Resumen
En este artículo se editan y estudian las traducciones de los poetas bucólicos griegos
realizadas por el poeta ilustrado Cándido María Trigueros (1736–1798), partiendo de
los manuscritos que las han transmitido. Algunas de ellas han permanecido inéditas
hasta ahora, mientras que otras tienen el mérito de ser las primeras versiones caste-
llanas.
Abstract
This article presents an edition and study of the translations of the Greek bucolic
poets by the Enlightenment poet Cándido María Trigueros (1736–1798), working
from the manuscript witnesses. Some of these translations are previously unpu-
blished, while others have the merit of being the first version in Spanish.
La segunda mitad del siglo XVIII supuso para la poesía bucólica griega una nueva
Edad de Oro. En esas décadas los bucólicos griegos eran editados y comentados
profusamente, los ilustrados de toda Europa componían Idilios a imitación de
los de Teócrito y el bucolismo invadía gran parte de las creaciones poéticas de la
época. Su popularidad se debe, sin duda, a que los poetas neoclásicos veían en el
1
genus bucolicum la esencia de lo clásico. De hecho, se consideraba un género de
prestigio y hay incluso quien señalaba a la poesía bucólica como el más antiguo
* Este artículo se incluye dentro del proyecto de investigación de la DGI (Ministerio de Educa-
ción) ‘Edición crítica y traducción anotada de los Idilios de Teócrito’ (HUM2005–00317/
FILO) y HUM 2005–01019 de la Junta de Andalucía. Agradezco las sugerencias del Dr. J. F.
Martos Montiel (Universidad de Málaga) y del informante anónimo.
1 Sobre la popularidad del bucolismo a finales del XVIII léase específicamente Flor, 1981 y
Benedetto, 1999.
2 Léase, por ejemplo, Luzán, 1977: 129–30, quien remite a J. César Escalígero, Poetices libri
septem (Lugduni: Antonium Vicentium, 1561) IV, cap. 1.
3 Léase Bersier, 1989: 34–47. Los tradujo al castellano Juan López en 1797 (Patier Torres,
1992: 231–45, Cano, 1975: 191–227) y los comentó el propio Trigueros (BN 18072, ff. 43–59:
‘Apuntaciones sacadas de los Idilios de Gessner’). Por su parte, J. A. Conde (1796: ix–x) los
comparó con las Bucólicas de Virgilio.
4 Omite los Idilios 14 al 17, 22, 24 y 25. Para una versión más completa habrá que esperar
casi un siglo hasta el trabajo de Ignacio Montes de Oca, publicado en Méjico en 1878 y en
Madrid en 1880, pues en él sólo faltan los Idilios 10, 28 y 29, si bien se trata de una versión
expurgada: ‘… ha expurgado nuestro Ipandro los Bucólicos, quizá con rigor nimio…,
sacrificando íntegros el Oarystis y otros idilios, bajo el aspecto literario muy agradables,
y suprimiendo en Bión hasta el beso de Venus a Adonis, que por ser dado a un muerto o
moribundo, y en medio de una escena de lágrimas y duelo, en nadie puede despertar remi-
niscencias pecaminosas’ (M. Menéndez y Pelayo, ‘Prólogo’, en Montes de Oca, 1880: IX), y
‘Lo que sí debemos hacer , es suprimir de las ediciones de sus obras… todos los pasajes que
ofendan al pudor’ (Montes de Oca, 1880: LXV).
5 Bearsdley, 1970: 76 (no 152). No se incluyó en Villegas, 1913 (léase nota en p. 327).
6 Palacios Fernández, 1997: III, p. 354. Sólo se conoce la traducción del Idilio 20. Se conserva
en el manuscrito de la Biblioteca Nacional de España 12958 y la publicó Cueto, 1952: 131–2.
Puede leerse en Hernando, 1975: 220–1 y Palacios Fernández, 1996: II, pp. 560–2. Sobre los
bucólicos griegos en España, léase, en general, Pabón, 1973, (sobre bucólicos griegos, pp.
