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Fernado Rocchi El péndulo de la riqueza: la economía argentina en el periodo de 1880-1916

Crecimiento económico y exportaciones


Entre el 80 y el 16 argentina experimento un crecimiento que la ubicaba como promesa en América del sur. El
crecimiento del producto Per capita superaba al de los estados unidos levemente, y holgadamente al de Francia,
gran bretaña y Japón.
El motor del crecimiento económico fueron las exportaciones de productos primarios. Desde mediados del
SXIX, las ventas al exterior de la lana habían crecido de manera sostenida y convertido a este producto en el
principal bien exportable del país. Entre las decaes de 1840 y 1880, la fiebre del lanar pobló de ovejas
refinadas de raza Merino los campos de la región pampeana y sentó las bases de su crecimiento económico. A
fines del SXIX, la estructura de las exportaciones comenzó a diversificarse con la producción de nuevas
mercancías para vender en el exterior, como cereales, lino, carne congelada ovina y animal en pie. A principios
del SXX, la carne refrigerada vacuna se transformo en una nueva estrella, mientras los cereales ampliaban su
presencia.
Los cambios por otro lado no solo implicaron un aumento en la diversidad sino en el volumen físico y el valor
de las exportaciones que, entre 1880 y 1916, se incremento 9 veces, al mismo ritmo que el producto bruto
interno. El auge exportador argentino fue parte de un proceso de internalización del intercambio comercial que
se acelero a fines del XIX con el desarrollo del capitalismo internacional. Así como se comerciaban los bienes y
servicios de un lugar a otro, también los factores de producción móviles, fluyeron en el marco de esta
internacionalización económica. Una Europa con exceso de población se convirtió en fuente de mano de obra.
La industrialización en las economías más dinámicas, produjo excedentes de capital, la migración de trabajo y
de capital requería un cierto marco de orden político y jurídico en los lugares de recepción, la formación de los
estados nacionales brindo ese contexto.
A mediados del SXIX, la inserción de la Argentina en el mercado capitalista mundial era débil, el país en
verdad no tenía ni capitales ni población suficiente como para producir bienes exportables a gran escala. Más
aun, ni siquiera había un estado central. El estado en formación comenzó a garantizar la seguridad jurídica, la
propiedad privada y el movimiento libre de capitales.
La argentina contaba con un factor de producción abundante sobre el que se baso el crecimiento exportador: la
tierra. El salto final se produjo con la campaña al desierto, del 79, y en la década de 1880, con las campañas en
el chaco y en la Patagonia, esta frontera termino por desaparecer. Este doble movimientos de fronteras, la
política y la productiva, resulta peculiar de la Argentina pues, a diferencia de otros lugares, no era la presión de
una masa de población ávida de tierras la que impulsaba la conquista militar. Su apropiación precedió al
doblamiento y aun a la propia conquista. Por su abundancia, al principio, a muy bajo costo, a partir del avance
de la frontera productiva, su valor comenzó a subir y entre 1880-1913, el precio promedio de la tierra
pampeana se multiplico por 10.
El trabajo necesario para el proceso productivo fue provisto por la acción conjunta del crecimiento
demográfico, de las migraciones internas y sobre todo de la inmigración. Las inversiones extranjeras se

