Anda di halaman 1dari 12

Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo

Facultad de Ciencias Sociales, Educación y Comunicación

Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo


Vizcaíno
I. Marco informativo: Boom de la literatura latinoamericana.

Escritor mexicano. Un solo libro de cuentos, El llano en llamas (1953), y una única
novela, Pedro Páramo (1955), bastaron para que Juan Rulfo fuese reconocido como
uno de los grandes maestros de la narrativa hispanoamericana del siglo XX. Su obra,
tan breve como intensa, ocupa por su calidad un puesto señero dentro del
llamado Boom de la literatura hispanoamericana de los años 60, fenómeno editorial que
dio a conocer al mundo la talla de los nuevos (y no tan nuevos, como en el caso de
Rulfo) narradores del continente.

II. El escritor Juan Rulfo.


Nacido en Acapulco, en el distrito jalisciense de Sayula, Juan Rulfo creció entre su
localidad natal y el cercano pueblo de San Gabriel, villas rurales dominada por la
superstición y el culto a los muertos, y sufrió allí las duras consecuencias de las luchas
cristeras en su familia más cercana (su padre fue asesinado). Esos primeros años de
su vida habrían de conformar en parte el universo desolado que Juan Rulfo recreó en
su breve pero brillante obra.

III. El Llano en llamas argumento por Carlos Fuentes.

Serie de diecisiete cuentos en los que Juan Rulfo trata entre otros asuntos, el problema
de la tierra. La tierra infértil como la del relato de Luvina y Nos han dado la tierra, en
dónde los personajes caminan por la tierra que les han dado haciendo referencia a ella
como un comal acalorado en donde si siembran, no crecerá nada, ni zopilotes. Dicho
cuento tiene como referencia el código histórico político y concretamente hace alusión
a la reforma agraria y a la repartición de la tierra incrementada durante el sexenio de
Cárdenas. Macario, primer cuento con el que arranca el libro, es un joven que por
órdenes de su madrina se dedica a matar ranas al salir de las alcantarillas, ya que ella
lleva días sin poder dormir a causa del escándalo.
Es que somos muy pobres trata la historia de una familia muy humilde por la que pasan
todas las desgracias y el temor de los padres de que Tacha, su hija más chica, se
convierta en una prostituta como sus hermanas mayores, que decidieron tomar ese
camino a causa de la pobreza y mala suerte que las perseguía.
Narrados la mayoría de ellos en primera y tercera persona, Rulfo recrea un ambiente a
lo largo de los cuentos con seres que viven en un estado de magia. El presente para
ellos es trágico y la nostalgia del pasado y el recuerdo es una constante. El autor logró
retratar la problemática del campo y la provincia jaliscienses a través de un realismo
mágico que autores como Jorge Luis Borges y García Márquez le reconocen
ampliamente.
En relación a El llano en llamas, encontraremos, en primer lugar, el estudio de Rafael
Olea Franco “Juan Rulfo, un maestro del cuento moderno”. En él se establece una
comparativa que sitúa a Rulfo junto a Horacio Quiroga pues, en palabras del crítico,
ambos consiguieron «otorgar a esta forma narrativa [el cuento] el estatuto de un género
mayor en el más amplio sentido de la palabra». Olea busca evidenciar la importancia
del cuento en la literatura mexicana y en la producción de Rulfo, valorando cómo la
novela ha podido eclipsar la importancia de El llano en llamas (originada por una
lectura que sólo observaba en que, en la visión de Olea, suponen la construcción
sintética de la narración, la invención de los personajes desde una perspectiva interna y
la aparición de complejas voces narrativas que evitan los juicios moralizantes sobre las
acciones de los personajes.

