PRESENTACION
Actualmente en México, podemos ver una gran cantidad de factores internos y externos
que han influido en la historiografía del país, por lo que tenemos que buscar una explicación política
de los hechos que motivaron a los historiadores oficiales a describir la historia tan diversa.
Esta apreciación se refuerza cuando al estudiar el siglo XIX en México, nos percatamos que
mientras existieron dos partidos, el liberal y el conservador, existieron dos historias, en las cuales,
cada bando tenía sus propios héroes y villanos, que naturalmente eran contrarios a los que
sostenían sus enemigos políticos.
Durante años se pagó a los mineros con una parte de las ganancias que se obtenían de las
minas, cuando se cambió el sistema de pagos de salario, el impacto económico sobre las clases
trabajadoras fue significativo y aumentó el malestar social. Cincuenta o sesenta años antes de la
proclamación de la Independencia se inició un deterioro general y Paulatino de los niveles de vida
de las clases bajas lo que sumado al malestar de los criollos, generó una combinación explosiva, a la
que se sumó el problema de la sequía que azotó al país entre 1808 y 1810. Los motivos internos se
complementan realmente con los externos, pues hombres como Fray Melchor de Talamantes,
sostuvieron como causas para lograr la independencia de una colonia, que ésta fuera más poderosa
que la metrópoli, que la metrópoli fuera conquistada por otra potencia, que la metrópoli cambiara
de religión o que no se preocupara del bienestar de la colonia, entre otras, las ideas de Talamantes
nos llevan de nueva cuenta a comparar a México y los Estados Unidos, de suerte que bien estudiado
el esquema económico mexicano, puede apreciarse un control directo desde España en todos los
ámbitos económicos; bajo la premisa de proteger los intereses peninsulares ante una eventual
competencia de las colonias, lo que generó un sistema agrario; lo mismo que el ganadero
prácticamente de autoconsumo y para satisfacer la demanda de aproximadamente seis millones de
habitantes en un territorio de más de cuatro millones de habitantes. La marina mercante, la armada
y los astilleros para grandes barcos eran prácticamente españoles, por lo que el comercio obedecía
exclusivamente a los intereses peninsulares; la pesca y los astilleros, no fueron actividades muy
desarrolladas.
Estas ideas nos conducen de nueva cuenta a Talamantes y nos sitúan en dos escenarios
diferentes, los Estados Unidos llegan a su independencia por ser iguales a la metrópoli que los tenía
dominados, en tanto que México adquiere su independencia bajo la premisa de que su metrópoli
recientemente había sido conquistada, lo expuesto no tendría relevancia si no nos sirviera para
entender la situación que tuvo que enfrentar nuestro país al momento de su independencia; un
sistema agrícola y ganadero precarios, una marina mercante y una armada, lo mismo que astilleros
prácticamente inexistentes, el sistema económico giraba en torno a la minería, concretamente la
plata, actividad que con la revolución de independencia se vio seriamente afectada, con los
consecuentes efectos económicos para el país.
Debe agregarse que, poco antes de la declaración de conquista napoleónica, los barbones
Carlos IV que había abdicado a favor de su hijo Fernando VII, entraron en conflicto con el pretexto
de la sucesión, es decir, saber quién era el legítimo Rey de España, para lo cual, nombraron árbitro
a Napoleón en un acto de inaudita candidez que los llevó a caer prisioneros de Napoleón y después
a la abdicación a la Corona de la Monarquía española. La abdicación del Rey español no fue aceptada
por una gran mayoría del pueblo español, como tampoco lo fue la Constitución de Bayona, pueblo
que con base en la tradición de la escuela clásica española refutó las pretensiones francesas de
anexarse a España y su Imperio, autores como Vitoria, Suárez, Vázquez de Menchaca, el Padre
Mariana, entre otros, sostuvieron siglos antes que Rousseau que la soberanía residía en el pueblo,
el cual, nunca la perdía, y a esto llamaron pactum societatis, ahora bien, el pueblo soberano tenía
el derecho de darse una autoridad o Rey, de suerte que, nombrado el Rey, el pueblo conservaba la
soberanía, lo que no impedía que se diera un segundo pacto, es decir, el pactum subectionis.
