Resumen
El presente artículo ostenta una visión crítica, en relación a la dicotomía, que se exterioriza
entre la militancia política de los servidores públicos, su eventual ingreso a la rama judicial,
su ulterior reincorporación a la vida política en condición cíclica. Esta trágica coincidencia
pone en tela de juicio entre otros, los principios de imparcialidad e independencia judicial,
ejes fundamentales del quehacer de los togados. en otras palabras, esta dualidad, utilizada
indiscriminadamente por los denominados “funcionarios multipropósito” aniquila de
muerte originaria la democracia de cualquier Estado y el principio de participación
ciudadana. En efecto, genera barreras en contra de la correcta aplicación de la justicia.
Este ensayo fue erigido en consideración al artículo periodístico de José Apezarena
denominado “Congelar al juez que quiera ser político” publicado el 24 de mayo del 2016 en
el portal web periodístico EDC El Confidencial Digital, que trae a colación la abominable
historia de los juristas españoles Baltasar Garzón, José Antonio Alonso, Mariano Fernández
Bermejo, quienes utilizaron la denominada “puerta giratoria” entre sus cargos de naturaleza
política y la carrera judicial, con el objeto de favorecer interés propios y ajenos e inclusive
perpetrar las más cruentas retaliaciones en contra de sus opositores en virtud de las
facultades otorgadas legalmente. De forma similar, exhibe un enfoque comprometido con
el valor de la enseñanza del derecho para los futuros jueces y magistrados.
Palabras clave
Función jurisdiccional, partidismo político, imparcialidad judicial, independencia judicial.
Abstract
This article shows a critical vision in relation to the dichotomy that emerges between the
political militancy of public servants, their eventual entry into the judicial branch, their
subsequent reincorporation into political life in a cyclical condition. This tragic coincidence
calls into question, among others, the principles of impartiality and judicial independence,
fundamental axes in the work of the toga. This duality, used indiscriminately by the so-
called "multipurpose officials" exterminates the democracy of any State and the principle of
citizen participation of natural death. In effect, it generates barriers against the correct
application of justice.
This essay was erected in consideration of José Apezarena's newspaper article entitled
"Freeze the judge who wants to be a politician" published on May 24, 2016 on the
journalistic web portal EDC El Confidencial Digital, which brings up the abominable
history of Spanish jurists Baltasar Garzón, José Antonio Alonso, Mariano Fernández
Bermejo, who used the so-called "revolving door" between their positions of a political
nature and the judicial career, in order to favor their own interests and those of others and
even perpetrate the most cruel retaliation against their opponents by virtue of the powers
granted by law.
Similarly, it exhibits a committed approach to the value of law education for future judges
and magistrates.
Keywords
Jurisdictional function, political partisanship, judicial impartiality, judicial independence.
Introducción
“Quien hace política pacta con los
poderes diabólicos que acechan a todo poder.”
― Max Weber
los gobernantes de turno. Ha generado, entre otras, el flagelo más grande de la historia
patria. Es decir, el desarrollo de una corrupción tan marcada, que es conocida a nivel
mundial.
Ahora bien, Hablar de incompatibilidades entre la rama judicial y las restantes ramas del
poder público en manos de funcionaros elegidos por sufragio universal es un tema
controversial prima fascie. Basta con mencionar el principio de colaboración armónica
entre entidades del orden nacional y local que “asegura la concurrencia de diferentes
perspectivas y medios de acción para optimizar los fines que justifican y orientan las
actividades del Estado”. [ CITATION Gon13 \l 9226 ] Sin embargo,
En ese orden de ideas, La Constitución Española en dos artículos, deja clara la
incompatibilidad de la labor de juez o magistrado con la militancia política. Esta importante
decisión. Es decir, constitucionalizar “la incompatibilidad del partidismo político con la
carrera judicial” supone un avance significativo, con el objeto de contrarrestar las
facultades extraordinarias que emergen de la supina ignorancia de los miembros del
conglomerado social. Los cuales poseen la falsa creencia que los cargos de las tres ramas
del poder púbico están predestinados a los herederos de las personas que en primera
instancia ocuparon dicho empleo. En otras palabras, piensan que, el ingreso a fungir como
funcionario público es una cuestión linaje más que de mérito.
