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NULIDAD DE LOS ACTOS PROCESALES

1. NULIDAD PROCESAL: SIGNIFICADO

Guasp expresa que "... la nulidad consiste en que la falta de

alguno de los requisitos exigidos para el acto procesal acarrea,

por imperativo del ordenamiento jurídico, la pérdida de todos

(nulidad total) o de parte (nulidad parcial) de los efectos que

el acto normalmente tendería a producir". (GUASP, 1998,

Tomo I: 271).

Luis Rodríguez estima que la nulidad procesal es "... la sanción

por inobservancia de las formas de los actos procesales

(definición de invalidación) existentes (exclusión de los

inexistentes) mientras la invalidez no haya quedado convalidada

(principio de relatividad)". (RODRÍGUEZ, 1987: 89-90). Dicho autor agrega que "... un acto se

encuentra viciado cuando no se observan las formas procesales y la sanción por esa inobservancia es

la nulidad. El acto debe contener los elementos esenciales para ser considerado tal, porque en caso

contrario sería la nada jurídica (inexistencia)..." (RODRÍGUEZ, 1987: 90).

Maurino concibe a la nulidad procesal como "... el estado de anormalidad del acto procesal, originado en

la carencia de algunos de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes sobre ellos, que

potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido". (MAURINO, 1990)

A continuación explica Maurino su definición de nulidad procesal del siguiente modo:

"a) Estado de anormalidad del acto procesal. Coincidimos con los autores que consideran lá nulidad

como un estado del acto.

Colocamos el acento en la calidad de anormal de dicho acto, como antitético al acto sano, cuyos

elementos existen en su totalidad y no están afectados por vicios u otras irregularidades.

b) Originado en la carencia de alguno de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes

sobre ellos. Esta expresión hace referencia a las causas de este estado de nulidad, centrando el

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problema en sus elementos constitutivos, ya sea que éstos falten (omisión) o padezcan vicios o

defectos. Al hablar de elementos constitutivos, nos referimos a los que congénitamente integran

el acto. Y ello porque queremos fijar nuestro estudio en el acto procesal en el momento de su

realización, para diferenciar la nulidad de otras hipótesis de privación de efectos de los actos -por

ejemplo, la caducidad-, que provienen de hechos posteriores al acto.

c) Que potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido. Ese estado

de nulidad procesal latente puede que no se materialice, ya por subsanación del vicio por

convalidación, o porque ha cumplido su finalidad, y el acto procesal cumpla de manera perfecta su

función idónea, como si no hubiera habido omisión, vicio o defecto alguno.

El término potencialmente se emplea como equivalente de posibilidad de que pueda suceder.

La última parte de la definición esbozada recoge un principio doctrinario de aceptación unánime. Es

el que consagra que el acto nulo requiere declaración judicial. Mientras tanto produce sus efectos.

Por tal razón no hablamos de privación de efectos. Porque precisamente esas consecuencias

jurídicas, del acto en estado de nulidad, sólo se materializan con la declaración judicial de ella".

(MAURINO, 1990: 16-17).

Por nuestra parte, compartimos el concepto de nulidad procesal esbozado por Maurino, aunque

debemos señalar que aquélla puede también ser vista como un medio de impugnación de actos

procesales: Un remedio strictu sensu dirigido a lograr la invalidación de los actos procesales que no

se encuentren contenidos en resoluciones (lo que no excluye que el pedido de nulidad pueda

adoptar la forma de un determinado recurso cuando el acto viciado sea una resolución). Esta es la

posición que adopta nuestro Código adjetivo (art. 356 del C.P.C.) que regula a la nulidad,

principalmente (pues existen artículos dispersos que tratan sobre ella, en el Título VI ("Nulidad de

los Actos Procesales") de su Sección Tercera ("Actividad Procesal"), en los numerales 171 al 178.

