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Concepción positivista de la ciencia social

Doctrina iniciada por Auguste Comte (francés) en el siglo XIX.

Identifica 3 fases en la historia intelectual de la humanidad que fueron cambiando a medida que
adquiría mayores conocimientos científicos.

1. Teológica: Da explicaciones simples de los fenómenos naturales como la lluvia, el trueno,


la fertilidad o el viento creando dioses para explicarlos (Dios de la lluvia, Dios del trueno,
etc.).

2. Metafísica: Todo lo que ocurre se debe a fuerzas naturales o esencias y se realizan ritos
para que pase tal o cual cosa (danza de la lluvia, sacrificio de un animal, ritos religiosos,
etc.) llamando así la atención de los dioses. Busca respuesta al cómo suceden las cosas.

3. Positiva: El nombre positivo deriva de lo que el ser humano hace y crea, no es Dios. Es
cuando llega a una estructura científica de la mente buscando las causas de los fenómenos
con la razón a través de la experimentación, la observación y la experiencia para descubrir
las leyes científicas que regulan sus relaciones. Busca respuesta al por qué suceden las
cosas. La razón es considerada como la única fuente de conocimiento de la realidad y ésta
se expresa en el conocimiento científico. Con la razón y las ciencias es posible el progreso
indefinido de la sociedad pero, para que se produzca, debe existir el orden social. Para ello
es necesario evitar todo tipo de conflictos sociales.

El positivismo afirma que en la realidad existe un orden único que tiende al progreso indefinido de
la sociedad. Todo lo que ocurre responde a ese orden natural que hay que descubrir, conocer y
aceptar. Así, el ser humano no es el constructor de la realidad social, propone una suerte de
inmovilismo social, de orden social descartando la problematización.

En la teoría del conocimiento positivista, el conocimiento ya está dado, elaborado y terminado no


permitiéndose la problematización; por ello niega la intervención del sujeto en su construcción. Va
de lo simple a lo complejo y así se desaprovechan métodos de estudio como la dialéctica, la
deducción, la problematización, etc..

El sujeto que aprende se mantiene pasivo y se aprende acumulando memorísticamente los hechos
ya ocurridos (datos). Así, el método basado en la memorización fue (y sigue siendo) el más
utilizado.

La educación con base positivista persigue conseguir un individuo inflexible, de mentalidad


cerrada, individualista y a-crítico. No permite la formulación de explicaciones que requieran un
examen crítico y generalizaciones fundamentadas en juicios críticos.

Los estudios sociales, desde una óptica positivista:


 Describen la totalidad de las acciones pasadas de los seres humanos partiendo de la
observación y enumeración de todos los documentos y hechos en forma lineal y
cronológica.

 No analizan la totalidad ni la cotidianeidad.

 No hay propuestas para seleccionar información ya que todos los hechos son singulares e
individuales, no busca comprender, sólo describir lo sucedido en un orden inalterable y sin
conexión ni relación entre los hechos de la política, la economía, la sociedad y las
manifestaciones culturales.

 Todo aparece atomizado, desconectado. El conocimiento es absolutizado y no permite la


interdisciplinariedad al presentar la realidad como una enunciación taxativa de hechos y
cosas.

 No tienen en cuenta la simultaneidad en la evolución de las distintas sociedades.

 Todo se describe basado en un determinismo de tipo causal o culturalista, derivado de los


enfoques centrados en los legados culturales.

Desde el positivismo surgieron 2 teorías psicológicas aplicadas a la educación:

ENFOQUE EPISTÉMICO POSITIVISTA

TEORÍA Teoría de la conducta Teoría de la Gestalt

Sujeto biológico de la Sujeto de la conciencia o de


conducta la percepción

Actúa en el medio, recibe En su interacción con el


SUJETO un estímulo y responde medio se orienta en función
con una conducta que es de lo que observa/percibe de
observable. la situación total y de las
relaciones que descubre
entre las partes y el todo.

