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Teócrito en el siglo XVIII: las traducciones

de los bucólicos griegos de Cándido María


Trigueros*

guillermo galán Vioque


Universidad de Huelva

Resumen
En este artículo se editan y estudian las traducciones de los poetas bucólicos griegos
realizadas por el poeta ilustrado Cándido María Trigueros (1736–1798), partiendo de
los manuscritos que las han transmitido. Algunas de ellas han permanecido inéditas
hasta ahora, mientras que otras tienen el mérito de ser las primeras versiones caste-
llanas.

Abstract
This article presents an edition and study of the translations of the Greek bucolic
poets by the Enlightenment poet Cándido María Trigueros (1736–1798), working
from the manuscript witnesses. Some of these translations are previously unpu-
blished, while others have the merit of being the first version in Spanish.

La segunda mitad del siglo XVIII supuso para la poesía bucólica griega una nueva
Edad de Oro. En esas décadas los bucólicos griegos eran editados y comentados
profusamente, los ilustrados de toda Europa componían Idilios a imitación de
los de Teócrito y el bucolismo invadía gran parte de las creaciones poéticas de la
época. Su popularidad se debe, sin duda, a que los poetas neoclásicos veían en el
1
genus bucolicum la esencia de lo clásico. De hecho, se consideraba un género de
prestigio y hay incluso quien señalaba a la poesía bucólica como el más antiguo

* Este artículo se incluye dentro del proyecto de investigación de la DGI (Ministerio de Educa-
ción) ‘Edición crítica y traducción anotada de los Idilios de Teócrito’ (HUM2005–00317/
FILO) y HUM 2005–01019 de la Junta de Andalucía. Agradezco las sugerencias del Dr. J. F.
Martos Montiel (Universidad de Málaga) y del informante anónimo.
1 Sobre la popularidad del bucolismo a finales del XVIII léase específicamente Flor, 1981 y
Benedetto, 1999.

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de todos los géneros.2 Se publicaban además traducciones y recreaciones más


o menos ajustadas de los originales griegos. Así, en 1757 apareció Die Idyllen
Theokrits, Moschus und Bions, a cargo de Ch. G. Lieberkühn, en 1767 The Idylliums
of Theocritus, traducido por F. Fawkes, en 1786 The Idyllia, Epigrams, and Fragments,
of Theocritus, Bion, and Moschus, with the Elegies of Tyrtæus, de R. Polwhele, reeditada
muchas veces, y en 1799 los Idylles de Theocrite, de J. L. Geoffroy. Y recuérdese la
enorme influencia que ejercieron en toda Europa los Idilios de S. Gessner (Zúrich,
1756).3 España no se mantuvo al margen de este movimiento cultural, pues en
1796 José Antonio Conde publicó la primera traducción castellana casi completa
de los Idilios de Teócrito.4 Antes únicamente se habían realizado traducciones
o adaptaciones puntuales, como la versión muy libre del Idilio 6 que Esteban
Manuel de Villegas incluyó en la segunda parte de sus Eróticas (Nájera, 1618)5 o
las traducciones de los Idilios 2 y 20 que menciona Juan Meléndez Valdés en una
carta dirigida a Jovellanos y fechada el 18 de octubre de 1777.6
A éstas hay que añadir las versiones castellanas de poesía bucólica griega de
un contemporáneo de Meléndez Valdés, el ilustrado Cándido María Trigueros
(1736–1798), autor de varias composiciones a la manera de Teócrito y de al menos
cinco traducciones de textos bucólicos griegos: los Idilios 19, 21 y 33 de Pseudo–
Teócrito, Mosco 1 y Bión 1.7 Su labor como traductor de textos clásicos fue seve-
ramente censurada por Menéndez Pelayo, quien también despreciaba su calidad
de poeta y dramaturgo.8 Probablemente por ello sus versiones de los bucólicos

2 Léase, por ejemplo, Luzán, 1977: 129–30, quien remite a J. César Escalígero, Poetices libri
septem (Lugduni: Antonium Vicentium, 1561) IV, cap. 1.
3 Léase Bersier, 1989: 34–47. Los tradujo al castellano Juan López en 1797 (Patier Torres,
1992: 231–45, Cano, 1975: 191–227) y los comentó el propio Trigueros (BN 18072, ff. 43–59:
‘Apuntaciones sacadas de los Idilios de Gessner’). Por su parte, J. A. Conde (1796: ix–x) los
comparó con las Bucólicas de Virgilio.
4 Omite los Idilios 14 al 17, 22, 24 y 25. Para una versión más completa habrá que esperar
casi un siglo hasta el trabajo de Ignacio Montes de Oca, publicado en Méjico en 1878 y en
Madrid en 1880, pues en él sólo faltan los Idilios 10, 28 y 29, si bien se trata de una versión
expurgada: ‘… ha expurgado nuestro Ipandro los Bucólicos, quizá con rigor nimio…,
sacrificando íntegros el Oarystis y otros idilios, bajo el aspecto literario muy agradables,
y suprimiendo en Bión hasta el beso de Venus a Adonis, que por ser dado a un muerto o
moribundo, y en medio de una escena de lágrimas y duelo, en nadie puede despertar remi-
niscencias pecaminosas’ (M. Menéndez y Pelayo, ‘Prólogo’, en Montes de Oca, 1880: IX), y
‘Lo que sí debemos hacer , es suprimir de las ediciones de sus obras… todos los pasajes que
ofendan al pudor’ (Montes de Oca, 1880: LXV).
5 Bearsdley, 1970: 76 (no 152). No se incluyó en Villegas, 1913 (léase nota en p. 327).
6 Palacios Fernández, 1997: III, p. 354. Sólo se conoce la traducción del Idilio 20. Se conserva
en el manuscrito de la Biblioteca Nacional de España 12958 y la publicó Cueto, 1952: 131–2.
Puede leerse en Hernando, 1975: 220–1 y Palacios Fernández, 1996: II, pp. 560–2. Sobre los
bucólicos griegos en España, léase, en general, Pabón, 1973, (sobre bucólicos griegos, pp.
209–11), Hernando, 1975: 213–45 y específicamente Hompanera, 1903, 1903(2), y 1904.
7 Sigo la ordenación de Gallavotti, 1993.
8 Los comentarios peyorativos sobre Trigueros son reiterativos en sus obras. Así, por ejemplo,
en Menéndez Pelayo, 1902: VI, p. 124 dice: ‘Tampoco he logrado ocasión de leer las traduc-
ciones de Trigueros que serán probablemente tan desdichadas como el resto de sus poesías’,
y en p. 366: ‘Tampoco hemos de exhumar del eterno olvido en que yacen los execrables
versos que Trigueros quiso hacer pasar por Melchor Díaz, poeta toledano del siglo XVI’.

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griegos han sido ignoradas9 o incluso han permanecido inéditas, como gran parte
de su obra.10
El Idilio 19 es una composición anónima atribuida a Teócrito en el siglo XV11 y,
recientemente, a Mosco y a Bión, si bien la semejanza temática con Anacreónticas
35 hace pensar que bien pudiera tratarse de una composición de esa colección
de poesías.12 Gozó de gran popularidad desde el siglo XVI gracias a Alciato, cuyo
emblema 112, traducido al castellano por Daza Pinciano en 1549,13 es una traduc-
ción latina de este Idilio.14 De este poema se conocen versiones latinas de huma-
nistas de primera fila como F. Melanchthon, J. Camerarius y J. C. Escalígero.15 Ya
la habían traducido al castellano, entre otros, Baltasar del Alcázar, Luis Barahona
de Soto y Esteban Manuel de Villegas.16 La versión castellana de Trigueros es la
siguiente.17
EL AMOR LADRÓN DE COLMENAS
Perífrasis o imitación casi literal

Una cruel abeja


picó al amor un día
mientras la miel hurtaba
de una colmena antigua.
Los dedos de las manos 5
le traspasó enemiga
por las extremidades.
En tanto él se dolía
ya la mano se sopla,

