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LA INCOMPATIBILIDAD ENTRE EL PARTIDISMO POLÍTICO Y LA CARRERA


JUDICIAL

Víctor Camilo Ortega Botina1


Universidad de Medellín

Resumen
El presente artículo ostenta una visión crítica, en relación a la dicotomía, que se exterioriza
entre la militancia política de los servidores públicos, su eventual ingreso a la rama judicial,
su ulterior reincorporación a la vida política en condición cíclica. Esta trágica coincidencia
pone en tela de juicio entre otros, los principios de imparcialidad e independencia judicial,
ejes fundamentales del quehacer de los togados. en otras palabras, esta dualidad, utilizada
indiscriminadamente por los denominados “funcionarios multipropósito” aniquila de
muerte originaria la democracia de cualquier Estado y el principio de participación
ciudadana. En efecto, genera barreras en contra de la correcta aplicación de la justicia.
Este ensayo fue erigido en consideración al artículo periodístico de José Apezarena
denominado “Congelar al juez que quiera ser político” publicado el 24 de mayo del 2016 en
el portal web periodístico EDC El Confidencial Digital, que trae a colación la abominable
historia de los juristas españoles Baltasar Garzón, José Antonio Alonso, Mariano Fernández
Bermejo, quienes utilizaron la denominada “puerta giratoria” entre sus cargos de naturaleza
política y la carrera judicial, con el objeto de favorecer interés propios y ajenos e inclusive
perpetrar las más cruentas retaliaciones en contra de sus opositores en virtud de las
facultades otorgadas legalmente. De forma similar, exhibe un enfoque comprometido con
el valor de la enseñanza del derecho para los futuros jueces y magistrados.
Palabras clave
Función jurisdiccional, partidismo político, imparcialidad judicial, independencia judicial.
Abstract
This article shows a critical vision in relation to the dichotomy that emerges between the
political militancy of public servants, their eventual entry into the judicial branch, their
subsequent reincorporation into political life in a cyclical condition. This tragic coincidence
calls into question, among others, the principles of impartiality and judicial independence,
fundamental axes in the work of the toga. This duality, used indiscriminately by the so-

1 Abogado egresado de la Institución Universitaria Cesmag. Estudiante Maestría en derecho Procesal de la


Universidad de Medellín. Abogado litigante. Conciliador en derecho. Correo electrónico:
Camilortega1989@hotmail.com
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called "multipurpose officials" exterminates the democracy of any State and the principle of
citizen participation of natural death. In effect, it generates barriers against the correct
application of justice.

This essay was erected in consideration of José Apezarena's newspaper article entitled
"Freeze the judge who wants to be a politician" published on May 24, 2016 on the
journalistic web portal EDC El Confidencial Digital, which brings up the abominable
history of Spanish jurists Baltasar Garzón, José Antonio Alonso, Mariano Fernández
Bermejo, who used the so-called "revolving door" between their positions of a political
nature and the judicial career, in order to favor their own interests and those of others and
even perpetrate the most cruel retaliation against their opponents by virtue of the powers
granted by law.
Similarly, it exhibits a committed approach to the value of law education for future judges
and magistrates.

Keywords
Jurisdictional function, political partisanship, judicial impartiality, judicial independence.

Introducción
“Quien hace política pacta con los
poderes diabólicos que acechan a todo poder.”
― Max Weber

El Estado Colombiano se engendró bajo un marcado espectro de disidencia política, la


cosmovisión de los líderes estatales de antaño, no difiere en su gran mayoría de la que
tienen los actuales dirigentes. En un país donde la idea de justicia y orden se confunden, se
entrelazan y se amalgaman como términos sinónimos, la labor de los jueces cobra especial
relevancia en la construcción de una sociedad garante de los derechos fundamentales.
Cabe recalcar, en un sistema constitucional de tipo presidencialista como acaece en
Colombia, que ha sido el modelo seguido por el constituyente originario, la rama judicial
conforma sólo uno de los tres poderes en que se divide el Estado. No obstante, el poder
jurisdiccional ha cobrado especial relevancia en los últimos años, desde la entrada en
vigencia de la Constitución Política de 1991. Paralelamente, la corriente del neo
constitucionalismo, convierte a las Constituciones en catálogos de derechos fundamentales,
valores y principios. En otras palabras, retoma y enaltece los postulados antiquísimos del
Iusnaturalismo, los repolariza y como resultado presenta una “nueva visión del derecho”
totalmente carente de impacto. El tratadista y ex magistrado constitucional [CITATION
Tam06 \p 362 \l 9226 ] refiere al respecto:
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Cuando escribí mis primeros artículos sobre interpretación constitucional y Nuevo


