FACULTAD DE HUMANIDADES
Los trastornos de ansiedad son en gran medida unos de los que alterna la
funcionabilidad completa de la persona. La aísla de las interacciones sociales, limita su
labor en el trabajo, inclusive daña las relaciones de pareja. En fin, daña completamente
a la persona.
Por otro lado, la Ansiedad Social gira bajo el supuesto que la persona no tolerará las
observaciones o las emisiones que sus pares o demás personas dirigen hacia él en las
actividades que realiza, por ejemplo un joven universitario al exponer frente a sus
compañeros, el hacer una petición a un jefe, etc., son algunos casos de las situaciones
que desencadenan la Ansiedad Social.
Para esto, las técnicas con mayor eficacia según las investigaciones son la Exposición
en Vivo (EV) y la Terapia Cognitiva Conductual (TCC), no obstante otro tipo de
intervenciones como las Farmacológica son también de buenos resultados, sin embargo,
en comparación con las anteriores, las primeras tienen un mayor efecto a largo plazo y
por ende a la mejora de la persona que la padece. No obstante se debe seguir
investigando para encontrar mejores asociaciones de las técnicas y así encontrar otras
variantes para así adecuarlas a la persona que requiere la ayuda profesional.
ÍNDICE
Pág.
Dedicatoria
Introducción
CAPÍTULO I
Ansiedad
CAPÍTULO II
Agorafobia y Ansiedad Social
2.1. Definiciones 8
2.2. Clasificación diagnóstica según DSM V 8
CAPÍTULO III
Tratamientos Psicológicos Eficaces para la Agorafobia y Ansiedad Social
Conclusiones 17
Referencias
CAPÍTULO I
Ansiedad
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1.1. Definición
Fernández; Jiménez; Almirall,; Sabina y Cruz (2012), definen la ansiedad como una
sensación o un estado emocional normal ante determinadas situaciones y que constituye
una respuesta habitual a diferentes situaciones cotidianas estresantes.
Tenemos que tener en cuenta, también, que este tipo de emoción permitió y permite al
ser humano adaptarse y sobrevivir, ante las situaciones que la vida le presenta, esto
llevándolo a un ámbito más general a diferencia del párrafo anterior.
Por otro lado, Navas y Vargas (2012) consideran tres tipos de respuestas, al menos,
durante el proceso de la ansiedad:
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ocurrencia de algo negativo y no definido, con respuestas físicas y psicológicas
exageradas, las cuales generan un malestar global de la persona que la padece.
Este modelo describe a la ansiedad como un trastorno mental funcional, es decir que no
contienen claros indicios de alteraciones orgánicas cerebrales. Por otro lado sustenta
que hay factores genéticos y bioquímicos que participan en la ansiedad.
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3.1.2. Modelo Psicoanalítico
Según este modelo describe a la ansiedad como el reflejo del conflicto por parte del
Superyo o el Ello hacia el Yo. Se describe a la ansiedad como un estado afectivo
desagradable en el que aparecen fenómenos como la aprensión, sentimientos
desagradables, pensamientos molestos y cambios fisiológicos que se asocian a la
activación autonómica. Además, este enfoque identifica tres tipos de ansiedad:
Este modelo parte de una concepción ambientalista, en la que define a la ansiedad como
un impulso (drive) que provoca la conducta del organismo, entonces se menciona a la
ansiedad como un impulso motivacional responsable de la capacidad del individuo para
responder ante una estimulación determinada.