2. VICIOS QUE DAN ORIGEN A LA NULIDAD PROCESAL

Según Gozaíni "... son los vicios una consecuencia del incumplimiento en los requisitos intrínsecos y

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extrínsecos necesarios para dar eficacia y validez a los actos jurídicos en general". (GOZAÍNI,

1992, Tomo I, Volumen 2: 833).

En opinión de Zinny "el vicio es la discordancia del acto con la norma que lo regula; se trata de una

irregularidad en el acto cumplido..." (ZINNY, 1990: 160). "El vicio es la discordancia que existe

entre el acto y las previsiones de la ley. El acto ha sido irregularmente cumplido cuando no se han

observado las exigencias legales, establecidas para el acto de que se trata". (ZINNY, 1990: 163).

Es de subrayar que la principal clasificación existente acerca de los vicios procesales es aquella que

los distingue en:

a) Vicios o errores de procedimiento o de actividad o defecto de construcción o de forma o in

procedendo; y

b) vicios o errores de razonamiento o de juicio o de contenido o in iudicando.

Los vicios in procedendo constituyen errores o defectos en el procedimiento, en las reglas formales.

Suponen la inaplicación o aplicación defectuosa de las normas adjetivas que afecta el trámite del

proceso y/o los actos procesales que lo componen.

El vicio in procedendo o infracción a las formas acarrea, por lo general -si fuese insalvable-, la

nulidad del acto viciado. Ello condice al iudicius rescindens, de carácter negativo, que implica la

declaración de invalidez del acto cuestionado y, como efecto secundario, el retrotraer el proceso al

estado inmediato anterior al de aquel en que se produjo el vicio (siempre y cuando éste fuese

determinante en el proceso).

Los vicios in iudicando son aquellos defectos o infracciones que se producen en el juzgamiento, esto

es, en la decisión que adopta el magistrado. Tales vicios afectan el fondo o contenido y están

representados comúnmente en la violación del ordenamiento jurídico (sustantivo) que tiene lugar

cuando se aplica al asunto controvertido una ley que no debió ser aplicada, o cuando no se aplica la ley

que debió aplicarse, o cuando la ley aplicable es interpretada y -por ende- aplicada

deficientemente. A la violación del derecho (denominada también error de derecho) se suma el

error de hecho que afecta indiscutiblemente el fondo, formando también así parte del vicio in

iudicando. El último tipo de error tiene que ver con la apreciación de los hechos por el órgano

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jurisdiccional, la cual, de ser deficiente (como cuando no se valora apropiadamente un medio

probatorio), afecta la decisión del Juez (esto es, la declaración de certeza sobre los hechos) y

causa, por consiguiente, agravio al interesado.

El vicio in iudicando genera la revocación, el iudicium rescissorium, vale decir, la rectificación directa

del vicio o error, dejándose sin efecto la decisión que ocasionó el agravio y emitiéndose otra -esta

vez adecuada y correcta- que la supla.

De lo expuesto se puede colegir que los vicios que dan origen a la nulidad procesal no son otros sino

aquellos que afectan el procedimiento o las formas procesales, es decir, los vicios o errores in

procedendo, que giran en torno al aspecto externo o extrínseco de los actos procesales. (Aunque

también pueden incluirse los vicios del consentimiento en la realización del acto procesal como

generadores de la nulidad procesal).

2.1 Los vicios del consentimiento en la realización del acto procesal

Si bien, por lo general, la doctrina encuentra en los aspectos de forma los vicios que generan la

nulidad procesal, es de resaltar que no por ello se deben descartar a las anomalías intrínsecas del

acto o vicios del consentimiento o de la voluntad (dolo, error, intimidación y violencia) como causas

de dicha figura procesal.

Los vicios intrínsecos "... son consecuencia de la falta de los requisitos determinados por las leyes

sustanciales para todos los actos jurídicos (discernimiento, intención y libertad)..." (ARAZI, 1991:

219).