La ocupación francesa generó una reacción generalizada contra Napoleón, a quien niegan
incluso, el calificativo de conquistador toda vez que, la ocupación de España se dio por engaño. En
cuanto a la abdicación del Rey se declaró nula, pues se sostuvo que existía un pacto entre el Rey y
el reino, mismo que se ratificaba por un juramento, y este hecho creaba un vínculo que no podía
disolver el Rey sin el consentimiento del pueblo, razón que nos permite entender el hecho de que
al no aceptarse la renuncia al trono de Fernando VII, se consideró que el pueblo reasumía el poder
con fundamento en las tesis de la Escuela Clásica Española, y en consecuencia, se encontraba en
ocasión de ejercer directamente la soberanía.
Las Cortes de Cádiz, al igual que las antiguas cortes españolas se consideraron la legítima
representación del reino, sin embargo, para su constitución se abandonó el antiguo sistema de
representación por estamentos y se creó un complejo sistema de votación indirecto que conservó
algunos de los rasgos históricos a fin de garantizar la sobrerrepresentación peninsular sobre la de
las provincias.
La idea de conformar un congreso tuvo que enfrentar los problemas que las circunstancias
bélicas le oponían, lo mismo que las desavenencias de los integrantes de la Junta Nacional.
Las palabras de Iturbide ante el Congreso en 1823 nos dejan en claro esta versión de la
historia que nos ofrece la posibilidad de entender que en su origen, la independencia de México es
un movimiento de masas acaudillado por unos cuantos criollos, en tanto que, la consumación es un
movimiento de criollos al interior del ejército español, que encabezó Agustín de Iturbide quien se
caracterizó en la etapa anterior, por ser un despiadado persecutor de insurgentes.
Dentro de los aspectos relevantes que caracterizan al Plan de Iguala encontramos en los 23
artículos que lo componen, los siguientes principios.
El gobierno transitorio lo habría de desempeñar una junta gubernativa hasta la llegada del
Rey, sin embargo, si Fernando VII resolvía no acudir a México, la Junta o la Regencia gobernarían en
tanto se resolvía quien debía ser Rey de México.
Como garante de la seguridad nacional se sostenía al llamado ejército de las tres garantías.
Al clero y a la burocracia se les respetaban sus fueros y empleos, respectivamente, en lo jurídico, el
artículo 20 sostenía: "Mientras se reúnen las Cortes, se procederá en los delitos con total arreglo a
la Constitución Española". Y finalmente el artículo 23 establecía la naturaleza del Congreso a que
debía convocarse: Como las Cortes que se han de formar son constituyentes, deben de ser elegidos
los diputados bajo este concepto. La Junta determinará las reglas Y e tiempo necesarios para el
efecto.
• El artículo 6 instituía que, se nombraría conforme al espíritu del Plan de Iguala, una Junta
compuesta por los primeros hombres del Imperio por sus virtudes, por sus destinos, por sus fortunas
en número bastante considerable "para que la reunión de luces asegure el acierto en sus
determinaciones, que serán emanaciones de la autoridad y facultades que les conceden los artículos
siguientes".
• Para entender el papel que habría de jugar Iturbide en su carrera hacia el papel de
Emperador hay que observar que los Tratados de Córdova establecieron del artículo 6 al 17 un
complejo mecanismo para el ejercicio del poder público, en el artículo 8 se nombra a Juan O'Donojú
integrante de la Junta provisional gubernativa, en el 9 se establece que la Junta tendrá un presidente
quepodía ser nombrado entre sus integrantes o fuera de ella, pero que sería nombrado por la
pluralidad absoluta de sufragios.
• El artículo 11 instauraba que una vez nombrado el presidente de la Junta, ésta designaría
una regencia compuesta de tres personas "de su seno o fuera de él, en quien resida el poder
ejecutivo, y que gobierne en nombre del Monarca, hasta que empuñe el cetro del Imperio".
• El artículo 13 contenía la obligación para la Regencia, de que una vez designada procedería
a convocar al Congreso Constituyente a que hacía referencia el artículo 24 del Plan de Iguala. Como
se quería evitar el principio de acumulación de poderes, los Tratados de Córdova establecieron que
el poder ejecutivo se depositaría en la regencia y el legislativo en las Cortes, sin embargo, para evitar
que la regencia acumulase los dos poderes antes de la integración del Congreso, la junta provisional
desarrollaría interinamente el papel de poder legislativo.