Es una caja negra la cual no Es concebido como un campo


se puede observar. cognitivo/significativo total
organizado y reestructurado
EL APARATO PSÍQUICO permanentemente por la
percepción (Gestalt) o como
un espacio vital constituido
por regiones-metas (que la
persona quiere alcanzar o
evitar). La conducta es el
resultado de tensiones y
conflictos originados por el
intento de alcanzar de-
terminadas regiones y
alejarse de otras.

Se da por descarte de las Se produce a partir de


conductas erróneas y el situaciones problemáticas
condicionamiento de las que tensionan y motivan al
respuestas que se quieren sujeto a actuar para
obtener de los alumnos. resolverlas. La percepción de
Para ello la metodología la situación en su totalidad
didáctica se basa en la permite descubrir las
repetición o memorización.relaciones entre las distintas
partes y el todo, lo cual
Los métodos de educación conduce a la reestructuración
tradicional están basados del campo
en esta teoría. perceptivo/cognitivo, a la
comprensión del problema y
al camino que lleva a la meta
APRENDIZAJE (solucionar la situación como
objetivo).

Para ello, propone una


enseñanza activa en la que el
alumno debe ser su propio
constructor del aprendizaje,
ya que puede plantearse
hipótesis y preguntas para
indagar acerca de las posibles
respuestas.

Toma en cuenta únicamente


la situación actual percibida y
no las experiencias anteriores
del sujeto.

Manipulación del sujeto Orientar la conducta en base


PAPEL DEL DOCENTE
que aprende. a relaciones que motiven al
alumno a resolver situaciones
problemáticas.

Importancia del positivismo en las ciencias sociales

El término positivo es una manera especial de filosofar, examinar las teorías de cualquier orden, es
decir, la filosofía positiva se ocupa del estudio de los fenómenos sociales considerando los
resultados de la actividad de nuestras facultades intelectuales, nos proporciona el único medio
verdadero y racional. La doctrina positivista se interesa por la reorganización de la vida social para
el bien de la humanidad a través del conocimiento científico y a su vez el control y dominio de las
fuerzas naturales. Los componentes principales del positivismo son la filosofía y el programa en
conductas individual y social, la cual se traduce en una fusión bajo el concepto de una religión,
siendo en realidad la humanidad el objeto del culto.

El positivismo, científicamente, no admite otros conocimientos como válido, sino los que proceden
de la fenomenología, rechazando toda noción previa y todo concepto total y absoluto.

Es la única realidad científica, y la experiencia y la inducción, los métodos exclusivos de la ciencia.


Es una teoría de historia y un intento de construir una teoría de la sociedad humana, es decir una
Sociología. Cada ciencia pasa inevitablemente por esta fase que de ningún modo hace falta
representar como un conjunto de prejuicios estériles, sino precisamente como la forma
embrionaria del saber. La mente humana cae en interrogantes sobre la naturaleza oculta de las
cosas, saber el por qué de las cosas; es un estado de intermedio entre el teológico y el positivo, en
él se siguen buscando los conocimientos absolutos, intenta explicar la naturaleza de los seres, su
esencia, sus causas, en el estado positivo, a través de él se explica la realidad mediante la
observación y la experimentación, busca la explicación de los hechos por medio de la formulación
de las leyes y prescinde de la metafísica.

El espíritu positivo tiene que fundar un orden social. La constitución de un saber positivo es la
condición de que hay una autoridad social suficiente y esto refuerza el carácter histórico del
positivismo.

Comte, fundador de la Sociología, intenta llevar al estado positivo el estudio de la humanidad


colectiva, es decir, convertirlo en ciencia positiva. Él valora altamente el papel organizador de la
iglesia católica, en la época metafísica, corresponde la influencia social a los legistas, es la época
de la irrupción de las clases medias, el paso de la sociedad militar a la sociedad económica, es un
período de transición, crítico y disolvente, el protestantismo contribuye a esta disolución. Por
último, al estado positivo corresponde la época industrial, regida por los intereses económicos y
en ella se ha de restablecer el orden social, y este ha de fundarse en un poder mental y social.
La idea de la reforma social

Comte, reflexiona sobre la Francia contemporánea y le lleva a la convicción de que era


indispensable una reforma de la organización social y que era necesaria una reforma de las
ciencias; reformada permite fundar las ciencias no existentes de la sociedad, sin la cual es
imposible reconstruir unificadamente la vida social.