Zinny justifica la invalidación de un acto procesal por vicios intrínsecos en su realización de este

modo:

"Las normas procesales son realizadoras del derecho sustantivo; constituyen un instrumento

adecuado para garantizar la actuación del derecho de fondo. No obstante la indiscutible autonomía

del Derecho Procesal, es un sistema normativo que tiene por objeto la plena vigencia de las normas

sustantivas; no se concibe la existencia de normas realizadoras sin la existencia de normas

realizables. En tanto que las normas sustantivas constituyen un derecho estático que fija las

conductas y relaciones de los hombres que viven en sociedad, estableciendo sus derechos y

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obligaciones y que garantiza su regular observancia con la conminación de sanciones y asignación de

responsabilidades, las normas procesales constituyen un derecho dinámico destinado a la efectiva

vigencia de las normas sustantivas, cuando ellas no son voluntariamente respetadas. En consecuencia,

no admitir que el acto procesal pueda ser invalidado por vicios en la voluntad, previsto como causal

de sancionabilidad por las normas sustantivas, implica subvertir el orden jurídico porque significa

dar prevalencia a lo realizador sobre lo realizable, a lo instrumental sobre lo constitutivo. En

consecuencia, en esta línea de pensamiento puede concluirse en que siempre que exista un vicio en la

voluntad y éste pueda ser demostrado, es posible la invalidación del acto procesal". (ZINNY, 1990:

171).

3. INTERPRETACIÓN DE LA NULIDAD PROCESAL

La nulidad procesal es de interpretación restringida en razón de la necesidad existente en el área

procesal de contar con actos que gocen de validez y firmeza. Es por ello que en caso de duda

respecto de la producción de algún vicio procesal el Juez deberá abstenerse de declarar la nulidad

(en caso de haber sido peticionada) y pronunciarse sobre la validez del acto en cuestión. La

declaración de nulidad tiene carácter excepcional y se resuelve como última ratio, por lo que

tendrá lugar sólo cuando se haya producido un estado cierto de indefensión o no sea el vicio de que se

trate susceptible de convalidación o subsanación. Atendiendo, pues, a lo expuesto es que se dice

que la nulidad es de interpretación restringida o estricta. Tal criterio interpretativo se funda, a

no dudarlo, en el denominado principio de conservación que postula la supremacía de la validez de

los actos procesales frente a la eventualidad de ser declarados nulos, situación ésta que, reiteramos,

es la última que adopta el juzgador.

Otra regla presente en la interpretación de la nulidad consiste en la prohibición de aplicar por

analogía dicha figura procesal. Así tenemos entonces que las normas referidas a la nulidad,

especialmente las concernientes a las causales de ésta, no pueden ser aplicadas por analogía. Se

puede apreciar que esta regla interpretativa tiene estrecha relación con la indicada en el párrafo

precedente, a tal punto que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que no es sino consecuencia

de ella.

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4. CLASIFICACIÓN DE LA NULIDAD PROCESAL

La principal clasificación que se hace de la nulidad procesal es aquella que la distingue en absoluta

y relativa, aunque, puntualizamos, en la doctrina procesal suele asignarse otra terminología al

significado de aquellos vocablos.

Sobre el particular, Amaya señala que:

"... En materia procesal podemos hablar de nulidades principales y accesorias por ejemplo, o

primarias y secundarias, si se quiere, o mejor a nuestro parecer esenciales y eventuales y así las

llamaríamos, pero teniendo en cuenta las consecuencias que pueden acarrear las nulidades

procesales, vamos a calificarlas como nulidades absolutas y relativas". (AMAYA, 1947: 29).

En los puntos que siguen vamos a estudiar las diferentes clases de nulidades procesales, las cuales

son, a saber, las siguientes:

Nulidades procesales absolutas y relativas.

Nulidades procesales expresas o conminadas e implícitas o virtuales. Nulidades procesales de fondo

y de forma.

Nulidades procesales saneables e insaneables.

Nulidades procesales totales y parciales.

Nulidades procesales extensibles y no extensibles al trámite posterior del proceso.