En respuesta, durante la sesión del 19 de mayo de 1822, el diputado Miguel Guridi y Alcacer
expresó que los poderes de los diputados estaban muy limitados y no podían sancionar las
aclamaciones del ejército \ del pueblo de la Ciudad de México, postura que es seguida por los
diputados San Martín, José Ignacio Gutiérrez, Terán, Anzorena y Francisco Rivas entre otros, quienes
sostienen que la soberanía radica en el pueblo y no solo en la población de la Ciudad de México,
además de que, los representantes de las provincias tenían poderes limitados.
La proclamación de lturbide fue aprobada por 77 votos a favor y 15 en contra, aun cuando
cabe subrayar que, no se daba el quórum necesario. El enfrentamiento entre parte del Congreso y
el Emperador fue en aumento, le negaron el atributo de soberano. Los diputados que simpatizaban
con el Imperio impulsaban las ideas de Iturbide, los que estaban en contra fueron presionados y
amenazados de muchas formas, finalmente, el 26 de agosto de 1822, Iturbide decide detener a
todos los diputados sospechosos de conjurar en su contra y el 30 de octubre de 1822 disuelve el
congreso y con los diputados que considera le son afectos crea la Junta Nacional Instituyente, que
sesiona del 2 de noviembre de 1822 al 6 de marzo de 1823, y entre cuyas tareas se encontró la
elaboración del "Proyecto de Reglamento para el Imperio" que fue aprobado por 21 votos y
rechazado por 1 7 votos.
Tampoco es correcto pensar que la Nueva España era una unidad monolítica inseparable e
indivisible, como se ha repetido con gran frecuencia para diferenciarnos de las 13 colonias del norte,
de quien se dice imitamos extralógicamente el federalismo. En la Nueva España existieron no solo
divisiones políticas administrativas, audiencias diversas y capitanías que coexistían con otro tipo de
divisiones, sino que además existían fuertes intereses regionales perfectamente diferenciados de
los intereses de la Ciudad de México.
Pocos hechos históricos han recibido tantos y tan acres ataques como las Siete Leyes
Constitucionales de 1836, la explicación de tal encono resulta relativamente lógica si atendemos al
hecho que la explicación histórica que prevaleció a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y de
todo el siglo XX fue la que sostuvieron los archirrivales del partido conservador: los liberales, quienes
a su triunfo, después de 186 7, se encargaron de escribir una historia de partido con una marcada
tendencia maniqueísta, los buenos eran ellos, los liberales, los héroes, por el contrario los malos,
los culpables de todas las desgracias patrias eran los conservadores.
Una visión tan maniqueísta no puede sostenerse en pleno siglo XXI, hombres como el
distinguido maestro universitario Alfonso Noriega Cantú así lo percibieron hace décadas, e iniciaron
la tarea de revalorar algunos acontecimientos vinculados al partido conservador.
La constitución centralista del 36 tuvo una lógica que sus detractores le han querido negar y que se
encuentra en el contexto socio político que prevaleció desde el momento de la independencia hasta
1836. En lo político debemos recordar que México vivía un escenario bipartidista con proyectos
político económicos divergentes, de suerte que cuando hablamos del partido liberal,
inmediatamente acuden a nuestra mente las ideas que asocian en lo económico un proyecto
nacional vinculado a los Estados Unidos de América y en lo político una forma de gobierno
federalista, si por el contrario, la referencia la hacemos de los conservadores, entonces lo
económico se vincula a Europa y la forma de gobierno es centralista, de esta forma el bipartidismo
mexicano de los primeros años de la independencia adoptó la forma más peligrosa para el bienestar
de la nación, pues los proyectos político económicos tan divergentes, pronto enfrentaron a los
grupos en constantes guerras fratricidas.
El federalismo que caracterizó a la constitución federal de 1824 aceptó la soberanía de los
Estados en su régimen interno, entendiéndose que el régimen interno de las Entidades Federativas
era inmenso si se le compara con las escasas atribuciones de la federación, para que se entienda, lo
contrario al marco legal que vivimos en la actualidad, el territorio nacional era más del doble de lo
que es hoy en día, la población era de alrededor de 10 millones de habitantes y el marco legal muy
flexible, súmese lo expuesto a las diferencias políticas y económicas de las diversas regiones y nos
encontraremos con un escenario político difícil v muy criticado por los diversos factores reales de
poder de la época, que veían en la poca población y en la flexibilidad de las instituciones políticas
sendos factores de debilidad.
