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Liceo Manuel Jesús Ortiz. San Ignacio


Departamento de Lenguaje y Comunicación
Nivel: 4° medio Electivo
Profesora: Maricel Troncoso San Martín

Guía de “Jorge Larraín, Identidad Chilena” (Jorge Larraín)

Nombre: ______________________________________ Curso: _______ Fecha__________

Capítulo 1. El concepto de identidad.


Identidad y mismidad.
"Un primer significado de identidad se encuentra en las tradiciones metafísicas escolásticas y aristotélicas que la
concebían como uno de los principios fundamentales del ser y como una ley lógica del pensamiento." Todo ser es idéntico
consigo mismo y, por lo tanto, una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo.
"Como propiedad de todos los seres, la identidad no depende necesariamente de que un ser particular sea capaz de
reflexión o no." Una mesa es idéntica a sí misma del mismo modo que un ser humano, aunque la mesa no tenga
conciencia de ello.
"Un significado más adecuado de identidad deja de lado la mismidad individual y se refiere a una cualidad o conjunto de
cualidades con las que una persona o grupo de personas se ven íntimamente conectados. En este sentido la identidad tiene
que ver con la manera en que individuos y grupos se definen a sí mismos al querer relacionarse -"identificarse"- con
ciertas características."
"Al explorar este concepto de identidad cualitativa… se destaca el carácter subjetivo de las cualidades que constituyen la
identidad y el hecho de que ellas pueden cambiar. La identidad cualitativa responde a la pregunta acerca de lo que a cada
cual le gustaría ser."
"Por más que el análisis de la identidad cualitativa es sugerente y útil, descuida destacar su carácter social."
Los tres elementos componentes de la identidad.
"Si la identidad no es una esencia innata sino un proceso social de construcción, se requiere establecer los elementos
constitutivos a partir de los cuales se construye…. Primero, los individuos se definen a sí mismos, o se identifican con
ciertas cualidades, en términos de ciertas categorías sociales compartidas… religión, género, clase, etnia, profesión,
sexualidad, nacionalidad, que son culturalmente determinadas y contribuyen especificar al sujeto y su sentido de
identidad. En este sentido puede afirmarse que la cultura es uno de los determinantes de la identidad personal. … Así es
como surge la idea de las identidades culturales. Cada una de estas categorías compartidas es una identidad cultural."
Segundo. "está el elemento material… que incluye el cuerpo y otras posesiones capaces de entregar al sujeto elementos
vitales de autorreconocimiento"… "así entonces los objetos pueden influenciar la personalidad humana"… "A través de
este aspecto material la identidad puede relacionarse con el consumo y con las industrias tradicionales y locales"… "las
cosas materiales hacen pertenecer o dar sentido de pertenencia en una comunidad deseada." A mi entender, el autor no
consideró algunos aspectos relativos al cuerpo, como color de piel, rasgos faciales, talle, estatura, etc. que pueden hacer
sentir pertenencia a un grupo.
En tercer lugar, "el sujeto se define en términos de cómo lo ven los otros. Sin embargo, sólo las evaluaciones de aquellos
otros que son de algún modo significativos para el sujeto cuentan verdaderamente para la construcción y mantención de
su autoimagen."... "En este sentido se podría decir que las identidades vienen de afuera en la medida que son la manera
como los otros nos reconocen, pero vienen de adentro en la medida que nuestro autorreconocimiento es una función del
reconocimiento de los otros que hemos internalizado."… "En otras palabras, la construcción de la identidad es un proceso
intersubjetivo de reconocimiento mutuo."
Identidades personales y colectivas.
"las identidades personales y colectivas están interrelacionadas y se necesitan recíprocamente."… "Esto es así porque las
personas no pueden ser consideradas como entidades aisladas y opuestas a un mundo social concebido como una realidad
externa."... "De allí que la identidad colectiva sea el medio y el resultado de las identidades individuales a las que
recursivamente organiza."
"Esta relación cercana no debe ocultar, sin embargo, las diferencias entre estas dos formas de identidad. … hay que evitar
trasponer los elementos psicológicos de las identidades personales a las identidades culturales. Una identidad colectiva no
tiene estructura psíquica o de carácter en el sentido de un número definido de rasgos psicológicos. Es un error ontologizar
para un colectivo, lo que son rasgos psicológicos individuales."
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"En sí misma, una identidad colectiva es puramente un artefacto cultural … como en el caso de la nación … lo que se dice
de nación es también aplicable a otras identidades culturales tales como la sexualidad, la etnia, la clase social, el género,
etc. ... Cada identidad cultural demanda una cantidad diferente de compromiso de cada miembro individual... y esto puede
cambiar históricamente. Las identidades culturales no son estáticas."
"Por lo tanto, las identidades colectivas comienzan históricamente, se desarrollan y pueden declinar o desaparecer."

