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UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL

FACULTAD DE INGENIERIA GEOGRÁFICA, AMBIENTAL Y ECOTURISMO

ESCUELA DE INGENIERIA AMBIENTAL

N° DE INFORME: 01

TÍTULO: Historia de la Meteorología

PROFESOR: Ing. César Muñoz

ALUMNO: Placencia Egoávil, Gary


CÓDIGO: 2012015123

SECCIÓN: TA / B4-2

2018
1. INTRODUCCIÓN

La historia de la meteorología está muy relacionada con la evolución de las ciencias


físicas y químicas, así como con el avance de la astronomía y la tecnología, pues en el
caso particular de la investigación de la atmósfera esta se ha basado en el registro y
observación desde diversas plataformas y sensores remotos, como son la radiosonda,
globos, aviones, satélites, etc. En este apéndice, nos concentramos en los científicos y
sus descubrimientos, prestando menor atención a los complicados inventos e
instrumentos, que permitieron el avance de la meteorología; no se propone hacer un
análisis exhaustivo de todos los eventos históricos, por lo que el lector encontrará que
faltan muchas cuestiones y personalidades que de una u otra manera participaron en la
formación de la meteorología.
La historia de la meteorología se puede subdividir en tres grandes etapas:
1) la etapa prehistórica, mitológica y de la edad media, en la que el hombre creía que los
fenómenos naturales eran mensajes y castigos de los dioses.
2) la etapa de la observación y descubrimientos científicos, en la que el hombre logró
superar las creencias religiosas y filosóficas, para basar su conocimiento en la
observación y análisis detallado de los fenómenos naturales.
3) la etapa de modernización tecnológica, en la que el hombre se apoya en los avances
de la tecnología, para investigar las causas de los fenómenos meteorológicos, así como
los posibles escenarios futuros.

2. OBJETIVOS

 OBJETIVOS GENERALES

 Conocer la historia de la meteorología.

 OBJETIVOS ESPECIFICOS

 Conocer los avances tecnológicos de cada época (antigua, media,


moderna).
 Conocer a pensadores, matemáticos, científicos y meteorólogos más
resaltantes de cada época y sus atribuciones.
3. MARCO TEÓRICO