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desplegaron siguiendo dos elementos cuya importancia relativa fue cambiando con el tiempo: la seguridad y la
rentabilidad. El arreglo del problema de la vieja deuda era parte de la construcción de una atmosfera favorable
para la llegada de nuevo capitales que requería un marco jurídico y legal más amplio. La constitución de 1853
fue la base para lograrlo, fue el naciente estado el que disminuyó los riesgos ofreciendo garantías de
rentabilidad a los inversores.
El estado impulso la primera oleada de inversiones a través de la emisión de bonos del gobierno sobre los que
se pagaba un interés mayor que el brindaba un banco europeo. La mejor muestra de seguridad estaba en el
propio estado, que ofreció sus ingresos como garantía y que, a la vez, pudo afianzar gracias a esos préstamos
que fortalecieron su aparato militar y burocrático, así como la posibilidad de subsidiar a los aliados
provinciales. La gran mayoría de los capitales provenían de gran bretaña, la rentabilidad de las primeras
inversiones ferroviarias extranjeras estuvo garantizada por el estado que les aseguro una ganancia sobre el
capital invertido. A algunas empresas se les cedió una amplia extensión de tierra al costado de las vías, que
estas transformaban en un negocio inmobiliario a partir de su venta.
En la década del 80 las inversiones ferroviarias se multiplicaron. Esta red, que continuo extendiéndose en las
tres décadas siguientes, posibilito la puesta en producción de nuevas tierras. El estado nacional por otro lado
continúo construyendo ferrocarriles en las zonas donde el capital privado no quería aventurarse, como ocurría
en buena parte del noroeste, de la región chaqueña y de la Patagonia.
Los británicos invirtieron a la vez en tierras comercio y hasta industria. Pero fueron los bonos del estado y los
ferrocarriles los que acapararon su atención. A principios de siglo comenzaron a llegar capitales
norteamericanos, el grueso de ellos al principio se centro en bonos estatales, en una operación mas riesgosa en
los frigoríficos. Estas empresas permitían e procesamiento de vacunos con destino a la exportación. A finales
del SXIX comenzó a exportarse ganado vacuno en pie para su faena en el lugar de consumo. Esta línea de
exportaciones se desvaneció ante la invención del buque frigorífico que, por la acción del frío, permitía
transportar la carne conservada hasta los mercados europeos, el principal comprador de carne argentina era gran
bretaña.
Las técnicas más modernas fueron empleadas en los frigoríficos argentinos cuando los norteamericanos
desembarcaron con sus capitales. Los ferrocarriles fueron fundamentales para hacer que la argentina se
convirtiera en un exportador de cereales a gran escala. Las colonias formadas por inmigrantes y dedicadas
preferentemente a la agricultura, se caracterizaban por la alta presencia de propietarios de la tierra entre sus
pobladores. La producción de las colonias encontró rápida aceptación en el mercado interno, al que logro
abastecer y en 1876, inicio una nueva tendencia al permitir el primer embarque de cereales.
En los primeros años del SXX, la argentina ya había delineado un perfil productivo y exportador que
continuaría por muchos años: cereales y carne con destino a los mercados europeos. En 1910 el país se había
convertido en el 3 exportador mundial de trigo del mundo.
La economía pampeana

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La producción de cereales con destino la exportación comenzó en las colonias agrícolas. Los colonos
trabajaban junto con sus familias, pero se veían en la necesidad de emplear mano de obra adicional para las
tareas que, como la cosecha, eran trabajo-intensivas.
A principios del SXX, el escenario microeconómico del agro pampeano cambio cuando buena parte de la
producción cerealera comenzó a originarse en estancias. Los cereales se produjeron, sin embargo, en la estancia
mixta (combinaba agricultura y ganadería), con una serie de instalaciones y un manejo empresarial que la
volvía diferente de la vieja estancia. En las estancias mixtas, el estanciero se dedicaba al engorde, la forma en
que estos encontraron para abaratar esos costos fue la asociación económica con un grupo de gran importancia,
los chacareros. Su beneficio estaba en vender sus cultivos, pagarle un arriendo al propietario y obtener una
diferencia. Los chacareros sin ser propietarios de la tierra eran empresarios capitalistas en pequeña escala así
como empleadores de mano de obra que necesitaban para tareas agrícolas estacionales, esta mano de obra era
provista por peones llamados “braceros” contratados generalmente por un periodo del año.
El mundo de los estancieros mostraba su propia complejidad. Los invernadores estaban al tope de la estructura
económica de la región pampeana, una buena parte de los estancieros “criadores”, que se ocupan de la primera
etapa de vida de los terneros, la previa al engorde. Los campos de cría eran de peor calidad que los de invernada
por lo que generalmente los criadores eran menos ricos y prósperos que los invernadores. Los criadores
quedaban comercialmente presos de estos, que les compraban sus novillos, los invernadores tenían vínculos
directos con los frigoríficos. También estaba el grupo de los cabañareos que se dedicaban a la importación y
reproducción de animales de raza.
El agro pampeano se caracterizo por la ausencia de grades conflictos sociales durante buena parte del periodo
de auge exportador (solo cuando estalla una crisis en 1912 “el grito de Alcorta” al sur de Santa Fe.). En los
primeros años del SXX, el conflicto social se desarrollo más en las ciudades que en e agro.
La industria se desarrollo en torno a la producción de artículos de consumo y creció como resultado de un doble
movimiento de protección arancelaria y aumento de la demanda agregada. El crecimiento industrial solo logro
cifras significativas en la década de 1890 cuando una crisis en el sector financiero fue seguida por nuevas
tarifas y por una abrupta caída en el valor del peso. Por entonces surgieron una serie de grandes fábricas
dedicadas a producir bienes de consumo que iban desde los alimentos y bebidas hasta la vestimenta y artículos
de ferretería. Finalmente a principios del SXX, la industria se desplegó con mayor fuerza a partir de un nuevo
aumento de la demanda.
La producción de esta industria protegida por las tarifas aduaneras y poco eficiente, tenia como principal
destino el mercado interno. Las producciones regionales protegidas como el azúcar y el vino, no contaban con
las ventajas comparativas que hubieran hecho posible la exportación, solo el subsidio estatal permitió que el
primer producto se vendiese al exterior, por un breve periodo a fines del SXIX.
El comercio y las finanzas
Los almacenes de ramos generales proveían a los chacareros de mercaderías y créditos, generalmente
prendando la futura cosecha. Este sistema ponía al productor en una situación especialmente frágil, pues quería