209–11), Hernando, 1975: 213–45 y específicamente Hompanera, 1903, 1903(2), y 1904.
7 Sigo la ordenación de Gallavotti, 1993.
8 Los comentarios peyorativos sobre Trigueros son reiterativos en sus obras. Así, por ejemplo,
en Menéndez Pelayo, 1902: VI, p. 124 dice: ‘Tampoco he logrado ocasión de leer las traduc-
ciones de Trigueros que serán probablemente tan desdichadas como el resto de sus poesías’,
y en p. 366: ‘Tampoco hemos de exhumar del eterno olvido en que yacen los execrables
versos que Trigueros quiso hacer pasar por Melchor Díaz, poeta toledano del siglo XVI’.
griegos han sido ignoradas9 o incluso han permanecido inéditas, como gran parte
de su obra.10
El Idilio 19 es una composición anónima atribuida a Teócrito en el siglo XV11 y,
recientemente, a Mosco y a Bión, si bien la semejanza temática con Anacreónticas
35 hace pensar que bien pudiera tratarse de una composición de esa colección
de poesías.12 Gozó de gran popularidad desde el siglo XVI gracias a Alciato, cuyo
emblema 112, traducido al castellano por Daza Pinciano en 1549,13 es una traduc-
ción latina de este Idilio.14 De este poema se conocen versiones latinas de huma-
nistas de primera fila como F. Melanchthon, J. Camerarius y J. C. Escalígero.15 Ya
la habían traducido al castellano, entre otros, Baltasar del Alcázar, Luis Barahona
de Soto y Esteban Manuel de Villegas.16 La versión castellana de Trigueros es la
siguiente.17
EL AMOR LADRÓN DE COLMENAS
Perífrasis o imitación casi literal
9 En las traducciones castellanas más recientes de los bucólicos griegos (García Teijeiro–
Molinos Tejada, 1986: 48 y Brioso, 1986: 39, n. 63) sólo se mencionan las versiones de
[Theoc.], Id. 33 (‘Sobre Adonis muerto’) y Bión 1 (‘Epitafio de Adonis’). Sobre Trigueros
como traductor, léase específicamente Hernando, 1975: 242–4, Aguilar Piñal, 1987: 125–8
y 1987 (2): 10.
10 Para su producción literaria, léase Aguilar Piñal, 1995: 165–92 (reproducido en Aguilar
Piñal, 2001: 247–67).
11 Así aparece en el manuscrito Laurentianus 32.43 y en las ediciones antiguas. Para las dife-
rentes posturas en cuanto a la autoría de este poema, léase Gow, 1965: 363.
12 Wilamowitz, 1906: 80. Para la influencia de las Anacreónticas en la literatura posterior,
léase Brioso, 1981: xix–xxvi.
13 Daza Pinciano, 1549: 120–1.
14 Sobre la influencia de la traducción de Alciato en la difusión del Idilio 19, léase
Farré,1999.
15 Léase Castro de Castro, 1998: 147, y Ruiz Sánchez–Castro de Castro, 2000: 139–67 (selec-
ción de traducciones en pp. 157–67).
16 Alcázar, 2001: 318 (no 86), Barahona de Soto, 1944: 108, y Villegas, 1913: 289 (monóstrofe
40). Léase González Palencia–Mele, 1949: 214–28.
17 No lo citan González Palencia–Mele, 1949: 189–228 y 375–411. En la edición de los textos
he utilizado las siguientes siglas: Col. 58–4–27 y Col. 58–4–28 = manuscritos de la Biblio-
teca Colombina (Sevilla) que contienen los volúmenes I y II de las Poesías de Cándido María
Trigueros copiadas por Manuel José Díaz de Ayora; RAE 6895 = manuscrito 6895 de la Real
Academia Española de la Lengua con las Poesías de Melchor Díaz de Toledo preparadas para
la imprenta; Poesías = edición de las Poesías de Melchor Díaz de Toledo, poeta del siglo XVI hasta
ahora no conocido, Sevilla: Manuel Nicolás Vázquez, 1776; Lament. = Entregas de Poesía 8,
agosto de 1944, s. p.
ya pasea, ya brinca. 10
Muéstrale triste a Venus
la parte dolorida
y quédase admirando
que una bestia tan chica
crueldad tenga y fuerza 15
para tamaña herida.
