La pregunta es pertinente en virtud de una serie de afirmaciones como, por
ejemplo, “el Papa es de izquierda, los comunistas están propiciando su visita” o “Lagos, que es ateo, invitando a escuchar al Papa”. Y así, algunos, en una serie de declaraciones, lecturas y escritos sostienen que el Papa está preocupado por el pueblo, es cercano, y rompió con algunas de las ataduras de la moral aplastante de la Iglesia. Otros, expresan que ya no está en la línea del Magisterio y ha ido demasiado lejos. O sea, es lo que se puede llamar, un signo de contradicción. Remitiéndome exclusivamente a Chile, y utilizando una figura retórica con las limitaciones que tiene algo semejante, me parece que los católicos vivimos desde hace muchos años una especie de esquizofrenia en materia de fe. Hay quienes reducen la fe a la Rerum Novarum, piensan que la Iglesia es una especie de ONG de actividades sociales, que los sacramentos no tienen cabida, y quienes los viven son beatos insensibles a los problemas sociales. También están quienes se figuran la Iglesia reducida a la Humanae Vitae, y piensan que la Iglesia es una institución en la que lo único relevante es la moral sexual y el cumplimiento de algunos sacramentos; sacramentos que no afectan la vida de los creyentes, viven una especie de religión privada, es decir, la negación misma de lo católico, lo universal. Pues bien, al repasar algunas ideas, acciones y escritos de Francisco, podemos advertir cuán equivocados están los activistas sociales como los beatos privados. Solo con conocer lo que Francisco hace cotidianamente, permite despejar el asunto. Se levanta a las 4.45 de la mañana y hace su cama. Reza dos horas, lee y lleva a la oración las diferentes alegrías, sufrimientos, dolores y esperanzas que le llegan de las nunciaturas de todo el mundo. Celebra la Misa a las 7, siempre con invitados. Desayuna, trabaja, y recibe personas de las más diferentes condiciones y creencias hasta la 13.30. Almuerza y duerme una siesta de 30 minutos. Retoma el trabajo y, alrededor de las 19 hrs., se dispone a adorar al Santísimo (o sea, a Cristo, Dios resucitado) por hora y media. Cena, ve algunas cuestiones de gobierno, y va a descansar en una habitación muy austera en los brazos del Señor y la Virgen. Reza el rosario durante el día. Para Francisco, ser cristiano no significa (lo ha dicho innumerables veces y siguiendo a Benedicto XVI) un listado de normas a seguir, sino de seguir a una Persona, a Jesucristo, verdadero Dios y Verdadero Hombre, quien ha venido al mundo para salvarnos del mal o del demonio o de satanás. Un Dios que sale a nuestro encuentro, un Dios misericordioso, un Dios que es Amor por antonomasia. Para Francisco, la política, como enseñó Pablo VI, “es una de las formas más altas de la caridad (…)” Papa Francisco Latinoamercia, p.15.“Y, precisamente por su conexión con el amor, la luz de la fe se pone al servicio concreto de la justicia, del derecho y de la paz (…) La fe no aparta del mundo ni es ajena a los afanes concretos de los hombres de nuestro tiempo. Si la fe es un bien para todos, es un bien común; su luz no luce sólo dentro de la Iglesia ni sirve únicamente para construir una ciudad eterna en el más allá, nos ayuda a edificar nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza.” (Lumen Fidei, 50). Es decir, el bien común, fin fundamental de la vida social y política, no se entiende como algo anexo ni externo a la fe. “Cuando la fe apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella… Si hiciéramos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se debilitaría la confianza entre nosotros, pues quedaríamos unidos solo por el miedo, y la estabilidad quedaría comprometida… La fe ilumina la vida en sociedad; poniendo todos los acontecimientos en relación con el origen y el destino de todo en el Padre que nos ama, los ilumina con una luz creativa en cada momento de la historia”. (LF, 55). Y, de la identidad de los políticos católicos latinoamericanos, Francisco nos dice que “El identikit del político no es del que va a misa y después tiene su vida al margen del Evangelio o su vida política a veces corrupta. No. Su vida cristiana tiene que permear su actividad familiar, laboral, política, etcétera. El identikit del político católico latinoamericano es la doctrina social de la iglesia llevada adelante. Quizás hoy los discursos que más llegan son ciertos discursos de los movimientos populares” (Papa Francisco Latinoamérica, p.77). La doctrina social de la Iglesia, como sabemos, se articula considerando como fundamento la persona y su dignidad, con los principios de solidaridad, subsidiariedad y bien común. Pero esos principios no son ideas abstractas, se aprenden en la familia. “Gracias a la fe hemos descubierto la dignidad única de cada persona, que no era tan evidente en el mundo antiguo”. (LF, 54). “En el ámbito familiar, las personas reciben los valores fundamentales del amor, la fraternidad y el respeto mutuo, que se traducen en valores sociales esenciales, y son la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad”.