Derecho, advertía sobre los peligros de esta última corriente y del excesivo
activismo judicial de la Corte Constitucional, pues se corría el riesgo que con ambas
doctrinas la jurisprudencia pudiera convertir el sistema político en una barca al
vaivén del decisionismo de la Corporación y que con dicha concepción del derecho
y de su aplicación se podía justificar bajo el ropaje del Estado de Derecho cualquier
régimen corrupto o totalitario de izquierda o de derecha, que en todo caso minara el
sistema democrático. Que no enjuiciaba yo los fallos en concreto, la mayoría de los
cuales me parecían justos a la luz del derecho natural, sino el método de aplicación
de la Constitución, justo por ese peligro de antidemocracia.
Ahora bien, autores como [CITATION PIE01 \l 9226 ] discriminan los postulados del
Neoconstitucionalismo en los siguientes cinco epígrafes:
Más principios que reglas; más ponderación que subsunción; omnipresencia de la
Constitución en todas las áreas jurídicas y en todos los conflictos mínimamente
relevantes, en lugar de espacios exentos a favor de la opción legislativa o
reglamentaria; omnipotencia judicial en lugar de autonomía del legislador ordinario;
y, por último, coexistencia de una constelación plural de valores, a veces
tendencialmente contradictorios, en lugar de homogeneidad ideológica en torno a un
puñado de principios coherentes entre sí y en torno, sobre todo, a las sucesivas
opciones legislativas.
Esta corriente retumba con mayor eco en los denominados Estados paternalistas, en donde
la voluntad de unos pocos se hace ley para muchos. Es decir, los gobernantes actúan como
verdaderos pater familias y los ciudadanos como sus ineptos hijos sin voz ni voto en la
relación radicalmente desigual, al recordar que el pater familias en la antigua gozaba
incluso con la capacidad de disponer de la vida de sus hijos. Cabe recalcar, el columnista
[ CITATION Gav12 \l 9226 ] critica a los gobernantes y funcionarios públicos con
ideologías desdeñosas para una sociedad moderna:
El gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, decidió hace unos días prohibir los
concursos de belleza y los desfiles de moda en los colegios públicos del
departamento, pues, en su opinión, “nada aportan a la formación ética... y
constituyen una actividad discriminatoria, humillante y atentatoria de la dignidad
femenina”. El procurador Alejandro Ordóñez respaldó la decisión del gobernador
con argumentos similares. “Me gusta la idea”, dijo. “La cultura hedonista, la vida
fácil, es una de las causas del progresivo deterioro de las ideas y de los valores”,
enfatizó. “Ipsedixistas” llamaba el filósofo Jeremías Bentham a los reformadores
sociales que pretenden convertir sus prejuicios personales en imperativos
categóricos, en decretos, leyes o mandatos. La palabreja ya se olvidó (con razón).
Pero el concepto es ahora más relevante que nunca.
De otro lado, algunos presidentes colombianos han considerado que, el Estado es; su
propiedad, su granja, su hacienda. Esa incapacidad en diferenciar la propiedad común con
su propio peculio es lo que Octavio Paz denomina “Estado patrimonial”. Esta vicisitud de
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los gobernantes de turno. Ha generado, entre otras, el flagelo más grande de la historia
patria. Es decir, el desarrollo de una corrupción tan marcada, que es conocida a nivel
mundial.
Ahora bien, Hablar de incompatibilidades entre la rama judicial y las restantes ramas del
poder público en manos de funcionaros elegidos por sufragio universal es un tema
controversial prima fascie. Basta con mencionar el principio de colaboración armónica
entre entidades del orden nacional y local que “asegura la concurrencia de diferentes
perspectivas y medios de acción para optimizar los fines que justifican y orientan las
actividades del Estado”. [ CITATION Gon13 \l 9226 ] Sin embargo,
En ese orden de ideas, La Constitución Española en dos artículos, deja clara la
incompatibilidad de la labor de juez o magistrado con la militancia política. Esta importante
decisión. Es decir, constitucionalizar “la incompatibilidad del partidismo político con la
carrera judicial” supone un avance significativo, con el objeto de contrarrestar las
facultades extraordinarias que emergen de la supina ignorancia de los miembros del
conglomerado social. Los cuales poseen la falsa creencia que los cargos de las tres ramas
del poder púbico están predestinados a los herederos de las personas que en primera
instancia ocuparon dicho empleo. En otras palabras, piensan que, el ingreso a fungir como
funcionario público es una cuestión linaje más que de mérito.
No se debe olvidar, Colombia fue fundada desde su mismo génesis como república, una
categoría que determino el sendero político de una incipiente nación. Ahora bien, al
desentrañar el significado etimológico de la palabra república, se tiene que, “res” significa
(cosa, o asunto) y publica (el pueblo). Al yuxtaponer estos conceptos nace por antonomasia
la noción de “cosa pública” o “asunto del pueblo.” En efecto, el solo hecho de mencionar la
acepción “gobierno del pueblo” hacía templar hasta el más déspota monarca de turno. Sin
embargo, aquí en suelo colombiano, no están interesados en saber, que significa
democracia, mucho menos la implicancia de un gobierno de corte republicano y
presidencialista. Claro está, la falacia se concentra en un punto clave, Martin Heidegger lo
llamaba “estado de interpretado” es decir, el colombiano cree fervientemente en las
palabras que dicen las autoridades, si el presidente afirma que la corrupción es un mal
generalizado en todo el mundo y que no hay remedio para ello, debe ser así, no hay otra
opción. Se tiende desesperadamente a seguir este dictamen. Dejamos de lado nuestra
autonomía de pensar y expresar ideas, para evitar hacer frente a la opinión de un
“autoridad” misma respaldada por otras “autoridades” en un círculo indefectible de derrota
infinita.
Inclusive la teoría de “la ponderación de principios y la fórmula del peso” endilgada por el
gran jurista alemán Robert Alexy consagra algunas falacias argumentativas e ideológicas al
respecto como lo menciona el magistrado de la honorable Corte Constitucional [CITATION
Car03 \l 9226 ] de la siguiente forma:
La contradicción entre las cargas de argumentación in dubio pro libertate e in dubio
pro legislatore también constituye un límite a la racionalidad de la ponderación, que
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depara al intérprete un margen de subjetividad. La aplicación de una u otra carga


