EXPLORACIÓN PSICOPATOLÓGICA
En este capítulo se expondrán, de manera esquemática y práctica, los aspectos más relevantes de
la historia clínica en psiquiatría, de la entrevista clínica y las habilidades que el médico debe
desarrollar en la misma, y de la exploración psicopatológica o examen psíquico.
En su redacción, si bien pueden existir variaciones, se deberá seguir un orden, a fin de estructurar
la información recogida. Este orden puede variar de acuerdo al establecimiento de salud en el que
la historia clínica es redactada (2).
DATOS DE FILIACIÓN
Nombres y apellidos, número de documento de identidad, fecha y lugar de nacimiento, edad, sexo,
estado civil, escolaridad, ocupación, procedencia, dirección y número telefónico de contacto. Es
recomendable disponer del nombre y teléfono de un familiar o allegado (1, 2).
MOTIVO DE CONSULTA
Se define por la causa que llevó al paciente a consultar. Debe plasmarse en la historia clínica con
las mismas palabras del paciente o acompañante respondiendo en forma general a la siguiente
pregunta: ¿por qué viene a consultar? (1).
MOTIVO DE INTERNACIÓN
Debe presentarse el cuadro actual del paciente, registrar los signos y síntomas siguiendo el orden
cronológico de aparición, con un enfoque y terminología semiológica. A veces es útil escribir
textualmente las palabras del propio paciente para dar mayor fundamentación a las descripciones
semiológicas (1).
En este apartado se describen si existieron cuadros similares en el pasado. Si así fuere, se deben
detallar datos sobre internaciones y/o tratamientos anteriores.
Registrar enfermedades médicas (por ejemplo, diabetes mellitus, hipertensión arterial, otras) o
quirúrgicas actuales y/o del pasado, internaciones, tratamientos y cualquier dato relevante de la
salud general del paciente. Se debe investigar historia de traumatismo cráneo encefálico.
HISTORIA FAMILIAR
En este apartado es necesario la elaboración del genograma o familigrama del paciente, detallando
el número de hermanos, hijos, quiénes conviven con él y otros datos como patologías y causas de
fallecimiento. Se describirá el tipo de vínculo entre el paciente con los miembros de su familia de
origen y si lo hubiera con los miembros de su familia nuclear. De este modo, podremos conocer los
patrones de interacción entre los padres del paciente, el entorno cultural y laboral, la estabilidad
familiar (divorcios, separaciones, etcétera), los valores de la familia, la relación del paciente con
sus hermanos, así como el nivel actual de contacto o de apoyo familiar (1, 2).
PSICOBIOGRAFÍA
En este apartado se describen los hechos relevantes durante la vida del paciente; datos que para el
paciente o el médico son de trascendencia. Asimismo, en este apartado se deben describir la
normalidad o alteraciones durante el embarazo, nacimiento, desarrollo psicomotor, infancia,
adolescencia, adultez y vejez, según sea el caso. También se deben hacer mención a la edad y
circunstancias de la primera relación sexual y de la vida sexual actual del paciente.
PERSONALIDAD PREVIA
Este apartado sirve para valorar el patrón habitual de comportamientos, actitudes y cualidades
relacionales del paciente que existía antes del debut del trastorno mental, con objeto de evitar el
sesgo que la personalidad puede provocar en la valoración de la psicopatología presente (2).
También es conveniente hacer mención a la funcionalidad previa del paciente: esto es, a establecer
las actividades de la vida diaria previa a la aparición de los signos y síntomas actuales. Deben
describirse las actividades laborales, académicas, sociales y culturales del paciente (1).
EXAMEN PSÍQUICO
En este apartado se procede a la exploración psicopatológica del paciente, registrándose los signos
y síntomas hallados en el examen mental. Los elementos que conforman el examen psíquico del
paciente se describen más adelante en la sección “exploración psicopatológica” de este capítulo.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
Se registrarán datos relevantes del examen físico general y del neurológico (en este caso, es
recomendable explorar funciones superiores, pares craneales, fuerza y tono muscular,
sensibilidad, reflejos, equilibrio y coordinación, marcha y movimientos anormales). Además, es
preciso hacer constar la solicitud y resultados de métodos auxiliares diagnósticos, tales como
pruebas de imagen, electrofisiológicas o análisis laboratoriales (1, 2).
Una vez que se haya recogido la suficiente información, se procederá a plantear un diagnóstico y
sus diferenciales. El diagnóstico que se realice deberá estar apoyado en las impresiones clínicas y
en los datos que se hayan obtenido en la entrevista clínica.
El diagnóstico clínico suele establecerse con cierta rapidez. Por el contrario, el diagnóstico
personal, que precisa conocer las características de personalidad (principales conflictos
psicológicos y sus capacidades más sanas y adaptativas) y las peculiaridades socioambientales del
sujeto, suele requerir un periodo de tiempo prolongado (2).
PLAN TERAPÉUTICO
En este apartado se deben incluir, en caso de haber decidido la internación del paciente: existencia
o no de medidas de restricción física y de objetos potencialmente peligrosos, tipo de cama
(unidad), dieta, indicaciones farmacológicas (vía, dosis y horarios), hidratación parenteral (si
fuere el caso), control de signos vitales, pedidos laboratoriales y cuidados generales de
enfermería. Se debe resaltar siempre el riesgo suicida o el riesgo de fuga, en caso de existir
cualquiera de los dos (1).
EVOLUCIÓN
Debe registrarse la evolución del caso a través de las sucesivas visitas: respuesta o no al
tratamiento instaurado, adherencia del paciente al tratamiento, tendencia del cuadro clínico a la
cronicidad, y otros aspectos relevantes.
ENTREVISTA CLÍNICA
CONCEPTOS BÁSICOS
Crear y mantener la relación Lograr que el paciente confíe en el médico, a fin de que la cantidad y
interpersonal calidad de la información proporcionada en la entrevista sea mayor.
Se suele recomendar iniciar la entrevista con preguntas abiertas, dejando hablar al paciente
libremente durante varios minutos. De este modo, podemos apreciar cómo se expresa e intuir el
probable desarrollo de la entrevista. Posteriormente, conviene ir realizando preguntas más
directas (cerradas) con el fin de recoger datos más concretos.
Es necesario mencionar que tanto las preguntas abiertas como las cerradas poseen desventajas:
las respuestas a las preguntas abiertas pueden ser largas y el paciente puede caer en la vaguedad;
por su parte, las preguntas cerradas pueden forzar falsos positivos y limitar la expresión
emocional del entrevistado (1).
En cuanto a los tipos de entrevista a ser utilizadas, si bien existen diversas escuelas
suficientemente fundamentadas, en la clínica psiquiátrica se acostumbra utilizar las entrevistas
psicodinámica y descriptiva.
FASES DE LA ENTREVISTA
Con fines didácticos se describen periodos o fases en la entrevista, cada una de ellas constituida
por ciertos componentes. Si bien estas divisiones son arbitrarias, las mismas resultan muy útiles
para el médico que se inicia en el arte de recoger datos del paciente. Se pueden distinguir tres
fases: 1. Inicial, en la cual se empieza la relación; 2. Intermedia, durante la cual se lleva a cabo la
mayor parte de la entrevista, se invierte mayor cantidad de tiempo y, además, se construye la
historia clínica psiquiátrica propiamente dicha; y 3. Final, en la que se establecen conclusiones y
plan terapéutico, y se consolida la alianza terapéutica. Es de destacar lo arbitrario de establecer
estas fases, pues es normal “saltar” durante la entrevista entre una y otra, con el fin de ir
reestructurando la historia y el vínculo entre el médico y el paciente (1, 3).