No se debe olvidar, Colombia fue fundada desde su mismo génesis como república, una
categoría que determino el sendero político de una incipiente nación. Ahora bien, al
desentrañar el significado etimológico de la palabra república, se tiene que, “res” significa
(cosa, o asunto) y publica (el pueblo). Al yuxtaponer estos conceptos nace por antonomasia
la noción de “cosa pública” o “asunto del pueblo.” En efecto, el solo hecho de mencionar la
acepción “gobierno del pueblo” hacía templar hasta el más déspota monarca de turno. Sin
embargo, aquí en suelo colombiano, no están interesados en saber, que significa
democracia, mucho menos la implicancia de un gobierno de corte republicano y
presidencialista. Claro está, la falacia se concentra en un punto clave, Martin Heidegger lo
llamaba “estado de interpretado” es decir, el colombiano cree fervientemente en las
palabras que dicen las autoridades, si el presidente afirma que la corrupción es un mal
generalizado en todo el mundo y que no hay remedio para ello, debe ser así, no hay otra
opción. Se tiende desesperadamente a seguir este dictamen. Dejamos de lado nuestra
autonomía de pensar y expresar ideas, para evitar hacer frente a la opinión de un
“autoridad” misma respaldada por otras “autoridades” en un círculo indefectible de derrota
infinita.
Inclusive la teoría de “la ponderación de principios y la fórmula del peso” endilgada por el
gran jurista alemán Robert Alexy consagra algunas falacias argumentativas e ideológicas al
respecto como lo menciona el magistrado de la honorable Corte Constitucional [CITATION
Car03 \l 9226 ] de la siguiente forma:
La contradicción entre las cargas de argumentación in dubio pro libertate e in dubio
pro legislatore también constituye un límite a la racionalidad de la ponderación, que
5
2 Centro de estudios de justicia de las Américas, reporte de la justicia en las Américas 2008-2009, Comisión
Europea para la Eficiencia de la Justicia, Sistemas Judiciales Europeos: Eficiencia y calidad de la Justicia-
edición 2010.
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ostentan los miembros de las esferas más elevadas de la conformación estructural orgánica
del Estado Colombiano gozan de prerrogativas que los simples mortales no podrían ni
siquiera soñar. Entonces, el ingreso a la Rama Judicial se convierte en un karma para los
abogados que no pueden sustentar dicha petición apoyados de un funcionario que haga las
veces de portal o más bien de intermediario para acceder a fungir como empleado
jurisdiccional.
En efecto, sí el ingreso a la Rama judicial es un reto, lograr un ascenso es
prácticamente una hazaña. Un joven secretario de un juzgado cualquiera se hace la
siguiente pregunta ¿Qué necesito para lograr ser juez? Muchos dictámenes optimistas le
dirían: merito, condiciones cognitivas de idoneidad, experiencia laboral, entre otras. Ese es
el deber ser del acceso a la función pública, sin embargo, el ser de esa bifurcación
representado por el siguiente paradigma es quien gana la contienda; escalar a un cargo de
mayor envergadura en Colombia es una carrera cuesta arriba, aunado a los serios obstáculos
antes mencionados. La vida de un jurista es muy corta para lograr trascender en las esferas
del poder público. No obstante, ¿Quién? sino un político fungiría como telesilla con el
objeto de socavar estas dificultades y de este modo ascender sin mayores preocupaciones a
través de la empinada colina de la jerarquizada burguesía Judicial. Lo anterior es una
interpretación indignante, que se convierte en realidad cotidiana para la mayoría de juristas
nacionales.