3.1 Los primeros pasos: Prehistoria, Mitología y Edad Media


El hombre prehistórico fue, por necesidad de supervivencia, un observador de su medio
ambiente; los distintos fenómenos atmosféricos eran considerados como mensajes o
castigos de los dioses, el hombre de aquellos días se conformaba con aceptar los
beneficios o perjuicios asociados, pero sin cuestionarse los mecanismos o las causas de
los fenómenos. No se conoce con exactitud cuándo comenzó la observación aplicada de
los fenómenos meteorológicos, pero se puede suponer que fue en la misma época en
que se desarrolló el cultivo extensivo de la tierra; es decir, cuando la agricultura fue
inventada, la que parece haber comenzado en el año 5,000 a.C. El hombre prehistórico
de esa época debió haber tomado en cuenta los factores meteorológicos y climáticos,
tales como la lluvia y la temperatura, para su producción agrícola y para escoger su
hábitat.
El hombre primitivo fue un geógrafo y geólogo práctico y estuvo siempre perceptivo a todo
lo que pasaba a su alrededor, salía de su refugio cada mañana, con la incertidumbre del
tiempo que haría cada día, el tiempo meteorológico tendría gran importancia para las
actividades diurnas y podría haber sido un factor determinante para la alimentación e
incluso supervivencia de ese hombre prehistórico. Aunque no se tenían instrumentos de
observación y registro, pudo predecir con bastante precisión los cambios a corto plazo,
dentro del círculo geográfico de su dominio. Fue también un climatólogo empírico que
tuvo conocimiento de las características de su región y de las diferencias cíclicas de las
estaciones.
Las culturas antiguas, como la de los babilonios, buscaron una explicación a los
fenómenos atmosféricos en la posición y movimiento de las estrellas y la luna. Las fuerzas
de la naturaleza fueron personificadas y deificadas; los profetas y magos, de las culturas
ancianas, asociaban el tiempo atmosférico al estado anímico de sus dioses, creían, por
ejemplo, en la mitología griega y romana; creían que Zeus, el dios de los cielos y el
mundo, cuando se enojaba desencadenaba las tempestades y lanzaba rayos a sus
enemigos o a los mortales; Eolo era el dios que controlaba los vientos y Eos la diosa de
la hermosa aurora. En la mitología escandinava, Tor el dios del trueno y los relámpagos,
y Frey el dios de la lluvia y la luz, eran quienes controlaban las tormentas, el viento y
demás fenómenos atmosféricos. En la mitología egipcia Sati, la diosa del aire y del cielo,
creaba los relámpagos. En la mitología inca, Chuychu era la diosa del arco iris y
Humanchuri el dios del trueno. En la mitología maya, Chac era la diosa de la lluvia y
Huracán el dios del viento y el trueno. En la mitología azteca, Tláloc era el dios de la lluvia
y el rayo.
La civilización griega dominó la mayor parte de la región mediterránea durante unos mil
años antes del nacimiento de Cristo. Son los griegos quienes introdujeron el camino
opuesto de la observación científica del universo. Desde el punto de vista de los grandes
pensadores griegos, el Universo era una máquina gobernada por leyes inflexibles; así
pues, los filósofos griegos se entregaron desde entonces al excitante ejercicio intelectual
de tratar de descubrir hasta que punto existían realmente leyes de la naturaleza.
Fue quizás el poeta griego Hesíodo (siglo VIII a.C.) quién alrededor del año 750 a.C.
publicó las primeras reglas para el pronóstico del tiempo, mientras que el gran médico
Hipócrates (460-377 a.C.) escribía sobre los efectos del clima en la salud humana. La
palabra meteorología fue inicialmente empleada por los filósofos griegos Platón (427-347
a.C.) y Plutarco (46-120 d.C), dándosele el significado de “lo que existe entre el cielo y la
tierra”. Posteriormente, Aristóteles (384-322 a.C.) formalizó esta concepción en sus libros
sobre la naturaleza. Particularmente en su tratado de meteorología (escrito en el año 340
a.C.) en que estudia los fenómenos atmosféricos. Es a partir de este trabajo que se derivó
el nombre de esta ciencia.
Aproximadamente en el año 600 a.C., Tales (624- 547 a.C.) fue el primero en afrontar
este reto, estableciéndose en la ciudad turca de Mileto, para iniciar profundas
observaciones de la naturaleza, fue el primero en predecir un eclipse de sol en el año 585
a.C. El filósofo y astrónomo Anaximandro (610-547 a.C.) definió el viento como el aire en
movimiento y señaló las épocas de los equinoccios y los solsticios.
Los famosos griegos: Sócrates (470-399 a.C.), Platón y Aristóteles,
fueron los artífices en el avance de la filosofía, la ética, la lógica y el
gobierno; esto hizo que la descripción y explicación de los fenómenos
naturales se basara en la lógica más que en el análisis experimental
y científico. Esta nueva forma de estudiar el Universo fue denominada
por los griegos Philosophia (Filosofía), voz que significa ‘amor al
conocimiento’ o simplemente ‘deseo de conocer’.
Los primeros avances en el conocimiento de la naturaleza fueron en
la astronomía; algunos filósofos, como Aristóteles, creían que la tierra
era el centro del universo y que todos los cuerpos celestes, considerados como esferas,
se movían alrededor de la tierra. Tales afirmó que la substancia fundamental del Universo
era el agua, diciendo que todo nace del agua; Anaxímenes (560-500 a.C.) al mismo
tiempo, sostenía que el aire era el elemento básico a partir del cual se formaron todas las
substancias; un siglo después Heráclito (576-480 a.C.) consideró que era el fuego el
elemento más importante; Empédocles (485-430 a.C.) agregó la tierra y pensó que junto
con el agua, el aire, y el fuego eran los cuatro elementos que constituían el Universo.
Aristóteles se apropió de la teoría de Empédocles, imaginando el mundo formado por
cuatro capas que constituían los cuatro elementos de la materia: tierra (esfera sólida),
agua (océanos), aire (atmósfera) y fuego, atribuyéndoles propiedades fundamentales:
húmedo, seco, frío y caliente, mas allá de estas cuatro capas se encontraba el éter;
incluyó la noción de que un elemento podría convertirse en otro, como el agua líquida en
vapor al hervirse. El filósofo Teofrasto (372-287 a.C) escribió el primer libro sobre
pronóstico del estado del tiempo, llamado el “libro de los signos”, el cual consistió de 200
reglas de observación para apreciar signos en el tiempo atmosférico que sirvieran de base
para predecirlo. Estas ideas geniales no prosperaron debido a que los hombres de esos
días se negaban a aceptar que no ocupaban el centro del universo.
Los griegos se vieron frenados en la comprensión de la naturaleza y la energía por su
gran resistencia a la experimentación y por la gran escasez de instrumentación adecuada.
La idea de que la materia (sólidos, líquidos y gases) estaba compuesta de partículas
invisibles e indivisibles parece haber sido propuesta por los filósofos griegos Leucipo
(siglo V a.C.) y su discípulo Demócrito (460-370 a.C.), quienes creían que los átomos de
un elemento eran diferentes a los de otros elementos; aunque otros filósofos creían que
la materia era un continuo.
El matemático y físico griego Arquímedes (287-212 a.C.), hizo
grandes avances en el conocimiento de la naturaleza, introdujo
el concepto de densidad de una substancia. Con esta idea se
pudo identificar a los distintos elementos en épocas modernas.
Más tarde, Herón de Alejandría (siglo III-II a.C.), ingeniero e
inventor griego, usando el principio de Arquímedes, demostró
la compresibilidad del aire, reforzando las ideas atomísticas de
Demócrito. Herón es conocido por la invención de la primera
máquina de vapor, la ‘eolípila’, que se basa en la evaporación
del agua y su fuerza impulsora.
El astrónomo y matemático griego Conón (300 a.C - ?) preparó
un calendario donde señaló los ortos y ocasos de las estrellas e incluyó algunos
pronósticos meteorológicos. Poco tiempo después, el astrónomo Claudio Ptolomeo (siglo
II d.C.) escribió libros sobre el estudio de la geografía y el clima. El astrónomo griego
Hiparco de Nicea (190-125 a.C.), llamado el padre de la astronomía, descubrió la
precesión de los equinoccios.
Los griegos, romanos e hindues usaron las veletas para señalizar la dirección de los
vientos; la lluvia fue medida y registrada por los griegos y los hindues, aproximadamente
5 siglos a.C. La predicción del estado del tiempo, particularmente para un período largo,
era mas bien parte de la astrología. Pero no todo era esperar los designios y sentencias
de los dioses, por ejemplo: los romanos tenían muy claro que cuando se presentaban los
truenos y relámpagos hacia el este, podían esperar ser favorecidos por los dioses,
mientras que cuando estos fenómenos se observaban hacia el oeste, significaba que los
dioses estaban enojados en su contra; ahora, podemos explicar esto, ya que en esas
latitudes normalmente los fenómenos meteorológicos se mueven del oeste al este. En
realidad las ciencias atmosféricas fueron reconocidas hasta la invención de los
instrumentos básicos, tales como el barómetro y el termómetro en los siglos XVII y XVIII.
Durante la edad media (300-1,400 d.C.) se dió gran impulso a la alquimia, que era