depende de la postura ideológica del juez.
En este sentido, el gran problema de esta dicotomía es el grado de subjetividad que emerge
del estudio de premisas que, a priori conforman el acervo dogmático de los operadores
judiciales.
¿EL PARTIDISMO POLÍTICO SESGA LAS DIATRIBAS JURISDICCIONALES?
La respuesta a la pregunta planteada puede ser expresada desde varios enfoques
desarrollados en dos ideas principales. En primer lugar, los jueces o magistrados deben ser
un modelo a seguir. En palabras de Jorge Malem Seña (como se citó en Piero
Calamandrei.1989)
Tan elevada es nuestra estimación por la misión del juez y tan necesaria la confianza
a él, que las debilidades humanas que no se notan ni se perdonan en otro orden de
funcionarios públicos, parecen inconcebibles en un magistrado… Los jueces son
como los que pertenecen a una orden religiosa. Cada uno de ellos tiene que ser un
ejemplo de virtud, sino quieren que los creyentes pierdan la fe.
Así las cosas, la labor de los togados debe estar en consonancia con los principios
rectores axiológicos que gobiernan a una sociedad en particular. En ese entendido,
[CITATION Ser11 \p 165 \l 9226 ] afirma:
El Estado constitucional asume la defensa de una constitución en la que se reflejan
tres valores: el político, el moral y el jurídico, que se traducen en contenidos
políticos como las directrices, axiológicos como los valores y axiológico-
deontológicos como los principios jurídicos.
En Colombia es bien sabido que, el descaro y la falta de ética profesional de algunos
funcionarios públicos, genera una desconfianza legitima por parte del conglomerado social
hacia estos, en especial la Rama Judicial. Acontece que los jueces son parte de un sistema
que se ve perjudicado por dos razones básicas: la falta de un mecanismo transparente para
ascender dentro de la carrera judicial y la presión política y partidaria para nombrar
operadores judiciales que sean fieles y no gocen de autonomía. Cabe recalcar, Según la
Corporación de Excelencia en la Justicia, nuestro país es el segundo, después de Costa
Rica, con más juristas por cada 1.000 habitantes del mundo.2 Esta cifra escandalosa trae
consigo una serie de dificultades concatenadas para los abogados sin experiencia, la más
preocupante sin lugar a dudas es, la carencia de oportunidades laborales. Facturando como
consecuencia que, los juristas deban acudir a los denominados “padrinos políticos” en
busca de una solución para su situación profesional.
En ese orden de ideas, las expectativas laborales de los juristas principiantes quedan
relegadas a la voluntad de un agente del Estado. No se debe olvidar, los cargos públicos que

