUNTAD


En este supuesto estamos ante obligaciones de hacer personalísima, pero
sustituible cuando el ordenamiento jurídico así lo establezca.
Cuando el obligado no cumpla, tras presentarse la demanda ejecutiva, sin ne-
cesidad de requerimiento, el tribunal dictará auto teniendo por emitida la declaración de
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voluntad si estuviesen predeterminados los elementos esenciales del negocio. En dicho
caso, el ejecutante podrá pedir que, con testimonio del auto, se libre mandamiento de
anotación o inscripción en el Registro que corresponda, de acuerdo con el contenido y
objeto de la declaración de voluntad (art. 708.1).
Cuando algunos elementos no esenciales del negocio no estuvieran determinados,
los determinará el tribunal atendiendo a los usos de mercado o tráfico jurídico, previa
audiencia de las partes, en el auto que dicte teniendo por emitida la declaración de
voluntad (art. 708.2.1). La L.E.C. no establece el tiempo en que dicha audiencia deba de
celebrarse, no obstante, parece que ésta deberá de efectuarse a la mayor rapidez,
advirtiendo a las partes que aporten aquellos medios de prueba que consideren para suplir
la falta de dichos elementos del negocio no contenidos en el título.
Por último, cuando en el título falte por determinar elementos esenciales del
contrato o negocio sobre el que ha de recaer la declaración de voluntad, que el
condenado no emite, procederá la ejecución por los daños y perjuicios causados, (art.
708.2.11).

28. III. LAS EJECUCIONES DE NO HACER.


(Junio 96/97, 97/98, 98/99, y Septiembre 96/97)

28. III. 1. CONCEPTO Y SUPUESTOS


La prestación puede consistir en no hacer alguna cosa (art. 1.088 CC)j, pudiendo
consistir tanto en la omisión de una actividad como en permitir que otra persona realice
una determinada conducta.
Cuando se trate de una obligación de no hacer, el título de ejecución actuará por
sí mismo como intimación al deudor para que se abstenga de efectuar dicha conducta o
permitir un acto de otro, sin necesidad de requerimiento alguno.
De este modo, la actividad jurisdiccional ejecutiva sólo se insta cuando se ha
producido efectivamente el quebrantamiento de la condena, aspecto que podrá suceder
mucho tiempo después de su firmeza lo que podrá plantear problemas en cuanto a la
posible caducidad de la acción ejecutiva, atendiendo a lo establecido en el art. 518).
El incumplimiento del obligado determinará, dentro de la ejecución forzosa, un
requerimiento judicial, a instancia del ejecutante, con un contenido triple (art. 710.1.1):
que deshaga a su costa lo mal hecho (art. 1.099 C.C.); que indemnice los daños y
perjuicios causados, y que se abstenga de reiterar el quebrantamiento, con apercibimiento
de incurrir en el delito de desobediencia a la autoridad judicial. Dicho requerimiento se
hará cuantas veces se quebrante la condena y, para que deshaga lo mal hecho, se le
intimará con multas por cada mes que transcurra, que podrían ascender a un 20 por 100
del precio o valor (art. 710.1.11).
De este modo, cuando sea posible reproducir el incumplimiento de la condena (ej.
permitir el paso por una finca) la única vía posible es iniciar un procedimiento penal sin
perjuicio del deber de indemnizar los daños y perjuicios.
Si el incumplimiento no se pudiera reiterar ni deshacer lo mal hecho la ejecución
procederá para resarcir al ejecutante por los daños y perjuicios que se hayan causado (art.
710.2).