favorecida por los reyes y señores feudales, buscando siempre el enriquecimiento, y el
desarrollo de la física aplicada, a través de las máquinas y la ingeniería de guerra,
principalmente por el interés de los distintos reinos y feudos de mantener un dominio
sobre los pueblos más débiles. Unicamente los árabes fueron quienes desarrollaron
nuevos descubrimientos científicos. El concepto de peso específico (la relación entre el
peso y el volumen unitario) fue resultado del trabajo del físico árabe Al Hasan (965-1039),
quién además analizó los fenómenos de reflección y refracción de la luz y el efecto óptico
del arcoiris. Durante el período de 300 a 1,400 d.C., florecieron las religiones,
particularmente la cristiana; al principio, la Iglesia prohibió la lectura de la filosofía natural
de Aristóteles, pero en los años 1250’s, los clérigos y escolares habían aceptado las
enseñanzas de Aristóteles. Pasaron varios siglos antes de que la Iglesia cesase de decir
como pensar y que creer respecto a la naturaleza. El matemático y físico inglés John
Peckham (1220-1292) realizó numerosas investigaciones en meteorología y óptica
atmosférica.
3.2 El renacimiento, 1400 - 1900 d.C: Observación y Descubrimientos Científicos
Esta época se caracterizó por ser de fuerte apoyo al desarrollo del comercio y la cultura;
fueron los siglos de la exploración del mundo para ganar nuevas tierras y descubrir rutas
comerciales hacia territorios ricos. Fue la época de las grandes conquistas de América,
Asia y Africa, de grandes guerras, epidemias y devastaciones. El sabio italiano Leonardo
da Vinci (1452- 1519) fue además de un gran visionario, un artista, ingeniero, arquitecto
y científico; sus planos para máquinas voladoras, submarinos y tanques militares se
adelantaron en tres o cuatro siglos a su época.
Esta etapa, que también se conoce como la revolución científica,
empezó con la publicación de los trabajos del astrónomo polaco
Nicolas Copérnico (1473-1543) sobre su teoría heliocéntrica, quién
afirmó que el sol, y no la tierra, debía de ser considerado como el
centro del Universo. No es sino hasta el siglo XVI, con los grandes
avances científicos de Galileo Galilei (1564- 1642) y con la
publicación de los trabajos de Newton, sobre las leyes del
movimiento de los cuerpos en la primera mitad del siglo XVIII, en
que la sociedad empieza a aceptar que existen leyes científicas
que pueden explicar los fenómenos naturales. El nuevo método
científico enseña fundamentalmente a basarse en la experimentación, la observación
directa y el análisis matemático de los fenómenos. Aunque Herón y Arquímedes ya habían
usado la experimentación y el análisis matemático para lograr sus descubrimientos, no
fue sino hasta el siglo XVIII, cuando se tuvo la libertad de emplear este método científico
por la gran mayoría de los investigadores. La filosofía popular, durante la primera mitad
del siglo XVIII, fue la de el filósofo inglés John Locke (1632-1704), quién sostuvo que el
individuo era producto de su medio ambiente y que el progreso del hombre solamente se
alcanzaría por mejoras de su medio ambiente.
Durante esta época se hicieron los principales descubrimientos de lo que se conoce como
la mecánica clásica. El físico y matemático Isaac Newton (1642-1727) explicó el
movimiento de todos los cuerpos (sólidos, líquidos y gaseosos), fundamentado en los
descubrimientos de Galileo y otros. Mediante sus tres leyes de movimiento y la ley de
gravitación universal, ya no era necesario imaginar la existencia de fuerzas
sobrenaturales, para explicar el movimiento de los cuerpos.
Hasta los tiempos modernos se consideraba el aire como una substancia simple y
homogénea. A principios del siglo XVII, el químico flamenco Jan Baptista Van Helmont
empezó a sospechar que existía cierto número de gases químicamente diferenciados.
Van Helmont fue el primero en emplear el término gas. La concepción de Demócrito,
sobre la naturaleza atómica de la materia no había recibido gran atención o apoyo, hasta
que el químico y físico irlandés Robert Boyle (1627-1691) investigó la compresibilidad del
aire y comprobó que cuando la presión sobre un gas aumenta,
su volumen disminuye proporcionalmente. Una explicación
clara de esta propiedad elástica del aire (y de la mayoría de los
gases) es suponer que el aire esta constituido por partículas
materiales que están ampliamente separadas en un espacio
ocupado por la masa gaseosa; cuanto mayor es la presión
menor será el volumen, por lo que las partículas se aproximan
más y más entre si. Este histórico descubrimiento fue el primer
paso de una serie de descubrimientos sobre la materia que
condujeron eventualmente al desarrollo de la meteorología
como ciencia.
En 1640 Galileo inventó un termómetro tosco que
evolucionó en el más preciso producido por el físico
alemán Gabriel D. Fahrenheit (1686- 1736) 75 años
más tarde. Al mismo tiempo que Galileo construía el
primer termómetro, el físico italiano Evangelista
Torricelli (1608-1647) y el matemático italiano
Vincenzo Viviani (1622-1703), ambos discípulos de
Galileo, en 1644, inventaban el barómetro de
mercurio, con el cual se podía medir la presión
ejercida por la atmósfera. Torricelli descubrió que la
presión variaba de un dia para otro. A los pocos años, el físico y matemático francés
Blaise Pascal (1623-1662), en 1648 subió una montaña de 1,600 m con un barómetro y
descubrió que la presión atmosférica disminuía con la altura, el cual fue un descubrimiento
muy importante para el desarrollo de la meteorología. Debido a la invención de distintos
aparatos de medición y a la fiebre de exploración y aventura de esa época, los
conocimientos sobre la atmósfera y el clima mundial se ampliaron enormemente. Con
estos inventos y descubrimientos se pudieron mejorar los estudios meteorológicos; en
1654, Fernando II de Toscana propuso la creación de la Meteorología Internacional, que
desgraciadamente tuvo una duración muy corta.
En 1660 el científico inglés Robert Boyle y su joven ayudante Robert Hooke (1635-1703)
construyeron una bomba de aire mucho, más eficaz que la inventada por el ingeniero
alemán Otto von Guericke (1602-1686), con la que efectuaron una serie de experimentos
sobre el aire y la combustión. Con este aparato de vacío, Boyle pudo demostrar la
hipótesis de Galileo al dejar caer un peso y una pluma dentro del aparato, demostrando
que en efecto todos los cuerpos caen con la misma velocidad en el vacío; también
demostró que el sonido no se propaga en el vacío y que no se puede presentar
combustión sin aire. Hacia 1660, el físico y matemático inglés Robert Hooke señaló que
la altura del barómetro de mercurio disminuía antes de una tormenta, con ello se abrió el
camino a la predicción del estado del tiempo o meteorología.
El físico francés Edmé Mariotte (1620-1684) fundó la física experimental, hizo estudios
profundos sobre la naturaleza del aire y el movimiento de las aguas. El físico francés
Dionisio Papin (1647-1714) inventó una marmita de vapor comprimido y un barco a vapor
con rueda de paletas. El astrónomo inglés Edmundo Halley (1656- 1742) propuso
explicaciones para los vientos alisios y otros movimientos de la atmósfera, basados en la
distribución de la temperatura y la rotación terrestre. En 1752 el científico y estadista
Benjamín Franklin (1706- 1790) descubrió que los rayos y truenos eran provocados por
las cargas eléctricas de las tormentas, en una forma similar como son las descargas
producidas por las máquinas electrostáticas, y que podía existir un tipo de vientos
giratorios alrededor de un centro de baja presión.
En 1670 el italiano Francesco de Lana proyectó una ‘máquina voladora’, sustentada por
cuatro grandes esferas de cobre. Este proyecto inspiró el primer aerostato desarrollado
en 1709 por el jesuita brasileño Lourenco de Gusmáo (1685-1724), aproximadamente 74
años antes que los hermanos franceses Montgolfier, Jose Miguel (1740-1810) y Santiago
(1745-1799), inventores del globo aerostático en 1783. El físico francés Guillaume
Amontons (1663-1705) se dedicó a trabajar en el diseño de barómetros y termómetros.
El termómetro de agua lo inventó Galileo en 1593; en 1710 el físico francés René
Reaumur (1683-1757) desarrolló un nuevo termómetro basado en una combinación de
alcohol y agua. El físico germano-holandés Gabriel Daniel Fahrenheit fabricó varios
instrumentos meteorológicos e hizo un gran aporte a la meteorología en 1714 al sustituir
el alcohol por mercurio en los termómetros; también construyó el primer termómetro de
mercurio de alta precisión.
El físico sueco Anders Celsius (1701-1744) inventó la escala termométrica centesimal
que lleva su nombre. Durante el período de 1750 a 1900 se hicieron numerosos
descubrimientos atmosféricos, derivados del auge que cobró la meteorología y de la
creación de redes de observación; como por ejemplo, la que promovió la Sociedad
Meteorológica Palatina, entre 1780 y 1792, que constó de 33 estaciones, principalmente
en las distintas ciudades europeas. El físico francés Jacques Charles (1746-1823) estudió
la variación de la presión de los gases a volumen constante; descubrió el hidrómetro
termométrico.