9 En las traducciones castellanas más recientes de los bucólicos griegos (García Teijeiro–
Molinos Tejada, 1986: 48 y Brioso, 1986: 39, n. 63) sólo se mencionan las versiones de
[Theoc.], Id. 33 (‘Sobre Adonis muerto’) y Bión 1 (‘Epitafio de Adonis’). Sobre Trigueros
como traductor, léase específicamente Hernando, 1975: 242–4, Aguilar Piñal, 1987: 125–8
y 1987 (2): 10.
10 Para su producción literaria, léase Aguilar Piñal, 1995: 165–92 (reproducido en Aguilar
Piñal, 2001: 247–67).
11 Así aparece en el manuscrito Laurentianus 32.43 y en las ediciones antiguas. Para las dife-
rentes posturas en cuanto a la autoría de este poema, léase Gow, 1965: 363.
12 Wilamowitz, 1906: 80. Para la influencia de las Anacreónticas en la literatura posterior,
léase Brioso, 1981: xix–xxvi.
13 Daza Pinciano, 1549: 120–1.
14 Sobre la influencia de la traducción de Alciato en la difusión del Idilio 19, léase
Farré,1999.
15 Léase Castro de Castro, 1998: 147, y Ruiz Sánchez–Castro de Castro, 2000: 139–67 (selec-
ción de traducciones en pp. 157–67).
16 Alcázar, 2001: 318 (no 86), Barahona de Soto, 1944: 108, y Villegas, 1913: 289 (monóstrofe
40). Léase González Palencia–Mele, 1949: 214–28.
17 No lo citan González Palencia–Mele, 1949: 189–228 y 375–411. En la edición de los textos
he utilizado las siguientes siglas: Col. 58–4–27 y Col. 58–4–28 = manuscritos de la Biblio-
teca Colombina (Sevilla) que contienen los volúmenes I y II de las Poesías de Cándido María
Trigueros copiadas por Manuel José Díaz de Ayora; RAE 6895 = manuscrito 6895 de la Real
Academia Española de la Lengua con las Poesías de Melchor Díaz de Toledo preparadas para
la imprenta; Poesías = edición de las Poesías de Melchor Díaz de Toledo, poeta del siglo XVI hasta
ahora no conocido, Sevilla: Manuel Nicolás Vázquez, 1776; Lament. = Entregas de Poesía 8,
agosto de 1944, s. p.

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ya pasea, ya brinca. 10
Muéstrale triste a Venus
la parte dolorida
y quédase admirando
que una bestia tan chica
crueldad tenga y fuerza 15
para tamaña herida.
Venus lo oyó, y rióse,
y díjole benigna:
‘¿Por ventura no eres tú
como el abejilla? 20
¿Siendo tú tan pequeño
no haces grandes heridas?
Escarmiéntete, hijo,
eso que te lastima.
Pícate a ti el abeja, 25
mas tú mucho más picas:
su dolor pasa breve
y el tuyo es de una vida’.
__________
Col. 58–4–28, ff. 234r–235r

Se trata de una versión muy literal, como se indica en el subtítulo, aunque se


permite la licencia de añadir seis versos al final como moraleja explicativa (vv.
23–28). El propio autor lo indica expresamente en una nota al pie de la composi-
ción donde dice que ‘los seis últimos versos castellanos son añadidos al original,
cuyo final sin ellos parecería frío a alguno que no sepa estimar los antiguos’ (f.
235r).
La literalidad de esta traducción contrasta, como veremos, con la libertad con
que Trigueros se enfrenta a sus originales en el resto de sus versiones castellanas
de los bucólicos griegos. Ello se debe a que probablemente esta versión no sea
sino un ejercicio escolar del propio poeta no concebido para su divulgación. Por
ello nunca conoció las prensas hasta ahora. Se nos ha transmitido sólo gracias a
la copia que de ella hizo Manuel José Díaz de Ayora y Pinedo en el segundo tomo
18 r r
de las Poesías de Cándido María Trigueros (ms. Colombina 58–4–28; ff. 234 –35 ).
El carácter pedagógico de esta versión castellana queda patente, además,
porque va precedida por un texto griego y una traducción interlineal al latín,
una práctica escolar muy extendida.19 El texto griego es el usual en las ediciones
de la época salvo alguna errata. Su versión latina, también inédita, es prosaica
y se ajusta en gran medida al original, pues traduce el texto griego palabra por
palabra y mantiene el orden de palabras:20

18 Antiguo ms. 84–4–35.


19 Por ejemplo, las Institutiones ac Meditationes in Graecam Linguam (Lovaina, 1530) de Nicolaus
Clenardus (1494–1542), que se publicaron más de cuatrocientas veces hasta fines del XVII,
contiene ejemplos de Eurípides, Aristófanes, Hesíodo, Teócrito, Homero y Píndaro con
traducción interlineal y notas. Trigueros disponía de un ejemplar en su biblioteca (Aguilar
Piñal, 1999: 76, no 197).
20 Se trata de una práctica habitual. Léase lo que sobre este tipo de traducciones dicen

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Ερως κηρiοκλπτης
Amor favorum fur
Theocriti Ydilion XIX cum duplici versione Cand. M. Tr.

Τὸν κλπταν ποτ’ Ερωτα κακὰ κντασε μλισσα


Furem quondam Amorem mala pupugit apis.
κηρίον κ σίμbλων συλεύμενον, κρα δὲ χειρν
Favum ex alvearibus depraedantem extremis vero manum
δάκτυλα πάνθ’ πένυξεν.  δ’ λγεε καὶ χέρ’ φύσση
digitos omnes confixit. Ille vero dolebat et manus inflabat
καὶ τὰν γν πάταξε καὶ λατο, τὰδ’ Αφροδίτᾳ
et terram pulsabat et insiliebat: Veneris tamen
δεξεν τὰν δύναν, καὶ μέμφετο, ττι γε πυτθὸν             5
ostendit dolorem et conquestus est quod parvula
θηρίον ντὶ μέλισσα καὶ λίκα τραύματα ποιε.
bestia (sit) apis, et tam magna vulnera faciat.
χ μάτηρ γελάσασα: τὺ δ’ οκ σος σσὶ μελίσσαις;
Et mater videns: tu (inquit) nonne par es apibus?
χ τυτθὸς μὲν ης, τὰ δὲ τραύματα λίκα ποιες.
Et (tu) parvulus quidem cum sis, tam magna vulnera facis?
_______________
Col. 58–4–28, f. 234r
Tit. κηρiοκλέπτης Codd. edd. : κηροκλέπτης Col. 58–4–28
2 σίμbλων Codd. edd.: σίμpλων Col. 58–4–28

Las demás traducciones de Trigueros de los bucólicos griegos fueron publicadas


en Sevilla, en las prensas de Manuel Nicolás Vázquez, en 1776 en un pequeño
volumen que apareció con el título de Poesías de Melchor Díaz de Toledo, poeta del
siglo XVI hasta ahora no conocido.21
Nos han llegado, además, en un manuscrito de puño y letra del propio Trigueros
que contiene el libro de las Poesías de Melchor Díaz de Toledo preparado para la
imprenta. En su día perteneció a Antonio Rodríguez Moñino y hoy se custodia en
la Biblioteca de la Real Academia Española de la Lengua (ms. 6895).
La intención originaria de Trigueros fue publicar este libro de poemas con
el pseudónimo de Melchor Sánchez de Toledo,22 pero finalmente apareció atri-
buido a un ficticio Melchor Díaz de Toledo, porque, según advirtió Juan José
López de Sedano a Juan Nepomuceno González de León en carta fechada el 20 de

Ruiz Sánchez–Castro, 2000: 141: ‘Las traducciones en prosa, literales, están claramente
marcadas por su función principal, la de aclarar las dudas que podían asaltar a un lector
aún no muy ducho en la lengua helénica al leer los poemas de Teócrito. Por ello, con
frecuencia (…) se trata de versiones yuxtalineales que acompañan al texto griego y que
muchas veces llegan a mantener el orden de palabras original’.
21 Se trata de un volumen de 20 cm., con 4 hs. y LXXXXI pp. Leáse un exhaustivo catálogo
de ejemplares custodiados en diversas bibliotecas en Aguilar Piñal, 1995: 185 (no 1385),
reproducido en F. Aguilar Piñal, 2001: 262 (no 203).
22 El uso de pseudónimos en esta época era una práctica habitual. Así Cadalso firmó algunas
de sus obras con el apellido Valle, como Josef Vázquez y como Fernando Jugaccis de
Pilotos (Aguilar Piñal, 1985: 14), Tomás de Iriarte utilizaba Amador de Vera y Fray Diego
T. González se presentó en ocasiones como Francisco Agustín Florencia (Demerson, 1985:
81).