2 Centro de estudios de justicia de las Américas, reporte de la justicia en las Américas 2008-2009, Comisión
Europea para la Eficiencia de la Justicia, Sistemas Judiciales Europeos: Eficiencia y calidad de la Justicia-
edición 2010.
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ostentan los miembros de las esferas más elevadas de la conformación estructural orgánica
del Estado Colombiano gozan de prerrogativas que los simples mortales no podrían ni
siquiera soñar. Entonces, el ingreso a la Rama Judicial se convierte en un karma para los
abogados que no pueden sustentar dicha petición apoyados de un funcionario que haga las
veces de portal o más bien de intermediario para acceder a fungir como empleado
jurisdiccional.
En efecto, sí el ingreso a la Rama judicial es un reto, lograr un ascenso es
prácticamente una hazaña. Un joven secretario de un juzgado cualquiera se hace la
siguiente pregunta ¿Qué necesito para lograr ser juez? Muchos dictámenes optimistas le
dirían: merito, condiciones cognitivas de idoneidad, experiencia laboral, entre otras. Ese es
el deber ser del acceso a la función pública, sin embargo, el ser de esa bifurcación
representado por el siguiente paradigma es quien gana la contienda; escalar a un cargo de
mayor envergadura en Colombia es una carrera cuesta arriba, aunado a los serios obstáculos
antes mencionados. La vida de un jurista es muy corta para lograr trascender en las esferas
del poder público. No obstante, ¿Quién? sino un político fungiría como telesilla con el
objeto de socavar estas dificultades y de este modo ascender sin mayores preocupaciones a
través de la empinada colina de la jerarquizada burguesía Judicial. Lo anterior es una
interpretación indignante, que se convierte en realidad cotidiana para la mayoría de juristas
nacionales.
En segundo lugar, la mala enseñanza de la catedra de cultura jurídica es un
componente que juega en contra de los principios rectores de la actividad judicial. El
artículo 67 de la Constitución Política de 1991 puntualiza:
La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una
función social: con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica,
y a los demás bienes y valores de la cultura.3
Sin embargo, el deseo ferviente de conocimiento, el análisis íntegro de las ciencias
(en este caso puntual la ciencia jurídica), la fascinación por la técnica, pasaron a segundo
plano, respecto de las metas político-económicas de las facultades de derecho actuales. Son
pocos los estudiantes que se toman a pecho el estudio de las ciencias jurídicas, son pocos
los que prefieren leer un libro o un artículo científico a salir de festejo con sus amigos, son
pocos los estudiantes que intentan argumentar sus ideas no solo con los conocimientos
impartidos por sus maestros en el aula clase, sino que, a contrario sensu, buscan
desesperadamente métodos de aprendizaje alternativos con el objeto de superar a sus
propios maestros. Ergo, esta clase de estudiantes holgazanes, se convierte en su mayoría en
los jueces y magistrados que hoy en día gobiernan los despachos judiciales, claro está, con
ciertas salvedades.
De este modo, se hace obvio entonces, las personas que pasan por las universidades
en busca de un simple pedazo de papel que los identifique como abogados, son los blancos
más vulnerables de los antes denominados “padrinos políticos” por la simple razón que a
estos últimos no les interesa el bienestar del pueblo, sólo buscan satisfacer sus necesidades
3 Véase articulo 67 Constitución Política Colombiana de 1991
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por medio de un voto. El sufragio universal un legado de la antigua cultura griega que
tantos conocimientos heredo a la humanidad, se convirtió hoy en un mecanismo de
opresión, codicia y corrupción. Sí los precursores de la democracia hubiesen imaginado el
futuro de su invención, aceptarían mejor no haberla creado.
EL PRINCIPIO DE INDEPENDENCIA JUDICIAL UNA VISIÓN UTÓPICA
DENTRO DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO COLOMBIANO
El principio de independencia judicial es sin lugar a dudas una garantía
trascendental con la que cuentan los Estados de corte democrático con el objeto de permear
al conglomerado social de los abusos de la política local. Sin embargo, El jurista
colombiano [CITATION Jav08 \l 9226 ] dice al respecto: “Los jueces tienen la
independencia que los políticos estén dispuestos a concederles”. Esta frase surgió como una
sátira directa al autoritarismo que pretendió implementar el ex presidente Alvaro Uribe
Veléz en Colombia hace algunos años. Ahora bien ¿en qué consiste el principio de
independencia judicial? La sentencia C-037 de 1996 afirma; “los funcionarios encargados
de administrar justicia no se deben ver sometidos a ningún tipo de presiones, insinuaciones,
recomendaciones, exigencias determinaciones o consejos por partes de otros órganos del
poder judicial o inclusive de la misma rama judicial"[CITATION Vla96 \l 9226 ].
Para [ CITATION Ram99 \l 9226 ] ¨la independencia judicial no es otra cosa que la
manifestación de la autonomía del derecho frente a cualquier interés estatal.” En otras
palabras ¨ es la más eficiente base del Estado de derecho.¨ [CITATION Rad92 \p 17 \l
9226 ]
De igual forma, el artículo 230 de la Constitución Política Colombiano puntualiza;
“Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley. La equidad, la
jurisprudencia, los principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de
la actividad judicial”. En otras palabras, las decisiones de los jueces o magistrados no deben
estar coaptadas al arbitrio de las disposiciones de sus superiores jerárquicos dentro de la
rama judicial o por fuera de ella.
Ergo, del principio de independencia subyace otro gran principio de la labor
jurisdiccional, la imparcialidad, entendida esta como, el acceso a la justicia forma
igualitaria para todos los justiciables y más importante que el juez evite parcializar su juicio
con el objeto de favorecer intereses propios o ajenos. Porque “solamente la sentencia
jurisdiccional puede hacer nacer un derecho que no se tenía o hacer desaparecer uno que
existía.” Luis Ociel Castaño (como cito en Beatriz Quintero. 2007).
Cabe recalcar, la Carta Política de 1991 según respetados juristas como Miguel
Carbonell se erige como una Constitución de corte neo constitucionalista. Es decir, con su
entrada en vigencia se híper constitucionalizo el derecho colombiano. En otras palabras, el
catálogo de derechos fundamentales se ha ido incrementando paulatinamente, no solo
porque la propia norma los consigna explícitamente, sino porque la Corte Constitucional ha
creado muchos de ellos vía jurisprudencial. En efecto, que un órgano judicial ostente tanto
poder para inclusive saltarse el ordenamiento jurídico vigente, es señal de alerta, no por las
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implicancias epistemológicas si no por las incompatibilidades ontológicas. Ergo, esa