El ingeniero y físico escocés William John Rankine (1820-1872)


creó la escala Rankine para medir la temperatura y es
considerado, con otros científicos, uno de los fundadores de la
termodinámica. Joseph Louis Gay-Lussac (1778-1850) inventó
un barómetro de sifón. John Leslie (1766-1832), físico y
matemático escocés, descubrió el termómetro diferencial, un
nuevo tipo de higrómetro. La investigación de la física
atmosférica condujo a la invención de la máquina de vapor, la
que permitió usar un método distinto de los naturales, como el
viento, las corrientes marinas o simplemente el remo, para
transportarse. Con ello se inició la revolución industrial y la
aceleración del conocimiento científico y el desarrollo
tecnológico. Newcomen, en 1720, fue el primero en descubrir un dispositivo práctico
utilizando el vapor de agua y la presión atmosférica.
Por los años de 1750, el químico inglés Joseph Black (1728-1799) descubrió que la
atmósfera era una mezcla de gases, más bien que un simple gas, al advertir que una vela
encendida dentro de un recipiente con aire, producía CO2, pero se extinguía
inmediatamente después. El químico francés Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794),
llamado el padre de la química moderna, estableció la ley de la conservación de la
materia: la materia no se crea ni se destruye; en la década de 1770, fue el primero en
comprobar que el aire era una mezcla de gases, descubrió la composición del aire y el
papel del oxígeno en la respiración humana.
Posteriormente en 1772 Daniel Rutherford (1749-1819) extendió
los experimentos con este gas sin combustible, que resultó ser
el nitrógeno, y que constituye aproximadamente el 80 % de la
atmósfera terrestre. El nombre de nitrógeno le fue dado por el
químico francés Jean Antoine Chaptal (1756-1832).
Posteriormente el químico inglés Joseph Priestley (1733-1804)
descubrió que el oxígeno era combustible, pues al hacer
experimentos calentando algo de óxido de mercurio, obteniendo
oxígeno, observó que este gas hacía que las cosas ardieran con
mucho más brillo y más fácilmente que con ningún otro gas.
Simultáneamente, el químico sueco Carl Scheele (1742-1786)
participó en el descubrimiento de distintos elementos y gases como el oxígeno, el cloro,
el nitrógeno, el bario, el manganeso, y el tungsteno. Priestley descubrió además que los
animales (ratones) podían vivir más tiempo en un medio de oxígeno que en cualquier otro
gas; de esta manera llegó a combinar otros gases para tener un aire con características
muy parecidas al aire atmosférico. Sin embargo, fue el científico inglés Henry Cavendish
(1731-1810), el primero en determinar con precisión la composición del aire seco.
El químico suizo Christian Schoenbein (1799-1868) descubrió el ozono.
Después de calcular los efectos del sol y la luna sobre las mareas oceánicas, durante
1773, el astrónomo y matemático francés Pierre-Simón Laplace (1749-1827) intuyó que
también en el fluido atmosférico se deberían presentar mareas. Laplace encontró,
después de obtener y analizar registros de la presión atmosférica superficial durante 8
años, que la presión tenía un período de 12 horas, posiblemente asociado a una influencia
solar. A diferencia de las mareas oceánicas, principalmente influenciadas por la atracción
gravitacional de la luna, las mareas atmosféricas parecen ser afectadas por el efecto
térmico de la radiación solar.
El matemático suizo Daniel Bernoulli (1700-1782) estudió la dinámica de los fluidos. El
físico suizo Horacio de Saussure (1746-1799) ideó el higrómetro como se conoce
actualmente. El astrónomo Joseph Leverrier (1811- 1877) se dedicó gran parte de su vida
a las investigaciones en meteorología.
John Dalton (1766-1844), químico y físico inglés, muy interesado en la meteorología,
estudió las propiedades químicas del aire. El físico y químico inglés John Frederic Daniell
(1790-1845) estudió ampliamente el clima artificial. Después, en 1811, el físico italiano
Amadeo Avogadro (1776-1856), que había estado estudiando el comportamiento de los
gases, llegó a la conclusión que estos no estaban constituidos por átomos separados,
como lo habían creido Dalton y Gay-Lussac, sino que todos los gases están formados por
moléculas de dos o más átomos y que el espacio que ocupa cierta cantidad de ellos
depende de la temperatura y presión que soportan, por lo que propuso la hipótesis que
establece que ‘volúmenes iguales de cualquier gas, bajo las mismas condiciones de
presión y temperatura, contienen el mismo número de partículas (moléculas)’, esta
hipótesis se conoce como la Ley de Avogadro.
En 1746 el matemático francés Jean d’Alembert (1717-1783) publicó
sus estudios sobre las causas de los vientos. El primer intento de
conseguir penetrar en la más alta atmósfera libre desde la superficie
de la tierra fue emprendido en 1804. En ese año los científicos
franceses Jean Baptiste Biot (1774-1862) y Joseph Gay-Lussac
ascendieron en un globo hasta una altura por encima de 3,000 m,
bajaron con muestras de aire rarificado; la falta de oxígeno limitó
fuertemente un ascenso mayor de humanos. Hicieron medidas y
observaciones de la atmósfera y anotaron los efectos de la altitud
sobre los animales que les acompañaban. En ese tiempo, Dalton
encontró que el aire se calentaba cuando se le comprimía y se enfriaba cuando se le
permitía expandirse; es decir, había descubierto los procesos adiabáticos en la atmósfera.
Hutton, un geólogo escocés, descubrió que podía producir nubes a escala del laboratorio
y llovizna por el enfriamiento de una cantidad de aire saturada. Hasta finales del siglo
XVIII, parecía que lo más cerca que el hombre conseguiría estar nunca en la atmósfera
superior era la cumbre de las montañas; con esta idea, en 1749 el astrónomo escocés
Alexander Wilson acopló termómetros a cometas, con la confianza de poder medir las
temperaturas atmosféricas a cierta altura. En 1782 los hermanos Montgolfier consiguieron
elevar un aerostato, llenándolo con aire caliente. Un año después de esto, el americano
John Jeffries realizó un viaje sobre Londres, provisto de un barómetro y otros
instrumentos, así como de un dispositivo para recoger muestras de aire.
Examinando gráficas de modelos de circulación atmosférica, el meteorólogo
norteamericano James Espy (1785-1860) usó los modelos de Franklin de vientos en
tormentas para determinar que un centro de presión baja tenía una corriente de aire de
flujo en espiral hacia el interior y era arrastrada por la circulación atmosférica general.
Espy fue uno de los primeros científicos en proponer que el proceso de convección
produciría nubes, en 1850 descubrió que la liberación de calor latente en la condensación
del vapor de agua jugaba un rol muy importante en el crecimiento de las nubes
convectivas, también reconoció que algunas nubes dejan de crecer por la ausencia del
movimiento ascendente al encontrar capas estables en niveles superiores.