Venus lo oyó, y rióse,
y díjole benigna:
‘¿Por ventura no eres tú
como el abejilla? 20
¿Siendo tú tan pequeño
no haces grandes heridas?
Escarmiéntete, hijo,
eso que te lastima.
Pícate a ti el abeja, 25
mas tú mucho más picas:
su dolor pasa breve
y el tuyo es de una vida’.
__________
Col. 58–4–28, ff. 234r–235r
Ερως κηρiοκλπτης
Amor favorum fur
Theocriti Ydilion XIX cum duplici versione Cand. M. Tr.
Ruiz Sánchez–Castro, 2000: 141: ‘Las traducciones en prosa, literales, están claramente
marcadas por su función principal, la de aclarar las dudas que podían asaltar a un lector
aún no muy ducho en la lengua helénica al leer los poemas de Teócrito. Por ello, con
frecuencia (…) se trata de versiones yuxtalineales que acompañan al texto griego y que
muchas veces llegan a mantener el orden de palabras original’.
21 Se trata de un volumen de 20 cm., con 4 hs. y LXXXXI pp. Leáse un exhaustivo catálogo
de ejemplares custodiados en diversas bibliotecas en Aguilar Piñal, 1995: 185 (no 1385),
reproducido en F. Aguilar Piñal, 2001: 262 (no 203).
22 El uso de pseudónimos en esta época era una práctica habitual. Así Cadalso firmó algunas
de sus obras con el apellido Valle, como Josef Vázquez y como Fernando Jugaccis de
Pilotos (Aguilar Piñal, 1985: 14), Tomás de Iriarte utilizaba Amador de Vera y Fray Diego
T. González se presentó en ocasiones como Francisco Agustín Florencia (Demerson, 1985:
81).
Díaz de Ayora conocía la versión impresa,28 pero optó por copiar estos poemas
de la primera versión manuscrita de Trigueros. De hecho, las variantes que se
detectan entre la versión del manuscrito colombino, copia del original, y la del
manuscrito de la Real Academia que sirvió de base para la edición impresa son
fruto de correcciones del propio autor que al revisar el manuscrito de la Real
Academia tachaba lo que no le agradaba y anotaba supra lineam la versión defini-
tiva. El copista del manuscrito colombino, como indica en la nota ya citada, tuvo
29
además la precaución de anotar al margen los folios del original que copiaba.
La versión de Trigueros del Idilio 21, de autoría muy discutida,30 tiene el mérito
de ser la primera traducción castellana de este Idilio. La traducción de Trigueros
es ésta:31
LOS PESCADORES
IDILIO ESCRITO EN LENGUA GRIEGA POR TEÓCRITO Y
ROMANZADO POR MELCHOR DÍAZ DE TOLEDO
Asfalión
El huésped
Asfalión
EL HUÉSPED
Asfalión
El huésped
Dícenme, Citerea,
que de tu tierno seno
escapado tu hijo
se esconde muy cubierto,
y tú al que le descubra, 5
prometido has un beso.
No te afanes, ¡oh, dea!,
buscando al picaruelo,
ni en lugares trillados,
ni en solos vericuetos: 10
donde tú menos piensas
has de toparle presto.
[fol. 73] Por las señas que has dado
conocido le tengo.
Dame el beso que ofreces, 15
yo le tengo en mi pecho
y tengo de sus cañas
atriguerado el seno,
y con su ardiente lumbre
las entrañas me quemo. 20
Llévate allá tu hijo,
Citera, y dame el beso.
