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ENSAYO SOBRE LAS CAUSALES DE NULIDAD DEL ACTO

ADMINISTRATIVO

Integrantes:

MARÍA ANGÉLICA ALTAMIRANDA LÓPEZ

LUISA FERNANDA ANAYA HOYOS

LUIS ENRIQUE OW PADILLA

Docente

FACULTAD DE DERECHO

UNIVERSIDAD COOPERATIVA DE COLOMBIA

DEPARTAMENTO DE CÓRDOBA

MONTERÍA

2018
CAUSALES DE NULIDAD DEL ACTO ADMINISTRATIVO

En Colombia, los motivos de impugnación de los actos administrativos consagrados

legislativamente, están presentes desde 1941. A partir de ahí algunos autores han intentado

elaborar clasificaciones diferentes de ilegalidad debido a que por cuestiones técnicas, y

tradiciones doctrinales y jurisprudenciales, la discriminación y el mantenimiento de las

causales se impone.

En el presente ensayo se analiza los enfoques de aplicación de las causales de impugnación

posibles contra los actos administrativos a través de la conceptualización, revisión de la

legislación y la literatura compuesta de opiniones de algunos autores como Jean Rivero y

Gazier, lo cual nos lleva como primer paso a tener que comprender ampliamente el artículo

162, en su numeral 4 que simplificadamente basa su contenido en la justificación de la

premisa de que todas las causales pueden reducirse a una sola, siendo esta última la

“Violación de la ley”, de la regla de derecho de fondo, que se constituye por una falsa

interpretación de la ley, la constatación errónea de los hechos y la falta cometida en torno a

la calificación jurídica. Lo anterior para no quedarnos con una única perspectiva del asunto.

Se hace inmediatamente importante citar la nueva ley en su artículo 137, inciso 2 que indica

una aplicación general, por su ubicación, al operar tanto en los contenciosos de nulidad y

electorales como en todas aquellas acciones en las que se impugne un acto administrativo

orientadas al restablecimiento de los derechos. Sin embargo es importante resaltar que en el

electoral pueden darse otras causales de anulación específicas que no son incompatibles con

las mencionadas, en especial con las que tienen que ver con la selección de funcionarios de

las corporaciones públicas, elegidos popularmente.


Textualmente éste artículo consagra:

Artículo 137.” Nulidad. Toda persona podrá solicitar por sí, o por medio de representante,

que se declare la nulidad de los actos administrativos de carácter general. Procederá

cuando hayan sido expedidos con infracción de las normas en que deberían fundarse, o sin

competencia, o en forma irregular, o con desconocimiento del derecho de audiencia y

defensa, o mediante falsa motivación, o con desviación de las atribuciones propias de

quien los profirió”.

Pero, ¿Qué es la nulidad? La nulidad consiste en la disminución o anulación de la

estimación o validez de algo, de donde se deduce que lo nulo es falto de valor y fuerza para

obligar o tener efecto, por ser contrario a las leyes, o por carecer de las solemnidades que se

requieren en la sustancia o en el modo. Por tanto, lo nulo no es sinónimo de inexistente,

sino de lo que ha sido declarado como falto de valor o de efecto en relación con lo actuado.

Un acto administrativo estará compuesto de nulidad, cuando en su estructura se presenten

vicios que lo aparten u opongan al precepto constitucional en que se funda la acción de la

Administración sobre sus administrados, cuando vulnere los derechos subjetivos

reconocidos en las normas jurídicas o cuando en su configuración se prescinda de una o

varias de sus formalidades necesarias (Guardo, 2013).

Frente a cada una de las causales se observan distintas formas de ilegalidad, iniciando con

la más grave de todas, y me refiero a la incompetencia que es definida por el autor Ribero

como “el vicio que afecta a una decisión cuando su autor no tenía el poder legal para

tomarla”. En la práctica se evidencia cuando el que realiza el acto no es agente público que

se considera inexistente según la teoría del funcionario de hecho, y cuando ocurre lo


contrario y si lo es, obra por fuera de las atribuciones de cualquier autoridad pública lo que

tratándose como una vía de hecho.

Pero, ¿en qué casos específicos se presenta incompetencia? Como ejemplos puntuales

puede darse cuando el Presidente de la República crea un impuesto sin estar investido del

poder que lo acredite a realizar dicha acción, o cuando un alcalde decreta un lanzamiento

sobre un bien urbano desconociendo la competencia del juez ordinario al respecto.

Lo anterior da pie a que se presenten conflictos de competencias administrativas, que es la

segunda forma. Se encuentra estipulado en el nuevo código (Artículo 39) donde conserva

su calificativo y sus alcances disponiendo que dichos conflictos se resolverán de oficio o a

petición de parte interesada ante la Sala de Consulta del Consejo de Estado en relación con

las autoridades nacionales; o en caso que las autoridades sean de orden departamental,

municipal o distrital, se resolverá ante los Tribunales Administrativos.