El Tiempo sonámbulo. Y en él, personas que deambulan en un paisaje de polvo cuyo


rastro viene de la miseria y va hacia lo fatídico. Ese fue el mundo con el cual Juan Rulfo
abrió un nuevo y magistral territorio literario hace sesenta años bajo el título de El llano
en llamas, editado por el Fondo de Cultura Económica. Un mosaico de quince piezas
(en 1970 se sumarían dos más) de la condición humana y de la vida situadas al sureste
del estado de Jalisco (México) que abarca desde la Revolución mexicana en 1910
hasta mediados del siglo XX. Con esos cuentos, Rulfo (1917- 1986) refundó la literatura
en español que confirmaría dos años más tarde con Pedro Páramo.
Pero hoy es el día de la fiesta de El llano en llamas; y como las voces que suenan en
esas historias, varios escritores levantan, poco a poco, con sus voces la cartografía de
ese llano en llamas que suena así:
“La esencia de Rulfo es que con sencillez y dignidad y sin folclorismo sentimental elevó
temas regionales al nivel de tragedia griega”, afirma Luis Harss.
"Con los cuentos logró una nueva representación del campo mexicano y la miseria en
la que viven sus personajes. De manera emblemática, uno de los relatos lleva el título
de 'Nos han dado la tierra'. La herencia que reciben no es otra cosa que un montón de
polvo. Los ultrajes y la violencia de estos relatos revelan una realidad devastada por la
injusticia social. Lo peculiar es que Rulfo narra estas desgracias con hondo sentido
poético. Sus cuentos están escritos en un doble registro: las acciones son vertiginosas
y la vida mental de los personajes es demorada, de una reflexiva intensidad. Esto
establece una peculiar tensión: lo que sucede es rápido y su efecto es lento. En estos
cuentos, Rulfo renovó el lenguaje de México. Ningún campesino ha hablado como sus
personajes pero ninguno ha sonado tan auténtico. Un milagro de la autenticidad que
sólo puede ser literaria", explica Juan Villoro.
“El llano en llamas me permitió, cuando era muy joven, imaginar una forma narrativa
posible para las historias de la guerra y la postguerra española que había escuchado
desde niño. No he dejado de leer esos cuentos desde que un amigo me los descubrió.
Y algunos los he usado en clase una y otra vez para explicar cosas tan distintas como
el peso que lo no dicho tiene en una historia y hasta la importancia del título en el
proceso narrativo. Cuantas más veces los lee uno más cosas sorprendentes descubre
en ellos. Esos cuentos no se acaban nunca”, recuerda Antonio Muñoz Molina.

"Es en muchos sentidos un libro mestizo. Un libro de cuentos que parece un enorme
poema. Un testimonio cruento que parece un sueño. Un puñado de vidas que parecen
paisajes y paisajes que gritan, lloran y susurran. Nadie ha escrito después o antes así.
Sólo Rulfo en Pedro Paramo lo intento y logró. Después vino el silencio, el respetuoso
silencio que sigue a todos los auténticos milagros. Nadie que yo haya leído escribe
como Rulfo, todos los que lo hacemos en América Latina no hacemos más que dar
vuelta alrededor de dos o tres imágenes quemantes, un entierro, una mujer y unas
gallinas, la sequedad más seca de esa tierra de nadie que es nuestra”,
reconoce Rafael Gumucio.

"Entre otras cosas, Rulfo nos enseña que las cosas más terribles pueden ser contadas
con un lenguaje que no cae en el melodrama. Los personajes de El llano en
llamas suelen ser violentos porque es el modo que han encontrado para discurrir en el
mundo y toman al mundo como viene. Esa especie de resignación expresada en los
términos más precisos posibles -es decir: poéticamente- es la manera en que Rulfo
habló de un país en el que el estado de derecho era una fachada para la mayoría. Y
esa no es la primera razón, pero es una razón más por la que Rulfo sigue siendo
vigente", reflexiona Yuri Herrera.