TÉCNICAS
El uso de técnicas es una parte clave de la entrevista. Una técnica adecuada favorece el desarrollo
y mantenimiento de la relación y proporciona ayuda en múltiples circunstancias clínicas (3). Las
habilidades o técnicas básicas de entrevista se utilizan a lo largo de toda la misma, aunque en
general se intensifican durante la fase intermedia.
Las tablas 1.2 y 1.3 presentan algunos grupos de técnicas básicas en una entrevista clínica (3).
TABLA 1.2. TÉCNICAS DE FACILITACIÓN DE LA ACTIVIDAD NARRATIVA
Es una respuesta del paciente. La comprensión de los motivos por los que
el entrevistado se calla temporalmente y el manejo adecuado de la
Silencio duración de ese silencio (evitando que sobrepasen los 15-20 segundos)
aportan riqueza a la entrevista. Son importantes en momentos en los que
el individuo está experimentando una fuerte tensión emocional.
TABLA 1.3. TÉCNICAS DE FACILITACIÓN DE LA GENERACIÓN
DE NARRATIVAS ALTERNATIVAS ESPECÍFICAS
Todas las técnicas descriptas en las tablas 1.2 y 1.3 tienen el objetivo común de obtener el máximo
provecho de una entrevista y así permitir al médico elaborar una historia clínica psiquiátrica que
oriente consistentemente hacia el diagnóstico y los diagnósticos diferenciales del paciente (1).
EXPLORACIÓN PSICOPATOLÓGICA
Varios métodos están disponibles para evaluar el estado mental del paciente. Mediante la simple
observación se logra obtener datos acerca del hábito externo, el estado de conciencia, la
psicomotricidad y el afecto del entrevistado. Este procedimiento puede llevarse a cabo cuando el
paciente ingresa al consultorio, incluso sin mediar palabras. La atención, el lenguaje, el curso del
pensamiento y el afecto se exploran mediante la conversación, oyendo al paciente y analizando lo
que expresa. Por último, la exploración permite estudiar el estado de ánimo, sensopercepción, el
afecto y el contenido del pensamiento.
Si bien parecería que cada aspecto del estado mental debe ser evaluado por una sola técnica, cabe
aclarar que dicha asociación se establece bajo el criterio de que dicha técnica es la que permite un
estudio más fiel del aspecto a describir. No obstante, cualquiera de las otras técnicas puede servir,
al menos de indicio, para descubrir alteraciones de otros aspectos del examen psíquico. Por
ejemplo, un paciente cuya mirada se dirige constantemente hacia un lugar del consultorio puede
dar indicio de alguna alteración de la sensopercepción, lo que guiará a explorar detalladamente
síntomas de esa área y confirmar (o no) la sospecha. Asimismo, y como puede leerse más arriba, el
afecto es transversal a las tres técnicas. Son necesarios datos obtenidos de la observación,
conversación y exploración para establecer una descripción suficientemente detallada del afecto y
así fundar o no su congruencia con el estado de ánimo.
Además, existe un cuarto elemento para corroborar los datos obtenidos: los test psicológicos.
Estos son un conjunto de pruebas que valoran, en términos generalmente cuantitativos, las
características psicológicas o los conocimientos de una persona y pueden ser útiles ante dudas
diagnósticas. Tienen a su favor que dejan de lado la subjetividad del observador y muchos de ellos
son sencillos de aplicar (1).
CONCIENCIA
Al evaluar la conciencia se debe realizar una diferenciación entre el nivel (o estado) y el contenido
de la experiencia consciente. El nivel (o estado) de conciencia puede denominarse también nivel
de vigilia, en tanto que el contenido de la conciencia se refiere a los objetos y hechos de los que
tenemos conciencia. Cabe aclarar que el nivel de conciencia afecta al contenido, si bien ambos
fenómenos pueden disociarse, al menos de manera parcial. Por ejemplo, una persona
hiperexcitada puede tener menor conciencia de lo que le rodea en comparación con una persona
con alerta normal (7).
Neurofisiología
Como se mencionó previamente, y desde un punto de vista neurobiológico, la conciencia tiene dos
componentes: a. El contenido; y b. El nivel de conciencia.
El contenido hace referencia a los objetos y hechos de los que tenemos conciencia y a la totalidad
de las funciones mentales superiores. El contenido de la conciencia se evalúa como conjunto en
todo el examen mental (7).
Por su parte, el nivel de conciencia hace referencia a la fase del ciclo sueño-vigilia en la que se
encuentra el individuo y comprende una neurofisiología compleja en la que todas las redes
neuronales influyen en la génesis y el mantenimiento de los estados de conciencia (8). No
obstante, son el sistema reticular activador ascendente (SRAA) y el sistema tálamo-cortical los
complejos de redes neuronales fundamentales para su funcionamiento. Estos sistemas son
responsables de generar estímulos que activan la corteza cerebral para que el contenido de la
conciencia pueda presentarse o que reducen su actividad para poder iniciar las fases del sueño
(9).
Las fibras que provienen de los núcleos del SRAA se dirigen hacia la corteza cerebral y atraviesan
el tálamo, haciendo finalmente sinapsis en la corteza orbito-frontal y en los circuitos temporo-
mesiales. Desde ahí, el resto de la corteza se activa gracias a sinapsis múltiples entre las neuronas.
Esto explica el por qué una lesión mesencefálica genera una evidente alteración del nivel de
conciencia, en comparación con una lesión focal de la corteza (donde no se genera tanta
alteración).
Alteraciones de la conciencia
HÁBITO EXTERNO
Se denomina de esta manera a todo aquello que se observa en el paciente, desde el momento en
que éste ingresa al consultorio. El hábito externo hace referencia a una serie de características
físicas del individuo que permiten realizar un retrato descriptivo del mismo (14).
En este apartado se describen el sexo y la raza, la edad real y aparente, la vestimenta (acorde o no
a la situación y al clima, teniendo en cuenta los parámetros socioculturales), la higiene personal
(prolijo o desprolijo), la constitución física, la expresión facial y el contacto ocular, entre otros.
ACTITUD
Se describe basándose en el grado de cooperación del paciente. Normalmente se utilizan términos
como “colaborador” o “no colaborador”; otros autores prefieren describir la actitud en términos
de abordabilidad: “abordable” o “no abordable”. En el caso de un paciente no abordable el
entrevistador debe establecer si se trata de un paciente no colaborador directo o activo (se niega)
o indirecto o pasivo (por ejemplo, por una alteración de la conciencia que impide al paciente
expresarse). Para la descripción del paciente abordable cabe prácticamente cualquier adjetivo:
amable, hostil, suspicaz, seductor, entre otros (1).
ORIENTACIÓN
La orientación es una función mental superior que permite a una persona reconocer su ubicación
en el tiempo y el espacio, además de identificarse como individuo y reconocer a quienes le rodean
(5).
Neurofisiología
La orientación es una actividad cerebral compleja, que supone la integridad de los sistemas
neuroanatómicos básicos implicados en la capacidad de aprendizaje o memoria reciente y de los
sistemas subyacentes de atención (10). Para que la orientación sea correcta, las funciones
mentales de atención, sensopercepción y memoria deben estar, necesariamente, integradas (15).
La orientación autopsíquica se empieza a estructurar desde alrededor del octavo mes de vida de
un individuo, cuando el niño o la niña comienzan a reaccionar frente a la presencia de extraños y
la ausencia de sus cuidadores. Esto puede interpretarse como una integración progresiva del “Yo”
(orientación autopsíquica) y su distinción de aquello que es “No Yo” (16).
