culpable del viento marino que trae en sus alas la noche impaciente como rey de espadas. Poco sabe de amor la piedra torturando al hombre con su frío de criptográficos relojes dentro de una tela de araña. Invade la oscuridad la tierra y por todas partes los signos de la muerte son el norte y de las tumbas campana. Camino con mi esperanza a cuestas con mi fe escrita en el libro secreto que guardo en la torre donde dejé nevando mis alas. Poco importa ya que no esté presa la mariposa en su grito si no regresa a las regiones donde se mece la mañana. No soy del tiempo la viajera ni la tejedora teje mi hilo en su telar de espina doble para pronunciarse en mi palabra. Ya no persigo la idea que me sigue cual cuchillo o como letanía de un monje afilado como una espada.