Una de las lecciones más graves que debemos retomar hoy en día es la relativa a la política
de población que se siguió entre 1824 y 1836, pues eran los Estados quienes formulaban sus propias
leyes, el propósito era simple, a semejanza de los Estados Unidos de América, había que incrementar
la población de la República en base a la colonización de los inmensos terrenos que se encontraban
prácticamente baldíos en todo el norte del país, de suerte que, parte de las expectativas de
desarrollo nacional se fundaban en la inmigración de extranjeros católicos y laboriosos que hicieran
productivos los territorios despoblados.
Los Estados formularon sus leyes particulares en la materia y nos parece de particular
interés el caso del Estado de Coahuila y Texas que, con fundamento en su Constitución, expidió una
ley de colonización cuyo artículo 1 O expresaba: Si alguno o algunos capitulantes en razón de las
familias que hayan introducido deban adquirir conforme al artículo anterior mayor terreno que el
de once leguas cuadradas, se les concederá, pero tendrán obligación de enajenar el exceso dentro
de doce años, y de no verificarlo, lo hará la autoridad política respectiva vendiéndolo en pública
subasta, y entregando a sus dueños el producto líquido, deducidos todos los costos de venta.
La Constitución Centralista de 1836, conocida como las Siete Leyes Constitucionales, merece
ser estudiada al margen de los prejuicios que le rodean.
Es importante recordar que la situación política del país era delicada, pues precisamente en la
primera elección para relevar de la presidencia al General Guadalupe Victoria, tenemos que
enfrentar un primer golpe de Estado, pues con el levantamiento de la Acordada, se desconoció la
elección que las legislaturas de los Estados habían realizado en la persona del General Manuel
Gómez Pedraza, y por vía de las armas se impuso una nueva elección en la que salió electo el General
Vicente Guerrero como Presidente de México.
De gran relevancia para entender la Constitución Centralista del 36, resulta el análisis de las
elecciones de 183 5, puesto que como se ha dicho, las condiciones político económicas que
prevalecían desde el ascenso a la presidencia del General Guerrero eran críticas, por lo que desde
esas épocas se hablaba de la necesidad de una reforma constitucional.
Para diciembre de 1834 Juan Gómez de Navarrete propuso que la elección del Congreso
sirviera como referéndum popular para aprobar o desaprobar la reforma constitucional con la
modificación de la forma de gobierno incluida.
Al respecto debemos recordar· que los dos grandes pensadores de la época eran por un lado
Emer de Batel y por otro Emanuel J. Sieyes, las tesis de Sieyes referentes al poder constituyente son
de sobra conocidas hoy en día, sin embargo, en 1835 era simplemente una opinión tan sólida como
la de Batel quien sostenía que si bien era cierto que el poder Legislativo no puede cambiar la
Constitución, la Nación puede conferirle ese poder mediante un mandato expreso, tal y como lo
sostenía Gómez de Navarrete.
Al paso de los años podemos observar que una de las objeciones fundamentales que se
hacen de las Siete Leyes Constitucionales es precisamente, negarles legitimidad por no ser producto
de un poder constituyente en sentido estricto.
Los aspectos destacables de las Siete Leyes constitucionales son varios, por principio
debemos recordar que:
El papel fundamental que se asignó al Supremo Poder Conservador es semejante al que hoy
en día desempeñan los Tribunales de Constitucionalidad e incluso a las atribuciones que en materia
de la resolución de las Controversias Constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad tiene la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.
• La cuarta Ley Constitucional: se refería a la organización del Supremo Poder Ejecutivo cuyo
mandato se extendía a ocho años y regulaba cuestiones del consejo de gobierno y del ministerio. •
La quinta Ley Constitucio11al: se refería al Poder Judicial que se ejercía por una Corte Suprema de
Justicia, por Tribunales Superiores de los Departamentos y por Juzgados de Primera Instancia, los
Ministros eran electos de la misma forma que la elección del Presidente de la República.
Antonio López de Santa Ana fue capturado en plena campaña de Texas, después de lo cual
firmó los llamados Tratados de Velasco en los que reconocía la independencia de Texas, mismos que
fueron denunciados y tachados de nulos por el presidente interino don José Justo Corro, razones
más que suficientes para que perdiera la presidencia, su sucesor, Anastasia Bustamante, enfrentó
los problemas con Francia y las luchas internas con mala fortuna, de tal suerte que para principios
de 1839 se rehabilitó a Santa Ana, quien hizo eco de los diversos grupos que estaban en contra de
la Constitución en calidad de presidente interino y convocó al Supremo Poder Conservador para que
declarase cual era la voluntad nacional y se pudiera modificar la Constitución del 36 antes del tiempo
que ella prefijaba.