Alteraciones de la orientación
La atención debe considerarse como la capacidad de focalizar la conciencia sobre una experiencia
concreta, ya sea interna o externa; además, es el proceso que permite controlar el flujo de
procesamiento de la información que llega al individuo (10).
Neurofisiología
En la función atencional están implicadas estrechamente las áreas de asociación del córtex
prefrontal, parietal posterior y temporales. Esto queda demostrado por el hecho de que lesiones
en estas zonas, incluso unilaterales, provocan alteraciones de la atención (10).
Además, en los últimos años, se han evidenciado datos que concluyen la existencia de circuitos
entre la neocorteza, el tálamo y el tronco encefálico, los cuáles son capaces de modular la matriz
atencional (22).
Alteraciones de la atención
La atención puede alterarse por defecto o por aumento. Las tablas 1.7 y 1.8 presentan las
principales alteraciones de la atención (1, 4, 10, 18, 20).
Hipoprosexia-
Alteraciones por déficit variable o abolición de la función atencional,
aprosexia
respectivamente.
Fluctuación del nivel de atención, con actividad superficial y pérdida de la
Labilidad capacidad de mantenerla. Esta alteración puede observarse en los
atentiva emocional síndromes maniformes, la agitación psicomotriz y en las crisis neuróticas.
MEMORIA
La memoria permite al
individuo decodificar, adquirir,
almacenar y evocar
información.
La memoria no es una entidad unitaria, sino que existen diversos subtipos de memoria que
pueden ser estructurados siguiendo diversos criterios. Si bien existen diversas clasificaciones
sobre los posibles tipos de memoria, por practicidad se presenta a continuación una de las más
ampliamente aceptadas (23, 25, 26, 27) (Tablas 1.9 y 1.10).
Vale la pena destacar el concepto de memoria de trabajo. Esta es un subtipo de memoria que
interviene adicionalmente en las fases de procesamiento mnésico. Por equivocación se la tiende a
identificar con la memoria a corto plazo.
Neurofisiología
Es complicado, aún hoy en día, comprender completamente todos los procesos implicados en la
memoria. Las investigaciones se han basado, principalmente, en el estudio de casos y en estudios
de neuroimagen tanto estructural como funcional. La tabla 1.11 describe, sucintamente, las bases
anatómicas de la memoria (23, 25).
Diencéfalo (tálamo e
hipotálamo) Ambas estructuras reciben fibras procedentes del hipocampo y la amígdala.
Las áreas más implicadas son las próximas al tercer ventrículo, núcleo
dorsomedial del tálamo y cuerpos mamilares del hipotálamo. Su lesión
provoca un tipo de amnesia anterógrada o de fijación.
Por último, desde la arista neuroquímica, se ha puesto de manifiesto el rol de la acetilcolina en los
procesos de memorización (26). Asimismo, en años recientes se han iniciado investigaciones
acerca de la implicancia de la corticotropina, hormona estimulante de melanocitos, endorfinas,
vasopresina, oxitocina, opiáceos y sustancia P en dichos procesos (25).
Alteraciones de la memoria
Las alteraciones cuantitativas son de dos tipos: por exceso (hipermnesia) y por defecto
(hipomnesia y amnesia).
Hipomnesia: Disminución de la actividad mnésica, sin llegar a la pérdida total de ésta, y que es
consecutiva a la alteración de cualquiera de las fases del engranaje de la memoria (23). A este
trastorno, contribuye decisivamente la disminución de la capacidad atencional, como ocurre –
por ejemplo– en el trastorno depresivo mayor o el trastorno obsesivo compulsivo, en donde la
atención, más que disminuida, se encuentra centrada en las vivencias disfuncionales del
individuo. Hipomnesias de fijación pueden objetivarse en las fases iniciales de los procesos
demenciales, en los trastornos del estado de ánimo y en situaciones de agitación-excitación.
Por su parte, las alteraciones cualitativas de la memoria hacen referencia a errores o distorsiones
de la información almacenada (recuerdos). Clásicamente, se les ha denominado paramnesias.
A diferencia de las emociones (estados afectivos que se experimentan de forma rápida y breve), el
estado de ánimo no se asocia a reacciones neurovegetativas, sino a síntomas somáticos más
profundos que suponen cambios en los ritmos biológicos (ritmo sueño-vigilia) o en instintos
básicos (apetito, libido).
Existe un amplio margen de variabilidad entre lo que se puede considerar estado de ánimo normal
y patológico, más aún, si se consideran los diferentes grupos sociales o culturales (29). En general,
al estado de ánimo “normal” y equilibrado se le denomina eutimia. En los extremos de una
dimensión anímica tendríamos, entonces, la hipertimia (estado de ánimo elevado o euforia) y la
hipotimia (tristeza).
El estado de ánimo es una condición subjetiva, por lo que conviene describirlo utilizando las
propias palabras del individuo o paciente: “triste”, “enojado”, “angustiado”, “aburrido”, entre otros
(32).
El afecto, por su parte, se define como el patrón de comportamientos observables que expresan los
sentimientos subjetivos, tono o estado de ánimo de una persona. El afecto permite la
exteriorización del estado de ánimo al regular otros sistemas fisiológicos, como la expresión facial,
corporal y verbal, por lo que cumple una función comunicativa (5, 30).
El afecto puede ser apropiado (congruente) o inapropiado (incongruente) con el estado de ánimo
que manifiesta explícitamente el individuo. En el primer caso, lo implícito está en armonía con lo
explicito, no así en el segundo en el cual existe incongruencia entre lo observado y lo expresado
por el paciente (por ejemplo, el paciente ríe a carcajadas pero dice que está triste).
Intentar explicar la compleja neurofisiología del estado de ánimo y las respuestas emocionales va
más allá del alcance de este capítulo. En ella están involucrados varios componentes del sistema
nervioso central y de toda la economía corporal (estructuras anatómicas cerebrales, sistemas
neuroquímicos y neurohumorales, bases genéticas, entre otros). No obstante, la neurofisiología de
los principales trastornos afectivos se describirá más adelante, en otros capítulos de este libro.
Humor maníaco: El humor maníaco o hipertímico consiste en una variante patológica del humor
caracterizada clínicamente por una elevación del estado de ánimo o euforia, aceleración del
curso del pensamiento (taquipsiquia) e hiperactividad psicomotriz. La manía categoriza el
trastorno bipolar tipo I. En un grado menor, se entiende por hipomanía aquellos episodios de
características maniformes que no alcanzan la suficiente gravedad clínica como para provocar
un deterioro social o laboral importante, o como para provocar la hospitalización del individuo.
Los episodios hipomaníacos son característicos del trastorno bipolar tipo II y de la ciclotimia
(1).
Nota aparte representan algunos cuadros producidos por afectación del lóbulo frontal, que
generan un síndrome caracterizado por estado de ánimo eufórico, con desinhibición conductual
y pérdida de juicio. En este caso el estado de ánimo eufórico es vacío, insulso, con escasa
irradiación afectiva y recibe el nombre clásico de moria o humor mórico (30).
Humor depresivo: El humor de tipo depresivo puede ser considerado como el reverso del humor
maníaco. Como él, empapa todas las esferas del funcionamiento somático y psicológico, aunque,
en este caso, los síntomas predominantes son los sentimientos de tristeza, desesperanza,
minusvalía e infelicidad, junto a una disminución de la energía vital y un desentendimiento, en
mayor o menor medida, del entorno. Entre sus principales manifestaciones psicopatológicas, se
encuentra la astenia o fatiga vital. con mejoría vespertina en los cuadros endógenos, fruto de
una variabilidad circadiana no apreciable en los cuadros reactivos.
