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La mesa tiembla, uno se sienta mareado y las lámparas empiezan a moverse: otro
temblor en México. Suceden con regularidad con diferentes intensidades.
Escuelas, oficinas y hogares han sido capacitados para seguir ciertas instrucciones
ante estos fenómenos naturales. “No corro, no empujo, no grito”, repiten los niños
mexicanos.
Con más de 90 sismos al año con magnitudes de 4.0 grados o más en la escala de
Richter, México es uno de los países en el mundo más expuestos a riesgos
naturales de todo tipo.
El país tuvo que aprender una muy dura lección con el terremoto de 1985, que
dejó miles de personas muertas y pérdidas estimadas en US$11,400 millones.
La destrucción que dejó aquella catástrofe forzó al gobierno a usar sus recursos
para la reconstrucción, en lugar de, por ejemplo, expandir la infraestructura del
país.
Con tanta vulnerabilidad frente a los desastres, México ha tenido que prepararse
para proteger los ciudadanos y la economía. Por eso, México y el Banco Mundial
tienen una larga historia de cooperación en financiamiento y manejo de riesgo, así
como resiliencia al clima, que va más allá que los tradicionales servicios de
préstamos.
A través de los años, el Banco Mundial ha dado máxima prioridad a este asunto,
ofreciéndole a México un paquete integrado de servicios que incluye asesoría
técnica, convocar a actores claves nacionales e internacionales y preparar reportes
relevantes sobre el tema.
Gloria Grandolini
Directora del Banco Mundial para México y Colombia
“Cuando occure un desastre, todos sabemos que los pobres son las principales
víctimas. Por eso, cualquier esfuerzo para generar más resiliencia a los desastres
tiene que ser parte de la agenda de desarrollo”, dice Gloria Grandolini, Directora
del Banco Mundial para México y Colombia.
“La colocación del MultiCat Mexico 2012 fue extremadamente buena”, dijo Doris
Herrera-Pol, Directora del Departamento de Mercado de capital del Tesoro del
Banco Mundial.
“Estamos muy contentos que nuestra asociación con el gobierno de México haya
contribuido en su éxito en transferir eficientemente un grupo de riesgos
catastróficos al mercado”, agregó.
Hace una semana visité en Chile la zona afectada por el terremoto y vi cuántas personas
habían salvado la vida porque los gobernantes chilenos habían aprendido las lecciones del
pasado y prestado atención a las advertencias sobre crisis futuras.
Hay que difundir la cultura de la reducción del riesgo de los desastres. Es alentador ver que
ya hemos emprendido ese camino.
De acuerdo con el Marco de Acción de Hyogo, las Naciones Unidas han asignado prioridad
a la reducción del riesgo de desastres. He nombrado a un Representante Especial para la
aplicación del Marco de Acción de Hyogo y el año pasado presidí la ceremonia de
presentación del primer informe de evaluación global sobre la reducción del riesgo de
desastres en Bahrein.
Cuba padeció cuatro huracanes en 2008. Sufrió daños físicos por valor de 9.000 millones
de dólares pero hubo muy pocas víctimas mortales.
Las pruebas son abrumadoras, pero las lecciones que dejan desastres como éstos se
olvidan con lamentable rapidez. Muchos gobiernos no han tomado las medidas prácticas
que se proponen en el Marco de Acción de Hyogo.
Algunos países aducen que no pueden permitirse usar los recursos que el modelo de
prevención requiere. A mi juicio, ningún país puede permitirse no adoptar ese modelo.
Sabemos que, tomando medidas de prevención, en realidad a largo plazo los gobiernos
tienen que hacer frente a menos gastos. Cuando China destinó 3.150 millones de dólares a
reducir el impacto de las inundaciones entre 1960 y 2000, evitó pérdidas estimadas en
unos 12.000 millones de dólares.
Se han hecho economías parecidas en el Brasil, la India, Viet Nam y otros países.
Los gobiernos, nacionales y locales, deben tomar todas las disposiciones necesarias para
que las comunidades puedan superar tanto las dificultades cotidianas como las
perturbaciones súbitas.
Medidas como éstas salvarán a muchos miles de personas que de otra forma morirán. Las
Naciones Unidas están dispuestas a ayudar a los gobiernos a crear capacidad de
preparación a nivel nacional y regional. Las naciones donantes deben financiar medidas de
reducción del riesgo de desastres y de preparación. La adaptación al cambio climático, en
particular, implica hacer inversiones en sistemas de reducción de daños, preparación y
gestión para casos de desastre.
Los terremotos de Chile y Haití nos demostraron una vez más por qué las medidas que se
toman antes de los desastres son decisivas. Para impedir que los peligros naturales se
conviertan en desastres, todos debemos actuar más pronto y actuar con más eficacia
La tecnología avanza ante grandes
costos por desastres naturales
Teniendo en cuenta las grandes pérdidas a nivel social y económico que han
generado los desastres naturales, existe una gran urgencia por aprovechar e
innovar en materia tecnológica que permita la prevención de dichos
acontecimientos.