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diciembre de 1774, en respuesta a una anterior de 27 de octubre de ese mismo


año, ya existía un autor con ese nombre:
El [proyecto] de la colección de poesías imitando el estilo y lenguaje de nuestros
mejores poetas del siglo XVI con el título atribuido de Poesías de Melchor Sánchez de
Toledo, poeta no conocido, lo tengo, como Vm., por un pensamiento original y admi-
rable; pero no puedo menos de significar a Vm. para que, si gusta, se lo insinúe al Sr.
Trigueros, que este poeta supuesto lo conozco yo en realidad, y existen sus poesías
23
en la Real Biblioteca.

De esta vacilación en el pseudónimo queda huella en el manuscrito de la Real


Academia Española, pues, tanto en la portada como a lo largo de todo el manus-
crito, el apellido ‘Sánchez’ aparece tachado y se ha añadido ‘Díaz’.24
Curiosamente en la Biblioteca Colombina de Sevilla se custodia un manuscrito
(ms. 58–4–27;25 ff. 111r–167v) en el que se incluye copia de este libro de poemas,
pero con el pseudónimo original, Melchor Sánchez de Toledo. Forma parte de
una copia en dos tomos de las ya citadas Poesías de Cándido María Trigueros llevada
a cabo por su amigo Manuel José Díaz de Ayora y Pinedo. Así se indica en una
nota al final del volumen primero, en el f. 167v:26
Estas dos tragedias27 y poesías de M. S. de T. son copiadas de sus originales, que los
hube por mano del M.R.P.M. Fr. Pedro Rodríguez Mohedano, Provincial que es de
los Terceros, cuando en esta ciudad de Sevilla estuvo en el presente año, advirtiendo
que está cada obra encuadernada de por sí y en pasta, y para que sirvan los mismos
que dichos originales, van citados sus folios y vueltas de la manera que se expresa
en sus márgenes. Y para que conste lo firmo en dicha ciudad, en 12 de marzo de
1776.
Manuel José Díaz de Ayora y Pinedo.

Díaz de Ayora conocía la versión impresa,28 pero optó por copiar estos poemas
de la primera versión manuscrita de Trigueros. De hecho, las variantes que se
detectan entre la versión del manuscrito colombino, copia del original, y la del
manuscrito de la Real Academia que sirvió de base para la edición impresa son
fruto de correcciones del propio autor que al revisar el manuscrito de la Real
Academia tachaba lo que no le agradaba y anotaba supra lineam la versión defini-
tiva. El copista del manuscrito colombino, como indica en la nota ya citada, tuvo
29
además la precaución de anotar al margen los folios del original que copiaba.

23 Cotarelo y Mori, 1897: 545.


24 Así en la portada, en las pp. I, II y IV del prólogo y en las pp. 1, 57, 72, 80, 84, 85, 87, 89,
98, 110, 120, 125 y 132.
25 Antiguo 84–4–34.
26 Cita esta nota Aguilar Piñal, 1987: 125, nota 14, si bien la sitúa erróneamente al final del
segundo volumen.
27 Se refiere a ‘La muerte de Abel’ (ff. 1r–34v) y ‘Los Theseides’ (ff. 35r–110v).
28 Así lo indica en una nota en el f. 111v: ‘Nota: Estas poesías siguientes se imprimieron en
esta ciudad de Sevilla por el año de 1776 en casa de Manuel Nicolás Vázquez en todo seme-
jantes, sólo con la diferencia de llamarse Melchor Díaz de Toledo, cuyo impreso tengo en
mi biblioteca. Ayora’.
29 Al final del tomo segundo del manuscrito de las Poesías de Cándido María Trigueros se conserva

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La versión de Trigueros del Idilio 21, de autoría muy discutida,30 tiene el mérito
de ser la primera traducción castellana de este Idilio. La traducción de Trigueros
es ésta:31
LOS PESCADORES
IDILIO ESCRITO EN LENGUA GRIEGA POR TEÓCRITO Y
ROMANZADO POR MELCHOR DÍAZ DE TOLEDO

 La pobreza, Diofanto, es la que inventa


los artes y ahijonea hacia el trabajo.
El afán del sustento no permite
al que escasez acucia algún descanso.
Envíales la noche un dulce sueño, 5
mas viénele a turbar luego el cuidado.

 En un mandra (1) de cañizos hecha,


sobre las secas ovas recostados
[fol. 100] dormían dos ancianos pescadores
al costado del mísero sombrajo. 10
A canto las enseñas de su oficio
derramadas estaban, los canastos,
las cañas, los anzuelos, los sedales,
cestos de mimbres, redes, pieles, lazos,
y una pobre barquilla carcomida 15
está sobre palancas descansando
para botarla al agua. Poca ropa
y los tejidos juncos son debajo
de sus cabezas un humilde apoyo
de la pobreza, el sueño y el cuidado. 20
Tal es todo su ajuar y sus haberes.
Ni en qué guisar, ni can para guardarlos
tenían, por saber que tales cosas
no son para la pesca muy del caso.

[fol. 101]  La pobreza es su amigo y su vecino. 25


Otro no tienen, mas por todos lados
con gran silencio a visitarlos viene
y a regarles la choza el mar cercano.

copia de tres composiciones de Trigueros autógrafas dedicadas a su amigo Manuel José


Díaz de Ayora y fechadas en el margen superior derecha en 1774 la primera y en 1775 la
segunda. Se trata de ‘El mal de amor’ (ff. 238r–244v), ‘La Musa del Sílex’ (ff. 244r–251r) y ‘El
pañuelo de Mnasilo’ (ff. 252r–253v). En el último folio del volumen (f. 254r) le escribió una
dedicatoria en la que afirma que el volumen de las Poesías de Melchor Díaz de Toledo (1776)
ya estaba impreso: ‘Muy Sr. mío: tiene Vm. esos tres Idilios en original, aunque el uno está
ya impreso con nombre de Melchor Díaz (alude a ‘El pañuelo de Mnasilo’). Otra vez habrá
otra cosa, y quedo de Vm., no habiendo en mí variación, y siendo siempre su verdadero
amigo. Cándido María Trigueros’.
30 En la tradición manuscrita sólo se atribuye a Teócrito en ms. Vaticanus Graecus 1311. Un
resumen de las diferentes posturas en Gow, 1965: II, pp. 369–70.
31 En el margen izquierdo, entre corchetes, recojo las indicaciones que el copista hace del
cambio de folio en el original que copia.

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 Aun no llegaba la serena luna


a la mitad de su carrera, cuando 30
les hurtó su cuidado el dulce sueño,
para trabajadores siempre grato,
y refregando antes bien los ojos
a parlar de este modo comenzaron:

Asfalión

 Mienten, ¡oh, huésped!, mienten los que dicen 35


que son cortas las noches de verano
cuando Jove nos da tan largos días.
Heme aquí que mil cosas he soñado
[fol. 102] y aun no viene la Aurora. ¿Qué ser puede?
¿Por ventura las noches se alargaron? 40

El huésped

 No acuses, Asfalión, al bello estío.


El tiempo no se escapa más de paso
de lo que antes solía; mas el sueño
nos roban de los ojos los cuidados,
y nos parece ser largas las noches 45
que estamos en espera del trabajo.