Al triunfo del movimiento que sostuvo las Bases de Tacubaya se pospuso la realización de la
reforma constitucional que reclamaba la Nación, sin embargo, las bases no establecieron
definiciones previas Y estipulaban que sería el próximo Congreso quien quedaría facultado para
constituir a la Nación.
Sin estar plenamente satisfecho de los resultados electorales, Santa Ana obligó a los
diputados recién electos a jurar las Bases de Tacubaya y se declaró en contra del sistema federal. El
1 O de junio de 1842 iniciaron las sesiones del Congreso.
El voto particular de la minoría que firmaron Juan José Espinosa de los Monteros, Octaviano
Muñoz Ledo y Mariano Otero en el título X de su proyecto fue el mismo proyecto que habría de
engrandecer a Otero cuando lo presentó como voto particular en el Congreso de 184 7 y con él se
elevó a rango constitucional el amparo. El segundo proyecto, aún cuando de corte centralista, nos
presenta un catálogo muy completo de derechos humanos y civiles con un título especial dedicado
a las garantías individuales, separando éstas, en garantías de igualdad, de libertad, seguridad y
propiedad.
Tal y como se politizó durante muchos años la historia de los movimientos y constituciones
conservadoras al grado de que se les juzgara al margen de la objetividad y la razón, el movimiento
liberal padeció las mismas deformaciones pero en sentido opuesto, después de la desaparición del
partido conservador con el fusilamiento de sus líderes en el Cerro de las Campanas en 1867, la
historia nacional se volvió monocromática y el movimiento liberal prácticamente se transformó en
un dogma y sus militantes en seres a los que se atribuyen virtudes casi de santos sin defectos ni
errores. A lo largo y ancho del país, durante muchos años, he preguntado a grupos universitarios,
¿quién firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo?
Tratado con el que perdimos más de la mitad del territorio que teníamos en 1824 y la
respuesta uniforme es culpar a Santa Ana de la firma de dicho documento, aun cuando el
documento fue firmado por Manuel de la Peña y Peña.
De esta forma surgieron obras como "México a Través de los Siglos" que sirvieron para que
generaciones enteras formaran su criterio y para que se repitieran sus contenidos en textos y
escuelas.
Hoy en día, a principios del siglo XXI la tendencia universal es replantear la historia, lo hacen
los alemanes después de la reunificación, lo hacen los países del ex pacto de Varsovia después de la
caída de la Unión Soviética, tenemos la obligación de hacerlo los mexicanos, después de la caída del
sistema del partido hegemónico.
El siglo XXI debe brindar a los mexicanos la oportunidad de superar los dogmas, de aceptar
que la vida es policromática y no solo monocromática, que nuestros héroes, no dejan de serlo, ni
pierden valor por haberse equivocado en algo, este es el sentido con el que abordaré el estudio de
la Constitución de 1857.
Para entender el Plan de Ayutla abordaré brevemente algunas de las circunstancias que le
antecedieron.
Es en este marco que la nación mexicana vuelve sus ojos a Santa Ana, con la ilusión de ser
fuerte y resistir el incontenible avance de nuestros vecinos a nuestras posesiones. Y como no iba a
ser así, si Santa Ana se había retirado de México en el 48 con el aura de guerrero que desea continuar
la contienda contra el violador de la nación, si ahora no comprendemos esto es porque nos han
deformado la verdad histórica y es común que actualmente la mayoría de los mexicanos culpen a
Santa Ana de la firma de Tratado de Guadalupe-Hidalgo y hagan de Peña y Peña un héroe, con una
calle llevando su nombre en el centro de la ciudad de México, y una Corte Suprema adorando su
memoria, pero los mexicanos de aquellas épocas, más enterados de lo que pasaba en sus calles,
tenían una versión diferente de las cosas, al menos hasta 1853. Fue un gobierno federal, liberal,
moderado, quien dio la espalda a los Californios y a los habitantes de Nuevo México, quien no sólo
vendió dos millones trescientos mil km2, sino que prácticamente los regaló e incumplió su deber de
defender a la federación. El elegido para cambiar tal estado de cosas, Antonio López de Santa Anna,
artífice de nuestras más grandes derrotas, (La Angostura, Cerro Gordo, Padierna, San Jacinto, etc.)