ACTIVIDAD 1: Conteste en su cuaderno las siguientes preguntas.


1) Defina el Concepto de Identidad que establece el autor
2) ¿A qué se refiere el autor con el concepto “Identidad cualitativa”?
3) Fundamente los tres elementos componentes de la identidad
4) Fundamente el concepto de Identidad Colectiva e Identidad Personal.
5) ¿Qué significa la expresión: “Las identidades culturales no son estáticas”?
6) Averigüe lo que significa el término “Ontologizar” y explíquelo fundamentado.

Nuestra América: José Martí. (Fragmento)


Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le
quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que
llevan siete leguas en las botas y le pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el
aire dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para
acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas
del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.
No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera
mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse,
como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma
tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos. Los
que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del
hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el pueblo ladrones,
devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no
podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie
el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante
de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en
las raíces de los Andes. A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete
meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol difícil el brazo canijo, el brazo de
uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los
barcos de esos insectos dañinos, que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al
Prado, de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes. ¡Estos hijos de carpinteros, que se avergüenzan de que su padre sea
carpintero! ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y
reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma, y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre? ¿el
que se queda con la madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su sustento en
las tierras podridas, con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó, paseando el letrero de traidor en la
espalda de la casaca de papel? ¡Estos hijos de nuestra América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más;
estos desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a
menos! ¡Estos delicados, que son hombres y no quieren hacer el trabajo de hombres! Pues el Washington que les hizo esta
tierra ¿se fue a vivir con los ingleses, a vivir con los ingleses en los años en que los veía venir contra su tierra propia?
¡Estos “increíbles” del honor, que lo arrastran por el suelo extranjero, como los increíbles de la Revolución francesa,
danzando y relamiéndose, arrastraban las erres! Ni ¿en qué patria puede tener un hombre más orgullo que en nuestras
repúblicas dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial,
sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles? De factores tan descompuestos, jamás, en menos tiempo
histórico, se han creado naciones tan adelantadas y compactas. Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de
pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa,
porque no le dan sus selvas nuevas modo continuo de ir por el mundo de gamonal famoso, guiando jacas de Persia y
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derramando champaña. La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil,
sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con leyes heredadas de cuatro siglos
de práctica libre en los Estados Unidos, de diecinueve siglos de monarquía en Francia. Con un decreto de Hamilton no se
le para la pechada al potro del llanero. Con una frase de Sieyés no se desestanca la sangre cuajada de la raza india. A lo
que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe
cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir
guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada
hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo que
fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el
del país. La forma del gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio
de los elementos naturales del país. Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los
hombres naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo exótico. No hay
batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata
y premia la inteligencia superior, mientras ésta no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él,
que es cosa que no perdona el hombre natural, dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la
susceptibilidad o le perjudica el interés. Por esta conformidad con los elementos naturales desdeñados han subido los
tiranos de América al poder; y han caído en cuanto les hicieron traición. Las repúblicas han purgado en las tiranías su
incapacidad para conocer los elementos verdaderos del país, derivar de ellos la forma de gobierno y gobernar con ellos.
Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador. En pueblos compuestos de elementos cultos e incultos, los incultos
gobernarán, por su hábito de agredir y resolver las dudas con su mano, allí donde los cultos no aprendan el arte del
gobierno. La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen bien; pero si el
gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. ¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay
universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos
peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y
aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen
los rudimentos de la política. El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor estudio de los
factores del país en que se vive. En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el estudio de los
factores reales del país. Conocerlos basta, sin vendas ni ambages; porque el que pone de lado, por voluntad u olvido, una
parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella.
Resolver el problema después de conocer sus elementos, es más fácil que resolver el problema sin conocerlos. Viene el
hombre natural, indignado y fuerte, y derriba la justicia acumulada de los libros, porque no se la administra en acuerdo
con las necesidades patentes del país. Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el
único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de
América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es
preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria. Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos
exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante
vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.
Con los pies en el rosario, la cabeza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo, vinimos, denodados, al mundo de las
naciones. Con el estandarte de la Virgen salimos a la conquista de la libertad. Un cura, unos cuantos tenientes y una mujer
alzan en México la república, en hombros de los indios. Un canónigo español, a la sombra de su capa, instruye en la
libertad francesa a unos cuantos bachilleres magníficos, que ponen de jefe de Centro América contra España al general de
España. Con los hábitos monárquicos, y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los
argentinos por el Sur.
ACTIVIDAD 2: CONTESTE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS EN SU CUADERNO
1) ¿Cuál es la visión del autor acerca de nuestro continente? Fundamente
2) ¿A quiénes se refiere Darío con la expresión “Gigante de siete Leguas”? Fundamente
3) ¿Cuál es la crítica que realiza Darío respecto a nuestra identidad como americano? Fundamente
4) De todo lo negativo dicho por Darío… ¿En qué cosas NO estás de acuerdo? Fundamente
5) Este escrito es de 3 décadas atrás… ¿Cómo se aplica hoy en nuestra actual sociedad, las palabras de Darío?
Fundamente
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LITERATURA CHILENA E IDENTIDAD