IV. RESUMEN DE LOS CUENTOS POR GABRIEL GARCIA MARQUES

Macario es un joven que al que su madrina, la señora que lo alberga en su casa, obliga
a exterminar cuanta rana salga de la alcantarilla, ya que ella no puede dormir por el
griterío que hacen estos animales. Por esta razón su madrina le ha dado un palo a
Macario para no permitir que las ranas canten, con la consigna de que si no lo cumple,
lo dejará sin comer, y lo maldecirá para que se pudra en el infierno. Y mientras, Macario
espera pacientemente a que salgan las ranas para cumplir con su misión, nos cuenta
su historia, nos habla del paso del tiempo donde vive, de sus deseos, anhelos,
desesperanzas y angustias. De su amor por Felipa y del sabor a flores del obelisco que
tiene la leche que bebe de ella. Nos han dado la tierra, habla del problema agrario, la
tierra dada a los campesinos es un llano desierto en dónde no se da nada y la lluvia
consiste en apenas unas escasas gotas. Llegan al pueblo que está del otro lado y que
representa la vida como contraparte a la tierra que les han dado, ya que representa la
muerte por su infertilidad. La cuesta de las comadres. Los Torricos son dueños del
pueblo del que todo el mundo empieza a emigrar. Un día aparece muerto Odilón Torrico
y sus hermanos investigan quién lo mató. Los asesinos, al parecer, son los Alcaraces
con quien el narrador recuerda haber presenciado una fuerte riña. Es que somos muy
pobres trata la historia de una familia muy humilde por la que pasan todas las
desgracias y la que más acapara la atención es que la vaca de Tacha, que le regalara
su padre al cumplir los doce años, se la ha llevado el río. Esta vaca representa para los
padres de la niña, el mejor camino para evitar que Tacha, imitando a sus dos hermanas
mayores, se convirtiera en prostituta: “La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que
va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que
prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para
llamar la atención”.Un hombre huye de las autoridades y se interna en las montañas
por haber dado muerte a la familia Urquidi constituye la historia de El hombre. Un
borreguero lo encuentra y sin saber la historia verdadera de aquel hombre, le ofrece de
comer y platica con él.San Gabriel es el pueblo en donde se desarrolla el cuento de En
la madrugada, y fue a esa hora cuando Esteban mata a su patrón Don Justo cuando
éste llega a detenerlo de la golpiza que Esteban le está dando a un becerro que mama
de una vaca. Esteban es encarcelado y alega no recordar haber dado muerte a Don
Justo. Talpa alberga a la milagrosa virgen del Rosario y Tanilo Santos desea ir a
curarse de la llagas que atormentan su cuerpo. Natalia, su mujer, y el hermano de
Tanilo planean llevarlo con el fin de que Tanilo muera en el camino a causa de su
enfermedad y la fatiga del camino. Este cuento narra los contratiempos y experiencias
de los peregrinos y de ellos mismos como tales. Llegan a Talpa y finalmente muere
Tanilo Santos. Natalia, arrepentida, llora en los brazos de su madre. El llano en llamas
es el cuento que le da nombre al libro, aquí la lucha armada revolucionaria se hace
presente entre los federales que son la gente de Petronilo Flores y el movimiento
rebelde con Pedro Zamora a la cabeza. Esta historia es narrada por el Pichón, uno de
los hombres de Zamora que termina en la cárcel, pero no por haber participado con los
rebeldes, ya que de eso las autoridades no se enteran, sino por su afición a robar
mujeres.Juvencio Nava es el narrador y personaje principal de ¡Diles que no me
maten!, quien pide a Justino que por caridad vaya a pedirles que lo perdonen. El viejo
asunto de la muerte de Don Lupe, a quien Juvencio mató por venganza, pues Don
Lupe había matado a su vez a un novillo de Juvencio que entró a tomar agua a las
tierras de Don Lupe. Don Lupe ya había amenazado de muerte a Juvencio, por lo que
años más tarde, uno de los hijos de Don Lupe, ahora coronel, pidió que fusilaran a
Juvencio: “No merezco morir así, coronel. Déjame que, al menos, el Señor me perdone.
¡No me mates! ¡Diles que no me maten!”. Luvina es tal vez el cuento más poético de