Durante las épocas de organización de las sociedades estaban orientadas hacia la conservación de
las cosas; la sociedad era considerada como una entidad supra-individual que posee valores
propios con respectos a los individuos; la sociedad era considerada como la totalidad que no
poseía autonomía ya que estaba regida por otros valores que eran muy escasos, pero que fueron
superados a medida que se fueron afianzando en su identidad hasta llegar a un progreso justo.

Comte, desea el rescate de la naturaleza orgánica que cambias los modos del pensamiento y su
desarrollo intelectual, con el fin de que la humanidad se insertase a una sociedad positiva, para así
poder restaurar todo aquello que se venía arrastrando desde la sociedad feudal, para así centrarse
en el individuo, es decir, con una organización espiritual que tendría fundamentos no sólo en los
dogmas teológicos y creencias cristianas, sino precisamente en la ciencia.

Concepción Hermenéutica
La hermenéutica, como método, ha sido empleada por la teología, la filosofía, la historia, la
jurisprudencia, la lingüística y hasta por el psicoanálisis. Pero es con Schleiermacher y con Dilthey
que la hermenéutica adquiere una dimensión específicamente filosófica, partiendo de dos
concepciones fundamentales:

- La hermenéutica es el arte evitar el malentendido.

- Si la totalidad de una obra tiene que ser comprendida a partir de sus palabras y de la
combinación de las mismas, la comprensión plena del detalle presupone que el propio conjunto ya
es comprendido.

En la actualidad, entre las proposiciones hermenéuticas más importantes se encuentran la de Paul


Ricoeur y la de Hans Georg Gadamer, autores que propugnan por la existencia de una sola
hermenéutica, y de los que Gabriel Gutiérrez Pantoja recupera algunas ideas por demás
interesantes, como podrá verse en seguida.

El entendimiento de esto, la comprensión, se consolida solamente mediante la interpretación de


la dialéctica entre arqueología y teología. No hay dos hermenéuticas, una de la historia y otra de la
aspiración, del deseo, solamente es necesaria una hermenéutica filosófica, una hermenéutica
reflexiva sobre lo concreto, que una las concepciones antagónicas dialécticamente.

Con la finalidad de ilustrar los dos momentos de arché y telos en un sólo proceso, Ricoeur dice: "El
hombre es el único ser que es presa de su infancia; un ser siempre en retroceso hacia su infancia;
incluso atenuando el carácter demasiado histórico de tal interpretación pretérita, resulta que
seguimos emplazados frente a una anterioridad simbólica; de esta forma, si interpretamos el
inconsciente como el orden de los significantes-clave respecto a cualesquiera sucesos
temporalmente interpretados nos remite a un sentido más simbólico de la anterioridad, pero
sigue ofreciendo al orden inverso del espíritu el contrapolo que estamos buscando.

Digamos, pues, en términos muy generales: el espíritu es el orden de lo terminal; el inconsciente


es el orden de lo primordial. Para explicar esta antítesis en la forma más escueta posible, yo diría:
el espíritu es historia, mientras que el inconsciente es destino; destino hacia atrás de lo infantil,
destino detrás de unos símbolos que ya están allá y se reiteran independientemente…"

En síntesis, según Ricoeur, durante la infancia se van adquiriendo símbolos que se asientan en el
inconsciente, para manifestarse en cada momento de la historia del individuo. Esta dialéctica
entre espíritu e inconsciente es el objeto de la filosofía reflexiva, que actúa como una
hermenéutica filosófica. La solución entre la confrontación de las hermenéuticas, como principio,
está en la dialéctica entre arqueología y teología.

