Identifica 3 fases en la historia intelectual de la humanidad que fueron cambiando a medida que
adquiría mayores conocimientos científicos.
2. Metafísica: Todo lo que ocurre se debe a fuerzas naturales o esencias y se realizan ritos
para que pase tal o cual cosa (danza de la lluvia, sacrificio de un animal, ritos religiosos,
etc.) llamando así la atención de los dioses. Busca respuesta al cómo suceden las cosas.
3. Positiva: El nombre positivo deriva de lo que el ser humano hace y crea, no es Dios. Es
cuando llega a una estructura científica de la mente buscando las causas de los fenómenos
con la razón a través de la experimentación, la observación y la experiencia para descubrir
las leyes científicas que regulan sus relaciones. Busca respuesta al por qué suceden las
cosas. La razón es considerada como la única fuente de conocimiento de la realidad y ésta
se expresa en el conocimiento científico. Con la razón y las ciencias es posible el progreso
indefinido de la sociedad pero, para que se produzca, debe existir el orden social. Para ello
es necesario evitar todo tipo de conflictos sociales.
El positivismo afirma que en la realidad existe un orden único que tiende al progreso indefinido de
la sociedad. Todo lo que ocurre responde a ese orden natural que hay que descubrir, conocer y
aceptar. Así, el ser humano no es el constructor de la realidad social, propone una suerte de
inmovilismo social, de orden social descartando la problematización.
El sujeto que aprende se mantiene pasivo y se aprende acumulando memorísticamente los hechos
ya ocurridos (datos). Así, el método basado en la memorización fue (y sigue siendo) el más
utilizado.
No hay propuestas para seleccionar información ya que todos los hechos son singulares e
individuales, no busca comprender, sólo describir lo sucedido en un orden inalterable y sin
conexión ni relación entre los hechos de la política, la economía, la sociedad y las
manifestaciones culturales.
El término positivo es una manera especial de filosofar, examinar las teorías de cualquier orden, es
decir, la filosofía positiva se ocupa del estudio de los fenómenos sociales considerando los
resultados de la actividad de nuestras facultades intelectuales, nos proporciona el único medio
verdadero y racional. La doctrina positivista se interesa por la reorganización de la vida social para
el bien de la humanidad a través del conocimiento científico y a su vez el control y dominio de las
fuerzas naturales. Los componentes principales del positivismo son la filosofía y el programa en
conductas individual y social, la cual se traduce en una fusión bajo el concepto de una religión,
siendo en realidad la humanidad el objeto del culto.
El positivismo, científicamente, no admite otros conocimientos como válido, sino los que proceden
de la fenomenología, rechazando toda noción previa y todo concepto total y absoluto.
El espíritu positivo tiene que fundar un orden social. La constitución de un saber positivo es la
condición de que hay una autoridad social suficiente y esto refuerza el carácter histórico del
positivismo.
Durante las épocas de organización de las sociedades estaban orientadas hacia la conservación de
las cosas; la sociedad era considerada como una entidad supra-individual que posee valores
propios con respectos a los individuos; la sociedad era considerada como la totalidad que no
poseía autonomía ya que estaba regida por otros valores que eran muy escasos, pero que fueron
superados a medida que se fueron afianzando en su identidad hasta llegar a un progreso justo.
Comte, desea el rescate de la naturaleza orgánica que cambias los modos del pensamiento y su
desarrollo intelectual, con el fin de que la humanidad se insertase a una sociedad positiva, para así
poder restaurar todo aquello que se venía arrastrando desde la sociedad feudal, para así centrarse
en el individuo, es decir, con una organización espiritual que tendría fundamentos no sólo en los
dogmas teológicos y creencias cristianas, sino precisamente en la ciencia.
Concepción Hermenéutica
La hermenéutica, como método, ha sido empleada por la teología, la filosofía, la historia, la
jurisprudencia, la lingüística y hasta por el psicoanálisis. Pero es con Schleiermacher y con Dilthey
que la hermenéutica adquiere una dimensión específicamente filosófica, partiendo de dos
concepciones fundamentales:
- Si la totalidad de una obra tiene que ser comprendida a partir de sus palabras y de la
combinación de las mismas, la comprensión plena del detalle presupone que el propio conjunto ya
es comprendido.
Con la finalidad de ilustrar los dos momentos de arché y telos en un sólo proceso, Ricoeur dice: "El
hombre es el único ser que es presa de su infancia; un ser siempre en retroceso hacia su infancia;
incluso atenuando el carácter demasiado histórico de tal interpretación pretérita, resulta que
seguimos emplazados frente a una anterioridad simbólica; de esta forma, si interpretamos el
inconsciente como el orden de los significantes-clave respecto a cualesquiera sucesos
temporalmente interpretados nos remite a un sentido más simbólico de la anterioridad, pero
sigue ofreciendo al orden inverso del espíritu el contrapolo que estamos buscando.