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deshacerse de su cereal tan pronto como fuera posible. Los mecanismos financieros eran, asimismo, uno de los
cuellos de botella, el sistema de créditos se basaba en la prenda hipotecaria.
A principios de la década de 1880, el escenario bancario estaba largamente ocupado por el banco de la
provincia de buenos aires. Los beneficiarios eran tanto el sector ganadero como el comercial, aunque buena
parte de su gestión estuvo interferida por las conexiones con el mundo político, especialmente con el PAN.
Otro banco importante, el Hipotecario, ocupo un papel destacado en el circuito agrario al oficiar de
intermediario en la cadena de crédito que tenia como inversores finales a los ahorristas británicos. Esta cadena
poseía como instrumento a las cedulas hipotecarias emitidas por el banco sobre la garantía que ofrecía la
propiedad de la tierra. La deuda estaba contraída en pesos moneda nacional, las sucesivas devaluaciones de la
moneda hacían que su pago en pesos papel representara cada vez menos libras esterlinas. Los inversores
británicos terminaron perdiendo dinero. A partir de allí, esta emisión se haría en pesos oro que no dependían de
las fluctuaciones en el valor de la moneda nacional.
La perdida de dinero por parte de los inversores británicos era posible porque en la economía argentina se
utilizaban dos monedas de forma paralela. Por un lado circulaban los pesos papel o moneda nacional, que
variaban con la emisión loca. Por otro, se usaban los pesos oro. Para fijar una relación estable entre ambas se
implanto en 1881, un patrón bimetálico. Las posibilidades de mantener este sistema no eran muchas, por lo que
en 1884, ante una pequeña crisis, se volvió a la inconvertibilidad o cursó forzoso. La relación inestable entre las
dos monedas favorecía a los exportadores que obtenían sus ingresos en divisas extranjeras mientras que
solvetaban sus costos en pesos papel cada vez más bajos.
La ley de bancos garantidos llevo a la emisión descontrolada de dinero en todo el país, unida a la concepción
liberal de créditos que se estaba produciendo, sentaron el terreno para que se desarrollara la crisis del 90 que
impacto en la actividad bancaria. La crisis termino con el viejo sistema bancario liberal, muchos bancos
privados y estatales fueron a la quiebra. La reorganización de la red bancaria se llevo a cabo a partir de las
entidades privadas más conservadoras y sobre todo, el banco de la nación argentina, una institución estatal
creado en 1891. El control de la moneda resulto así una de las fibras que tejieron su entramado de poder a costa
del de las provincias. Tanto la banca privada como la estatal se volvieron mas generosos cuando aumentaron los
depósitos, en 1906 fue la reapertura del banco de la provincia.
En la década de 1910, la Argentina contaba con una serie de solidas instituciones estatales y privadas que sin
embargo, no llegaban a formar un sistema bancario desarrollado. El grueso de la demanda bancaria estaba en el
comercio, aunque los sectores productivos recibieron una importante proporción de los créditos otorgados.
Mientras el sistema bancario se movía, a principios de siglo, dentro de un fuerte conservadurismo, el marco
monetario lo hacia en media de una novedosa estabilidad. En 1899 durante la segunda presidencia de Roca se
adopto una ley de convertibilidad que duraría mucho más que las anteriores. El estado puso en vigencia la ley
cuando en 1901, contó con las reservas suficientes para hacerlo, inaugurando una década de estabilidad
monetaria que duro hasta la primera guerra mundial, en el que fue implantado el curso forzoso.