Nulidad o invalidez de acto final y nulidad o invalidez de acto instrumental. Nulidad o invalidez

directa y nulidad o invalidez remota.

4.1 Nulidad procesal absoluta

La nulidad procesal absoluta o esencial o primaria o principal o sustancial (aunque este último

término se presta a discusión) es aquel estado invalidatorio que se da cuando los vicios que afectan al

acto son tan graves que el proceso es violentado o distorsionado en demasía, como cuando producen

indefensión en la contraparte o se oponen a normas de orden público, lo cual hace que sea

insubsanable y susceptible de ser declarada no sólo a instancia de parte interesada sino también de

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oficio. Ejemplos de nulidad absoluta lo 'constituyen aquellos casos en los que el vicio repercute

seriamente en la capacidad de las sujetos procesales, en la competencia del órgano jurisdiccional, en

la notificación de los actos del proceso (especialmente de la demanda), etc.

A decir de Liebman "son (...) absolutas las nulidades que deben considerarse objetivamente

relevantes, por estar determinadas por la falta de un requisito que la ley considera indispensable a

la buena marcha de la función jurisdiccional: deben, por eso, pronunciarse por el juez de oficio y son

normalmente insanables, a menos que la ley no considere también respecto de ellas la posibilidad

de una convalidación..." (LIEBMAN, 1980: 197).

Gozaíni indica que por nulidad absoluta "referimos a un supuesto de ineficacia o invalidez total. El

acto porta un vicio estructural que lo priva de lograr sus efectos normales". (GOZAÍNI, 1992,

Tomo 1, Volumen 2: 843).

4.1.1 Acto inexistente

A nuestro modo de ver el acto inexistente es aquel al que le falta los elementos indispensables para

existir como tal, aunque pueda aparentar ser un acto. No produce, por lo general, consecuencia

jurídica alguna, y no precisa de declaración judicial para determinar su invalidez, pues por sí mismo

es inválido. Así tenemos, por ejemplo, que los actos llevados a cabo para el examen de una

controversia ante una persona que no es Juez y las "resoluciones" que dicha persona expida no se

reputan procesales y no dan lugar a litispendencia o cosa juzgada. También pueden ser considerados

actos inexistentes aquellos que se producen en el curso de un proceso y que no cuentan con las

condiciones mínimas para gozar de presencia jurídica, verbigracia, una resolución judicial sin firma

del Juez o una demanda o escrito cualquiera no suscritos por la parte interesada (ni tampoco por el

letrado, en los casos en que la firma de éste sea suficiente). Advertimos, sin embargo, que los

últimos ejemplos dados de actos inexistentes suelen ser asimilados como de nulidad procesal

absoluta.

En opinión de Alsina "... son inexistentes los actos en los que la omisión o la violación de una

formalidad haya impedido su configuración jurídica, aunque de esa circunstancia ningún perjuicio

derive para las partes. La inexistencia no necesita ser declarada, pero puede ser constatada en

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cualquier estado del proceso y no admite convalidación". (ALSINA, 1956, Tomo 1: 653).

Para Serra Domínguez "... una primera `categoría de actos nulos lo constituyen aquellos en que

faltan los presupuestos esenciales para el propio nacimiento del acto procesal. El acto propiamente

no es nulo, sino más bien inexistente en cuanto no llega a nacer. Los actos inexistentes pueden

afectar bien al sujeto del proceso -el juzgador carece en absoluto de capacidad funcional y de

legitimación, p. ej., hipótesis de proceso seguido ante un particular desprovisto de función general o

concreta jurisdiccional-, bien al objeto del proceso -sentencia dictada en un proceso civil sin

previa audiencia ni solicitud de las partes o resolución emitida sobre un supuesto imaginario-, bien

a la forma de los actos -p. ej., un acto de parte celebrado fuera de la presencia del órgano

jurisdiccional y en condiciones que impiden pueda llegar a conocimiento de éste-, etc.". (SERRA