Por tanto, la dialéctica se coloca en el centro de la hermenéutica para comprender el símbolo. En


palabras del autor "Es preciso dialectizar el símbolo a fin de pensar conforme al símbolo, y sólo así
resulta posible inscribir la dialéctica dentro de la propia interpretación y regresar a la palabra viva.
Esta última fase de la reapropiación es la que constituye el paso a la reflexión concreta.
Volviéndose a la escucha del lenguaje, lenguaje, es como la reflexión pasa a la plenitud del habla
simplemente oída."

"No quisiera que nos engañásemos en lo tocante al sentido de este último episodio: el retorno a lo
inmediato no es un retorno al silencio, sino al habla, al lenguaje en su plenitud. No digo al habla
inicial, inmediata, al enigma espeso, sino a una palabra aclarada mediante todo el proceso del
sentido. Por eso la reflexión concreta no conlleva concesión alguna a lo irracional, a la efusividad.
La reflexión vuelve a la palabra pero sigue siendo reflexión, es decir intelección del sentido; la
reflexión se convierte en hermenéutica y no hay otra forma de poder llegar a ser concreta sin
dejar de ser reflexión."

(…) Gadamer se apoya en el círculo hermenéutico del todo y las partes, aunque aclara que "El
mismo concepto del todo sólo debe entenderse como relativo. La totalidad del sentido que se
trata de comprender en la historia o en la tradición no se refiere en ningún caso al sentido de la
totalidad de la historia… la finitud de la propia comprensión es el modo en el que afirman su
validez la realidad, la resistencia, lo absurdo e incomprensible. El que toma en serio esta finitud
tiene que tomar en serio la realidad de la historia."
Una vez hechas estas precisiones, podemos exponer la síntesis de lo que Gadamer considera como
comprensión y dónde y cómo se realiza:

1. comprender es ponerse de acuerdo con alguien sobre algo;

2. el lenguaje es, por tanto, el medio universal para realizar el consenso o comprensión;

3. el diálogo es modo concreto de alcanzar la comprensión:

4. todo comprender viene a ser así un interpretar;

5. la comprensión, que se realiza siempre, fundamentalmente, en el diálogo por medio del


lenguaje, se mueve en un círculo encerrado en la dialéctica de pregunta y respuesta;

6. la dimensión lingüística de la comprensión, indica que es la concreción de la conciencia de la


historia efectual;

7. la tradición consiste en existir en el medio del lenguaje, en cuanto el pasado se actualiza, se


reconoce su sentido a menudo con nuevas iluminaciones."

Derivado de esto, el autor propone en su texto: "La comprensión sólo se convierte en una tarea
necesaria de dirección metodológica a partir del momento en que surge la conciencia histórica,
que implica una distancia fundamental del presente frente a toda transmisión histórica. La tesis de
mi libro es que en toda comprensión de la tradición opera el momento de la historia efectual, y
que sigue siendo operante allí donde se ha afirmado ya la metodología de la moderna ciencia
histórica…"

Esta idea sobre la comprensión, Gadamer la aplica a la acción traductora, es decir la acción de
traducir textos.

Sobre ello, el autor dice: "Igual que en la conversación con el fin de alcanzar este objetivo, uno se
pone en el lugar del otro para comprender su punto de vista, también el traductor intenta ponerse
por completo en el lugar del autor. Pero esto no proporciona por sí solo ni el acuerdo en la
conversación ni el éxito en la reproducción de la traducción. Las estructuras son claramente
parecidas.

El ponerse de acuerdo en una conversación implica que los interlocutores están dispuestos a ello y
que van a intentar hacer valer en sí mismos lo extraño y adverso. Cuando esto ocurre
recíprocamente y cada interlocutor sopesa los contraargumentos al mismo tiempo que mantiene
sus propias razones puede llegarse poco apoco a una transferencia recíproca, imperceptible y no
arbitraria de los puntos de vista (lo que llamamos intercambio de pareceres) hacia una lengua
común y una sentencia compartida.

