implicada la entrega de una cosa (tanto en las obligaciones de dar como en las de hacer), la posibilidad de
ejercer este derecho está presente. De ahí que se pueda tomar así conciencia de la importancia de este supuesto
en el respaldo de las obligaciones. Inclusive se han dado casos recientes en el ámbito internacional que han
acrecentado el interés en el estudio de esta figura (4).
Al interrogarnos sobre la identidad de este derecho que estamos tratando se profundiza el desconcierto. En
punto a su naturaleza se ha plantead una gran polémica que sobrepasa largamente los límites del presente
estudio. Ante las irreconciliables posturas (5). que existen, atendiendo a los límites del presente, consideramos
apropiado sólo cifrarlo como un medio de tutela del crédito (6).
3. Originalidad del instituto en nuestra legislación
Con gran singularidad Vélez Sarsfield incluyó entre los mecanismos de protección al crédito una figura que,
si bien estaba insinuada en otras legislaciones, carecía de una sistematización. El derecho de retención era
conocido en las codificaciones anteriores, pero no contemplado de manera orgánica; en algunos casos se fue
abriendo camino pretorianamente, con grandes vacilaciones.
La innovación de nuestro Código sirvió de antecedente y fuente a otros ordenamientos posteriores que
adoptaron esta particular garantía, de amplia difusión en el derecho comparado (7).
Tanto el ius retentionis y la exceptio non adimpleti contractus son institutos atípicos en cuanto facultan a
alterar el normal desenvolvimiento de la relación creditoria. No lo hacen arbitrariamente, sino en atención a un
incumplimiento previo y con un claro fundamento que conjuga notas axiológicas de Justicia y de Derecho
natural (8) con atribuciones al acreedor para que, sin llegar a la satisfacción del crédito por acción de la propia
mano, genere per se un situación que propenda dar una solución mediata al conflicto, estando sometido a la
prudencia judicial (9).
4. Requisitos para su ejercicio
Para que se configure el supuesto de hecho que habilita a impedir el desapoderamiento del deudor
insatisfecho, se requiere que éste tenga:
a. Detentación material de la cosa: el presupuesto fáctico fundamental para ejercer este derecho es que quien
vaya a valerse de él ya tenga la cosa de la que no se quiere desprender a causa del incumplimiento de la
contraparte. Ello es evidente, si nos atenemos al concepto de retener, debemos concluir que para que exista,
antes se debe haber tenido (10).
Es fundamental delimitar la extensión de la relación existente entre el acreedor y la cosa ante las diversas
posibilidades que contempla nuestro ordenamiento y los distintos recaudos que reputa cada una de ellas. A los
efectos del ejercicio del ius retentionis, solo es necesario que el acreedor insatisfecho tenga bajo su órbita de
disposición la cosa, sin mayores requisitos sobre el animus, siempre que tenga una causa lícita. Mientras la cosa
no haya salido de la posibilidad material de disposición del sujeto, éste podrá retenerla (11).
Es preciso aclarar que una vez que voluntariamente el acreedor-retenedor se ha desprendido de la cosa
objeto de su garantía, el derecho se extingue (art. 3943 C.C.), asimilándose esta circunstancia a una renuncia.
Por el contrario, si la desposesión fuese forzada le asisten los medios legales para recuperarla, como si fuese un
poseedor (art. 3944 C.C.)
El dec. ley 17.711, tributario de la jurisprudencia imperante en ese momento, morigeró en algún aspecto lo
indispensable de la tenencia de la cosa. En este sentido realizó un agregado al art. 3943 antes mencionado
facultando a los jueces para sustituir la cosa retenida por una garantía suficiente, evitando así una recalcitrante
negativa del retenedor que pudiera genera perjuicios insuperables para el reivindicante-deudor y ratificando el
prudencial control judicial al ejercicio de los derechos subjetivos (12)
Es entonces que el retenedor, que entró lícitamente en la tenencia al menos de una cosa que debía entregar,
posterga, justificadamente, esa entrega hasta el cobro de su acreencia.
b. Existencia de un crédito contra el acreedor de la restitución: es este el pilar jurídico central de esta figura.
Es en auxilio de ese crédito que el legislador legitima la continuidad en la tenencia de la cosa, y es el mismo la
medida de la retención.
Para que proceda la tutela dispensada se exige que el crédito sea cierto y exigible, aunque no sea líquido.