esta serie, por su magnífica descripción de un pueblo casi fantasmal, deshabitado y
seco: “Todo el lomerío pelón, sin un árbol, sin una cosa verde donde descansar los
ojos… aquellos cerros apagados como si estuvieran muertos y a Luvina en el más alto,
coronándolo con su blanco caserío como si fuera una corona de muerto”. Luvina nos
recuerda así, el ambiente de Cómala descrito en Pedro Páramo. Un profesor que se va
del pueblo le cuenta a otro, el cual lo va a sustituir, la vida en Luvina, se lo cuenta
bebiendo hasta caerse de borracho.La noche que lo dejaron solo cuenta como en el
marco de la revolución cristera, Feliciano Ruelas camina en la madrugada huyendo
junto con sus dos compañeros, a los que matan en una emboscada. Feliciano logra
cruzar el río y escaparse.A manera de recordatorio se cuenta la historia de Urbano
Gómez en Acuérdate. Urbano Gómez, hijo de Don Urbano y nieto de Dimas, fue
expulsado de la escuela por encontrarse jugando al marido y mujer con su prima detrás
de los lavaderos de la escuela. Don Fidencio, padre de la muchacha y tío de Urbano, le
da una paliza que por poco lo mata, lo que provoca que Urbano se vaya del pueblo de
puro coraje. Regresa tiempo después convertido en policía y odiando al pueblo que lo
expulsó. Mata a su cuñado Nachito y muere ahorcado en un árbol que él mismo
escogió.Ignacio, agonizante, es llevado a cuestas por su padre para salvarlo en No
oyes ladrar los perros, frase que significa la vida, la población y en casos como éste la
salvación están cerca, aunque su llegada a Tonaya sea demasiado tarde para ellos.
Paso del norte, trata la historia de un muchacho que va a hablar con su padre para
pedirle se haga cargo de su familia, ya que el irá en busca de mejores oportunidades al
país del norte. El papá, de mala gana, acepta argumentando que él no tiene ninguna
responsabilidad con ellos porque ya bastante hizo con el muchacho y su hermana que
en paz descanse. El muchacho regresa contándole a su padre que no pudo cruzar
porque mataron a su amigo y él logró huir de regreso. Al preguntar por su familia el
padre del muchacho le cuenta a éste que su mujer se fue con otro hombre y entonces
él decide ir a buscarla.Un grupo de mujeres provenientes de Amula va en busca de
Lucas Lucatero para tratar de convencerlo de ir con ellas al pueblo a testimoniar a favor
Anacleto Morones, a quien creían un santo e intentan canonizar. Lucas Lucatero
trabajó con él y además se casó con su hija. Lucas Lucatero, después de mucho rodeo,
confiesa a las mujeres que el niño Anacleto, a quienes todos creían un santo, era un
impostor y cómo él mismo presenció el día en que el pueblo, confundido por un
malentendido, empezó a venerarlo. Sin ni siquiera sospechar que el cuerpo de Anacleto
Morones está enterrado en casa de Lucas, Pancha ayuda a Anacleto a acomodar las
piedras encima de donde está enterrado el “santo cadáver”. El día del derrumbe, es
una de las historias más divertidas, la cual nos cuenta el día en que el presidente visitó
el pueblo de Tuxcacuexco recientemente afectado por un temblor. La reunión para
planear estrategias de apoyo a los afectados acabó en borrachera y balazos. Así, el
presidente se retiró dando la orden de encargarse del borracho que inició el tiroteo y
quedó dormido a causa de un botellazo.
En el Corazón de María se desarrolla el cuento La herencia de Matilde Arcángel. En
dicho pueblo habitaban padre e hijo. Euremio Cedillo grande y chico. Por todos era
sabido el odio de Euremio padre a su hijo, por considerarlo el asesino de Matilde,
madre del muchacho, ya que el día del bautizo del recién nacido, Matilde se cayó del
caballo y por proteger al bebé que llevaba en brazos, murió. Desde ese momento el
padre se encarga de destruir psicológicamente a su hijo, a quien juzga como el asesino
de Matilde. La historia es contada por el padrino del niño, quien fue el prometido de
Matilde antes de que ella conociera y se casara con Euremio Cedillo. Describe la
imagen casi celestial de Matilde y cómo se ofreció a bautizar al niño sólo por estar
cerca de ella. Euremio chico, toca la flauta, misma que interpreta al final del relato con
la mano izquierda y con la derecha sostiene, el cuerpo de su padre muerto.