capacidad imperante podría ser utilizada por algunos funcionarios de nobleza burocrática
colombiana con fines maquiavélicos por la propia Corte Constitucional en sí misma no es
fin es un medio.
De manera análoga, los artículos 9 y 53 de la Constitución española señala; “los
Jueces deben convertirse en verdaderos agentes de transformación social”. En efecto, los
operadores judiciales son un producto de la sociedad, con ideologías correctas y otras veces
equivocadas, “por esta razón, no es de extrañar que popularmente, en los corrillos
judiciales, se suela decir que para ser juez es necesario ser buena persona, y si sabe derecho
tanto mejor”.[CITATION Señ \p 136-137 \l 9226 ] un juez con doble moral es in extremis
un peligro constante para la correcta administración de justicia.
Por otro lado, el artículo 97 de la Ley Fundamental de Bonn determina: “los jueces
son independientes, estando sometidos únicamente a la ley”. La redacción de la norma es
claramente acorde a los principios del positivismo jurídico, la jurisprudencia de conceptos y
los postulados de la escuela de la exegesis reinantes a principios y a mediados del siglo XX.
Sin embargo, que los togados estén sometidos únicamente al arbitrio de la ley, claramente,
limita el sendero de discrecionalidad que se otorga a estos funcionarios en tiempos
contemporáneos. Con esta afirmación, no se quiere decir que; la equidad, la jurisprudencia,
los principios generales del derecho y la doctrina son criterios que entorpecen la correcta
administración de justicia. Sin embargo, fundar las decisiones judiciales en cinco criterios y
no en un solo como lo exigía la ley fundamental de Bonn, genera un espacio facultativo
suficientemente amplio para argumentar a favor de interés difusos. Es decir:
Nuestro sistema jurídico contempla el Principio de Legalidad, que en el fondo no
hace más que sujetar a derecho la actividad de los Poderes Públicos del Estado. De
ahí que el Poder Judicial esté regulado por el derecho, más que por los influjos
políticos, incluso el Congreso Nacional, de donde emana toda la producción
normativa, en ˙última instancia, debe someterse al marco jurídico que le permite su
actividad política. [CITATION CAS07 \p 205 \l 9226 ]
LA JUSTICIA NO PUEDE QUEDAR EN MANOS DEL PARTIDISMO POLÍTICO
En la actualidad el Estado colombiano cursa una situación patética. Al considerar
que, la corrupción ataca en todos los niveles. En la lista hay senadores, representantes a la
Cámara, exministros, exmagistrados, consejeros presidenciales, gobernadores, alcaldes,
concejales, diputados y contralores. Ahora bien, todos los funcionaros investigados
penalmente militan o militaban con alguno de los 12 partidos políticos registrados
oficialmente y que cuentan con personería jurídica en Colombia. Por lo menos antes eran
dos partidos los que acaparaban la atención de la justicia temprana, ahora se sumaron diez
partidos más. Cabe reflexionar, sí no se ejerce control en la conformación de estos entes
dañinos para sociedad, pronto el país olvidará sus fines esenciales y se convertirá en una
aristocracia.
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En ese orden de ideas, cuando pensamos en Justicia, descriptivamente se presenta en