DOMÍNGUEZ, 1969: 460-461). Agrega Serra Domínguez que "... la inexistencia de un acto opera

por sí misma ineficacia. En todos los ejemplos citados, al faltar incluso una simple apariencia de

legitimidad del acto procesal, no será precisa ni tan siquiera una denuncia de oficio o de parte de

tal inexistencia. Sin necesidad de declaración expresa en tal sentido, el acto, aunque así se

pretendiera, no producirá fuerza obligatoria alguna, ni en su caso será susceptible de ejecución. El

juez ante quien se formulara la pretensión fundada en dicho acto deberá limitarse a prescindir

de ella por absolutamente irrelevante". (SERRA DOMÍNGUEZ, 1969: 461).

La inexistencia se distingue de la nulidad por lo siguiente:

a) La inexistencia no acarrea ninguna consecuencia de orden jurídico, por lo que no precisa de

declaración judicial; en tanto que la nulidad no obsta los efectos jurídicos del acto procesal viciado,

los cuales permanecen vigentes hasta que aquélla sea declarada judicialmente.

b) La inexistencia no puede ser convalidada o subsanada (aunque cierto sector de la doctrina se

incline por su "conversión", sobre todo cuando el acto inexistente es integrado por otro que sí reúne

las condiciones mínimas para su consideración jurídica); mientras que la nulidad sí puede ser

susceptible de convalidación o subsanación.

c) La inexistencia puede ser alegada por la persona a la que se le imputa el vicio; la nulidad,

únicamente por quien no propició el vicio.

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Si se trata de algún acto introductorio del proceso (como la demanda o la resolución admisoria de

ésta), la inexistencia de aquél no genera un estado de litispendencia; la nulidad del acto en cuestión,

sí origina dicho estado (el mismo que existe aunque el elemento sobre el que reposa se encuentre

viciado).

4.2 Nulidad procesal relativa o anulabilidad

La nulidad procesal relativa (llamada también accidental o secundaria o anulabilidad) se configura

cuando las irregularidades que recaen en el acto cuestionado no tienen trascendencia, es decir, no

vulneran formalidades esenciales del proceso, por lo que el referido acto mantiene su vigencia si no

se declara judicialmente su invalidez. La nulidad procesal relativa puede ser objeto de subsanación y

convalidación, especialmente en aquellos casos en que los vicios que afectan al proceso no son

reclamados oportunamente por el interesado. Una situación de nulidad relativa sería la

representación defectuosa del demandante, la misma que puede ser subsanada posteriormente

(adjuntándose el poder correspondiente).

Suele decirse que las nulidades en general son de carácter relativo, esto es, se admite su

subsanación. Sin embargo, existen casos en que esta última no es posible (por lo que estaremos ante

nulidades procesales absolutas), como, por ejemplo, cuando:

a) La nulidad absoluta se encuentra legislada de manera expresa.

b) La nulidad absoluta está prevista implícitamente en el ordenamiento jurídico, lo que se da,

especialmente (no siempre), si se trata de normas:

- De orden público..

- Imperativas (como las que prevén requisitos o formalidades esenciales).

Liebman concibe como relativas "... las nulidades que pueden pronunciarse solamente a instancia de

parte interesada; son por eso nulidades esencialmente sanables, porque la falta de relieve de la

nulidad convalida el acto viciado; cuando un determinado requisito es establecido en interés de una

parte, la ley considera que la aquiescencia de ésta valga como síntoma suficiente para comprobar que

la falta de aquel requisito no ha lesionado en modo apreciable su legítimo interés y dispone por eso

que el acto mismo conserve su validez, como si hubiera sido perfecto". (LIEBMAN, 1980: 197).

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4.3 Nulidades procesales expresas o conminadas e implícitas o virtuales

Las nulidades procesales expresas o conminadas son aquellas que están previstas legalmente de un

modo claro y específico, vale decir, que se encuentran contempladas expresa o explícitamente en el

ordenamiento jurídico y no precisan de interpretación alguna.