Dadas las funciones del instituto en estudio, al menos debe estarse en presencia de una acreencia probable
liminarmente y que confiera acción judicial para su cobro (13). Es que sin este sustento carecería de sentido todo
el andamiaje jurídico que estudiamos. Si no fuese exigible, si faltase la coercibilidad y se permitiese algún
medio compulsivo para condicionar la conducta del deudor propiciando su cumplimiento se incurriría en una
flagrante contradicción con la finalidad disuasoria que le es propia.
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Existen casos en los que expresamente la ley veda a determinados créditos el ejercicio de este derecho. Tal
el caso del contrato de comodato, en cuyo ámbito el art. 2.278 expresamente prohíbe al comodatario retener la
cosa prestada por lo que el comodante le deba, aún en razón de expensas (14).
c. Conexidad entre el crédito y la cosa retenida: este requisito cumple la función de vaso comunicante entre
los requisitos anteriores, y a la vez como calificante de las situaciones que habilitan su procedencia. No
cualquier crédito es considerado apto para valerse de la posibilidad de suspender legítimamente la entrega de lo
debido.
Considera el legislador que el crédito que sustente la pretensión de cobro debe guardar una razonable
vinculación con el objeto de la retención. Así establece el art. 3940 C.C. que "se tendrá derecho de retención
siempre que la deuda aneja a la cosa detenida, haya nacido por ocasión de un contrato, o de un hecho que
produzca obligaciones respecto del tenedor de ella", citándose en su nota una serie de ejemplos.
¿Cómo debe calificarse esa conexidad que vincula a la cosa con el crédito?. Por lo general nuestra doctrina y
jurisprudencia, respetando la nota de excepcionalidad que se le ha atribuido a este instituto, consideran que debe
verificarse una relación objetiva, debiendo originarse la deuda "por razón de la cosa"(15) La doctrina se muestra
reticente a las generalizaciones, limitándose a la enumeración de los casos que expresamente la ley considera y
aquellos que los tribunales han reconocido como comprendidos dentro de la figura.
Sin perjuicio de ello, tratando de establecer un patrón general que permita haremos jugar las dos referencias
que nuestro Código Civil tiene respecto a este tópico. En el art. 3939 se refiere a "el pago de lo que le es debido
por razón de esa misma cosa", a la vez que el art. 3940 refiere "siempre que la deuda aneja a la cosa detenida,
haya nacido por ocasión de un contrato, o de un hecho que produzca obligaciones respecto del tenedor de ella"
La armónica interpretación de ambos preceptos lleva a la conclusión de que forzosamente debe haber una
relación causal del crédito por el que se pretende ejercer esta retención legitimada, y la cosa que se retiene. En
resumidas cuentas, se considerará como un crédito conexo aquel que sea consecuencia necesaria y directa de
actividades realizadas sobre o con la cosa, o aún por la cosa.
Reunidos estos requisitos, el acreedor está facultado para no entregar la cosa hasta que se pague su crédito,
sin que puede ser turbado en el ejercicio de este derecho. Debe a su vez, asumir la conservación de la cosa, no
pudiendo usarla ni gozar de ella y una vez satisfecho entregarla conforme a lo originariamente previsto.
En cuanto al deudor, es plenamente dueño de la cosa, ésta se halla en su patrimonio y por lo tanto puede
disponer jurídicamente de ella, más no materialmente hasta que se le haya devuelto. Eventualmente el
ordenamiento le confiere el derecho de solicitar la sustitución de la cosa retenida, lo que es lógico por su esencia
de garantía. Sin embargo por esa misma función debe quedar a la apreciación judicial la procedencia del pedido
de sustitución a fin de que no se frustre la función coercitiva que inspira a la retención. Tampoco puede avalarse
un ejercicio abusivo por parte del acreedor-retenedor que injustificadamente se aferra a una cosa determinada,
como si le asistiese un derecho real, pudiendo perjudicar al deudor.
5. Funciones
Como lo venimos diciendo, esta figura tiene una finalidad de seguridad del crédito que se distingue del
resto, podemos reconocer en él esencialmente dos funciones:
1. Coercitiva: el retenedor únicamente detenta la posesión material de la cosa, sin ninguna otra facultad que
el privar al deudor de ella hasta que sea satisfecho su crédito. Es precisamente la privación de la cosa lo que
ejercerá sobre el deudor reticente la necesidad de pago, o al menos lo "motivará", evitando la indiferencia. Fuera
de esta posibilidad el acreedor no posee otro medio adicional para compeler al deudor, no hay posibles
sanciones ni posee la facultad de enajenar la cosa, sólo retenerla.