el imaginativo colectivo una imagen representada por una señora con túnica blanca
impoluta, báscula y espada en mano y los ojos vendados. Sin embargo, si se coteja esta
ilustración y se hace abstracción con la realidad política del país, la efigie cambia
radicalmente. En un país gobernado por herederos de políticos que en tiempos de antaño
manipularon los hilos del Estado y sus hijos ahora hacen lo mismo con mayor autoridad, la
imagen de la diosa Temis debería ser la misma anteriormente descrita, pero con un
componente adicional, una daga en el cuello que le ordene hacia qué lado debe inclinar la
balanza.
En contraste, a la población en general pareciera no importarle demasiado que los
escándalos de corrupción afectan cada día; sus bolsillos, la administración de justicia, la
educación de sus hijos y por ende su calidad de vida. Claro está, retomando lo dicho en la
introducción, ellos poseen la falsa creencia que los bienes del Estado no son suyos, que al
marcar con una x un tarjetón se lavan las manos y que otros hagan del país lo que les venga
en gana, ¡error! Porque al final el peso de todas esas malas decisiones deberá ser asumido
por ellos mismos, causa y efecto. No hay que olvidar que la soberanía reside
exclusivamente en el pueblo4 esta frase consignada por primera vez en la Constitución
española de 1978, no fue una veleidad, muchas; revoluciones, muertes y guerras
antecedieron a su consecución. Es el momento de reaccionar, arrebatar a los corruptos la
daga de la opresión y con la misma salvaguardar la justicia que unos pocos quieren
arrebatarles.
En ese entendido, se puede dilucidar, la Rama Judicial en Colombia no está al
servicio de la Justicia, si no a favor del partido político preponderante. No obstante, habría
que hacer sus salvedades, verbi gracia, él ex magistrado y hoy columnista del periódico El
Tiempo Juan Carlos Esguerra Portocarrero, ataca mordazmente los excesos en que, incurren
diariamente algunos funcionarios jurisdiccionales y puntualiza:
Nada, entonces, más profundamente doloroso –e indignante– que asomarse a unas
noticias y denuncias que dan cuenta de conductas de las que, al parecer, son
responsables unos colegas (¡qué vergüenza!) que, de ser así, mancharon –a base de
traficar sentencias de absolución y cartas de recomendación– los palacios de justicia
que indignamente han ocupado, y que con tanta devoción han construido sucesivas
generaciones de jueces que fueron, como tiene que ser, hombres y mujeres de bien y
punto de referencia en materia de probidad, de carácter y de temple moral.5
De igual forma, esta dolorosa realidad reminiscencia lo acontecido en Alemania con
la segunda guerra mundial, es decir, la sumisión de jueces y magistrados a las órdenes de
los miembros del Tercer Reich. A pesar de basar sus motivación y fallos en normas