En 1735 el meteorólogo inglés George Hadley (1685-1768) propuso la existencia de una


circulación convectiva entre los polos y el ecuador, para explicar el origen de los vientos
alisios. Un siglo después, en 1835, el meteorólogo norteamericano William Ferrel (1817-
1891) y el matemático e ingeniero francés Gustave-Gaspard de Coriolis (1792-1843)
dedujeron la causa por la que los vientos eran desviados (aparentemente) hacia la
derecha en el hemisferionorte y hacia la izquierda en el hemisferio sur, el llamado efecto
(o fuerza) de Coriolis. En 1851 el físico francés Jean-Bernard Foucalt colocó un enorme
péndulo, que se balanceaba colgado de la bóveda de una
iglesia de París, pudiendo demostrar que la tierra giraba en
relación al movimiento del péndulo, que se mantenía constante
respecto a las estrellas fijas. Poco después en 1857 el
meteorólogo holandés Christopher Buys-Ballot (1817-1890)
notó que, en el hemisferio norte, un observador mirando hacia
donde fluye el viento, tendría la presión alta a su derecha;
mientras que en el hemisferio sur, el observador tendría la
presión alta a su izquierda.
Este efecto se conoce como la Ley de Buys Ballot. El físico y meteorólogo francés Henri
Bénard (1874-1939) estudió las circulaciones convectivas del aire. El físico inglés Adán
Walker (1731-1821), inventor de un anemómetro y del primer pluviógrafo.
En 1892 se diseñaron y lanzaron globos no tripulados, provistos de
instrumentos. El meteorólogo francés León-Philippe Teisserenc de
Bort (1855-1913) se dedicó a estudiar la atmósfera con globos
equipados con instrumentos, realizando las primeras
observaciones sistemáticas de la atmósfera superior; sugirió que
la atmósfera podía estar formada por solo dos capas: la troposfera,
desde la superficie hasta unos 12 km de altura, con todos los gases
conocidos y conteniendo los fenómenos meteorológicos como
tormentas, lluvia, vientos, etc. y una segunda capa, la estratosfera,
sin fenómenos meteorológicos y compuesta de solo helio e
hidrógeno.
De la misma forma en que los trabajos sobre meteorología de Espy habían sido
anticipados por Franklin, así había ocurrido en cierta medida, con los descubrimientos del
oceanólogo norteamericano Matthew Fontaine Maury, pués Franklin ya había estudiado
la corriente del Golfo. Maury logró el apoyo de muchos capitanes de buques para colectar
datos sobre las corrientes y la atmósfera de los océanos; su trabajo le condujo a la
creación del Observatorio Naval de los Estados Unidos.
El químico inglés Sir William Ramsay (1852-1916) junto con el
físico y químico Lord Rayleigh (1842-1914) descubrieron en
1894 el Argón y al año siguiente el Helio. Poco después,
Ramsay con Travers descubrieron los demás gases raros de
la atmósfera. Por su parte, Rayleigh explicó el color azul del
cielo y los procesos de convección que se forman en las nubes
altocumulus, también derivó una ecuación lineal para los
movimientos del flujo calentado en su parte inferior.