28. IV. LAS EJECUCIONES DE ENTREGAR ALGUNA COSA.

28. IV. 1. CONCEPTO Y SUPUESTOS.


La ejecución forzosa por incumplimiento de obligaciones de entrega de una
cantidad de dinero recibe un tratamiento legal distinto que el resto de las obligaciones de
dar alguna cosa (que en realidad son una categoría de las obligaciones de hacer).
Respecto a las restantes prestaciones de dar, la LEC distingue entre la ejecución
de entrega de inmuebles, de cosas muebles determinadas y de cosas muebles genéricas o
indeterminadas (arts. 701 a 703). En los dos primeros casos se trataría de la entrega de
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una cosa específica, que comprendería también la obligación de entregar todos sus
accesorios (art. 1.097 C.C.), precisándose para la ejecución "in natura" su concreta
identificación y localización. En el último supuesto el problema es distinto ya que los
géneros no perecen y el cumplimiento del título de ejecución en sus propios términos no
debe presentar mayores dificultades que las derivadas de la insolvencia del deudor para
adquirir la cosa, cuando no se encuentre en su poder.

A) ENTREGA DE INMUEBLES
El art. 703. 1 LEC, establece que "si el título dispusiere la transmisión o entrega
de un bien inmueble, el tribunal ordenará de inmediato lo que proceda según el contenido
de la condena y, en su caso, dispondrá lo necesario para adecuar el Registro al título
ejecutivo"
El principal problema que plantea lo expuesto, además de la constancia registral
de la entrega del inmueble, es el relativo a la toma de posesión de la finca por parte del
ejecutante, ya que las diligencias a practicar en la ejecución forzosa pueden ir desde
entrega de un inmueble desocupado, a la simple acreditación del carácter del nuevo
poseedor ante quien corresponda, practicando los requerimientos que solicite para que le
reconozcan como tal a la entrega de la posesión de un inmueble desocupado, pero
también puede pretender el ejecutante recibir la finca con el lanzamiento de quienes la
vinieran ocupando.
Respecto al lanzamiento, la L.E.C. distingue según si el inmueble sea la vivienda
habitual del obligado o, en cambio, se encuentre ocupada por terceros.
Si se trata de la vivienda habitual del ejecutado o de quienes dependan de él, se le
dará el plazo de un mes para que proceda a desalojarla, plazo que se podrá prorrogar un
mes más cuando exista motivo fundado. Transcurridos dichos plazos, se procederá de
inmediato al lanzamiento, fijándose la fecha de éste en la resolución inicial o en la que
acuerde la prórroga (art. 704.1).
Cuando el inmueble estuviera ocupado por terceros se les notificará el despacho
de la ejecución o la pendencia de ésta, para que en un plazo de diez días, presenten ante
el tribunal los títulos que justifiquen su situación (art. 704.2). Cuando sean ocupantes sin
título suficiente podrán ser desalojados a petición del ejecutante; de dicha solicitud, se les
dará traslado, citándoles a una vista dentro del plazo de diez días, en la que podrán alegar
y probar lo que estimen oportuno respecto de su situación, resolviendo el tribunal por
medio de auto sin ulterior recurso.
Cuando en el inmueble, objeto de lanzamiento, existan cosas que no sean objeto
del título se requerirá, entonces, al ejecutado para que las retire dentro de un plazo que se
fije. En caso de que no las retire, se considerarán bienes abandonados a todos los efectos
(art. 703.1.11).
Si en el momento del lanzamiento el poseedor de la finca reivindicara la titulari-
dad de cosas no separables, cuando consistan en plantaciones o instalaciones estric-
tamente necesarias para la utilización del inmueble, se resolverá en la propia ejecución
acerca de la obligación de pago de su valor, si lo instan los interesados en los cinco días
siguientes al desalojo (art. 703.2). La L.E.C. no establece nada respecto a otros posibles
elementos que no sea necesarios para el uso ordinario del inmueble, en cuyo caso parece
que el desalojado deberá plantear su reclamación en el juicio ordinario que corresponda.
Si en la diligencia de lanzamiento conste la existencia de desperfectos en el
inmueble, originados por el ejecutado u ocupantes, se podrá acordar la retención y
constitución en depósito de bienes suficientes del posible responsable, para responder de
los daños y perjuicios causados (art. 703.3).
Si el inmueble no puede ser entregado por haber perecido (arts. 1.182 a 1.186
C.C.) o por haber pasado a poder de un tercero de modo irreivindicable, en este caso,
aunque la L.E.C. no lo contemple, será necesario acudir al sustitutivo de esta obligación
específica: el resarcimiento de daños y perjuicios al acreedor, sin perjuicio de la
responsabilidad en que hubiera podido incurrir el obligado.