Las nulidades procesales implícitas o virtuales son aquellas que están sobreentendidas como sanción

a la inobservancia de normas imperativas o de orden público. Al no encontrarse literalmente

descritas, es necesaria la correspondiente interpretación del texto de la ley a efecto de su

determinación.

Véscovi anota que "la doctrina, no sin discrepancias, ha creado la categoría de las llamadas

nulidades implícitas, que contradice al principio (de especificidad o legalidad) puesto que admite

que, al menos en ciertos casos, existen nulidades que no están previstas en la ley expresamente,

pero que resultan de principios contenidos en el texto (aunque no explicitados). Así sucede cuando

se 'violan las garantías fundamentales del proceso' o 'el derecho de defensa y de la debida

contradicción o audiencia bilateral', lo que también se ha llamado caso de indefensión". (VÉSCOVI,

1999: 264).

"... La distinción entre nulidades expresas o implícitas, a los efectos de su declaración, tiene un valor

relativo, porque lo que cuenta es el contenido de la forma. Es así que aun en los casos en que la

nulidad esté expresamente prevista, su declaración no tiene objeto, si no obstante el defecto que el

acto contenga el fin propuesto ha sido logrado (...). Recíprocamente, aun cuando no exista un texto

expreso, la declaración de nulidad es procedente si por la omisión de una formalidad establecida por

la ley o presupuesta para la validez del acto, se ha violado el derecho de defensa en juicio o se ha

ocasionado un perjuicio al derecho de las partes..." (ALSINA, 1956, Tomo I: 651).

4.4 Nulidades procesales de fondo y de forma

En relación al tema Rodríguez Espejo subraya que "... hay imperfecciones que producen la ineficacia

del fondo de la actuación. Ejemplo, impertinencia de una prueba, mientras otras ocasionan la

privación de sus efectos normales dejando absolutamente imprejuzgado el fondo; ejemplo,

proposición de prueba no hecha en forma. La distinción posee gran trascendencia, pues en tanto la

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invalidez de fondo da lugar a la definitiva anulación del acto imperfecto y la petición o decisión

contenida en el mismo no puede repetirse sin remover antes, mediante el cauce procesal de las

impugnaciones, la resolución invalidadora, la anulabilidad que no lesiona el fondo permite el

replanteamiento del acto nulo, siempre que lo autorice el juego de la preclusión". (RODRÍGUEZ

ESPEJO, 1976: 686).

4.5 Nulidades procesales saneables e insaneables

Las nulidades procesales saneables son aquellas que pueden ser subsanadas o convalidadas, ya sea

expresa o tácitamente. Las nulidades procesales insaneables son aquellas no susceptibles de

subsanación o convalidación.

4.6 Nulidades procesales totales y parciales

Las nulidad procesal total es aquella que implica la invalidez de todo el proceso. La nulidad procesal

parcial, en cambio, presupone la invalidación de algún o algunos actos procesales y no de todo el

proceso, o, igualmente, la afectación no de la integridad de un acto procesal sino sólo de parte de

él.

Sobre las mencionadas clases de nulidades procesales Juan Carlos Mendoza manifiesta que "...

todos los requisitos de validez de un acto pueden estar viciados, o pueden estarlo solamente algunos

de ellos. En el primer caso se habla de nulidad total y en el segundo de nulidad parcial.

Consecuentemente se producirá la pérdida de todos o de parte de los efectos que el acto

normalmente tendería a producir..." (MENDOZA, 1966: 165). Dicho autor agrega que "... la nulidad

total o parcial puede referirse a los elementos que constituyen un acto individual del proceso, a un

conjunto de actos procesales y aun a todo el proceso. Según el caso se mantendrán válidas las partes

no viciadas de un procedimiento o el proceso mismo, si es posible suplir la deficiencia. Para

establecer estas consecuencias, deberá tenerse en cuenta la relación en que se encuentran los

elementos de un acto o los actos entre sí: si son antecedentes, consecuentes o independientes. Los

primeros y los últimos no quedarán afectados; los consecuentes sí, entendiéndose que son tales en

cuanto vienen con posterioridad y se fundan en el elemento o en el acto viciado". (MENDOZA, 1966:

166).