En segundo lugar, la mala enseñanza de la catedra de cultura jurídica es un
componente que juega en contra de los principios rectores de la actividad judicial. El
artículo 67 de la Constitución Política de 1991 puntualiza:
La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una
función social: con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica,
y a los demás bienes y valores de la cultura.3
Sin embargo, el deseo ferviente de conocimiento, el análisis íntegro de las ciencias
(en este caso puntual la ciencia jurídica), la fascinación por la técnica, pasaron a segundo
plano, respecto de las metas político-económicas de las facultades de derecho actuales. Son
pocos los estudiantes que se toman a pecho el estudio de las ciencias jurídicas, son pocos
los que prefieren leer un libro o un artículo científico a salir de festejo con sus amigos, son
pocos los estudiantes que intentan argumentar sus ideas no solo con los conocimientos
impartidos por sus maestros en el aula clase, sino que, a contrario sensu, buscan
desesperadamente métodos de aprendizaje alternativos con el objeto de superar a sus
propios maestros. Ergo, esta clase de estudiantes holgazanes, se convierte en su mayoría en
los jueces y magistrados que hoy en día gobiernan los despachos judiciales, claro está, con
ciertas salvedades.
De este modo, se hace obvio entonces, las personas que pasan por las universidades
en busca de un simple pedazo de papel que los identifique como abogados, son los blancos
más vulnerables de los antes denominados “padrinos políticos” por la simple razón que a
estos últimos no les interesa el bienestar del pueblo, sólo buscan satisfacer sus necesidades
3 Véase articulo 67 Constitución Política Colombiana de 1991
7
por medio de un voto. El sufragio universal un legado de la antigua cultura griega que
tantos conocimientos heredo a la humanidad, se convirtió hoy en un mecanismo de
opresión, codicia y corrupción. Sí los precursores de la democracia hubiesen imaginado el
futuro de su invención, aceptarían mejor no haberla creado.
EL PRINCIPIO DE INDEPENDENCIA JUDICIAL UNA VISIÓN UTÓPICA
DENTRO DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
El principio de independencia judicial es sin lugar a dudas una garantía
trascendental con la que cuentan los Estados de corte democrático con el objeto de permear
al conglomerado social de los abusos de la política local. Sin embargo, El jurista
colombiano [CITATION Jav08 \l 9226 ] dice al respecto: “Los jueces tienen la
independencia que los políticos estén dispuestos a concederles”. Esta frase surgió como una
sátira directa al autoritarismo que pretendió implementar el ex presidente Alvaro Uribe
Veléz en Colombia hace algunos años. Ahora bien ¿en qué consiste el principio de
independencia judicial? La sentencia C-037 de 1996 afirma; “los funcionarios encargados
de administrar justicia no se deben ver sometidos a ningún tipo de presiones, insinuaciones,
recomendaciones, exigencias determinaciones o consejos por partes de otros órganos del
poder judicial o inclusive de la misma rama judicial"[CITATION Vla96 \l 9226 ].
Para [ CITATION Ram99 \l 9226 ] ¨la independencia judicial no es otra cosa que la
manifestación de la autonomía del derecho frente a cualquier interés estatal.” En otras
palabras ¨ es la más eficiente base del Estado de derecho.¨ [CITATION Rad92 \p 17 \l
9226 ]
De igual forma, el artículo 230 de la Constitución Política Colombiano puntualiza;
“Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley. La equidad, la
jurisprudencia, los principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de
la actividad judicial”. En otras palabras, las decisiones de los jueces o magistrados no deben
estar coaptadas al arbitrio de las disposiciones de sus superiores jerárquicos dentro de la
rama judicial o por fuera de ella.
Ergo, del principio de independencia subyace otro gran principio de la labor
jurisdiccional, la imparcialidad, entendida esta como, el acceso a la justicia forma
igualitaria para todos los justiciables y más importante que el juez evite parcializar su juicio
con el objeto de favorecer intereses propios o ajenos. Porque “solamente la sentencia
jurisdiccional puede hacer nacer un derecho que no se tenía o hacer desaparecer uno que
existía.” Luis Ociel Castaño (como cito en Beatriz Quintero. 2007).