4 Véase articulo 3 Constitución Política Colombiana de 1991, La soberanía reside exclusivamente en el


pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo la ejerce en forma directa o por medio de sus
representantes, en los términos que la Constitución establece.

5 Esguerra Portocarrero, J. C. (10 de septiembre de 2017). LO QUE SIGNIFICA SER JUEZ. La corrupción
de los jueces es ni más ni menos que la corrupción de la sal. El Tiempo.
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totalmente salidas de contexto, ellos estaban obligados a respetar las disposiciones de sus
superiores, porque de contrario se verían sometidos al brutal poder represivo del imperio
Nazi. En aquel entonces y ahora en Colombia parece que la moral pasó a un segundo plano.
Finalmente, se debe añadir la justicia en el contexto colombiano se confunde con el
concepto de orden, para los colombianos estos términos son sinónimos. Están coaptados, es
decir; odian el caos, el desconcierto, la anarquía y pretenden reprimir ese sentimiento de
autodestrucción que invade cada parte su nuestro cuerpo, con una señal, necesitan cada vez
con más urgencia una especie de dictamen o más específicamente una ley que los tome de
la mano, como un padre cuando lleva a un hijo por el bosque, que les muestre el camino
que deben seguir, y son tan optimistas que creen que un grupo de burócratas tiene la
morfina que cura sus angustias. Lamentablemente esto no es posible, los magistrados de
hoy en día se parecen más a Dioses del Olimpo, con un estatus que evoca verdadera
reverencia, con total desprecio a lo terrenal, que a los verdaderos detentores del poder
jurisdiccional que deberían ser, impartiendo justicia para resolver los conflictos en
sociedad.

CONCLUSIONES

Se hace imprescindible replantear la noción de independencia judicial en el


imaginario popular, considerada esta como un mecanismo esencial al momento de proteger
los derechos humanos y que, por otro lado, garantiza la efectividad de los principios,
derechos y deberes consagrados en la Constitución.6 Un frase muy disiente del libertador
Simón Bolívar afirma; “Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la
senda de los sacrificios”. En efecto, el triunfo más relevante para la sociedad colombiana
consistiría en reaccionar ante los abusos que cometen los denominados “funcionaros
multipropósito”, más aun, reafirmar el principio de separación de poderos endilgado por
Montesquieu en su famosa obra El Espíritu de las Leyes (título original, en francés: De
l'esprit des lois, 1748) al considerar que, el principio de independencia judicial es una clara
manifestación de este último. con el objeto de conseguir que las decisiones jurisdiccionales
se ajusten estrictamente a derecho y no a las veleidades de unos pocos. En consecuencia, se
puede decir que, “el Poder Judicial hoy en día es la única garantía de la idea de la
separación de poderes”.7

En segundo lugar, debe cambiar la forma como se enseña el derecho en Colombia,


“La reforma de la enseñanza del derecho es importante para que éste cumpla su verdadera
6 Véase articulo 2 Constitución Política Colombiana de 1991, Son fines esenciales del Estado: servir a la
comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes
consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la
vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional,
mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo. Las
autoridades de la República están instituidas para proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su
vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades, y para asegurar el cumplimiento de los deberes
sociales del Estado y de los particulares.