Ahora bien, como todo acto administrativo está sujeto a cierto formalismo, después que se

descarte la incompetencia, se debe analizar la legalidad de la decisión para finalizar en su

expedición por parte del funcionario competente, lo cual es necesario para ejercer un

control jurisdiccional que garantice la satisfacción del interés general de la colectividad y

así evitar que se dé una desviación de poder que afecte el principio de legalidad, como

suele presentarse en instituciones como la Policía Nacional, donde se presentan casos en

que las medidas no se imponen estrictamente para el mantenimiento del orden, la seguridad

y salubridad pública que son los poderes atribuidos.

A dicho control jurisdiccional parece que se le escapa aparentemente el control de motivos

del acto, en situaciones donde el juez no examina los sucesos en razón de su oportunidad,
sino en la medida en que ellos condicionan la legalidad del acto. Esto ha hecho que se

consagre en el artículo 137 como “falsa motivación” que infringe los principios de

legalidad, lealtad, finalidad e imparcialidad de la administración, y lo cual trae a la mesa

dos aspectos: la carencia de motivo legal y la defectuosa calificación de los motivos. El

primero desconoce que toda decisión administrativa debe justificarse por una determinada

situación de hecho existente, y el segundo puede generar un error de hecho que ocasione

perdida de dicha justificación.

De este modo se debe necesariamente considerar que todo acto de la Administración, ya

sea por su carácter o por su alcance, debe estar sometido a la posibilidad de revertirlo en

derecho cuando se vea vulnerado el interés general o particular legítimo según la

Constitución y la ley.

La nulidad del acto administrativo tiene, por tanto, un ámbito de aplicación reconocido por

la ley en los límites de los actos generales y en algunos de contenido específico, al tiempo

que algunas de estas acciones de nulidad pueden incorporar el restablecimiento del derecho

o la reparación del daño. Se infiere de lo anterior, que la acción de nulidad constituye

formas de garantía de los particulares y aún de las mismas entidades públicas ante las

políticas de la Administración.

En efecto, el Código Contencioso Administrativo (Decreto 01 de 1984, modificado por el

Decreto 2304 de 1989) y que se mantiene hoy en el artículo 137 del nuevo código (ley 1437

de 2011), señaló diversos vicios particulares que afectaban de nulidad el acto

administrativo cuando:
“Infrinjan las normas en que deberían fundarse cuando hayan sido expedidos por

funcionarios u organismos incompetentes, o en forma irregular, o con desconocimiento del

derecho de audiencias y defensa, o mediante falsa motivación, o con desviación de las

atribuciones propias del funcionario o corporación que los profirió”

Con respecto a la causal del desconocimiento del derecho de audiencias y defensa, debe

tenerse bien presente la jerarquía de las normas; algo que no es muy claro normalmente en

nuestro derecho sobre todo teniendo primicia sobre la garantía constitucional expresada en

el artículo 29 de nuestra Carta Magna.

Al igual que en las leyes, es también importante tener presente que existe una violación del

principio general de derecho, entendiéndose éste como una norma que recibe valor

legislativo por voluntad del juez y es aplicado por éste al igual que la ley escrita a pesar de

no aparecer estipulada en ninguno de los textos que tienen un valor jurídico. En la

constitución en el artículo 230 abre la cobertura a estos principios como criterios auxiliares

de la actividad judicial al lado de la equidad, la jurisprudencia y la doctrina. La literatura

nos menciona como los más conocidos el principio de la igualdad ante la ley, el principio

de la imparcialidad, del respeto de los derechos de defensa, de no retroactividad, de

paralelismo de las formas, principio de que todo trabajo merece ser remunerado, que todo

acto administrativo debe reposar sobre un motivo y expedirse con el fin de buscar el interés

general.

En conclusión, la aplicación de la acción de nulidad del acto administrativo provee a los

administrados de un mecanismo expedito para demandar las disposiciones y actos

administrativos de cualquier naturaleza y nivel, en su correspondencia con los principios,


normas o preceptos constitucionales que garantizan la ejecución eficaz de la función

pública en nuestro país, pero sobre todo, permite a los ciudadanos ejercer un control

efectivo de la Administración al proveer de un medio pertinente para lograr la nulidad de

los actos administrativos de carácter general, o de la búsqueda de la nulidad y

restablecimiento del derecho en los casos de interés subjetivo, como se contemplaba en el

anterior Código Contencioso Administrativo.


BIBLIOGRAFIA

Consejo de Estado. Colombia (2011). Seminario Internacional de presentación del Nuevo

Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo: Ley 1437

de2011. Memorias. Bogotá: Consejo de Estado, p. 87.

Guardo, M. (2013). Acción de Nulidad del Acto Administrativo. Trabajo ciencias políticas y

Derecho. Corporación Universidad Libre Seccional Cartagena, Bolívar.

Letourner Máxime. (1968). Revue de la Comission Internationale de Juristes, número

spécial, pág 109.

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