Según datos del Banco Mundial, las pérdidas monetarias causadas por los desastres
naturales se han multiplicado en los últimos años subiendo de un promedio de
US$50.000 millones al año en la década de 1980 a cerca de US$200.000 millones
anuales en el último decenio.
Según información del Banco Mundial, cada vez más los gobiernos y las
organizaciones internacionales están adoptando y aprendiendo que las inversiones
tecnológicas inteligentes en preparación y capacidad de adaptación pueden evitar
que los peligros naturales se conviertan en catástrofes para la humanidad.
En el foro sobre ‘Comprensión de los riesgos 2016’, realizado por el GFDRR, se dio el
espacio a diferentes delegados para presentar tecnologías de avanzada e
investigación de vanguardia en diferentes áreas de la gestión del riesgo de
desastres.
Esto, puede ser de gran utilidad a la hora de saber cómo las carreteras,
edificaciones y otras obras de infraestructura pueden tener mayor capacidad de
adaptación a los desastres naturales y el cambio climático.
Comida no perecedera y bebida (un galón de agua por persona al día) para
tres días. Si tu botiquín casero contiene comida enlatada, asegúrate de incluir
un abrelatas.
Una radio portátil y una linterna, ambas con pilas extras.
Un botiquín de primeros auxilios más provisiones de los medicamentos que
tomes a diario. Asegúrate también de incluir un par de anteojos o lentes de
contacto extra y aquellos dispositivos médicos que utilices habitualmente, como
oxígeno, catéteres o pilas extra si usas un aparato para la sordera.
Un silbato y un par de herramientas útiles como una llave inglesa o alicates
para cerrar los servicios públicos si fuera necesario.
Un cargador extra para tu teléfono celular
Un cambio de ropa para cada miembro de la familia
Dinero en efectivo (sin electricidad no funcionan los cajeros automáticos ni las
registradoras en los mercados o gasolineras).
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2. Designa puntos de encuentro y una persona de contacto
Los nervios y la confusión suelen acompañar a cualquier desastre natural, así
que es crucial que todos los miembros de tu familia sepan cómo y dónde
reencontrarse si llegaran a separarse o no están juntos cuando ocurra el
desastre. Designa hoy mismo dos puntos de encuentro, uno cerca de tu casa y
otro más alejado, por si los daños en el vecindario fueran más extensos.
Designa también una persona de contacto a la que todos puedan llamar en
caso de emergencia. Si tienes la opción, escoje a alguien que viva en un
estado diferente al tuyo ya que en una emergencia los teléfonos locales suelen
colapsarse rápidamente y es más fácil hacer una llamada de larga distancia o
incluso internacional.
3. No te deshagas del teléfono fijo
Los teléfonos inalámbricos son más cómodos en la vida diaria, pero recuerda
que si no hay electricidad, no funcionan. Manten en casa un teléfono fijo con
una toma conectada a la pared.
4. ¿Es tu casa claramente visible desde la carretera?
Este es un detalle que con frecuencia pasamos por alto, pero que puede
resultar crucial durante una emergencia. Asegúrate de que el número de tu
casa se vea fácilmente desde la carretera y de que contenga un material
reflectante para que sea visible tanto de día como de noche. Considera
también cambiar el interruptor de la luz que tengas en el porche, por otro que
incluya la opción de hacer brillar la luz intermitentemente. Encuentra estos
interruptores con activador de luces intermitentes de emergencia (pida por
un Emergency Switch Flashing Light Activator, en inglés) en tu ferretería
favorita y por lo general cuestan menos de $15.
Si tienes que llamar a los servicios de emergencia, ¡querrás que encuentren tu
casa rápidamente!
5. Prepara un inventario de tu vivienda
Hacer un inventario de tus posesiones puede parecerte un proyecto
abrumador, pero te facilitará enormemente la vida si tienes que presentar una
reclamación al seguro tras un desastre natural. Si tienes acceso a una cámara
de video (hoy en día muchos teléfonos celulares incluyen cámara de fotos y de
video), te resultará todavía más fácil. Simplemente ve cuarto por cuarto
grabando con la cámara y documentando en voz alta todos los detalles que
recuerdes de tus objetos de valor. Puedes mencionar, por ejemplo, cuándo y
dónde compraste ese objeto, cuánto pagaste y si usaste una tarjeta de crédito
o si lo pagaste en efectivo. Di también en voz alta la marca, el modelo y los
números de serie asociados con ese aparato. Si no tienes acceso a una
cámara de video, usa una cámara de fotos para documentar cada objeto de
valor y apunta la información asociada con ese objeto. Dedica a continuación
una tarde a juntar todos los recibos que tengas guardados e indica claramente
a qué objetos pertenecen.
Tanto si haces el inventario electrónicamente como manualmente, guarda los
discos o los papeles junto al resto de tus documentos importantes. Asegúrate
de que la carpeta o caja (podría ser una pequeña caja fuerte) donde los guarde
sea resistente al agua y al fuego.