Del mismo modo el traductor tiene que mantener a su vez el derecho de la lengua a la que traduce
y sin embargo dejar valer en sí lo extraño e incluso adverso del texto y su expresión. Sin embargo,
tal vez esta descripción del hacer del traductor esté demasiado recortada. Incluso en los casos
extremos en los que hay que traducir de una lengua a otra el tema apenas puede separarse de la
lengua. Sólo reproducirá de verdad aquel traductor que logre hacer hablar al tema que el texto le
muestre, y esto quiere decir que dé con una lengua que no sólo sea la suya sino también la
adecuada al original. La situación del traductor y la del intérprete vienen a ser, pues, en el fondo la
misma… todo traductor es intérprete. El que algo esté en una lengua extraña no es sino un caso
extremo de dificultad hermenéutica, esto es, de extrañeza y de superación de la misma.

En realidad en este sentido determinado inequívocamente son extraños todos los "objetivos" con
los que tiene que ver la hermenéutica tradicional. La tarea de reproducción propia del traductor
no se distingue cualitativa, sino sólo gradualmente, de la tarea hermenéutica general que plantea
cualquier texto."

El alcance de la hermenéutica va ligado según Gadamer, a los alcances de la ciencia, en donde


existe un lenguaje que transmitir y comprender, o textos que traducir, se hará evidente la
necesaria presencia de la hermenéutica.

Sobre las funciones de la hermenéutica el autor afirma: "El fenómeno de la comprensión y de la


correcta interpretación de lo comprendido no es sólo un problema específico de las ciencias del
espíritu… el problema de la hermenéutica va más allá de las fronteras impuestas por el concepto
de método de la ciencia moderna.

Comprender e interpretar textos no es sólo una instancia científica, sino que pertenece con toda
evidencia a la experiencia humana en el mundo… El fenómeno de la comprensión… tiene validez
propia dentro de la ciencia, y se resiste a cualquier intento de transformarlo en un método
científico.

La presente investigación toma pie en esta resistencia, que se afirma dentro de la ciencia moderna
frente a la pretensión de universalidad de la metodología científica. Su objetivo es rastrear (lo
mismo) la experiencia de la verdad, que el ámbito de control de la metodología científica ahí
donde se encuentre, e indagar su legitimación.

De este modo las ciencias del espíritu vienen a confluir con formas de la experiencia que quedan
fuera de la ciencia: con la experiencia de la filosofía, con la del arte y con la de la misma historia.
Son formas de experiencia en las que se expresa una verdad que no puede ser verificada con los
medios de que dispone la metodología científica."

Así entendida la hermenéutica sale del contexto rígido de la metodología de la ciencia para
establecerse como una metodología que busca la comprensión de la verdad, donde y como quiera
que se encuentre, mediante la interpretación, el arte de la hermenéutica."

En defensa de la hermenéutica, a la que se acusa de carecer del rigor metodológico de la ciencia


moderna, Gadamer afirma que si bien la ciencia siempre buscará apoyarse en una especie de
profilaxis metodológica, detrás de cualquier nuevo procedimiento metodológico siempre,
también, existirá la fantasía creadora del que investiga.
Kuhn retomó el problema del status de las ciencias sociales en un trabajo de 1989,"Las ciencias
naturales y las humanas", en tren de debatir la caracterización de las ciencias sociales ofrecida por
Charles Taylor (1985). Desde el punto de partida Kuhn se plantea si las diferencias entre las
disciplinas sociales y las naturales son de fondo o si responden a diferencias en el desarrollo
histórico de ambos grupos disciplinares, (Kuhn, 1989: 263). Siguiendo la terminología de Taylor,
señala en principio que las ciencias naturales no son empresas hermenéuticas, en cuanto la
investigación normal que las define no está orientada a la generación de nuevas interpretaciones,
sino a la resolución de problemas definidos en la interna de un paradigma. En este sentido, cuando
en las ciencias naturales han ocurrido revoluciones, quienes dieron lugar a los cambios no lo
hicieron deliberadamente, sino siendo inconcientes del impacto futuro de su trabajo (idem: 264).