Hay que tener presente que el objetivo de la retención no está ordenado a la enajenación de la cosa, sino a su
mera conservación con fines disuasorios. Por ello, no es relevante la calidad de la cosa en cuanto embargable o
no. Sin embargo, el acreedor-retenedor conserva, como acreedor que es, todas las facultades que le reconoce el
ordenamiento para agredir patrimonialmente a su deudor, aún pudiendo ejecutar por esa vía el bien que detenta.
2. Cautelar: el acreedor, aún careciendo de facultades ejecutivas debidas a este derecho, goza de algún grado
de protección mayor, ya que sus posibilidades de cobro se hallan a medio camino entre el quirografario
desprovisto de todo amparo, y quien detenta una garantía consolidada. Además es custodio de la cosa, que no
puede usar, pero que respalda su pretensión. Es esta una de las peculiaridades que dificultan su plena
conceptualización.
Excepcionalmente, en los casos que la cosa pueda ser utilizada por el acreedor-retenedor
Para algunos que admiten la posibilidad de flexibilizar la regla propia de la retención que agota las
facultades del retenedor en la pura retención, habría una tercera posibilidad. El acreedor retenedor podría usa la
cosa, generando una utilidad en su beneficio, compensable con su acreencia (16).
III. Su aplicación en el caso
1) Falta de acreditación de la configuración del derecho de retención
En líneas generales, la presente sentencia evidencia que no se acreditaron los recaudos necesarios para
respaldar la invocación del derecho de retención.
En primer lugar, no surge con claridad que el accionado hubiese tenido un título legítimo para ocupar la
cosa. Como pone de relieve el doctor Calatayud en su voto, fuera de haber invocado la ocupación material de la
cosa, el excepcionante no pudo acreditar por qué motivo se encontraba en esa posición transitoriamente. Se dio
una confusa situación por la cual el excepcionante, que no integraba el grupo de locatarios del inmueble, se
mantuvo en la cosa.
Sin perjuicio de que en general, el título no tiene una incidencia determinante en la configuración de este
derecho, mientras sea legítimo, existen supuestos en los que la identificación de la causa del crédito reviste
especial interés en la apreciación del ejercicio de este derecho. Tal el caso ya referido al comodato, o, como se
sostuviera judicialmente "si el demandado no acreditó titulo alguno distinto de la tenencia precaria del inmueble
no corresponde la aplicación aislada del art. 3940 del Cód. Civil, pues ésta debe ser armónica con las normas
legales específicas que regulan el ejercicio del derecho de retención. En el caso particular del tenedor precario,
la aplicación del citado 3940 debe armonizar con el art. 2466 de dicho cuerpo legal, que sólo autoriza a retener
la cosa cuando se hubieran hecho gastos o mejoras necesarias, excluyendo de tal modo las de carácter
voluntario"(17).
Tampoco se llegó a probar la cierta existencia de un crédito cierto correlativo con las obligaciones de los
actores. Según relata el Juez de primer voto al que adhieren sus colegas de sala si bien se probó la existencia de
algunas mejoras introducidas sin autorización administrativa al inmueble, resultó imposible determinar su
origen, ni reconocer quien abonó tales mejoras. De ahí que no se tuviera por comprobado el crédito con las
características necesarias para sustentar la retención. No resulta suficiente para levantar la carga probatoria que
pesa sobre quien intenta legitimar la retención por este medio el invocar la existencia de un crédito, debe
también demostrar la correlatividad de tal crédito con la cosa que pretende retener.
A todo ello se suma la apreciación restrictiva (18) que impera en la valoración de la concurrencia de los
requisitos dada su excepcionalidad como particular de motivar el cumplimiento de la obligación.
En resumidas cuentas, el planteo realizado carecía de asidero y fue justamente rechazado.
2) Valoración de la conducta procesal del excepcionante
Un dato relevante considerado por la sala en cuanto para la resolución del caso es la referencia a la conducta
del excepcionante. Expresamente se hace mención a un contradictorio obrar en el proceso, invocando distintas
calidades en cuanto ocupante del inmueble y situaciones opuestas en cuanto a su vinculación con las actoras.
Este elemento de convicción resulta valioso al momento de ponderar la procedencia de las pretensiones y la
manera en que se acreditan. Expresamente el art. 163 inc. 5 del C.P.C. y C.N. contempla esta útil herramienta al
disponer que "la conducta observada por las partes durante la sustanciación del proceso podrá constituir un
elemento de convicción corroborante de las pruebas, para juzgar la procedencia de las respectivas pretensiones".