Asfalión

  Dime, ¿entiendes de ensueños? He tenido


unos que quiero a ti comunicarlos
y cual los peces repartir solemos,
quiero que los ensueños repartamos. 50
Ni es tan flaco tu ingenio, ni el que tiene
entendimiento deja de explicarlos.
¿Parece que te paras? ¡Eh!, ¿qué dices?
Querido amigo, el tiempo no perdamos.
[fol. 103] ¿Qué hemos de hacer sobre esta hierba 55
y del mar que nos moja tan cercanos?
Pues con dificultad dormir podremos,
ni ignoras lo que dice aquel adagio,
que en Atenas se cogen muchos peces,
cuando con luz se pesca. 60

EL HUÉSPED

         ¿Y qué has soñado?


Manifiéstalo a mí, que soy tu amigo,
veme tu mampesada (2) declarando.

Asfalión

Luego que me quedé rendido al sueño,


cansado con el peso del trabajo
no por la grave cena, que discurro 65
te acordarás que tarde y mal cenamos,

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me pareció que en el pesquero estaba


[fol. 104] acechando los peces con cuidado
y alargando las cañas con el cebo.
Llegó hacia él un pez de gran tamaño 70
que como el perro pobre cuando duerme
sueña que de comer le arrojan algo,
ansi soñaba yo que el pez picaba.
Él del anzuelo se quedó colgado
y estaba coleando el pobrecillo, 75
y mucha roja sangre derramando,
mas con los grandes golpes me torcía
la débil caña. Entonces yo la mano
extendiendo, me veía muy dudoso
para cogerle con anzuelo flaco. 80
¿No era fácil también que me mordiese?
Paréme y entre mí dije dudando.
¿Harasme mal? ¿Y a ti también le haces
del afilado anzuelo con el gancho?
[fol. 105] Con ver que no huía, ni mordía, 85
perdí el temor y alargué más la mano
y de dificultad salí al momento.
Saqué el pez (aun venía coleando)
y miré que era todo de oro puro.
Tuve grave recelo, sospechando 90
que era de aquellos que Neptuno estima,
o tal vez del tesoro más guardado
de la azul Anfitrite; ¡Con qué tiento
le saqué del anzuelo, procurando
que no quedase de su boca de oro 95
pegado por acaso algún pedazo!
A tierra le tiré con una cuerda
y juré cuando así le hube sacado
que en la mar más los pies jamás pondría,
sino me quedaría en estos campos 100
donde dominaría con el oro.
[fol. 106] Estando en esto desperté alterado.
Escucha, amigo, agora lo que falta.
Estoy con muchos miedos y no alcanzo
si me obliga o no obliga el juramento. 105

El huésped

No estés, hombre, con susto, ni acuciado.


El juramento es claro que no obliga,
por más que al cielo excelso hayas jurado.
A la verdad no viste pez alguno,
ni tú sacaste ningún pez dorado. 110
Estos ensueños son mentiras vanas
que si despierto y con los ojos claros
y no dormido vuelves al tal sitio,
por más que buscar quieras con despacio,

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496 Guillermo Galán Vioque bhs, 85 (2008)

sólo encontrar podrás uno de carne 115


con que matar del hambre los asaltos.
__________
(1) Cueva, choza.
(2) Ensueño, pesadilla.
_______________________
Col. 58–4–27, ff. 153r–156r
RAE 6895, pp. 98–105
Poesías, pp. LXV–LXX
Título: Díaz RAE 6895 Poesías : Sánchez Col. 58–4–27
35 los Col. 58–4–27 RAE 6895: lo Poesías
79 veía Col. 58–4–27 : vía RAE 6895 Poesías
85 anzuelo RAE 6895 Poesías : anchuelo Col. 58–4–27

El Idilio 33 (‘Sobre Adonis muerto’), junto con Bión 1 (‘Epitafio de Adonis’),


está vinculado al culto de Adonis, un mito que tuvo una gran repercusión en la
literatura europea32 y que disfrutó de renovado prestigio en la Sevilla de la época.
Según la leyenda, la celebración de las Adonias fue el escenario del martirio de
las santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla, ciudad a la que Trigueros estuvo
muy vinculado desde que se instaló en Carmona, a 33 km., como beneficiado de
la iglesia de San Bartolomé en julio de 1757.33 Aunque hoy se considera unánime-
mente un poema anónimo de época romana, aparece aquí, como era habitual en
la época de Trigueros, atribuido a Teócrito.34 La versión castellana de Trigueros
es como sigue:
SOBRE ADONIS MUERTO
CANTINELA DE TEÓCRITO GRIEGO ROMANZADA
POR MELCHOR DÍAZ DE TOLEDO
  Cuando a su Adonis Cipris
vio hierto, y que tenía
erizado el cabello,
pálidas las mejillas,
les mandó a los Amores 5
presarla el homicida. (1)
 Ellos volando al punto
todo el bosque registran,
[fol. 82] y el jabalín odioso
hallan, prenden y lían 10
cual que un lazo le echa
preso le arrastra, y tira,
cual por detrás punzando
con las flechas le pincha.
  Temblando iba la fiera, 15
y a Citera temía,

32 Tuzet, 1987, Reed, 1997: 81–4.


33 Blázquez, 1978: 256–8, Gil, 1981: 174, Aguilar Piñal, 1987: 32–84.
34 Así aparece en ms. Laurentianus 32.43 y en la edición de Stephanus, 1566, entre otras de
la época como, por ejemplo, la edición de Reiske, 1765: 284–5 (Id. XXX). Todavía Beckby,
1975 y Gallavotti, 1993 lo editan como Idilio 33.

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bhs, 85 (2008) Teócrito en el siglo XVIII 497

la cual al verla dijo:

  ‘¿Tú eres, fiera indigna,


la que este muslo abriste?
¿Tú a mi esposo herías?’ 20
La fiera así responde:
  ‘Juro, Cipris divina,
[fol. 83] por ti mesma, y tu esposo,
por las prisiones mías,
y estos mis cazadores 25
que ofender no quería
yo a tu esposo gracioso:
Juzguele estatua linda,
vile el muslo desnudo,
y amor al punto insta 30
con fuego irresistible.
Yo por besarle ardía
y este amor me ha perdido.
Toma, Venus propicia,
toma estas fieras armas. 35
Tú las corta, y castiga.
¿Para qué dientes quiero
que al que aman asesinan?
Si aun no basta, a mis labios
[fol. 84] pene (2) también tu ira.’ 40
 Apiadóse la Dea
y al punto condolida
les mandó a los Amores
que le quiten las lías.

  Dende entonces la sigue 45


y al bosque no camina
y él propio quemó al fuego
su dentadura esquiva.
_____________
(1) Que la trajesen preso, que la trajesen a su presencia preso.
(2) Imponga pena
_______________________
Col. 58–4–27, ff. 145v–146v
RAE 6895, pp. 80–83
Poesías, pp. LII–LIV
Título: Díaz RAE 6895 Poesías : Sánchez Col. 58–4–27
10 prenden RAE 6895 Poesías : preden Col. 58–4–27
14 con RAE 6895 Poesías : co Col. 58–4–27
16 Citera Col. 58–4–27 : Citere RAE 6895 Poesías

Mosco 1 (‘Amor fugitivo’) disfrutó de una gran tradición en la poesía neolatina


del Renacimiento35 y fue traducido desde muy pronto a las lenguas vernácu-

35 Las traducciones al latín de A. Poliziano, J. Sannazaro, Maffeo Vegio y V. Mariner pueden


leerse en González Palencia–Mele, 1949: 447, 450, 462 y 475–6.