La identidad humana puede considerarse como una especie de modelo mental, un tipo de conciencia construida, asumida
o aprendida por habitantes de un territorio y cultura determinados que les permite saber lo que son y quieren ser,
reconocerse, valorarse; en otras palabras, establecer semejanzas, analogías, homologías, al mismo tiempo que distinguirse
en cuanto personas y grupos diferenciados en relación a otros sujetos, del mismo o diferente lugar, tiempo, costumbres,
lenguajes, tales como extranjeros, indígenas, colonos, viajeros; en síntesis, también establecer diferencias, lejanías,
oposiciones. Es una manera de autoconcebirse como cierta clase o tipo de seres y grupos humanos, al mismo tiempo que
concebir a otros y definirse como ontológica y socioculturalmente distintos frente a los otros, los diferentes, extraños, de
otras lenguas, etnias, géneros, edades, es un modo de distinguir entre yo, nosotros, nosotras, y tú, ustedes, ellos, ellas. En
cierto sentido, los rasgos que conforman las nociones de identidad son variados según quienes los determinan, las
diferentes teorías con que intentan explicarlos o promoverlos y las comunidades o grupos humanos que las viven y las
expresan a través de ciertas clases de discurso, como la literatura o el discurso público, siempre en referencia a su carácter
de endógenas y exógenas.
Además, aunque en todas las sociedades existe una identidad predominante, junto a ella se fundan otras en relaciones de
complementariedad, oposición, paralelismo, etc., dependiendo de la existencia de grupos o comunidades de la sociedad
que las constituyan, el nivel de análisis en que nos situemos, etc. Las identidades socioculturales son las que tienen
existencia propia en los grupos sociales, en la memoria cultural y personal, y en diversos textos de la cultura, ideológicos,
folklóricos, históricos.
Toda identidad requiere una base efectiva de sustento para tener posibilidades de desarrollo históricosocial, le dé
existencia empírica y no se reduzca a una ilusión o una ideología fantástica o alienante. En el discurso literario estas
identidades son representadas, configuradas o proyectadas principalmente en la actuación, caracterización y diálogo de
personajes o tipos humanos representativos, en determinados enunciados ideológicos o valorativos de los sujetos
enunciativos y en los discursos metatextuales complementarios del autor.
Mediante estas estrategias los textos literarios realzan positivamente determinadas identidades y discriminan
negativamente otras.
La identidad sociocultural puede ser una sola en una sociedad muy pequeña, cohesionada y conservadora, pero lo común
es que en las sociedades complejas existan varias y diversas.
En nuestro país, las primeras identidades socioculturales definidas fueron las indígenas: mapuche, ona, diaguita,
qawasqar, yamana, claramente diferenciadas frente a la identidad europeohispánica. La fusión de ambas dio origen a la
identidad mestiza, que permaneció durante la Colonia en oposición a las dos anteriores, también mantenidas a través del
tiempo; luego, a partir de la Independencia, apareció la primera propiamente chilena, con ambiciones de identidad
nacional y americana, proyecto asociado al pensamiento y la literatura románticos y a la construcción del Estado nacional
chileno.
Las identidades pertenecen a los actores sociales, entre los cuales se encuentran los escritores y otros productores de
discursos artísticos y de distinta naturaleza, por lo cual la literatura o discurso literario interviene en forma significativa en
su generación, transformación, anulación y sustitución. Por ello, ha sido considerada un espacio privilegiado de
construcción identitaria por diversos estudiosos (Carrasco 2009). Entre otros, Eco ha afirmado que "La literatura, al
contribuir a formar la lengua, crea identidades y comunidad" (2002: 11); Ricoeur, que las narraciones literarias son
"modos mediante los cuales los individuos y los colectivos construyen sus identidades" (1985: 170); Sullá, que "el elenco
de obras y autores sirve de espejo cultural e ideológico de la identidad nacional" (1998: 11).