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Uno de los sectores que más pujaba por la estabilidad era el comercio. Por un lado, la moneda devaluada
desfavorecía las importaciones, por otro la inestabilidad afectaba el comercio interno, que incluía la actividad
minorista y mayorista. De manera paralela, aparecían nuevas especialidades, como la de los comerciantes
mayoristas introductores que se dedicaban a enviar mercaderías al interior, principios del SXX se consolidaron
las grandes tiendas.
Mercado interno y mercado nacional
La región pampeana de donde salía el grueso de la producción exportable, fue la que experimento las mayores
transformaciones y cosecho los mayores beneficios. El resto del país tuvo una evolución no solo menor sino
más heterogénea. Ciertas áreas lograron una ligazón directa con este mercado a través de un producto
especifico, como ocurrió con el tanino del norte de Sante Fe y con la lana de la zona Patagónica orientada al
atlántico, pero constituyendo economías de enclave que generaban pocos efectos multiplicadores. Otras zonas
se conectaron con los espacios comerciales de los países limítrofes. La posibilidad de vender algún producto a
la expansiva región pampeana se convirtió en la alternativa más provechosa y en la llave de éxito para un par de
economías regionales: los casos del azúcar, cultivado principalmente en Tucumán y del vino en Mendoza y San
Juan.
El crecimiento del mercado interno fue paralelo al de la economía exportadora, el mercado argentino se
abastecía parcialmente de importaciones, que crecieron a la par del conjunto de la economía. Parte de este
mercado interno estaba en la zona rural, donde el crecimiento de la agricultura más que el de la ganadería
proveyó los grandes números de demanda, en este mercado rural sobresalían los colonos de la provincia de
Santa Fe.
La urbanización fue un fenómeno paralelo al del crecimiento de la exportación. La demanda para la
construcción se convirtió en uno de los mercados más activos para la naciente industria. Las fábricas se
concentraban en la ciudad de buenos aires donde llegaron a emplear un tercio de su población activa. Esta
localización no les impedía tener como uno de sus objetivos la conquista de un mercado que fuera más allá de
los límites de la capital y coincidiera con las fronteras del país. La formación de un mercado nacional fue una
trabajosa construcción tanto para el estado como para el sector privado. Sobre el primero, sin embargo, recaía la
tarea de proveer el contexto legal necesario, para que el segundo pudiera desplegar sus estrategias.
La entrada de productos importados a partir del libre comercio había significado un primer golpe para estas
industrias locales, mientras que la construcción de líneas férreas profundizo el peligro al reducir los costos de
transporte de las importaciones. Las fábricas porteñas también lograron, con la llegada de los trenes, mejores
posibilidades para vender en el interior, sumando a esto la ventaja de poder salir con productos más baratos.
Una de las victimas de la industria porteña fueron las curtiembres de salta, que terminaron por sucumbir cuando
en 1880, las de buenos aires enfrentaron el mercado con inversiones de capital, producción en escala y
reducción de costos. El toque de muerte para una gran parte de la rudimentaria manufactura del interior llego de
la mano de las estrategias específicas que las fábricas de buenos aires realizaron para conquistar el mercado
nacional. Esto no era cosa fácil, ya que se enfrentaban a un mercado segmentarizado, una de las razones de esta

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situación es que ciertas áreas del interior tenían pautas de comercialización y consumo muy diferentes de las de
la región pampeana. En el interior las compras se hacían en números más modestos por ejemplo. Este problema
podía ser enfrentado por las industrias porteñas a través de la estrategia de un empaquetamiento diferencial.
Mas difícil fue vencer las barreras de calidades, el interior consumía productos más baratos y de tipo inferior a
aquellos que demandaba la región pampeana. El dominio industrial de buenos aires encontraba un muro de
resistencia en las producciones regionales que el estado protegía como el azúcar y el vino.
Hacia la década de 1910, la mayor parte del país termino por formar parte de un mercado unificado de
productos. Solo quedaron afuera algunas áreas marginales.
La revolución en el consumo
El crecimiento del mercado interno fue tan meteorito como el de las exportaciones. En 1916 era 9 veces mayor
que el de 1881. Las cifras del aumento tenían que ver en parte con la pequeñez de la economía argentina e el
80. El crecimiento era el resultado de la confluencia de dos fenómenos que se potenciaron para aumentar la
demanda:

