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La neurociencia en la enseñanza: la importancia de las emociones

Hace unos años es notoria la presencia de la neurociencia en la pedagogía. Teniendo


en cuenta que aquella trabaja principalmente sobre el sistema nervioso —y más
precisamente al cerebro—, hay un aspecto fundamental que aporta en la enseñanza:
el papel que juega las emociones en los alumnos. Viendo la necesidad de realzar su
importancia, se desarrollará la relación que tiene las emociones y el estado de ánimo
de los estudiantes en el proceso de aprendizaje.
Como prueba biológica del trabajo del cerebro en todo proceso de conocer, podemos
mencionar una reacción química que facilita el aprendizaje. El cerebro tiene como
célula de funcionamiento a las neuronas, involucradas en el proceso cognitivo y motriz.
El proceso de comunicación de estas —conocido como sinapsis—, lo llevan a cabo los
neurotransmisores. Uno de ellos, la dopamina, es el responsable del trabajo y control
de las emociones. Una disminución de esta sustancia en el cerebro nos imposibilitaría,
por ejemplo, llegar a una correcta concentración. Y, por el contrario, una correcta
segregación de dopamina, permite sentirnos felices y receptivos al placer.
Durante mucho tiempo se dejó de lado el papel que juega las emociones en la vida de
las personas, dando realce solo a la inteligencia cognitiva como si el ser humano
estuviera excepto de aquellas. Mas, al publicar en 1995 Inteligencia emocional,
Goleman hace popular este término, permitiendo dar más luz al concepto. Término
por el cual entendemos la habilidad de saber controlar las emociones y hacer frente a
los obstáculos que se nos presenta, tanto más como de motivarse y saber entender al
otro; y así, pensar mejor.
Si esto se aplica al nivel de la enseñanza, es notorio que los profesores han dado más
énfasis a la acumulación de datos y a la mera memorización de estos que a la
predisposición y actitud que tiene el estudiante a la hora de aprender. Si bien el
proceso de adquisición de nuevos conocimientos debe ser propicio del propio sujeto,
no significa que su entorno no influya en la manera en que lo lleve a cabo. Por lo
tanto, un apoyo emocional es vital para que se logre el aprendizaje. Tal apoyo debe
provenir de la familia; y, luego, por parte del maestro, en la forma que llega al alumno.
Recalcando el papel de esta ciencia en la pedagogía, son significativos los aportes
biológicos que han dado luz a muchas formas de pensar la manera en que
aprendemos. No es poco el aporte del reconocido neurocientífico MacLean; que, con
su teoría del cerebro triuno, explica que el cerebro está compuesto a su vez de tres. El
cerebro reptiliano, controlador de la parte más automática y de supervivencia; el
cerebro límbico (al cual atañe a este tema), quien controla el mundo de las emociones;
y la neocorteza, que rige toda la actividad cognitiva e intelectual. Así observamos que
el mismo cerebro divide su trabajo en funciones: orgánica, emocional y cognitiva.
Esperando que los aportes de una y otra ciencia den pie a la mejora de la educación,
queda manifiesta la importancia del mundo de las emociones en el proceso de
aprendizaje.
Referencias

- Neurociencias y su importancia en contextos de aprendizaje, María Laura de la Barrera y


Danilo Donolo en la revista de la UNAM:
http://www.revista.unam.mx/vol.10/num4/art20/int20.htm

- La educación emocional, su importancia en el proceso de aprendizaje, José Ángel García


Retana en Revista Educación 36(1), 97-109, ISSN: 0379-7082, Enero-Junio, 2012.

- Neurociencia y educación, Carlos Ruiz Bolívar, Coordinador General de Investigación


UPEL-IPB.

- https://www.news-medical.net/health/Dopamine-Functions-(Spanish).aspx

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