_______________________
Col. 58–4–27, ff. 142r–v
RAE 6895 , pp. 72–73
Poesías, pp. XXXXV–XXXXVI
Título: Díaz RAE 6895 Poesías : Sánchez Col. 58–4–27
4 esconde Col. 58–4–27 : asconde RAE 6895 Poesías
Por último, Bión 1 (‘Epitafio de Adonis’) fue editado y comentado con profusión
a partir de la segunda mitad del XVIII40 y fue desde siempre una de las compo-
siciones de los bucólicos griegos más imitada.41 Léase, por ejemplo, la versión
de Juan de la Cueva, Llanto de Venus en la muerte de Adonis (1604)42 y la recreación
de Jacinto de Evia, A la muerte de Adonis (1676).43 La traducción de Trigueros es la
siguiente:
Lamentación de Adonis escrita en lenguaje
griego por Bión Esmirneo, y tornada en
idioma vulgar por Melchor Díaz de Toledo
La Lamentación de Adonis y la oda postrera45 son, a mi ver, del primer orden, aunque
he notado en la lamentación los siguientes versos poco armoniosos (cita a continua-
ción los vv. 62–63, 66, 134, 146 y 157).
45 Se refiere a ‘Sobre la muerte de mi madre’ (Col. 58–4–27, ff. 164v–167r; Poesías, pp. LXXXVI–
LXXXXI).
46 Además de las versiones de los bucólicos griegos, hay traducciones castellanas de Lucano,
Farsalia 9.544–86 (pp. XXXXVII–LI) (están recogidos en Menéndez Pelayo, 1902: VII, pp.
69–70. Léase García Armendáriz, 1992) y AP 16.388 (Juliano el Egipcio) (pp. LV) y 214
(Secundo) (pp. LVIII).
47 Léase Round, 1993, González Rolán–Saquero Suárez–Somonte, 2000: 157–97 y Ruiz Casa-
nova, 2000: 117.
48 Léase Haywood, 1987.
49 Sobre esta moda, léase Sebold, 1970: 29–56, Glendinning, 1974: 55–6, Arce, 1985: 115–22,
Palacios, 1983: II, pp. 517–43.
éxito, pues en su Ensayo de una Biblioteca de los mejores escritores del reinado de Carlos
III (Madrid, 1789), VI, p. 79, escribía:
Había en Sevilla algunos literatos que se preciaban de discernir los estilos y por ellos
los siglos y los autores. Para engañar a estos escribió el señor Trigueros esta colec-
ción de doce anacreónticas y otras obrillas, ya originales, ya traducidas del griego
y del latín de Lucano, Teócrito, etc., con las cuales no sólo logró el que algunos las
tuvieran por del siglo XVI, sino que manifestó su facilidad para componer en el
género lírico y en toda clase de metro.
depurar sus traducciones, así como quizás a otras versiones en lenguas modernas
de las muchas que se publicaron en su época, Trigueros, como otros muchos ilus-
trados de su entorno, tenía suficiente competencia en griego clásico como para
trabajar sobre el texto original.57 De hecho, no son éstas las únicas traducciones
de autores griegos que realizó.58 Nos han llegado, además, manuscritos griegos
autógrafos que probablemente fueron fruto de su mano59 y sabemos que en su
biblioteca personal disponía de varias gramáticas y métodos de aprendizaje de
griego clásico, algún diccionario griego–latín, además de numerosas ediciones de
autores griegos.60 Lejos estamos ya del siniestro panorama de los estudios helé-
nicos de la España del XVI, centuria en la que Trigueros situó cronológicamente a
su ‘máscara’ literaria.61 Es precisamente en el último tercio del siglo XVIII cuando
se produce en España un resurgir del interés por las lenguas clásicas, propiciado
por la llegada al trono de Carlos III, movimiento que alcanzará su punto culmi-
nante en la reforma universitaria de 1791, gracias a la cual se dotaron cátedras
62
de griego en la mayoría de las universidades.