En síntesis, según Ricoeur, durante la infancia se van adquiriendo símbolos que se asientan en el
inconsciente, para manifestarse en cada momento de la historia del individuo. Esta dialéctica
entre espíritu e inconsciente es el objeto de la filosofía reflexiva, que actúa como una
hermenéutica filosófica. La solución entre la confrontación de las hermenéuticas, como principio,
está en la dialéctica entre arqueología y teología.
"No quisiera que nos engañásemos en lo tocante al sentido de este último episodio: el retorno a lo
inmediato no es un retorno al silencio, sino al habla, al lenguaje en su plenitud. No digo al habla
inicial, inmediata, al enigma espeso, sino a una palabra aclarada mediante todo el proceso del
sentido. Por eso la reflexión concreta no conlleva concesión alguna a lo irracional, a la efusividad.
La reflexión vuelve a la palabra pero sigue siendo reflexión, es decir intelección del sentido; la
reflexión se convierte en hermenéutica y no hay otra forma de poder llegar a ser concreta sin
dejar de ser reflexión."
(…) Gadamer se apoya en el círculo hermenéutico del todo y las partes, aunque aclara que "El
mismo concepto del todo sólo debe entenderse como relativo. La totalidad del sentido que se
trata de comprender en la historia o en la tradición no se refiere en ningún caso al sentido de la
totalidad de la historia… la finitud de la propia comprensión es el modo en el que afirman su
validez la realidad, la resistencia, lo absurdo e incomprensible. El que toma en serio esta finitud
tiene que tomar en serio la realidad de la historia."
Una vez hechas estas precisiones, podemos exponer la síntesis de lo que Gadamer considera como
comprensión y dónde y cómo se realiza:
2. el lenguaje es, por tanto, el medio universal para realizar el consenso o comprensión;
Derivado de esto, el autor propone en su texto: "La comprensión sólo se convierte en una tarea
necesaria de dirección metodológica a partir del momento en que surge la conciencia histórica,
que implica una distancia fundamental del presente frente a toda transmisión histórica. La tesis de
mi libro es que en toda comprensión de la tradición opera el momento de la historia efectual, y
que sigue siendo operante allí donde se ha afirmado ya la metodología de la moderna ciencia
histórica…"
Esta idea sobre la comprensión, Gadamer la aplica a la acción traductora, es decir la acción de
traducir textos.
Sobre ello, el autor dice: "Igual que en la conversación con el fin de alcanzar este objetivo, uno se
pone en el lugar del otro para comprender su punto de vista, también el traductor intenta ponerse
por completo en el lugar del autor. Pero esto no proporciona por sí solo ni el acuerdo en la
conversación ni el éxito en la reproducción de la traducción. Las estructuras son claramente
parecidas.
El ponerse de acuerdo en una conversación implica que los interlocutores están dispuestos a ello y
que van a intentar hacer valer en sí mismos lo extraño y adverso. Cuando esto ocurre
recíprocamente y cada interlocutor sopesa los contraargumentos al mismo tiempo que mantiene
sus propias razones puede llegarse poco apoco a una transferencia recíproca, imperceptible y no
arbitraria de los puntos de vista (lo que llamamos intercambio de pareceres) hacia una lengua
común y una sentencia compartida.
Del mismo modo el traductor tiene que mantener a su vez el derecho de la lengua a la que traduce
y sin embargo dejar valer en sí lo extraño e incluso adverso del texto y su expresión. Sin embargo,
tal vez esta descripción del hacer del traductor esté demasiado recortada. Incluso en los casos
extremos en los que hay que traducir de una lengua a otra el tema apenas puede separarse de la
lengua. Sólo reproducirá de verdad aquel traductor que logre hacer hablar al tema que el texto le
muestre, y esto quiere decir que dé con una lengua que no sólo sea la suya sino también la
adecuada al original. La situación del traductor y la del intérprete vienen a ser, pues, en el fondo la
misma… todo traductor es intérprete. El que algo esté en una lengua extraña no es sino un caso
extremo de dificultad hermenéutica, esto es, de extrañeza y de superación de la misma.
En realidad en este sentido determinado inequívocamente son extraños todos los "objetivos" con
los que tiene que ver la hermenéutica tradicional. La tarea de reproducción propia del traductor
no se distingue cualitativa, sino sólo gradualmente, de la tarea hermenéutica general que plantea
cualquier texto."
Comprender e interpretar textos no es sólo una instancia científica, sino que pertenece con toda
evidencia a la experiencia humana en el mundo… El fenómeno de la comprensión… tiene validez
propia dentro de la ciencia, y se resiste a cualquier intento de transformarlo en un método
científico.