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498 Guillermo Galán Vioque bhs, 85 (2008)

las.36 Anteriores a la de Trigueros son una versión anónima de 1550, atribuida


a Francisco de Encinas por Menéndez Pelayo,37 otra del portugués Gil Vicente
(1528) y la de Hernando de Acuña (1591).38 Después fue muchas veces tradu-
cido. Léanse, a modo de ejemplo, las versiones reunidas en el volumen conjunto
Mosco de Siracusa, Amor fugitivo, Madrid: Victoriano Suárez, s.a., que contiene las
traducciones o adaptaciones castellanas de Luis Nicolau de Oliver (pp. 4–6), José
Antonio Conde (pp. 7–8) e Ignacio Montes de Oca (pp. 9–15), la catalana de J.
Franquesa y Gomis (pp. 14–15), la gallega de Juan Barcia Caballero (pp. 16–17), la
portuguesa de Antonio Ferreira (pp. 18–21) y, por último, la vasca de Olaziregi–
tar Polentzi (pp. 22–23). Hay además ecos en autores diversos como Bernardo de
Valbuena, Diego de Torres Villarroel o Juan Meléndez Valdés.39 He aquí la versión
de Trigueros:
[fol. 68] El amor escapado
ESCRITO EN LENGUA GRIEGA POR MOSCO DE SIRACUSA Y
TORNADO EN NUESTRO ROMANCE POR EL MESMO QUE
EL OTRO

 A su hijo Amor buscaba Citerea


diciendo en alta voz ‘si alguno ha visto
al picarillo Amor descaminado
ir por algún carril de tres senderos,
el cual se me escapó de mi manida, 5
descúbramele luego y tendrá hallazco.
El galardón será beso de Venus.
Mas si me lo trajeres, no ya un beso,
algo más te daré si me lo traes,
aun mayor galardón tendrás, ¡oh, huésped!. 10
[fol. 69]  Es niño conocido por mil señas
y entre veinte pudieras distinguirle.
No es muy blanco su cuerpo, mas es rojo
como el fuego; sus ojos avispados,
como la viva brasa centellean. 15
Muy mala es su intención, dulce su habla,
ni es jamás lo que piensa lo que dice.
Su voz es como miel, mas tiene un alma
si se embravece, cruda y con mil fraudes
que no dice verdad en cosa alguna. 20

36 Realizaron traducciones o imitaciones de este poema, entre muchos otros, G. Benivieni,


Sannazaro, T. Tasso, Gil Vicente, Poliziano, Spenser, Ben Jonson y Herder. Léanse en general
los estudios de Mustard, 1909, Hutton, 1928, Fucilla, 1929, 1931, Hutton, 1935: 3, n. 3, y
1946: 708–10, Marzo Raminella, 1949, González Palencia–Mele, 1951. Ninguno de estos
estudios cita la versión de Trigueros.
37 Menéndez Pelayo, 1952: I, pp. 86–7; González Palencia, Mele, 1951: 463–5; Beardsley, 1970:
41–2 (no 57).
38 González Palencia, Mele, 1951: 466–74.
39 Las cita Fucilla, 1929: 192.

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bhs, 85 (2008) Teócrito en el siglo XVIII 499

Es muy artero (1) aunque le miras niño,


y tiene siempre juegos muy pesados
y con crueza. Bien peinado el pelo
tiene y la cara muy desvergonzada.
Muy pequeñuelas son sus manecillas, 25
pero dispara flechas a muy lejos,
[fol. 70] hasta el mismo Aqueronte las dispara,
y hasta do el rey de Averno tiene el trono.
Desnudo en cuerpo, en alma es muy cubierto
y tiene dos alillas, con las cuales 30
cual si pájaro fuera de contino,
ya hacia los unos vuela, ya a los otros,
ya hombres, ya mujeres, y su asiento
le toma en lo interior de las entrañas.
Tiene un arco pequeño, y sobre el arco 35
una flechilla. Es breve la flechilla,
pero dispárala hasta el mismo cielo.
Un dorado carcaj sobre sus hombros
lleva y en él están acervas cañas
con que aun a mí me hiere sendas veces. 40
Todas sus armas son crueles, todas,
y más cruel que todas una lumbre
que lleva, con la cual aun al sol ciega.
[fol. 71] Si le logras prender tráele atado,
sin que te mueva del misericordia. 45
Si le vieres llorar, guar no te engañe.
Y aunque risueño ruegue, venga preso.
Si procurare darte un beso, huye.
Su beso es mal, sus labios son ponzoña.
Mas si te dice: ‘Toma allá mis armas, 50
yo te regalo cuantas armas tengo’,
guar no las toques porque abrasaraste:
todas están ardiendo como brasas.
_______
(1) Astuto, que usa muchos artificios.
_____________________
Col. 58–4–27, ff. 140v–41v
RAE 6895, pp. 68–71
Poesías, pp. XXXXII–XXXXIV
6 tendrá Col. 58–4–27 : terná RAE 6895 Poesías
8 (et 10) lo scripsi : le Col. 58–4–27 RAE 6895 Poesías
9 lo scripsi : le Col. 58–4–27 RAE 6895 Poesías
10 tendrá Col. 58–4–27 : ternás RAE 6895 Poesías
11 conocido RAE 6895 : conoscido Poesías : conozido Col. 58–4–27
36 flechilla … breve … flechilla RAE 6895 Poesías : saeta … chica … saeta Col. 58–4–27
40 sendas RAE 6895 Poesías : muchas Col. 58–4–27
43 trae RAE 6895 Poesías : lleva Col. 58–4–27
48 procurare darte RAE 6895 Poesías : te quiere dar Col. 58–4–27
52 abrasaraste RAE 6895 Poesías : quemaraste Col. 58–4–27

Trigueros añade a esta composición la siguiente respuesta:

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500 Guillermo Galán Vioque bhs, 85 (2008)

[fol. 72] Respuesta de Melchor Díaz de Toledo CANTINELA

Dícenme, Citerea,
que de tu tierno seno
escapado tu hijo
se esconde muy cubierto,
y tú al que le descubra, 5
prometido has un beso.
No te afanes, ¡oh, dea!,
buscando al picaruelo,
ni en lugares trillados,
ni en solos vericuetos: 10
donde tú menos piensas
has de toparle presto.
[fol. 73] Por las señas que has dado
conocido le tengo.
Dame el beso que ofreces, 15
yo le tengo en mi pecho
y tengo de sus cañas
atriguerado el seno,
y con su ardiente lumbre
las entrañas me quemo. 20
Llévate allá tu hijo,
Citera, y dame el beso.
_______________________
Col. 58–4–27, ff. 142r–v
RAE 6895 , pp. 72–73
Poesías, pp. XXXXV–XXXXVI
Título: Díaz RAE 6895 Poesías : Sánchez Col. 58–4–27
4 esconde Col. 58–4–27 : asconde RAE 6895 Poesías

Por último, Bión 1 (‘Epitafio de Adonis’) fue editado y comentado con profusión
a partir de la segunda mitad del XVIII40 y fue desde siempre una de las compo-
siciones de los bucólicos griegos más imitada.41 Léase, por ejemplo, la versión
de Juan de la Cueva, Llanto de Venus en la muerte de Adonis (1604)42 y la recreación
de Jacinto de Evia, A la muerte de Adonis (1676).43 La traducción de Trigueros es la
siguiente:
Lamentación de Adonis escrita en lenguaje
griego por Bión Esmirneo, y tornada en
idioma vulgar por Melchor Díaz de Toledo

  Laméntome de Adonis; finó Adonis.


‘El bello Adonis es ya fallecido’,
los Amores conmigo se lamentan.

40 Reed, 1997: 15, 77–8, 194, 202.


41 Su atribución a Bión no aparece en los manuscritos, que se la atribuyen a Teócrito o lo
transmiten como un poema anónimo, sino que se debe a Camerarius, 1530 y hoy se acepta
casi unánimemente, en especial tras la edición de Stephanus, 1566 (Reed, 1997: 77–7).
42 Cueva, 1984: 159–95.
43 Evia, 1676: 240–2.

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bhs, 85 (2008) Teócrito en el siglo XVIII 501

 No ya te des a sueño regalado


entre purpúreas telas, Venus alma, 5
está, cuitada, en vela, y entre lutos,
hiérete el pecho, y grita grandemente:
‘el bello Adonis es ya fallecido’.
¡Ay! Lamento, lamento al bello Adonis,
[fol. 58] los Amores conmigo se lamentan. 10
El bello Adonis yace en la montaña,
herido yace en el nevado muslo,
hirióle el diente más desamorado,
el muslo abrióle un ancho y liso diente.
Y a Venus congojó su muerte cruda. 15
Negro licor de la nevada carne
está manando, y bajo de sus cejas
torpes están sus ojos, y amarridos,
y el rosado color sus labios huye.
Fallecido es con ellos aquel beso, 20
que nunca apartará de sí Citera,
beso que, aunque ya Adonis es finado,
es a la cara Venus tan sabroso.
Pero ya el malhadado no sentía
con qué amor le besaba moribundo. 25

[fol. 59]   ¡Ay! Lamento, lamento al bello Adonis,


los Amores conmigo se lamentan.