Las ciencias sociales por el contrario, son actividades fundamentalmente hermenéuticas, en


cuanto la generación de nuevas interpretaciones alternativas a las ya existentes es "el propósito
reconocido del juego", (idem: 264). Kuhn detectó en este carácter de las ciencias sociales un
indicador explicativo de su inmadurez histórica respecto de las ciencias naturales, pero sin tomarlo
como un rasgo estructural irreversible, (idem: 264).10 Kuhn parecía manejar la convicción —
presentada de un modo no muy enfático— de que existen suficientes elementos históricos para
inclinarse por la posibilidad de que las ciencias sociales alcancen en el futuro un estado de
investigación normal:

Mucho de lo que se dice normalmente para argumentar la imposibilidad de llevar a cabo una
investigación de resolución de rompecabezas en las ciencias humanas se decía hace dos siglos para
vetar la posibilidad de una ciencia de la química, y se repitió un siglo más tarde para mostrar la
imposibilidad de una ciencia de los seres vivos. Muy probablemente la transición que estoy
indicando ya está en marcha en algunas especialidades actuales dentro de las ciencias humanas,
(idem: 264).

Sin embargo, para contrarrestar esta perspectiva, introduce un curioso argumento acerca de la
inestabilidad de los fenómenos estudiados por las ciencias sociales. En las ciencias naturales —
señala— el fenómeno en estudio permanece estable a lo largo de la transición revolucionaria
entre paradigmas, como permanecieron estables los cielos durante la revolución copernicana.
Pero en las ciencias sociales, y en el estudio de fenómenos políticos y sociales, un nivel de
estabilidad similar no parece fácil de asegurar, (idem: 264).

Es significativo señalar que en su argumentación Kuhn está discutiendo dos problemas al mismo
tiempo: por un lado si las diferencias entre las ciencias sociales y las naturales son de orden
histórico o de orden estructural, y por otro, en caso de que sean de orden histórico, cuáles son las
condiciones bajo las que las disciplinas sociales podrían alcanzar la madurez de las naturales. Estas
dos cuestiones tienen no obstante un punto de convergencia, que radica en la importancia
asignada por Kuhn a la capacidad de una disciplina para resolver problemas dentro de una
tradición normalizada, (Kuhn, 1963). Cabe pensar que desde la perspectiva kuhniana, si las
diferencias entre las disciplinas sociales y las naturales son de orden estructural, esto responde a
que las ciencias sociales no pueden desarrollar elementos que permitan la resolución normalizada
de problemas; y si por el contrario las diferencias son de orden histórico —y por tanto
superables— la brecha entre ambos grupos de disciplinas se diluirá en la medida en que las
ciencias sociales puedan desarrollar estos elementos.

En ambos casos, lo que hace la cientificidad de un grupo disciplinar es su capacidad de resolver


problemas, ya que los intentos exitosos terminan de modo más o menos paulatino delimitando
campos disciplinares. En estos términos, parece no tener demasiado contenido la posibilidad de
que el advenimiento de un paradigma se produzca mediante una tentativa de fundamentación
filosófica del trabajo desarrollado en la interna de una disciplina, o de su legitimación a través de
un criterio de cientificidad. Las tareas de elucidación de los fundamentos filosóficos de una
disciplina, y de defensa de su condición científica, se encuentran en un nivel diferente de los
mecanismos de resolución de problemas que Kuhn consideraba definitorios de la cientificidad de
un campo. Para clarificar esta distinción, Kuhn identificó cuatro condiciones para considerar que
una disciplina ha alcanzado la madurez en su desarrollo histórico: 1. la disciplina debe producir
predicciones concretas para algún campo de la naturaleza; 2. debe alcanzar cierto éxito predictivo
en algunos de los fenómenos contenidos en 1; 3. debe contar con una teoría que a) explique el
alcance de las predicciones, tanto en su éxito como en su fracaso, y b) indique medios para
mejorarlas; finalmente 4. la mejora de las técnicas predictivas debe ser asumida por la comunidad
como una tarea prioritaria, (Kuhn, 1970: 169).