V. Apuntes sobre "Macario", de Juan Rulfo

MACARIO (hombre afortunado (or. griego)

NARRADOR: Macario: inocente, huérfano, marginal, hambriento, castigado, alienado.


ahijado, allegado. puede ser un adolescente u hombre joven.

OTROS PERSONAJES:
Felipa (or.griego, var.felipe= amante de los caballos) y la madrina= mujeres solas,
marginadas, alienadas por la religión católica.

TIPO DE NARRACIÓN
Monólogo interior: repetitivo, ondulante, arrullador. cuenta.
1.- Está escrito en primera persona en tiempo presente.
2.- No está dirigido a nadie (platica para no quedarse dormido).
3.- Su punto de vista es limitado.
4.- Discurso basado en asociaciones de contigüidad (exigen menos energía al cerebro).

ESPACIO = adentro - afuera, luz – oscuridad, cielo- infierno.

Adentro= casa de la madrina: el sueño.

Adentro= iglesia: –violencia -manos amarradas=la prédica del cura. "el camino de las
cosas buenas está lleno de luz. el camino de las cosas malas es oscuro."

Afuera= cuarto donde vive Macario: –oscuro – sucio-repleto de insectos- el insomnio-


se golpea la cabeza para oír el tambor que viene con la chirimía: fiesta religiosa.

Afuera= calle – luminosa - llueven piedras-->engaño.

Leitmotiv: = el hambre-->lectura superficial


el miedo--> lectura profunda: “repleto por dentro de demonios.”
boca: expele palabras; ingiere alimento=habla y come para vivir.

alimentos marginales
flor del obelisco, leche de Felipa, granadas, arrayanes, ranas, sapos, garbanzo para
cerdos, maíz para cerdos, leche de chiva, su sangre, sobras (montoncitos de comida
que hace la madrina).

Macario y sus relaciones con el exterior

relación con la iglesia es negativa: va a misa y le atan las manos, teme morirse e ir al
infierno, cree estar lleno de demonios, le gusta más la chirimía que las palabras del
cura, los grillos cantan para anegar los lamentos de las ánimas en pena, él no mata a
los grillos, si la madrina no duerme, por su influencia con los santos, lo mandará al
infierno, no tendrá la oportunidad de ir al purgatorio y ver allí a sus padres.

Relación con la calle es negativa: dicen que está loco, si sale de día lo apedrean, lo
llaman a comer y le tiran piedras, dicen que trató de ahorcar a una señora.

Felipa= sirvienta de cocina. situación de marginalidad parecida a la de Macario. si tiene


leche en sus pechos (chorros) es porque recién ha parido. ese hijo puede ser de
Macario.
Relación doble vincular con Macario.
Relación de poder = si se sigue golpeando la cabeza irá al infierno; pide a dios por la
maldad que lleva adentro.
Relación maternal = lo alimenta (mamar- en la cocina), es buena con él, le da calor.
Relación erótica = duerme con él y tiene sexo con él (cosquillas por todas partes-
ganas de estar con él).

Madrina= dueña de casa anti-madre (padre) fanática religiosa.


Relación doble vincular con Macario.
Relación de poder: no le permite dormir, no lo deja salir a la calle (prohibición), lo
asusta con el infierno, lo lleva a la iglesia y le amarra las manos (restricción), le da
sobras de comida, lo hace vivir en un galpón, si las ranas la despiertan él irá al infierno
(amenaza).
Relación maternal= le regala un escapulario, le da leche los domingos, le permite vivir
en el cuarto.

Algunas apreciaciones

El cuento nos presenta una imagen de México violenta y devastada; hombres y


mujeres marginales y sin futuro. La iglesia aparece como entidad poderosa que rige
totalmente la vida de sus fieles, llevándolos al fanatismo extremo y al engaño de una
mejor vida en el más allá. (GUERRAS CRISTERAS 1926-1932).
La estructura familiar está degradada y condena a Macario a la imposibilidad del
retorno al origen. La nueva tríada delata la transformación negativa de una estructura
patriarcal. Felipa, madre sustituta y amante; Madrina sustituye al padre.
Macario es un sobreviviente, un huacho loco que posiblemente engendrará otros
huachos locos. Como Felipa y la Madrina, Macario es hijo de la Chingada, una
sociedad ‘rajada’, abierta, violada y violadora, donde el tiempo vivido parece eterno,
inmóvil, una repetición eterna de lo mismo. Macario es ‘apalcuachado’ por esta
sociedad mexicana, que lo enajena, es decir, que lo obliga a estar fuera de sí, ajeno a
sí mismo. Expulsado del centro, Macario sólo cuenta con su palabra laberíntica y
circular para no sucumbir al terror y a la soledad.

“El mexicano venera al Cristo sangrante y humillado, golpeado por los soldados,
condenado por los jueces, porque ve en él la imagen transfigurada de su propio
destino. Y esto mismo lo lleva a reconocerse en Cuauhtémoc, el joven Emperador
azteca destronado, torturado y asesinado por Cortés.” (Octavio Paz. El laberinto de la
soledad. pg.75).