 El crecimiento poblacional

 Ingreso per capita

La distribución del ingreso, tanto al nivel regional como al social, nos es desconocida, pero cierta tendencia
indica que el grueso del producto se concentraba en la región pampeana. La alta movilidad social de la
argentina, así como los continuos movimientos físicos de la población, vuelve la definición de grupos sociales
complicada. Las clases altas desplegaban un consumo conspicuo que incluía artículos importados, pero su
número e incidencia en el mercado eran nulos por lo que las clases medias y bajas conformaron el grueso de la
demanda nacional. La clase media aumento en numero y en presencia a medida que crecían una economía con
efectos multiplicadores sobre las actividades secundarias y terciarias. Lo masivo se torno no solo viable sino
aceptable, la clase baja entro de manera similar a la esfera del consumo. La participación en el consumo de
vastos sectores de la población fue también una característica de esta etapa.
El renovado crecimiento económico de la primera década del nuevo siglo posibilito que los cambios que
antecedieron a la crisis se desplegaran con mayor solidez. La llegada de inmigrantes trajo el número de gente
necesario para que el fenómeno se concretara en un país que alcanzaba a principios de la década de 1910 los 6
millones de habitantes.
La masificación del espacio común encontró su mejor ejemplo en el papel cada vez as importante que los
lugares públicos adquirieron, la masificación del tiempo por su parte, se desplegó en la concepción de créditos
por las empresas comerciales, desde las grandes tiendas hasta los pequeños negocios que vendieron sus
mercancías en cuotas. La secularización del espacio se tradujo en el surgimiento de lugares comerciales, las
ceremonias mas intimas y privadas como los casamientos y los entierros pasaron a ser realizadas por empresas
comerciales (moda, propaganda, vidrieras).
Los vaivenes de la economía

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El capitalismo de entonces se caracterizaba por ciclos de auge y depresión que se propagaban en espacios cada
vez más amplios en la medida en que se iban integrando nuevos países y regiones al sistema económico
mundial. La primera crisis internacional ocurrió en 1866 y afecto a las exportaciones de lana. En 1873 el país se
vio nuevamente en una crisis mundial que impacto sobre toda la economía, la forma que tomo la llevo a
convertirse en la “crisis de balanza de pagos”. En esos años las importaciones superaron largamente a las
exportaciones, con lo que se produjo un déficit en el balance comercial, pero esto no implicaba un problema a
corto plazo, porque había un superávit en la cuenta capital del balance de pagos. Ante los primeros síntomas de
desorden económico, las inversiones se retrotaen y cambiaron el signo positivo de la cuenta capital. El gobierno
de Nicolás Avellaneda decidió enfrentar la crisis sin dejar de pagar la deuda externa.
Avellaneda impuso un plan que incluía el aumento de los impuestos a las importaciones y un ajuste en los
gastos de gobierno. La caída en el consumo se unió a las tarifas mas altas y al menor gasto publico para
producir un abrupto descenso en las importaciones (que genero un superávit en el balance comercial) y un
aumento en la posibilidad del estado (que recaudaba mas y gastaba menos) para pagar la deuda.
Una nueva crisis llega en 1884, menor que la anterior pero que llevo a interrumpir el optimismo, se abandonó el
reciente aprobado plan de patrón monetario bimetálico, (convertibilidad) el país entró en el llamado “curso
forzoso”.
En medio de la política monetaria expansiva emprendida por Juárez Celman a fines de la década surgieron
bancos sin respaldo a partir de la mencionada ley de bancos garantidos, así como sociedades anónimas. El
espíritu especulativo de la época llevo a fuertes condenas por parte de algunos grupos que consideraban que la
superficialidad y la locura se habían hecho carne en el gobierno muchos ciudadanos. De pronto todo se
derrumbo, las inversiones especulativas pasaron a ser el balando de la desconfianza y el publico encontró en el
oro la única inversión segura. Como resultado, el peso moneda nacional cayo de manera estrepitosa y las
subidas en el precio del oro se transformaron en el tema preferencial de la discusión cotidiana. Este malestar
económico iniciado en 1889, se acentúo el próximo año cuando estallo la crisis.
La maduración de las inversiones en ferrocarriles realizadas antes de la crisis, más las que se seguían haciendo
en este rubro que continuaba recibiendo capital, originaron un incremento en las exportaciones. Fue gracias al
ferrocarril que en esos años los cereales pudieron convertirse en un producto de exportación masiva.
En 1897, varios factores se unieron para desencadenar la crisis. Por untado, las altas tarifas habían llevado a la
apertura de una cantidad de fabricas que la demanda argentina no podía sostener, llevando a una
sobreproducción industrial, a esto se unió el agravamiento del conflicto fronterizo con Chile que llevo una
desaceleración en la concesión de créditos.
La economía interna, en cambio, solo mostró un crecimiento similar al anterior a la crisis después de un nuevo
sacudon financiero internacional ocurrido en 1901 y de firmarse los tratados de Mayo (que pusieron fin al
conflicto existente con Chile) en 1902. Debido a la fortaleza de las exportaciones el balance comercial se
mantuvo favorable, a pesar del aumento de las importaciones que traía el crecimiento del consumo. Ya para
entonces, una parte de este se abastecía de industrias asentadas en el país, lo cual generaba el consecuente

