PERSONA INTEGRADA
Este yo, no obstante, no está integrado ni unificado. No se mueve únicamente hacia adentro
y hacia afuera de mí, sino que se ramifica en su mismo impulso generador en nueve
dimensiones que tenemos que integrar de manera equilibrada hacia adentro y hacia afuera
de nosotros mismos.
A todo esto lo denominamos integración del yo: Unificar todas las vertientes vitales, todas
las dimensiones del ser en una continuidad consciente y constante hasta lograr una
personalidad plena.
EL YO FÍSICO Y EL YO FISIOLÓGICO
De este fondo sustancial, del cual mi cuerpo es el portador, brota el equipo de energías,
tendencias y capacidades que constituyen el equipo dinámico-humano de personalización.
El cuerpo portador vive en dependencia radical del núcleo vital, pero el núcleo vital queda
radicalmente dependiente respecto del cuerpo. Es lo que llamamos somatización. Cualquier
movimiento en el hombre hace sentir su influjo en todo el hombre, en toda su dimensión
personal. De allí nace la importancia de la educación del cuerpo. Mente sana en cuerpo
sano; cuerpo sano, vida saludable.
Ahondar un poco en esto supone aclarar algo sobre nuestra realidad corporal.
EL YO FÍSICO
Es el más simple, el más patente, el que podemos percibir con facilidad porque lo tocamos,
lo sentimos, vemos, oímos y aun olemos. Pero el yo físico no es mas que el mediador para
conectar con el exterior otros aspectos del yo mucho más profundos, menos perceptibles,
pero tan hondamente reales como el físico o fisiológico que nos es patente, muchas veces
es velo y obstáculo para la manifestación del verdadero yo. Sin embargo, es la primera
aceptación consciente para la identidad: "Es mi cuerpo, me has dado un cuerpo y aquí
estoy." Después del cuerpo está la mente, y nadie puede leer la mente de otro; nuestros
pensamientos, nuestros sentimientos, se traducen en gestos, palabras, posturas,
expresiones faciales es decir en cuerpo, en velo que cubre el verdadero yo y que tiene que
ser descifrado constantemente.
De allí que se pueda afirmar, con cierta certeza, “cuanto más transparente seas, mejor", y
para eso hay que aceptarse. Aceptar la constitución recibida, sobre la cual muy poco
podemos hacer.
Externamente esto supone aceptar estatura, complexión, cabeza, pelo, cara, mejillas, ojos
en color y expresión, nariz, boca y labios, manos, dedos, piel, expresión de la sonrisa, etc.
Lo que superficialmente llamamos identidad, la que aparece en pasaportes, tarjetas de
identidad, contratos laborales, etc. Sin embargo, ¿me atrevo a vivir conforme a mi propia
constitución? ¿Me atrevo a introyectarme para conocerme bien y atreverme a vivir según
soy? De acuerdo a mi figura son mis vestidos, los colores que escojo, los estilos según mi
propio físico. Si no me acepto tal cual soy, me convierto en instrumento de la moda. ¿Por
qué me tengo que meter en la corriente aunque no le vaya a mi personalidad? Lo importante
es que sea lo que soy. Si me va lo clásico, lo clásico; si lo exótico, lo exótico; pero no lo
artificial, para no jugar con la propia imagen. ¿Qué se quiere decir en relación a los
cosméticos? Lo importante en el yo físico externo, es quedarse libre, no dejarse manipular.
Ser uno mismo. Siempre habrá gente a quien guste y gente a quien no agrade. ¿Te gustas
y te amas a ti mismo o te dejas negligentemente y te rechazas? ¿Te amas sin querer
cambiar? Esto es la libertad con respecto a lo físico. Es la lucha de aceptarlo en el periodo
de la adolescencia. Esto es ser sincero, sin máscara. Sincerarse significa quitarse toda la
cera. Aquí estoy, sencillo, tal cual soy; que todo ayude a la interpretación de mi yo interior;
a la transparencia para mí mismo y para los demás. Este es el primer paso en la
personalización: aceptarme tal cual soy, en mi unidad, es decir, fisonomía global –Gestalt-
y en mi continuidad, o sea en la evolución biológica de mi físico, aceptándome y
presentándome tal cual soy en cada etapa de mi fase vital, para transparentar también en
cada fase mi realidad interior.