A la hora de enfrentarse al texto Trigueros sigue las pautas habituales en su
época. Los traductores no se sentían obligados a respetar escrupulosamente la
literalidad del texto que traducían, sino que disfrutaban de cierta libertad. A
menudo se trata más de recreaciones que de traducciones tal como las enten-
demos hoy día y en esa medida son obras de arte con un valor independiente del
texto del que surgen.63
En concreto, Trigueros recurre con frecuencia a la amplificatio,64 deja sin
57 Para la situación del estudio del griego en España en el XVIII, léase Hernando, 1975.
58 Léase Aguilar Piñal, 1987 (2): 9–14.
59 Se trata de los códices de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia 9–2173 (‘Appiani
Alexandrini romanorum historiarum hispanica’) y 9–6055 (‘Notas y apuntes tomados de las
obras de Plutarco, Eusebio Panfilo, Focio, Sexto Pompeyo, Juliano el Apóstata, Láscaris …’)
(no 1195 y 1196 del catálogo de Aguilar Piñal, 1995: 168–9).
60 Léase Aguilar Piñal, 1987 (2): 9–14, y 1999: 31–32.
61 Para los estudios clásicos en el XVI en España, léanse López Rueda, 1973 y Gil Fernández,
1997.
62 Léase Pabón, 1973: 208.
63 Léanse en este sentido las palabras que al arte de traducir le dedica Antonio de Campany
en el ‘Prólogo’ del Arte de traducir el idioma francés al castellano (Madrid: Antonio Sancha,
1776) V–VIII (recogido en Santoyo, 1987: 115–7).
64 Así traduce Id. 21.12–3: γέρων τ’ π’ ρείσμασι λέμβος: / νρθεν τς κεφαλς φορμς βραχς,
εματα, πλοι por ‘y una pobre barquilla carcomida / está sobre palancas descansando / para
botarla al agua. Poca ropa / y los tejidos juncos son debajo / de sus cabezas un humilde
apoyo / de la pobreza, el sueño y el cuidado’ (vv. 15–7), 27–8 ἀλλ τν πνον / φροντς
κπτοισα μακρὰν τὰν νύκτα ποιε τοι por ‘mas el sueño / nos roban de los ojos los cuidados
/ y nos parece ser largas las noches / que estamos en espera del trabajo’ (vv.43–6), 63 οκ
ὤμοσας por ‘el juramento es claro que no obliga, / por más que al cielo excelso hayas
jurado’ (vv. 107–8), Mosc. 1.2–3 στις νὶ τριόδοισι πλανώμενον εδεν Ερωτα, / δραπετίδας μός
στιν por ‘si alguno ha visto / al picarillo Amor descaminado / ir por algún carril de tres
senderos, / el cual se me escapó de mi manida’ (vv. 2–5), y Bión 1.97 Λγε γόων Κυθέρεια τ
σάμερον σχεο κομν por ‘Deja esta noche el llanto, Citerea, / no te constriñas más. Alegre
goza / de saraos, de danzas y festines’ (vv. 165–7). Cito según la edición de Gallavotti,
1993.
65 Por ejemplo, deja sin traducir los versos Id. 33.39, Bión 1.69, y omite κλέπταν en Id. 19.1 y
χρηστά en 21.29.
66 Léase Montes de Oca, 1880: 381: ‘Este oscurísimo pasaje ha hecho devanarse los sesos a los
críticos, y en pos de ellos a mi humilde personalidad’.
67 Se trata de uno de los muchos periódicos que circularon en Inglaterra en el XVIII dirigidos
esencialmente a un público femenino. La mayoría fueron de corta vida. En concreto, The
Lady’s Magazine circuló, con diferentes vicisitudes, de 1770 a 1832. En concreto, Trigueros
traduce ‘Happiness, the effect of misfortune’, The Lady’s Magazine 1 (1770) 12, ejemplar que
se encontraba en su biblioteca a su muerte (Aguilar Piñal, 1999: 133, no 1013).
68 Trigueros, 1804: II, pp. 181–2, n. 1.
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