En ese mismo sentido, el principio de pluralidad nos exigiría como docente una
mayor habilidad para a ese diversidad de intereses, contextos escolares y niveles
psicológicos, es decir, adoptar un curriculum en esta modalidad nos llevaría
necesariamente a personalizar la clase en determinados momentos, para en
término de justicia educativa, darle la misma oportunidad de aprendizaje a todos,
tratando que seamos nosotros como profesores los que nos adaptemos a nuestros
alumnos y no ellos a nosotros. Cosa que no es nada fácil, una por el tiempo que
se necesitaría y otra porque eso implica que mientras se estén atendiendo a unos
los otros de igual manera deben de estar aprendiendo.
Si bien, por otra parte, el constructivismo que rige a esta modalidad de curriculum
se basa esencialmente en la promoción de habilidades, eso no quiere decir que
deba descuidarse los conocimientos ni mucho menos las actitudes, sobre todo por
la presencia axiológica de la formación valoral en términos de una educación más
humanista.