La astenia se presenta como una lasitud generalizada en el plano físico y como una disminución
de la productividad y del interés vital hacia el entorno en el plano psicológico (indiferencia
afectiva). A este nivel, es sinónimo de la apatía o desinterés generalizado.
Humor ansioso: La ansiedad alude al componente psicológico de una emoción, mientras que la
angustia hace referencia al componente somático de esta, a su componente visceral.
El paciente ansioso se presenta tenso, expectante, inseguro, con la sensación de que algo malo
va a ocurrir, con temor a morir, a enloquecer o, en muchos casos, invadido por un temor sin
contenido, un temor sine materia. Su capacidad de atención, de concentración y la memoria de
fijación se encuentran disminuidas, al igual que la actividad sensoperceptiva (36). La atención
aparece centrada en esta tensa espera ansiosa, y el paciente es incapaz de depositarla en otros
aspectos de la realidad interna y externa. Como manifestaciones físicas, se observa una
sensación de “nudo en el estómago y en la garganta”, taquicardia, opresión precordial,
dificultad respiratoria, sensación de estar como “flotando”, debilidad en las piernas y síntomas
vegetativos: sequedad de boca, temblor, sudoración, taquicardia, polaquiuria, defecación
involuntaria y, en casos extremos (ataques de pánico), sentimientos de despersonalización y
desrealización (1, 29). La clínica de pacientes ansiosos será desarrollada en el capítulo XX
“Trastornos de Ansiedad” del presente libro.
La irritabilidad puede definirse como un estado afectivo primario caracterizado por una
disminución del control volitivo sobre el propio temperamento, que deriva en una conducta
verbal irascible o en estallidos de agresividad física durante los cuales el humor o estado de
ánimo no tiene por qué presentar alteraciones significativas (37).
La experiencia irritable es vivida por el paciente de forma desagradable, disfórica, y carece del
efecto catártico que se evidencia en las descargas agresivas producidas en los accesos de rabia
o de ira reactivos a un objeto o situación desencadenante. La irritabilidad puede aparecer de
forma episódica (irritabilidad-estado) como accesos de breve duración, no necesariamente
relacionados con desencadenantes externos o de un modo más prolongado (irritabilidad-
rasgo), más próxima a los trastornos de la personalidad, en los cuales, aparece de forma
primaria (personalidad antisocial o psicopática), como se verá más adelante en este libro.
Las alteraciones del afecto se pueden describir teniendo en cuenta diferentes aspectos de la
expresividad emocional: a. Alteraciones de la adecuación y propiedad del afecto; b. Alteraciones de
la estabilidad, la contención y la intensidad; y, c. Alteraciones de la comunicación afectiva y la
empatía.
Las tablas 1.13, 1.14 y 1.15 presentan las características principales de estas alteraciones (1, 29,
30, 33, 38).
Capacidad del paciente para conseguir que los demás “sintonicen” con su
Irradiación afectiva estado afectivo (por ejemplo, un paciente maníaco logra conseguir
“contagiar” su alegría a las personas de su entorno).
PSICOMOTRICIDAD
El acto psicomotor puede dividirse en dos fases: 1. Fase de acción implícita o conación, en la que se
produce la elaboración consciente del acto, desde el inicio del deseo hasta la decisión voluntaria
de hacerlo; y, 2. Fase de acción explícita o de ejecución, durante la cual el movimiento es llevado a
cabo. Si bien la conación forma parte del dominio del pensamiento y de la voluntad, debido a su
estrecha asociación con el acto psicomotor se describirá en este apartado (5).
Neurofisiología
Como puede leerse, las estructuras implicadas son múltiples, por lo que las alteraciones
neurobiológicas que afectan a los actos motores pueden aparecer a muy distintos niveles: desde
los más bajos (a nivel de la placa neuromuscular o del sistema piramidal) hasta los niveles de
integración superior (errores en la secuenciación de una acción compleja o en la traducción de la
intención a un plan motor concreto). No obstante, una aproximación simplista (pero válida) de la
neurofisiología de un acto psicomotor se resume a continuación.
La corteza motora primaria está vinculada con la ejecución de movimientos voluntarios bien
definidos del lado contralateral del cuerpo; por su parte, la corteza motora secundaria está
relacionada con la planeación de las acciones motoras. La corteza como tal ejerce una acción
directa sobre el movimiento a través de sus conexiones con los núcleos motores del tronco
encefálico y, además, una acción indirecta por medio de sus conexiones con los ganglios de la base
y el cerebelo (5).
Por su parte, el cerebelo integra y utiliza la información recibida de la corteza motora y de los
sistemas somatosensoriales, visuales, auditivos y vestibulares, con el fin de coordinar la velocidad,
la dirección, la precisión y el momento en que se realiza la actividad motora. Además, está
involucrado en el control de la marcha, el equilibrio, el tono muscular y el aprendizaje de
habilidades motoras.
Alteraciones de la psicomotricidad
Es importante hacer notar que la hiperbulia puede ser observada en personas emprendedoras y
sólo es patológica cuando se asocia a actos inadecuados para las normas sociales de convivencia
(5).
La agitación psicomotriz es el síndrome psicomotor más frecuente, y puede oscilar entre una
intensidad leve (inquietud psicomotriz) y grave. Su etiología es muy variada y puede resumirse
en la tabla 1.17 (45, 47).
TABLA 1.17. CAUSAS DE AGITACIÓN PSICOMOTRIZ
Por otro lado, dentro de las alteraciones cuantitativas por defecto de movimientos, se
encuentran la catatonía, el estupor y la inhibición psicomotriz.
Vale la pena destacar el término “equivalentes motores de ansiedad”. Estos son movimientos no
intencionados que tienden a hacerse más frecuentes en los momentos de ansiedad (mover las
piernas, rascarse la nariz o la cabeza, entre otros). No son psicopatológicos de por sí, pero su
descripción es útil en la caracterización de la clínica de la ansiedad (5).
Estereotipias: Conductas repetitivas que parecen ocurrir automáticamente y que carecen de una
función adaptativa al contexto social, como producciones verbales o realización de
determinados gestos o actitudes (40).
Flexibilidad cérea (catalepsia): Síntoma motor que consiste en la anormal conservación de una
determinada postura, permaneciendo el individuo en una posición forzada. Es uno de los signos
habituales de la catatonía (51).
PENSAMIENTO
El pensamiento puede definirse como un flujo de ideas, símbolos y asociaciones dirigido a metas,
iniciado por un problema o tarea y enfocado hacia una conclusión orientada a la realidad. Es
normal cuando ocurre siguiendo una secuencia lógica (32, 52).
El pensamiento es la forma superior de la actividad cognoscitiva del ser humano ya que permite
inferir lo desconocido a partir de lo conocido, genera conceptos, crea y abstrae, entre otras
capacidades (54).
Neurofisiología
El área de asociación prefrontal resulta fundamental para llevar a cabo los procesos del
pensamiento. Esta área recibe aferencias de la corteza parietal, temporal, occipital, y de la
circunvolución del cíngulo. También recibe información del núcleo medial dorsal del tálamo y del
cuerpo amigdalino.