Si bien desde siempre ha estado presente esta posibilidad, ahora explicitada, no es de antigua data su
consideración conducente dentro de los medios probatorios (19). Los jueces no pueden desentenderse de las
autocontradicciones en las que ha incurrido la parte, que en buena medida desacreditan sus dichos. En este caso
puntual fue de singular provecho para rematar la carencia probatoria, confirmando el rechazo del pretendido
derecho de retención.
3) La consideración sobre la posibilidad de uso de la cosa retenida
Surge del caso que durante la tramitación del expediente, el accionado hacía uso del inmueble en cuestión.
La Cámara considera de manera incidental, acertadamente, que escapa a las facultades naturales del
acreedor-retenedor el poder usar la cosa. Esto así dada la finalidad propia del instituto. No busca conferir una
utilidad económica al acreedor, sino facilitar el cumplimiento de la prestación debida, venciendo la reticencia
del deudor. La retención se agota en sí misma (20).
En este ámbito, resultan aplicables por analogía las disposiciones propias del depósito, que prohíben al
depositario usar la cosa sin el consentimiento del depositario. En similar hipótesis, se le prohíbe al acreedor
prendario el uso de la cosa dada en garantía, castigándose esta infracción con la posibilidad de que el deudor
(1) Suprema Corte de Mendoza; 26/6/90; Aspetec S.C. c. Cortés y Cía. S.R.L., Hernán; La Ley, 1990-E,
195, con nota de TRIGO REPRESAS, Félix, "Ejercitación judicial del derecho de retención".
(2) También podemos encontrar una definición en la nota al art. 1.547, donde puede leerse que "el derecho
de retención, es el derecho de rehusar la entrega de una cosa que poseemos por otro, hasta ser pagados por aquel
a quien la cosa pertenece o le es debida, de una obligación de que nos es deudor, por razón de esa misma cosa"
(3) LEIVA FERNANDEZ, Luis, "Derecho de Retención", p. 85, Buenos Aires; Astrea; 1991. En esta
misma obra puede consultarse una extensa enumeración de definiciones legales y doctrinarias sobre la
institución que estamos tratando.
(4) En concreto nos referimos a la retención ejercida en el extranjero del avión presidencial "Tango 03".
Sobre las vicisitudes de este caso cf. LEIVA FERNANDEZ, Luis, "El derecho de retención: algunos caracteres.
A propósito del avión presidencial" "Tango 03"; LA LEY, 2002-D, 1159
(5) Lo considera un derecho creditorio LAFAILLE, Héctor, "Tratado de las..." op. cit., t. I; p. 434; mientras
que lo considera como un derecho real SALVAT, Raymundo - ARGAÑARAZ, Manuel J., "Tratado de Derecho
Civil Argentino. Derechos Reales" t. IV, p. 752; Buenos Aires; T.E.A., 1960; sostiene que es una excepción de
tipo procesal LLAMBIAS, Jorge Joaquín, "Tratado de Derecho...", op. cit, t. I; p. 895, llegando inclusive
planteárselo como una institución de hecho LEIVA FERNANDEZ, Luis, "Derecho de Retención.." op. cit., p.
183 y ss.
(6) Esta alternativa, seguida por Moisset de Espanés, se sustenta en las propias letra de la ley que
asépticamente habla de "facultad", y en la ubicación que le dio el legislador al incluirla en el libro
correspondiente a las disposiciones comunes a los derechos reales y a los derechos creditorios. Cf. MOISSET
DE ESPANES, Luis, "Derecho de retención (Legislación argentina y códigos modernos)"; JA, 2002-I-908
(7) Como lo pone de relieve Moisset de Espanés, la regulación orgánica de esta figura representa una
originalidad legislativa, a la vez que ha sido fuente inspiradora de diversos ordenamientos posteriores a la
codificación de Vélez. Tal es el caso del Código Civil alemán (1896) arts. 273 y 274; del suizo (1907), arts. 895
a 898; o más contemporáneamente el portugués (1967) en sus arts. 754 a 761; o el peruano (1984) entre los arts.
1123 y 1131, por lo que el esquema planteado en estas líneas puede servir de guía para un estudio preliminar de
esas regulaciones. Cf. MOISSET DE ESPANES, Luis, "Derecho de retención (Legislación argentina y códigos
modernos"); JA, 2002-I-908.
(8) Este es el fundamento que le reconoce el Codificador en la nota al art. 3939, donde destaca que "La
retención es el ejercicio del derecho natural que nos permite mantenernos en el estado que legítimamente nos
encontramos". Completa esta línea Lafaille, quien lo considera como un derivado de la más elemental Justicia;
Cf. LAFAILLE, Héctor; Tratado de las... op. cit. t I, p. 724. Podemos reconocer esta postura como sustento de
algunos fallos, por ejemplo C. 2ª Apelaciones Civ. y Com. de Córdoba; 24/11/92; Domínguez, Orlando c.