  Profunda, ¡oh, cuán profunda llaga tiene


Adonis en el muslo!, aun más profunda
la tiene, empero, Venus en el seno. 30
Al derredor del Joven ahullaban
muy condolidos los amigos canes.
Llantos vertían las montanas Ninfas.
  Pero la triste Venus desgreñada,
vaga sin tino por los encinares, 35
lúgubre, sin aliño, y los pies nudos,
y los toscos cambrones con punzadas
la van mordiendo por doquier camina
de su preciada sangre muy avaros.
Ella con delicadas voces chilla, 40
déjase ir por las cañadas luengas,
[fol. 60] y llama a gritos a su asirio esposo,
por su nombre nombrando al caro joven.

 Mas cabe el vientre de él por la rotura


rompe abundosamente licor negro 45
el cual su bello pecho le ensangrece,
y el costillar en otro tiempo blanco
como la nieve, rojo estaba agora.

  ‘¡Ay! ¡Ay! ¡Venus — se quejan los Amores —


perdió aquel caro esposo y perdió a un tiempo 50
la donosura de su propio rostro!

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502 Guillermo Galán Vioque bhs, 85 (2008)

Viviendo Adonis, Venus era bella,


con él murió de Venus la belleza’.

  ‘¡Ay! ¡Ay!’, todos los montes y los bosques


repiten: ‘¡Ay, Adonis!’ Y los ríos 55
lloran los llantos de la amarga Venus.
[fol. 61] También las fuentes por los montes riegan
lágrimas por Adonis, y las flores
están con el dolor enrojecidas.

 Empero Venus grita muy llorosa 60


corriendo por los valles y ciudades:
‘¡Ay de ti, Venus, finó el bello Adonis!’.
Y el eco altamente lo repite:
‘Finó el bello Adonis!’. ¿Quién de Cipris
dejará de llorar el amor crudo? 65
¡Ay! ¡Ay! Así que vio, y de su Adonis
registró bien la no curable llaga,
así que llegó a ver la roja sangre
sobre el marchito y desmayado muslo,
extendiendo los brazos, y gimiendo 70
llena de amor decía: ‘Aguarda, Adonis,
Adonis malhadado, aguarda un tanto
[fol. 62] que por última vez a ti me llegue,
entre mis tristes brazos te constriña,
y se mezclen mis labios con tus labios. 75
Despierta un breve rato, un beso dame,
último beso ya: bésame sólo
mientras que vive el beso postrimero.
Hasta que de tu alma, y tus entrañas
se derrame tu espíritu en mi boca, 80
chupe tu dulce amor, y amores beba.
Guardaré el beso como al mismo Adonis.
¿Por qué me dejas malaventurado?
Huyes lejos, Adonis, y caminas
al Aquerón, al rey cruel y triste. 85
Mas yo entre tanto vivo muy cuitada,
y no puedo seguirte con ser diosa.
Recibe tú, Perséfone, mi esposo,
tú ciertamente más poder alcanzas
[fol. 63] que yo infeliz y (como al mar los ríos) 90
a ti cuanto hay hermoso aprisa corre.
Mas ¡oh, cuánto soy yo desventurada!
Y constreñida estoy a un mal sin cura,
y téngote temor llorando a Adonis
que para mí mezquina es fallecido! 95
Mueres, ¡oh, tú tres veces deseado!,
y el amor se voló como un ensueño.
Venus está viuda, los Amores
en su casa quedaron sin oficio.
Contigo pereció el precioso cincho, 100

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bhs, 85 (2008) Teócrito en el siglo XVIII 503

aquel precioso cincho variegado


de mil deleites y pinturas varias.
¿Para qué, sin consejo, a cazar fuiste?
¿Siendo tan bello osaste cometerte
con las fieras? Así lloraba Venus 105
y con ella lloraban los Amores.

[fol. 64]   ¡Ay! ¡Ay! Venus, finó el hermoso Adonis.


Tantas lágrimas vierte Citerea,
cuantas gotas de sangre vertió Adonis,
y al caer en la tierra entrambas cosas 110
se trocaron en flores muy preciadas,
la sangre en rosa, en anémona el llanto.
Lamento a Adonis, finó el bello Adonis.

  ¡Oh, Venus!, no ya llores a tu esposo


por las selvas. Está dispuesto el lecho, 115
preparado está el lecho para Adonis,
tu lecho ocupa el ya finado Adonis,
¡Oh, Cipris!, y está bello, aunque finado,
finado y bello, como si durmiera.
Tú sobre los gabanes muy suaves 120
en que dormir solía, ponle agora,
sobre los cuales en camilla de oro
[fol. 65] y acanto a ti gozaba en tu compaña
con gran sosiego del nocturno sueño
consérvale tu amor a Adón, ¡oh, Venus! 125
Aunque le mires con semblante lueñe (1)
ponle entre las coronas y las flores.
Mas ansí que él murió, las flores todas,
todas las flores ya se marcescieron.

Empero tú sobre él sin escaseza 130


riega mirtinos vinos, riega aceites,
derrama los ungüentos más preciados,
perezcan los ungüentos, tu precioso
ungüento, Adonis, ha ya perecido.
En tapetes de púrpura estirado 135
el tierno Adonis yace; mas en cerco
de él gimen muy llorosos los Amores
[fol. 66] por su Adonis cortados los cabellos,
cual con sumo dolor las flechas pisa,
cual pisa el arco, cual el carcaj rompe, 140
preñado de saetas voladoras.
El uno desañuda los pantuflos
de Adonis, otro trae el agua tibia
en vasos de oro, el otro el muslo lava,
y otro que está detrás, aire le hace 145
al muerto Adonis con sus alecillas.
Conduélense de Venus los Amores.

 En sus umbrales apagó Himeneo

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504 Guillermo Galán Vioque bhs, 85 (2008)

la antigua tea y ha desañudado


la corona nupcial: no es ya Himeneo, 150
Himeneo no es ya la cantinela
que se canta de Cipris en la casa,
sino ¡guay, guay mezquino una y mil veces,
[fol. 67] guay mal andante Adón, guay Himeneo!

 Al hijo de Cíniras aun las Gracias 155


plañen y claman alternadamente:
‘El bello Adonis ha ya perecido’
y dícenlo con voz más penetrante
que tú, ¡oh, Díone!: mas también las Musas,
llorando a Adonis, con encantamientos 160
quieren resucitar al joven bello.
Pero ya el tierno Adonis no las oye,
no, en verdad, que Perséfone no quiere
y ya sin libertad le tiene preso.

  Deja esta noche el llanto, Citerea, 165


no te constriñas más, alegre goza
de saraos, de danzas y festines.
Otra vez gemirás aunque lo huyas:
cumplírate llorar al otro año.
_________
(1) Lúgubre, hierto, difunto.
_______________________
Col. 58–4–27, ff. 136r–140r
RAE 6895 , pp. 57–67
Poesías, pp. XXXIV–XXXXI
Lament., s. p.
Título: Díaz RAE 6895 Poesías Lament. (en portada) : Sánchez Col. 58–4–27
3 (et 10, 27) conmigo se Col. 58–4–27 : comigo le RAE 6895 Poesías : conmigo le
Lament.
5 purpúreas Col. 58–4–27 : purpúrias RAE 6895 Poesías
9 (et passim) Ay Lament. : Aih Col. 58–4–27 RAE 6895 Poesías
73 llegue Col. 58–4–27 Lament. : allegue RAE 6895 Poesías
76 Despierta Col. 58–4–27 Lament. : Dispierta RAE 6895 Poesías
95 fallecido Col. 58–4–27 : fallescido RAE 6895 Poesías
104 cometerte RAE 6895 Poesías : acometerte Col. 58–4–27 Lament.
113 a omittit Col. 58–4–27
125 nocturno Col. 58–4–27 Lament. : noturno RAE 6895 Poesías
126 (1) omittit Lament.
151 ya omittit Col. 58–4–27 RAE 6895 Poesías
153 (et 154) guay Lament. : guai Col. 58–4–27 RAE 6895 Poesías
160 encantamientos Lament. : encantamentos Col. 58–4–27 RAE 6895 Poesías
167 huyas Col. 58–4–27 Lament. : huias RAE 6895 Poesías

Esta traducción, que, como veremos, disfrutará de una posteridad superior a


las demás adaptaciones de Trigueros, suscitó los elogios de su contemporáneo
Juan Meléndez Valdés en una carta que le dirige a Jovellanos desde Salamanca, el
24 de agosto de 1776, aunque censuró la falta de armonía de los versos.44

44 Palacios Fernández, 1997: III, p. 328.

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bhs, 85 (2008) Teócrito en el siglo XVIII 505

La Lamentación de Adonis y la oda postrera45 son, a mi ver, del primer orden, aunque
he notado en la lamentación los siguientes versos poco armoniosos (cita a continua-
ción los vv. 62–63, 66, 134, 146 y 157).