asumió la primera magistratura en condiciones muy especiales. Con lo expuesto simplemente
quiero subrayar que la opinión pública veía con ojos muy críticos a las administraciones liberales,
que esa época de 1853 la figura de Santa Ana adquirió dimensiones de héroe, del hombre que por
los agravios recibidos enfrentaría a los Estados Unidos y lavaría el honor de México. Al momento de
asumir el Poder Santa Ana intentó formar un ejército de 90 mil hombres con veteranos suizos y
belgas como sargentos, además de 10 ó 12 regimientos de soldados europeos, para enfrentar a los
Estados Unidos, como se publicó en el periódico "El Universal" el 17 de abril de 1853.
Los propósitos de Santa Ana no encontraron eco en Europa pero sí alarmaron a los Estados
Unidos, quienes por medio del gobernador de Nuevo México William Carr Lane ocuparon el
territorio de la Mesilla que los Estados Unidos reclamaba para ellos, porque supuestamente
midieron mal el despojo que nos hicieron en 1848, y necesitaban esos 138 mil km2 para tender un
ferrocarril de costa a costa. Los Estados Unidos declararon estar al margen de las acciones de Lane,
pero nos enviaron un embajador para comprar la porción invadida y si se podía, algo más.
La Mesilla era un territorio que México no deseaba vender y que sin embargo vendió, no es
muy difícil pensar que más que el dinero fue el temor de otra guerra la verdadera causa de tal
desprendimiento y ese hecho implica una negativa al concepto de que México mantenía la
titularidad de su plena soberanía en 1853. La pérdida que nos impuso el Tratado de la Mesilla no
sólo fue territorial, sino que en el artículo 11, se hicieron nulas las estipulaciones del artículo XI del
Tratado de Guadalupe-Hidalgo en el sentido de prevenir las invasiones de las tribus bárbaras a
territorio mexicano, así como una serie de responsabilidades que adquirió para remeditar tales
exceso en caso de que se dieran.
México renunciaba a solicitar pasaportes a los extranjeros que transitaran por el Istmo de
Tehuantepec, bajo cualquier bandera, y si ello no pareciese de suficiente monta, México es reducido
a un protectorado por el artículo VIII del Tratado de la Mesilla.
Hasta este momento pudiera pensarse que hemos querido defender la figura de Santa Ana,
si así lo hemos hecho, no ha sido con otro propósito que el de calificarle adecuadamente, en
palabras de la Constitución de Apatzingán: como reo del delito de "lesa nación", o en términos más
actuales como "traidor a la patria".
El hecho que Santa Ana cobrase por puertas o ventanas, no lo hace sino precursor de los
modernos mandatarios que a fin de sostener al Estado, cobran impuesto predial, si se trata de carros
pudiéramos decir lo mismo de las tenencias y ni que decir de las medicinas. En cuanto a su
inclinación por los honores y las galas, hemos de confesar que tales defectos los han tenido muchos
presidentes del siglo XX y la historia y el pueblo, no les ha volteado la espalda de la manera que se
hizo con Santa Ana. Y no es para menos, Santa Ana en 1853 despertó las expectativas de todas las
clases sociales mexicanas en el sentido de creer factible la defensa de la soberanía mexicana ante el
extranjero y el Tratado de la Mesilla vino a demostrar que sus actos, distaban mucho de los sueños
que había despertado.
Lo expuesto nos lleva a dos caminos, por uno se puede percibir claramente la frustración de
algunos mexicanos en contra del líder que había jurado conservar la integridad nacional y vendió
parte del territorio patrio, por el otro, nos encontramos que los mexicanos de California, Texas y
Nuevo México fueron expulsados de sus tierras por los norteamericanos, la justificación, no tenían
documentos que acreditaran su propiedad sobre las inmensas tierras que poseían, la razón, muchos
grupos eran señores de estas tierras desde tiempos inmemoriales, siglos antes de la llegada de los
españoles y en consecuencia, sus formas de propiedad no se ajustaban a los preceptos romano-
germánicos que caracterizaron la dominación española.