Una de las funciones del área prefrontal es la elaboración del pensamiento: logrando un mayor
grado de profundidad y abstracción a partir de múltiples fuentes de información. Esta capacidad
de las áreas prefrontales para seguir el hilo de muchos fragmentos de información a la vez y
permitir la evocación instantánea de su contenido cuando lo requieran los pensamientos
ulteriores se denomina "memoria operativa" del cerebro. Esta propiedad podría explicar
adecuadamente las numerosas funciones cerebrales que asociamos a la inteligencia superior. En
realidad las investigaciones han demostrado que las áreas prefrontales están divididas en
segmentos independientes destinados a almacenar diversos tipos de memoria temporal, como una
zona dedicada a la forma y la configuración de un objeto o de una parte del cuerpo y otra
encargada de su movimiento (56).
Al combinarse todos estos fragmentos transitorios que integran la memoria operativa, surgen las
capacidades siguientes: 1. Pronosticar; 2. Planificar el futuro; 3. Retrasar la acción sucesiva a las
señales sensitivas recibidas, de modo que sea posible sopesar su información hasta decidir la
respuesta mejor elaborada; 4. Plantearse las consecuencias de las acciones motoras antes de
llevarlas a cabo; 5. Resolver problemas matemáticos, legales o filosóficos complejos; 6.
Correlacionar todas las vías de información para realizar diagnósticos; y, 7. Controlar las
actividades en consonancia con las leyes (57, 58).
Se sabe que la injuria de grandes porciones de la corteza cerebral no impide que una persona
tenga pensamientos, pero sí reduce su profundidad y también el grado de conciencia que ejerce
sobre su medio.
En la siguiente sección se presentan las alteraciones más frecuentes del pensamiento, tanto en su
forma (curso) como en su contenido.
Los autores clásicos de la psicopatología definen a las alteraciones del curso del pensamiento en
sus aspectos formales, cuando el pensamiento se altera cuantitativamente, acelerándose o
enlenteciéndose, o cualitativamente, perdiendo el hilo conductor, al adherirse excesivamente a
una idea o al romper las asociaciones iniciales y establecerse otras nuevas que se desvían
drásticamente de la idea original (59, 60).
Los trastornos del curso del pensamiento están relacionados con otras funciones psíquicas como
el nivel de vigilia, la atención, la afectividad, la memoria y la psicomotricidad (52). Estas
alteraciones se resumen en la tablas 1.19 (1, 5, 52, 55).
Latencia de respuesta El pensamiento emplea más tiempo del normal en responder a las preguntas
incrementada debido a su dificultad para desarrollar sus pensamientos y organizarlos en
una respuesta adecuada.
Existe un pensamiento lógico, cuyo objetivo es la resolución de problemas, y que sigue las leyes de
la contradicción (“Si A es A no puede ser B”) y la causalidad (“A toda causa corresponde un efecto”),
es decir las leyes de la lógica (52).
La psicopatología del contenido del pensamiento, tradicionalmente, incluye a las ideas delirantes,
las ideas sobrevaloradas, las ideas obsesivas y las ideas fóbicas. Estas alteraciones serán
descriptas a continuación, con dos añadidos: la ideación suicida y la ideación heteroagresiva.
Idea delirante: Desde el siglo XIX el delirio ha sido el tema central de la psicopatología, ya que
enfrenta la psiquiatría al incierto y comprometido ámbito de la “locura”, siempre enigmática
(61). Actualmente, ya en el siglo XXI, el debate sobre su génesis, estructura, clasificación y hasta
sobre su definición, sigue abierto, es contradictorio y es motivo de controversias entre
diferentes autores.
Los delirios se pueden clasificar según distintas dimensiones. Las tablas 1.20, 1.21 y 1.22
distinguen tres: según su origen, según su contenido y según su organización, respectivamente
(52, 60, 61, 62, 63, 64).
Delirio de control o Sensación subjetiva e intensa de estar bajo el control de alguna fuerza
influencia extraña o alguna persona (frecuentemente, mediante mecanismos tales
como micrófonos, cámaras, chips, entre otros).
Delirio centrado en la creencia de una infidelidad por parte de la pareja. El
paciente está convencido de que su pareja le es infiel y busca
Delirio celotípico
constantemente indicios que corroboren esa hipótesis. Muy frecuente en
pacientes con dependencia alcohólica.
Delirios de falsa Forman parte de los síndromes de falsa identificación delirante y pueden
identificación ser: 1. Delirio de Capgras: el paciente tiene la idea delirante de que
familiares y amigos han sido reemplazados por impostores; 2. Delirio de
Frégoli: el paciente cree que personas extrañas han sido sustituidas por
personas familiares; 3. Delirio de intermetamorfosis: en el que el paciente
tiene la convicción delirante de que personas cercanas a él modifican su
aspecto a voluntad, intercambiándose por otras; y, 4. Delirio de dobles
subjetivos: en el que un extraño es transformado físicamente, pero no
psicológicamente, en el propio paciente.
La ideas no tienen relación las unas con las otras o la relación que da el
Delirio
paciente es absurda y sin argumentos. Este tipo de delirio es más propio de
no sistematizado
la esquizofrenia, en su inicio o en sus formas crónicas.
Finalmente, es destacable que las ideas delirantes pueden ser congruentes o incongruentes con
el estado de ánimo del paciente. Las ideas delirantes congruentes con el estado de ánimo son
aquellas cuyo contenido guarda relación con dicho estado (por ejemplo, en un paciente
depresivo con síntomas psicóticos, sus delirios congruentes serían de ruina, de culpa, somáticos
o nihilistas). Por su parte, las ideas delirantes incongruentes con el estado de ánimo presentan
un contenido que no tiene relación o es neutral con ese estado de ánimo (por ejemplo, delirios
de grandeza en un paciente claramente depresivo).
Una idea obsesiva se diferencia de una idea sobrevalorada en que la primera es egodistónica de
principio a fin (el paciente intenta ignorarla o neutralizarla), mientras que la segunda es
asumida por la persona afectada con una gran carga emocional y como motor de su vida
(egosintónica). Por su parte, una idea obsesiva se distingue de una idea delirante en que en la
primera el paciente tiene conciencia de su absurdidad e irracionalidad (52).
Idea fóbica: Una fobia es un miedo persistente e irracional a un objeto, actividad o situación
específicos (el estímulo fóbico), que da lugar a un deseo irrefrenable de evitarlo. Algunos
elementos que orientan al diagnóstico de fobia son: 1. Temor desproporcionado; 2.
Irracionalidad; 3. Falta de control voluntario; y 4. Evitación del estímulo fóbico (52).
El estímulo fóbico genera en el paciente mucha ansiedad tanto por su presencia (ansiedad
situacional) como con la posibilidad de la misma (ansiedad anticipatoria). Dado que las fobias
se encuentran clasificadas dentro de los trastornos de ansiedad, se remite al lector al capítulo
correspondiente (capítulo XX).
Idea suicida: Puede definirse como un pensamiento de muerte y de cómo provocarse la propia
muerte (67).
Intento o tentativa suicida: Acto voluntario, con resultado no letal, deliberadamente iniciado y
realizado por el propio sujeto. Sus finalidades pueden ser: 1. Atentar contra la propia vida; 2.
Búsqueda de ayuda o atención; y, 3. Liberación o expresión de la ansiedad psíquica (66).
La tentativa suicida puede diferenciarse en suicidio frustrado (aquel acto suicida que, por
circunstancias ajenas a la voluntad del paciente, no conduce a su muerte) y en conductas
parasuicidas (suicido aparente o teatral, por el cual la persona que manifiesta expresamente su
deseo de morir se asegura, en lo posible, de que dicha circunstancia no se consuma). Los
pacientes con conductas parasuicidas, a fin de evitar que la muerte se produzca, alertan a otras
personas de sus actos, utilizan métodos de baja letalidad, entre otros. Es importante no
infravalorar el riesgo de un sujeto con conductas parasuicidas, puesto que muchas veces puede
seguir realizando intentos de suicidio y terminar consumándolo.