(PFL.p.124) “La gratuidad, para los padres todos sus hijos, aunque cada uno tenga su propia índole, son igual de queribles… El amor de los padres lo ayuda a salir de su egoísmo para que aprenda a convivir con los demás, que aprenda a ceder, para abrirse al otro… Ese chico que aprende a abrirse al otro. En el ámbito social, esto supone asumir la gratuidad no es complemento sino requisito para la justicia”. (PFL, p. 125). “De la fraternidad vivida en la familia, nace ese segundo valor, la solidaridad en la sociedad, que no consiste únicamente en dar al necesitado, sino ser responsables los unos de los otros”. (PFL, p.127). Hay que precisar lo que entiende Francisco por fraternidad: “En la “modernidad”, se ha intentado construir la fraternidad universal entre los hombres fundándose sobre la igualdad. Poco a poco, sin embargo, hemos comprendido que esta fraternidad, sin referencia a un Padre común como fundamento último, no logra subsistir. Es necesario volver a la verdadera raíz de la fraternidad… El amor inagotable del Padre se nos comunica en Jesús, también mediante la presencia del hermano. La fe nos enseña que cada hombre es una bendición para mí, que la luz del rostro de Dios me ilumina a través del rostro del hermano.” (LF, 54). La subsidiariedad es otra forma de respetar y alentar la libertad de los demás. Francisco sostiene que “el respeto al otro que se aprende en la familia se traduce en el ámbito social en la subsidiariedad…En el respeto de la libertad, la sociedad civil está llamada a promover a cada persona y agente social para que pueda asumir su propio papel y contribuir desde su especificidad al bien común”. (PFL, p.130). Para Francisco, quien ha dicho que quiere una Iglesia pobre para los pobres, encuentra en el Evangelio, como no podría ser de otra manera, la enseñanza de lo que se denomina la llamada opción preferencial por los pobres y a quiénes los entiende así: “Porque los pobres son el centro del Evangelio. Y la opción preferencial por los pobres es una consecuencia para subrayar la actividad de un cristiano en la vida social. ¿Cuál es el anuncio alegre del evangelio según Lucas 4? “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos”. No lo pondría como una característica, sino como una consecuencia” (PFL, p.78). “Y eso vale también para la vida íntima de una persona. Por mi experiencia también te lo digo. Me confieso cada quince o veinte días. Y pienso un poco, repaso mi vida ahí. Y cuando me cuesta encontrar fallas me preocupo …..El sentirse pecador, necesitado de perdón, es también parte del identikit del católico y del político católico”. (PFL, p. 79). O sea, que la genuina ocupación por lo pobres tiene su raíz en el Evangelio y en el sacramento de la confesión y es una consecuencia de aquello. Y, a los pueblos indígenas que desean afirmar su identidad, Francisco les dice: “A los hermanos y hermanas del movimiento indígena latinoamericano, déjenme trasmitirles mi más hondo cariño y felicitarlos por buscar la conjunción de sus pueblos y culturas, eso, -conjunción de pueblos y culturas-, eso que a mí me gusta llamar poliedro, una forma de convivencia donde las partes conservan su identidad construyendo juntas una pluralidad que no atenta contra, sino que fortalece la unidad. Su búsqueda de esa interculturalidad que combina la reafirmación de derechos de los pueblos originarios con el respeto a la integridad territorial de los Estados nos enriquece y favorece” (PFL, 156). Hay mucho más que decir, respecto de Francisco, pero me parece que calificarlo o situarlo en una determinada vertiente política como han querido algunos, especialmente de la izquierda ideológica y atea, y algunos católicos que se han comprado dicho discurso sin hacer un examen de las enseñanzas de nuestro Papa, resulta un despropósito. En este tiempo, quizás la falta de una acertada lectura de Francisco, radica en la necesidad de “recuperar la conexión de la fe con la verdad es hoy aún más necesario, precisamente por la crisis de la verdad en que nos encontramos. En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia. …Por otra parte, estarían después las verdades del individuo, que consisten en la autenticidad con lo que cada uno siente dentro de sí, válidas sólo para uno mismo, y que no se pueden proponer a los demás con la pretensión de contribuir al bien común. La verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto, es vista con sospecha. ¿No ha sido esa verdad –se preguntan- la que han pretendido los grandes totalitarismos de siglo pasado (Léase, Comunismo, Fascismo, Nacionalsocialismo), una verdad que imponía su propia concepción global para aplastar la historia concreta del individuo? Así, queda solo el relativismo en el que la cuestión de la verdad completa, que es en el fondo la cuestión de Dios, ya no interesa. En esta perspectiva, es lógico que se pretenda deshacer la conexión de la religión con la verdad, porque este nexo estaría en la raíz del fanatismo, que intenta arrollar a quien no comparte las propias creencias” (LF, 25). Así, entonces podemos entender que la incomprensión de las enseñanzas de Francisco, más aún, encasillarlo en una determinada ideología, no son más que una consecuencia del tiempo en que vivimos, por falta de fe, de creer en la verdad; en Dios.