Cabe recalcar, la Carta Política de 1991 según respetados juristas como Miguel
Carbonell se erige como una Constitución de corte neo constitucionalista. Es decir, con su
entrada en vigencia se híper constitucionalizo el derecho colombiano. En otras palabras, el
catálogo de derechos fundamentales se ha ido incrementando paulatinamente, no solo
porque la propia norma los consigna explícitamente, sino porque la Corte Constitucional ha
creado muchos de ellos vía jurisprudencial. En efecto, que un órgano judicial ostente tanto
poder para inclusive saltarse el ordenamiento jurídico vigente, es señal de alerta, no por las
8
5 Esguerra Portocarrero, J. C. (10 de septiembre de 2017). LO QUE SIGNIFICA SER JUEZ. La corrupción
de los jueces es ni más ni menos que la corrupción de la sal. El Tiempo.
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totalmente salidas de contexto, ellos estaban obligados a respetar las disposiciones de sus
superiores, porque de contrario se verían sometidos al brutal poder represivo del imperio
Nazi. En aquel entonces y ahora en Colombia parece que la moral pasó a un segundo plano.
Finalmente, se debe añadir la justicia en el contexto colombiano se confunde con el
concepto de orden, para los colombianos estos términos son sinónimos. Están coaptados, es
decir; odian el caos, el desconcierto, la anarquía y pretenden reprimir ese sentimiento de
autodestrucción que invade cada parte su nuestro cuerpo, con una señal, necesitan cada vez
con más urgencia una especie de dictamen o más específicamente una ley que los tome de
la mano, como un padre cuando lleva a un hijo por el bosque, que les muestre el camino
que deben seguir, y son tan optimistas que creen que un grupo de burócratas tiene la
morfina que cura sus angustias. Lamentablemente esto no es posible, los magistrados de
hoy en día se parecen más a Dioses del Olimpo, con un estatus que evoca verdadera
reverencia, con total desprecio a lo terrenal, que a los verdaderos detentores del poder
jurisdiccional que deberían ser, impartiendo justicia para resolver los conflictos en
sociedad.
CONCLUSIONES
7 Roman Herzog, en Maunz-Dürig: Kommentar zum Grundgesetz, p. 152; citado en castellano en María Luz
Martínez Alarcón: La independencia judicial, Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004,
p. 45.
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En suma, el fin del Estado va más allá del bien común nacional también está el bien
común de la humanidad. En estos momentos Colombia, es reconocida a nivel mundial por
tener una de las mejores jurisdicciones constitucionales de Iberoamérica, motivo de orgullo.
No obstante, recientes escándalos ponen en tela de juicio esta apreciación tan
enriquecedora. El caso Pretelt Chaljub es un vivo ejemplo de lo antes expuesto, por culpa
de estos funcionarios amorales, desaparece la certeza de honestidad que tenía la Corte
Constitucional. Como un padre drogadicto pierde total autoridad cuando reprende a un hijo
por consumir sustancias psicoactivas, con este tipo de conductas reprochables los tribunales
de cierre del ordenamiento jurídico colombiano pierden la potestad de limitar las decisiones
que tomen sus inferiores en la estructura jerarquizada de la Rama Judicial en el Estado
colombiano, convirtiéndose así, en un referente negativo. Ahora bien, se debería acatar la
siguiente recomendación expuesta por columnista Ph. D. en Derecho Público Francisco
Barbosa que señala al respecto:
Los cimientos sobre los cuales se fundó la Constitución Política del 1991 se están
desvaneciendo. Si queremos un nuevo pacto nacional es necesario que la justicia y
sus instituciones, incluida la Corte Constitucional, se repiensen. No se puede confiar
en quien da muestras de improbidad.[ CITATION Bar15 \l 9226 ]
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