Para Rulfo la esperanza es una huérfana más en el entorno de la sociedad mexicana


violentada. Él sufrió en carne propia los coletazos de la Revolución y el fanatismo
extremo de la Cristiada:
“Yo tuve una infancia muy dura, muy difícil. Una familia que se desintegró muy
fácilmente en un lugar que fue totalmente destruido. Desde mi padre y mi madre,
inclusive todos los hermanos de mi padre fueron asesinados. Entonces viví en una
zona de devastación. No sólo de devastación humana, sino de devastación geográfica.
Nunca encontré ni he encontrado hasta la fecha, la lógica de todo eso. No se puede
atribuir a la Revolución. Fue más bien una cosa atávica, una cosa de destino, una cosa
ilógica. Hasta hoy no he encontrado el punto de apoyo que me muestre por qué en esta
familia mía sucedieron en esa forma, y tan sistemáticamente, esa serie de asesinatos y
de crueldades.
Yo procedo de una región donde se produjo más que una revolución -la Revolución
Mexicana, la conocida -, en donde se produjo asimismo la revolución cristera. En ésta
los hombres combatieron unos en contra de otros sin tener fe en la causa que estaban
peleando. Creían combatir por su fe, por una causa santa, pero en realidad, si se
mirara con cuidado cuál era la base de su lucha, se encontraría uno que esos hombres
eran los más carentes de cristianismo”.
“[…]Hay que entender la historia para entender este fanatismo de que hemos venido
hablando. Yo soy de una zona donde la conquista española fue demasiado ruda. Los
conquistadores ahí no dejaron ser viviente. Entraron a saco, destruyeron la población
indígena, y se establecieron. Toda la región fue colonizada nuevamente por agricultores
españoles. Pero el hecho de haber exterminado a la población indígena les trajo una
característica muy especial, esa actitud criolla que hasta cierto punto es reaccionaria,
conservadora de sus intereses creados. Son intereses que ellos consideraban
inalienables. Era lo que ellos cobraban por haber participado en la conquista y en la
población de la región. Entonces los hijos de los pobladores, sus descendientes,
siempre se consideraron dueños absolutos. Se oponían a cualquier fuerza que
pareciera amenazar su propiedad. De ahí la atmósfera de terquedad, de resentimiento
acumulado desde siglos atrás…”

Los temas de la pobreza, la expoliación de la tierra, el caciquismo, y otros, ya habían


sido tocados en novelas como Los de abajo (Cuadros y escenas de la Revolución) de
Mariano Azuela (1915, publicada primeramente en folletines semanales); El águila y la
serpiente y La sombra del caudillo de Martín Luis Guzmán (1928 y 1929
respectivamente, ambas publicadas en Madrid); El resplandor de Mauricio
Magdaleno (1937). En la década siguiente se publican las novelas El luto humano de
José Revueltas (1943) y Al filo del agua de Agustín Yáñez (1947). “En una y otra –
señala Marta Portal- se abandonan casi totalmente los procedimientos del realismo
objetivo, para incorporar técnicas literarias y reflejar la versión interiorizada de los
problemas sociales que plantean, proyectando está más profunda contemplación del
hombre a un contexto universal.” (Portal. 1984: 24) [
Junto a Rulfo están Juan José Arreola (Confabulario, 1952) y Carlos Fuentes (Los días
enmascarados, 1954), cuyas primeras obras –según Portal- “se muestran más
vanguardistas, más “escapistas”, o más semejantes a los otros hispanoamericanos
coetáneos que Rulfo.” (Portal. 1984: 25).
Es importante citar también a Elena Garro, en cuya novela Los recuerdos del
porvenir (1962) se trata el concepto de la culpa femenina en el contexto de la
Revolución Mexicana y la guerra cristera.
Rulfo trabaja profundamente la imagen del ser mexicano, tanto en sus cuentos como
en Pedro Páramo. No sólo retrata la problemática de la injusticia social, la violencia, la
locura, las pulsiones eróticas y tanáticas desde una vertiente puramente criollista, sino
que –como señala Portal- “procederá a la simbolización de este tiempo histórico
mexicano y a la mitificación de personajes y conductas.” (Portal.1984:26). (2)

“¿Quién ha cargado a la palabra como tú, Juan, de todo el peso de padeceres, de


conciencias, de santa lujuria, de hombría, de todo lo que en la criatura humana hay de
ceniza, de piedra, de agua, de pudridez violenta por parir y cantar, como tú?
” J.M.Arguedas.