La presente investigación toma pie en esta resistencia, que se afirma dentro de la ciencia moderna
frente a la pretensión de universalidad de la metodología científica. Su objetivo es rastrear (lo
mismo) la experiencia de la verdad, que el ámbito de control de la metodología científica ahí
donde se encuentre, e indagar su legitimación.
De este modo las ciencias del espíritu vienen a confluir con formas de la experiencia que quedan
fuera de la ciencia: con la experiencia de la filosofía, con la del arte y con la de la misma historia.
Son formas de experiencia en las que se expresa una verdad que no puede ser verificada con los
medios de que dispone la metodología científica."
Así entendida la hermenéutica sale del contexto rígido de la metodología de la ciencia para
establecerse como una metodología que busca la comprensión de la verdad, donde y como quiera
que se encuentre, mediante la interpretación, el arte de la hermenéutica."
Mucho de lo que se dice normalmente para argumentar la imposibilidad de llevar a cabo una
investigación de resolución de rompecabezas en las ciencias humanas se decía hace dos siglos para
vetar la posibilidad de una ciencia de la química, y se repitió un siglo más tarde para mostrar la
imposibilidad de una ciencia de los seres vivos. Muy probablemente la transición que estoy
indicando ya está en marcha en algunas especialidades actuales dentro de las ciencias humanas,
(idem: 264).
Sin embargo, para contrarrestar esta perspectiva, introduce un curioso argumento acerca de la
inestabilidad de los fenómenos estudiados por las ciencias sociales. En las ciencias naturales —
señala— el fenómeno en estudio permanece estable a lo largo de la transición revolucionaria
entre paradigmas, como permanecieron estables los cielos durante la revolución copernicana.
Pero en las ciencias sociales, y en el estudio de fenómenos políticos y sociales, un nivel de
estabilidad similar no parece fácil de asegurar, (idem: 264).
Es significativo señalar que en su argumentación Kuhn está discutiendo dos problemas al mismo
tiempo: por un lado si las diferencias entre las ciencias sociales y las naturales son de orden
histórico o de orden estructural, y por otro, en caso de que sean de orden histórico, cuáles son las
condiciones bajo las que las disciplinas sociales podrían alcanzar la madurez de las naturales. Estas
dos cuestiones tienen no obstante un punto de convergencia, que radica en la importancia
asignada por Kuhn a la capacidad de una disciplina para resolver problemas dentro de una
tradición normalizada, (Kuhn, 1963). Cabe pensar que desde la perspectiva kuhniana, si las
diferencias entre las disciplinas sociales y las naturales son de orden estructural, esto responde a
que las ciencias sociales no pueden desarrollar elementos que permitan la resolución normalizada
de problemas; y si por el contrario las diferencias son de orden histórico —y por tanto
superables— la brecha entre ambos grupos de disciplinas se diluirá en la medida en que las
ciencias sociales puedan desarrollar estos elementos.
En virtud de lo que se ha argumentado hasta aquí, cabe pensar hasta qué punto en el debate
sobre el status científico de las ciencias de la información no ocurre un traslado categorial en
función del cual predomina la acepción de paradigma como conjunto de compromisos ontológicos
por sobre la acepción referente a problemas resueltos con éxito. Desde este punto de vista,
cuando en la literatura se emplea la expresión paradigmas en ciencias de la información, el énfasis
parece estar puesto más en las estructuras conceptuales de las teorías que conforman el campo
que en los casos exitosos de resolución de problemas.
Esto no implica que desde una perspectiva kuhniana queden deslegitimados los debates acerca de
la naturaleza de una disciplina o los intentos de elucidar sus fundamentos. Pero sí supone
esclarecer el alcance y la dimensión de estos debates, que constituyen antes un indicador de la
falta de consolidación paradigmática en un campo, que una herramienta para lograr dicha
consolidación. Esto en cuanto a las disciplinas que han alcanzado status paradigmático no lo han
logrado a través de este tipo de estrategias, sino a través de la resolución exitosa de alguna serie
relevante de problemas. No obstante, teniendo en cuenta el desarrollo histórico de las ciencias de
la información y de las ciencias sociales en general, cabe pensar que los debates acerca de los
fundamentos y la naturaleza de la disciplina son una consecuencia estructural de la ausencia de
paradigmas consolidados, y seguirán proliferando mientras el campo no se consolide. Cumplen por
tanto una función relevante a efectos de clarificar las bases de la disciplina y de su reconstrucción
histórica, y en este sentido contribuyen a la consolidación paradigmática. Pero el alcance de esta
contribución es acotado, en cuanto la consolidación disciplinar responde mucho más a la
resolución exitosa de problemas que a este tipo de estrategias de fundamentación.
Bibliografía
Gallegos, P. R. (2001). La Praxis Posible: Teoría e Investigación para la Práctica Docente. Mexico.