La inclusión de traducciones de clásicos griegos y latinos46 en el volumen de


Poesías de Melchor Díaz de Toledo responde probablemente al deseo de hacerlo pasar
por obra de un autor del siglo XVI, pues en el prólogo a la obra, atribuido al
editor, Juan Nepomuceno González de León, se afirma que ‘se ve por sus traduc-
ciones que supo las lenguas sabias, estudio que era entonces común a todos los
eruditos’ (f. 1v).
El uso de un pseudónimo de resonancias renacentistas — recuérdese al conocido
Pedro Díaz de Toledo, traductor de Platón47— obedece también a la intención de
querer pasar por antiguas composiciones contemporáneas, una práctica habitual
en el XVIII. Los casos más conocidos — entre los contemporáneos de Trigueros
— son los de Thomas Chatterton (1752–1770), que publicó composiciones suyas
como si fueran obras rescatadas de autores del siglo XV, y James Macpherson
(1736–1796), que se inventó traducciones de poemas inexistentes para supuesta-
mente rescatar poemas épicos escoceses del siglo III equiparables a los grandes
poemas épicos de la Antigüedad.48 En la España de la segunda mitad del XVIII
se respiraba el mismo gusto por lo antiguo en detrimento de lo contemporáneo.
Así se refleja en las palabras con las que Juan José López de Sedano justifica la
publicación de la colección Parnaso español. Colección de poesías escogidas de los más
célebres poetas castellanos (Madrid: Joachin Ibarra, 1768), I, pp. III–IV:
[…] se proporciona un cuerpo de las mejores Poesías Castellanas, que en adelante
pueda servir de modelo para fijar el buen gusto de la Nación sobre esta parte de nuestra
bella literatura en todas, y en cada una de sus especies; en el cual los ya envejecidos en
los abusos de práctica conozcan los desórdenes a que les conduce su ignorancia, y
falta de reglas, y principios, con una clara idea de lo que es verdadera Poesía; y los
jóvenes, en quienes todavía llega a tiempo el desengaño, tengan un dechado, con
que regular la imitación, y corregir los desconciertos de la fantasía.

Es muy probable que Trigueros publicase su libro de poemas y traducciones de


autores clásicos como si se tratara de la obra de un autor del XVI como parodia de
esta tendencia, tratando así de ridiculizar a sus contemporáneos que buscaban
en la poesía de los siglos áureos modelos a seguir frente a la degeneración lite-
raria de su propia época.49 Según el testimonio de J. Sempere y Guarinos, tuvo

45 Se refiere a ‘Sobre la muerte de mi madre’ (Col. 58–4–27, ff. 164v–167r; Poesías, pp. LXXXVI–
LXXXXI).
46 Además de las versiones de los bucólicos griegos, hay traducciones castellanas de Lucano,
Farsalia 9.544–86 (pp. XXXXVII–LI) (están recogidos en Menéndez Pelayo, 1902: VII, pp.
69–70. Léase García Armendáriz, 1992) y AP 16.388 (Juliano el Egipcio) (pp. LV) y 214
(Secundo) (pp. LVIII).
47 Léase Round, 1993, González Rolán–Saquero Suárez–Somonte, 2000: 157–97 y Ruiz Casa-
nova, 2000: 117.
48 Léase Haywood, 1987.
49 Sobre esta moda, léase Sebold, 1970: 29–56, Glendinning, 1974: 55–6, Arce, 1985: 115–22,
Palacios, 1983: II, pp. 517–43.

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éxito, pues en su Ensayo de una Biblioteca de los mejores escritores del reinado de Carlos
III (Madrid, 1789), VI, p. 79, escribía:
Había en Sevilla algunos literatos que se preciaban de discernir los estilos y por ellos
los siglos y los autores. Para engañar a estos escribió el señor Trigueros esta colec-
ción de doce anacreónticas y otras obrillas, ya originales, ya traducidas del griego
y del latín de Lucano, Teócrito, etc., con las cuales no sólo logró el que algunos las
tuvieran por del siglo XVI, sino que manifestó su facilidad para componer en el
género lírico y en toda clase de metro.

Sin embargo, la realidad es que, a diferencia de lo que sucedió con unas


supuestas inscripciones griegas que logró pasar por auténticas burlándose de los
eruditos de la época,50 en esta ocasión no engañó a nadie. Ya su editor, en una
nota escrita al final del original preparado para la imprenta que se conserva en
la Biblioteca de la Real Academia Española de la Lengua (ms. 6895), identifica al
autor sin titubeos y aclara que Trigueros escogió ‘el nombre de Melchor por ser
el segundo suyo, del de Díaz por ser apellido de su abuela paterna, y de Toledo
por su patria’ (p. 134). Y Juan Meléndez Valdés, en la ya citada carta dirigida a
Jovellanos y fechada el 24 de agosto de 1776, señala anacronismos en la selección
del léxico que evidencian sin dudas ‘la falsedad de la antigüedad que pretende
51
fingir este poeta’.
Con todo, el paso de los siglos hizo que la falsificación de Trigueros pasara
inadvertida a los editores de la revista literaria catalana Entregas de Poesía, pues
en su número octavo, publicado en Barcelona, en agosto de 1944, incluyeron la
traducción de Trigueros de Bión 1 (‘Epitafio de Adonis’) atribuyéndosela exclusi-
vamente a Melchor Díaz de Toledo (siglo XVI) y desligándola por completo de su
verdadero autor.52
En cuanto a los originales sobre los que trabajaba, no es posible precisar qué
ediciones utilizó, aunque sabemos que, según consta en el inventario de su biblio-
teca que se hizo tras su muerte el 20 de mayo de 1798, contaba con al menos una
edición de Teócrito (Theokritou eidyllia, Lovaina, 152853) y otra de Bión y Mosco
(Bionis Smyrnaei et Moschi Syracusani quae supersunt cum notis Ioannis Heskin integris,
Oxonii: e typographeo Clarendoniano, 1748).54 Su interés por los bucólicos le
llevó a adquirir también la traducción latina de los Idilios de Teócrito de Helius
Eobanus Hessus (Basilea, 1531), que desde su publicación disfrutó de una enorme
55
difusión por toda Europa, y la ya citada versión castellana de Jose Antonio Conde
(Madrid, 1796), impresa en fecha posterior a sus propias traducciones.56 Aunque
probablemente recurrió en más de una ocasión a la versión latina de Hessus para

50 Léase Gil, 1981.


51 Cueto, 1952: 74, Palacios Fernández, 1997: III, p. 327.
52 Los editores, J. R. Masoliver, F. Gutiérrez y D. Navarro, citan como referencia la edición de
las Poesías de Melchor Díaz de Toledo de 1776.
53 Es probable que se trate de una reedición de la edición de Thierry Martens (Lovaina, 1528),
publicada por primera vez en Lovaina, 1520.
54 Se trata de (Aguilar Piñal, 1999: 123, no 858, 859 y 69, no 96).
55 Léase Castro, 1998: 105–114.
56 Aguilar Piñal, 1999: 123, no 859 y 65, no 30.