EL YO FISIOLÓGICO
La expresión visible, externa, de mi ser a través de mi cuerpo trae consigo otro aspecto de
identidad, otro aspecto que se ha de integrar en el núcleo profundo del yo. Es el aspecto
fisiológico que supone conocimiento y aceptación de cada uno de los órganos y sistemas
que rigen la vida corporal del individuo. Este es un vasto campo de aceptaciones" y de
decisiones voluntarias que nos llevan a vivir la salud integral.
Nuestra unidad fisiológica reside en la fuerza o energía vital, de la cual depende el buen
funcionamiento del organismo. Esta energía es la encargada de mantener el equilibrio
biológico, el estado de salud. La energía vital desequilibrada, al manifestarse de dentro
hacia afuera, es la verdadera causa en la aparición de cualquier mal físico. Por una parte,
el organismo personal, conocido y aceptado, es la verdadera defensa fisiológica, y además
la base primera para la personalidad; es lo que individualiza en el orden puramente natural
y biológico.
Desde nuestra realidad física conviene conocer en nosotros, hasta donde sea posible, el
influjo del medio interno fisicoquímico: la calidad en el desarrollo de las células somáticas,
de las que depende nuestra constitución fisiológica. Sabemos que en ellas reside el
desgaste y la recuperación, el desplazamiento de energías, la sensación y sensibilidad.
Al pensar en la célula somática conviene ir a lo más profundo, es decir, a las llamadas capas
blastodérmicas, primeras células en torno al embrión y de las que derivan los diferentes
órganos del cuerpo. Del grado y calidad del desarrollo celular depende no sólo el modo de
vida de cada quien, sino hasta la forma de amar. Las capas blastodérmicas
fundamentalmente son tres: ectodermo, del que depende el sistema nervioso; mesodermo,
con el sistema muscular y sanguíneo, y, endodermo, con el sistema digestivo de modo
fundamental. Aceptarme y atreverme a vivir según soy también se relaciona
fisiológicamente con mi sistema glandular que ejerce un flujo determinante en el desarrollo
orgánico, por sus funciones y disfunciones de las que puedo llegar a estar consciente.
Células somáticas, capas blastodérmicas, sistema glandular: todo está condicionado por lo
que llamamos metabolismo, tal vez el punto básico y principal para aceptar en el yo
fisiológico. De él depende la fuerza o energía vital. El metabolismo, como todo el conjunto
de procesos químicos y actividades funcionales, se traduce en vida. Del metabolismo
resultan una serie de fuerzas y fenómenos que constituyen la esencia de la vida física:
movimiento, conducción, adaptación y coordinación.
Así, pues, en el proceso de integración de mi yo físico fisiológico deben entrar una serie de
preguntas cuya respuesta, si es posible, ha de estar en el primer plano de la conciencia.
Sin embargo, este primer plano de aceptación del cuerpo como instrumento y portador de
la personalidad es el más simple y fácil de introyectar; es el primer paso para la integración
personal y para iniciar el dinamismo de la persona-lización. De él dependerá la integración
de los demás planos, como veremos más adelante. Habituar a los niños desde pequeños
a estar conscientes de sí mismos es el primer tesoro que unos padres pueden dejar a sus
hijos.
EL YO SEXUAL
En primer lugar, tendríamos que preguntarnos: ¿Qué es el yo sexual? ¿En qué consistiría
la integración de mi yo sexual? ¿Cómo trabajar en la verdadera integración de esa parte de
mi ser? Cada uno, en su individualidad, en lo exclusivo de su personalidad tendrá que
encontrar sus respuestas, y aquí trataremos de dar algunas "pistas" en el camino de este
trabajo interior.
La fuerza del instinto sexual permanece activa y ejerciendo influencia en los sentimientos y
en la conducta. Funciona en el inconsciente, el subconsciente y el inconsciente, y allí no
caben órdenes o sólo voluntad, un "yo quiero" o un "no hagas". Cabe, sí, un actuar con
poder y motivación profunda que penetre hasta el subconsciente para actuar de manera
correcta. El instinto sexual, como impulso' y generador de energía, orienta las fuerzas
efectivas del ser matizando, "colorean-do" actitudes y motivaciones de conducta exterior
(interrelación) en tensión hacia afuera de mí mismo, hacia el mundo, hacia "los otros".
Como aspecto de la personalización no sólo es fundamental en la relación hombre-mujer,
sino también en las otras relaciones propias de la persona: la de ser humano hacia ser
humano (solidaridad) y la de hombre hacia naturaleza.
El impulso sexual desde el plano profundo influye también en nuestro instinto de dominio
responsabilidad (Young) y en el de agrupación, gregario-solidaridad (Adler).