Las tasas de tentativa suicida son mayores en mujeres que en hombres. La conducta
parasuicida más frecuentemente empleada es la sobreingesta medicamentosa (70% de los
casos). 4 de cada 10 pacientes que realizan una tentativa suicida tiene historia psiquiátrica
previa, principalmente de trastornos de la personalidad (fenotipo impulsivo) y de trastornos
afectivos.
En general, los pacientes que se autolesionan refieren no sentir dolor y buscan afanosamente
descargar una intensa rabia hacia sí mismos o hacia quienes les rodean, desahogarse
momentáneamente o cumplir con un manifiesto deseo de morir
Suicidio consumado: Muerte autoinfligida con pruebas, explicitas o implícitas, de que la persona
tenía la intención de morir (67). Se considera una muerte violenta, no natural, desencadenada
por una acción u omisión generada por la propia víctima. Las tasas de suicidio consumado son
mayores en los varones. La tabla 1.23 esquematiza los factores de riesgo del suicidio (52, 66,
67).
TABLA 1.23. FACTORES DE RIESGO DEL SUICIDIO
Entendido como falta de relación con otras personas, más que como
Aislamiento social
separación física.
Intentos de suicidio Las conductas parasuicidas aumentan el riesgo de que el suicidio sea
previos consumado en el futuro.
El suicido es una emergencia en psiquiatría, y como tal, debe seguir un protocolo adecuado de
abordaje y manejo. Este será descripto en el capítulo XX de la presente obra.
No obstante, muchas veces las ideas heteroagresivas pueden verse con mayor frecuencia en
pacientes maníacos (debido a la impulsividad y a la posible presencia síntomas psicóticos),
pacientes con abuso de alcohol (por la desinhibición conductual en la intoxicación y la
irritabilidad en la abstinencia), abuso de drogas (en la intoxicación o la abstinencia),
esquizofrenia (principalmente en aquella con francos síntomas persecutorios), en los
trastornos delirantes (nuevamente, principalmente en aquellos pacientes con delirios de
persecución), trastorno límite de la personalidad (por el antagonismo hostil, la afectividad
negativa y la desinhibición impulsiva), trastorno antisocial de la personalidad (por la
despreocupación por la seguridad de los demás y falta de remordimiento), en los síndromes
demenciales y el retraso mental (por alteraciones en la inhibición de la conducta) y, en general,
en aquellas situaciones de agitación psicomotriz (véase más arriba, en el apartado
“Psicomotricidad” de este capítulo).
LENGUAJE
Neurofisiología
Las áreas del cerebro responsables del lenguaje verbal se encuentran situadas en el hemisferio
dominante. El 95% de los diestros tiene el centro del habla en el hemisferio izquierdo, mientras
entre los zurdos, el 60% tiene su hemisferio dominante en el izquierdo y el 40% restante tiene
dominancia derecha o bilateral.
El estudio de las alteraciones del lenguaje es arduo, debido a la infinidad de alteraciones, términos
y orígenes de estas (70). Por lo anterior, se presentarán a continuación aquellas alteraciones más
importantes del punto de vista de la psiquiatría, comentando solo muy brevemente aquellas más
relacionadas a la neurología.
Las alteraciones del lenguaje puede clasificarse en los siguientes grupos: a. Ausencia del lenguaje;
b. Alteraciones del ritmo; c. Alteraciones iterativas o estereotipias verbales; d. Alteraciones de la
significación; y e. Alteraciones de predominio neurológico.
Ausencia de lenguaje (mutismo): Puede definirse como una ausencia total de lenguaje verbal, sin
que existan alteraciones en las capacidades instrumentales. Puede deberse a múltiples causas,
entre las que se citan: a. Reflejo de una actitud negativista; b. Estrés situacional intenso; c. Como
efecto secundario de síntomas psicóticos; d. Histrionismo intenso; e. Como un trastorno de
síntomas neurológicos funcionales (conversión); f. Simulación; g. Mutismo selectivo (en niños,
negativa a hablar pese a que la capacidad de comprender y hablar están conservadas); h.
Porque la persona no siente la necesidad de comunicarse; i. En defectos sensoriales, como la
sordera; h. En enfermedad orgánica cerebral que afecta los centros del lenguaje; y, j. En algunos
pacientes con autismo (61).
Alteraciones del ritmo del lenguaje: Se las define como alteraciones del ritmo y/o la velocidad
del lenguaje. La tabla 1.24 informa las más relevantes (61, 68, 70).
Palilalia: Repetición involuntaria de la última palabra de la frase, varias veces seguidas. Puede
encontrarse en pacientes con esquizofrenia y en pacientes con trastornos neurológicos, como el
Parkinson.
Ecolalia: Repetición irrelevante y persistente de las últimas palabras o frases que han sido
dirigidas al paciente. Además, el paciente puede copiar la entonación.
Ensalada de palabras: Expresión verbal del pensamiento disgregado (véase la tabla 1.19
“Alteraciones formales del pensamiento”). Aparición de conexiones incoherentes o
incomprensibles de palabras, que no responden a ninguna regla gramatical, y sin un significado
aparente.
Alteraciones de predominio neurológico: En este grupo se encuentran las afasias y los trastornos
de la articulación del lenguaje.
La afasia es una pérdida o alteración del lenguaje producida por una lesión de estructuras
cerebrales, con indemnidad de las estructuras neuromusculares encargados del habla. Las
afasias son un ejemplo de cómo el curso del pensamiento y el lenguaje hablado pueden seguir
disociarse. En las afasias, el curso del pensamiento no está alterado, sin embargo el discurso es
anormal. La tabla 1.25 describe los principales síndromes afásicos (52, 70).
Por último, entre las alteraciones de la articulación del lenguaje se destaca la disartria. En ella
existe una alteración del habla provocada por parálisis, debilidad o descoordinación de la
musculatura del habla de origen neurológico. Es importante, asimismo, recordar que en la
clínica psiquiátrica algunas disartrias son funcionales, sin organicidad, y secundarias a la toma
de medicación ansiolítica o antipsicótica (70).
PERCEPCIÓN
La percepción es la actividad mental que permite la interacción entre una persona y el mundo que
la rodea. Pese a requerir datos provenientes de los sentidos (vista, oído, equilibrio, tacto, gusto y
olfato), es una actividad psicológica sumamente compleja, realizada por todo el sistema cognitivo
del individuo (72). La idea de la percepción involucra otros procesos mentales como la atención, el
reconocimiento, la interpretación, la significación y la elaboración de juicios sobre las sensaciones
procedentes tanto del interior como del exterior, todo ello sustentado en un sustrato cerebral y
fisiológico.
Neurofisiología
La percepción requiere de los órganos sensoriales, del objeto que recibe la estimulación de esos
órganos y de la conciencia que conlleva dicha estimulación (74).
Los receptores sensoriales situados en los órganos de los sentidos convierten la energía física del
estímulo en energía electroquímica, dentro de un proceso denominado transducción sensorial o
transducción del estímulo (72). En un primer momento, se produce una despolarización o
hiperpolarización de la membrana de la célula receptora y, luego, se genera una codificación
neural, a través de la cual, la señal producida por el estímulo provoca una descarga de potenciales
de acción que representan la información sobre el estímulo (en forma de intensidad o de
duración).
