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LA FLEXIBILIDAD CURRICULAR EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR

Esta lectura, a pesar de haber sido escrita para su uso en la educación para la
rama de Agronomía, está muy bien sustentada e invita a la investigación acerca
de las características de la flexibilidad educativa y curricular.

De lo rescatable encuentro el hecho de justificar las actuales reformas curriculares


en los documentos publicados por organismos de índole internacional como la
UNESCO, OCDE y el Banco Mundial, en ese sentido es de lo más realista posible,
porque la mayoría de los estatutos que cambian lo deciden quienes controlan la
vida social de los individuos dentro de este sistema capitalista.

Dentro del mismo análisis de las reformas curriculares destaco los componentes o
nociones clave que están implícitos en el nuevo enfoque: cambio e innovación,
pertinencia, flexibilidad, los modelos centrados en aprendizaje y el profesor como
facilitador, y la apertura y movilidad.

Sobre estas nociones me parecen importantes algunas de ellas. Por ejemplo, uno
de los aspectos que muchos docentes hemos olvidado es la innovación de nuestra
práctica, porque casi siempre repetimos lo que el plan y programas nos marca
prescriptivamente y limitamos nuestra imaginación y creatividad en el diseño de
nuevas estrategias de enseñanza y aprendizaje. La pertinencia también es
importante porque la escuela debe enseñar lo que el niño necesita para aplicarlo
en su vida cotidiana, esa misma noción va relacionada con la de la flexibilidad
porque se pueden de cierta manera elegir los contenidos apropiados para enseñar
en determinados contextos. En el mismo orden, la apertura y movilidad se justifica
en la movilización de saberes –competencias- para buscar la metacognición, es
decir, aprender a aprender.

Así, el significado de la flexibilidad en su más alto nivel apuntaría hacia la


reconstruir de los principios de libertad, responsabilidad, confianza y autonomía en
las formas de poder y la toma de decisiones en las instituciones, es decir, dejar
esas prácticas obsoletas de autoritarismo y atención a intereses de ciertos grupos
para imponer ciertos parámetros irrompibles en su aplicación. Con esto nos
olvidaríamos de los discursos apologéticos y los modelos simulados en que se ha
pensado anteriormente el curriculum.

De esta manera, podemos concebir a la flexibilidad curricular como la construcción


de un proyecto educativo real, explícito, propositivo y cultural para la solución de
determinados problemas contextuales apuntando hacia una transformación tanto
de los sujetos como de las instituciones, claro todo de manera gradual y
permanente.

Para esto habría que abandonar esas falsas prácticas que nos dicen que el aula
es el único lugar para construir conocimientos, que propicia la individualidad y deja
de lado el sentido humano de los estudiantes, porque no reconocen como dijera el
doctor López Calva que “humanos somos y en el camino andamos”…

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