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situación, la evalúa y valora sus implicaciones; si el resultado de dicha evaluación es
amenazante, entonces se iniciará una reacción de ansiedad modulada por otros procesos
cognitivos; situaciones similares producirán reacciones de ansiedad parecidas en su
grado de intensidad. Las situaciones que elicitan una mayor reacción de ansiedad se
evitan y, aún en su ausencia, la mera imagen de éstas también produce una reacción de
ansiedad; esto se explica de muy diversas formas pero, en general, se asume que la
reacción se genera a raíz del significado o interpretación individual que el sujeto
confiere a la situación. Algunas veces, el individuo reconoce que tal situación no es una
amenaza objetiva, a pesar de lo cual no puede controlar voluntariamente su reacción de
ansiedad. En definitiva, el eje cognitivo del individuo muestra los pensamientos, ideas,
creencias e imágenes que acompañan a la ansiedad; estos pensamientos inductores de
ansiedad giran en torno al peligro de una situación determinada o al temor ante una
posible amenaza. En la mayoría de los casos, funcionan de forma automática, es decir,
él individuo apenas se da cuenta de cuando se ponen en marcha, por lo que no los puede
controlar y cree firmemente que no están bajo su dominio. La persona con ansiedad
interpreta la realidad como amenazante, pero esto no es totalmente cierto porque la
situación que él percibe puede no constituir una amenaza real; dicha percepción suele
venir acompañada de una sensación subjetiva de inseguridad, nerviosismo, angustia,
irritabilidad, hipervigilancia, inquietud, preocupación, miedo, agobio, sobreestimación
del grado de peligro, pánico, atención selectiva a lo amenazante, interpretación
catastrofista de los sucesos, infravaloración de la capacidad de afrontamiento,
disfunción de la capacidad de memoria y concentración, etc.
Según Artiles, Martín, Kappel, Pôlial, Rebagliati y Sánchez (1995), mencionan que “la
ansiedad es entonces una manifestación normal de la afectividad, que aparece cuando
un individuo se siente amenazado, y se diferencia del miedo en que éste es un temor
justificado a un objeto e implica el conocimiento del mismo” (p. 93). Por otro lado, lo
amenazador en la experiencia generadora de ansiedad es que aquella amenaza se dirige
al “núcleo o esencia” de la personalidad, lo cual puede referirse a la vida física o
psicológica (libertad) o a otros valores que la personada considera importantes para su
existencia (patriotismo, éxito, seguridad, el amor de otra persona, etc.). Por lo tanto, las
causas capaces de generar ansiedad en un individuo están relacionadas con los valores
del mismo, además, se considera a la ansiedad como un fenómeno multidimensional del
que pueden ser responsables factores sociales y culturales, así como psicológicos y
biológicos.
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enfermedades), las cuales no generan represión ni conflictos intrapsíquicos, sino
más bien permiten a la persona tomar conciencia de su real ubicación en el
mundo y de su temporalidad.
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CAPÍTULO II
Agorafobia y Ansiedad Social
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2.1. Definiciones
2.1.1. Agorafobia
Las personas que la padecen sienten un miedo intenso, persistente y crónico de ser
observadas y juzgadas por los demás y de hacer cosas que le producirían vergüenza.
Puede interferir con sus estudios, trabajo, actividades comunes, inclusive puede
dificultar el hacer nuevas amistades o mantenerlas. Esta, también acompañada de
síntomas fisiológicos.
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§ Se añade el criterio temporal de que dichas alteraciones deben tener una
duración mínima de 6 meses, aspecto que en el DSM-IV-TR se circunscribía a
las fobias específicas en menores de 18 años.
Especificación:
Miedo o ansiedad que aparecen
Únicamente relacionada
prácticamente siempre en relación a
con la ejecución (en caso
una o más situaciones sociales en las
de que el miedo fóbico esté
que la persona se expone al posible
restringido a hablar o
escrutinio por parte de otros. La
Ansiedad Social actuar en público)
persona teme actuar de una
determinada manera o mostrar
El miedo, la ansiedad o la
síntomas de ansiedad que puedan ser
evitación deben estar
valorados negativamente por los
presentes un mínimo de 6
observadores.
meses.
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(*) En esta columna se omiten los criterios que tienen que ver con: (a) no se explica
mejor por otro trastorno psicopatológico u otras patologías médicas – ingesta de
sustancias y (b) causan malestar psicológico significativo y/o deterioro en el
funcionamiento social, laboral/escolar o en otras áreas.
