Para lRawls consiste en atreverse a pasar desde una política liberal de la justicia a
una forma igualitaria del liberalismo: “Las desigualdades existentes tienen que
componerse de tal modo que contribuyan del modo más eficaz al beneficio de los
menos aventajados” .Pero esto no supone renunciar a la idea de que la justicia
como equidad contenga “una idea organizadora fundamental que permita vincular
y relacionar sistemáticamente todas las ideas y todos los principios”. Y que, en
Definitiva, “pueda ser compartida por los ciudadanos con una base de acuerdo
político razonado, informado y voluntario”. La ética impersonal de Rawls no quiere
ir más allá de una concepción política de la justicia. Se detiene en una concepción
moral, eso sí, elaborada para un objeto específico, a saber, válido sólo para las
instituciones políticas, sociales y económicas. Reconoce que “todos los
ciudadanos abrazan alguna doctrina comprehensiva con la que la concepción
política está de algún modo relacionada”; pero la finalidad de la Justicia como
equidad tiene que ser la construcción de un sistema equitativo de cooperación que
funcione a lo largo del tiempo desde una generación de hombres a la siguiente. En
definitiva: Un Orden de Justicia despersonalizado.