El impulso nervioso generado es transmitido por vías aferentes a las diversas áreas de proyección
cortical (primaria, secundaria y de asociación), cuya función es integrar los impulsos nerviosos
provenientes de los receptores e interactuar unas con otras para permitir la combinación de
distintas modalidades perceptivas. Finalmente, la información proveniente de los sentidos es
integrada con la información del sistema cognitivo para dar lugar al resultado perceptivo final. Esa
participación cognitiva superior permite evidenciar que en todo proceso perceptivo intervienen el
juicio y la interpretación. Las personas sienten que hay experiencias que están ocurriendo fuera
de ellas y otras en su interior, independientemente de su veracidad o falsedad. Asimismo, las
personas son capaces de emitir un juicio crítico sobre esa experiencia, a saber: esto que está
ocurriendo es cierto o esto que está pasando no puede ser verdad (75, 76).
Alteraciones de la percepción
Las distorsiones perceptivas solamente son posibles mediante el concurso de los órganos de los
sentidos (de ahí que muchas veces se califiquen como sensoriales), es decir, que se producen
cuando un estímulo que existe fuera de la persona, y que además es accesible a los órganos
sensoriales, es percibido de un modo distinto al que cabría esperar dadas las características
formales del propio estímulo.
La anomalía reside, por lo tanto, en que las características físicas del estímulo (forma, tamaño,
proximidad, cualidad, etcétera) se perciben de una manera distorsionada, entendiendo por tal
distorsión cualquiera de estas dos posibilidades (73):
1. Una percepción distinta a la habitual y/o a la más probable, teniendo en cuenta las experiencias
previas, las características contextuales, el modo en que otras personas perciben ese mismo
estímulo, como sucede en las distorsiones relativas a la percepción del tamaño, la forma, la
intensidad, la distancia, etcétera; o,
2. Una percepción diferente de la que se derivaría en el caso de tener solamente en consideración
la configuración física o formal del estímulo, como sucede en las ilusiones.
En cualquier caso, la anomalía no reside en los órganos de los sentidos stricto sensu, sino más bien
en la percepción que la persona elabora a partir de un determinado estímulo, es decir, la
construcción psicológica que el individuo realiza acerca del mismo: recordemos que la percepción
se inicia con el concurso de la sensación, pero no se halla completamente determinada por ésta,
pues en el proceso perceptivo se produce una interacción entre los procesos sensoriales y los de
juicio e interpretación. Finalmente, es justo mencionar que, en muchos casos, las distorsiones
tienen su origen en trastornos de naturaleza orgánica, que suelen ser transitorios y que pueden
afectar tanto a la recepción sensorial propiamente dicha como a su interpretación a nivel cortical.
En el caso de los engaños perceptivos, se produce una experiencia perceptiva nueva que (72, 73):
Por lo tanto, la experiencia perceptiva que tiene el individuo puede estar fundamentada (como
sucede en algunas pseudopercepciones) o no (como en las alucinaciones) en estímulos reales y
accesibles a los sentidos; pero en ambos casos, la experiencia perceptiva persiste
independientemente de que se halle presente el supuesto estímulo que la produjo. Este grupo de
trastornos se ha denominado también como “percepciones falsas”, “aberraciones perceptivas” o
“errores perceptivos”.
En resumen, en los engaños perceptivos el estímulo es, en la mayor parte de los casos, sólo un
supuesto: el ejemplo más obvio de esta afirmación lo constituyen sin duda las alucinaciones. Por
su parte, en las distorsiones perceptivas los estímulos son un punto de partida necesario (aunque,
como en toda percepción, no suficiente), y tienen una influencia desigual sobre el resultado final,
como sucede en las ilusiones.
Antes de continuar con la clasificación de las alucinaciones, es necesario resaltar que existen las
llamadas “alucinaciones fisiológicas” (que no implican patología psiquiátrica). Estas aparecen
casi siempre en la esfera virtual y tienen relación con la transición sueño-vigilia. Se dan en
población sana y puede ser alucinaciones hipnagógicas, si aparecen justo antes de dormir, o
hipnopómpicas, si lo hacen al despertar.
Las alucinaciones suelen clasificarse atendiendo básicamente a tres criterios o categorías (73):
complejidad con la que se presentan, modalidad sensorial en la que aparecen y temas o
contenidos sobre las que versan. Se debe tener en cuenta que el criterio rector de esta
clasificación no es excluyente, esto es, que cualquier experiencia alucinatoria debe evaluarse, en
la práctica, atendiendo a las tres categorías mencionadas. Las tablas 1.26 y 1.27 describen los
fenómenos alucinatorios según su complejidad y según la modalidad sensorial involucrada,
respectivamente (72, 73, 74, 75, 78, 79).
Las alucinaciones auditivas son las que tal vez mayor significado diagnóstico
tienen, especialmente cuando el paciente oye voces que le hablan
(alucinaciones en segunda persona: “vas a morir”, “sos un cobarde”, “sos un
idiota”), o que hablan de él (alucinaciones en tercera persona: “es un
pervertido sexual”, “es un inútil”, “nunca va a progresar”). Las primeras
suelen ser más típicas de depresión, en especial cuando hacen comentarios
desdeñosos o despectivos sobre el paciente, mientras que las alucinaciones
en tercera persona son más características de la esquizofrenia.
Alucinaciones
cenestésicas, Estas son sensaciones peculiares que el paciente considera como
somáticas, corporales o procedentes casi siempre del interior de su propio cuerpo, o que afectan a
viscerales sus órganos internos y externos (por ejemplo, los genitales), o a sus
miembros más distales (brazos, manos, cabeza, piernas, pies). Así, por
ejemplo, un paciente puede decir que las venas se le salen, se le enrollan y se
le hacen una burbuja, o manifestar sensaciones de estar petrificado,
disecado, vacío, hueco, de sentir que por dentro es de oro, de piedra, que su
cuerpo o partes de él se están deformando o desfigurando, o cambiando de
forma o de tamaño, que sus genitales se han reducido, etcétera. Suelen estar
presentes en la esquizofrenia junto con todo tipo de delirios bizarros.
Por último, los temas sobre los que pueden versar las alucinaciones son prácticamente
inacabables, si bien suelen hacer referencia a cualquier temor, emoción, expectativa, deseo,
sensación, recuerdo o experiencia, vivenciadas anteriormente por el individuo. Como regla
general, se puede decir que los contenidos concretos sobre los que versan las alucinaciones de
una persona están relacionados con sus necesidades, conflictos, temores y preocupaciones
particulares. Pero además, y al igual que sucede en otros muchos fenómenos mentales, los
contenidos de las alucinaciones recogen y reflejan características culturales propias del medio
en que la persona se ha desarrollado
Asimismo, la mayoría de las veces el tema alucinatorio está ligado al contenido del delirio, pues
no hay que olvidar que en muchos casos ambos trastornos, delirios y alucinaciones, aparecen
conjuntamente. De este modo, el paciente paranoide que se siente perseguido probablemente
experimentará alucinaciones auditivas en forma de “voces” que le amenazan o que le previenen
de los peligros que le acechan; o el que manifiesta un delirio místico escuchará la voz de Dios o
de la Virgen María, posiblemente revelándole algún misterio o indicándole cómo puede salvar a
la humanidad (73).
c. Alucinosis: Consiste en percibir algo que no existe por alguno de los canales sensoriales. En
este sentido se asemeja a las alucinaciones pero la diferencia fundamental radica en que la
persona se da cuenta de que es irreal y absurdo. Un ejemplo típico es la “alucinosis alcohólica”,
que es un episodio con síntomas psicóticos, alucinaciones de voces muy claras y amenazantes,
que se produce tras una fuerte intoxicación alcohólica en la que el individuo ha estado
consumiendo dosis grandes de alcohol durante varios días (76, 77).