El climatólogo y biólogo ruso-alemán Wladimir Köppen (1846-1940) dedicó su vida al


estudio del clima y su relación con la vegetación; es autor de varios trabajos sobre
climatología. Su primera gran clasificación climática en 1900 se basó en las zonas de
vegetación. Sus estudios climáticos son fundamentalmente empíricos y basados en los
valores medios de la precipitación y la temperatura, para cada región del mundo.

3.3 El Desarrollo Moderno y Tecnológico de la Meteorología.


La variación de la composición y estructura de la atmósfera en la altura fue inicialmente
detectada en el siglo XVII, al notarse las variaciones en las montañas; sin embargo, fue
a partir del inicio del siglo XX, con el uso de distintos instrumentos, cuando se empezaron
a medir los distintos parámetros atmosféricos. En 1900 el meteorólogo francés Léon-
Philippe Teisserenc de Bort (1855-1913) observó por primera vez la atmósfera por medio
de globos, descubrió una fuerte inversión de la temperatura, a partir de la cual se inicia la
estratosfera, donde la temperatura disminuía con la altitud hasta unos 15 kilómetros, para
después continuar aumentando. A partir de este descubrimiento, se continuo la
observación de las otras capas atmosféricas, tanto por medio de globos, como cohetes,
particularmente para el estudio de la mesosfera y termosfera. Unos años mas tarde,
Kennelly y Heavyside descubrieron la ionosfera (la región de la estratosfera que contiene
una alta concentración de iones).
La presencia de capas ionizadas en la atmósfera superior fue
muy estudiada por el físico inglés Edward Appleton (1892-
1965) quién descubrió las capas E y F en la ionosfera. El
origen de la ionización fue descubierto por Hess, quién
encontró que la atmósfera estaba continuamente
bombardeada por partículas y radiación de alta energía
provenientes del espacio exterior y del sol. En 1958 los
satélites norteamericanos y soviéticos registraron unos anillos
de radiación, en forma de dona, que rodean la Tierra a una
distancia entre 700 y 48,000 km de la superficie terrestre; fue
el físico norteamericano James Van Allen quién descubrió los
cinturones de radiación de alta energía que circundan la tierra.
La existencia de la ozonosfera fue inicialmente propuesta por
por el físico inglés Hartley en 1880 y posteriormente
descubierta a principios del siglo XX; fue el físico inglés Sidney Chapman en 1930 quién
estudió los procesos fotoquímicos para explicar la generación del ozono.
El físico sueco Svante Arrhenius (1859-1927) sugirió que los cambios pequeñisimos en
el contenido de CO2 de la atmósfera podían originar los cambios climatológicos, que
varían desde un amplio mundo tropical hasta las extensas edades glaciares. Una teoría
mas reciente expuesta por el oceanógrafo norteamericano William Ewing supone que
cuando el clima llegó a ser bastante caliente para fundir el hielo en el ártico, el vapor de
agua entró en la atmósfera y proporcionó nieve para formar los glaciares en las regiones
continentales.
Los físicos suizos Auguste y Jean-Felix Piccard (1884-1962)
fueron de los primeros que ascendieron a la estratosfera en un
globo, alcanzando una altitud aproximada de 17 km, en 1931, y
de las profundidades submarinas con su batiscafo. En 1938, un
globo, llamado Explorer II, llegó hasta los 20 km, y en 1960, los
globos tripulados habían alcanzado ya alturas de mas de 34 km,
mientras que los no tripulados ascendieron hasta cerca de los
47 km. Con todas estas nuevas formas de exploración, se pudo
descubrir y explicar la estructura vertical de las distintas
variables atmosféricas.