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depurar sus traducciones, así como quizás a otras versiones en lenguas modernas
de las muchas que se publicaron en su época, Trigueros, como otros muchos ilus-
trados de su entorno, tenía suficiente competencia en griego clásico como para
trabajar sobre el texto original.57 De hecho, no son éstas las únicas traducciones
de autores griegos que realizó.58 Nos han llegado, además, manuscritos griegos
autógrafos que probablemente fueron fruto de su mano59 y sabemos que en su
biblioteca personal disponía de varias gramáticas y métodos de aprendizaje de
griego clásico, algún diccionario griego–latín, además de numerosas ediciones de
autores griegos.60 Lejos estamos ya del siniestro panorama de los estudios helé-
nicos de la España del XVI, centuria en la que Trigueros situó cronológicamente a
su ‘máscara’ literaria.61 Es precisamente en el último tercio del siglo XVIII cuando
se produce en España un resurgir del interés por las lenguas clásicas, propiciado
por la llegada al trono de Carlos III, movimiento que alcanzará su punto culmi-
nante en la reforma universitaria de 1791, gracias a la cual se dotaron cátedras
62
de griego en la mayoría de las universidades.
A la hora de enfrentarse al texto Trigueros sigue las pautas habituales en su
época. Los traductores no se sentían obligados a respetar escrupulosamente la
literalidad del texto que traducían, sino que disfrutaban de cierta libertad. A
menudo se trata más de recreaciones que de traducciones tal como las enten-
demos hoy día y en esa medida son obras de arte con un valor independiente del
texto del que surgen.63
En concreto, Trigueros recurre con frecuencia a la amplificatio,64 deja sin

57 Para la situación del estudio del griego en España en el XVIII, léase Hernando, 1975.
58 Léase Aguilar Piñal, 1987 (2): 9–14.
59 Se trata de los códices de la Biblioteca de la Real Academia de la Historia 9–2173 (‘Appiani
Alexandrini romanorum historiarum hispanica’) y 9–6055 (‘Notas y apuntes tomados de las
obras de Plutarco, Eusebio Panfilo, Focio, Sexto Pompeyo, Juliano el Apóstata, Láscaris …’)
(no 1195 y 1196 del catálogo de Aguilar Piñal, 1995: 168–9).
60 Léase Aguilar Piñal, 1987 (2): 9–14, y 1999: 31–32.
61 Para los estudios clásicos en el XVI en España, léanse López Rueda, 1973 y Gil Fernández,
1997.
62 Léase Pabón, 1973: 208.
63 Léanse en este sentido las palabras que al arte de traducir le dedica Antonio de Campany
en el ‘Prólogo’ del Arte de traducir el idioma francés al castellano (Madrid: Antonio Sancha,
1776) V–VIII (recogido en Santoyo, 1987: 115–7).
64 Así traduce Id. 21.12–3: γέρων τ’ π’ ρείσμασι λέμβος: / νρθεν τς κεφαλς φορμς βραχς,
εματα, πλοι por ‘y una pobre barquilla carcomida / está sobre palancas descansando / para
botarla al agua. Poca ropa / y los tejidos juncos son debajo / de sus cabezas un humilde
apoyo / de la pobreza, el sueño y el cuidado’ (vv. 15–7), 27–8 ἀλλ τν πνον /  φροντς
κπτοισα μακρὰν τὰν νύκτα ποιε τοι por ‘mas el sueño / nos roban de los ojos los cuidados
/ y nos parece ser largas las noches / que estamos en espera del trabajo’ (vv.43–6), 63 οκ
ὤμοσας por ‘el juramento es claro que no obliga, / por más que al cielo excelso hayas
jurado’ (vv. 107–8), Mosc. 1.2–3 στις νὶ τριόδοισι πλανώμενον εδεν Ερωτα, / δραπετίδας μός
στιν por ‘si alguno ha visto / al picarillo Amor descaminado / ir por algún carril de tres
senderos, / el cual se me escapó de mi manida’ (vv. 2–5), y Bión 1.97 Λγε γόων Κυθέρεια τ
σάμερον σχεο κομν por ‘Deja esta noche el llanto, Citerea, / no te constriñas más. Alegre
goza / de saraos, de danzas y festines’ (vv. 165–7). Cito según la edición de Gallavotti,
1993.

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traducir versos enteros o palabras aisladas con total libertad,65 y, lo que es


más interesante por lo que significa de labor creativa y aportación personal,
modifica el texto o traduce con absoluta libertad el original sobre el que trabaja.
A menudo se trata de alteraciones que esconden una detenida reflexión estética
por parte del autor. Así, en Id. 21.52 νυσα δ’ ν τν εθλον, νελκυσα χρσεον
χθν introduce un expresivo paréntesis al traducirlo por ‘Saqué el pez (aun venía
coleando) y miré que era todo de oro puro’ (vv. 88–89). Y en Bión 1.54–55 σσ
γρ ατ / πολλν με κρσσων, τ δ πν καλν ς σ καταρρε añade, por motivos
métricos –pero también estéticos–, un bello símil ausente del texto que traduce:
‘tú ciertamente más poder alcanzas / que yo infeliz y (como al mar los ríos) / a ti
cuanto hay hermoso aprisa corre’) (vv. 89–91). Otras veces su libertad le permite
hacer cambios puntuales para resolver pasajes corruptos muy discutidos por la
66
crítica, como, por ejemplo, en Id. 21.34–38 τ γρ ποιεν ν χοι τις / κεμενος ν
φλλοις ποτ κματι μηδ καθεδων; / λλ’ νος ν ∙μνῳ τ τε λχνιον ν πρυτανεω’
donde sustituye el Pritaneo por Atenas y traduce libremente el proverbio: ‘¿Qué
hemos de hacer sobre esta hierba y del mar que nos moja tan cercanos? / Pues con
dificultad dormir podremos, / ni ignoras lo que dice aquel adagio, / que en Atenas
se cogen muchos peces, / cuando con luz se pesca’ (vv. 55–60).
Con este acercamiento libre al texto Trigueros responde a su concepción
creativa de la traducción, según manifestó en Mis pasatiempos. Almacén de fruslerías
agradables (Madrid, 1804), en relación a su versión castellana de una anécdota
publicada en The Lady’s Magazine or Entertaining Companion for the Fair Sex:67 ‘al
traducirla de su original, no he querido atenerme a una puntualidad gramatical
y pedantesca traducción que la hiciese molesta: explicándome con libertad,
nada quito que sea substancial a la expresión, y la procuro poner corriente y
agradable’.68
Aunque su objetivo inmediato, salvo en el caso de su versión inédita del Id. XIX,
era parodiar la admiración que sentían sus contemporáneos por la poesía de los
siglos áureos, sin duda el ilustrado Cándido María Trigueros consigue con estas
versiones castellanas de los poetas bucólicos griegos dar nueva vida a composi-
ciones del pasado y demostrar a un tiempo sus conocimientos de griego clásico y
sus cualidades poéticas. Constituyen, además, un valioso testimonio hasta ahora
desconocido de la difusión de la poesía bucólica griega en el siglo XVIII.

65 Por ejemplo, deja sin traducir los versos Id. 33.39, Bión 1.69, y omite κλέπταν en Id. 19.1 y
χρηστά en 21.29.
66 Léase Montes de Oca, 1880: 381: ‘Este oscurísimo pasaje ha hecho devanarse los sesos a los
críticos, y en pos de ellos a mi humilde personalidad’.
67 Se trata de uno de los muchos periódicos que circularon en Inglaterra en el XVIII dirigidos
esencialmente a un público femenino. La mayoría fueron de corta vida. En concreto, The
Lady’s Magazine circuló, con diferentes vicisitudes, de 1770 a 1832. En concreto, Trigueros
traduce ‘Happiness, the effect of misfortune’, The Lady’s Magazine 1 (1770) 12, ejemplar que
se encontraba en su biblioteca a su muerte (Aguilar Piñal, 1999: 133, no 1013).
68 Trigueros, 1804: II, pp. 181–2, n. 1.

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