VI. ANÁLISIS DE DILES QUE NO ME MATEN DE JUAN RULFO

Este cuento, contenido en su libro El llano en llamas, presenta una situación real y
objetiva en la cual luego aparecen algunos de los rasgos más característicos de la
narrativa de Rulfo: la transposición del tiempo presente en pasado, el punto de vista del
narrador testigo que adopta la posición del protagonista y el diálogo dramático.

El cuento puede dividirse en tres unidades que se integran progresivamente:

I. Un hombre es amarrado a un horcón para ser fusilado. Éste implora a Justino (su
hijo) para que interceda y le salve la vida.

II Ese hombre es Juvencio Nava, y en la soledad de la noche anterior al fusilamiento


recuerda un episodio central, en su vida pasada: el asesinato de Don Lupe Terreros, su
compadre.

III. El coronel que ha mandado a los cuatro soldados es hijo de Don Lupe y vengador
ahora de la muerte de su padre.

La historia del asesino de su compadre y la del hijo vengador se cierran con el cadáver
que el otro hijo (Justino) lleva encima de un burro para el velorio en Palo de Venado.
LA IDENTIDAD DEL PROTAGONISTA

La identidad y el nombre del protagonista se revelan a través de su propia memoria y


del pasado que no ha redimido al asesino después de cuarenta años de huir de la
muerte. Su conciencia es la que ha provocado la desazón y el movimiento del que huye
inútilmente de la fatalidad. Amarrado al horcón no se puede estar quieto. Después del
fusilamiento encuentra su paz y la quietud:
Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía
allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto.
Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón.

El narrador testigo ocupa el mismo lugar que el protagonista y esta dualidad ofrece una
perspectiva doble, en cuanto el lector no logra dilucidar si el relato está contado desde
adentro del personaje o simplemente desde afuera de él. Ambos, testigo y protagonista,
parecen ser la misma persona que narra.

UNIDADES DE TIEMPO Y SU AMBIGÜEDAD


En la economía expresiva sobre la base de la cual se estructura el cuento, el narrador
nos ofrece tres cuadros patéticos que se desarrollan entre las escasas horas de la
noche en que es apresado Juvencio, la madrugada y el día de su fusilamiento.

En la primera escena, el diálogo dramático entre padre e hijo se enriquece con la


aparición del narrador testigo que se confunde con el narrador protagonista. Mediante
esta interposición el relato borra las fronteras entre la realidad objetiva y la realidad
interior:

Realidad objetiva. Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y


caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir: ...

Realidad subjetiva. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima,
sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba...

En esa sucesión entre el relato de afuera y el relato desde adentro de la conciencia del
personaje, el narrador alcanza en su última acción narrativa el terreno del relato
enmarcado. Las comillas nos indican que el relato en primera persona ("Y me mató un
novillo") toma el punto de vista del protagonista a través del recuerdo.
Mediante esta técnica de interpolar, a) el diálogo entre Justino y su padre; b) narrador
testigo; c) narrador protagonista que recuerda su pasado, se une sutilmente el tiempo
real (presente) y el tiempo evocado (pasado).

En la segunda escena vuelve al tiempo presente cronológico. Ahora el punto de vista


del narrador se sitúa en el mismo lugar (afuera) en donde están el condenado y los
soldados. Desde adentro del local el coronel musita la historia de su padre asesinado y
el castigo para el culpable. El narrador nos dice: "Desde acá, desde afuera, se oyó bien
claro cuánto dijo". Otra vez ha habido un desplazamiento de la perspectiva del
narrador.
En la última escena, Justino se aleja con el cadáver de su padre y habla con él. No
obstante, por tercera vez, el narrador se confunde en su punto de vista impreciso para
relatar.
¿Es un narrador omnisciente, un narrador testigo o el narrador protagonista (ya muerto)
el que nos dice esta frase clave en el cuento: "Ahora, por fin, se había apaciguado"?

Esa ambigüedad o indecisión en el cuento es la que crea ante el lector un clima de


realidad y de irrealidad. Dicha ambigüedad se complementa con el uso de un lenguaje
coloquial, teñido de mexicanismos, que utilizan los distintos narradores.