El yo sexual viene a ser ese canal de comunicación entre el yo somático, biológico, físico,
fisiológico, como se le quiera llamar, y el yo psicológico.
La aceptación de mi yo sexual tiene que partir necesariamente del plano básico biológico.
Es lo observable, lo que podemos constatar para asumir o no asumir no sólo libremente
desde el plano subjetivo, sino maduramente desde un plano meramente objetivo y real.
Para una aceptación madura se requiere la mirada contemplativa, es decir, saber mirar con
amor y admiración hasta el fondo, hasta el corazón de las cosas, a fin de disfrutarlas y
utilizarlas adecuadamente. Aceptar con mirada contemplativa mis órganos y funciones
sexuales significa: 1) el conocimiento biológico y fisiológico de mis caracteres externos a fin
de llegar al objetivo interno y esencial; 2) entender en lo esencial la diferenciación de los,
gametos y la diferenciación vital entre masculino y femenino, no sólo en lo biológico sino
más aún en lo psicológico y en lo que esta diferenciación supone como complementariedad
para la vida en todos sus aspectos: moral, social, intelectual y aun religioso, 3) una
conciencia clara de estas funciones en cuanto a la repercusión emotiva en toda la
personalidad: estados de ánimo, atracción por el otro, entereza frente a la realidad; en fin,
todo lo que supone la vida efectiva.
Es un proceso de aprendizaje lento y complejo, y hay que aceptarlo en forma sencilla pero
inteligente y conscientemente. No se trata del acoplamiento biológico de placer animal, sino
del placer como complementación y exigencia de amor, pues nos encontramos entre seres
humanos.
4) Esta síntesis que hemos llamado amor conyugal es la que beneficia a los hijos y
no sólo a la pareja. Se da en la reciprocidad. La igualdad en un hijo proviene de la
diferenciación - complementariedad - de sus padres y se convierte en identidad personal
posteriormente. Llegar por un ejercicio progresivo es largo y arriesgado, es intrépido y
lentamente adaptado, pero es indispensable para la conservación de lo masculino y de lo
femenino en el universo.
Para integrar este ejercicio progresivo del yo sexual hablamos de la sexualidad desde su
raíz hasta el plano superior de la conciencia (como base universal); de la raíz genital
cromosómica, evolución celular, formación somática, diferenciación de los sexos,
necesidad de complementación e intimidad en afectividad y reciprocidad, hasta la práctica
consciente, el impulso hacia el otro, la sensación de sentir al otro, la emoción o salida hacia
el otro, la expresión personal en reciprocidad de amor, yo, tú, llegando así a la intimidad del
amor conyugal.
Surge la necesidad de significado concreto y estamos ante la realidad del amor familiar,
que comprende el amor filial que fundamenta mi yo niño. El amor materno paternal que
desemboca en el yo adulto y el amor fraternal que fundamenta la fraternidad, la igualdad.
Naturalmente, esto proyecta y se extiende a la interrelación social, hacia la expansión de la
vida con sus valores de plenitud, de duración, de eternidad en Dios, hasta abrirse al
consciente religioso que lleva hacia la plenitud el proceso de maduración afectivo sexual,
al amor verdadero que se llama decisión y compromiso.
EL YO PSICOLÓGICO
Evitar la presión a las fuerzas instintivas, a como dé lugar, para evitar enferme-dades
mentales.
Para que la tendencia instintiva se convierta en positiva y siga su proceso normal hasta
llegar a su objetivo específico, se requiere en la práctica de la propia libertad de cuatro actos
conscientes y muy humanos:
1. Conocerse: lealmente.
2. Aceptarse: generosamente. Si no, se cae en la represión y en la insa-tisfacción,
con el riesgo de producir enfermedad mental.
3. Trabajarse valientemente: en equilibrio, quitando, poniendo, controlando,
siempre socializando con la profesión y la interrelación.
4. Atreverse a vivir según uno es, no como quisiera o debiera ser (super ego).
Es, pues, constitutivo de la integración del yo sexual el fomentar desde muy temprana edad
el hábito de la interiorización; es decir, la capacidad de conocer las manifestaciones de la
propia conciencia, a través del yo genético
A partir de esta distinción, trataremos de reflexionar algo sobre nuestro yo psicológico que,
necesariamente, nos ofrece una conexión inmediata con el yo social.