Hacia los comienzos del siglo XX, dos investigadores usaron los cohetes (que habían sido
inventados por los chinos en el siglo XIII) para estudiar la atmósfera superior y el espacio
exterior (con anterioridad, el escritor francés Julio Verne había imaginado un cañón con
un dispositivo de lanzamiento para su viaje de la tierra a la luna): el físico ruso Konstantin
Tsilkovski (1857-1935) y el físico norteamericano Robert Goddard
(1882- 1945). Goddard, en los años 1934 y 1935, logró construir
un cohete con autopropulsión a base de oxígeno líquido, con una
velocidad máxima de cerca de 884 km/hr. El 4 de octubre de 1957,
las teorías de Tsilkovsky fueron hechas realidad por la Unión
Soviética al poner en órbita el primer satélite: El Sputnik I,
iniciándose la era espacial.
Poco después el científico alemán Wernher Von Braun (1912- ),
el 31 de enero de 1958, puso en órbita el primer satélite artificial
de Estados Unidos: En particular, el primer satélite meteorológico,
El Tiros I fue lanzado el 1 de abril de 1960, por los Estados Unidos, con el que se
obtuvieron miles de fotografías de la nubosidad terrestre y se pudieron hacer las primeras
investigaciones de los fenómenos meteorológicos de distintas regiones del mundo donde
aún no se tenía información.
Con estas nuevas formas e instrumentos de observar la atmósfera superior, el geofísico
inglés Sidney Chapman investigó por primera vez las características de la ‘mesosfera’ en
1950.
Robert Billwiller (1849-1905), meteorólogo suizo, introdujo el sistema de avizos
telegráficos rutinarios sobre el estado del tiempo y sobre pronósticos del tiempo en
Europa.
La Oscilación del Sur fue descubierta por Sir Gilbert Walker, en la década de 1920. Walker
fue uno de los primeros meteorólogos en aplicar las técnicas estadísticas para analizar y
predecir los fenómenos meteorológicos.
A principios de 1940, los norteamericanos Vincent Joseph
Schaefer (1906- ) e Irving Langmuir (1881-1957), fueron
de los primeros científicos que trabajaron la modificación
del estado del tiempo; en 1946 un avión arrojó anhídrido
carbónico (hielo seco) sobre un banco de nubes. Se creé
que estos experimentos dieron lugar a la primera
precipitación atmosférica artificial de la historia. Alfred
Wegener (1880-1930) geofísico y meteorólogo alemán,
escribió varios libros sobre la atmósfera, el clima y el
origen de los continentes y los océanos. En 1906,
Wegener usó por primera vez papalotes y globos para
estudiar la atmósfera polar. Publicó en 1915 uno de los libros más controversiales e
influyentes de la ciencia moderna: El origen de continentes y océanos, en donde plantea
su famosa teoría sobre la deriva continental.
A finales del siglo XIX y principios del XX, la comunidad científica le dió una gran atención
al estudio de los fenómenos atmosféricos, particularmente al pronóstico del estado del
tiempo, gracias a la invención de distintos instrumentos y aparatos de observación y
medición y por la organización de redes locales de observación. Algunos de los conceptos
de mayor impacto fueron por ejemplo aquellos por el grupo de científicos noruegos como
el físico Vilhelm Bjerknes (1862-1951), el físico Jacob Bjerknes (1897-1975) y Tor
Bergeron (1891-1959), con sus modelos de circulación atmosférica, al demostrar los
efectos dinámicos de las variaciones de densidad, tan importantes en el movimiento de
la atmósfera y los océanos; también observaron que, a través del movimiento de las
nubes, las distintas perturbaciones atmosféricas se pueden desarrollar y evolucionar a
grandes vórtices (tales como las tormentas extratropicales) o perturbaciones en los
vientos del oeste en la alta tropósfera, con la que posteriormente pudieron desarrollar su
teoría de los frentes meteorológicos, basada en el movimiento de las masas de aire.
Cuando se aplicaron estos conocimientos a la meteorología operacional, se mejoraron
considerablemente los pronósticos del estado del tiempo.
Poco después el meteorólogo sueco Carl Gustav Rossby
(1898-1957) y otros ampliaron estos conceptos para desarrollar
la teoría de las ondas planetarias y las corrientes de chorro en
la alta tropósfera, las cuales fueron observadas durante la II
guerra mundial. Posteriormente fue evidenciado la fuerte
conección entre los sistemas ondulatorios de la alta troposfera
con el desarrollo de los distintos fenómenos en la superficie.
Pocos años después, el matemático inglés Lewis Fry
Richardson (1881- 1953) encontró un camino y pudo establecer
las bases matemáticas para el pronóstico numérico del estado
del tiempo, en su libro publicado en 1922; desgraciadamente,
sus métodos matemáticos requerían una gran cantidad de horas-hombre de cálculo
(incluso meses) de trabajo, por lo que no pudo lograr buenos pronósticos. Después del
invento de las computadoras, se pudo descubrir cuales fueron los errores que Richardson
cometió en esos primeros cálculos. El físico húngaro John Von Neumann (1893-1957)
profesor de la Universidad de Princeton, organizó un grupo de trabajo en 1946 para
desarrollar el primer modelo computacional de pronóstico del tiempo, con ayuda de la
computadora llamada MANIAC (analizador matemático, integrador numérico y
computadora). En 1922 Jacob Bjerknes y el físico noruego Halvor Solberg (1895- )
compararon la evolución de un ciclón extratropical con la amplificación de una onda. Poco
después Solberg analizó el problema de la ciclogénesis como un problema de
inestabilidad de ondas, el cual fue crucial para el entendimiento de la teoría del caos,
propuesta por Edward Lorenz.
En 1949 el meteorólogo inglés E.T. Eady notó que casos muy similares, podían
evolucionar de manera totalmente diferente, pequeños errores en las observaciones o en
el análisis, podían crecer a grandísimas diferencias en el pronóstico de los siguientes
dias. La teoría de ciclogénesis de Solberg no pudo ser completa, pués no se tenían
observaciones de la atmósfera superior.
Con la invención de la radiosonda en 1927, por el meteorólogo finlandés Vilho Vaisalla
(1899-1969), se pudo recolectar los datos necesarios y en 1937 Jacob Bjerknes pudo
descubrir ondas en la atmósfera superior. Dos años mas tarde, Carl-Gustaf Rossby, quién
fundó el Departamento de Meteorología en el Instituto Tecnológico de Massachussetts en
1928, proporcionó la primera teoría matemática para explicar las ondas atmosféricas, que
fueron nombradas ondas de Rossby. Durante la II Guerra Mundial, se dió un fuerte avance
a la red de observaciones de altura, por lo que fue posible obtener la primera imagen
tridimensional de una tormenta extra-tropical. En 1944 Jacob Bjerknes y Jorgen Holmboe
propusieron una teoría sobre la dinámica de estos ciclones extra-tropicales. Poco
después, en 1944, el meteorólogo americano Jule Charney, un estudiante de Holmboe,
usó la teoría de Bjerknes-Holmboe y las ondas de Rossby para estudiar la ciclogénesis
de las tormentas, usando un modelo numérico, el cual fue probado hasta 1950, cuando
se usaron las primeras computadoras.