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ahorro de divisas externas. Las inversiones extranjeras se renovaron, con lo cual la cuenta capital también se
mostró en superávit.
El estado frente a la economía
Si bien no existió un estado intervencionista a la manera en que la argentina lo conoció más avanzado el SXX,
la presencia estatal en la economía fue tan significativa como compleja. El estado promocionó las primeras
inversiones garantizando sus bonos y las ganancias de las empresas ferroviarias privadas. Incluso se involucro
directamente a partir de la construcción de la primera red de trenes, así como se aventuro con sus ferrocarriles
donde el capital privado no lo hacia. Esto se continuaba en el mercado financiero, el papel clave que tuvo el
banco de la provincia de buenos aires en los orígenes del sistema continuo con el funcionamiento del banco
nación.
La complejidad de la relación entres estado y economía también se desplegaba en la política fiscal. El grueso de
los ingresos estatales estuvo compuesto, por impuestos a las importaciones. Los gravámenes a las expotaciones
terminaron desapareciendo en la década de 1880, pues se consideraba que obstruían las ventas al exterior que
eran el motor del crecimiento. La política fiscal elegida, que gravaba al consumo fue criticada como
inequitativa por alguno de los contemporáneos.
Uno de los resultados de la política fiscal argentina fue una inevitable protección a la industria local. La
complicada politica tarifaria se explica tanto por las complejidades del estado cuanto de los mismos
empresarios industriales. La mayoría de estos también eran importadores de bienes finales manufacturados. Así
los industriales reunían en una empresa dos actividades, como la fabricación y la importación, que aparecían
antagonizando en el marco macroeconómico, pero que para ellos eran parte del mismo negocio.
Más allá de la presión empresarial, la política industrial de protección selectiva fue redondeada por el mismo
estado a través de quien fue uno de sus constructores Roca. En 1899, el entonces presidente definió a la
argentina como un país que no tenia una evolución económica exitosa lo suficientemente vieja como para
lanzarse al librecambismo, pero tampoco había alcanzado aun la potencialidad de estados unidos, con lo que el
proteccionismo resultaba aun desventajoso. Roca tomo una posición intermedia, optando por la intervención
estatal, pero a un nivel menor del sugerido por los papelistas, el de 1 peso oro por cada 2,27 papel. Los ingresos
del estado nunca llegaban a cubrir sus gastos por lo que el déficit fiscal era moneda corriente. El agujero fiscal
se cubría a partir de la emisión de deuda pública, si bien esta deuda aumentaba sin solución de continuidad,
llego a tener una incidencia cada vez menor en el presupuesto a medida que avanzaba el nuevo siglo. La
emisión de deuda pública llevaba a un aumento en la tasa de interés y a una eventual caída en la tasa de
inversión del sector privado.
A partir de su formación, el estado fue adquiriendo una serie de capacidades administrativas que implicaban
gastos en materiales y salarios. El periodo en el que el crecimiento económico hacia fuera se consolidó cuando
estuvo lejos, entonces de ser homogéneo. Siendo la exportación el motor de crecimiento una de las principales
características de estos años fue justamente la conformación de un mercado interno (y nacional) de productos y
de factores de producción.

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