La literatura es un discurso artístico coexistente con otros discursos identitarios de la sociedad, como los mitos de origen,
las utopías, los relatos históricos, las leyes y constituciones, etc., por lo cual forma parte del mapa identitario de las
comunidades, aportando una visión intuitiva, experiencial. Los textos de la literatura y de las demás expresiones verbales
artísticas no solo representan las identidades existentes en las sociedades, sino además inventan algunas, intentan
deslegitimar, destruir, modificar o promover otras, de manera explícita o sugestiva mediante las estrategias, recursos y
procedimientos de la mímesis y de la ficcionalidad.
La literatura chilena es el resultado de un excelente aprendizaje de la literatura, pensamiento, lengua y cultura de Europa,
adaptadas a las características de la vida en territorio chileno, por lo tanto sustentada y proyectora de identidades de
tendencia extranjerizante y con reserva a reconocer el origen mestizo de la nacionalidad (antes creíamos ser los ingleses
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de Sudamérica, ahora parece que creemos ser los nuevos yanquis). Ésta reproduce parcialmente el esquema de las
identidades socioculturales de Chile, aunque con dos diferencias significativas: no sólo canoniza integrantes de las
identidades hegemónicas, sino también de las ocultas o marginales, como las identidades femenina, indígena, homosexual
e incluso anormal, como puede verse en Droguett o en Bombal, por ejemplo. Tampoco lo hace a modo de un muestrario
uniforme y descriptivo, como la narrativa criollista, naturalista o la novela histórica, por ejemplo, sino dejando en
evidencia las relaciones de hegemonía, ocultamiento, desprecio, etc., que existen entre ellas. También ha propuesto y
promovido identidades nuevas en su momento, como la del agitador social, el colono y, últimamente, la intercultural y la
postmoderna.
Las identidades que se construyen en la literatura pueden coincidir con las identidades que existen en la sociedad, incluso
fuera de su momento de aparición o vigencia, debido a la condición mimética o representativa del discurso literario, o
apartarse de las relaciones de reproducción o analogía haciendo predominar su condición perlocutiva que posibilita
proponer identidades distintas a las existentes, al mismo tiempo que oponerse a los cánones e ideologías predominantes
(Carrasco 2008).
La literatura conforma un amplísimo campo de estudio de identidades y de problemas identitarios y, además, influye
directamente en la construcción de identidades de una determinada sociedad, pues, como ha escrito Culler
"La literatura no sólo ha convertido la identidad en un tema recurrente; ha desempeñado también un papel
fundamental en la construcción de la identidad de los lectores. El valor de la literatura se ha vinculado desde antiguo
al hecho de que posibilita que el lector experimente indirectamente las experiencias de los personajes, permitiéndole
aprender qué se siente en determinadas situaciones y con ello aprender la predisposición a sentir y actuar de cierta
manera. Las obras literarias nos animan a identificarnos con los personajes, al mostrarnos el mundo desde su punto
de vista. Los poemas y las novelas suelen dirigirse a nosotros pidiéndonos que nos identifiquemos con lo transmitido,
y la identificación colabora en crear la identidad: llegamos a ser quienes somos porque nos identificamos con figuras
que encontramos en la lectura" (2000: 135).
Los textos literarios representan identidades, algunas propias de la diégesis, otras asociadas a la instancia narrativa y otras
a la autoría. Puesto que corresponden a grupos socioculturales, étnicos, regionales o nacionales, su percepción y análisis a
veces se concentra en los personajes (individuales o tipos humanos), en las historias, en ciertos momentos o espacios
históricos, ideológicos o literarios, en determinados conflictos o acontecimientos, sobre todo en la narrativa y el drama,
otras en el sujeto autorial o textual o en la instancia de enunciación lírica o ensayística, en algunas estrategias textuales o
procedimientos retóricos, o en la metaforización global más allá de los tipos genéricos o discursivos

Identidades en la poesía canónica de Gabriela Mistral, Ivan Carrasco, Introducción

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