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CAPÍTULO III
Tratamientos Psicológicos Eficaces para la Agorafobia y Ansiedad Social
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3.1. Tratamientos eficaces
Según las investigaciones, diversos autores (Bados, 2009; Fernández, et al., 2012;
Navas y Vargas, 2012; Caballo, 2002; García, 2006 ) manifiestan o consideran en base a
resultados empíricos que las intervenciones que mayor eficacia tienen respecto a los
casos de agorafobia y ansiedad social son las Exposición en Vivo (EV) y las Terapia
Cognitivo Conductual (TCC).
Por otro lado, existe evidencia respecto a los resultados obtenidos, como Tsao, Lewin y
Craske (1998) indican que la TCC del trastorno de pánico en 33 pacientes (el 70%
agorafóbicos) con otros trastornos comórbidos (básicamente de ansiedad y depresión)
dio lugar no sólo a mejoras en el trastorno tratado, sino a una reducción tanto del
número de clientes con al menos un diagnóstico adicional de severidad clínica (de 64%
a 27%) como del número de diagnósticos comórbidos. Los diagnósticos que más se
redujeron en frecuencia fueron los de ansiedad social y trastorno de ansiedad
generalizada.
Así mismo Martinsen y colaboradores (1998) aplicaron TCC en grupo en una clínica a
83 pacientes con trastorno de pánico (el 91,5%, agorafóbicos) y frecuente comorbilidad
con depresión mayor (29%; se prescribieron antidepresivos), fobia social (23%) y abuso
de sustancias (14%). El tratamiento, que se extendió a lo largo de 11 sesiones de 4
horas, una por semana consistió en educación sobre el trastorno, reestructuración
cognitiva y EV, logrando así reducir significativamente los casos de ansiedad social de
23% a 9%.
Por lo que respecta a su eficacia, parece similar a la de la TCC a corto plazo, aunque es
inferior en el mantenimiento de los resultados. ¿Es posible aumentar esta eficacia
combinando TCC o EV y fármacos? Los fármacos resultan más eficaces si se combinan
con EV y tanto ésta como la TCC pueden ver aumentada su eficacia, al menos a corto
plazo, aunque no siempre, si se combinan con antidepresivos (Bados, 1997; de Beurs et
al., 1995, 1999; Sharp et al., 1996), sin embargo una mala práctica podría generar
dependencia y cambiar las orientaciones de los resultados de las técnicas propuestas.
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fisiológicos, los cuales son asociados como un posible daño inminente del cual
no podrá salir sano y salvo.
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cómo realizar la relajación muscular progresiva. Luego este tratamiento
es llevado a situaciones reales para su aplicación.
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de ansiedad y su conducta emitida, luego que el paciente la aprende y
práctica la lleva a la situación en vivo y las reproduce acompañando
durante la actividad.
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Para ello se aplica este método en búsqueda de la orientación racional de
las ideas del paciente, entonces, se busca ayudar al paciente a identificar
tales pensamientos desadaptativos y luego los alteren por unos más
adaptados, es decir, racionales. Como ejercicio práctica en casa debe
realizar la misma actividad.
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CONCLUSIÓN
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BIBLIOGRAFÍA
Fernández, O.; Jiménez, B.; Almirall, R.; Sabina, D. y Cruz, J. (2012). Manual para el
diagnóstico y tratamiento de trastornos ansiosos. MediSur, 10(5), 466-479.
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Sierra, J.; Ortega, V. y Zubeidat, Ihab. (2003). Ansiedad, angustia y estrés: tres
conceptos a diferenciar. Revista Mal-estar E Subjetividade, 3(1), 10-59.
Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=27130102
Tobar, R. (2012). Terapia cognitiva para fobia social: Consideraciones desde el modelo
cognitivo de Beck. Revista Brasilera de Terapias Cognitivas, 8(2), 118-125.
Recuperado de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2006937
Virgen, R.; Lara, A.; Morales, G. y Villaseñor, S. (2005). Los Trastornos de Ansiedad.
Revista Digital Universitaria, 6(11), 2-11.
Artiles, M., Martín, O., Kappel, J., Poliak, J., Rebagliati, P. y Sánchez, A. (1994).
Psicología Humanista. Aportes y Orientaciones.