B) ENTREGA DE COSAS MUEBLES DETERMINADAS


Si estamos ante la entrega de una cosa mueble cierta y determinada, se otorgará al
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ejecutado un plazo para su entrega. Transcurrido dicho plazo sin que se hubiera
efectuado la entrega, el tribunal procederá a poner en posesión de la cosa al acreedor,
empleando para ellos los apremios que considere precisos, y si se tratara de bienes
muebles sujetos a algún registro similar al inmobiliario, se dispondrá también lo
necesario para adecuar el Registro de que se trate al título ejecutivo (art. 701.1).
El problema de ejecutar una cosa mueble viene dado por la facilidad de que sea
ocultada, lo que puede impedir su identificación y su localización. Con dicha finalidad la
L.E.C. permite al tribunal ordenar la entrada en lugares cerrados, para encontrar la cosa,
auxiliándose de la fuerza pública, si fuere necesario, para entregarla al acreedor.
Cuando se desconozca el lugar donde se encuentre la cosa, el tribunal deberá de
interrogar al ejecutado o a terceros, con el apercibimiento de incurrir en desobediencia,
para que digan si la cosa está o no en su poder y si saben dónde se encuentra (art. 701.2).
Si la cosa no pudiera ser finalmente habida, el tribunal, a instancia del ejecutante,
ordenará por providencia que la falta de dicha entrega sea sustituida por una justa
compensación pecuniaria, que se liquidará conforme a lo previsto para determinar la
cuantía de los daños y perjuicios (art. 701.3).
Dicha solución será, de igual modo, aplicable cuando la cosa determinada se
encontrara en poder de un tercero en situación de irreivindicabilidad o hubiera perecido,
es decir, deberá de precederse a la indemnización de daños y perjuicios. Ha de tenerse en
consideración que si la cosa se perdió o destruyó antes de serle exigida al deudor la
entrega (judicial o extrajudicial), y sin culpa, la obligación quedará extinguida (art.
1.182C.C.).

C) ENTREGA DE COSAS GENÉRICAS O INDETERMINADAS


Son cosas genéricas aquéllas que por ser fungibles pueden ser sustituidas por
otras de la misma especie y calidad. Ello determina, que el régimen jurídico que ha de
seguirse en la ejecución sea sustancialmente distinto al visto para las cosas determinadas.
En dichos supuestos, una vez transcurrido el plazo del requerimiento sin que el
ejecutado hubiera cumplido la obligación, se presentarán al acreedor dos posibilidades en
la ejecución forzosa: o bien pedir que se le ponga en posesión de las cosas debidas a
expensas del deudor (art. 1.096.11 C.C.), o bien optar a que se le faculte para adquirirlas
a costa del ejecutado, ordenando al mismo tiempo el embargo de bienes suficientes para
pagar la adquisición, de la que el ejecutante dará cuenta justificada (art. 702.1). En el
primer supuesto, el acreedor recibirá efectivamente el género objeto de la obligación
(cuando no hubiera expresado calidad, será de calidad media, art. 1.167 C.C); en el
segundo, recibirá una suma de dinero con la que podrá adquirir as cosas debidas.
Cualquiera que sea la opción del acreedor, los efectos para el obligado serán los
mismos: la entrega de dinero. Siguiendo el procedimiento establecido para este tipo de
ejecución, que en el primer caso se destinará a la adquisición de las cosas y en el segundo
se entregará directamente al ejecutante.
No obstante, cuando el ejecutante manifieste que la adquisición tardía de dichas
cosas genéricas no satisface ya su interés legítimo, el tribunal determinará, mediante
providencia, el equivalente pecuniario, con los daños y perjuicios que hubieran podido
causarse al ejecutante (art. 702.2).

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