El aspecto psicológico nos presenta mayor variedad de dimensiones y habrá que aprender
a integrarlas armónicamente. Integrar significa armonizar todas las partes de un todo. Es
tomar, todos los aspectos para unificarlos en lo más hondo. El camino es nuestro cuerpo
con sus cinco sentidos por los cuales percibimos, actuamos y nos comunicamos, con los
cuales tocamos la vida, ante la cual reaccionamos. Ese cuerpo es el portador o fundamento
de nuestro temperamento, pero sobre el temperamento trabaja el carácter que nos va
llevando cada vez más allá de la materia corporal a través de la energía vital y la fuerza de
la mente a una plenitud cada vez mayor como persona.
Tal vez lo importante en cuanto a temperamento sea tener en cuenta globalmente los
factores principales desde el elemento psicosomático; estos son: emotividad, actividad,
plasticidad, ritmo de gasto y recuperación; formación de sentimientos e imágenes, etc.
Estos factores han de contraponerse del más al menos, a fin de equilibrar la personalidad
por el carácter.
Asumir su yo psicológico implica conocerse, de ser posible en cada uno de sus factores
psicológicos para aceptarse totalmente y manifestarse en comporta-mientos auténticos y
coherentes.
3. Plasticidad. Es otro factor muy importante dentro del yo psicológico y poco se le tiene
en cuenta; sin embargo, es uno de los elementos principales a considerar cuando se trata
de formación del carácter. ¿Qué se entiende por plasticidad? La manera rápida o lenta de
responder a los estímulos; de ella depende, en gran parte, la posibilidad del sujeto para
situarse como persona en tiempo y espacio, para adaptarse. No estar consciente de esto
puede dar lugar a muchas crisis innecesarias de personalidad. Es lo que en lenguaje
sencillo se ha llamado primariedad o secundariedad. Una persona es primaria cuando
domina más el campo de su conciencia, lo inmediatamente presente; sus reacciones son
prontas y breves, se adapta fácilmente a la realidad del momento, y encuentra gusto en el
cambio y en la variedad. En contraste, encontramos las personas secundarias con
características opuestas: se adaptan con dificultad al cambio, sus reacciones son tardadas,
lentas, muy duraderas. Esto hace que den mucho peso al futuro, tanto en pensamiento
como en acciones, pero ordinariamente dejando escapar el presente. Se deduce de aquí,
por supuesto, un modo de orientación y de educación prácticamente opuesto. Lo que es
exigencia para unos tendrá que ser condescendencia para otros.
5. Carácter. Como se verá, a través del temperamento llevado al consciente hemos ido
orientando hacia el carácter. El estímulo del ambiente, ya interno ya externo, provoca en
nosotros el impulso (que viene de la fuerza nerviosa) y la emoción que produce la
sensación. Es el aspecto pasional y pasivo del yo que simplemente lo sufre.
Vamos a definir algo sobre sentimientos, inteligencia y voluntad, para lograr un manejo cada
vez más simple de nuestro yo psicológico.
7. Inteligencia. Nos lleva a captar el sentido de las sensaciones, sean de tipo físico,
sentimental, estético, etc. Esa aptitud para aprehender el sentido de una realidad es lo que
constituye la inteligencia propiamente dicha, y aquí radican también las diferencias dentro
de la conducta intelectual. Los matices pueden estar en una inteligencia más práctica frente
a otra más bien teórica. La puede haber verbal, estética, mística, etc.
Es la posibilidad que tengo de extraer las energías desde dentro de mí mismo y que
intervendrán directamente en mi comportamiento. Estas energías pueden ser utilizadas en
el interior de mí mismo para calmar, detener y orientar los estímulos, o para ser enviados
directamente al exterior para organizar, mandar, conquistar, difundir, ordenar, etc. Sin
embargo, la energía fundamental de la voluntad, volcada hacia dentro del sujeto o
proyectada hacia afuera del mismo, es la energía del amor.
Todas estas manifestaciones en el amor, con sus respectivos límites, ayudan a aceptarse
y a aceptar psicológicamente a sí y a los demás, conociendo la propia identidad,
integrándola y facilitando el ajuste de personalidad dentro de un amor-decisión. ¿Conoces
cuál es la orientación y manifestación de tu modo de amar? ("Integración en el Amor").
Sin embargo, lo que llegamos a saber de nuestro yo no procede tanto de conocimiento y
voluntad, sino más bien es un conocimiento que nace de la experiencia consciente ante la
interacción constante del ambiente.