INSIGHT
Las principales dimensiones que conforman el concepto de insight incluyen (81): 1. La conciencia
de padecer una enfermedad, así como cada uno de sus signos y síntomas; 2. Los procesos
atribucionales, o explicaciones que el paciente tiene sobre la causa última de sus síntomas o
signos; y, 3. El factor tiempo, distinguiéndose así un insight actual y otro retrospectivo.
El insight se produce, desde el punto de vista neurofisiológico, siguiendo una serie de pasos que se
resumen en la tabla 1.27 (5, 54).
Se sugiere atender al niño o adolescente en conjunto con sus padres al inicio del proceso
diagnóstico, en la primera entrevista. Luego se realizarán entrevistas por separado. Si bien no
existen reglas fijas acerca de cómo hacer esto, es crucial que el niño sea entrevistado en solitario
en algún momento, particularmente para clarificar cuestiones con las que el niño o adolescente
pueda no sentirse cómodo de hablar frente a sus padres: ideas suicidas, abuso, temas de
sexualidad, entre otros (89).
Por regla general, el niño/adolescente es la mejor
fuente de información para síntomas internalizantes
(ansiedad, depresión), mientras que los padres
pueden dar información confiable sobre aquellos
externalizantes (hiperactividad, déficit de atención,
problemas de conducta, etcétera) (89).
Siempre hay que tener en cuenta la perspectiva evolutiva y por tanto la entrevista tendrá aspectos
diferenciales según la edad y el desarrollo madurativo del niño. La entrevista con el niño
comprende una parte verbal y, en función de la edad, también se explora a través de otras
técnicas, como el juego y el dibujo. Las escalas de desarrollo, test proyectivos y de inteligencia
pueden ayudar a complementar la valoración (90).
Un punto importante en el que se debe profundizar, es el desarrollo postnatal temprano (hasta los
6 años). Una visión general de los hitos del desarrollo puede leerse en la tabla 1.28 (89), a modo de
orientación.
Puesto que el psiquismo del niño está en desarrollo, la impresión diagnóstica surgida de una
primera evaluación, puede modificarse ulteriormente y en particular bajo la influencia de las
intervenciones terapéuticas (91). En cualquier caso, la formulación diagnóstica debe
individualizarse (identificar posibles causas, factores predisponentes y precipitantes) y no
simplemente asignar un diagnóstico psiquiátrico categorial (88).
Al igual que lo que sucede en el caso de los adultos, y cómo se mencionó previamente en este
capítulo, la propia entrevista clínica puede tener una función terapéutica si no se convierte en un
simple cúmulo de datos y lo que realmente se persigue es el conocimiento del paciente, de sus
trastornos, problemas y circunstancias, ya que permite actuar desde el principio con una
perspectiva terapéutica: aclarar, apoyar, señalar, etcétera (91).
Una de las principales preocupaciones entre los adolescentes que buscan atención médica y
psiquiátrica es la confidencialidad. Los adolescentes deben ser siempre informados de la
naturaleza confidencial de la relación médico-paciente y de sus límites, desde el inicio del proceso
terapéutico: insistiendo en que la confidencialidad se romperá sólo si la seguridad del paciente o
la de terceros está en riesgo. Muchos países, entre los que se incluye Paraguay, obligan legalmente
a los profesionales de la salud a denunciar, por ejemplo, los casos de abuso. La mejor forma de
discutir la confidencialidad es al inicio de la primera entrevista, cuando los padres (o cuidadores)
y el adolescente están presentes, a fin de informar a los padres que lo que el niño o adolescente
revela en consulta se mantendrá confidencial (89).
En la exploración psicopatológica del niño hay que considerar la edad, el sexo y su nivel de
desarrollo teniendo en cuenta patrones tanto normativos (escalas de desarrollo y de referencia de
normalidad según el momento evolutivo), como sociales (culturales, étnicos, etcétera). La
psicopatología del niño tiene unas características propias que la diferencian de las del adulto.
Lógicamente, a medida que nos acercamos a la adolescencia la psicopatología se asemeja más a la
del adulto (89, 92).
Además de la entrevista verbal, en la exploración del niño se utilizarán otros recursos técnicos
como la observación, los test gráficos y el juego. Si el niño ha accedido a la facultad gráfica, otra de
las técnicas más comúnmente utilizadas en la exploración es el dibujo, a través del cual un
profesional experimentado puede evaluar aspectos cognitivos y emocionales. También pueden
utilizarse otros muchas técnicas proyectivas formales (test proyectivos) o informales
(construcción de un relato u otros recursos plásticos o dramáticos, preguntas proyectivas como
tres deseos, etcétera) para acceder al mundo interno del niño (88).
Habrá casos en los que no se llegará a un diagnóstico específico, porque la enfermedad aún no se
ha presentado o debido a que el niño o adolescente no tiene ninguna enfermedad psiquiátrica o
médica, sino un problema vital y lo que necesita, más que terapia compleja, es asesoramiento.
Asimismo, siempre habrá casos en los que los síntomas no encajan con un diagnóstico específico,
porque los sistemas clasificatorios de los libros no son adecuados y, posiblemente, nunca lo serán.
Aquí se aplica lo que el profesor Leo Kanner, pionero de la psiquiatría infantil, puso en el título de
su artículo sobre diagnóstico diferencial: “Los niños no han leído esos libros” (94).
Por último, es importante mencionar que el médico tiene que estar atento a los sentimientos que
le genera el niño para poder manejarlos adecuadamente y porque además constituyen una fuente
de información sobre los propios sentimientos del niño (88, 89, 95).
En las últimas décadas, el número de personas mayores de 65 años está aumentando más rápido
que nunca en todo el mundo, incluido el Paraguay. Este hecho implica un gran impacto en todos
los niveles de atención de salud, debido en especial al incremento de las enfermedades crónicas (y
sus complicaciones) que afectan a este segmento de la población. Lo último se aplica plenamente a
las enfermedades de la esfera psiquiátrica (96).
La evaluación psiquiátrica en adultos mayores no difiere substancialmente de la que se realiza en
los adultos más jóvenes, aunque se deben tener en cuenta las particularidades de la edad avanzada
y de la neurobiología propia del envejecimiento. En el adulto mayor, la clínica de las enfermedades
psiquiátricas se ve complicada por la comorbilidad con enfermedades médicas, incluidos los
déficits sensoriales, y con los trastornos mentales orgánicos, como la demencia y el delirium (97).
Además, los ancianos tienden a presentar los síntomas como quejas somáticas, dificultando
muchas veces su diagnóstico.
Es de destacar también que el adulto mayor presenta con frecuencia un rechazo a manifestar al
médico psiquiatra sus síntomas, a ocultarlos durante la entrevista y a intentar aparentar mejor de
lo que realmente está. Muchas veces, el adulto mayor siente un intenso temor de ser declarado
“enfermo mental” e internado, consecuentemente, en un asilo o centro asistencial. Por todo ello, se
hace necesario, siempre que sea posible, contrastar la información proporcionada por el paciente
con la aportada por sus familiares (97).
La valoración del funcionamiento cognitivo del adulto mayor debe incluir una evaluación
exhaustiva de la atención, la memoria, el lenguaje, las praxias, las gnosias, la comprensión y el
pensamiento abstracto, tal como se expone en la tabla 1.29 (96, 97, 98, 99, 100).
Finalmente, la entrevista con los familiares o cuidadores es clave, no sólo para obtener
información sobre el paciente, sino también para verificar la situación del propio cuidador,
principalmente en lo que se refiere a la sobrecarga emocional generada por la excesiva
dependencia que el paciente tiene con él.
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