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4.7 Nulidades procesales extensibles y no extensibles al trámite posterior del proceso

Las nulidades procesales extensibles al trámite posterior del proceso, llamadas también nulidades

comunicables, son aquellas que invalidan todo el procedimiento desarrollado después de producidas

por implicar la renovación de las actuaciones procesales afectadas, siempre y cuando los actos

procesales posteriores no guarden independencia respecto de aquellos que están viciados, porque, de

ser así, no alcanzará la respectiva declaración de nulidad a los actos que sean independientes del

acto u actos nulos. Esta clase de nulidad da lugar así a las llamadas nulidades derivadas. Así lo deja

entrever Morón Palomino cuando apunta que "si (...) la nulidad del acto procesal ocasiona la de aquellos

otros que le suceden y de él dependen, puede decirse que en estos casos se está a presencia de

nulidades derivadas". (MORÓN PALOMINO, 1962: 109).

En cambio, las nulidades procesales no extensibles al trámite posterior del proceso, denominadas

también incomunicables, están referidas a actuaciones cuya afectación no impide el desarrollo del

litigio, vale decir, que no influye en la validez o idoneidad de los actos procesales realizados

posteriormente.

4.8 Nulidad o invalidez de acto final y nulidad o invalidez de acto instrumental

Rodríguez Espejo, refiriéndose a la invalidez de acto final y a la de acto instrumental, dice que "...

la primera, es decir, la invalidez de un acto final, es de ordinario y mientras el acto no sea

convalidado por uno de los expedientes que el Derecho establece y regula con este fin,

completamente insubsanable. La segunda, o sea, la invalidez de un acto instrumental es, por el

contrario, automáticamente convalidable por el acto final perfecto, puesto que es la decisión última

del órgano jurisdiccional la que compendia, resume y da eficacia sustantiva a los actos procesales

intermedios". (RODRÍGUEZ ESPEJO, 1976: 680).

4.9 Nulidad o invalidez directa y nulidad o invalidez remota

Rodríguez Espejo, en relación a la nulidad o invalidez directa y nulidad o invalidez remota, apunta lo

siguiente:

"... De los actos instrumentales podría realizarse una clasificación ulterior basada en que su

anulabilidad ocasiona una privación directa o remota de los efectos jurídicos a que tiende.

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En efecto, el proceso comprende una sucesión de actos tendentes todos a obtener una resolución

jurisdiccional final. Por ello las actuaciones procesales intermedias se proyectan a conseguir un fin

inmediato directamente vinculado al acto procesal ulterior, al par que aspiran a obtener un fin

mediato, en función de su necesaria repercusión sobre la actividad terminal del proceso.

Pues bien (...), la imperfección del acto instrumental puede originar tanto su ineficacia directa cuando

sea privado del fin al que inmediatamente tendía; ejemplo, proposición de prueba inadmisible, cuanto

su ineficacia remota, cuando el acto sea desposeído de la eficacia mediata que aspiraba a conseguir;

ejemplo, prueba desatendida.

El hecho de que hasta ahora los procesalistas se hayan ocupado con exclusividad únicamente de la

anulabilidad directa, no es óbice para la existencia del fenómeno y lo correcto de su constatación.

Lo que indica tan sólo es la verdad de estos dos hechos incontrovertibles: 1º Que desde el punto de

vista procesal es mucho más importante y grave el primer tipo de anulabilidad que el segundo. 2º

Que la anulabilidad remota por encontrarse generalmente subsumida en la decisión final no es

fácilmente perceptible con claridad y evidencia". (RODRÍGUEZ ESPEJO, 1976: 680).

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