Hay otras dos necesidades que nos impone el ambiente: la necesidad de seguridad física
y de seguridad emocional. Estas nos las dan instituciones como la familia, la escuela y los
grupos humanos. Así surge en el individuo la necesidad de integrarse en este otro aspecto
del yo que de- nominamos yo social.
EL YO SOCIAL
Si soy capaz de tocar mi propio núcleo, seré capaz de tocar y penetrar en el núcleo de otro,
tanto cuanto el otro me lo permita. ¿Podremos llegar así, en parte, a ese misterio de la
Alteridad? Partiremos de realidades básicas.
* El hombre no deja de ser un animal perfeccionado, y uno de los rasgos más notables
de la animalidad es el rechazo de aquello que no es como él, de su propia especie y
naturaleza. Ahora bien, en cada hombre, al ser único, irrepetible y diferente, existe esa
misma dificultad para aceptar las diferencias de los otros, pero la base animal ha de ser
trascendida por la orientación hacia lo bueno, lo justo, lo sagrado, lo bello, por el
conocimiento de la verdad. Así, el rechazo del otro, la muerte del otro, por diferente a mí va
desapareciendo hasta llegar a descubrir en ese otro un portador de valores igual a mí.
Madurar en el yo social implica también cierta perspicacia para captar las situaciones y
saberlas integrar socialmente, no por deseo de poder, ni por aplastar o utilizar al otro, menos
para des aparecerlo, más bien para la eficacia del bien común en comunicación e
interacción. Importa lo que dices o entregas desde dentro, desde la fuerza de la entraña
dando vida. Un yo social bien integrado se presta a la interacción del grupo en lo profundo,
sin máscaras; "Así doy..." en mi capacidad de adaptación. Habrá que preguntarse: ¿a qué
voy a encontrarme con el otro? A imponerme, no: a realizarme, ¡tampoco! A
complementarme, sí.
El grupo me va a dar y yo me voy a dar al grupo. Voy abierto a recibir. Allí está la madurez
social.
Cuanto más capaz soy de valerme por mí mismo, menos voy a necesitar del otro, y así
me voy haciendo cada vez más pobre socialmente. Claro está que se trata de
limitaciones profundas en el orden del ser, de las que sabemos que no se pueden
quitar porque son parte de uno mismo. De esas limitaciones que nos obligan a
atrevemos a vivir con ellas; y no es quedarnos con nuestros defectos, sino hacernos
ayudar del otro, y esto para el bien de todos. El pobre es el que con manos abiertas se
deja complementar. Cada uno sabe por dónde está su pobreza compartida, no
escondida. Es lo positivo de la limitación. Sólo por mi limitación puedo conocer la
gratitud.
Cuando el "otro" (piénsese en la familia política, cuñados, yernos, suegra, etc.) nos
La madurez social da paso al verdadero líder. La descripción habitual del líder suele ser
más o menos esta: "El que escucha siempre, el que saca tiempo siempre, el que sabe
ponerse en el lugar del otro; se ubica siempre donde está el otro-, facilita la interacción del
otro, busca la verdad junto con los otros; no teme su limitación; sabe proclamarla
abiertamente, hace sentir importante a cada uno; sabe elegir a otros; distingue lo esencial
de lo secundario; es eficaz para la tarea común; no improvisa; prevé los detalles para el
bien de los otros; lleva los riesgos sin descargarlos en otros, se puede confiar en él; cree
en su grupo, en que puede hallar la solución a los problemas; trata a las personas
adecuadamente, es sincero, todos saben que lo que dice responde a lo que piensa y siente,
exige que el proyecto se cumpla para el bien de todos y es optimista
Suena muy bien, pero, ¿qué significa esto? Significa que es una persona capaz de ser
Debe ser activo, captando las posibilidades de su pueblo par hacerlo caminar, para
Con esta interiorización del propio aspecto social nos capacitamos para el compromiso
externo en grupos o en estructuras sociales. Es decir, con los problemas de tipo social que
se crean continuamente en la historia y que debemos afrontar y considerar constantemente
en la estructura de cualquier sociedad: salud física y mental gracias al hábitat (casa),
nutrición, vestido, trabajo, educación, bienestar social, comprometiéndome en esta
dimensión personal a la animación, asesoramiento, ejecución y personalización colectiva.
El diagrama de la visión integral de la sociedad puede ayudar; puede servir de base para
analizar la realidad social que me rodea y descubrir los signos inadecuados, o bien lo
significativo para el bienestar social, comprometiéndonos en esta dimensión personal a la
animación, asesoramiento, ejecución y personalización colectiva.