7 Roman Herzog, en Maunz-Dürig: Kommentar zum Grundgesetz, p. 152; citado en castellano en María Luz
Martínez Alarcón: La independencia judicial, Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2004,
p. 45.
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función social y para que sea un instrumento eficaz en la realización de la justicia”.


[ CITATION Mon99 \l 9226 ] de igual forma Paulo Freire8 puntualiza: “Es necesario
desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la
respuesta. Los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho”. De esta
forma, esos docentes que pretenden enseñar con “código en mano” deben ser desterrados
del país, el estudio del derecho no solo busca que los estudiantes memoricen artículos de
normas que se reformulan a diario, por el contrario, el estudio de la ciencia jurídica implica,
ilustrar para la paz, la convivencia, la tolerancia, el respeto de los derechos humanos, y la
democracia participativa. De esta forma, se combatiría de mejor manera a los detentores del
poder que buscan socavar la soberanía del pueblo.

Ergo, formar abogados íntegros ética y moralmente, que posteriormente se


convertirán en los jueces y magistrados que el pueblo requiere; es una tarea ardua, una
obligación sinalagmática entre Estado y universidades, un compromiso imperativo de los
jóvenes estudiantes. El país está pasando por uno de los momentos más críticos con
respecto a la abominable corrupción. Sin embargo, nunca es tarde para lograr un cambio,
con tesón y esfuerzo todo es posible.

En suma, el fin del Estado va más allá del bien común nacional también está el bien
común de la humanidad. En estos momentos Colombia, es reconocida a nivel mundial por
tener una de las mejores jurisdicciones constitucionales de Iberoamérica, motivo de orgullo.
No obstante, recientes escándalos ponen en tela de juicio esta apreciación tan
enriquecedora. El caso Pretelt Chaljub es un vivo ejemplo de lo antes expuesto, por culpa
de estos funcionarios amorales, desaparece la certeza de honestidad que tenía la Corte
Constitucional. Como un padre drogadicto pierde total autoridad cuando reprende a un hijo
por consumir sustancias psicoactivas, con este tipo de conductas reprochables los tribunales
de cierre del ordenamiento jurídico colombiano pierden la potestad de limitar las decisiones
que tomen sus inferiores en la estructura jerarquizada de la Rama Judicial en el Estado
colombiano, convirtiéndose así, en un referente negativo. Ahora bien, se debería acatar la
siguiente recomendación expuesta por columnista Ph. D. en Derecho Público Francisco
Barbosa que señala al respecto:

Los cimientos sobre los cuales se fundó la Constitución Política del 1991 se están
desvaneciendo. Si queremos un nuevo pacto nacional es necesario que la justicia y
sus instituciones, incluida la Corte Constitucional, se repiensen. No se puede confiar
en quien da muestras de improbidad.[ CITATION Bar15 \l 9226 ]

8 Paulo Freire. Véase Wikipedia, Recuperado el 16 de noviembre de 2017 de


https://es.wikipedia.org/wiki/Paulo_Freire, La pedagogía crítica ha sido considerada en la actualidad como el
nuevo camino de la pedagogía, una en la cual se invite a las dos partes involucradas a construir sociedad
desde la conciencia de los problemas sociales que se viven a diario y que afectan de manera directa e indirecta
a las aulas de clase. Unos de los representantes de esta pedagogía fue Paulo Freire, ex ministro de educación
de su país, Brasil. Freire planteó que la educación en cada país debe de convertirse en un proceso político,
cada sujeto hace política desde cualquier espacio donde se encuentre y el aula de clase no puede ser
indiferente frente a este proceso; para este crítico de la educación, se debe construir el conocimiento, desde las
diferentes realidades que afectan a los dos sujetos políticos en acción, aprendiz y maestro.
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