4. CONCLUSIONES

 En relación al desarrollo de la dinámica atmosférica, todos los avances científicos


fueron logrados gracias al trabajo y esfuerzo de muchos investigadores, entre los
que destacan: el astrónomo polaco Nicolás Copérnico (1473-1523), el astrónomo
danés Tycho Brahe (1546-1601), el astrónomo alemán Johann Kepler (1571-
1630), el físico italiano Galileo Galilei (1564-1642), y el físico y matemático inglés
Isaac Newton (1642-1727), quién propuso las tres leyes de movimiento de los
cuerpos; todos ellos precedidos por los sabios griegos Arquímedes (287-212 a.C),
Euclides (330-275 a.C.) y Pitágoras (582-497 a.C.). Aunque las leyes de Newton
dan una explicación de la relación entre la masa, la fuerza y la aceleración de los
cuerpos, estas no aclaran mucho sobre la naturaleza, ni las causas, de las fuerzas
que actúan sobre la atmósfera. Las leyes de Newton (del movimiento), de Boyle y
Charles (de los gases) y de Joule (de la conservación de la energía), forman los
principios fundamentales, para poder dar una explicación de los fenómenos
termodinámicos y dinámicos en la atmósfera. Con estos principios se sentaron las
bases para el desarrollo de la hidrodinámica y aerodinámica clásicas, iniciadas a
mediados del siglo XIX, casi simultáneamente con el desarrollo de los principios
de la termodinámica.

 Algunas de los más importantes contribuciones se debieron a los trabajos del


matemático suizo Daniel Bernoulli (1700-1782); del matemático suizo Leonardo
Euler (1707-1782); del matemático francés José Luis Lagrange (1736-1813) y del
astrónomo francés PierreSimón Laplace (1749-1827), quienes comenzaron a
examinar las consecuencias de las leyes de Newton en el movimiento de fluidos
ideales (sin fricción); poco después se hicieron notorias grandes diferencias con
los fluidos reales y el efecto de la fricción, por el ingeniero inglés Osborne
Reynolds (1842-1912), el meteorólogo inglés William Napier Shaw (1854-1945) y
el físico irlandés George Stokes (1819- 1903). Posteriormente se estudiaron las
propiedades turbulentas, de inestabilidad y térmicas convectivas de los fluidos,
por el físico y filósofo austriaco Ernest Mach (1838-1916), el físico inglés John
William Strutt Lord Rayleigh (1842-1919), los físicos alemanes V.Ekman (1874-
1954) y Ludwig Prandtl (1875-1953); por los ingleses O.Sutton y Geoffrey I. Taylor
(1886-1975), el físico húngaro-americano Theodore Von Karman (1881-1963) y
los rusos A.N. Kolmogorov (1903-1967) y Aleksandr Obukhov (1918-), quién
realizó valiosas investigaciones sobre la teoría de la turbulencia y su aplicación a
la meteorología.

5. BIBLIOGRAFÍA

 Michele T. Mazzucato. Tappe cronologiche fondamentali della meteorologia.


 Wallace, J. M. and P. V. Hobbs, 2006: Atmospheric science: an introduction
survey. 2nd ed. Libro. Amsterdam: Elsevier Academic Press. 483 pp
REGRESIÓN Y CORRELACIÓN

La regresión es una técnica estadística utilizada para simular la relación existente entre
dos o más variables. Por lo tanto se puede emplear para construir un modelo que permita
predecir el comportamiento de una variable dada.
La regresión es muy utilizada para interpretar situaciones reales, pero comúnmente se
hace de mala forma, por lo cual es necesario realizar una selección adecuada de las
variables que van a construir las ecuaciones de la regresión, ya que tomar variables que
no tengan relación en la práctica, nos arrojará un modelo carente de sentido, es decir
ilógico.
Según sea la dispersión de los datos (nube de puntos) en el plano cartesiano, pueden
darse alguna de las siguientes relaciones, Lineal, Logarítmica, Exponencial, Cuadrática,
entre otras. Las ecuaciones de cada relación se presentan en la siguiente tabla.
Tabla 1. Ecuaciones de regresión

REGRESIÓN ECUACIÓN

Lineal y = A + Bx

Logarítmica y = A + BLn(x)

Exponencial y = Ae(Bx)

Cuadrática y = A + Bx +Cx2

La correlación indica la fuerza y la dirección de una relación


lineal y proporcionalidad entre dos variables estadísticas. Se considera que dos variables
cuantitativas están correlacionadas cuando los valores de una de ellas varían
sistemáticamente con respecto a los valores homónimos de la otra.
Para esto se hace uso del coeficiente de correlación R, el cual mide el grado de relación
existente entre las variables. El valor de R varía entre -1 y 1, pero en la práctica se trabaja
con el valor absoluto de R, entonces, a medida que R se aproxime a 1, más grande es el
grado de correlación entre los datos, de acuerdo con esto el coeficiente de correlación se
puede clasificar de varias formas, como se observa en la Tabla 2.
Tabla 2. Clasificación del grado de correlación.

CORRELACIÓN VALOR O RANGO


Perfecta |R| = 1
Excelente 0.9 <= |R| < 1
Buena 0.8 <= |R| < 0.9
Regular 0.5 <= |R| <0.8
Mala |R|< 0.5

Por lo tanto el análisis de regresión es una herramienta estadística que permite analizar
y predecir o estimar observaciones futuras de dos o más variables relacionadas entre sí,
es decir una herramienta útil para la planeación.

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