La fundamentación filosófica de una disciplina, la introducción de una definición de ciencia o de un


criterio de demarcación que la legitime, son actividades que pueden localizarse dentro de la
tercera característica consignada por Kuhn, pero sólo de un modo parcial. Esto en cuanto se trata
de estrategias que pueden ser útiles para dar cuenta del éxito y las limitaciones predictivas de una
disciplina, o indicar cómo mejorar su capacidad de predicción, pero que no necesariamente
cumplen este papel, ni de por sí lo hacen con éxito. Es posible introducir en defensa de una
disciplina un criterio de cientificidad o una definición de ciencia no relacionados con la
predictibilidad o la capacidad de resolver problemas, por lo que el desarrollo de estas estrategias
no asegura el cumplimiento de las funciones 3.a y 3.b introducidas por Kuhn, si bien tampoco lo
impide. En cuanto a las otras tres características, éstas remiten a la articulación de la disciplina con
el campo de fenómenos que definen su objeto, y es en ese plano donde variables como la
capacidad predictiva y los problemas resueltos definen la madurez disciplinar.

En estos términos, la negativa a tomar el esclarecimiento de los fundamentos filosóficos de una


disciplina como condición para su cientificidad no supone negar el componente metafísico
presente de forma ineludible en el trabajo científico, sólo supone establecer que el trabajo
especulativo sobre dicho componente no es la condición fundamental para defender las
pretensiones de cientificidad de una disciplina.

En virtud de lo que se ha argumentado hasta aquí, cabe pensar hasta qué punto en el debate
sobre el status científico de las ciencias de la información no ocurre un traslado categorial en
función del cual predomina la acepción de paradigma como conjunto de compromisos ontológicos
por sobre la acepción referente a problemas resueltos con éxito. Desde este punto de vista,
cuando en la literatura se emplea la expresión paradigmas en ciencias de la información, el énfasis
parece estar puesto más en las estructuras conceptuales de las teorías que conforman el campo
que en los casos exitosos de resolución de problemas.

Esto no implica que desde una perspectiva kuhniana queden deslegitimados los debates acerca de
la naturaleza de una disciplina o los intentos de elucidar sus fundamentos. Pero sí supone
esclarecer el alcance y la dimensión de estos debates, que constituyen antes un indicador de la
falta de consolidación paradigmática en un campo, que una herramienta para lograr dicha
consolidación. Esto en cuanto a las disciplinas que han alcanzado status paradigmático no lo han
logrado a través de este tipo de estrategias, sino a través de la resolución exitosa de alguna serie
relevante de problemas. No obstante, teniendo en cuenta el desarrollo histórico de las ciencias de
la información y de las ciencias sociales en general, cabe pensar que los debates acerca de los
fundamentos y la naturaleza de la disciplina son una consecuencia estructural de la ausencia de
paradigmas consolidados, y seguirán proliferando mientras el campo no se consolide. Cumplen por
tanto una función relevante a efectos de clarificar las bases de la disciplina y de su reconstrucción
histórica, y en este sentido contribuyen a la consolidación paradigmática. Pero el alcance de esta
contribución es acotado, en cuanto la consolidación disciplinar responde mucho más a la
resolución exitosa de problemas que a este tipo de estrategias de fundamentación.

Bibliografía
Gallegos, P. R. (2001). La Praxis Posible: Teoría e Investigación para la Práctica Docente. Mexico.

Maglio, F. M. (Abril de 1998). EL POSITIVISMO Y LAS CIENCIAS SOCIALES. Recuperado el 18 de Junio


de 2015, de ¿La concepción positivista de las Ciencias Sociales?:
http://www.fmmeducacion.com.ar/Pedagogia/socialpositivismo.htm

Melogno, P. (2012). La cientificidad de las ciencias de la información: fundamentación filosófica o


resolución de problemas. Investigación bibliotecológica, 13-29.

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