Desde los primeros años de vida independiente se dio en nuestro país una terrible guerra
entre las logias yorquinas y escocesa, siendo la primera fomentada por los Estados Unidos de
América a través de su embajador en México Samuel R. Poinssett, a esa logia se atribuye el golpe de
Estado que encumbró a Guerrero después de la elección constitucional de Gómez Pedraza como
segundo presidente de México, hecho que habría de arrastrarnos a terribles guerras que
concluyeron con la muerte de Guerrero y el regreso al poder de Gómez Pedraza en 1832, con el
apoyo y reconocimiento de la mayoría de las legislaturas estatales. Para 1854 Acaudillaba las fuerzas
surianas Don Juan Álvarez, quien estaba llamado a ser el motor, el alma, de la revolución de Ayutla,
de él se dijo:
El término ayuntamiento nos aclara lo relativo a los terrenos comunales municipales de que
estaban dotados todos los pueblos desde la época colonial y el término congregación puede
entenderse en el sentido de grupo religioso o de reducción o congregación de indios figura colonial.
La desamortización de bienes vista como una medida en la que los arrendatarios tuvieran
acceso a los bienes que trabajaban bien pudiera ser considerada una medida revolucionaria,
semejante a la perspectiva zapatista de "la tierra es para quien la trabaja", sin embargo, en las
condiciones del México de 1856 la medida no puede ser más contraria.
Los indios trabajaban sus tierras comunalmente y los pueblos hacían lo mismo con las tierras
municipales, no obstante continuaban constituyendo corporaciones civiles que no podían mantener
sus propiedades y un aspecto aún más importante, la pobreza de las grandes masas mexicanas les
impedía acceder a las posibilidades de comprar bienes inmuebles; de esta forma la medida se
encaminó a favorecer a los extranjeros que tuviesen capitales para invertir donde los mexicanos no
podían.
El artículo 5°. Es categórico para solucionar el problema de los terrenos de las comunidades
indígenas y de los municipios:
Artículo 5°.-Tanto las urbanas, como las rústicas que no estén arrendadas a la fecha de la
publicación de esta ley, se adjudicarán al mejor postor, en almoneda que se celebrará ante la primera
autoridad política del partido.
Por el Artículo 5°. Se podían vender todos los bienes indígenas y municipales al mejor postor,
principio liberal que en una sociedad agraria pre-capitalista como la mexicana de mediados del siglo
XIX necesariamente iba a conducir a una inexorable concentración de la riqueza en manos de unos
cuantos, acumulaciones llamadas latifundios.
Por ejido español se entendían las vías de paso de ganado Y los lugares de recreo, en 1856
no se tenía el mismo concepto que en la actualidad sobre los servicios públicos por lo que el impacto
de la Ley Lerdo en el patrimonio municipal fue considerable, lo mismo diremos del patrimonio
indígena.
Por el Artículo 9°. Se estableció el término de tres meses para la adjudicación y remate,
contando a partir de la publicación de la ley en la cabecera de partido, si en dicho plazo el inquilino
no ejercía su derecho, el Artículo 10 indicaba que perdería su derecho a favor del subarrendatario
o en su defecto de quien hiciere la denuncia, en los quince días siguientes, en caso contrario se
procedía a la adjudicación del bien por el sistema de almoneda pública al mejor postor.
El Artículo 11 señalaba:
Artículo 11 °.-No promoviendo alguna corporación ante la misma autoridad dentro del
término de los tres meses el remate de las fincas no arrendadas, si hubiere denunciante de ellas, se
le aplicará la octava parte del precio, que para el efecto deberá exhibir de contado aquel en quien
finque el remate; quedando a reconocer el resto a favor de la corporación.
El impacto de la Ley Lerdo fue terrible, la gran mayoría del pueblo de México no tenía
recursos para invertir, los bienes de las comunidades indígenas y municipales quedaron a merced
de los capitalistas interesados, en perjuicio de las grandes mayorías nacionales para mayor
gravedad, el Artículo 11 del Reglamento de la Ley de Desamortización incluyó a las comunidades y
parcialidades indígenas como sociedades civiles que no podían poseer tierras, lo que significó un
verdadero crimen legal con el que las comunidades indígenas perdieron su personalidad para poseer
sus tierras, pues nunca reclamaron individualmente lo que les correspondía comunalmente, ni
tuvieron la capacidad de defender sus derechos legalmente por lo que fueron despojadas y ante sus
resistencia, aniquiladas.
Los excesos de la Ley Lerdo llevaron a que el 1 7 de septiembre de 1856, se indicara que los
bienes nacionales no estaban incluidos en los bienes desamortizables.