Seimand, Mario; JA, 1993-IV.
(9) Apoyándose que la situación surge de la propia autoridad del acreedor sin la necesaria intervención de
ningún organismo del Estado, sustentan esta postura LEIVA FERNANDEZ, Luis, "Derecho de Retención..",
op. cit., y MOSSET ITURRASPE, Jorge, "Medios compulsivos en Derecho Privado"; Buenos Aires, Ediar,
1974.
(10) Diccionario de la Real Academia Española, 22ª edición, voz retener segunda edición.
(11) Cf. LLAMBIAS, Jorge Joaquín, "Tratado de Derecho...", op. cit, t. I; p. 897; CAZEAUX, Néstor Pedro
y TRIGO REPRESAS, Félix Alberto; "Derecho de las..." op. cit, t. II vol. 2; p. 795; PIZARRO, Ramón Daniel y
VALLESPINOS, Carlos Gustavo, "Instituciones de Derecho...", t. II, p. cit., p. 421. Jurisprudencialmente
CNCiv., sala F; 02/07/1993; Beviglia, Hugo A. y otros c. Pascual Bevacqua E.C.S.A.; La Ley, 1994-E, 530.
(12) En este sentido, destaca la necesidad de un control judicial Mosset Iturraspe que acompañe el ejercicio
regular de esta facultad "por encerrar una enorme aptitud o capacidad de presión o forzamiento, no puede
quedar librado a la iniciativa e interés del acreedor retenedor en todos los aspectos de su dinámica y
funcionamiento. Debe estar sometido al contralor de los jueces que se expedirán en cada caso acerca de su
procedencia y de la posibilidad de sustituirlo por una garantía suficiente" MOSSET ITURRASPE, Jorge,
"Medios compulsivos en...", p. 180
(13) CNCiv., sala B; 31/5/79; Joyerías Atlas S.R.L. c. Cajas y tesoros Borges S.R.L., ED, 84-685
(14) CNCiv, sala G; 24/09/98; Burrone, Oscar S. y otro c. Llanes, Julián C. y otro; La Ley, 1999-C, 559.
(15) LLAMBIAS, JORGE Joaquín, "Tratado de Derecho...", op. cit, t. I; p. 897. En igual sentido CNCiv,
sala G; 17/02/97; Macri de Fernández, Marta c. Echegaray; DJ, 1999-1- 975; C1ª CC Bahía Blanca, sala II;
29/03/1995; Provincia de Buenos Aires c. Asociación de Bomberos Cabildo; LLBA, 1995-599.
(16) Así lo ha denominado Leiva Fernández, quien ha advertido sobre dicha posibilidad en nuestro derecho.
Cf. LEIVA FERNANDEZ, Luis, "Derecho de Retención...", op. cit., ps. 244/254 y LEIVA FERNANDEZ, Luis,
"El derecho de retención anómala del locatario de inmueble"; La Ley, 1977-C, 907.
(17) CCiv., Com. y Contenciosoadministrativo de Villa María; 16/04/1996; Villafañe, Oscar E. c. Villafañe,
Nora C. y otra; LLC, 1997-138.
(18) Suscriben esta postura CAZEAUX, Néstor Pedro y TRIGO REPRESAS, Félix Alberto, "Derecho de
las...", op. cit, t. II vol. 2; p. 802; LEIVA FERNANDEZ, Luis, "Derecho de Retención...", op. cit., p. 121 y
concs.; SAGARNA, Fernando A., "Derecho de retención: concepto, caracteres y condiciones para su ejercicio";
La Ley, 1994-E, 529; KIELMANOVICH, Jorge, "La conducta procesal de las partes y la prueba"; La Ley,
2001-C, 1221.
(19) Cf. PEYRANO, Jorge W., "Valor probatorio de la conducta procesal de las partes"; La Ley, 1979-B,
1049;
(20) Así lo ha reconocido desde antiguo la Corte Suprema Fallos 32:56 y la afirma la unánime
jurisprudencia y doctrina. Por todos CCiv. y Com. Quilmes, sala I; 15/08/96; Galván, Rocío M. c. Bazarnik,
Nicanor J., LLBA, 1997-350.
(21) LEIVA FERNANDEZ, LUIS, "Derecho de Retención...", op. cit., p. 203 y sigtes.
(22) Idem, p. 211, cf. también LEIVA FERNANDEZ, Luis, "El derecho de retención anómala..." op. cit.