“¡Diles que no me maten!” parece a primera vista una manifestación rezagada del
criollismo.

El protagonista es el mismo campesino trágico de Jorge Ferretis y de tantos otros


autores de la Revolución Mexicana. Abunda el diálogo con un sabor muy mexicano
pero sin la transcripción de las formas dialectales tan típica de los criollistas.

A diferencia de éstos, se evita la especificidad cronotópica, y el protagonista y su


víctima no son los personajes muy pobres de “Hombres en tempestad” sino los dueños
de los ranchos. Además de distinguirse del criollismo, el cuento de Rulfo representa
también una excepción al exotismo de los cosmopolitas sin dejar de pertenecer a este
grupo a causa del sentido cósmico del protagonista más individualizado y su técnica
experimental.

La profusión de escenas simultáneas con el cambio rápido del punto de vista da la


impresión de un cuadro cubista con sus múltiples poliedros. La presentación varía entre
diálogos, narración y recuerdos con cuatro puntos de vista, de Juvencio, de su hijo, del
coronel y del narrador.

Los cuatro diálogos desempeñan un papel fundamental marcando el principio (Juvencio


y su hijo Justino), el fin (Justino y el cadáver de su padre) y los motivos tanto por el
crimen (Juvencio y don Lupe) como por el castigo (el coronel, el soldado y Juvencio).

La intervención del autor como narrador se hace sutilmente con un estilo seudopopular
a la manera de Hemingway para no romper el tono. Las oraciones son breves y
contundentes, el vocabulario es sencillo y predominan los verbos. Los recuerdos de
Juvencio y del coronel, presentados a través del autor lo mismo que directamente,
sirven para aclarar la trama sin entrar en el mundo surrealista del subconsciente.

El propósito de la técnica experimental en este cuento no es tanto el desafiar al lector a


que resuelva un rompecabezas como hacer resaltar la vida trágica del hombre rural
mexicano. Juvencio y los otros personajes son individuos y a la vez podrían reunirse
para formar el retrato eterno del hombre universal sufrido. Juvencio tiene sesenta años
de estar identificado con la tierra. Por una cuestión de pasto, mató a su vecino y se ha
sentido perseguido por treinta y cinco años. Cuando su mujer lo abandonó, ni quiso
buscarla. A pesar de todo, su obsesión ha sido continuar viviendo. De ahí proviene la
emoción de la súplica titular, “¡Diles que no me maten!”, dirigida primero al hijo y
después al coronel.
El hijo Justino acompaña a su padre en el momento supremo, pero no se atreve a
intervenir. Teme por su propia vida y piensa en su esposa y en los ocho hijos. Su casi
indiferencia ante la muerte de su padre hace contraste con la actitud del coronel que
sintió más la muerte del suyo porque ocurrió cuando él era más joven: “Es algo difícil
crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está
muerta.”

El afán de venganza del coronel no le permite perdonar a Juvencio, pero no puede


reprimir del todo su compasión humana: “—Amárrenlo y denle algo de beber hasta que
se emborrache para que no le duelan los tiros.”

La aplicación de una técnica experimental a un tema nacional demuestra la madurez


del cosmopolitismo. Igual que el modernismo, el cosmopolitismo ha enriquecido la
temática, la técnica y el estilo del género.

Las innovaciones de los modernistas fueron aplicadas a temas nacionales por los
primeros criollistas. Las innovaciones de los cosmopolitas ya se están aplicando a
temas nacionales también. Juan Rulfo, que publicó en 1953 su colección de cuentos, El
llano en llamas, dos años después publicó la novela Pedro Páramo que fundió a la
perfección temas, personajes y espacios nacionales con arquetipos universales
mediante una técnica experimental bastante novedosa y genial.
Bibliografía
 López Mena, Sergio (Selec. y ed.) Revisión crítica de la obra de Juan Rulfo,
México, Praxis, 1998
 García, Gabriel, Juan Rulfo. Rulfo y el cuento, México, Editorial Universitaria,
2007
 Estrada, Julio, El sonido en Rulfo, México, UNAM-IIE, 1990
 Fuentes, Carlos, Los caminos de la creación en Juan Rulfo, México, UNAM,
1993
 Vital Díaz, Alberto, Noticias sobre Juan Rulfo, 1784- 2003, México, FCE, 2004

Anda mungkin juga menyukai